DOMINGO –II- DESPUES DE NAVIDAD

PRIMERA LECTURA

Lectura del Libro del Eclesiástico       24,  1‑4.  12‑16
La sabiduría habita en medio del pueblo elegido

La sabiduría hace su propio elogio,  se gloría en medio de su pueblo.
Abre la boca en la asamblea del Altísimo y se gloría delante de sus Potestades.
En medio de su pueblo será ensalzada  y admirada en la congregación plena de los santos; recibirá alabanzas de la muchedumbre de los escogidos y será bendita entre los benditos.
Entonces el Creador del Universo me ordenó,  el Creador estableció mi morada: Habita en Jacob, sea Israel tu heredad.
Desde el principio, antes de los siglos, me creó,  y no cesaré jamás.
En la santa morada, en su presencia ofrecí culto y en Sión me estableció; en la ciudad escogida me hizo descansar, en Jerusalén reside mi poder.
Eché raíces en un pueblo glorioso,  en la porción del Señor, en su heredad.
Palabra de Dios.

LA CERRAZÓN DEL SER HUMANO   

El autor del libro de la sabiduría la  valora como una de las manifestaciones de la presencia de Dios en medio de nosotros: esta sabiduría se hace manifiesta en lo que nosotros llamamos “sentido común”, que no es otra cosa que la capacidad que el ser humano tiene para poner su vida en concordancia con la verdad que aparece evidente en la vida; es el paso más simple y primero que nos lleva a reconocer la evidencia de la vida. Por eso, cuando la “Sabiduría” abre la boca en medio de la asamblea, es acogida y admirada por todos pues su luz y su claridad es inapelable…Esa es una de las manifestaciones más sencillas de la presencia de Dios ante la que no queda más remedio que descubrirse.

            No obstante, el ser humano llega hasta el límite de ceguera insospechado pues llega a ser capaz de negar lo evidente y empecinarse en decir y querer convencer de todo lo contrario e instalarse en el absurdo.

            Cuando esto ocurre, no queda más remedio que dejarlo que  se rompa las narices, pues es la única forma de que se dé cuenta de su error y, aún así, seguirá diciendo que lo blanco es negro, y seguirá sosteniendo que la muerte es preferible a la vida. La evidencia más clara de esto que decimos la estamos constatando en el sistema que hemos montado y en la situación en la que hemos caído.
 

Salmo responsorial       Sal  147,  12‑13.  14‑15.  19‑20
 

V/.  La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros.

V/.  La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros.

V/.  Glorifica al Señor, Jerusalén,
alaba a tu Dios, Sión:
 que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti.
V/.  La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros.

 V/.  Ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina;
       él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz.
V/.  La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros.

V/.  Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
       con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.
V/.  La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros.
 

SEGUNDA LECTURA 

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Efesios       1,  3‑6.  15‑18
 Nos predestinó a ser hijos adoptivos suyos por Jesucristo 

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo en Cristo con toda clase de bendiciones espirituales, en el cielo.
Ya que en El nos eligió, antes de la creación del mundo, para que fuésemos santos e irreprochables en su presencia, por amor.
Nos predestinó a ser hijos adoptivos suyos por Jesucristo, conforme a su agrado; para alabanza de la gloria de su gracia, de la que nos colmó en el Amado.
Por lo que también yo, que he oído hablar de vuestra fe en Cristo, no ceso de dar gracias por vosotros, recordándoos en mi oración, a fin de que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo, e ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama y cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos.
Palabra de Dios.
 

LA FUENTE DE TODA ESPERANZA   

S. Pablo invita a los efesios a dar gracias a Dios por lo que ha hecho con nosotros y por la forma cómo lo ha hecho: en su proyecto primero  está el reunir todas las cosas de la creación en una única dimensión como expresión viva de su amor.

Dios llama y organiza el universo en unidad; el hombre en cambio lo dispersa todo y lo pone enfrentado, sin embargo, Dios persiste en su proyecto y en la cumbre de los tiempos viene a la tierra y retoma la naturaleza humana para hacerla “una” con Él; esa era nuestra predestinación desde el comienzo de la creación: estábamos llamados a ser semejantes a Dios, fue así como nos hizo y nos pensó.

Cuando el hombre rompe este proceso de construcción de la unidad en el amor, se destruye a sí mismo, rompe su ser de hombre y se convierte en un ser peligroso que, al estilo de Adán, llega a ser  “maldición para la tierra”.

Toda la creación está llamada a ser UNA con Cristo y, por eso, nos ha hecho con Él, “hijos adoptivos”. Cristo ha sido para nosotros la mayor bendición que Dios ha podido dar a la tierra.

A partir de ahí invita a que tengan en cuenta la esperanza a la que están llamados, la seguridad que tienen para que encuentren sentido a sus vidas y no se vengan abajo por más que el mundo entero se ponga del revés.      

 Aleluya       1 Tm 3,  16 

Aleluya, aleluya.
Gloria a ti, Cristo, proclamado a los gentiles.
Gloria a ti, Cristo, creído en el mundo.
Aleluya. 

EVANGELIO 

  Lectura del santo Evangelio según San Juan       1,  1‑18
La Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros 

     En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
La Palabra en el principio estaba junto a Dios.
    Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.
    En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres.
    La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.
    [ Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo,
para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe.
No era él la luz, sino testigo de la luz. ]
    La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre.
Al mundo vino y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció.
Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.
    Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.
    Y la Palabra se hizo carne, y acampo entre nosotros, y hemos contemplado su gloria:
gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
    [ Juan da testimonio de él y grita diciendo:
    —Este es de quien dije: «el que viene detrás de mí, pasa delante de mí, porque existía antes que yo».
    Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia: porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.
    A Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer. ]
Palabra del Señor.
 

EL COLMO DEL SER HUMANO    

Dios Padre y Creador del mundo y del hombre, después  que el hombre rompió su imagen original: “A imagen y semejanza de Dios”, quedó irreconocible, hasta el punto que llega a decir el autor del Génesis: “Dios se arrepintió de haber creado al hombre y le pesó de corazón” (Gn. 6,6) ¡hasta qué punto es capaz el hombre de generar el mal cuando se separa de Dios! Es capaz, incluso, de negar lo evidente que está viendo y palpando.

            El proyecto primero de Dios se mantiene, porque Dios no es hoy sí y mañana no; aunque el hombre haya roto su imagen y su destino, Dios sigue adelante y en la cumbre de los tiempos “la Palabra de Dios” expresión de su voluntad salvífica, toma carne y se hace visible, palpable y asequible al hombre para que pueda verlo, tocarlo, amarlo y sentirse tocado, amado, llamado…

            Y aún así, Jesús viene, nos abre el camino, nos hace el regalo y seguimos despreciándolo, no aceptándolo y desconociéndolo: Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.

            Cristo viene para restaurar  la naturaleza caída para, para restablecer las relaciones del hombre con Dios: de ser enemigo pasa a ser hijo y amigo… sin embargo,  “el mundo se hizo por medio de la palabra, pero no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron” Es decir: el hombre prefiere seguir hundido en las tinieblas, maquinando el mal y la muerte antes que gozar de la alegría y de la vida.

            Termina S. Juan diciendo: “Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre”.

 

 

LA SAGRADA FAMILIA

Lectura del Libro del Eclesiástico       3,  3‑7.  14‑17a

El que teme al Señor honra a sus padres 

Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre la prole.
El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros;
el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor le escucha.
Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones, mientras viva; aunque flaquee su mente, ten indulgencia, no lo abochornes, mientras seas fuerte.
La piedad para con tu padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados; el día del peligro se te recordará y se desharán tus pecados como la escarcha bajo el calor.
Palabra de Dios. 

REFLEXIÓN
 

LAS BASES DE UNA BUENA CONVIVENCIA    

La obra del sabio Ben Sira tiene como tres grandes bloques en los que desarrolla su visión del sentido de la vida recogido en todo el saber del pueblo adquirido durante siglos.

            Comienza con un poema de alabanza a la sabiduría que está basada en el temor a Dios, en el respeto y, a partir de ahí, su proyección en la vida que ya se viene observando  en el libro de los proverbios y en otros escritos en los que se habla de la bondad de la sabiduría y de otras virtudes como la paciencia, la confianza, el respeto a los padres, la humildad; de la misma manera se centra en las actuaciones del hombre para con sus semejantes, como es el prestar o tomar prestado, la relación entre los ricos y los pobres, la generosidad y la tacañería, el pecado y la virtud; Dios misericordioso y creador  pero también Dios justo.

Al mismo tiempo advierte de los grandes peligros para el hombre como la presunción, el egoísmo, el desenfreno… todo esto aplicado a la vida de los hombres y mujeres, hijos e hijas, esposos, gobernantes y súbditos.

En este marco el anciano Ben Sirá establece la relación que ha de haber entre padres e hijos y en la familia en general haciendo una jerarquía de valores que han de permanecer en su sitio para que las cosas no se desvirtúen: es lógico y natural que sean los padres los que orienten y guíen a sus hijos hasta que éstos puedan defenderse en la vida y es lógica también la contrapartida: los hijos han de respetar, escuchar y dejarse guiar por sus padres con plena confianza, pues de lo contrario caerían en el absurdo.

De ahí se va a dar un bien recíproco: lo que haces con tus padres va a ser la base que sentará en tus hijos lo que ellos han de hacer contigo, por eso da una serie de consejos para que los hijos respeten, amen, ayuden y cuiden a sus padres, pues de alguna manera están ya planificando su propio futuro. Será Dios mismo quien bendiga esta forma de actuar 

Salmo responsorial       Sal  127,  1‑2.  3.  4‑5 

V/.  ¡Dichoso el que teme al Señor, y sigue sus caminos!
R/.  ¡Dichoso el que teme al Señor, y sigue sus caminos! 

V/.  ¡Dichoso el que teme al Señor,
            y sigue sus caminos !
       Comerás del fruto de tu trabajo,
            serás dichoso, te irá bien.
V/.  ¡Dichoso el que teme al Señor, y sigue sus caminos! 

V/.  Tu mujer, como parra fecunda,
            en medio de tu casa;                  
       tus hijos como renuevos de olivo,
            alrededor de tu mesa.
V/.  ¡Dichoso el que teme al Señor, y sigue sus caminos! 

V/.  Esta es la bendición del hombre
            que teme al Señor:
       Que el Señor te bendiga desde Sión,
            que veas la prosperidad de Jerusalén,
            todos los días de tu vida.
V/.  ¡Dichoso el que teme al Señor, y sigue sus caminos!

 
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Colosenses       3,  12‑21
La vida de familia vivida en el Señor

Hermanos:
Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro.
El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo.
Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada.
Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón: a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo.
Y sed agradecidos: la Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente.
Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.
Y todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre de Jesús, ofreciendo la Acción de Gracias a Dios Padre por medio de él.
Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor.
Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas.
Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor.
Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.
Palabra de Dios.

 

REFLEXIÓN
 

LAS BASES DE LA UNIDAD Y DE LA PAZ  


S. Pablo no  hace una referencia expresa a la familia, sino que se expresa dentro del marco general de coherencia que ha establecido para todo cristiano que se siente salvado por Jesucristo, no tiene más remedio que  sentir sobre sí la “misericordia entrañable de Dios” que será la base de las nuevas formas de relacionarse con Dios, con los semejantes y con el universo entero y esta forma de relacionarse, será la que lleven a la humanidad a un destino completamente nuevo a todos los niveles y entre ellos al más primario, como es la misma familia.

            En este nuevo esquema de convivencia que establece Pablo, cobra especial relevancia el perdón, la tolerancia, la condescendencia, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión … que se convierten en elementos básicos para la convivencia dentro de la familia y de cualquier estamento social.

            Ya en el capítulo 1, 2 establece la base de la vida en comunidad: somos hombres nuevos que hemos renacido del Espíritu, en pura lógica esta nueva realidad de nuestras vidas ha de llevar a un comportamiento  completamente diferente asentado en la práctica del amor, sin éste, las relaciones humanas se hacen imposibles y sin el amor la unidad que es el signo que nos distingue es inalcanzable.

            Por tanto, el amor se convierte en la base y fundamento necesarios sobre los que se ha de edificar todo: “el amor, es el ceñidor de la unidad consumada”. Este principio, que es válido para cualquier situación, cuando se aplica a la familia da como resultado la unidad y la paz.

            Romper este esquema es destruir la familia, o cualquier estructura social en la que pensemos y, construir otra cosa en la que desaparece toda relación humana de paz y de amor, será otro tipo de relación, pero que jamás llevará a la unidad en el amor.

 
Aleluya       Col  3,  15a.  16a 

Aleluya, aleluya.
Que la paz de Cristo actúe de árbitro   en vuestro corazón;
que la Palabra de Cristo habite entre vosotros  en toda su riqueza.
Aleluya.

 
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 2, 22-40.

Cuando llegó el tiempo de la purificación de María, según la ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén, para presentarlo al Señor [(de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor») y para entregar la oblación (como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones»).
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre honrado y piadoso, que aguardaba el Consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu Santo,  fue al templo.
  Cuando entraban con el Niño Jesús sus padres (para cumplir con él lo previsto por la ley), Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz; porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones, y gloria de tu pueblo, Israel.
José y María, la madre de Jesús, estaban admirados por lo que se decía del niño.
Simeón los bendijo diciendo a María, su madre:
—Mira: Este está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti una espada te traspasará el alma.
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana: de jovencita había vivido siete años casada, y llevaba ochenta y cuatro de viuda; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel].
Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la Ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.
Palabra del Señor 
 

LA PROMESA  TRANSCIENDE LOS LIMITES DE ISRAEL 

Es interesante detenerse en el texto, pues está como contrapunto a lo que  ha expresado anteriormente: el marco del nacimiento es la aldea de Belén, el establo, la marginación… ahora se abre un nuevo escenario: el templo, la gran ciudad de Jerusalén el reconocimiento del niño por Simeón como “Señor”, “Mesías”, “Salvador” que viene no de los grandes, pues de hecho el Mesías entra el en templo y no es recibido por “El poder”, sino por  un sacerdote anciano y una limpiadora que está por allí.

            Por otro lado están José y María, que el evangelista quiere dejar bien claro que son dos personas respetuosas de la ley: por tres veces insiste que se hacen las cosas “De acuerdo a lo que manda la ley”· indicando que José y María pertenecen al grupo de judíos que viven en la fidelidad a la ley, pues para Lucas la ley ha hecho el papel de preparar la nueva etapa de la historia, marcada por la presencia del Mesías que irrumpe con la venida de Jesús.

            El discurso que pronuncia Simeón es un cántico de acción de gracias a Dios por el acontecimiento que ha ocurrido y que él ha tenido la suerte de contemplar: Simeón tiene la gran dicha de poder sostener en sus brazos nada menos que al Mesías esperado en Israel. En los brazos de Simeón está la conclusión de todo el Antiguo testamento, el cumplimiento de todas las promesas hechas en la antigüedad a sus antepasados y la apertura a una nueva dimensión que es inimaginable, pero que él prevé dura y, de ahí la profecía lanzada a María: ella va a ser testigo de lo que va a suponer la muerte del orden antiguo, marcado por el pecado y el nacimiento de un nuevo orden marcado por la vida y la salvación.

            S. Lucas quiere dejar bien claro la importancia que tiene este momento: Ahora comienza una nueva etapa: “Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz; porque mis ojos han visto a tu Salvador”. La esperanza del pueblo se transforma ahora en realidad viva que puede constatarse.

       Por primera vez se ve con claridad cómo la promesa cumplida sobrepasa los límites que había establecidos y no queda reducida a los límites de Israel; Lucas quiere dejar claro el origen de la salvación que ha venido de Israel y que ha servido de soporte a las promesas, pero la salvación es para todos los pueblos: “El Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones, y gloria de tu pueblo, Israel”.

 

 

 

 

 

NACIMIENTO DE JESÚS

25 de Diciembre del 2014

 
Lectura del libro de Isaías       52,  7‑10

             ¡Qué hermosos son sobre los montes    los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la buena nueva,    que pregona la victoria,    que dice a Sión: «Tu Dios es Rey»!
            Escucha: tus vigías gritan,    cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión.
            Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, que el Señor consuela a su pueblo,  rescata a Jerusalén: el Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y verán los confines de la tierra  la victoria de nuestro Dios.
Palabra de Dios. 

REFLEXIÓN 

DESEO INSATISFECHO  

El mensaje de Isaías que nos presenta el texto tiene hoy un sabor a deseo profundo de una verdad sin paliativos que, ¡ojalá resonara en el mundo entero!:  tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor que vuelve a Sión…


            Se me ocurre traducir a un lenguaje actual  la expresión del profeta Isaías: “¡Qué hermosos los pies, las manos y la boca del dirigente del pueblo, del político que anuncia, trae y practica la justicia y la verdad; que no engaña más al pueblo hablándole de “brotes verdes” y ofreciéndole promesas falsas, sino que trae la justicia y la paz y nos invita a ver, con nuestros propios ojos, que se ha terminado la guerra, el hambre, la explotación, el atropello, el terrorismo y la corrupción, pues los hombres entendieron que Dios ha establecido la paz y estamos dispuestos a construirla.

            Todos estos días es lo que de una u otra forma, todos hemos venido expresando en nuestros Whatsap, nuestros e-mails y en nuestros crismas y lo venimos sintiendo como un deseo profundo en nuestros corazones.

            Pero todo esto que nos deseamos y que expresamos de mil formas, ya llegó, solo hace falta cogerlo, asumirlo y llevarlo a la práctica… y Dios se ha comprometido a poner  lo que a nosotros nos falte.  

Salmo responsorial       Sal 97,  1.  2‑3ab.  3cd‑4.  5‑6

 V/.  Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.

R/.  Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.
V/.  Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
R/.  Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.

V/.  Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo;
el Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel.
R/.  Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.

Aclama al Señor, tierra entera,
gritad, vitoread, tocad.
R/.  Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.

V/.  Tocad la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas
aclamad al Rey y Señor.
R/.  Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.
 

SEGUNDA LECTURA: 

Lectura de la carta a los Hebreos       1,  1‑6
Dios nos ha hablado por su Hijo 

            En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los Profetas.
            Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo.
            El es reflejo de su gloria, impronta de su ser.
            El sostiene el universo con su palabra poderosa.
            Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de Su Majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que ha heredado.
            Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: «Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado», o: ¿«Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo»?
            Y en otro pasaje, al introducir en el mundo al primogénito, dice: «Adórenlo todos los ángeles de Dios.»
Palabra de Dios.
 

EL PROYECTO DE DIOS SE HA REALIZADO  

Hasta este momento de la historia que hoy celebramos, todo venía hablándonos a base de signos, y símbolos que apuntaban a un punto concreto donde toda la historia convergía: el nacimiento de CRISTO en quien se concentra la plena revelación del Padre que ha venido manifestándose a través de la naturaleza, de las instituciones religiosas, de los profetas y de los grandes personajes de la historia.

            Ahora, en la cumbre de los tiempos, Dios decide entrar en la historia y en el mundo de los humanos, haciéndose hombre y compartiendo el camino de los hombres.

Ya no se relacionará con los hombres a través de signos y símbolos que muchas veces ni se entienden; Él mismo se ha hecho hombre y comparte el destino de los hombres realizando su proyecto de purificar al hombre de sus pecados,  restaurar su naturaleza caída e incorporarlo a la dignidad de hijo de Dios; este es el gran misterio que Jesús nos ha revelado y que ha dejado vivo y presente en su iglesia para que cada uno de nosotros nos convirtamos en testigos de esta gran realidad que ahora se manifiesta en cada uno de nosotros.

 Aleluya, aleluya.

Nos ha amanecido un día sagrado: venid, naciones, adorad al Señor, porque hoy una gran luz ha bajado a la tierra.
Aleluya. 

EVANGELIO 

Lectura del santo Evangelio según San Juan       1,  1‑18
La Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros 

En el principio ya existía la Palabra,
y la Palabra estaba junto a Dios,
y la Palabra era Dios.
La Palabra en el principio estaba junto a Dios.
Por medio de la Palabra se hizo todo,
y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.
En la Palabra había vida,
y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en la tiniebla,
y la tiniebla no la recibió.
[ Surgió un hombre enviado por Dios,
que se llamaba Juan:
éste venía como testigo,
para dar testimonio de la luz,
para que por él todos vinieran a la fe.
No era él la luz,
sino testigo de la luz. ]
La Palabra era la luz verdadera,
que alumbra a todo hombre.
Al mundo vino y en el mundo estaba;
el mundo se hizo por medio de ella,
y el mundo no la conoció.
Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.
Pero a cuantos la recibieron,
les da poder para ser hijos de Dios,
si creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre,
ni de amor carnal,
ni de amor humano,
sino de Dios.
Y la Palabra se hizo carne,
y acampó entre nosotros,
y hemos contemplado su gloria:
gloria propia del Hijo único del Padre,
lleno de gracia y de verdad.
[ Juan da testimonio de él y grita diciendo:
—Este es de quien dije: «el que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo».
Pues de su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia:
porque la ley se dio por medio de Moisés,
la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás:
El Hijo único, que esta en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.]
 

REFLEXIÓN
 
CRISTO ES EL CENTRO DE LA HISTORIA  

S. Juan hace una síntesis de todo el evangelio centrándose en el gran acontecimiento de la historia realizado por Dios como cumplimiento de todas sus promesas hechas a través de todos los siglos.

            Para Juan, Cristo es la Palabra de Dios que se ha hecho carne, ha asumido la fragilidad y la limitación humana para poder entenderla y salvarla.

            Juan pone a Cristo en el comienzo, como autor del gran proyecto de la creación del hombre y del universo; Él es la Palabra que crea, la expresión de Dios que se hace visible y sensible al universo y al hombre; todo tiene su sentido, su principio en Él y todo es reflejo y manifestación suya…

            Todas estas expresiones de Juan sobre Jesucristo, no son, sino la  manifestación de lo que Juan entiende que es Jesús. En Él se ha concentrado todo el plan que Dios tiene para el universo. Fuera de Cristo nada tiene sentido ni consistencia, todo está orientado a la muerte y solo Él lo reorienta a la vida, pues Él es la vida. La luz que ha venido a este mundo y a cuantos lo han recibido y lo han aceptado, les ha dado poder para ser hijos de Dios.

           

 

 

DOMINGO IV DE ADVIENTO -B-

Lectura del segundo libro de Samuel     2 Sam 7, 1‑5. 8b‑11. 16.

Cuando el rey David se estableció en su palacio, y el Señor le dio la paz con todos los enemigos que le rodeaban, el rey dijo al Profeta Natán:
—Mira: yo estoy viviendo en casa de cedro, mientras el arca del Señor vive en una tienda.
Natán respondió al rey:
—Ve y haz cuanto piensas, pues el Señor está contigo.
Pero aquella noche recibió Natán la siguiente palabra del Señor:
—Ve y dile a mi siervo David: «¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella?
Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que animales lo aflijan como antes, desde el día que nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel.
Te pondré en paz con todos tus enemigos, te haré grande y te daré una dinastía. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia y tu trono durará por siempre.»
Palabra de Dios 

REFLEXIÓN 

DELIRIOS DEL PODER    

El texto de hoy nos muestra el momento cumbre de la gloria de David que ha conquistado todo el territorio, ha reunido a las tribus, ha puesto a Jerusalén como la capital del reino, ha llegado a realizar la máxima aspiración de un hombre; solo le falta ponerle la guinda al pastel que sería la construcción del templo, con lo que quedaría inmortalizado  por los siglos y sería el signo visible que necesariamente le haría recordar a todos su grandeza.

            El proyecto de la construcción era bien visto por todos y reconocido como algo lógico y razonable; hasta el mismo profeta Natán lo ve bien y aceptable: que David complete su obra.

       Ahí sale Dios al paso rompiendo la lógica humana y las razones evidentes de los hombres: ¿Quién te has creído que eres tú para construirme a mí una casa y apropiarte de todo lo que has hecho y utilizarlo para tu gloria? ¿Quién ha sido el que ha hecho que tú llegues a donde estás?: “Ve y dile a mi siervo David: «¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella?  Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel…”

       Dios no deja que un hombre dirija sus planes y lo reduzca a cuatro paredes en las que él tenga el poder y la ordenación de todo; sería algo así como el padre que acepta y deja que su hijo pequeño sea el que establezca las normas y dirija su casa.

       El texto deja bien claro que no es el hombre quien brinda la salvación, sino Dios, porque es el hombre quien necesita de salvarse y no puede convertirse en salvador de nadie quien está condenado.

Salmo responsorial     Sal 88, 2‑3. 4‑5. 27 y 29


V/. Cantaré eternamente las misericordias del Señor.

R/. Cantaré eternamente las misericordias del Señor.

 V/. Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: «tu misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad».
R/.  Cantaré eternamente las misericordias del Señor.

V/. Sellé una alianza con mi elegido,
 jurando a David mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades.»
R/. Cantaré eternamente las misericordias del Señor. 

V/. Él me invocará :
«Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora.»
Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable.
R/. Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
 

SEGUNDA LECTURA

 

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos     16, 25‑27.

Hermanos:
Al que puede fortalecernos según el evangelio que yo proclamo, predicando a Cristo Jesús —revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos y manifestado ahora en la Sagrada Escritura, dado a conocer por decreto del Dios eterno, para traer a todas las naciones a la obediencia de la fe—, al Dios, único Sabio, por Jesucristo, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Palabra de Dios 
 

REFLEXIÓN
 

LA CEGUERA DEL SER HUMANO   

            S. Pablo concluye su carta a los cristianos de Roma haciendo un canto de alabanza a Dios porque ha sido fiel y ha cumplido sus promesas en Jesucristo; por lo tanto, Dios se convierte en el centro y la base de todo; el único que da estabilidad y sentido a toda la historia humana;  el único que nos puede fortalecer en la lucha que se nos propone para la implantación del reino, pues es cosa suya y no nuestra.

            Todo el tiempo anterior ha sido un tiempo de preparación, en el que el silencio aparente de Dios no era sino la expresión de la incapacidad del hombre de vaciarse de sus propios intereses para poder abrirse al misterio de Dios, escucharlo y contemplarlo.

            Ahora las cosas han cambiado: ahora es un tiempo de revelación en el que hemos visto y vivido lo que Dios ha hecho en Cristo Jesús, la evidencia se ha impuesto por encima de nuestra cerrazón y nuestra incapacidad.

            Ya no podemos seguir viviendo en la oscuridad; Dios se ha revelado y en su revelación hemos entendido incluso el sentido de nuestra existencia que está llamada a ser testimonio del gran acontecimiento de Dios que se revela en nosotros.

            La tristeza grande es que, a pesar de todas las evidencias, incluso la de ver cómo al quitar a Dios del horizonte nos estamos  hundiendo en la peor de las miserias, y aún así seguimos prefiriendo la muerte y la esclavitud a la vida y la libertad
 

 Aleluya     Lc 1, 38 

Aleluya, aleluya.
Aquí está la esclava del Señor,
hágase en mí según tu palabra.
Aleluya. 
 

EVANGELIO


Lectura del santo Evangelio según San Lucas     1, 26‑38.

A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando a su presencia, dijo:
—Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres.
Ella se turbó ante estas palabras, y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo:
—No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
Y María dijo al ángel:
—¿Cómo será eso, pues no conozco varón?
El ángel le contestó:
‑El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu pariente Isabel que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.
María contestó:
—Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.
Palabra del  Señor
 

REFLEXIÓN
 

ETERNOS FUGITIVOS    

                S. Lucas intenta dar un mensaje de alegría y esperanza a la comunidad, de forma que pueda acogerlo con entusiasmo y sin recelos; no es un mensaje más de los que se oyen a diario, parecido a lo que hoy escuchamos cada día a los políticos, que de un día a otro se nos van de un extremo al contrario, dependiendo de la situación en la que se viva, o de los intereses que se discutan, aunque lo que anuncien sea una falacia que repugna al más elemental sentido común y a la razón.

            María escucha en la intimidad de su corazón la propuesta de Dios para acoger el nacimiento de su Hijo. Solo se necesita una actitud abierta, libre y dispuesta para acoger lo que Dios le propone; de lo contrario, se hace imposible.

            También nosotros recibimos a diario  propuestas de paz, de amor, de verdad, de justicia, de honradez… pero el corazón lo tenemos ocupado con demasiados intereses que nos impiden la acogida, pues pondrían en peligro nuestro proyecto y, al estilo del joven rico (Mt. 19,22) cuando oye la propuesta de Jesús, agacha la cabeza, se da la vuelta y se va triste, porque tenía muchos bienes.

            María en cambio, pregunta qué hay que hacer y, ante la respuesta: “No temas, porque has encontrado gracia ante Dios” (Lc.1,30) su asentimiento es total y sin condiciones.

            Dios sigue llamando, pero nosotros nos encontramos bloqueados  por  nuestros miedos y, hasta tememos la posibilidad de que Dios se fije en nosotros, pues nos desestabilizaría y tenemos muy claro que no estamos dispuestos a complicarnos la vida con algo que nos pueda comprometer, por eso preferimos llenar nuestra vida de cosas, de muchos ruidos, de papeles… con el fin de imposibilitar el acceso a nuestro interior. De esa manera evitamos la posibilidad de escuchar y, por tanto, nos quitamos la necesidad de responder.