PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de la Sabiduría. Sab 1, 13-15; 2, 23-24
Por envidia del diablo entró la muerte en el mundo
DIOS no ha hecho la muerte,
ni se complace destruyendo a los vivos.
Él todo lo creó para que subsistiera
y las criaturas del mundo son saludables:
no hay en ellas veneno de muerte,
ni el abismo reina en la tierra.
Porque la justicia es inmortal.
Dios creó al hombre incorruptible
y lo hizo a imagen de su propio ser;
mas por envidia del diablo entró la muerte en el mundo,
y la experimentan los de su bando.
ni se complace destruyendo a los vivos.
Él todo lo creó para que subsistiera
y las criaturas del mundo son saludables:
no hay en ellas veneno de muerte,
ni el abismo reina en la tierra.
Porque la justicia es inmortal.
Dios creó al hombre incorruptible
y lo hizo a imagen de su propio ser;
mas por envidia del diablo entró la muerte en el mundo,
y la experimentan los de su bando.
Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
CAMBIAR EL SENTIDO DE LA VIDA
Frente a la mentalidad reinante de
la división de poderes, de planos y divinidades y por el ansia de encontrar una
explicación a todo y un culpable del mal y el dolor en el mundo el autor del
libro de la sabiduría sale al paso y deja claro cuál es el sentido y la
finalidad del mundo y del universo: todo
ha sido creado por Dios como expresión de su amor y todo está llamado a la
plenitud de la felicidad; el hombre está hecho para ser feliz a imagen y
semejanza de Dios y nada de lo que existe que saliera de su mano o de su
voluntad fue hecho para hacer daño al hombre. Todo fue pensado y hecho para su
felicidad
Tampoco se trata de que el diablo
sintiera envidia de la grandeza del hombre y se dedicara a destruirlo ni que por
culpa del pecado Dios castigara con la muerte.
El problema consiste en que el
hombre, hecho a imagen y semejanza de Dios, tiene su libertad que consiste en
la capacidad de optar por el bien o por el mal,; aceptar a Dios u oponerse a
Él… y, con esa libertad, es capaz de cambiarle el sentido y la finalidad a las
cosas; cuando el hombre se enfrenta a Dios, opta por todo lo contrario a lo que
Dios había establecido para él y, lógicamente, si el sentido y la finalidad
primera era la felicidad del hombre, oponerse a este principio y sentido de la
vida es asumir la destrucción del hombre
Salmo responsorial
Sal 29, 2 y 4. 5 6. 11 y l2a y 13b (R/.: 2a)
R/. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
V/. Te
ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R/.
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R/.
R/. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
V/. Tañed
para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo. R/.
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo. R/.
R/. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
V/. Escucha,
Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. R/.
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. R/.
R/. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda
carta del apóstol san Pablo a los Corintios. 2 Cor 8, 7. 9.
13-15
Vuestra abundancia remedia la carencia de los hermanos
pobres
HERMANOS:
Lo mismo que sobresalís en todo —en fe, en la palabra, en conocimiento, en empeño y en el amor que os hemos comunicado—, sobresalid también en esta obra de caridad. Pues conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza.
Pues no se trata de aliviar a otros, pasando vosotros estrecheces; se trata de igualar. En este momento, vuestra abundancia remedia su carencia, para que la abundancia de ellos remedie vuestra carencia; así habrá igualdad.
Como está escrito:
«Al que recogía mucho no le sobraba; y al que recogía poco
no le faltaba».
Lo mismo que sobresalís en todo —en fe, en la palabra, en conocimiento, en empeño y en el amor que os hemos comunicado—, sobresalid también en esta obra de caridad. Pues conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza.
Pues no se trata de aliviar a otros, pasando vosotros estrecheces; se trata de igualar. En este momento, vuestra abundancia remedia su carencia, para que la abundancia de ellos remedie vuestra carencia; así habrá igualdad.
Como está escrito:
«Al que recogía mucho no le sobraba; y al que recogía poco
no le faltaba».
Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
SER Y SERVIR
Las palabras de S. Pablo a la
comunidad de Corinto puede ser para las comunidades del momento actual que
vivimos un referente genial: él está viendo la desigualdad creciente e injusta
que se está dando y ve que el ambiente va en ascenso con la mentalidad egoísta
e individualista que existe y entonces apunta que solo es posible frenar esta
injusticia cambiando la manera de pensar y frente al egoísmo potenciar la
generosidad y para ello pone como ejemplo a Jesús: siendo dueño y Señor del
universo, se hace pobre para enriquecernos con su pobreza: “siendo rico, se
hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza”. Se trata de cambiar
los esquemas de grandeza que tenemos basados en el “TENER” y todo va dirigido a
acumular, mientras que cambiando el esquema y potenciando el “SER” las cosas
cambiarían radicalmente: la grandeza del hombre no está en tener muchas cosas,
sino en SERVIR, en ser útil para la felicidad de los demás, con lo que el
hombre se sentiría, incluso, mucho más grande.
Este sería el milagro más grande de
la humanidad y lo que haría que cambiaran radicalmente todas las estructuras,
pues se establecería la igualdad y la fraternidad; a nadie le faltaría de nada
y sobraría para todos. Se trata simplemente de cambiar la idea y enfocar todo
el esfuerzo de buscar la grandeza en “tener y acumular” por “SER y servir”
Aleluya
Cf. 2 Tm 1, 10
R/. Aleluya, aleluya, aleluya.
V/. Nuestro Salvador, Cristo Jesús, destruyó la
muerte,
e hizo brillar la vida por medio del Evangelio. R/.
e hizo brillar la vida por medio del Evangelio. R/.
EVANGELIO (forma larga)
✠ Lectura del santo
Evangelio según san Marcos. Mc 5, 21-43
Contigo hablo, niña, levántate
EN aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la
otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor y se quedó junto al mar.
Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia:
«Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva».
Se fue con él y lo seguía mucha gente que lo apretujaba. Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando:
«Con solo tocarle el manto curaré».
Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió enseguida, en medio de la gente y preguntaba:
«¿Quién me ha tocado el manto?».
Los discípulos le contestaban:
«Ves cómo te apretuja la gente y preguntas: “¿Quién me ha tocado?”».
Él seguía mirando alrededor, para ver a la que había hecho esto. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que le había ocurrido, se le echó a los pies y le confesó toda la verdad.
Él le dice:
«Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad».
Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:
«Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?». Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:
«No temas; basta que tengas fe».
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo:
«¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta; está dormida».
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:
«Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»).
La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor.
Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.
Palabra del Señor.
Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia:
«Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva».
Se fue con él y lo seguía mucha gente que lo apretujaba. Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando:
«Con solo tocarle el manto curaré».
Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió enseguida, en medio de la gente y preguntaba:
«¿Quién me ha tocado el manto?».
Los discípulos le contestaban:
«Ves cómo te apretuja la gente y preguntas: “¿Quién me ha tocado?”».
Él seguía mirando alrededor, para ver a la que había hecho esto. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que le había ocurrido, se le echó a los pies y le confesó toda la verdad.
Él le dice:
«Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad».
Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:
«Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?». Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:
«No temas; basta que tengas fe».
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo:
«¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta; está dormida».
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:
«Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»).
La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor.
Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.
Palabra del Señor.
EVANGELIO (forma breve)
✠ Lectura del santo Evangelio según san Marcos. Mc 5, 21-24. 35b-43
Contigo hablo, niña, levántate
EN aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra
orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor y se quedó junto al mar.
Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia:
«Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva».
Se fue con él y lo seguía mucha gente.
Llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:
«Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?».
Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:
«No temas; basta que tengas fe».
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo:
«¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta; está dormida».
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:
«Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»).
La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor.
Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.
Palabra del Señor.
Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia:
«Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva».
Se fue con él y lo seguía mucha gente.
Llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:
«Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?».
Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:
«No temas; basta que tengas fe».
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo:
«¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta; está dormida».
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:
«Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»).
La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor.
Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.
Palabra del Señor.
EL DIOS DE LA VIDA
Nos cuenta el evangelio de hoy que “Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba
Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: -“Mi niña
está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva.”. Hay varias
preguntas que saltan espontáneamente: si Jairo es jefe de la sinagoga, que es
lo más importante en Israel, junto con el templo y lo que más cerca está de
Yahvé… ¿Cómo es que se acerca a Jesús para pedirle ayuda? ¿No será que Jairo se está dando cuenta que
el sistema religioso que él mismo sostiene no conduce a la vida, no sirve para
la salvación?
Incluso es curioso ver que la gente
le pide que no moleste a Jesús, pues su hija ya ha muerto, es decir, no tienen
confianza alguna en el Dios de la vida. Pero Jairo intuye que Jesús es otra
cosa, está por encima de las estructuras, de la misma religión, Jesús es la
fuente de la vida y frente a la desesperación, al dolor que siente por la
muerte de su hija, escucha las palabras de Jesús que le dice: “No temas, ten
fe, tu hija vivirá, me voy contigo…”
Y ya en la casa, todavía la gente
que se encuentra allí dándole el pésame a la familia se ríe de Jesús cuando les
dice que la niña está dormida, por eso los echa a la calle, pues con esa falta
de fe no es posible hacer nada. Y es que ni los mismos que profesan la fe
tienen confianza en el Dios de la vida que es capaz de recuperar las fuerzas,
los ánimos y hasta la misma vida si es necesario.
Jairo se ha apartado del sistema al
que sirve y ha empezado a encontrar a Jesús y con Él la vida. La religión no le
ha solucionado nada, la vida la ha encontrado en Jesús. Esta misma situación es
la que comienzan a experimentar los primeros cristianos hasta el punto que
llegan a cambiarle el sentido a la muerte: no es morir, sino dormir para el
mundo y resucitar para Dios (de hecho a la necrópolis pagana = (ciudad de los
muertos), los cristianos le cambian el nombre y le llaman cementerio=
dormitorio)