DOMINGO XIX DEL T. O. –C-

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de la Sabiduría 18, 6‑9
Con una misma acción castigabas a los enemigos y nos honrabas, llamándonos a ti

            La noche de la liberación se les anunció de antemano a nuestros padres, para que tuvieran ánimo, al conocer con certeza la promesa de que se fiaban. 
            Tu pueblo esperaba ya la salvación de los inocentes y la perdición de los culpables, pues con una misma acción castigabas a los enemigos y nos honrabas, llamándonos a ti. 
            Los hijos piadosos de un pueblo justo ofrecían sacrificios a escondidas y, de común acuerdo, se imponían esta ley sagrada: que todos los santos serían solidarios en los peligros y en los bienes; y empezaron a entonar los himnos tradicionales. 
Palabra de Dios. 
  
REFLEXIÓN

REDESCUBRIR LA PRESENCIA DE DIOS EN LA HISTORIA  
            El autor del libro de la Sabiduría hace una relectura de la historia y de la actuación de Dios en ella: el hombre entró en la oscuridad de la historia de la salvación al darle la espalda a Dios y se adentra en un camino desconocido que le lleva a la perdición, pues no tiene otro destino más que la muerte.
            En medio de esa oscuridad aparece como una gran luz que le hace ver al pueblo que Dios no lo ha abandonado y esto lo descubre el pueblo cuando ve que los enemigos fracasan y el autor del libro, cuando se pregunta por la razón por la que Dios hace esto, piensa que es debido a que Dios es fiel con aquellos que son justos a quienes no abandona y, por ellos, salva al pueblo: “Tu pueblo esperaba la salvación de los justos y el castigo de los enemigos”.
            Con el fracaso de los enemigos, el pueblo descubre la fidelidad de Dios y, al mismo tiempo, reconoce que la actitud de los justos toca el corazón misericordioso de Dios que no abandona a sus fieles.
            El autor, en su reflexión establece una clara división entre los que se declaran enemigos de Dios y los justos que mantienen su fidelidad a los mandatos del Señor a quienes Dios no desprecia ni abandona.
            Esta misma relectura debemos hacerla hoy para esclarecer lo que en realidad nos está pidiendo Dios y la deriva que estamos tomando, guiados por otros intereses que nos apartan del camino que Él nos ha trazado.

Salmo responsorial Sal 32, 1 y 12. 18‑19. 20 y 22 (R.: l2b)


R. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad. 

Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad. R. 
R. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad. 

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R.
R. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad. 

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R.
R. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad. 


SEGUNDA LECTURA


Lectura de la carta a los Hebreos 11, 1‑2. 8‑19
Esperaba la ciudad cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios

            Hermanos: 
            La fe es seguridad de lo que se espera, y prueba de lo que no se ve. 
            Por su fe, son recordados los antiguos. 
            Por fe, obedeció Abrahán a la llamada y salió hacia la tierra que iba a recibir en heredad. Salió sin saber adónde iba. 
            Por fe, vivió como extranjero en la tierra prometida, habitando en tiendas— y lo mismo Isaac y Jacob, herederos de la misma promesa—, mientras esperaba la ciudad de sólidos cimientos cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios. 
            Por fe, también Sara, cuando ya le había pasado la edad, obtuvo fuerza para fundar un linaje, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía. 
            Y así, de uno solo y, en este aspecto, ya extinguido, nacieron hijos numerosos como las estrellas del cielo y como la arena incontable de las playas. 
            Con fe murieron todos éstos, sin haber recibido lo prometido; pero viéndolo y saludándolo de lejos, confesando que eran huéspedes y peregrinos en la tierra. 
            Es claro que los que así hablan están buscando una patria; pues, si añoraban la patria de donde habían salido, estaban a tiempo para volver. 
            Pero ellos ansiaban una patria mejor, la del cielo. 
            Por eso Dios no tiene reparo en llamarse su Dios: porque les tenía preparada una ciudad. 
            Por fe, Abrahán, puesto a prueba, ofreció a Isaac; y era su hijo único lo que ofrecía, el destinatario de la promesa, del cual le había dicho Dios: «Isaac continuará tu descendencia.»
            Pero Abrahán pensó que Dios tiene poder hasta para hacer resucitar muertos. 
            Y así, recobró a Isaac como figura del futuro. 
Palabra de Dios. 

O bien más breve: 

Lectura de la carta a los Hebreos 11, 1‑2. 8‑12

            Hermanos: 
            La fe es seguridad de lo que se espera, y prueba de lo que no se ve. 
            Por su fe, son recordados los antiguos. 
            Por fe, obedeció Abrahán a la llamada y salió hacia la tierra que iba a recibir en heredad. Salió sin saber adónde iba. 
            Por fe, vivió como extranjero en la tierra prometida, habitando en tiendas —y lo mismo Isaac y Jacob, herederos de la misma promesa—, mientras esperaba la ciudad de sólidos cimientos cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios. 
            Por fe, también Sara, cuando ya le había pasado la edad, obtuvo fuerza para fundar un linaje, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía. 
            Y así, de uno solo y, en este aspecto, ya extinguido, nacieron hijos numerosos como las estrellas del cielo y como la arena incontable de las playas. 
Palabra de Dios. 


REFLEXIÓN

VIVIR DESDE LA FE   
            El autor de la carta a los hebreos, de la misma manera que el del libro de la Sabiduría, invita a la comunidad a hacerse un planteamiento de la fe que confiesa: nuestra esperanza se fundamenta y se apoya en la fidelidad de Dios que no falla, pero esta confianza se ha de apoyar en la fe que nos hace ponernos en las manos de Dios a quien no vemos  y en quien nos apoyamos, sin ninguna prueba ni argumento probatorio que pueda presentarse como justificación de lo que creemos y pone a Abrahán como modelo y referente: él creyó contra  todo criterio y pronóstico, lo dejó todo y se puso en manos de Dios.
            La misma cosa hicieron Isaac y Jacob y todos los hombres de fe de la historia: se fiaron de Dios y después, la historia tuvo que darles la razón e hizo ver el proyecto de Dios que se fue cumpliendo, a pesar de que ellos no vieron ni entendieron nada, pero dejaron a Dios que actuara: “Por fe, obedeció Abrahán a la llamada y salió hacia la tierra que iba a recibir en heredad. Salió sin saber adónde iba. 
            Por fe, vivió como extranjero en la tierra prometida…” Todos los hombres de fe murieron sin haber alcanzado lo que esperaban.
            Es una llamada fuerte en nuestra vivencia de la fe la que nos hace hoy el Señor, mientras nosotros estamos viviendo un sistema inmediatista que nos exige la respuesta inmediata a lo que se piensa o a lo que se hace.


Aleluya Mt. 24, 42a y 44
Estad en vela y preparados, porque a la hora que menos pensáis viene el Hijo del hombre.

EVANGELIO
 Lectura del santo evangelio según san Lucas 12, 32‑48
Estad preparados

            En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: 
—«No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino. 
Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos talegas que no se echen a perder, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la poli11a. Porque donde está vuestro tesoro allí estará también vuestro corazón. 
            Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. 
            Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. 
            Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos. 
            Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. 
            Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.» 
            Pedro le preguntó: 
—«Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?» 
El Señor le respondió: 
—«¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? 
            Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. 
            Pero si el empleado piensa: "Mi amo tarda en llegar", y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles. 
            El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. 
            Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió más se le exigirá.» 
Palabra del Señor. 

O bien más breve.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 12, 35‑40

            En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: 
—«Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. 
            Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. 
            Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos. 
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. 
            Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.» 
Palabra del Señor. 



REFLEXIÓN

VIVIR DESPIERTOS    
Uno de los grandes males que nos afectan en nuestro tiempo es la desidia, el desinterés, la comodidad y la desgana que nos envuelve: nunca tenemos tiempo para nada y cuando miramos cuáles son las cosas tan urgentes que tenemos, vemos que en realidad lo que nos ocurre es que nos cuesta salir de la comodidad en la que nos hemos instalado. Más que vivir, da la sensación de vegetar.
Por otro lado, nos hemos instalado en una situación de superficialidad tremenda, ya desde la niñez se nos invita a lo inmediato, a lo pragmático, a quedarnos en la superficie y se nos incapacita para adentrarnos en el interior de las cosas y de nosotros mismos, con lo que constatamos un vacío interior impresionante.
La actitud vigilante que Jesús pide a los discípulos contrasta fuertemente con la que nosotros tenemos, pues supone tener muy claras las cosas, saber cuál es la meta y el sentido de la vida y de las cosas y eso, normalmente permanece muy escondido, de forma que si no tienes una gran capacidad de búsqueda, no lo encuentras a primera vista. Esto nos lleva como una necesidad primaria a dedicarnos a formarnos, a adquirir un conocimiento de la vida y de las cosas.
Lo que estamos diciendo tiene un reflejo extraordinario viendo cómo una gran cantidad de gente abandona la fe, las costumbres, los principios y se deja llevar por la idea o la imagen de moda del momento adoptando actitudes que desdicen de todo lo que ha dicho o ha sostenido en otro momento, un ejemplo caricaturesco de esto que decimos lo tenemos en el “chaqueteo” de los políticos.
La llamada que Jesús nos hace es justamente a despertar y estar vigilantes para no caer en esta tentación que la tenemos en el ambiente que respiramos con la pasividad y el descuido en que nos instalamos, no solo en el tema de la fe, sino en el resto de actitudes que tenemos como ciudadanos




DOMINGO XVIII DEL T. O. –C-


PRIMERA LECTURA




Lectura del libro del Eclesiastés  1,  2; 2, 21‑23

¿Qué saca el hombre de todos los trabajos?



            ¡Vanidad de vanidades, -dice Qohelet-; vanidad de vanidades, todo es vanidad! Hay quien trabaja con sabiduría, ciencia y acierto, y tiene que dejarle su porción a uno que no ha trabajado. 

            También esto es vanidad y grave desgracia. 

            Entonces, ¿qué saca el hombre de todos los trabajos y preocupaciones que lo fatigan bajo el sol? 

            De día su tarea es sufrir y penar, de noche no descansa su mente. 

            También esto es vanidad. 

Palabra de Dios. 



REFLEXIÓN



VIVIR LA VIDA  

            Qoélet, el autor del libro Eclesiastés, hace una reflexión sobre la vida que vivimos y en lo que la empleamos, cosa que constantemente nosotros hacemos de una forma casi inconsciente: él ve en lo que los seres humanos emplean sus vidas, los afanes en los que se pierden, los problemas en los que se meten… y se da cuenta que el final es para todos lo mismo: la vida es como un soplo, como una sombra que pasa y no deja rastro, cuando llega la muerte, no se detiene a ver lo que has hecho ni cuánto has conseguido, ni lo que te falta por hacer… El hombre desaparece y con él se acaba todo, hasta el punto que el autor se pregunta: ¿qué saca el hombre de todos los trabajos y preocupaciones que lo fatigan bajo el sol? 

            El autor echa mano a la palabra “VANIDAD” que en su significado original es “Soplo de viento” y que en nuestro lenguaje ordinario entendemos perfectamente: “Vanidad” hace referencia a una cosa vana, vacía, apariencia por fuera y vaciedad por dentro, sin consistencia alguna, algo que no lleva a ningún sitio.

            Desde este marco, él ve que en la vida todo es vanidad, pues todo se queda aquí y no sirve para nada, entonces, ¿vale la pena gastarse la vida en algo que no sirva para nada? ¿Merece la pena sufrir y agobiarse por algo que no me va a llevar a ningún sitio ni va a solucionarme lo más mínimo para mi vida futura?

            El planteamiento sigue teniendo un valor enorme y una actualidad impresionante: ¿En qué estamos empleando nuestras vidas? ¿Qué es lo que nos está agobiando y haciendo que perdamos la alegría y la esperanza?



Salmo responsorial Sal 89, 3‑4.  5‑6.  12‑13. 14 y 17 (R.: 1)




R. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación. 



Tú reduces el hombre a polvo, diciendo:

«Retornad, hijos de Adán.»

Mil años en tu presencia son un ayer, que pasó;

una vela nocturna. R.

R. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.



Los siembras año por año,

como hierba que se renueva:

que florece y se renueva por la mañana,

y por la tarde la siegan y se seca. R.

R. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.  



Enséñanos a calcular nuestros años,

para que adquiramos un corazón sensato.

Vuélvete, Señor, ¿hasta cuando?

Ten compasión de tus siervos. R.

R. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.  



Por la mañana sácianos de tu misericordia,

y toda nuestra vida será alegría y júbilo.

Baje a nosotros la bondad del Señor

y haga prósperas las obras de nuestras manos. R.

R. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.   





SEGUNDA LECTURA




Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 1‑5. 9‑11

Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo



            Hermanos: 

            Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. 

            Porque habéis muerto, y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria. 

            En consecuencia, dad muerte a todo lo terreno que hay en vosotros: la fornicación, la impureza, la pasión, la codicia y la avaricia, que es una idolatría. 

            No sigáis engañándoos unos a otros. 

            Despojaos del hombre viejo, con sus obras, y revestíos del nuevo, que se va renovando como imagen de su Creador, hasta llegar a conocerlo. 

            En este orden nuevo no hay distinción entre judíos y gentiles, circuncisos e incircuncisos, bárbaros y escitas, esclavos y libres, porque Cristo es la síntesis de todo y está en todos. 

Palabra de Dios. 



REFLEXIÓN



VIVIR EL BAUTISMO    



            S. Pablo sigue invitando a la comunidad de los colosenses a seguir una línea de coherencia en la reflexión: si con el bautismo han resucitado con Cristo, lo lógico es que tengan unas aspiraciones a aquellas cosas que son eternas y no pierdan el tiempo en vanidades que no tienen consistencia, ni llevan a ningún sitio, pues están llamadas a desaparecer.

            Si al morir aparece la vida gloriosa que han venido cultivando, en la que fueron insertados con el bautismo, mientras están en la vida, tienen la obligación de ir desarrollando la realidad nueva a la que han nacido, con la capacidad que nos ha dado el bautismo para luchar en contra de los instintos de la carne y el proyecto de implantar el BIEN en el mundo, convirtiéndose con su manera de pensar y de obrar, en una imagen viva de Jesucristo que vive en cada uno.

            Pablo invita a despojarse del hombre viejo: la “fornicación, impureza, liviandad, malos deseos, codicia…pues todo eso es idolatría y vivir bajo esos impulsos, es vivir engañados”; esto nos lleva a mentir aparentando lo que no somos, a vivir angustiados, pues nunca estaremos satisfechos, y jamás aceptaremos la grandeza y la dignidad de la persona que está por encima de las razas, culturas, lenguas… y no podremos sentirnos hijos de Dios y hermanos de todos los hombres.





Aleluya Mt 5, 3

Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.



EVANGELIO




Lectura del santo evangelio según san Lucas 12, 13‑21

Lo que has acumulado, ¿de quién será?



En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: 

—«Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.» Él le contestó: 

—«Hombre, ¿Quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?» Y dijo a la gente: 

—«Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.» 

Y les propuso una parábola: 

—«Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: “¿Que haré? No tengo donde almacenar la cosecha." 

Y se dijo: 

"Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida." 

Pero Dios le dijo: 

"Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?" 

Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios.» 

Palabra del Señor.



REFLEXIÓN



LA VERDADERA FELICIDAD

La vocación primera y fundamental del hombre es SER FELIZ, es la primera y más grande aspiración que el ser humano tiene, el problema que siempre encuentra es acertar con aquello que realmente lo hace feliz, pues a su alrededor va a encontrar siempre una gran cantidad de propuestas que le ofrecen la felicidad y la más atractiva y fuerte es justamente la que le dice que la felicidad está en acumular bienes, confundiendo la avaricia y la codicia con la felicidad.

            En el pasaje del evangelio que nos presenta la liturgia, nos muestra un momento en el que a Jesús se le presentan dos hermanos que están en litigio por las herencias y le piden a Jesús que haga justicia. Jesús no acepta ser juez, sino que les desenmascara la avaricia y la codicia que los mueve y que es el peor de los males que les puede invadir y que con ella se van a ver incapacitados para entender y ver los derechos de cada uno: —«Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.»  No van a ser los bienes acumulados los que le van a dar la felicidad, más bien ocurrirá todo lo contrario, la codicia no nos hará sentirnos jamás satisfechos y siempre querrá más e intentará ponerse como la gran aspiración el conseguir lo máximo, en cuya escalada morirá como un pobre hombre.

            Jesús cuenta la historia de aquel hombre que toda su felicidad la puso en llenar sus graneros de trigo, hasta sentirse satisfecho con todo lo que tenía y consigo mismo, sin darse cuenta que lo más importante, la vida, no se puede comprar con dinero ni con todas las riquezas del mundo y, él la había perdido amontonando riquezas que no iba a tener tiempo para disfrutar.

  Estoy pensando qué diría Jesús ante la realidad que estamos viviendo: Es curioso ver cómo los grandes de la tierra, después de haberse puesto como objetivo terminar con la pobreza y la miseria del mundo, la codicia no los deja y, más bien aceleraron el ritmo de tal manera, que en 2016 la humanidad ha llegado a una desigualdad como jamás ha habido en la historia: 85 personas tienen una riqueza equivalente al patrimonio de la mitad de los pobres de la humanidad.

El 1% más rico de la población, en este año 2016, se ha apoderado de la mitad de los bienes del mundo; la otra mitad queda a repartir para todo el resto de los humanos, el 99% de la población mundial.

Esta situación nos hace pensar y aceptar como algo evidente que el pecado no es solo algo personal, sino que se pueden establecer estructuras de pecado en las que, sin tener voluntad de pecar, el resultado es siempre la muerte en todos los niveles y, por tanto, aceptar meterse en esa estructura y colaborar con ella, es aceptar vivir en una condición de pecado constante.

El reino de Dios será una realidad el momento en que se establezcan estructuras de paz, amor, verdad, justicia, libertad de vida…de la misma manera que se establecen estructuras de muerte.








DOMINGO XVII DEL T.O. –C-


PRIMERA LECTURA




Lectura del libro del Génesis 18, 20‑32

No se enfade mi Señor, si sigo hablando



En aquellos días, el Señor dijo: 

—«La acusación contra Sodoma y Gomorra es fuerte, y su pecado es grave; voy a bajar, a ver si realmente sus acciones responden a la acusación; y si no, lo sabré.» 

Los hombres se volvieron y se dirigieron a Sodoma, mientras el Señor seguía en compañía de Abrahán. 

Entonces Abrahán se acercó y dijo a Dios: 

—«¿Es que vas a destruir al inocente con el culpable? Si hay cincuenta inocentes en la ciudad, ¿los destruirás y no perdonarás al lugar por los cincuenta inocentes que hay en él? ¡Lejos de ti hacer tal cosa!, matar al inocente con el culpable, de modo que la suerte del inocente sea como la del culpable; ¡lejos de ti! El juez de todo el mundo, ¿no hará justicia?» 

El Señor contestó: 

—«Si encuentro en la ciudad de Sodoma cincuenta inocentes, perdonaré a toda la ciudad en atención a ellos.» 

Abrahán respondió: 

—«Me he atrevido a hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza. Si faltan cinco para el número de cincuenta inocentes, ¿destruirás, por cinco, toda la ciudad?» 

Respondió el Señor: 

—«No la destruiré, si es que encuentro allí cuarenta y cinco.» 

Abrahán insistió: 

— «Quizá no se encuentren más que cuarenta.» 

Le respondió: 

—«En atención a los cuarenta, no lo haré.»

Abrahán siguió: 

—«Que no se enfade mi Señor, si sigo hablando. ¿Y si se encuentran treinta?» 

É1 respondió: 

—«No lo haré, si encuentro allí treinta.» 

Insistió Abrahán: 

—«Me he atrevido a hablar a mi Señor. ¿Y si se encuentran sólo veinte?» 

Respondió el Señor: 

—«En atención a los veinte, no la destruiré.» 

Abrahán continuó: 

—«Que no se enfade mi Señor si hablo una vez más. ¿Y si se encuentran diez?» 

Contestó el Señor: 

—«En atención a los diez, no la destruiré.» 

Palabra de Dios. 





REFLEXIÓN



AMIGO DE DIOS Y AMIGO DEL PUEBLO   

            El texto que nos presenta la liturgia de hoy muestra el momento en que la insolencia de Sodoma y Gomorra colman el vaso de la insensatez que se convierte en un insulto manifiesto a Dios y lo obliga a tomar cartas en el asunto.

            Abrahán reconoce la situación de locura mayoritaria en Sodoma y Gomorra, pero él sabe que el Señor es justo y no quiere el dolor ni la muerte del inocente, entonces comienza una especie de regateo, intermediando por aquellos que puedan ser justos y van a tener que pagar, encima de lo que están sufriendo, el desastre de los demás; ahora pueden sufrir la muerte por culpa de los malvados.

            Abrahán sabe que la vida, el dolor y el sufrimiento de los justos, pesan en el corazón de Dios más, incluso, que la justicia condenatoria del desastre de Sodoma y Gomorra.

            Ante la súplica del amigo, Dios va cediendo en el regateo hasta el límite último: aunque haya un solo justo perdonará el castigo. La misericordia de Dios no tiene límite.

            Con este gesto aparece Abrahán, no solo como el amigo de Dios, sino también como el amigo del pueblo.

            Mirando la situación actual en la que estamos inmersos, no tenemos más remedio que echar de menos un líder que sea amigo de Dios y amigo del pueblo. La iglesia estaría llamada a hacer de mediadora entre Dios y el descalabro actual del pueblo, pero ha de interrogarse: ¿Puede asegurar que sostiene la misma postura y actitud de Abrahán?



Salmo responsorial Sal 137, 1‑2a. 2bc‑3. 6‑7ab. 7c‑8 (R.: 3a)


R. Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste. 



Te doy gracias, Señor, de todo corazón;

delante de los ángeles tañeré para ti,

me postraré hacia tu santuario. R

R. Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste. 



Daré gracias a tu nombre,

por tu misericordia y tu lealtad.

Cuando te invoqué, me escuchaste,

acreciste el valor en mi alma. R.

R. Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste.



El Señor es sublime, se fija en el humilde,

y de lejos conoce al soberbio.

Cuando camino entre peligros,

me conservas la vida;

extiendes tu brazo contra la ira de mi enemigo. R.

R. Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste.



Y tu derecha me salva.

El Señor completará sus favores conmigo:

Señor, tu misericordia es eterna,

 no abandones la obra de tus manos. R. 

R. Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste.



SEGUNDA LECTURA




Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 2, 12‑14

Os dio vida en Cristo, perdonándoos todos los pecados



Hermanos: 

Por el bautismo fuisteis sepultados con Cristo, y habéis resucitado con él, porque habéis creído en la fuerza de Dios que lo resucitó de entre los muertos. 

Estabais muertos por vuestros pecados, porque no estabais circuncidados; pero Dios os dio vida en él, perdonándoos todos los pecados. 

Borró el protocolo que nos condenaba con sus cláusulas y era contrario a nosotros; lo quitó de en medio, clavándolo en la cruz. 

Palabra de Dios. 





REFLEXIÓN



SER Y NO SER AL MISMO TIEMPO          

            Pablo recuerda a la comunidad de los colosenses algo que deben tener siempre presente, ya que es fundamento de su ser y su existir: “Han sido sepultados con Cristo en el bautismo y han resucitado con Él”

            En coherencia con esta realidad en la que han sido puestos, no pueden seguir viviendo como si no hubiera ocurrido nada en sus vidas.

            El bautismo es el punto de partida, el referente de todo cristiano: nos ha cambiado, nos ha hecho criaturas nuevas cuya vida es la del Espíritu Santo, la que vivifica todo nuestro ser; entonces, es una incoherencia insostenible el que sigamos como seres muertos que no muestran ningún signo de vida.

            En definitiva, S. Pablo se plantea la realidad del bautismo: o cambia por entero nuestra existencia, ya que ha transformado nuestra persona o, sencillamente no ha pasado de nuestra piel y ha sido anulado por entero, si es que sus efectos no transforman nuestra existencia.

            Si no es el Espíritu del Señor el que nos mueve, es que no habita en nosotros. Lo que resulta un absurdo es ser y no ser, al mismo tiempo, una cosa y otra: estar vivo y muerto al mismo tiempo.



Aleluya Rm 8, 15bc

Habéis recibido un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!, Padre.»



EVANGELIO




Lectura del santo evangelio según san Lucas 11, 1‑13

Pedid y se os dará



            Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: 

—«Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.» 

            Él les dijo: 

—«Cuando oréis decid: "Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación."» 

            Y les dijo: 

—«Si alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche para decirle: 

"Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle."

            Y, desde dentro, el otro le responde: 

"No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos." 

            Si el otro insiste llamando, yo os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por lo inoportuno, se levantará y le dará cuanto necesite. 

            Pues así os digo a vosotros: Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre. 

            ¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra? 

            ¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? 

            Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?» 

Palabra del Señor. 





REFLEXIÓN



APRENDER A REZAR 

Los tres grandes signos que identifican a todo judío piadoso que cumple la ley a rajatabla es hacer la oración diaria tres veces, dar limosna y hacer sacrificio. Jesús tiene metido en su vida estos principios como algo constitutivo de su existencia, pero no es la norma la que se lo impone, sino su situación vital: para Él es una necesidad vital: en su vida el sentimiento de filiación con su Padre (Abba) está por encima de cualquier imposición legal y por eso S. Lucas presenta a Jesús en constante comunicación con su Padre, en cualquier momento y en cualquier cosa que hace (3,21; 5,16; 6,12; 9,29)

S. Lucas y S. Mateo han recogido la oración del “Padre Nuestro” que es lo más sencillo y lo más completo que al relacionarnos con Dios Padre podemos pedir y expresar y la forma más correcta de hacerlo, por eso, cuando Jesús aconseja a sus discípulos que deben estar en constante contacto con el Padre, les da la fórmula más exacta, completa y breve en la que se dice todo lo que podemos y lo máximo que podemos imaginar a Dios, hasta el punto que supone un verdadero plan de vida:



“PADRE NUESTRO”: le estamos reconociendo nuestra filiación y dependencia de Él; lo reconocemos como nuestro creador, el que nos ha dado la vida; pero al mismo tiempo reconocemos que es Padre de todos, con lo que afirmamos que somos todos hijos del mismo padre y, por tanto, HERMANOS de todos los hombres.



“QUE ESTÁS EN LOS CIELOS” El “cielo” no es un lugar, sino la situación en donde reina el amor, la verdad, la justicia, la libertad, la paz… ese es el reinado de su presencia, el cielo. A Dios no lo vamos a encontrar dirigiendo el odio, la violencia, la injusticia, el atropello, el mal… donde Él está eso es el cielo, lo contrario es el infierno



“SANTIFICADO SEA TU NOMBRE”: santificar su nombre es hacer las cosas como si fuera Él quien las hace: actuar en su nombre de forma que sea conocido, alabado, amado, bendecido, glorificado y agradecido por todas las gentes del mundo y para ello le pido que me dé la fuerza que necesito para ser yo quien hace esto; se lo pido que así sea, pero como lo deseo, lo hago: que Dios reciba estimación, amor veneración, y piadosa adoración por todos, hasta que el mundo entero lo reconozca.



VENGA TU REINO: Le exponemos a Dios nuestro deseo de que su presencia se establezca en el mundo. Esto es lo que justamente busca la iglesia, pues ésta es su misión en la tierra: luchar por establecer el reinado del amor, de la verdad, de la justicia, y de la paz. Esto es lo que debemos desear, pedir y buscar todos en todos los tiempos: que reine Dios. Si hacemos que llegue el reino de Dios, el resto llega por añadidura; éste es el gran absoluto que Cristo puso como horizonte para la humanidad y el gran referente que le va a dar sentido a todo lo hacemos, pensamos o sentimos.



DANOS EL PAN DE CADA DÍA. Cuando pedimos el pan para cada día, no solo estamos diciendo que no nos falte el alimento y podamos vivir con dignidad, pero no es una petición que nos deja cruzados de brazos, esperando que nos vengan las cosas hechas: pedir el pan de cada día es pedir salud, trabajo y toda la fuerza que necesitamos para ganarnos el pan honradamente y tener un corazón agradecido y solidario para compartirlo con aquel que no tiene ni salud, ni trabajo, ni medios para ganarse el pan y poder vivir con dignidad. Pedir el pan de cada día es pedirle también que nos libre de todo aquello que está por encima de nuestras posibilidades, como pueden ser: el desempleo o la falta de medios, que nos deja en una carestía cruel, como pueden ser; las catástrofes naturales: sequías, tormentas que dan al traste con todo como inundaciones; la guerra o el terrorismo que nos sume en el miedo y el terror y hunden todas las expectativas, situaciones de catástrofe que dejan en la cuneta de la vida a la persona sin posibilidad de recuperarse



PERDONANOS NUESTROS PECADOS, COMO NOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN. El perdón es el máximo regalo que podemos recibir como expresión del amor. Es la actitud básica que debemos tener delante de Dios; nada de lo que hemos dicho tiene valor, si es que en el corazón anida el rencor o el odio y no existe la disposición de perdonar; el que no perdona, es que no ha tenido la experiencia del perdón y, por tanto, tampoco se ha reconocido pecador y se convierte en juez de su hermano y en un orgulloso delante de Dios que le perdonó y no reconoce ese perdón que le ha dado Dios, por tanto, vivir en esa actitud es instalarse de espaldas a Dios y enfrentado a Dios



ÉL LES DARÁ EL ESPÍRITU SANTO. El final de todo encuentro con Dios Padre es que Él nos dé el Espíritu santo que será el que nos dé todo lo que necesitamos y el que nos pone en disposición, incluso para poder relacionarnos con Dios

“El Espíritu Santo que Dios nos dará es el que es capaz de renovar la faz de la tierra, incluidos nosotros.

El Espíritu Santo es la fuerza que viene de lo alto, con poder avasallador y aleja los vicios y nos trae muchos buenos pensamientos y deseos.

El Espíritu Santo quiere ser nuestro Huésped, y es enviado por el Padre Celestial, si se lo pedimos con fe y perseverancia.

El Espíritu Santo es el que nos hace comprender las Sagrada Escrituras.

El Espíritu Santo cuando viene nos ofrece: orar mejor, arrepentirnos de nuestros pecados y tener deseo de dedicarnos a agradar a Dios”.