V DOMINGO CUARESMA. CICLO B

 



Si el grano de trigo cae en tierra y muere, da mucho fruto.
Del evangelio según san Juan.
En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; estos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban:
«Señor, queremos ver a Jesús».
Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús.
Jesús les contestó:
«Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre.
En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna.
El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo honrará.
Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré? ¿Padre, líbrame de esta hora? Pero si por esto he venido, para esta hora: Padre, glorifica tu nombre».
Entonces vino una voz del cielo:
«Lo he glorificado y volveré a glorificarlo».
La gente que estaba allí y lo oyó, decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel.
Jesús tomó la palabra y dijo:
«Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí».
Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir. Palabra del Señor.
    Estamos en el domingo quinto de Cuaresma, hoy el evangelio nos descubre la misión de Cristo. "Ha llegado la hora de que sea glorificado el hijo del hombre". La hora de manifestar el amor de Dios a todo el universo, el momento de que Jesús muestre quien es.
   Nosotros muchas veces queremos ver a Jesús como estos griegos, y lo queremos ver desde nuestra propios esquemas. Pero hoy se nos dice que para ver a Jesús tenemos que ser grano de trigo que cae en tierra, que muere y da mucho fruto. Tenemos que seguir los mismos pasos de el Maestro. "El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo honrará."
      El amor es por lo tanto el motor de la obra de salvación que nos trae Jesucristo, Él nos amó hasta el extremo. Él nos pide que amemos, según nuestra capacidad pero que amemos. La Pascua que vamos a celebrar es la expresión más significativa del servicio y amor de Dios hacia nosotros.
    El querer ver a Jesús, también lleva consigo la cruz, ahí se mostró al mundo entero, y fue desde la cruz donde Jesús fue glorificado para siempre. Vivamos con esperanza estos momentos de nuestra vida.
     


IV DOMINGO CUARESMA. CICLO B

 

Dios envió a su Hijo para que el mundo se salve por él.

Del evangelio según san Juan.
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
«Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.
Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.
En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios». Palabra del Señor
    El domingo pasado  Jesús  nos decía que somos Templo del Espíritu. Hoy nos dice que ese templo tiene que estar lleno de la Luz del Espíritu.
    Todos tenemos experiencia, como el pueblo de Israel, del amor de Dios y de nuestro alejamiento, el libro de las Crónicas nos lo pone como ejemplo.
     Lo llamativo de este domingo es la afirmación de Cristo, lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, tiene que ser elevado el Hijo el hombre. Jesús se presenta como curación y sanación desde la cruz. Esta sanación y curación viene por parte de Dios como acto de amor supremo, para que tengamos vida eterna.
    El hombre siempre ha buscado vivir eternamente, Cristo nos lo ofrece día a día, El camino para llegar a la eternidad es la fe y las obras, las cuales tienen que hacer presente ese amor de Dios en medio de nuestro mundo.
    Que nuestras obras iluminadas con la luz Cristo sea nuestra expresión de amor hacia Dios y a los hermanos, para que de esta forma cuando miremos a Cristo en la Cruz descubramos su amor entregado por y para la salvación del mundo. 

III DOMINGO DE CUARESMA. CICLO B


 

Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.
Lectura del evangelio según san Juan.
Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:
-«Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.»
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: "El celo de tu casa me devora." Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:
-«¿Qué signos nos muestras para obrar así?»
Jesús contestó:
-«Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.»
Los judíos replicaron:
-«Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba con ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre. Palabra del Señor.
    En este domingo de Cuaresma, Jesús se presenta como el nuevo Templo de Dios, donde habita el Espíritu. Jesús centraliza este pasaje evangélico en dos pilares fundamentales para los judíos: el Templo y la Pascua. El primero, el lugar del encuentro donde habita Dios; el segundo, el momento donde Dios hace una alianza con el pueblo judío.
    Desde ellos podemos entender las palabras de Jesús, «Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.».
    Después de esto los judíos le preguntan "¿qué signos nos muestras para obrar así?" a lo que Jesús responde "destruid este templo y edificaré uno nuevo en tres días". Él mismo superara los mandamientos dados a Moisés, con el mandamiento nuevo de amor y a su vez eliminará los sacrificios rituales que en muchas ocasiones ha manifestado que están vacíos, Él será el sacrificio agradable al Padre desde la cruz.
    Por eso la Pascua judía también quedará superada con su sacrificio en la cruz, desde aquí nos invita a que seamos nosotros mismos sacrificios agradables al Padre, puesto que somos templo del Espíritu y lugar de encuentro con Él, pero también nos puede pasar lo mismo, que nuestro interior este lleno de toda clase de maldades que nos separen del amor de Dios, y no seamos capaces de reconocerlo.
    Descubramos qué nos separa de Él, quitémoslo de nuestro interior, dignifiquemos nuestro cuerpo con la luz del Espíritu e irradiemos su luz por medio del amor que se manifiesta en plenitud desde la Cruz, nuestra Pascua inmolada que es Jesucristo, el Señor.