De andar por casa:
¿Cuántas veces has oído el
refrán: “Más vale pájaro en mano que ciento volando?” indicándonos que hay que
aprovechar la oportunidad y dejar de soñar en lo que pudo ser o en lo que me
gustaría que fuera…
✠ Lectura del santo
Evangelio según san Juan. Jn 6, 24-35
El que viene a mí no tendrá hambre, y el que
cree en mí no tendrá sed
EN aquel tiempo, cuando
la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y
fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.
Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron:
«Maestro, ¿cuándo has venido aquí?».
Jesús les contestó:
«En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino
porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece,
sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo
del hombre; pues a este lo ha sellado el Padre, Dios».
Ellos le preguntaron:
«Y, ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?».
Respondió Jesús:
«La obra de Dios es esta: que creáis en el que él ha enviado».
Le replicaron:
«Y qué signo haces tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra?
Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Pan del
cielo les dio a comer”».
Jesús les replicó:
«En verdad, en verdad os digo: no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino
que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios
es el que baja del cielo y da vida al mundo».
Entonces le dijeron:
«Señor, danos siempre de este pan».
Jesús les contestó:
«Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí
no tendrá sed jamás».
Palabra del Señor.
Tenían perdida la capacidad de
pensar en otro pan que no sea el que llena el estómago y no han sido capaces de
entender lo que ha hecho Jesús. Suena en este momento la respuesta que le da al
tentador en el desierto: “No solo de pan
vive el hombre”.
Ni siquiera el acontecimiento que
han vivido son capaces de referirlo a la presencia del reino de Dios y se
atreven a pedirle que les dé pruebas: “¿Qué
signos haces Tú para que creamos en ti?”.
Jesús no da otro signo que el de su
propia persona. Él es el signo vivo de la presencia del reino entre nosotros y no hay signo más evidente ni
mayor… si eso no lo quieren ver, ¿qué otra cosa más grande podrá dar?. No hay
otra cosa; si la quieres la tomas o si no, la dejas.
Jesús es el pan que ha bajado del
cielo, el alimento que nos sostiene, lo que le da sentido a todo, la base y el
fundamento de nuestra esperanza, la ratificación de todas las promesas.