SOLEMNIDAD DE LA ASCENSION

PRIMERA LECTURA 

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 1, 1‑11
Se elevó a la vista de ellos 

En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo, y: enseñando hasta el día, en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios.
Una vez que comían juntos les recomendó:
-No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo.
Ellos lo rodearon preguntándole:
-Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar la soberanía de Israel?
Jesús contestó:
-No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los confines del mundo.
Dicho esto, lo vieron levantarse hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndole irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:
-Galileos, ¿Qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo, volverá como le habéis visto marcharse.
Palabra de Dios.

 


REFLEXIÓN


LA ASCENSIÓN CULMINACIÓN DE LA SALVACION 

Con este prólogo, une S. Lucas el libro de los Hechos de los Apóstoles con el evangelio: el ministerio de Jesús con la acción del Espíritu Santo. Es una especie de resumen que hace S. Lucas de todo el ministerio de Jesús del que los apóstoles  son testigos presenciales y ahora, con la fuerza del Espíritu, son enviados a proclamar todo lo que han visto, oído y vivido.

            Los apóstoles son los depositarios del mensaje y de las promesas de Jesús; ha sido el mismo Jesús quien les ha dado la misión y los ha preparado para que la realicen autorizándolos (dándoles la autoridad) para que sean los testigos.

            Los apóstoles reciben una misión, aunque en realidad no van a ser ellos los que la van a llevar adelante: a ellos se les pide una absoluta disponibilidad al Espíritu Santo para que sea Él quien actúe: “No os toca a vosotros reconocer los tiempos o momentos que el Padre ha fijado… será el Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros…”

            Con el cumplimiento de esta misión se concluye la obra de Jesús y con ella se da cumplimiento a todas las promesas hechas en el A.T. y a todo lo que vinieron anunciando los profetas.

            La Ascensión es el la culminación de todo el proceso de la salvación: el paso de la esclavitud a la libertad realizado en el Éxodo de Egipto y el paso de la oposición a la amistad y filiación con Dios que nos lleva a la salvación definitiva. 


Salmo responsorial Sal 46, 2‑3. 6‑7. 8‑9 


V/. Dios asciende entre aclamaciones, el Señor, al son de trompetas. (o, Aleluya).

R/. Dios asciende entre aclamaciones, el Señor, al son de trompetas. 

V/. Pueblos todos batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible,
emperador de toda la tierra.
R/. Dios asciende entre aclamaciones, el Señor, al son de trompetas. 

V/. Dios asciende entre aclamaciones,
el Señor, al son de trompetas; tocad para Dios,
 tocad, tocad para nuestro Rey, tocad.
R/. Dios asciende entre aclamaciones, el Señor, al son de trompetas. 

V/. Porque Dios es el rey del mundo;
tocad con maestría. Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado.
R/. Dios asciende entre aclamaciones, el Señor, al son de trompetas. 

SEGUNDA LECTURA 


Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Efesios 1, 17‑23
Lo sentó a su derecha en el cielo 

Hermanos:
Que el Dios del Señor nuestro Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro.
Y todo lo puso bajo sus pies y lo dio a la Iglesia, como Cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo, en todos.
Palabra de Dios
 

REFLEXIÓN 

EL GRAN REGALO DE DIOS   

                  S. Pablo abre su carta con una bendición solemne, pidiéndole a Dios por la comunidad de Éfeso; no hace sino contemplar la grandeza a la que Dios ha destinado a su pueblo por pura gracia y a lo que se ha comprometido gratuitamente con esta nueva Alianza que le ha costado la vida, entregándola y resucitando después, para mostrarnos lo que nos espera en el horizonte de nuestras vidas.

                  Esta realidad es bueno y conveniente recordarlo a cada momento, pues nos va a despejar de muchos problemas y, por otro lado, va a ser elemento que insufle en nuestras vidas fuerza, coraje e ilusión para caminar. Para ello, pide a Dios Padre que envíe su Espíritu que va a ser el que nos haga comprender y saborear todo lo que Dios ha hecho con nosotros.

                  Cristo, con su resurrección, ha despejado el horizonte del hombre para siempre; ha vencido la muerte que ha dejado de ser la pesadilla que nos inmovilizaba y nos abocaba a un final catastrófico, de la misma manera que ha cambiado por entero el sentido de la cruz que era un signo destructor y vejatorio, convirtiéndolo en el máximo signo de libertad y de triunfo sobre la muerte y el mal.

                  El miedo ya no tiene sentido ni puede dejar paralizado al hombre. Cristo es la cabeza del cuerpo, Él ha resucitado y con Él resucitará todo el cuerpo y participará del triunfo sobre la muerte y sobre todas las dificultades.

                  Con su resurrección, Cristo sitúa al hombre en la seguridad del triunfo y en el pleno sentido de la vida y de la lucha por la causa del reino de Dios.

 

Aleluya Mt 28, 19 y 20 

Aleluya, aleluya.
Id y haced discípulos de todos los pueblos, dice el Señor.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.
Aleluya. 

EVANGELIO 


Final del santo Evangelio según San Mateo 28, 16‑20
Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra 

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo ellos se postraron, pero algunos vacilaban.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
-Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra.
Id y haced discípulos de todos los pueblos bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.

 

REFLEXIÓN
 

VOLVER A “GALILEA”    

Es interesante que retomemos el texto con el que S. Mateo quiere concluir su evangelio: recordando el encargo de Jesús a las mujeres cuando van al sepulcro les pide que anuncien a los apóstoles que los espera en Galilea: allí donde se conocieron y comenzaron su andadura, allí donde lo escucharon hablar en parábolas a la gente sencilla y donde lo vieron hacer signos de solidaridad con los pobres, con los enfermos  y oprimidos, donde le escucharon perdonar… se trata de volver sobre el terreno; volver a donde lo vieron transformarse y les pidió que no lo dijeran a nadie, allí donde Él mismo tuvo la experiencia del desierto en la que Satanás le ofrecía todos los reinos del mundo… se trata de volver a la fuete que es lo que ellos tendrán que hacer de ahora en adelante.

            Jesús les pide que vuelvan al inicio para que retomen el camino. La resurrección no va a significar pasar la página, sino retomar el camino que han dejado porque hay que plenificarlo, lo mismo que ha hecho Él, pues en ese camino todo tiene su significado.

            Todo eso que han vivido, que han escuchado, que han visto… es la materia del mensaje que han de dar, ha de quedar impregnado en sus mentes y en sus corazones, grabado como una marca imborrable.

            Dice el evangelio que en el grupo que estaban a su lado había unos que estaban admirados y al verlo se postraron, pero otros, en cambio, dudaban, pues no alcanzan a comprender lo que está ocurriendo o les cuesta asumir lo que están viendo. S. Mateo quiere dejar plasmada la realidad que va a subsistir por siglos dentro de la iglesia y de los seguidores de Jesús, situación que traerá en muchos momentos verdaderos quebraderos de cabeza.

            En esa situación de desconcierto, entra Jesús y les anima con toda su fuerza y su poder: “Acercándose a ellos, Jesús les dijo: -Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra... no tengáis miedo “yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”.

            Y Jesús les indica con toda claridad cuál es su misión: no se trata de que vayan a enseñar teorías ni doctrinas, ni leyes… sino a proclamar lo que él les ha enseñado a vivir y el que quiera engancharse en el carro que Él ha puesto en marcha, que se bautice. Se trata, pues, de dar testimonio de Jesús resucitado para que el mundo conozca su mensaje y se incorporen a su proyecto de amor, de justicia, de verdad de paz… con la promesa de que en ese proyecto no van a estar solos, Él se queda como fuerza, como vida, como esperanza, como sentido…

            La comunidad de los creyentes será la que camine a través de la historia con este encargo y en este sentido mirando siempre al referente que Jesús le ha dejado: a su “galilea” –como nos diría el Papa Francisco-

 

SEXTO DOMINGO DE PASCUA -A-


PRIMERA LECTURA 


Lectura de los Hechos de los Apóstoles 8, 5‑8. 14‑17
Les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo

En aquellos días, Felipe bajó a la ciudad de Samaría y predicaba allí a Cristo. El gentío escuchaba con aprobación lo que decía Felipe, porque habían oído hablar de los signos que hacía y los estaban viendo: de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban. La ciudad se llenó de alegría.
Cuando los apóstoles, que estaban en Jerusalén, se enteraron de que Samaría había recibido la palabra de Dios, enviaron a Pedro y a Juan; ellos bajaron hasta allí y oraron por los fieles, para que recibieran el Espíritu Santo; aún no había bajado sobre ninguno, estaban solo bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo.
Palabra de Dios. 

REFLEXIÓN. 

LA FUERZA DE JESÚS RESUCITADO”    

           El mensaje que había traído Jesús produce el rechazo total en su tierra, hasta el punto que le cuesta la vida; después, continúan los apóstoles y corren la misma suerte: tienen que salir de Jerusalén perseguidos y, es justamente en territorio de paganos, de gente despreciable para los judíos, donde el mensaje de Jesús encuentra eco: “La gente escuchaba con aprobación… y hubo una gran alegría en la ciudad”. Los samaritanos presentan una conversión y un cambio total de sus vidas ante el mensaje de Jesús, desechando el vivir bajo la sensación terrorífica de la magia. La fe en Jesús se convierte en vida y ésta lo cambia todo en alegría perdiéndose el miedo.

           Con la fuerza de Jesús resucitado, rompen las barreras del nacionalismo, del fanatismo religioso y del  localismo cultural: el verdadero creyente en Jesús, rompe todas las barreras y mira al mundo de otra manera y considera a la persona en otra dimensión distinta.

           El mensaje de Jesús rompe las barreras que se habían venido manteniendo y considerando a los samaritanos  como gente  despreciable y les abren las puertas de la iglesia pasando formar parte de ella, sin embargo, es interesante anotar un dato que vale la pena que lo tengamos en cuenta en nuestros días debido a un fallo de dejadez que venimos manteniendo desde hace muchos años: Los samaritanos habían recibido el bautismo, es decir: habían sido introducido en el grupo de los creyentes, pero lo que realmente cambia la vida de la persona que es el Espíritu Santo, no lo habían recibido; no eran todavía cristianos: el BAUTISMO lleva consigo la imposición del Espíritu, de lo contrario no es más que un rito de iniciación.

           Algún teólogo decía que uno de los grandes problemas que tenemos en la iglesia es justamente éste: estamos muchos “remojados” pero muy pocos bautizados. 

Salmo responsorial Sal 65, 1‑3a. 4‑5. 6‑7a. 16 y 20


V/. Aclamad al Señor, tierra entera.  

R/. Aclamad al Señor, tierra entera. 

V/. Aclamad al Señor, tierra entera;
tocad en honor de su nombre,
cantad himnos a su gloria.
Decid a Dios: «Qué temibles son tus obras.»
R/. Aclamad al Señor, tierra entera. 

V/. Que se postre ante ti la tierra entera,
que toquen en tu honor,
que toquen para tu nombre.
Venid a ver las obras de Dios,
sus temibles proezas
en favor de los hombres.
R/. Aclamad al Señor, tierra entera. 

V/. Transformó el mar en tierra firme,
 a pie atravesaron el río.
Alegrémonos con Dios,
que con su poder gobierna eternamente.
R/. Aclamad al Señor, tierra entera. 

V/. Fieles de Dios, venid a escuchar;
os contaré lo que ha hecho conmigo.
Bendito sea Dios que no rechazó mi súplica.
R/. Aclamad al Señor, tierra entera. 

SEGUNDA LECTURA 


Lectura de la primera carta del Apóstol San Pedro 3, 15‑18
Murió en la carne, pero volvió a la vida por el Espíritu 

Hermanos:
Glorificad en vuestros corazones a Cristo Señor y estad siempre prontos para dar razón de vuestra esperanza a todo el que os la pidiere; pero con mansedumbre y respeto y en buena conciencia, para que en aquello mismo en que sois calumniados queden confundidos los que denigran vuestra buena conducta en Cristo; que mejor es padecer haciendo el bien, si tal es la voluntad de Dios, que padecer haciendo el mal.
Porque también Cristo murió una vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios. Murió en la carne, pero volvió a la vida por el Espíritu.
Palabra de Dios  

REFLEXIÓN 

LLAMADOS A SER TESTIGOS 

La llamada de S. Pedro a los cristianos es un fuerte sacudón a nuestra forma de vida actual en la que “nadamos y guardamos la ropa” y no queremos “distinguirnos” para no dar el “pego” pues nos pueden tildar de “fachas” y trasnochados. Pedro nos dice que debemos dar razón de nuestra fe a quien nos lo pida.

Es decir: debemos  saber dar explicación del  por qué creemos, por qué esperamos, por qué seguimos confiando en la bondad de Dios a pesar de todas las dificultades que existen y las oposiciones que existen por qué seguimos creyendo que Dios es amor mientras estamos viendo las desgracias que se ciernen  sobre los pobres y excluidos de la tierra y no toma posiciones decididas…

Tenemos obligación de ser testigos de las experiencias de amor que hemos vivido y la primera es la del encuentro con Jesucristo (se supone que la hemos tenido, porque si no, ¿de qué vamos a hablar?

Que el mundo no entienda nuestro lenguaje ni nuestro discurso y se sienta molesto es normal, por eso nos dice que no tengamos miedo en sufrir por esta razón, lo que no se entiende de ninguna manera es que suframos justamente por estar metidos en la suciedad del mundo

No tendría sentido alguno que un creyente estuviera envuelto en la corrupción en la que vive el “mundo”; el ejemplo más evidente lo tenemos en Jesús: el mundo no soportó su presencia y lo mató, de la misma manera hoy, la presencia de su Espíritu en la iglesia y en cada cristiano se convierte en una presencia profética que el mundo no tolera y odia, pues las tinieblas, como la mentira o la injusticia no soportan la luz, la verdad o la justicia 

Aleluya Jn. 14, 23 

Aleluya, aleluya.
Si alguno me ama guardará mi palabra
-Dice el Señor-, y mi Padre lo amará y vendremos a él.
Aleluya. 

EVANGELIO 


Lectura del santo Evangelio según San Juan 14, 15‑21
Yo le pediré al Padre que os dé otro Defensor 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro Defensor que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis porque vive con vosotros y está con vosotros.
No os dejaré desamparados, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis, y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, vosotros conmigo y yo con vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; al que me ama, lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él.
Palabra del Señor
 

REFLEXIÓN 

NO ESTAMOS SOLOS    

Jesús quiere dejar bien claro a sus apóstoles que no los va a dejar solos, Él sabe muy bien que la misión que les encomienda no es fácil y van a necesitar de ayuda, por eso les promete algo que es lo más grande que puede dejarles: su mismo Espíritu, el Espíritu de Dios; esto no es una idea abstracta, sino una realidad suprema y divina, es el Espíritu de verdad, es el mismo Dios que ha dado la existencia a todo cuanto existe y que conduce la historia humana a su plenitud.

Cristo decide quedarse con su iglesia de forma personal y actuando en ella: su Espíritu divino queda en el corazón de sus discípulos y de todos los cristianos alentándolos, consolándolos, fortaleciéndolos… y no durante un tiempo, sino por todos los siglos, por eso les dice que no se sientan huérfanos, que pierdan el miedo, que vivan contentos, Él no los va a dejar, su Espíritu va a hacer de su iglesia una COMUNIÓN entre Dios Padre, entre ellos mismos y todos juntos con Él.

En la medida que la iglesia entienda esto se sentirá fuerte, esperanzada y feliz y, sin lugar a duda, será testigo del reino que Cristo ha traído; también, en la medida que no entienda ni asuma esta realidad, habrá perdido toda su fuerza y dejará de ser respuesta a las necesidades del mundo.

Lógicamente, el “mundo” no va a entender esto, pues está en otra onda y menos aún lo va a soportar, pues la injusticia, la mentira, la idolatría del dinero y del poder…en el que vive, es una onda completamente distinta a la de Dios. Será vivir en constante oposición y por eso, sabe que es vivir en constante pelea.

El Espíritu fortalecerá a aquellos que no se dejen atrapar por la onda del mundo y se mantengan en la de Dios que es el amor, la paz, la justicia, la solidaridad, la honradez…son dos mundos completamente diferentes y opuestos.

Lo que no se puede tolerar es optar por uno y vivir en otro o coger la vía de en medio y condescender con los dos,  de acuerdo a las conveniencias.

 

 

 

QUINTO DOMINGO DE PASCUA -A-

PRIMERA LECTURA 

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 6, 1‑7
Escogieron a siete hombres llenos de Espíritu Santo 

En aquellos días, al crecer el número de los discípulos, los de lengua griega se quejaron contra los de lengua hebrea, diciendo que en el suministro diario no atendían a sus viudas. Los apóstoles convocaron al grupo de los discípulos y les dijeron:
No nos parece bien descuidar la Palabra de Dios para ocuparnos de la administración. Por tanto, hermanos, escoged a siete de vosotros, hombres de buena fama, llenos de espíritu de sabiduría, y los encargaremos de esta tarea; nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio de la palabra.
La propuesta les pareció bien a todos y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo, a Felipe, Prócoro, Nicanor, Simón, Parmenas y Nicolás, prosélito de Antioquía. Se los presentaron a los apóstoles y ellos les impusieron las manos orando.
La Palabra de Dios iba cundiendo y en Jerusalén crecía mucho el número de discípulos; incluso muchos sacerdotes aceptaban la fe.
Palabra de Dios. 

REFLEXIÓN 

EL MINISTERIO EN LA IGLESIA   

El pasaje del libro de los Hechos que nos trae la liturgia de este domingo, presenta un momento interesantísimo en el que la comunidad tiene que dar respuesta a un problema que se presenta: el número de los creyentes ha aumentado y los apóstoles no pueden atender las necesidades que hay, sin dejar de cumplir el ministerio propio de la palabra; no pueden ser el “hombre orquesta” que lo ha de llevar todo por delante.

            La comunidad (la iglesia) toma una determinación: hacer que cada uno desarrolle los dones que el Espíritu le da, de forma que se admite que, ante las necesidades, el mismo Espíritu da sus dones para responder a ellas, con lo que la iglesia reconoce esos dones y la persona los pone al servicio.

            Se habla mucho de “democratizar” la iglesia, pero tampoco el modelo de democracia que tenemos podemos decir que sea la mejor alternativa para nada ni para nadie, pues  la VERDAD no es el resultado de la puesta de acuerdo de la mayoría, ni es fruto de un consenso entre unos cuantos. De hecho, estamos viendo que la democracia no es otra cosa más que el compadreo de unos pocos para imponer su poder sobre los otros a quienes se les quita la palabra con el argumento de que así ha dispuesto la “mayoría”.

            En la iglesia se sostiene el principio de que es el Espíritu Santo quien anima, guía y da la respuesta a las necesidades: en cada uno el Espíritu se manifiesta y da los dones para que realice su función dentro del cuerpo, de modo que, cada uno de sus miembros tiene su función; la iglesia, como en el caso que nos muestra el texto de hoy, discierne los dones que el Espíritu da y propone para el servicio que se necesita, entendiendo que no se trata de “categorías” de poder lo que se tiene, sino capacidad que da el Espíritu para realizar  los “servicios” que necesita el resto del cuerpo (ICor. 12)

            Lógicamente, cuando la iglesia encuentra el servidor que necesita, éste, por coherencia no puede ni debe negarse ya que los dones que ha recibido son para ponerlos al servicio.

            Desgraciadamente hemos perdido esto que nos es esencial y hemos copiado otras muchas cosas que no tienen que ver nada con el origen.  

Salmo responsorial Sal 32, 1‑2. 4‑5. 18‑19 


V/. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. (o, Aleluya).
R/. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como esperamos de ti. 

V/. Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos;
dad gracias al Señor con la cítara,
 tocad en su honor el arpa de diez cuerdas.
R/. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.  

V/. La palabra del Señor es sincera
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra.
R/. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.  

V/. Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre.
R/. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.  

SEGUNDA LECTURA 


Lectura de la primera carta del Apóstol San Pedro 2, 4‑9
Vosotros sois una raza elegida, un sacerdocio real 

Queridos hermanos:
Acercándoos al Señor, la piedra viva desechada por los hombres, pero escogida y preciosa ante Dios, también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo.
Dice la Escritura:
“Yo coloco en Sión una piedra angular, escogida y preciosa; el que crea en ella no quedará defraudado.”
Para vosotros, los creyentes, es de gran precio, pero para los incrédulos es la piedra que desecharon los constructores: ésta se ha convertido en piedra angular, en piedra de tropezar y en roca de estrellarse.
Y ellos tropiezan al no creer en la palabra: ése es su destino.
Vosotros, en cambio, sois, una raza elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada, un pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que nos llamó a salir de las tinieblas y a entrar en su luz maravillosa.
Palabra de Dios
 

REFLEXIÓN 

LA NUEVA IMAGEN DE JESÚS RESUCITADO    

S. Pedro, a la hora de exponer a la comunidad la nueva presencia de Cristo en el mundo, echa mano a algo que todos conocen: la construcción de una casa: hay un cimiento fuerte que es el que la sostiene y le da toda la fuerza; cada creyente es una piedra, un ladrillo de ese edificio y Cristo es el cimiento sobre el que se asientan todos los ladrillos.

            Por lo tanto, nadie puede decir que es un espectador, como el que desde fuera ve cómo se construye, cada uno ocupamos nuestro puesto dentro de la construcción y cada uno sostenemos y formamos parte del edificio, todos somos el edificio completo; lo bueno y lo malo es de todos, el fallo de uno repercute en todos y lo grandioso de uno repercute en todos.

            Nada que se construya ha de estar fuera de esa cimentación, porque no tendría consistencia.

            La argamasa y la estructura del edificio es el Espíritu Santo que le da vida, fuerza y cohesión a todo.

            Los carismas que da el Espíritu a cada uno son como la fuerza y la capacidad que el Espíritu Santo da para que cada uno realice su función, por lo tanto, empezando por el sacerdocio (servicio) y terminando por el que barre el templo o el voluntario de Caritas que lleva el ropero o acoge a los inmigrantes… todos realizan la misión de la iglesia, que es ser signo del reino que inauguró Jesucristo que ha resucitado y todos juntos somos su nueva imagen en el mundo.

            Por desgracia, como ocurre en toda construcción, siempre hay algo que fue un chapuz, y es lo primero que se ve cuando uno se acerca al edificio, donde alguno de los elementos que lo componen empieza a fallar, por allí se resiente y aparecen los desperfectos.

De la misma manera, dentro del cuerpo de la iglesia, por desgracia, no dejan de existir los chapuces y los chapuceros, pues esa es también la señal más clara de que Cristo vino a salvarnos a todos y nos da la oportunidad de sentirnos útiles en este mundo.

            Pero antes de perder el tiempo en ver los chapuces de la iglesia y criticarlos, es mucho más efectivo y honrado mirarnos cada uno y ver si estamos aflojando en la misión que a nosotros toca 

Aleluya Jn 14, 5
Aleluya, aleluya.
Yo soy el camino y la verdad y la vida -dice el Señor.
Nadie va al Padre, sino por mí. Aleluya. 

EVANGELIO 


Lectura del santo Evangelio según San Juan 14, 1‑12
Yo soy el camino y la verdad y la vida 
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
-No perdáis la calma, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias si no, os lo habría dicho, y me voy a prepararos sitio. Cuando vaya y os prepare sitio volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.
Tomás le dice:
-Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo podemos saber el camino?
Jesús le responde:
-Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto.
Felipe le dice:
-Señor, muéstranos al Padre y nos basta.
Jesús le replica:
-Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre?” ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también el hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre.
Palabra del Señor
 

REFLEXIÓN
 

JESÚS ES EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA    

El pasaje que nos trae la liturgia de hoy nos muestra con toda claridad un ambiente complicado en el que está viviendo la comunidad, debido a todas las dificultades que está atravesando y por los peligros en los que se encuentra, que hacen que la fe se tambalee y haya mucha gente que empieza a dar marcha atrás.

Jesús ha estado hablando de las traiciones que se van a dar en el grupo, ha dicho que lo van a matar, que van a dar la espantada… y los discípulos están confundidos, no saben de la que va el tema.

Frente a esta gran confusión, Jesús intenta alentarlos, decirles que no se vengan abajo a pesar de que las cosas las tengan todas en contra y no lleguen a ver con claridad; les pide que se fíen de Él, pues no los va a defraudar: “No perdáis la calma, creed en Dios y creed también en mí”. La clave de todo está en la fidelidad que le guarden, pues Él está seguro que no los va a dejar y, por eso, mantenerse en Él es garantía de triunfo: “Yo soy el CAMINO y la verdad y la vida”.

Como Jesús ve que la fe se tambalea, les pide que miren y se apoyen en lo que han visto, lo que ellos mismos han constatado, por si no les es suficiente su palabra: “Si no, creed a las obras”: lo que han visto que ha hecho es una evidencia que no puede engañar. Esas obras son el testimonio de que su palabra es la VERDAD, es la palabra del PADRE que de ahora en adelante se convierte en criterio y referente de la verdad.

La palabra de Dios, ratificada con las obras de Jesús, que dan garantía a nuestra esperanza, hace que nuestra vida recupere el sentido, es como encontrar el camino y tener la seguridad de saber a dónde caminamos y el sentido que tiene todo lo que hacemos, por eso, esa fidelidad a Jesús se convierte en VIDA para cada creyente que se decide a seguir a Jesús en el camino. 

 

DOMINGO CUARTO DE PASCUA -A-


PRIMERA LECTURA 


Lectura de los Hechos de los Apóstoles 2, 14a. 36‑41
Dios lo ha constituido Señor y Mesías 

El día de Pentecostés se presentó Pedro con los once, levantó la voz y dirigió la palabra:
-Todo Israel esté cierto de que al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías.
Estas palabras les traspasaron el corazón, y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles:
-¿Qué tenemos que hacer, hermanos?
Pedro les contestó:
-Convertíos y bautizaos todos en nombre de Jesucristo para que se os perdonen los pecados, y recibiréis el Espíritu Santo. Porque la promesa vale para vosotros y para vuestros hijos y, además, para todos los que llame el Señor Dios nuestro, aunque estén lejos.
Con éstas y otras muchas razones les urgía y los exhortaba diciendo:
-Escapad de esta generación perversa.
Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día se les agregaron unos tres mil.
Palabra de Dios.
 

REFLEXIÓN

LA FUERZA DEL TESTIGO    

S. Pedro, como los demás apóstoles, ha vivido una experiencia transformadora que le ha cambiado todo su ser, ya no podrá continuar siendo y pensando como era antes de conocer a Cristo; se ha dado cuenta que ha vivido equivocado y ante la evidencia de Cristo resucitado, su vida se ha llenado de luz y no puede dejar de expresar lo que ha vivido, lo que siente.

        Vuelve a repetir a cada momento al pueblo lo que ha ocurrido, que es lo que él ha visto y ha vivido: Jesús vivió entre ellos, pasó haciendo el bien y las autoridades judías lo han matado, pero Dios lo ha resucitado y ahora vive en cada uno de ellos. Hay una experiencia constatable, pues la han visto muchos y la han experimentado y todo el pueblo ha sido testigo: ha pasado haciendo el bien y como respuesta lo han matado.

Hay una segunda experiencia que ahora solo unos pocos la  han experimentado: que Cristo ha resucitado, que vive con ellos y esta experiencia es mucho más fuerte que la misma vida.

        Ante este testimonio vivo de Pedro y de los apóstoles, se levanta la pregunta en el pueblo: ¿Qué ha pasado? ¿Cómo es eso de que ha resucitado? Y, a partir de este interés que van levantando, la gente se va poniendo en disposición de encontrarse con Jesús resucitado que irá saliendo al encuentro de todos aquellos que lo buscan.

        Se necesitará siempre un testigo de la resurrección de Jesús que hace de instrumento de conexión para encender la luz en los otros. El “calor de la resurrección” se transmite por la llama viva de un testigo y no “on line”, porque la experiencia de fe y de encuentro con Jesús resucitado no se trata de un “saber”, sino de un “vivir”.

        El gran problema de la iglesia que se viene arrastrando es el tiempo, los medios y las energías que lleva gastando en comunicar “doctrina” y no “calor de encuentro”. 

Salmo responsorial Sal 22, 1‑3a. 3b‑4. 5. 6 


V/. El Señor es mi pastor, nada me falta.  

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta. 

V/. El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar,
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta. 

V/. Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta. 

V/. Preparas una mesa ante mí
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta. 

V/. Tu bondad y tu misericordia
me acompañan todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta. 

SEGUNDA LECTURA 


Lectura de la primera carta del Apóstol San Pedro 2, 20b‑25
Habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras vidas 

Queridos hermanos:
Si obrando el bien soportáis el sufrimiento, hacéis una cosa hermosa ante Dios, pues para esto habéis sido llamados, ya que también Cristo padeció su pasión por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas.
El no cometió pecado ni encontraron engaño en su boca; cuando lo insultaban, no devolvía el insulto; en su pasión no profería amenazas; al contrario, se ponía en manos del que juzga justamente.
Cargado con nuestros pecados subió al leño, para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia. Sus heridas os han curado.
Andabais descarriados como ovejas, pero ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras vidas.
Palabra de Dios 

 
REFLEXIÓN

CRISTO, EL GRAN REFERENTE   

                  Para S. Pedro, el gran referente al que hay mirar siempre y obligadamente es Jesús: “No cometió pecado ni encontraron engaño en su boca;” con lo que lo muestra como modelo para el cumplimiento de un programa de vida al que hay que atenerse y al mismo tiempo, presenta esa actitud de vida que nos lleva indefectiblemente a vivir con Él, a su lado.

                  Pedro no puede dejar de presentar la gran verdad que ha ocurrido y que él ha vivido: Él ha recorrido el camino y lo ha hecho de una forma muy concreta y ha conseguido para todos nosotros la salvación: “Sus heridas nos han curado” y a partir de este momento,  no podemos vivir como seres que viven bajo el peso del pecado, en la oscuridad de la muerte, como si nada hubiera ocurrido.

                  No somos seres abandonados a nuestro destino, como rebaño sin pastor; Dios ha cumplido su promesa, se ha “bajado” a vivir con nosotros y Cristo se ha constituido en  pastor que va delante de sus ovejas, las cuida, las sana, las alimenta y les da la seguridad de la salvación.  

Aleluya Jn 10, 14
 
Aleluya, aleluya.
Yo soy el buen Pastor dice el Señor,
conozco a mis ovejas
y las mías me conocen.
Aleluya. 

EVANGELIO 


Lectura del santo Evangelio según San Juan 10, 1‑10
Yo soy la puerta de las ovejas 

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
-Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz: a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.
Yo soy la puerta: quien entre por mí sé salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.
El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.
Palabra del Señor

 
REFLEXIÓN

JESÚS, VERDADERO Y ÚNICO PASTOR    

Jesús quiere pintar  un cuadro en el que se exprese la situación del pueblo en general y de cada uno en particular: para hacerlo, echa mano de una imagen conocida por todo el pueblo y que ya utilizaron otras veces los profetas que comparan al pueblo con  un rebaño a quien cuidan los pastores; concretamente coge el relato del profeta  Ezequiel (cap. 34) que se enfrenta a las autoridades judías (los pastores) que no han cuidado del redil, sino que más bien se han comportado como verdaderos salteadores que han destrozado el rebaño.

            El verdadero pastor que siente cariño y se preocupa por sus ovejas entra por la puerta, las conoce por su nombre y conoce sus problemas; las saca a pastar y está atento a ellas, le interesa la vida de cada una pues las ama.

            El que es un ladrón y un asaltante, no entra con la verdad y la legalidad, sino que entra por la tapia (con el engaño, la mentira…) y destruye la paz, pues no es el bien del rebaño lo que le preocupa y lo que busca, , sino el suyo personal, sus intereses; para ello, siembra la discordia y la división y en medio de la confusión él saca su “tajada”, que es lo único que busca y le interesa.

            Frente a la imagen que todos tienen presente de la realidad que viven, Jesús se presenta como el verdadero pastor para el pueblo; Él es el buen pastor que da la vida por sus ovejas, Él vive con ellas, a su lado; sabe de su dolor y sufrimiento, siente muy hondo la vida de sus ovejas y se siente la única puerta verdadera por donde entran las ovejas y por la que deben entrar los pastores, porque el rebaño es suyo; Él cuida de sus ovejas como el verdadero pastor que las ama y da la vida por ellas.

            No puede tolerar la actitud que está viendo en los pastores que del pueblo que se engordan a costillas del robo del rebaño.

            Esta imagen que utiliza Jesús aplicándosela a los dirigentes del pueblo, es aplicable a todos los niveles: en la familia, en la educación y dentro de la misma iglesia, pues el único y verdadero pastor es Él y es Él quien marca las pautas al rebaño y a los guías: “Si yo, que soy el maestro y el Señor os lavo los pies es para que vosotros hagáis lo mismo…”