DOMINGO IV DE CUARESMA -C-


PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Josué. Jos 5, 9a.10-12
El pueblo de Dios, tras entrar en la tierra prometida, celebra la Pascua
EN aquellos días, dijo el Señor a Josué:
    «Hoy os he quitado de encima el oprobio de Egipto».
Los hijos de Israel acamparon en Guilgal y celebraron allí la Pascua al atardecer del día catorce del mes, en la estepa de Jericó.
Al día siguiente a la Pascua, comieron ya de los productos de la tierra: ese día, panes ácimos y espigas tostadas.
Y desde ese día en que comenzaron a comer de los productos de la tierra, cesó el maná. Los hijos de Israel ya no tuvieron maná, sino que ya aquel año comieron de la cosecha de la tierra de Canaán.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

ESTRENAR LA LIBERTAD       
            El momento que nos presenta la lectura del libro de Josué es importantísimo es importantísimo: Israel ha pasado la etapa del desierto donde ha ido replanteándose su vida, ha ida cambiando día a día sus actitudes pasando de ser esclavo a un pueblo libre: han ida aprendiendo a vivir en libertad, siendo responsables de sí mismos, asumiendo las consecuencias de sus actos.
            Podíamos decir que es el momento cumbre de la historia de Israel; es el momento en que se declara la mayoría de edad del pueblo, pues hasta entonces han sido un grupo de es clavos que los une únicamente los lazos de una sangre que prácticamente ya se ha extinguido y que han vivido durante mucho tiempo bajo el yugo del látigo egipcio.
            Después que lograron salir de Egipto, tuvieron que atravesar el desierto donde se fueron purificando de todas las actitudes que los tenían esclavos y fueron aprendiendo a sobrevivir por ellos mismos y a convivir con sus hermanos, es decir, aprendieron a organizarse y vivir como pueblo: respetando normas cívicas, aportando cada uno lo mejor que tiene en beneficio de los demás, siendo solidarios con sus vecinos, haciendo suyos cada uno los problemas y las necesidades del grupo… Todo esto los ha hecho libres y capaces de conformar un pueblo con una identidad.
            En estos momentos, Josué los introduce en la tierra prometida y se la reparte a cada tribu; es el momento cumbre del paso a la libertad: de ahora en adelante serán ellos los responsables de todo lo que ocurra.
            A partir de este momento Dios va a seguir a su lado actuando, pero lo hará de otra forma: ahora no será dándoles las cosas hechas, sino bendiciéndolos para que puedan hacerlas por ellos mismos y bendiciendo los frutos de su trabajo: “.  Cuando comenzaron a comer del fruto de la tierra, cesó el maná. Los israelitas ya no tuvieron maná, sino que aquel año comieron de la cosecha de la tierra de Canaán”.
            Ahora no será el maná, el agua, las codornices… sino el fruto de su trabajo. “ese mismo día, comieron del fruto de la tierra: panes ázimos y espigas fritas” dejó de ser el pueblo que espera que se lo den todo hecho, que no funciona si es que no es bajo el imperativo de la ley. Un pueblo que vive así es un pueblo esclavo que vive de rodillas esperando las migajas.

 Salmo responsorial
Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7 (R/.: 9a)
R/.   Gustad y ved qué bueno es el Señor.

        V/.   Bendigo al Señor en todo momento,
                su alabanza está siempre en mi boca;
                mi alma se gloría en el Señor: 
                que los humildes lo escuchen y se alegren.   R/.
R/.   Gustad y ved qué bueno es el Señor.

        V/.   Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
                ensalcemos juntos su nombre.
                Yo consulté al Señor, y me respondió,
                me libró de todas mis ansias.   
R/.
R/.   Gustad y ved qué bueno es el Señor.

        V/.  
 Contempladlo, y quedaréis radiantes,
                vuestro rostro no se avergonzará.
                El afligido invocó al Señor,
                él lo escuchó y lo salvó de sus angustias.   
R/.
R/.   Gustad y ved qué bueno es el Señor.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios. 2 Cor 5, 17-21
Dios nos reconcilió consigo por medio de Cristo
HERMANOS:
Si alguno está en Cristo es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo.
Todo procede de Dios, que nos reconcilió consigo por medio de Cristo y nos encargó el ministerio de la reconciliación.
Porque Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirles cuenta de sus pecados, y ha puesto en nosotros el mensaje de la reconciliación.
Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios.
Al que no conocía el pecado, lo hizo pecado en favor nuestro, para que nosotros llegáramos a ser justicia de Dios en él.
Palabra de Dios.
 
REFLEXIÓN

VIVIR COMO HOMBRES LIBRES      
            S. Pablo recuerda a los corintios algo que no deben olvidar jamás: ellos han sido rescatados de la esclavitud del pecado, no pueden continuar sometidos a los esquemas que establecen las fuerzas del mal, han de superar esa forma de vida de la misma manera que los israelitas fueron capaces de superar la esclavitud de Egipto.
            Los israelitas tuvieron para ello que hacer una experiencia de desierto hasta conseguir aprender a vivir en libertad. En nosotros ha sido Cristo quien ha hecho esa etapa ahorrándonos el desierto y regalándonos la libertad y la salvación, cosa que Él nos ha conquistado y que le ha costado su vida. A nosotros nos toca ahora activar este regalo en nuestras vidas y día a día ir ajustando nuestras vidas a su proyecto, de forma que vaya afianzándose una actitud de rechazo al pasado, a todo aquello que nos ha tenido anclados en la corrupción y en la muerte cosa que ya ha sido borrada por Dios, pero que espera que también nosotros la borremos y abramos nuestras vidas al futuro que nos ha abierto Jesucristo.
            Este ejercicio de aceptación del proyecto de Cristo y de la libertad supone una actitud constante de conversión que hace que entremos en crisis cada día, para evitar el anquilosamiento de forma que cada día sea superado por el siguiente.

Versículo antes del Evangelio
Lc 15, 18
Puede emplearse alguna de las aclamaciones propuestas, y se dice antes y después del siguiente versículo.
Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre y le diré:
Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.

EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. Lc 15, 1-3. 11-32
Este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido
EN aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo:
«Ese acoge a los pecadores y come con ellos».
Jesús les dijo esta parábola:
«Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre:
“Padre, dame la parte que me toca de la fortuna”. El padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se marchó a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces y se contrató con uno de los ciudadanos de aquel país que lo mandó a sus campos a apacentar cerdos. Deseaba saciarse de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada.
Recapacitando entonces, se dijo:
“Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros».
Se levantó y vino a donde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos.
Su hijo le dijo:
“Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo”.
Pero el padre dijo a sus criados:
“Sacad enseguida la mejor túnica y vestídsela; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y sacrificadlo; comamos y celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”.
Y empezaron a celebrar el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y la danza, y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
Este le contestó:
“Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha sacrificado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud”.
Él se indignó y no quería entrar, pero su padre salió e intentaba persuadirlo.
Entonces él respondió a su padre:
“Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; en cambio, cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado”.
El padre le dijo:
“Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero era preciso celebrar un banquete y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”».
Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

LA INCAPACIDAD DE LOS ACOMODADOS     
            La parábola que hoy nos trae el evangelio y que tenemos como ejemplo de conversión y de cambio por parte del hermano más joven que rompe con su padre y su familia o también por la actitud del padre que, por encima de la estupidez del hijo le duele su error y perdona siempre que esté dispuesto a reconocer y volver a la casa.
            Pero la parábola no fue escrita para dar una catequesis de estas dos figuras, sino para denunciar la actitud cerrada y anquilosada de los fariseos y doctores de la ley, reflejada en la figura del hermano mayor, el “bueno” y responsable, el cumplidor de todo lo que está establecido, el que nunca había roto un plato y, asentado en su seguridad, se cree merecedor de la justicia de Dios que ha de estarle agradecido por su fidelidad y buen comportamiento cumpliendo hasta la última coma de la ley; actitud que le lleva a cerrarse hasta el punto que no se alegra de que su hermana haya cambiado y vuelto y no entró a celebrar la fiesta. También se ha incapacitado para ver la gran misericordia y amor del Padre que es capaz de saltar por encima de todos nuestros errores y perdonar, de forma que nos posibilita el poder salir del pozo en el que podemos caer en la vida.
            Es el retrato perfecto de la sociedad del momento, que se encuentra establecida y no quiere moverse de la situación en la que se ha anclado, aunque vea a los que sufren, a quienes considera culpables de su situación.
            Esta es la situación del acomodado en su seguridad económica, social o religiosa, el que no tiene problemas y no acepta que se mueva nada, todo está ya establecido; hay una justicia aprobada y unas leyes que sancionan la locura y el desmadre y esa ley es el gran referente y debe caer implacable sobre el que la rompa.
            En la parábola vemos que el loco volvió a la cordura, pero el sensato no entró en la fiesta, sino que se enfrentó al Padre y prefirió romper con todos antes que bajarse de su pedestal.





DOMINGO III DE CUARESMA -C-

PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Éxodo. Éx 3, 1-8a. 13-15
“Yo soy” me envía a vosotros
EN aquellos días, Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián. Llevó el rebaño trashumando por el desierto hasta llegar a Horeb, la montaña de Dios. El ángel del Señor se le apareció en una llamarada entre las zarzas. Moisés se fijó: la zarza ardía sin consumirse.
Moisés se dijo
    «Voy a acercarme a mirar este espectáculo admirable, a ver por qué no se quema la zarza».
Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza:
    «Moisés, Moisés».
Respondió él:
    «Aquí estoy».
Dijo Dios:
    «No te acerques; quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado».
Y añadió:
    «Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob».
Moisés se tapó la cara, porque temía ver a Dios.
El Señor le dijo:
    «He visto la opresión de mi pueblo en Egipto y he oído sus quejas contra los opresores; conozco sus sufrimientos.
He bajado a librarlo de los egipcios, a sacarlo de esta tierra, para llevarlo a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana leche y miel».
Moisés replicó a Dios:
    «Mira, yo iré a los hijos de Israel y les diré: “El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros”. Si ellos me preguntan: “¿Cuál es su nombre?”, ¿qué les respondo?».
Dios dijo a Moisés:
    «“Yo soy el que Soy”; esto dirás a los hijos de Israel: “Yo soy” me envía a vosotros».
Dios añadió:
    «Esto dirás a los hijos de Israel: “El Señor, Dios de vuestros padres, el Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, me envía a vosotros. Este es mi nombre para siempre: así me llamaréis de generación en generación”».
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN   

DIOS SE IMPLICA EN NUESTRA HISTORIA     
            Dios ha escuchado el lamento de su pueblo atropellado por los egipcios; no puede tolerar la injusticia y la opresión y decide tomar cartas en el asunto, aunque el pueblo no lo reconozca. Empieza a realizar actos asombrosos para que el pueblo opresor se dé cuenta que no puede continuar de esa manera y el pueblo oprimido también vea la presencia de Dios en medio de ellos que no tolera la opresión. Pero ni uno ni otro entienden
            Dios no aparece como el ausente y despreocupado de los problemas del pueblo, sino como el que está atento al sufrimiento y se implica en la liberación: “he visto la opresión de mi pueblo, he oído sus quejas, me he fijado en sus sufrimientos. Voy a bajar a liberarlos”.
            Ante esta situación Dios llama a Moisés y lo envía al Faraón y se compromete a avalarlo.
            Cuando Dios decide intervenir en la historia, lo hace a través de personas a quienes envía y se compromete con ellas haciéndoles ver que el proyecto es suyo; ellos, lo único que deben hacer es dejarse llevar y confiar.
            Dios quiere implicarnos a nosotros también; Él está presente, si es que nosotros no estamos ausentes; Él es cercano, si es que nosotros no nos alejamos; y Dios se hace presente no para saciar nuestra curiosidad o responder a nuestros caprichos, sino para informarnos de lo que quiere hacer a través de nosotros.

Salmo responsorial
Sal 102, 1b-2. 3-4. 6-7. 8 y 11 (R/.: 8a)
R/.   El Señor es compasivo y misericordioso.

        V/.   Bendice, alma mía, al Señor,
                y todo mi ser a su santo nombre.
                Bendice, alma mía, al Señor, 
                y no olvides sus beneficios.   R/.
R/.   El Señor es compasivo y misericordioso.

        V/.   Él perdona todas tus culpas
                y cura todas tus enfermedades;
                él rescata tu vida de la fosa,
                y te colma de gracia y de ternura.   
R/.
R/.   El Señor es compasivo y misericordioso.

        V/.  
 El Señor hace justicia
                y defiende a todos los oprimidos;
                enseñó sus caminos a Moisés
                y sus hazañas a los hijos de Israel.   
R/.
R/.   El Señor es compasivo y misericordioso.

        V/.   El Señor es compasivo y misericordioso,
                lento a la ira y rico en clemencia.
                Como se levanta el cielo sobre la tierra,
                se levanta su bondad sobre los que lo temen.   
R/.
R/.   El Señor es compasivo y misericordioso.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios.
 1 Cor 10, 1-6. 10-12
La vida del pueblo con Moisés en el desierto fue escrita para escarmiento nuestro
NO quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y todos atravesaron el mar y todos fueron bautizados en Moisés por la nube y por el mar; y todos comieron el mismo alimento espiritual; y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que los seguía; y la roca era Cristo. Pero la mayoría de ellos no agradaron a Dios, pues sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto.
Estas cosas sucedieron en figura para nosotros, para que no codiciemos el mal como lo codiciaron ellos. Y para que no murmuréis, como murmuraron algunos de ellos, y perecieron a manos del Exterminador.
Todo esto les sucedía alegóricamente y fue escrito para escarmiento nuestro, a quienes nos ha tocado vivir en la última de las edades. Por lo tanto, el que se crea seguro, cuídese de no caer.
Palabra de Dios.
 
REFLEXIÓN   

CUIDADO, NO NOS EQUIVOQUEMOS     
            S. Pablo advierte a los corintios del peligro que tienen de creerse los entendidos y darle a Dios la respuesta que a ellos les conviene o les viene bien, pero no la que Dios está esperando y desea. Era exactamente lo que le ocurría a muchos israelitas dedicados a la idolatría, pero luego ponían los parches que les convenía, creyendo que así cumplían y quedaban bien con Dios, provocándolo y hasta tentándolo.
            S. Pablo les llama la atención para que estén atentos y no se les vaya a ocurrir cometer los mismos errores llegando a la misma conclusión: “no agradaron a Dios y sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto”.
            Pablo llama la atención para que se den cuenta de una actitud negativa en la que hay mucha gente anquilosada: los que se creen fuertes y piensan tener las ideas claras, se sienten garantizados con sus prácticas sacramentales, espirituales y religiosas, dando un espectáculo grotesco de la iglesia y de la vida cristiana, pues convierten las prácticas religiosas y los sacramentos en excusas para llevar una vida vergonzosa, pues creen que porque hacen ciertos ritos, ya lo tienen todo resuelto y asegurado, porque andan por un mundo en las nubes de la espiritualidad completamente desencarnada: “Por lo tanto, el que se cree seguro, ¡cuidado!, no caiga”.
            El problema es confundir la búsqueda del Señor con la búsqueda de los intereses particulares, utilizando a Dios para lo que nos conviene.
  
Versículo antes del Evangelio
Mt 4, 17
Puede emplearse alguna de las aclamaciones propuestas, y se dice antes y después del siguiente versículo.
Convertíos -dice el Señor-,
porque está cerca el reino de los cielos.
EVANGELIO
✠ Lectura del santo Evangelio según san Lucas. Lc 13, 1-9
Si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera
EN aquel tiempo se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de los sacrificios que ofrecían.
Jesús respondió:
«Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos porque han padecido todo esto? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. O aquellos dieciocho sobre los que cayó la torre en Siloé y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera».
Y les dijo esta parábola:
«Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró.
Dijo entonces al viñador:
“Ya ves, tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a perjudicar el terreno?”.
Pero el viñador respondió:
“Señor, déjala todavía este año y mientras tanto yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto en adelante. Si no, la puedes cortar”».
Palabra del Señor.

REFLEXIÓN   


EL ESCÁNDALO DE LA HIGUERA FRONDOSA     

Es interesante observar algo que a nosotros nos puede venir extraordinariamente: la historia en la que nos desenvolvemos es una fuente inagotable de lecciones que debemos aprender, pues en ella nos habla Dios y Jesús aprovecha para estar atento y sacar las conclusiones pertinentes y actualizarlas.
            Los que le rodean tienen conocimiento de los hechos y los utilizan para poner a prueba los reflejos de Jesús, pero no para sacar las lecciones convenientes, no saben ni mirar ni escuchar y normalmente entienden las cosas al revés, pues mientras Dios les está diciendo una cosa, ellos entienden otra.
            Efectivamente, Dios nos habla, pero hay que estar atentos y abiertos a la verdad para poder escucharlo: Dios no está diciendo que los que han muerto eran pecadores, pues todos lo somos; lo que nos está diciendo es que debemos cambiar nuestra forma de pensar y de obrar, que es lo que nos puede llevar a una muerte como la de estos hombres. Pero esto no interesa, lo pasan por alto, es más morboso quedarse en la historia que interpretaron como sujetos que tuvieron que cargar con las consecuencias de su pecado; es algo que queda fuera de ellos y los deja indiferentes.
            La parábola que cuenta a continuación, de la misma manera es algo que pertenece a otros, no se dan por enterados…es preferible quedarse en la letra y, de esa manera, ven lógica la postura: ¿para qué quieres una higuera que no produce frutos? También resulta lógico: ¿qué hace estorbando cuando su lugar lo puede aprovechar otro árbol que dé fruto?
            Es preferible no entender que la comparación nos está gritando, pues es de cada uno de quien se está hablando: que se nos está mimando, que se nos están dando todas las posibilidades, que otros querrían tener lo que nosotros despreciamos, que el tiempo se agota, que no podemos seguir despilfarrando… Pero permanecemos indiferentes, como si no se tratara de nosotros.


            Y la historia se repite al pie de la letra: vivimos en una sociedad que se llama cristiana, en un mundo en el que el “bienestar” me da derechos a tenerlo todo en abundancia, de forma que yo pueda mantener la apariencia que desee, aunque no dé fruto alguno, o incluso, aunque los frutos que dé sean completamente distintos a los que se espera; de hecho hay muchos “cristianos” cuyos frutos andan muy lejos del amor y de la justicia que pide el evangelio y más bien andan en contra de todo esto, enfrascados en corrupciones de dinero, de tiranía, de opresión y de robos… militando, incluso en partidos abiertamente opuestos a la justicia, a la paz, al respeto a la persona… y, sin embargo, tienen la cara dura de llamarse cristianos, de presumir de ser una “higuera frondosa”. Esto, además de ser injusto y ofensivo, es escandaloso, pues incita a que otros intenten hacer lo mismo.

DOMINGO II DE CUARESMA -C-


PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Génesis. Gén 15, 5-12. 17-18
Dios inició un pacto fiel con Abrahán
        EN aquellos días, Dios sacó afuera a Abrán y le dijo: «Mira al cielo, y cuenta las estrellas, si puedes contarlas».
Y añadió:     «Así será tu descendencia».
Abrán creyó al Señor y se le contó como justicia.
Después le dijo:  «Yo soy el Señor que te saqué de Ur de los caldeos, para darte en posesión esta tierra».
Él replicó: «Señor Dios, ¿cómo sabré que voy a poseerla?».
Respondió el Señor:  «Tráeme una novilla de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón».
            Él los trajo y los cortó por el medio, colocando cada mitad frente a la otra, pero no descuartizó las aves. Los buitres bajaban a los cadáveres y Abrán los espantaba.
            Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán y un terror intenso y oscuro cayó sobre él.
            El sol se puso y vino la oscuridad; una humareda de horno y una antorcha ardiendo pasaban entre los miembros descuartizados.
            Aquel día el Señor concertó alianza con Abrán en estos términos:
    «A tu descendencia le daré esta tierra, desde el río de Egipto al gran río Éufrates».
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN    

EL CAMINO DE LA FE      
            En este pasaje del libro del Génesis se nos narra la alianza que Dios hace con el pueblo: Dios se somete al ritual que los hombres tienen para hacer los pactos en los que ambas partes se comprometen: se colocan los animales partidos en dos y la sangre se rocía sobre el altar (que representa a Dios) y sobre el pueblo, indicando cuál es la suerte de quien rompa el pacto.
En esta alianza es Dios quien se compromete: “Mira al cielo; cuenta las estrellas, si puedes… Así será tu descendencia.” A través de la historia Dios irá renovando su compromiso a cada momento.
            Es curioso ver que cuando Dios hace el compromiso, Abrahán no tiene nada qué ofrecer: no tiene hijos, está viejo, su mujer es estéril, no tiene tierra… solo le queda la actitud de confianza en Dios y fiarse de Él; continúa siendo extranjero y “ocupa” en la tierra a donde llega.
            Abrahán se fía de la palabra de Dios, no tiene nada material en lo que poner su confianza ni apoyarse, todo lo que poseía se ha quedado atrás.
Será lo mismo que le ocurre al pueblo cuando sale de Egipto, se lanza a una aventura fiado de una palabra. Entre el Egipto que abandona y la promesa de una tierra, solo existe un enorme desierto árido, lleno de peligros y de muerte.
            Este es el camino de la fe: correr el riesgo de dejarlo todo y fiarse de una palabra.

Salmo responsorial
Sal 26, 1bcde. 7-8. 9abcd. 13-14 (R/.: 1a)
R/.   El Señor es mi luz y mi salvación.

        V/.   El Señor es mi luz y mi salvación,
                ¿a quién temeré?
                El Señor es la defensa de mi vida, 
                ¿quién me hará temblar?   R/.
R/.   El Señor es mi luz y mi salvación.

        V/.   Escúchame, Señor,
                que te llamo;
                ten piedad, respóndeme.
                Oigo en mi corazón:
                «Buscad mi rostro».
                Tu rostro buscaré, Señor.   
R/.
R/.   El Señor es mi luz y mi salvación.

        V/.  
 No me escondas tu rostro.
                No rechaces con ira a tu siervo,
                que tú eres mi auxilio;
                no me deseches.   
R/.
R/.   El Señor es mi luz y mi salvación.

        V/.
   Espero gozar de la dicha del Señor
                en el país de la vida.
                Espera en el Señor, sé valiente,
                ten ánimo, espera en el Señor.   
R/.
R/.   El Señor es mi luz y mi salvación.

SEGUNDA LECTURA (forma larga)

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses. Flp 3, 17—4, 1
Cristo nos configurará según su cuerpo glorioso
HERMANOS, sed imitadores míos y fijaos en los que andan según el modelo que tenéis en nosotros.
Porque —como os decía muchas veces, y ahora lo repito con lágrimas en los ojos— hay muchos que andan como enemigos de la cruz de Cristo: su paradero es la perdición; su Dios, el vientre; su gloria, sus vergüenzas; solo aspiran a cosas terrenas.
Nosotros, en cambio, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo.
Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo.
Así, pues, hermanos míos queridos y añorados, mi alegría y mi corona, manteneos así, en el Señor, queridos.
Palabra de Dios.

SEGUNDA LECTURA (forma breve)
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses. Flp 3, 20—4, 1
Cristo nos configurará según su cuerpo glorioso
HERMANOS:
Nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo.
Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo.
Así, pues, hermanos míos queridos y añorados, mi alegría y mi corona, manteneos así, en el Señor, queridos.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN   

LA EVASIÓN DEL LEGALISMO      
            Pablo hace tomar conciencia a los filipenses que no hay otro camino de transformación más que el de la fe y con ella atravesar el desierto de la vida; Cristo, antes de ser transfigurado ha de ser desfigurado.
            La resurrección pasa necesariamente por la pasión y por la cruz: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, no puede dar fruto”; Cristo ha de pasar por la traición, el sufrimiento, la humillación… El creyente ha de seguir sus pasos y atravesar el mismo desierto para llegar a la resurrección.
            Pablo habla a los filipenses “con lágrimas en los ojos” y no desde la alegría del triunfo e invita a no seguir ni escuchar a aquellos que “son enemigos de la cruz de Cristo” y pasan por alto el sufrimiento haciéndose ilusiones y apuntándose solo al triunfo de la resurrección.
            También invita a no dejarse llevar por aquellos que se fabrican su cruz a su medida, centrada en el cumplimiento de ciertas normas externas, como qué alimentos son los que rompen el ayuno y cuáles no; hasta qué punto o edad se debe ayunar… De ahí que diga: “Su dios es la comida”
            No lo olvidemos: frente a la exigencia de la lucha, una forma de evadirse es el legalismo: es mucho más fácil no desayunar un día que comprometerse a ayudar a un enfermo o a perdonar a alguien que nos ha hecho daño.

Versículo antes del Evangelio
Cf. Lc 9, 35
En el esplendor de la nube se oyó la voz del Padre:
«Este es mi Hijo amado, escuchadlo».

EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. Lc 9, 28b-36
Mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió
EN aquel tiempo, tomó Jesús a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto del monte para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió y sus vestidos brillaban de resplandor.
            De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su éxodo, que él iba a consumar en Jerusalén.
            Pedro y sus compañeros se caían de sueño, pero se espabilaron y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.
            Mientras estos se alejaban de él, dijo Pedro a Jesús:
    «Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
            No sabía lo que decía.
            Todavía estaba diciendo esto, cuando llegó una nube que los cubrió con su sombra. Se llenaron de temor al entrar en la nube.
            Y una voz desde la nube decía:  «Este es mi Hijo, el Elegido, escuchadlo».
            Después de oírse la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por aquellos días, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.
Palabra del Señor.
 

REFLEXIÓN   

NO HAY GLORIA SIN CRUZ      
            Es importante enmarcar el acontecimiento dentro del contexto:  pocos días antes, mientras van de camino y Jesús les va indicando lo que le va a ocurrir en Jerusalén, Pedro le responde que eso no va a ocurrir, que debe apartar esa idea de su cabeza y que debe desistir de subir a Jerusalén… Pedro no acepta el hecho del calvario.
            Ahora aparece Jesús hablando con Moisés y con Elías sobre su “pascua” y su muerte; de nuevo Pedro sale diciendo que los deje hacer tres chozas para instalarse en esta situación de privilegio en la que se sienten muy a gusto; Pedro rechaza el sufrimiento y prefiere la luz de la gloria que deslumbra, evitando el sufrimiento del calvario. Esta es la misma actitud de cualquiera de nosotros que buscamos el triunfo sin pasar por la lucha que supone el conseguirlo, es decir: buscamos el triunfo de la resurrección sin pasar por la muerte...
            Pero la pretensión de Pedro es cortada radicalmente por la voz que sale de la nube: “Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle”. Es decir: hay que fiarse de Él, incluso cuando habla de lucha y de cruz.
            El que quiere seguirlo no tiene autoridad para hacerse su plan en el que se establezca aquello que le guste o le venga bien, sino que ha de asumir el camino que establece Jesús y recorrerlo a su lado.  El triunfo y la gloria pasan necesariamente por el hundimiento, la humillación, la persecución, la burla, el desprecio… la cruz.


DOMINGO I DE CUARESMA

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Deuteronomio. Dt 26, 4-10
Profesión de fe del pueblo elegido
MOISÉS habló al pueblo, diciendo: 
    «El sacerdote tomará de tu mano la cesta con las primicias de todos los frutos y la pondrá ante el altar del Señor, tu Dios. 
Entonces tomarás la palabra y dirás ante el Señor, tu Dios: 
“Mi padre fue un arameo errante, que bajó a Egipto, y se estableció allí como emigrante, con pocas personas, pero allí se convirtió en un pueblo grande, fuerte y numeroso. 
Los egipcios nos maltrataron, nos oprimieron y nos impusieron una dura esclavitud. Entonces clamamos al Señor, Dios de nuestros padres, y el Señor escuchó nuestros gritos, miró nuestra indefensión, nuestra angustia y nuestra opresión. 
El Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, en medio de gran terror, con signos y prodigios, y nos trajo a este lugar, y nos dio esta tierra, una tierra que mana leche y miel. Por eso, ahora traigo aquí las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me has dado”. 
Los pondrás ante el Señor, tu Dios, y te postrarás en presencia del Señor, tu Dios».
Palabra de Dios. 

REFLEXIÓN    

SER AGRADECIDOS, EL MEJOR CULTO A DIOS     

            Se abre este tiempo de cuaresma con un gesto de acción de gracias en la fiesta de las primicias: el israelita tiene muy claro que la tierra es de Dios que se la ha prestado para que viva en ella y se alimente; el gesto de ofrecerle las primicias es un gesto de agradecimiento y de reconocimiento del bien que le hace, pues todo ser agradecido es bien nacido, por tanto, no le queda otra respuesta que el agradecimiento.
            Para Israel su ofrenda cultual es un acto de agradecimiento a Dios a quien siente a su lado con una presencia activa. Este dato es característico del credo judío: la confesión de fe en Dios no es fruto de una elucubración intelectual, sino la confesión de una experiencia existencial de un Dios que lo siente caminando a su lado y lo reconoce.
            Esta experiencia y forma de hacer del pueblo judío, contrasta hoy con la nuestra, en la que hemos llegado a unir los gestos que hacemos en la iglesia como servicios que compramos y no como detalles de agradecimiento que hacemos a Dios por la vida, por la salud, por los amigos o por la paz que Él nos da. 

Salmo responsorial
Sal 90, 1-2. 10-11. 12-13. 14-15 (R/.: cf. 15b)
R/.   Quédate conmigo, Señor, en la tribulación. 

        V/  Tú que habitas al amparo del Altísimo,
                que vives a la sombra del Omnipotente,
                di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío, 
                Dios mío, confío en ti».   R/.
R/.   Quédate conmigo, Señor, en la tribulación.

        V/.
   No se acercará la desgracia,
                ni la plaga llegará hasta tu tienda,
                porque a sus ángeles ha dado órdenes
                para que te guarden en tus caminos.   
R/.
R/.   Quédate conmigo, Señor, en la tribulación.

        V/.  
 Te llevarán en sus palmas,
                para que tu pie no tropiece en la piedra;
                caminarás sobre áspides y víboras,
                pisotearás leones y dragones.   
R/.
R/.   Quédate conmigo, Señor, en la tribulación.

        V/.
   «Se puso junto a mí: lo libraré;
                lo protegeré porque conoce mi nombre;
                me invocará y lo escucharé.
                Con él estaré en la tribulación,
                lo defenderé, lo glorificaré».   
R/.
R/.   Quédate conmigo, Señor, en la tribulación.

SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos. Rom 10, 8-13
Profesión de fe del que cree en Cristo
HERMANOS:
¿Qué dice la Escritura?
     «La palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón».
Se refiere a la palabra de la fe que anunciamos. Porque, si profesas con tus labios que Jesús es Señor, y crees con tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo. Pues con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con los labios se profesa para alcanzar la salvación.
Pues dice la Escritura:
     «Nadie que crea en él quedará confundido».
En efecto, no hay distinción entre judío y griego, porque uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan, pues «todo el que invoque el nombre del Señor será salvo».
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN    

SER TESTIGOS DE JESUCRISTO     
            S. Pablo se dirige a los romanos para recordarles que, al igual que los judíos, su gesto ha de ser un reconocimiento del don que nos ha hecho Jesús: Él ha muerto por nosotros y nos ha regalado la resurrección, dándole de esta manera el sentido a toda nuestra existencia. Por lo que hemos de definirnos abiertamente y delante del mundo, no solo con nuestras obras, también con nuestras palabras y confesar que “Cristo es el Señor”

            Pablo pide esta actitud de agradecimiento y valentía en momentos duros y difíciles en los que puede costar hasta la vida; es una llamada de atención a nuestra actualidad en donde rehuimos manifestarnos y dar un testimonio de Jesucristo, por miedo a lo que nos puedan tachar.

Versículo antes del Evangelio
Mt 4, 4b
Puede emplearse alguna de las aclamaciones propuestas, y se dice antes y después del siguiente versículo.
No sólo de pan vive el hombre,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Lucas. Lc 4, 1-13
El Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado
EN aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y el Espíritu lo fue llevando durante cuarenta días por el desierto, mientras era tentado por el diablo.
En todos aquellos días estuvo sin comer y, al final, sintió hambre. Entonces el diablo le dijo:
    «Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan».
Jesús le contestó:
    «Está escrito: “No solo de pan vive el hombre”».
Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos de! mundo y le dijo:
    «Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me ha sido dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo».
Respondiendo Jesús, le dijo:
    «Está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”».
Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo:
    «Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: “Ha dado órdenes a sus ángeles acerca de ti, para que te cuiden”, y también: “Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece contra ninguna piedra”».
Respondiendo Jesús, le dijo:
    «Está escrito: “No tentarás al Señor, tu Dios”».
Acabada toda tentación, el demonio se marchó hasta otra ocasión.
Palabra del Señor. 

REFLEXIÓN    

LA TENTACIÓN DEL ÉXITO     
            Ya el profeta Isaías anuncia cómo hará el Mesías Salvador: “No gritará, no clamará, no voceará por las calles.  La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará…” 
            El demonio intenta convencer a Jesús que no entre por ese camino, pues eso no le va a llevar a ningún sitio, ese es un camino de locos y le presenta el camino que debe seguir si es que quiere conseguir su objetivo; es lo único que le puede dar el triunfo: gestos espectaculares, manifestaciones de poder, de fuerza, hacer gestos como resolver problemas inmediatos, que puedan verse materializados como puede ser el dar una limosna para solucionar un problema económico inminente… Estas cosas hacen que la gente se quede enganchada.
            Pero Jesús rechaza todo lo que pueda romper la libertad para la respuesta. Él se limita a presentar el proyecto del Padre y cada uno debe definirse voluntariamente ante él.
            Este tiempo de cuaresma es un momento privilegiado para detenernos en nuestra vida y ver nuestro proyecto si está en conexión con el de Dios y poner en orden aquellas cosas que nos están desviando.
            Es un momento para limpiar de nuestras vidas y la de la iglesia todo aquello que nos invita a lo fácil, a la apariencia, a la superstición y rechazar los compromisos, los apaños y las traiciones al mensaje evangélico.
            Esto solo es posible si es que somos capaces de contrastar nuestra vida con la palabra de Dios que debe tener un puesto relevante dentro de nuestra vida.