PRIMERA LECTURA
Lectura
del libro de la Sabiduría
11, 22—12, 2
Te compadeces, Señor, de todos, porque amas a todos los seres
Señor, el mundo entero es ante ti como
grano de arena en la balanza, como gota de rocío mañanero que cae sobre la
tierra.
Pero te compadeces de todos, porque todo
lo puedes, cierras los ojos a los pecados de los hombres, para que se
arrepientan.
Amas a todos los seres y no odias nada de
lo que has hecho; si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado.
Y ¿cómo subsistirían las cosas, si tú no
lo hubieses querido?
¿Cómo conservarían su existencia, si tú
no las hubieses llamado?
Pero a todos perdonas, porque son tuyos,
Señor, amigo de la vida.
Todos llevan tu soplo incorruptible.
Por eso, corriges poco a poco a los que
caen, les recuerdas su pecado y los reprendes, para que se conviertan y crean
en ti, Señor.
Palabra
de Dios.
REFLEXIÓN
“EL
DIOS DE LA TRADICIÓN”
Asistimos a un momento
crucial de la historia de la humanidad; constantemente hemos venido
escuchando que todo ha cambiado, que
todo está cambiando, que el cambio ha sido tremendamente acelerado, de forma
que nos ha dejado fuera de juego… Efectivamente, se está dando un CAMBIO DE
ÉPOCA, no es algo pasajero, sino definitivo, ya nada va a ser igual a lo que
teníamos hace unos años.
Sin
embargo, aunque cambiemos de época, hay cosas que son “eternas” y podrá cambiar
la forma, pero el fondo siempre es el mismo y el problema que puede surgir es
cuando queremos cambiar eso que son pilares fundamentales de la humanidad y los
sustituimos por otros o, sencillamente, no ponemos nada, algo así como si nos
cortaran los pies y nos quisieran convencer de que estamos mejor con unos tacos
de aluminio o de cualquier otro material.
Entre
las muchas cosas que han entrado en crisis una de ellas ha sido la religión, no
me refiero a ninguna en particular, sino al concepto “religión”, como forma de
relación del hombre con el “Ser Superior”; y ha cambiado porque está cambiando
también el concepto de “dios”, entonces, lo que está en crisis no es de hecho
la religión, sino la concepción de “Dios”. Pero es que eso ya lo hizo Jesús y,
desde entonces no se podía seguir hablando de Dios como hasta entonces se
acostumbraba; recordemos que por sentirlo como Padre lo llamaban blasfemo y
nosotros seguimos todavía encuadrados en el dios que está en las nubes
dirigiendo el cotarro y esperando que metamos la pata para castigarnos, tal
como lo pensaban los judíos y lo siguen pensando muchas culturas.
Esto
que era la columna vertebral de la conciencia del hombre, en torno a lo que se
configuraba todo: ética, política, filosofía, teología, religión, antropología…
parece que ha perdido consistencia y ya no es lo que configura el centro de la
vida humana, es más, se está dando el ateísmo más radical, como es la
“ignorancia consciente de Dios”, no se le siente necesario, es algo de lo que
se puede prescindir porque no sirve para nada, se “pasa” de Él, como de algo
inútil y sin importancia, en lo que no vale la pena perder el tiempo. Martín
Buber llamaba a esta situación “El Eclipse de Dios”.
La verdad es que estamos
asistiendo, por lo menos, al eclipse del concepto que hasta ahora hemos venido
teniendo y que proviene de la filosofía griega, en la que se cuadriculaba el theos
(dios) como una divinidad que está
fuera, en un plano más alto, desde donde puede dominar todo e intervenir a su
gusto, sin contar con el hombre para nada, pero al mismo tiempo, ese dios es
muy parecido a nosotros y tiene las mismas reacciones nuestras. Este es el
concepto que ha tomado cuerpo en nuestra cultura, en cambio se resiste a entrar
el nuevo concepto que trae Jesús, que en su tiempo lo llamaron blasfemo y hoy
seguimos sin darle crédito. De hecho sigue escandalizando cuando nos detenemos
en las palabras que dice S. Juan: “Dios es Amor… y donde hay amor, allí está
Dios” Luego, si Dios es Amor, el Amor es
Dios… Esto no se parece en nada a los dioses griegos ni latinos, al teísmo
tradicional que se viene manteniendo y del que nos cuesta tanto despegarnos, y
seguimos pensando que el AMOR no tiene que ver nada con Dios.
Salmo
responsorial Sal 144, 1‑2. 8‑9. 10‑11. 13cd‑14 (R.: cf. 1)
R.
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Día tras día, te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás. R.
R.
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R.
R.
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
Que todas tus criaturas te den gracias,
Señor, que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R.
R.
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan. R.
R.
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
SEGUNDA LECTURA
Lectura
de la 2ª carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 1, 11 ‑ 2,2
Que Cristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en él
Hermanos:
Pedimos
continuamente a Dios que os considere dignos de vuestra vocación, para que con
su fuerza os permita cumplir buenos deseos y la tarea de la fe; para que así
Jesús, nuestro Señor, sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, según la
gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.
Os rogamos,
hermanos, a propósito de la venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra
reunión con él, que no perdáis fácilmente la cabeza ni os alarméis por
supuestas revelaciones, dichos o cartas nuestras, como si afirmásemos que el
día del Señor está encima.
Palabra
de Dios.
REFLEXIÓN
MANTENERSE
FIELES
S.
Pablo vuelve a dirigirse a los Tesalonicenses y lo hace compartiéndoles sus
sentimientos: ora a Dios incesantemente por ellos, para que los mantenga en el
camino con fidelidad a la Palabra que han recibido y, a continuación, da
respuesta a los problemas que se están planteando y que tienen preocupada a la
comunidad con la idea de la venida inminente del Señor: esto está dando lugar a
situaciones ridículas; entonces, les ruega que no se dejen llevar de estas
ideas y, por el contrario, se tomen en serio el vivir el presente concreto,
dando testimonio de su fidelidad y su amor a Jesucristo.
Desde
el comienzo de la carta, Pablo viene invitando a los tesalonicenses a no huir
de las dificultades, ni evadirse de la realidad, escondiéndose en una actitud
evasiva.
Tampoco
acepta que el cristiano agache la cabeza y aguante la dificultad, diciendo que
es una prueba o un castigo que Dios le manda; una y otra postura son indignas
de un cristiano.
Pablo
invita a que se enfrenten con coraje, con esperanza, sin miedo, a las
dificultades, porque sabemos que Jesús está a nuestro lado y Él, que recorrió
delante el camino, es quien nos alienta a seguir luchando.
Pablo
sabe muy bien que sin la ayuda y la fuerza de Dios, la comunidad no va a poder
afrontar la dificultad, ni podrá
continuar caminando, pues está expuesta, incluso, a la persecución a muerte y a
las falsas ideas que pueden confundir,
sobre todo, las de ciertos individuos que andan escribiendo y diciendo cosas en
nombre de Pablo y de los apóstoles, para confundir y aprovecharse de la
comunidad; esta gente es dañina y hay que identificarla para que todos sepan
que no se les puede dar crédito.
Aleluya
Jn 3, 16
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su
Hijo único. Todo el que cree en él tiene vida eterna.
EVANGELIO
Lectura
del santo evangelio según san Lucas 19, 1‑10
El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba
perdido
En
aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad.
Un hombre llamado Zaqueo, jefe de
publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo
impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una
higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó
los ojos y dijo:
-“Zaqueo,
baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.”
É1 bajó en seguida y lo recibió muy
contento.
Al ver esto, todos murmuraban,
diciendo:
-“Ha
entrado a hospedarse en casa de un pecador.”
Pero Zaqueo se puso en pie y dijo al
Señor:
-“Mira,
la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he
aprovechado, le restituiré cuatro veces más.”
Jesús le contestó:
-“Hoy
ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán.
Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar
y a salvar lo que estaba perdido.”
Palabra
del Señor
REFLEXIÓN
“EL
PADRE QUE NOS SALE AL ENCUENTRO”
El pasaje que nos trae la
liturgia de hoy, es una de esas páginas preciosas con las que Lucas construye
su evangelio y presenta la actitud de Dios lleno de misericordia, que anda buscando al hombre y lo hace en el
contexto del “camino” hacia Jerusalén.
Como en todo el evangelio,
viene a romper la imagen tradicional que tenemos de Dios: ausente, distante,
inaccesible, desinteresado de la vida de los hombres y, en cambio, presenta al Dios lleno de misericordia que no
cesa de buscar al hombre.
Jesús dice que lo que Él hace,
es lo que hace su Padre y quién se encuentra con Él o lo escucha a Él, escucha
al que lo ha enviado; en este caso, como en otros muchos, Jesús lo vemos que
sale al encuentro de una persona, cuando va de camino a Jerusalén y la invita a
incorporarse a su camino.
La incorporación lleva consigo dejar el otro camino que
se venía siguiendo, para dirigirse ahora en la dirección de Dios, que es en la
dirección del reino del amor, de la paz, de la justicia y de la verdad. Supone
un cambio radical de la existencia. Lo vemos magníficamente expresado en
Zaqueo: “Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los
pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.”
Pero
es lindo ver cómo Dios respeta los ritmos de la gente y espera a que cada uno
caiga en la cuenta de su error, o de lo que se está perdiendo en la vida.
Para
los judíos, el encuentro de Jesús con Zaqueo, un hombre “apestado” y excluido
por la ley, significaba un escándalo. Esto no se podría hacer si es que primero
no hubiera pasado por el templo, hubiera abonado las cantidades estipuladas por
la ley, hubiera hecho los sacrificios expiatorios y se hubiera sometido a todo
lo marcado por la ley.
Jesús
rompe todo el itinerario legal y sale al encuentro del hombre atormentado por
la ley y por sus mismos pecados y le ofrece el perdón y la salvación.
Lo
que hace que Zaqueo vuelva, es la actitud acogedora, libre, misericordiosa de
Jesús y no la estrechez y rigidez de la ley. Y Zaqueo se convierte en el
prototipo del discípulo, pues nos muestra cómo nace el deseo de conversión y
cómo ésta es capaz de transformar la vida de un hombre a todos los niveles.
Jesús sigue saliendo al encuentro de
cada uno de nosotros, nos llama e invita a que nos incorporemos al camino, pero
lógicamente, hemos de dejar el que llevamos, cada uno el que ha escogido y nos
propone unirnos a Él. La respuesta está en nuestras manos.