VII DOMINGO DE PASCUA. CICLO B. SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN

 

Fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios.

Del evangelio según san Marcos.
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los once y les dijo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.
El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado.
A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, tomarán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos». Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios.
Ellos se fueron a predicar por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban. Palabra del Señor.
    Celebramos la solemnidad de la Ascensión, Jesús resucitado vuelve a casa para sentarse a la derecha del Padre. Sus discípulos ya no lo verán como antes, ya será la fe quien lo hará presente en medio del mundo gracias al Espíritu Santo.
    A lo largo de toda esta semana los evangelios de cada día nos han ido preparando para este acontecimiento. Pero que encontramos en el evangelio de hoy.
    Hoy nos encontramos que Jesús invita a los discípulos a nosotros mismos a seguir con su obra de salvación, nos hace testigos del amor del Padre hacia a Él y que este amor llega hasta nosotros en toda su plenitud a través de los sacramentos, en este momento por medio de la proclamación del Evangelio y del Bautismo.
    Nos invita a renovar y fortalecer nuestra misma fe en Él, a través de los signos que nos da, "a los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, tomarán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos»", los sacramentos son esos signos por los cuales Él se hace presente y nosotros lo podemos descubrir en medio de la Comunidad.
    Nos invita a coger su legado que no es otro sino nuestra propia historia de Salvación que Él nos ofrece cada día a cada uno de nosotros y mostrarlo al mundo.
    Nos invita a confiar en Él en todo momento, "el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban". Que este domingo nos llene de una alegría inmensa porque el Señor estará siempre con nosotros hasta el fin del mundo.

VI SEMANA DEL TIEMPO PASCUAL. CICLO

 

Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.

Lectura del Evangelio según san Juan.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros». Palabra del Señor,
    Poco a poco vamos caminando hacia el final de la Pascua a la espera de nuevo Pentecostés, el domingo que viene celebraremos la Ascensión del Señor. Hoy las lecturas, el evangelio sobre todo, nos habla del ser de Dios hacia nosotros, como nos dice el Apóstol Juan, Dios es amor.
    Jesús  nos invita a vivir y permaneced en ese amor, como Él mismo lo hizo en el Padre. Un amor tan inmenso que nos sumerge en la alegría del mismo Resucitado, "para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud".
    El amor del Padre por medio de Cristo nos liberaliza, arrancándonos de la esclavitud de pecado, haciéndonos hijos en el Hijo. por pura gratuidad por parte de Dios "que nos eligió en la persona de Cristo, antes de la creación del mundo" como nos dice el apóstol Pablo. Desde la adhesión a Cristo somos constituidos instrumentos de Dios para dar fruto y por esos frutos manifestemos el amor del Padre.
    Ojala experimentemos dentro de nosotros la vida en Dios para que como María podamos entonar el cántico del Magnificat, "porque el Poderoso ha hecho obras grandes en Mí".