DOMINGO XXXI DEL TEMPO ORDINARIO - C-

PRIMERA LECTURA
 Lectura del libro de la Sabiduría 11, 22—12, 2
Te compadeces, Señor, de todos, porque amas a todos los seres

Señor, el mundo entero es ante ti como grano de arena en la balanza, como gota de rocío mañanero que cae sobre la tierra.
Pero te compadeces de todos, porque todo lo puedes, cierras los ojos a los pecados de los hombres, para que se arrepientan. 
Amas a todos los seres y no odias nada de lo que has hecho; si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado. 
Y ¿cómo subsistirían las cosas, si tú no lo hubieses querido? 
¿Cómo conservarían su existencia, si tú no las hubieses llamado? 
Pero a todos perdonas, porque son tuyos, Señor, amigo de la vida. 
Todos llevan tu soplo incorruptible. 
Por eso, corriges poco a poco a los que caen, les recuerdas su pecado y los reprendes, para que se conviertan y crean en ti, Señor. 
Palabra de Dios. 

REFLEXIÓN

“EL DIOS DE LA TRADICIÓN” 

Asistimos a un momento crucial de la historia de la humanidad; constantemente hemos venido escuchando  que todo ha cambiado, que todo está cambiando, que el cambio ha sido tremendamente acelerado, de forma que nos ha dejado fuera de juego… Efectivamente, se está dando un CAMBIO DE ÉPOCA, no es algo pasajero, sino definitivo, ya nada va a ser igual a lo que teníamos hace unos años.
            Sin embargo, aunque cambiemos de época, hay cosas que son “eternas” y podrá cambiar la forma, pero el fondo siempre es el mismo y el problema que puede surgir es cuando queremos cambiar eso que son pilares fundamentales de la humanidad y los sustituimos por otros o, sencillamente, no ponemos nada, algo así como si nos cortaran los pies y nos quisieran convencer de que estamos mejor con unos tacos de aluminio o de cualquier otro material.
            Entre las muchas cosas que han entrado en crisis una de ellas ha sido la religión, no me refiero a ninguna en particular, sino al concepto “religión”, como forma de relación del hombre con el “Ser Superior”; y ha cambiado porque está cambiando también el concepto de “dios”, entonces, lo que está en crisis no es de hecho la religión, sino la concepción de “Dios”. Pero es que eso ya lo hizo Jesús y, desde entonces no se podía seguir hablando de Dios como hasta entonces se acostumbraba; recordemos que por sentirlo como Padre lo llamaban blasfemo y nosotros seguimos todavía encuadrados en el dios que está en las nubes dirigiendo el cotarro y esperando que metamos la pata para castigarnos, tal como lo pensaban los judíos y lo siguen pensando muchas culturas.
            Esto que era la columna vertebral de la conciencia del hombre, en torno a lo que se configuraba todo: ética, política, filosofía, teología, religión, antropología… parece que ha perdido consistencia y ya no es lo que configura el centro de la vida humana, es más, se está dando el ateísmo más radical, como es la “ignorancia consciente de Dios”, no se le siente necesario, es algo de lo que se puede prescindir porque no sirve para nada, se “pasa” de Él, como de algo inútil y sin importancia, en lo que no vale la pena perder el tiempo. Martín Buber llamaba a esta situación “El Eclipse de Dios”.
La verdad es que estamos asistiendo, por lo menos, al eclipse del concepto que hasta ahora hemos venido teniendo y que proviene de la filosofía griega, en la que se cuadriculaba el theos (dios) como una divinidad que está fuera, en un plano más alto, desde donde puede dominar todo e intervenir a su gusto, sin contar con el hombre para nada, pero al mismo tiempo, ese dios es muy parecido a nosotros y tiene las mismas reacciones nuestras. Este es el concepto que ha tomado cuerpo en nuestra cultura, en cambio se resiste a entrar el nuevo concepto que trae Jesús, que en su tiempo lo llamaron blasfemo y hoy seguimos sin darle crédito. De hecho sigue escandalizando cuando nos detenemos en las palabras que dice S. Juan: “Dios es Amor… y donde hay amor, allí está Dios” Luego, si Dios es  Amor, el Amor es Dios… Esto no se parece en nada a los dioses griegos ni latinos, al teísmo tradicional que se viene manteniendo y del que nos cuesta tanto despegarnos, y seguimos pensando que el AMOR no tiene que ver nada con Dios.


Salmo responsorial Sal 144, 1‑2. 8‑9. 10‑11. 13cd‑14 (R.: cf. 1)


R. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey. 
Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Día tras día, te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás. R.
R. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey. 
El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R.
R. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey. 
Que todas tus criaturas te den gracias,
Señor, que te bendigan tus fieles;
 que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R.
R. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey. 
El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan. R.
R. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey. 
 

SEGUNDA LECTURA


Lectura de la 2ª carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses   1, 11 ‑ 2,2
Que Cristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en él

            Hermanos: 
            Pedimos continuamente a Dios que os considere dignos de vuestra vocación, para que con su fuerza os permita cumplir buenos deseos y la tarea de la fe; para que así Jesús, nuestro Señor, sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, según la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo. 
            Os rogamos, hermanos, a propósito de la venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con él, que no perdáis fácilmente la cabeza ni os alarméis por supuestas revelaciones, dichos o cartas nuestras, como si afirmásemos que el día del Señor está encima. 
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

MANTENERSE FIELES  

            S. Pablo vuelve a dirigirse a los Tesalonicenses y lo hace compartiéndoles sus sentimientos: ora a Dios incesantemente por ellos, para que los mantenga en el camino con fidelidad a la Palabra que han recibido y, a continuación, da respuesta a los problemas que se están planteando y que tienen preocupada a la comunidad con la idea de la venida inminente del Señor: esto está dando lugar a situaciones ridículas; entonces, les ruega que no se dejen llevar de estas ideas y, por el contrario, se tomen en serio el vivir el presente concreto, dando testimonio de su fidelidad y su amor a Jesucristo.
            Desde el comienzo de la carta, Pablo viene invitando a los tesalonicenses a no huir de las dificultades, ni evadirse de la realidad, escondiéndose en una actitud evasiva.
            Tampoco acepta que el cristiano agache la cabeza y aguante la dificultad, diciendo que es una prueba o un castigo que Dios le manda; una y otra postura son indignas de un cristiano.
            Pablo invita a que se enfrenten con coraje, con esperanza, sin miedo, a las dificultades, porque sabemos que Jesús está a nuestro lado y Él, que recorrió delante el camino, es quien nos alienta a seguir luchando.
            Pablo sabe muy bien que sin la ayuda y la fuerza de Dios, la comunidad no va a poder afrontar la dificultad,  ni podrá continuar caminando, pues está expuesta, incluso, a la persecución a muerte y a las  falsas ideas que pueden confundir, sobre todo, las de ciertos individuos que andan escribiendo y diciendo cosas en nombre de Pablo y de los apóstoles, para confundir y aprovecharse de la comunidad; esta gente es dañina y hay que identificarla para que todos sepan que no se les puede dar crédito.


Aleluya Jn 3, 16
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único. Todo el que cree en él tiene vida eterna. 

 EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 19, 1‑10
El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido

            En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. 
Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí. 
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: 
            -“Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.” 
É1 bajó en seguida y lo recibió muy contento. 
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: 
            -“Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.” 
Pero Zaqueo se puso en pie y dijo al Señor: 
            -“Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.” 
Jesús le contestó: 
            -“Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. 
Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.” 
Palabra del Señor

REFLEXIÓN

“EL PADRE QUE NOS SALE AL ENCUENTRO”  
           
El pasaje que nos trae la liturgia de hoy, es una de esas páginas preciosas con las que Lucas construye su evangelio y presenta la actitud de Dios lleno de misericordia,  que anda buscando al hombre y lo hace en el contexto del “camino” hacia Jerusalén.
Como en todo el evangelio, viene a romper la imagen tradicional que tenemos de Dios: ausente, distante, inaccesible, desinteresado de la vida de los hombres y, en cambio,  presenta al Dios lleno de misericordia que no cesa de buscar al hombre.
Jesús dice que lo que Él hace, es lo que hace su Padre y quién se encuentra con Él o lo escucha a Él, escucha al que lo ha enviado; en este caso, como en otros muchos, Jesús lo vemos que sale al encuentro de una persona, cuando va de camino a Jerusalén y la invita a incorporarse a su camino.
            La incorporación lleva consigo dejar el otro camino que se venía siguiendo, para dirigirse ahora en la dirección de Dios, que es en la dirección del reino del amor, de la paz, de la justicia y de la verdad. Supone un cambio radical de la existencia. Lo vemos magníficamente expresado en Zaqueo: “Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.” 
            Pero es lindo ver cómo Dios respeta los ritmos de la gente y espera a que cada uno caiga en la cuenta de su error, o de lo que se está perdiendo en la vida.
            Para los judíos, el encuentro de Jesús con Zaqueo, un hombre “apestado” y excluido por la ley, significaba un escándalo. Esto no se podría hacer si es que primero no hubiera pasado por el templo, hubiera abonado las cantidades estipuladas por la ley, hubiera hecho los sacrificios expiatorios y se hubiera sometido a todo lo marcado por la ley.
            Jesús rompe todo el itinerario legal y sale al encuentro del hombre atormentado por la ley y por sus mismos pecados y le ofrece el perdón y  la salvación.
            Lo que hace que Zaqueo vuelva, es la actitud acogedora, libre, misericordiosa de Jesús y no la estrechez y rigidez de la ley. Y Zaqueo se convierte en el prototipo del discípulo, pues nos muestra cómo nace el deseo de conversión y cómo ésta es capaz de transformar la vida de un hombre a todos los niveles.
            Jesús sigue saliendo al encuentro de cada uno de nosotros, nos llama e invita a que nos incorporemos al camino, pero lógicamente, hemos de dejar el que llevamos, cada uno el que ha escogido y nos propone unirnos a Él. La respuesta está en nuestras manos.





DOMINGO XXX DEL TIEMPO ORDINARIO -C-

PRIMERA LECTURA  

Lectura del libro del Eclesiástico 35, 12‑14. 16‑18
Los gritos del pobre atraviesan las nubes 

            El Señor es un Dios justo, que no puede ser parcial; no es parcial contra el pobre, escucha las súplicas del oprimido; no desoye los gritos del huérfano o de la viuda cuando repite su queja; sus penas consiguen su favor, y su grito alcanza las nubes; los gritos del pobre atraviesan las nubes y hasta alcanzar a Dios no descansan; no ceja hasta que Dios le atiende, y el juez justo le hace justicia. 
Palabra de Dios. 
 

REFLEXIÓN
 

“DIOS, EL ÚNICO RECURSO DEL POBRE”  

            Ante la realidad de injusticia, de parcialización de los jueces que se ponen al servicio del dinero y del poder, el autor del libro denuncia abiertamente y presenta la actitud de Dios, que no participa en absoluto de sus patrones y esquemas: para Dios no valen títulos, dignidades, riquezas, poderes… para él solo cuenta el corazón y los sentimientos de la persona. Dios no se fija en apariencias, ni se guía por esquemas humanos, ni siquiera por leyes acomodadas que llegan a legalizar la injusticia; para Él solo cuenta la JUSTICIA y por eso no puede tolerar la marginación y la explotación que se hace de las personas y en especial de los pobres y débiles. Por eso se pone a su lado y jura que no va a dejar impune el atropello que se está haciendo de la justicia y ha de vengar el daño que se está causando a los pobres y aplastados.

            El autor tienen presente también a aquellos que sufren por respetar su nombre y defender la justicia, por eso Dios está atento a la oración del pobre que “atraviesa las nubes y no para hasta alcanzar su destino”.

            Dios no es sordo ni indiferente a lo que está ocurriendo hoy; al dolor, al desequilibrio, al derroche, al desorden y al atropello que están cometiendo los dirigentes y la misma “ley” que hace sufrir a tantos pobres que no tienen dónde encontrar una mano que los ampare y sienten la impotencia ante el atropello legal y la corrupción establecida como régimen.
 

Salmo responsorial Sal 33, 2‑3. 17‑18. 19 y 23 (R.: 7a)



R. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha. 

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
 mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R.
R. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha. 

El Señor se enfrenta con los malhechores,
 para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias. R. 
R. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha. 

El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
El Señor redime a sus siervos,
 no será castigado quien se acoge a él. R.
R. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha. 
 

SEGUNDA LECTURA  


Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo     4, 6‑8. 16‑18
Ahora me aguarda la corona merecida 

Querido hermano: 
Yo estoy a punto de ser sacrificado, y el momento de mi partida es inminente. 
He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. 
Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida. 
La primera vez que me defendí, todos me abandonaron, y nadie me asistió. Que Dios los perdone. 
Pero el Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león. 
El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. 
A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén. 

Palabra de Dios. 
 

REFLEXIÓN
 

EL GRAN TRIUNFO DEL HOMBRE   

            S. Pablo le expresa a Timoteo el presentimiento que tiene de su muerte inminente y lo hace con las figuras de “libación” con la que él se “derrama” como aceite o, como agua, sobre las víctimas que se inmolan, indicando que su vida ha sido una entrega, como un sacrificio hecho por sus hermanos, al estilo del mismo Jesús.

            La otra figura con la que expresa su muerte es, con la de la nave que “despliega” sus velas y se abandona en el mar.

            Después compara su vida a la de un atleta, o a la de un luchador, imágenes que todo el mundo conoce, y confiesa su tranquilidad, pues no ha bajado la guardia, se ha mantenido en tensión y ha luchado y mantenido la carrera correctamente.

            Pablo no espera otra cosa ni otra gloria, que recibir la “corona de salvación”  con la seguridad de que Dios es justo y conoce perfectamente lo que ha hecho y cómo lo ha hecho; el triunfo de los que han amado, que ha sido el motor de su vida y esta es su gloria final: el haber corrido y haberse mantenido hasta el final.

            En los tiempos que vivimos es la mejor lección y la invitación más fuerte que se nos puede hacer: cuando todo nos invita a tirar la toalla, Pablo viene a decirnos que no perdamos la ilusión, la esperanza, la alegría… Los resultados de la competición no van a estar en lo que consigamos, sino en que nos mantengamos en la brecha sin decaer.

 

Aleluya 2 Co 5, 19

Dios estaba en Cristo, reconciliando al mundo consigo, y a nosotros nos ha confiado la palabra de la reconciliación.
 

EVANGELIO  


Lectura del santo evangelio según san Lucas 18, 9‑14
El publicano bajó a su casa justificado, y el fariseo no 

            En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: 
            -“Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: 
            “¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo.” 
            El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: 
            “¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador.” 
            Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.” 
Palabra del Señor.

 REFLEXIÓN
 

“NI SON TODOS LOS QUE ESTÁN, NI ESTÁN TODOS LOS QUE SON” 

El templo, en tiempos de Jesús, era como el signo de identidad más importante del pueblo de Israel y se presentaba también como la imagen visible del rechazo y la oposición al imperio romano que los tenía sometidos.

            El pago del impuesto al templo, era un acto de “adoración” a Dios, pues con el sostenimiento del templo, se hacía posible la redención de los pecados y la posibilidad de estar en contacto y en comunión con Dios, en definitiva, poder expresarse como un verdadero israelita.

            En contraposición al templo, aparecía el imperio, expresado en su máxima identificación con el cobro de los impuestos, gracias a los cuales se sostenía también el imperio. En consecuencia, los recaudadores de impuestos, eran considerados los vendidos, los traidores, los despreciados, los renegados… que no merecían más que el desprecio de Dios y del pueblo y en ellos se expresaba todo el odio reprimido que se tenía hacia los romanos.

            Por otro lado, los recaudadores de impuestos eran unos verdaderos extorsionadores, pues practicaban el pillaje de forma inmisericorde, con el agravante de ser protegidos por la ley, por eso tenían además bien ganada su fama. Algo muy parecido a lo que ocurre hoy con la gran mayoría de la “casta” política.

            El escenario que monta Jesús es perfecto para armar el escandalo: por un lado aparece el fariseo, perfecto cumplidor de lo establecido por la ley de Israel y, además, sostenedor orgulloso del templo al que paga el diezmo de todo lo que tiene.

            El fariseo saca a relucir todo lo que hace a favor del templo y de la ley: el ayuno, la oración, la limosna, el pago del impuesto… Él no es ladrón, ni adúltero ni injusto y además, tiene que soportar el daño que “ese publicano” produce. Se siente, por tanto, con derecho a reclamar ante Dios y mirar con la cabeza alta a Dios y a los demás, y a juzgarlos. La salvación que él espera se la merece, pues se la está ganando, no tiene que agradecer nada a Dios ni a nadie. Es decir: presenta su defensa y apoya su acusación, diciendo todo lo que no es, pero no dice lo que es.

            Con la parábola, Jesús deja al descubierto la falsedad de la ideología existente que, por “no hacer”  ciertas cosas, se permite y justifica otra serie de atropellos que, incluso, aprueba la ley y hace que la gente se sienta segura, apoyada… y en esta tesitura quiere obligar a que Dios también  la apruebe.

            Jesús viene a demostrar que, ante Dios, muchos de estos que se sienten tan seguros están fuera, mientras que otros que se sienten fuera, porque sus vidas no están ni pueden estar  en consonancia con lo que hay, son los que verdaderamente están en la órbita de Dios.

 

 

DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO -C-

PRIMERA LECTURA  

Lectura del libro del Éxodo 17, 8‑13
Mientras Moisés tenía en alto la mano, vencía Israel 

            En aquellos días, Amalec vino y atacó a los israelitas en Rafidín. 
Moisés dijo a Josué: 
-“Escoge unos cuantos hombres, haz una salida y ataca a Amalec. Mañana yo estaré en pie en la cima del monte, con el bastón maravilloso de Dios en la mano.” 
            Hizo Josué lo que le decía Moisés, y atacó a Amalec; mientras Moisés, Aarón y Jur subían a la cima del monte. 
            Mientras Moisés tenía en alto la mano, vencía Israel; mientras la tenía baja, vencía Amalec. Y, como le pesaban las manos, sus compañeros cogieron una piedra y se la pusieron debajo, para que se sentase; mientras Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a cada lado. 
            Así sostuvo en alto las manos hasta la puesta del sol. 
            Josué derrotó a Amalec y a su tropa, a filo de espada. 

Palabra de Dios.   

REFLEXIÓN 

 “SER PUENTE E INTERCESOR”  

            La imagen de Moisés con los brazos levantados en actitud de oración y la de Josué luchando contra los amalecitas y venciéndolos, nos muestra dos signos muy claros: hay batallas que se vencen no con la fuerza de las armas y el poder, sino con la fuerza de Dios: Amalec representa la fuerza del mal contra la debilidad de Israel, que no tiene más fuerza ni apoyo que  la de Dios.

            Por otro lado, es la imagen del dirigente del pueblo que no se enaltece, sino que conectado con su pueblo, se convierte en intercesor, en puente y en apoyo para la fidelidad de su pueblo.

            Cuando Moisés baja los brazos, el pueblo retrocede: cuando el dirigente se olvida de su misión y de su puesto, el pueblo se pierde.

            En los momentos actuales que vivimos, estos signos tienen una resonancia especial, tanto para el pueblo como para los dirigentes: cuando uno se desconecta del pueblo y busca sus intereses y el poder y cuando el otro pierde la confianza en sus dirigentes y ambos  otro abandonan el camino de la verdad, de la justicia y de la paz y se impone el atropello y la indefensión, al final se establece  el “sálvese quien pueda” y el fracaso es estrepitoso e inminente. El pueblo sigue pidiendo a Dios y esperando: ¿Cuándo se van a dar cuenta los dirigentes de este extravío al que nos están llevando?
 

Salmo responsorial Sal 120, 1‑2. 3‑4.  5‑6.  7‑8 (R.: 2)


R El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. 

Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra. R.
R El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. 

 No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa el guardián de Israel. R. 
R El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. 

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
 de día el sol no te hará daño,
 ni la luna de noche. R.
R El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. 

El Señor te guarda de todo mal, el guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
 ahora y por siempre. R.
R El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. 
 

SEGUNDA LECTURA  


Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo     3, 14 ‑ 4,2
El hombre de Dios estará perfectamente equipado para toda obra buena

Querido hermano: 
            Permanece en lo que has aprendido y se te ha confiado, sabiendo de quién lo aprendiste y que desde niño conoces la sagrada Escritura; ella puede darte la sabiduría que, por la fe en Cristo Jesús, conduce a la salvación. 
            Toda Escritura inspirada por Dios es también útil para enseñar, para reprender, para corregir, para educar en la virtud; así el hombre de Dios estará perfectamente equipado para toda obra buena. 
            Ante Dios y ante Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y muertos, te conjuro por su venida en majestad: proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, reprocha, exhorta, con toda paciencia y deseo de instruir. 
Palabra de Dios.   

REFLEXIÓN 

“MANTENER LA FIDELIDAD A LA PALABRA”  

            Pablo escribe a Timoteo aconsejándole los principios que debe tener en cuenta a la hora de enfrentarse a aquellos que asoman haciendo interpretaciones sesgadas e interesadas de la doctrina: el recurso a la Palabra de Dios que se ha transmitido es la clave y la garantía de verdad y autenticidad; por eso, esta palabra debe ser mantenida intacta, de esa manera todos nos mantendremos en la unidad de la VERDAD, de lo contrario, cada uno sacará sus conclusiones y defenderá “su” verdad.

            Para S. Pablo, como para S. Pedro y los demás apóstoles, el aceptar y confesar que la Palabra ha sido revelada, esto le da toda la autoridad para “enseñar, persuadir, reprender y educar en la rectitud” Es la VERDAD que se convierte en luz que se proyecta sobre toda realidad y forma de actuar en la vida; será el referente al que necesariamente hay que acudir.

            La actitud y los razonamientos de los charlatanes y “entendidos” de turno, no es más que un engaño, porque defienden intereses particulares.

            Pablo ruega con tristeza y pasión a Timoteo que no caiga en la tentación de “tergiversar” o “apañar” la verdad, acomodándola a ningún interés, pues eso destruye a la iglesia.

            Para él, el mantener esta postura de coherencia y lealtad a la iglesia, le va a costar la vida.

            Es necesario que, esta exhortación que Pablo hace a Timoteo, sea escuchada hoy en el seno de la iglesia y los cristianos dejemos de mirar nuestros intereses y gustos particulares, para mirar todos a Jesucristo y al evangelio que nos dejó como la luz que nos alumbra en nuestro camino.
 

Aleluya Hb 4, 12
La palabra de Dios es viva y eficaz; juzga los deseos e intenciones del corazón. 

 EVANGELIO  

Lectura del santo evangelio según san Lucas 18, 1‑8
Dios hará justicia a sus elegidos que le gritan

 En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola:
-“Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres.
En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle:
“Hazme justicia frente a mi adversario.”
Por algún tiempo se negó, pero después se dijo:
“Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara.”
Y el Señor añadió:
-“Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?”
Palabra del Señor.
 

REFLEXIÓN

LA ORACIÓN DE LOS  “SIN VOZ”   

 Es una delicia poder leer a S. Juan de la Cruz, a Sta. Teresa, a los grandes contemplativos que fueron capaces de entrar en el mundo de la relación con Dios a unos niveles espirituales impresionantes.

Me siento sobrecogido cada vez que visito un monasterio de carmelitas, clarisas o trapenses a quienes profeso un cariño especial y me emociona ver tantos escritos de gente maravillosa que ha sido capaz de traspasar los umbrales de la materia y de la mentalidad pragmática e introducirse en el mundo de la contemplación directa de Dios.

Confieso que me estremece hablar del tema, pero hay otra contemplación de la que no se escriben libros, de la que nadie habla , pues no estremece a nadie, sino que se considera como algo normal y, hasta una obligación que no hay por qué ensalzar, por lo tanto, más bien  retrae y mucha gente menosprecia, pero que yo estoy seguro que para Dios, está a la misma altura que lo puede estar cualquier maestro inminente de oración.

Estoy pensando en gente muy cercana que en su vida solo tuvo  sufrimiento, trabajo duro para sacar su hogar adelante, tener que aguantar una mentalidad que la sometía a una verdadera esclavitud, ser capaz de sublimar su situación y encontrarle sentido a lo que hace; pasar su vida entera cuidando enfermos, sin un solo día de descanso, llegar a sus últimos momentos sin otro incentivo ni reconocimiento que la tranquilidad de “haber  hecho lo que le enseñaron y querer a su familia con toda su alma”.

Esa gente que no tiene otra arma de defensa  y de apoyo que un rosario, un libro manoseado de los evangelios y que confiesa que su única pasión es su familia, la Virgen y Jesucristo. No ha tenido otra distracción, otro incentivo en su vida, ni se le han dado posibilidades de otra cosa; no ha hecho en su vida más que sufrir, trabajar, servir y orar.

De esta espiritualidad nadie habla, yo no he encontrado ningún tratado, no es valorada por nadie, no aparece por ningún sitio… pero es la espiritualidad de los sencillos, de la inmensa mayoría; esta  fue la espiritualidad e la Virgen María, de S. José y de miles y millones de personas que viven en el completo anonimato y que jamás exigen el más mínimo reconocimiento.

Es la oración ininterrumpida de los sencillos, de los sin voz, de los desahuciados por la medicina y que viven en las manos de Dios, crucificados en una cama,  mientras mucha gente se pregunta y piensa: “¿qué hacen aquí?. Con esa calidad de vida es preferible morir”. Ese mundo vivido por tanta gente, es tan desconocido como el mundo de los grandes místicos y ascetas, pero tan cercano y entrañable para Dios como el de éstos. Y tan necesario que sin él no sería posible la vida para un montón de gente

Tristemente para la iglesia y para el mundo, hay dimensiones que pasan completamente desapercibidas y no se las valora, porque no están protegidas por un sueldo que pueda computar en los controles de hacienda, pero, por otro lado, es lindo que sea así porque, lo mismo que en el cuerpo, hay un montón de órganos que jamás llegan a saberse que están ahí, pero gracias a que funcionan así, el cuerpo sigue caminando.