DOMINGO QUNTO DE PASCUA

PRIMERA LECTURA

 
 Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 9, 26‑31
Les contó cómo había visto al Señor en el camino
 
            En aquellos días, llegado Pablo a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos, pero todos le tenían miedo, porque no se fiaban  de que fuera realmente discípulo. Entonces Bernabé se lo presentó a los apóstoles.
            Saulo les contó cómo había visto al Señor en el camino, lo que le había dicho y cómo en Damasco había predicado públicamente el nombre de Jesús.
            Saulo se quedó con ellos y se movía libremente en Jerusalén, predicando públicamente el nombre del Señor. Hablaba y discutía también con los judíos de lengua griega, que se propusieron suprimirlo. Al enterarse los hermanos, lo bajaron a Cesarea y lo enviaron a Tarso.
            La Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaria. Se iba construyendo y progresaba en la fidelidad al Señor, y se multiplicaba, animada por el Espíritu Santo.
Palabra de Dios.
 
 
REFLEXIÓN
 
EL ESPIRITU SANTO TRANSFORMA 
 
            Entre las muchas cosas que ocurren y que dejan fuera de juego a los primeros cristianos, son los cambios que muchas personas dan en su vida ante el encuentro con Jesús; una de ellas es el acontecimiento de Pablo que pocos días antes había sido un celoso judío, perseguidor rabioso de la iglesia: estando en su afán de limpiar todo rastro de Jesús, creyendo que hacía un bien a su religión y a su pueblo. Cristo le sale al encuentro y Pablo termina derrotado y puesto al servicio de Cristo, pero ahora le espera algo tremendamente difícil: tendrá que destruir la imagen de judío piadoso cumplidor de la ley y la de destructor de la iglesia para convertirse en un impulsor de ella y en un testigo y seguidor de quien perseguía y odiaba.
            Ahora son los cristianos los que no se fían de él y los judíos los que lo odian y se rebelan contra él acusándolo de traidor. Ante esta situación, a Pablo no le queda más remedio que dejarse en manos de Dios y que sea el Espíritu Santo quien le guie, le fortalezca y le ilumine, pues la situación que se le presenta supera todas sus fuerzas y posibilidades.
            El Espíritu Santo, Cristo resucitado, tiene que ir tocando el corazón de unos y otros para que se destruya la aversión que Pablo ha creado en torno a si, por un lado y por otro y, no solo eso, sino que el mismo cambio tan radical que Pablo ha tenido que dar, lo tiene que hacer también la gente que lo rodea y todo esto va a ser el argumento mayor que tiene para su testimonio.
            Pero el mismo convencimiento con que habla de Jesús hace que los judíos se indignen contra él y son los mismos cristianos de Jerusalén a los que ha perseguido, los que ahora tienen que defenderlo y cuidar de él para que no le quiten la vida.
            En el momento actual que vivimos, estamos viendo que algo parecido a todo el proceso de Pablo es el que tiene que darse dentro de la iglesia: llevamos mucho tiempo encastillados en una situación que desdice del mensaje que Cristo nos dejó y hemos de dejar que el Espíritu santo tome cartas en el asunto para que la luz entre en ambas partes: la iglesia y el mundo al que ha de servir la buena noticia.
 
 
Salmo responsorial Sal 21, 26b‑27. 28 y 30. 31‑32    (R/.: 26a)
 
R/. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea.
Cumpliré mis votos delante de sus fieles.
Los desvalidos comerán hasta saciarse,
alabarán al Señor los que lo buscan:
viva su corazón por siempre. R/.
R/. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea.
 
Lo recordarán y volverán al Señor
hasta de los confines del orbe;
en su presencia se postrarán las familias de los pueblos.
Ante él se postrarán las cenizas de la tumba,
ante él se inclinarán los que bajan al polvo. R/.
R/. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea.
 
Me hará vivir para él,
mi descendencia le servirá,
hablarán del Señor a la generación futura,
contarán su justicia al pueblo que ha de nacer:
todo lo que hizo el Señor. R/.
R/. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea.
 
 
SEGUNDA LECTURA
 
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 3, 18‑24
Éste es su mandamiento: que creamos y que amemos

            Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras.
            En esto conoceremos que somos de la verdad y tranquilizaremos nuestra conciencia ante él, en caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo.
            Queridos, si la conciencia no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios. Y cuanto pidamos lo recibimos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada.
            Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó.
            Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio.
Palabra de Dios.
 


REFLEXIÓN 


OBRAS SON AMORES   


            Juan se plantea el hecho que ha ocurrido y que nos ha cambiado por entero: Cristo ha resucitado y su Espíritu ha venido sobre nosotros. Si el Espíritu del Señor vive en nosotros, no nos queda más remedio que ser testigos de su presencia que es amor y, por eso pide que seamos coherentes con la realidad nueva que vivimos: “no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras. En esto sabemos que somos de la verdad”; esto es lo que nos va a dejar tranquilos y, ante cualquier problema, nuestra conciencia será el árbitro de nuestra vida.


            Una vivida en amor y solidaridad, nunca nos equivocará, pues es el único camino seguro que conduce directamente a Dios, pues quien vive así, no hace daño jamás, sino que, por el contrario, va haciendo el bien y esto es  lo único que atestigua con seguridad que Dios habita en nosotros; es la prueba evidente que el mismo Jesús daba a los apóstoles: “El árbol se conoce por sus frutos”; por eso, a la hora de evaluarnos el mundo, lo va a hacer no por los sentimientos que hayamos tenido, eso pertenece a nuestra conciencia, ni por los razonamientos que hayamos expresado, que pertenecerá a nuestra ideología, sino por los frutos concretos que hayamos dado. Ya la sabiduría popular lo ha codificado como un refrán: “Obras son amores y no buenas razones”
 


Aleluya Jn 15, 4. 5b
Permaneced en mí, y yo en vosotros
-dice el Señor-; el que permanece en mí da fruto abundante. 
 


EVANGELIO 


Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 1‑8
El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-“Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador.
A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros,
si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada.
Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.”
Palabra del Señor.


 


REFLEXIÓN 


LA VID Y LA HIGUERA     


S. Juan coge  símbolos que todo el mundo entiende y que están relacionados con el pueblo de Israel: Su lenguaje tiene un eco  que todos escuchan clarísimamente con un acento muy marcado y un sabor a los profetas; concretamente coge el tema de la vid y las uvas que, de la misma manera que la higuera y los higos, son un signo que emplean todos los profetas para referirse al pueblo de Israel: (Os.10; Jr.24,1-10)


Ambas imágenes de la higuera y de la vid, los profetas las refieren al pueblo y a sus gobernantes que han roto la fidelidad a Dios y el fruto que están dando no es el que se esperaba: el amor a Dios y el amor al prójimo hecho carne en la práctica de la justicia con los pobres (Is. 5,7). Sin embargo, los frutos que el pueblo está dando, con sus dirigentes a la cabeza, son contrarios: se han corrompido, a pesar de que se vanaglorian de sus leyes (Jr. 8, 4-13)


            Es interesante el lamento del profeta Miq. (7,1 ss) al ver que no encuentra justos en su pueblo y todos se han corrompido.


            Jesús utiliza estas imágenes para decir al pueblo y a todos los creyentes que será imposible dar frutos si es que nos separamos de Él y nos apoyamos en nosotros mismos o en nuestras instituciones nacidas  bajo otros principios u objetivos: “Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca;”, en ellos será imposible encontrar la vida  o la salvación, es decir: tanto el templo, como la ley, como las instituciones han dejado de ser referente de salvación y de la presencia de Dios.


            Ya no hay otra vid más que Dios Padre, ni otros sarmientos más que la nueva humanidad que ha nacido de la resurrección de Cristo, ni hay otro alimento que el que ha bajado del cielo que es el único que sostiene y da la vida eterna.


            El sarmiento que no permanece unido a la vid no puede dar fruto y lo único que hace es estorbar, por eso el Padre, que cuida su vid, lo corta, para que los demás se fortalezcan, pues molesta al conjunto: cualquiera puede pensar que Dios excluye y no es eso, sino que está certificando que la postura en libertad que cada uno toma en su vida, es respetuoso con ella y deja libertad de dejar de producir los frutos; esa postura que tomamos  nos está separando ya del resto de la vid, pues ni producimos fruto ni el alimento que comemos nos sirve para nada, y tampoco dejamos que los demás produzcan, por eso, el sarmiento que toma esa decisión se convierte más bien en un elemento destructor, de muerte que hay que separar del resto.


 


 

DOMINGO CUARTO DE PASCUA -B-


PRIMERA LECTURA
 
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 4, 8‑12
Ningún otro puede salvar
 En aquellos días, Pedro, lleno de Espíritu Santo, dijo:
-“Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; pues, quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el nombre de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre, se presenta éste sano ante vosotros.
Jesús es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular; ningún otro puede salvar; bajo el cielo, no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos.”
Palabra de Dios.
 
REFLEXIÓN
 
CRISTO, PIEDRA ANGULAR  
 
            Ya en el pasaje anterior, veíamos a Pedro que tranquilizaba a la población indicándoles que el fallo que habían cometido fue un grave error producido por la ignorancia y mataron a Jesús que había sido aprobado por Dios y ellos lo cambiaron por un terrorista.
            Ahora están viendo lo que sigue ocurriendo: no son ellos los que están haciendo estos signos que ven, sino el mismo Cristo a quien ellos pidieron que se crucificase; Ese a quien ellos desecharon, Dios lo ha puesto como piedra angular en la que se sostiene todo el edificio (el plan de salvación de Dios) y nadie más puede sustituirlo.
            Ante esta realidad que todos están viendo, ante la que los mismos apóstoles se sienten atónitos, ellos no son sino meros instrumentos y testigos de lo que ocurre; las autoridades del templo se sienten de nuevo agredidas, pues se les mueve el piso y mandan arrestar a los apóstoles e interrogarles ante el tribunal para que den razón de lo que está ocurriendo, a lo que Pedro responde lleno del Espíritu Santo, dando testimonio de lo que él ha vivido, cosa que nadie puede refutar:
                        1º-Lo que han hecho ha sido en el nombre de Jesús, no es cosa de ellos, pues ellos mismos están asombrados
                        2º-El NAZARENO que ellos han condenado y han crucificado, Dios lo ha resucitado, dejando al descubierto su equivocación: la curación del enfermo que acaba de darse es la prueba evidente de que sigue vivo y operante
                        3º-Cristo resucitado se ha convertido en piedra angular de todo y en único salvador, tal como atestiguan las escrituras y vosotros, los constructores (poderes judíos y romanos) habéis cometido el error de desechar la verdadera piedra angular, sin la cual no se puede sostener el edificio; esa piedra que vosotros habéis despreciado, considerándola un peligro para el pueblo, Dios la ha establecido como el único salvador, por encima de todas las leyes, el templo y las tradiciones
 
 
Salmo responsorial  Sal 117, 1 y 8‑9. 21‑23. 26 y 28‑29       (R/.: 22)
 
R/. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.
 
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los jefes. R/.
R/. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.
 


Te doy gracias porque me escuchaste

y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos

es ahora la piedra angular.

Es el Señor quien lo la hecho,

ha sido un milagro patente. R/.

R/. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.

 

Bendito el que viene en nombre del Señor,

os bendecimos desde la casa del Señor.

Tu eres mi Dios, te doy gracias;

Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,

porque es eterna su misericordia. R/.

R/. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.

 

 

SEGUNDA LECTURA 

 

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 3, 1‑2

Veremos a Dios tal cual es 

            Queridos hermanos:

            Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él.

            Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.

Palabra de Dios.

 

 

REFLEXIÓN

 

EL GRAN REGALO DE DIOS 

 

            Juan quiere dejar bien claro algo que ha sido la obra suprema resultante de todo lo que ha hecho Cristo: nos ha conseguido un cambio radical de situación: de estar alejados como enemigos de Dios, hemos pasado a estar en la cercanía por ser HIJOS DE DIOS, con todos los derechos y deberes de un hijo y todo, por pura iniciativa y deseo de Dios.

            Nuestra vida, nuestra realidad, han cambiado radicalmente: de tener el horizonte cerrado y estar todo abocado al caos y a la muerte, hemos pasado a tener un horizonte abierto al triunfo y a la plenitud  del amor, de la justicia, de la verdad, de la paz y de la libertad; esto ha sido conseguido a través de la pasión, muerte y resurrección de Jesús.         El hombre ha sido elevado a la dignidad de HIJO de Dios.

            Si era difícil y costoso aceptar y asumir el hecho de la resurrección, no menos difícil es aceptar esta otra realidad, cuando estamos mediatizados por tantos obstáculos y realidades que pretenden y luchan por suplantar a Dios y es por lo que nos encontramos con tanta frecuencia a gente que no valora este  regalo y hasta la desprecia; para la gente tiene más fuerza ver que con el dinero puedes adquirirlo todo, desde el poder hasta la fama y entonces le es más fácil asignarle al dinero el poder de darle también al hombre la dignidad, aunque vea que el dinero es excluyente, pues a quien no tiene nada lo deja siempre en la miseria. Por eso, Juan hace una llamada urgente a la comunidad  para recuperar el “conocimiento de la fe” que consiste en mirar la vida desde la dimensión nueva que nos ha traído Jesús.

  

 

Aleluya Jn 10, 14

Yo soy el buen Pastor

-dice el Señor-,

conozco a mis ovejas, y las mías me conocen.

 

 

EVANGELIO

 

Lectura del santo evangelio según san Juan 10, 11‑18

El buen pastor da la vida por las ovejas

 En aquel tiempo, dijo Jesús:

-“Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.

Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.

Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.

Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre.”

Palabra del Señor.

 

 

REFLEXIÓN

 

JESÚS, MODELO DE PASTOR   

 

La imagen que presenta S. Juan acoplándosela a Jesús tiene unas resonancias ancladas en la cultura oriental: en el antiguo Egipto se representaban a los reyes como pastores, con los atributos del cayado y el espantamoscas y, en todo el arte de Mesopotamia  se representa al rey como el pastor llevando el cordero sobre sus espaldas; también en el A.T se encuentra la imagen con una actualidad impresionante: David se le identifica con la figura del pastor, a los príncipes del pueblo se les compara con los pastores del rebaño y la imagen es utilizada por los profetas, basta recordar a Ezequiel cuando denuncia que se están engordando con las ovejas en lugar de cuidarlas (Ez.34,1-10.12)

            Haciendo uso de estas imágenes, Juan presenta a Jesús como el Buen Pastor, aunque para ser más exactos, lo presenta como el modelo de Pastor que ama a sus ovejas y da la vida por ellas, poniéndolo en contraste con los pastores que se presentan, dispuestos a vivir a costa de las ovejas siendo capaces de abandonarlas y dejarlas a la deriva con tal de defender sus intereses y no los del rebaño.

            Juan presenta a Jesús con una relación directa e íntima con cada una de las ovejas de su rebaño, pues las considera suyas, las conoce y las ama, de ahí que las ovejas también  lo conocen y escuchan su voz,  porque las ovejas también tienen una relación constante con él, pues experimentan a diario el cariño que les tiene, su apoyo, su acogida, su comprensión… y esto es vital para sus ovejas; el asalariado  no hace nada de esto, no las siente suyas, el vive y actúa por el dinero, defiende sus intereses y vive al margen de las ovejas.

            Jesús denuncia la realidad que está viviendo su pueblo, al que han entrado otros pastores y se han arrogado el título de pastor, cuando lo que están haciendo es explotando las ovejas, robándolas y utilizando la violencia para coger puestos de poder para someter al pueblo y llevarlo a la miseria; Jesús se remite a las denuncias que constantemente se han venido hasciendo a través de los siglos por parte de todos los profetas cf. Jr 2,8; 23,1-4; Ez 34,2-10; Zac 11,4-17). Estos pastores son los que han convertido el templo en cueva de ladrones (Jn 2,16).         

            Jesús habla también de otras ovejas que no son el pueblo de Israel y que están llamadas a gozar del amor y el consuelo del PASTOR, su Padre del cielo lleno de misericordia; estas ovejas están llamadas a gozar también de esa nueva realidad que él ha traído

 

 

 

DOMINGO TERCERO DE PASCUA -B-


PRIMERA LECTURA
 
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles      3, 13‑15. 17‑19
Matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos
 
            En aquellos días, Pedro dijo a la gente:
            -“El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y rechazasteis ante Pilato, cuando había decidido soltarlo.
            Rechazasteis al santo, al justo, y pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos.


            Sin embargo, hermanos, sé que lo hicisteis por ignorancia, y vuestras autoridades lo mismo; pero Dios cumplió de esta manera lo que había dicho por los profetas, que su Mesías tenía que padecer.
            Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados.”
Palabra de Dios.
 
 
REFLEXIÓN
 
JESÚS, SIGNO VIVO DEL REINO  
 
            El pasaje nos presenta a Pedro dando testimonio de Jesús frente a un hecho que ha ocurrido con un enfermo tullido de nacimiento que ha recuperado su salud y ahora anda tranquilamente; según la ley y la tradición Judía, un enfermo es una persona castigada por Dios, por tanto, un excluido de la sociedad y de la vida.
            El nombre de Jesús ha hecho que este hombre se levante y recupere su salud y su dignidad. Pedro aprovecha la oportunidad para hacer ver a la gente que Jesús ha inaugurado un orden nuevo y estos signos que están viendo no son más que manifestaciones de la nueva realidad del reino que está entre nosotros y que hace que el hombre haya dejado de estar a merced de la ley y las tradiciones y haya recuperado su dignidad y grandeza, la misma que había tenido dentro del proyecto de Dios desde el momento de su creación a imagen y semejanza de Dios.
            Esta acción solo ha podido ser posible por la intervención de Jesucristo a quien ellos han despreciado y han asesinado, pero Dios lo ha aprobado, le ha dado la razón y lo ha constituido como Mesías, Señor y Salvador y solo en Él encuentra el hombre razón de su existencia y de su regeneración.
Pedro se enfrenta al pueblo y les echa en cara el error que han cometido, pero ante la actitud que les ve, les tranquiliza diciendo que lo que han hecho es debido a la ignorancia, pero eso no les exime de la obligación de salir de ella y aceptar la verdad que se ha revelado en Jesús a quien deben acoger como única alternativa de salvación.
            En ningún momento guarda odio, rencor o resentimiento, sino que más bien les ofrece el perdón y la reconciliación, para que puedan recibir la misericordia del Padre que  Cristo ha traído
 
 
Salmo responsorial Sal 4, 2. 7. 9       (R/.: cf. 7)
R/. Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor.
 
Escúchame cuando te invoco,
Dios, defensor mío;
tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y escucha mi oración. R/.
R/. Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor.

Hay muchos que dicen:
“¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?” R/.
R/. Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor.

En paz me acuesto
y en seguida me duermo,
porque tú solo, Señor,
me haces vivir tranquilo. R/.
R/. Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor.
 
SEGUNDA LECTURA
 
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 2, 1‑5
Él es victima de propiciación por nuestros pecados y también por los del mundo entero
 
            Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis.
            Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo.
Él es victima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.
            En esto sabemos que lo conocemos: en que guardamos sus mandamientos.
Quien dice: “Yo lo conozco”, y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él.
            Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él.
Palabra de Dios.
 
 
REFLEXIÓN
 
SER COHERENTES  
 
         S. Juan proclama que la luz ha roto las tinieblas: la torpeza y la cerrazón en las que el ser humano se había encerrado, han sido rotas por Jesús resucitado que ha metido la luz en la oscuridad de la vida en la que el hombre había entrado.
            Es el momento de dejarse llenar por la luz y no sumirse en las tinieblas; Cristo nos ha hecho conocer a Dios, ya no andamos buscándolo a ciegas, nos ha sido mostrado en su esplendor; ahora cada uno de nosotros nos convertimos en luz que resplandece para el mundo; la forma de hacerlo es guardando los mandatos que el Señor ha dado: no podemos olvidar el mandato que nos dejó como carnet de identidad: “amaos como yo os he amado… y en esto conocerán que sois de los míos” Por tanto, el que dice: “Yo le conozco, pero no guarda sus mandatos, es un mentiroso y la verdad no está en él”.
El mundo en el que vivimos está lleno de dificultades que constantemente nos empujan a la infidelidad y al olvido del compromiso y a la separación de Dios; S. Juan es consciente de esta realidad y, por eso, se dirige a la comunidad para decirle que Dios no es el policía que va llevando en cuenta las veces que caen los que quieren seguir a Jesús, sino que, más bien, comprende la dificultad y su misericordia está por encima de nuestra debilidad y de las dificultades del camino; por eso, invita a poner como programa de vida el vivir de acuerdo a esa llamada que tenemos a vivir en santidad. Nuestras caídas no son motivo de rechazo por parte de Dios, sino motivo para su amor y, para nosotros, acicate para una superación constante. 
 
Aleluya cf. Lc 24, 32
 
Señor Jesús, explícanos las Escrituras;
Haz que arda nuestro corazón mientras nos hablas.
 
 
EVANGELIO
 
 Lectura del santo evangelio según san Lucas 24, 35‑48
Así estaba escrito: el Mesías padecerá y resucitará de entre los muertos al tercer día

En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.
Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice:

- “Paz a vosotros.”

Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo:

- “¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.”

Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:

- “¿Tenéis ahí algo que comer?”

Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo:

- “Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse.”

Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió:

- “Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto.”

Palabra del Señor.

 

 

REFLEXIÓN



EL ENCUENTRO CON JESÚS TRANSFORMA  

 

Son típicas estas escenas post-pascuales: los apóstoles han quedado desconcertados, les cuesta aceptar lo que han vivido; humanamente es un fracaso que no se puede tolerar y espiritualmente una decepción insoportable.

El tema de los encuentros es siempre el mismo: la esperanza que tenían se ha venido abajo y ahora cada uno dice una cosa, pero nadie se fía ya de nada de lo que van contando los demás hasta que cada uno experimenta en su vida el encuentro con Jesús que lo transforma.

En la escena que nos narra hoy el evangelio están presentes los discípulos de Emaús que han vuelto a la comunidad a anunciar lo que les ha ocurrido a ellos, cómo les fue abriendo los ojos para que encajaran el hecho.

Estando en este ambiente, se presenta Jesús cuando están hablando de Él y se asustan, incluso llegan a creer que es un fantasma; lo que han vivido los tiene desconcertados y no logran estar en condiciones de ver otra cosa, ni interpretar los acontecimientos, sino desde el ángulo del fracaso.

Hay algo que es interesante: de Jesús no se puede hablar como de algo que ocurrió y quedó para el recuerdo: pronunciar su nombre estremece; Jesús no es tema para una conversación intranscendente, sino que, cuando se pronuncia, se hace real y no deja indiferentes, siempre invita a tomar una postura y siempre hay gente que se pone a favor o en contra.

Precisamente este aspecto es una de las graves obligaciones de la iglesia y de todo cristiano que cree en Jesús resucitado: no podemos quedar indiferentes y, menos aún, mezclar a Jesús con asuntos sucios,  pues la verdad no puede estar mezclada con la mentira, como la paz no se puede casar con la guerra o con el odio, ni la justicia con el atropello y la discriminación… Este es uno de los pecados en el que con mucha frecuencia caemos todos, pues intentamos contemporizar y en nombre de Dios y de Jesús justificamos hasta crímenes, como los que estamos padeciendo en estos momentos o los que se hicieron en otras épocas de la historia.

Todo esto han de ir entendiéndolo los discípulos y también nosotros tendremos que ir encajándolo hasta en nuestros días, pues el acontecimiento de la resurrección no solo afecta a Jesús, sino a todos los que creemos en Él, pues eso va a llevar consigo el asumir todas las consecuencia que comporta la resurrección, como es el ser testigos de ella empezando por la transformación que ha de producir en cada uno de los creyentes, ya que el acontecimiento de la resurrección es fundamentalmente transformante para todo aquel que se deja tocar por Jesús: su vida cambia radicalmente y esto no es algo accidental o superficial

Esto no acaba de tenerse muy claro y, de hecho estamos viendo  que nuestras comunidades sostienen y confiesan que Cristo ha resucitado y creen en  Él, pero sus vidas no han cambiado en nada, ni tienen perspectivas de que cambien, con lo cual el hecho de la resurrección lo estamos anulando por completo y una comunidad que no está fundamentada en la resurrección de Cristo es un “Club de ocio y recreo”, por llamarle de alguna manera, porque de cristiana no tiene nada.

 

DOMINGO SEGUNDO DE PASCUA -B-


 
PRIMERA LECTURA
 
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 4, 32‑35
Todos pensaban y sentían lo mismo
            En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía.
            Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor.
            Y Dios los miraba a todos con mucho agrado. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles; luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno.
Palabra de Dios.
 
 
REFLEXIÓN
 
EL IDEAL DE LA COMUNIDAD CRISTIANA 
 
            El texto del libro de los hechos presenta un resumen del ideal de la vida cristiana, pero es interesante  que centremos la atención en algo que ya el mismo Lucas hace notar y que lo coloca como eje y centro de toda la vivencia del cristianismo: LA UNIDAD: unidad de pensamiento, unidad de sentimientos, unidad de acción: “pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común”…
            Es decir: el mandato que Jesús les había dejado de “Amarse como Él los había amado” no es una idea que se queda solo en unas palabras muy bonitas, sino que tiene unas consecuencias que llevan a no llamar “suyo propio” nada de lo que tenía. Esto es imposible mantenerlo si es que no hay un referente común y una experiencia de vida y de encuentro común que solo la puede dar Jesús; esto es lo que hará que todo el mundo los reconozca y los identifique como de los suyos.
            Hay también algo en común en la primera comunidad que es la base y la fuerza para el grupo  que, además se convierte en el gran tesoro de la iglesia, pues eso les da consistencia y seguridad: todos han vivido la experiencia de oír, ver, tocar y “ESTAR” físicamente al lado   de Jesús que les va a ayudar a superar cualquier momento de duda y a dar unidad a todo lo que dicen en referencia a Jesús: lo que dicen es el testimonio de lo que han vivido y ha sido contrastado por todos.
            Con esta vivencia en la fe, se dan cuenta cómo queda superada la ley antigua que imponía la solidaridad (Dt.15,4) “No habrá ningún necesitado entre vosotros” mientras que aquí el amor hace que se convierta en signo de identificación.
            Sin embargo, todo esto que se desprende de la experiencia de encuentro con Cristo resucitado es incomprensible ver cómo hemos podido cambiarlo tanto que hoy es posible seguir diciendo que somos creyentes y seguidores, mientras que en nuestra vida la división, la desconfianza, la cerrazón al amor de los demás, la insolidaridad… se sostienen como bandera de tal forma que, entre esa iglesia que nace de la fe en Jesús resucitado, hoy no se sabe ni de donde ha nacido ni a quién tiene como referente.
 
 
Salmo responsorial Sal 117, 2‑4. 16ab‑18.  22‑24       (R/.: 1)
 
R/. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
 
Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón: eterna en su misericordia.
Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia. R/.
R/. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa.
No he de morir,
viviré para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte. R/.
R/. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R/.
R/. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
 
 
SEGUNDA LECTURA
 
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 5, 1‑6
Todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo
            Queridos hermanos: Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama a Dios que da el ser, ama también al que ha nacido de él.
            En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos.
            Pues en esto consiste el amor a Dios: en que guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo.
            Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe. )Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
            Éste es el que vino con agua y con sangre: Jesucristo. No sólo con agua, sino con agua y con sangre; y el Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.
                Palabra del Señor.
 
REFLEXIÓN
 
LA FE Y LA CARIDAD  
            Para Juan hay cosas que están íntimamente unidas, de tal forma que una es manifestación o signo de identificación de la otra: FE y CARIDAD no pueden darse la una sin la otra (suena como un eco aquello de: “quien dice que ama a Dios a quien no ve y desprecia a su hermano a quien ve es un mentiroso” (1ª Jn 3,23; 4,11-20). Una fe sin caridad es una mentira hacia los demás y un engaño hacia sí mismo; una caridad sin fe, es un gesto que puede tener muchas lecturas: desde  el chantaje hasta la filantropía.
            Otra de las grandes verdades que Juan no puede dejar a un lado, como si fuera algo accidental, es la realidad que vive: el que cree en Cristo es que ha nacido de Dios  y el que ha nacido de Dios no puede dejar de dar lo que ha recibido; en consecuencia, el que no lo da, es que no tiene fe, ni tiene que ver nada con Dios. Ésta es precisamente la puesta en práctica de la fe: la misma fe y la misma fuerza que nos hace hijos de Dios, nos hace al mismo tiempo hermanos de los demás y una cosa lleva irremediablemente a la otra: yo no puedo amar a Dios y odiar a mis hermanos, ni al contrario.
            Puede ocurrir un problema y es que esta realidad no la “sintamos” y al no tener una experiencia “sensible” de ella, la demos por algo superfluo o sin valor, pero eso es un error, pues aunque no esté marcada por el hecho natural de la sangre, o percibida por los sentidos, tiene la misma fuerza y realidad al estar marcada por el sello del espíritu y su valor no depende del sentimiento, sino de la fuerza del espíritu; su valor y realidad no depende de lo que nosotros sintamos ni de lo que nosotros pensemos, sino que tiene valor por sí misma: el amor de una madre puede, incluso, que el hijo lo perciba hasta de forma negativa, pero no por eso dejar de ser y de tener su grandeza.
 
 
Aleluya Jn 20, 29
 
Porque me has visto, Tomás, has creído,
-dice el Señor-.
Dichosos los que crean sin haber visto.
 
EVANGELIO 


Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 19‑31
A los ocho días, llegó Jesús

            Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:

-*Paz a vosotros.+

            Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:

-*Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.+

            Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:

-*Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidas.+

            Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:

-*Hemos visto al Señor.+

            Pero él les contestó:

-*Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.+

A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llego Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:

-*Paz a vosotros.+

            Luego dijo a Tomás:

-*Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.+

            Contestó Tomás:

-*(Señor mío y Dios mío!+

            Jesús le dijo:

*)Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.+

Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

Palabra del Señor.

  

REFLEXIÓN

 

LA FE NO ES EL RESULTADO DE LA EVIDENCIA 

 

Al morir Jesús de la manera como ocurrió, la comunidad de discípulos con los apóstoles quedan hundidos y el miedo les asalta, pues esperan la misma suerte para todos los que han seguido a Jesús, ya que las autoridades judías no se van a quedar tranquilas mientras no erradiquen todo rastro de Jesús a quien han tenido como una pesadilla.

            Esa primera comunidad siente en sus carnes la misma experiencia de miedo y opresión que el antiguo pueblo de Israel en Egipto, cuando el Faraón lo perseguía y el pueblo se ventiló en aquella noche su liberación (Ex 12,42; Dt. 16,1). La noticia que les da María Magdalena les reconforta un poco, pero es necesario que sientan en su interior la experiencia de Jesús resucitado para que les cambie por entero su situación de miedo y de inseguridad. Este cambio se da el momento en que Jesús entra en sus vidas y se convierte en el centro de la comunidad.

            El saludo de Jesús les devuelve la alegría, la paz y la seguridad y el miedo que tienen a lo que les puedan hacer los judíos, se vuelve valentía y arrojo para hacer frente a las dificultades: lo que han vivido, lo que le han visto y han escuchado a Jesús no puede haber nadie que se lo quite y ellos tienen la certeza de que Jesús no los ha abandonado; aquellas palabras que les dijo que: “su tristeza se convertiría en alegría” lo están experimentando ya; esta es la nueva “Pascua” en la que Jesús les ha dado su Espíritu que les fortalece para enfrentarse con el mundo y realizar la misión que se les ha encomendado:  ser testigos del amor de Dios hecho perdón de los pecados y liberación del mal que le afecta al mundo.

            No obstante, los problemas a nivel personal no han desaparecido y cada uno  tiene su tiempo y su ritmo para ir encajando el hecho de la resurrección en su vida e ir respondiendo: Tomás se resiste, pues él ha visto cómo lo han crucificado y es difícil superar esa experiencia y exige una prueba; Tomás no acaba de comprender que Jesús no es una reliquia del pasado, un recuerdo, sino una experiencia vital, que le da un sentido nuevo a su vida; cuando esto lo constata, cae rendido reconociendo al Señor como su “Señor” y como su “Dios”.

            A pesar de todo, Jesús  le reprocha su testarudez y su querer racionalizar las cosas, pues en esa tesitura no podrá amar a nadie; la fe no se queda en lo material que es evidente y no necesita argumentos; la fe es dar el salto a la confianza y al amor que está por encima de todas las pruebas. Es desde ahí desde donde puedes fundamentar la confianza, la solidaridad, el amor y la esperanza.