DOMINGO -XII- DEL T. ORDINARIO


DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD


PRIMERA LECTURA


Lectura del libro del Deuteronomio 4, 32‑34. 39‑40
El Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro

Moisés habló al pueblo, diciendo:—«Pregunta, pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido, desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra: ¿hubo jamás, desde un extremo al otro del cielo, palabra tan grande como ésta?; ¿se oyó cosa semejante?; ¿hay algún pueblo que haya oído, como tú has oído, la voz del Dios vivo, hablando desde el fuego, y haya sobrevivido?; ¿algún dios intentó jamás venir a buscarse una nación entre las otras por medio de pruebas, signos, prodigios y guerra, con mano fuerte y brazo poderoso, por grandes terrores, como todo lo que el Señor, vuestro Dios, hizo con vosotros en Egipto, ante vuestros ojos?
Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos después de ti, y prolongues tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre.»
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“LA REALIDAD DE DIOS EN NUESTRS VIDAS”   
Una de las grandes preocupaciones que el hombre de todos los tiempos ha tenido, ha sido el acercare al misterio de Dios; el poder dominarlo y controlarlo, pero es siempre algo que se escapa a sus posibilidades y excede a todas sus expectativas. Pero lo más triste es que siempre el hombre ha sentido a Dios como el que está en el otro lado, haciéndole la competencia, obstaculizándole el camino y cada vez que se ha sentido así y ha intentado defenderse o tenerlo como un rival, ha terminado destruyéndose a si mismo
Y es que a Dios no se le puede encuadrar en los esquemas y moldes humanos; a Dios no se le ve con los ojos de la cara, sino con el corazón, lo mismo que todas las cosas grandes, no se pueden observar ni medir con esquemas materiales, permanecen siempre ocultas. A Dios solo se le puede “ver” con los ojos del corazón.
Los maestros de espiritualidad y de teología de la edad Media, decían que “donde hay amor, allí hay unos ojos que son capaces de ver” más allá de lo que aparece a la vista. Por eso, cuando un cristiano habla de Dios, no expone pruebas deductivas de las que puedas concluir en verdades matemáticas, sino que habla de intimidad, de una experiencia entrañable, de algo que pertenece a un ser tan querido, que es inabarcable e inexplicable.
Dios no es una idea oscura y abstracta, ni una energía oculta o una fuerza peligrosa, que tengo en frente y que me puede destruir en cuanto me descuide; tampoco es un ser solitario oscuro y huraño, que se molesta por cualquier cosa que yo hago; ni un ser sin rostro, frió e indiferente con lo que a mi me ocurra… Dios es ternura, alegría, amistad… que se desborda y goza con mi alegría y está a mi lado ofreciéndome siempre su mano, para que me sirva de apoyo. Dios es unos brazos abiertos, esperando siempre para darme el abrazo de acogida cuando he caído, cuando me siento hundido, cuando las cosas no me han salido como yo deseaba, cuando la vida se me volvió en contra y me dio un revés, cuando llego a concluir que nada tiene sentido… Él se presenta como la alegría, como el sentido de la vida y de la existencia.

Salmo responsorial 32, 4‑5. 6 y 9. 18‑19. 20 y 22 (R/.: 12b)

R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R/.
R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
La palabra del Señor hizo el cielo;
el aliento de su boca, sus ejércitos,
porque él lo dijo, y existió, él lo mandó, y surgió. R/.
R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.
R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
que tu misericordia, Señor,
venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R/.
R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 14‑17
Habéis recibido un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!» (Padre)

Hermanos:
Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios.
Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!» (Padre). Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“LAS INCOHERENCIAS DEL SER HUMANO”
S. Pablo se dirige a los cristianos de Roma con un argumento de esos que llaman de “cajón”: “hemos sido hechos hijos, en consecuencia somos herederos de Dios junto con Cristo; en el bautismo hemos muerto para nacer a la vida de los hijos de Dios; por lógica contundente: si es que en nosotros vive el Espíritu Santo, hemos de ser testigos de esa vida que llevamos y, dar los signos propios de ella.
Pero eso que aparece tan evidente, cuando observamos en la realidad, nos damos cuenta que la evidencia no solo se pierde, sino que resulta tremendamente complicado y difícil; pero lo que más difícil resulta, es querer demostrar que es de día en plena noche, algo así como demostrar la cuadratura del círculo: decir que somos hijos y que nos mueve el Espíritu de Dios, cuando renegamos de esa filiación y vivimos contrariamente a ella, pero sin embargo, confesamos que somos los mejores hijos, que amamos a Dios más que nadie, aunque a nuestra manera y, sobre todo, que estamos dispuestos a recibir la herencia que nos regala, ¡cómo no! Algo así como el hijo que rompe con su padre, lo desprecia… y a la hora de la verdad, asoma para recoger lo que le pertenece. Esta forma de ser y de actuar, tiene otro nombre en el argot popular: “cara dura”
Y somos unos caras duras, cuando el principio que Cristo nos dejó como norma, para que se reconociese su iglesia en el mundo, lo hemos cambiado por la ley y hemos hecho compatible el ser cristiano con la acomodación a todas las leyes del mundo, que nos permiten contemporizar con la injusticia, con la mentira, con la violencia, con el comercio, con el atropello… y luego, se arregla todo de modo que parezca bueno, santo y bendito.


Aleluya Ap 1, 8
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
al Dios que es, que era y que viene.


EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Mateo 28, 16‑20
Bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
—«Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra.
Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»
Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

“DIOS ES TRINIDAD” 

Recuerdo un momento en el que dos señores de estos que andan de puerta en puerta molestando y dando respuesta a preguntas que jamás les has hecho, llamaron a la mía, porque venía a explicarme algo que yo no sabía y que ellos tenían la respuesta para que dejara de  “seguir engañando al pueblo con mis teorías” Querían explicarme el misterio de Dios y el absurdo de la “teoría” de los “Tres en uno” que –según ellos- yo ando explicando.
            Si absurdo e inoperante sería que yo me dedique a explicar la teoría de los “tres en uno” que ellos decían, lo mismo de absurdo era todo el rollo que se montaron explicándome las “formas” como Dios se presenta, que, por supuesto, no eran tres, sino infinidad.
            Somos tan estúpidos que queremos concentrar a Dios en una formula, de manera que todo aquello que se sale de dicha explicación es una herejía.
 Lo que yo veo es que Jesús, jamás se puso a explicarle a nadie “Cómo” es Dios y lo único  que  nos mostró fue lo que Dios era para Él, que al final, después de todas las explicaciones teológicas que se dan, vienen a concluir en una sola afirmación: DIOS ES AMOR y el Amor ni se explica, ni se demuestra, ni se enseña… El Amor se VIVE.
El AMOR no es una realidad fría e impersonal, una formula, una teoría, algo extraño e inaccesible… el AMOR es amistad, es cercanía, es alegría, es diálogo, es entrega desinteresada, es comunión de sentimientos, de esfuerzo, de  vida.
Pero lo más bonito y grande  de la persona es que se nos dice y se nos identifica con Dios: somos a imagen y semejanza de Dios, es decir: tenemos todas esas capacidades que se le atribuyen a Dios y Jesús viene a recordárnoslo y hacerlo patente con su vida y su palabra. Y cuando rompemos este ser imagen y semejanza de Dios, nos convertimos en el ser más despreciable de la tierra, pues estamos renegando de nuestra identidad.
Cuando vivimos esa realidad que nos identifica: “Capacidad de amar”, entonces podemos experimentar lo que es la grandeza de Dios- Comunión- Comunidad- Solidaridad… AMOR-TRINIDAD.
Por eso, el camino para encontrar a Dios no son los libros, las teorías, los discursos, sino las experiencias de amor que nos está regalando constantemente la vida
            Pero alguien que no ha amado ni se ha sentido amado, es imposible que pueda captar la existencia de DIOS-AMOR; hay realidades que solo es posible entenderlas después que se han experimentado, de ahí que una persona que en su vida no ha hecho otra cosa, ni le ha interesado más que el dinero, los negocios y no entiende de otra cosa que no sea exprimir para ganar y no ha tenido ocasión de  dialogar, de compartir, de sentir la amistad desinteresada, de experimentar la gratuidad del amor… es imposible que entienda algo que se relacione con DIOS.
            El amor TRINITARIO de Dios no es un amor excluyente, egoísta que se cierra entre tres, sino un amor abierto a todas las criaturas, por eso, el amor cristiano es universal, abierto al universo entero y no mira ni pregunta la raza, la cultura, el color político, la cultura, la filiación religiosa…


DOMINGO DE PENTECOSTÉS -B-




PRIMERA LECTURA

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 2, 1‑11
Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar

            Todos los discípulos estaban juntos el día de Pentecostés. De repente un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería.
            Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos preguntaban:
            -¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, )como es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa?
            Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua.
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“EL ESPIRITU DESCONOCIDO”

            Los apóstoles, hasta ahora han permanecido encerrados y unidos por el miedo a los judíos. Su fe en Jesús ha sido muy débil, hasta se habían llevado una decepción, pues no esperaban que ocurriera lo que ocurrió con el maestro.
            Hoy aparece un hecho importantísimo para la iglesia: La venida del Espíritu Santo  sobre aquellos hombres atemorizados.
            La lectura del pasaje de los Hechos, nos cuenta el momento y la reacción de los apóstoles: S. Lucas utiliza unas imágenes para exponer la presencia del Espíritu Santo del que se llenaron y perdiendo el miedo salieron a dar testimonio de Jesús a todo el mundo.
            Es el momento en que aquellos hombres se dan cuenta en realidad de lo que Cristo ha supuesto para sus vidas y para el mundo y a partir de ahí, todo cambia de sentido, todo es nuevo.
            Es a partir de este momento cuando comprenden todo lo que han visto y han oído a Jesús y salen de una forma arrolladora para hablar de todas las maravillas de Dios que ha hecho en sus vidas y lo hacen dando el testimonio vivo de todo lo que han vivido y han experimentado al lado de Jesús.
            El problema que muchas veces tenemos en nuestra vida y que hace que nos planteemos la pregunta: ¿es que el Espíritu Santo no funciona ahora? Y el problema no está ahí, sino en la ausencia de experiencia de vida de Dios: no tenemos una base en la que apoyarnos, un referente al que mirar que nos ayude a darnos cuenta y a valorar lo que hemos vivido, aunque haya sido de forma inconsciente.
            Lo que hemos venido procurando no ha sido tener experiencia de amor, de solidaridad, de fraternidad, de respeto, de honradez, de esfuerzo, de lucha, de autosuperación… y lo único que se nos ha incentivado como un gran valor ha sido la comodidad, el tener dinero, el aparentar… cuando se nos habla de otros valores, es algo que no entra dentro de nuestros esquemas. Por eso, no es que el Espíritu Santo se haya perdido, sino que su fuerza y su presencia se desconoce y por eso se desprecia como algo que está fuera de contexto.

Salmo responsorial Sal 103, 1ab y 24ac. 29bc‑30. 31 y 34

V/. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra. (o, Aleluya)

R/. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de 1a tierra.
V/. Bendice, alma mía, al Señor.
 (Dios mío que grande eres !
Cuántas son tus obras, Señor;
la tierra está llena de tus criaturas.
R/.  Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
V/. Les retiras el aliento, y expiran,
y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento y los creas,
y repueblas la faz de la tierra.
R/. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

V/. Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras.
Que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor.
R/. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.


SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 12, 3b‑7. 12‑13
Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo

            Hermanos :
            Nadie puede decir *Jesús es Señor+, si no es bajo la acción del Espíritu Santo.
            Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de servicios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos.
            En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.
            Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.
            Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.
           

REFLEXIÓN

“VIVIR EN EL ABSURDO”
            La imagen que nos deja S. Pablo de la iglesia que ha nacido de las manos de Jesús comparándola con un cuerpo, nos ofrece un punto de apoyo extraordinario para hacer alguna reflexión y sacar algunas conclusiones.
            Nuestro cuerpo humano está animado por una misma vida que impulsa todos nuestros miembros, habiendo una coordinación perfecta entre todos y ejerciendo cada uno su función, distinta al resto, pero orientada al conjunto total; este cuerpo, solo marcha bien el momento que cada miembro realiza su función en beneficio del resto.
            Jamás veremos que un miembro se independice y no quiera saber nada del resto y podamos decir que funciona perfectamente; cuando alguno se separa del resto, muere, o cuando alguno se enferma y no realiza su función, el cuerpo entero se adolece y sufre las consecuencias.
            Cada miembro tiene su misión específica, puesta al servicio de los demás y, solo existe la armonía y la felicidad cuando esto funciona así.
            Pues bien, esta es la imagen que Pablo da de la iglesia: La vida y la fuerza que anima ese gran cuerpo es el Espíritu Santo que vive en cada uno de los miembros de ese cuerpo y los anima.
            Cada uno de nosotros viene a ser como una célula de ese cuerpo que tiene una misión única, distinta  e irreemplazable, que no puede ser ejecutada si no es orientada al bien común del conjunto.
            Lo mismo que en un cuerpo, cuando un miembro falla, repercute en todo el cuerpo, exactamente igual ocurre  aquí, de la misma manera un miembro no puede independizarse del resto, pues haría que todo el conjunto se resienta.
            En un cuerpo, cuando un miembro está muerto, no hay más remedio que extirparlo pues podría hacer morir a otros muchos. La misma conclusión tendríamos que aplicar en la iglesia.
            Cada uno de nosotros tenemos, como miembros que somos,  una misión de cara al resto, que no podemos eludirla sin que repercuta en los demás y no podemos descargarla en otro, ya que cada uno tiene la suya.
            Cuando hay un miembro que está enfermo, no tiene más remedio que curarse o desecharse del cuerpo.
            Lo triste y lamentable es haber querido cambiar las cosas y esforzarnos en admitir que es posible vivir desconectados los unos de los otros y hasta haciendo lo contrario, confundiendo la tolerancia y el respeto con la cobardía  y el miedo a defender la verdad, y permitiendo que con la  excusa del respeto  aparezcan signos de división y hasta de discordia. Y la verdad no puede convivir con la mentira como tampoco lo puede hacer la luz con la oscuridad; el Espíritu Santo no puede vivir en estas situaciones


Secuencia

Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si tu le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde

calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones
según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.
Amén.

Aleluya

Aleluya, aleluya.
Ven, Espíritu Santo,
llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos la llama de tu amor.
Aleluya.


EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según San Juan 20, 19‑23.
Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Recibid el Espíritu Santo

            Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. En esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
            -Paz a vosotros.
            Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
            -Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.
            Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
            -Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.


REFLEXIÓN

¡¡VEN ESPÍRITU SANTO!!
Cada vez que pienso en nuestra situación no puedo evitar el proyectarla en aquel grupito pequeño de personas que habían conocido a Jesús, que habían vivido a su lado y lo habían visto cómo no hubo fuerza que lo sujetara y lo aturdiera impidiéndole vivir en libertad y amarrarlo a unos esquemas predeterminados en consonancia con un sistema.
            Ellos en cambio, pudieron sopesar dos realidades: la de Jesús y la del sistema que les empujaba, lo mismo que hizo con Jesús. Ahora se encuentran escondidos sin saber qué hacer, asustados, porque le temen ser coherentes con lo que han vivido y con la tentación a olvidarse de todo, pasar la página y no responder a nada de lo que han vivido…
            Algo muy parecido a lo que nos está ocurriendo: es increíble ver la imagen de los niños incapacitados por completo de guardar un minuto de silencio, de observar la belleza de una flor, la actitud solidaria de alguien… han de estar completamente distraídos con una máquina que les tenga ocupados, da la sensación que no tuvieran interior, incluso los padres se sienten molestos si es que algo les conmueve y evitan que se encuentren con el dolor.
            Es de una tristeza enorme ver  cómo nos arrancado las raíces y cuando un niño o un joven oye hablar del sufrimiento que pasaron sus mayores, inmediatamente cambia de onda y dice que no le interesan esas historias, pero tampoco le interesa escuchar que debemos tener aspiraciones… solo le interesa vivir lo inmediato, pero nos encontramos a la gente perdida completamente sin saber de dónde viene, qué hace aquí ni a dónde va.
            Es triste ver que la gente no quiere saber de nada y su único interés es “vivir mejor”, “disfrutar de la vida”… pero cuando preguntas qué es disfrutar de la vida o vivir mejor, te das cuenta que todo está centrado en perderte en el ruido, en el placer, en la inconsciencia… y terminar en el vacío y en la soledad más absoluta y sin sentido
            Ansiamos ser libres e independientes y eso lo reducimos a hacer lo que nos viene en gana sin que haya nada ni nadie que nos lo impida, pero vemos que nos quedamos en la ansiedad y el vacío, pues a eso que le llamamos libertad queda supeditado a tener el dinero que se necesita para realizarlo con lo que todo queda reducido a aquello inmediato que podemos gozar sin necesidad del dinero y a eso le llamamos “felicidad”.
            Estamos viendo cómo en nuestra vida se han cerrado las puertas para Dios, para los temas transcendentes, para todo aquello que no esté marcado con el sello del dinero, del lujo, del placer, de la apariencia.
            Nuestro interior ha quedado cerrado, es un sótano oscuro donde no cabe nada, la palabra no es un instrumento de encuentro, sino de pelea y no gozamos escuchándonos, menos aun confiando en lo que nos dicen o decimos, preferimos el ruido, donde no se pueda escuchar y  donde no podamos hablar… Hemos destruido el espacio donde podamos escuchar al Espíritu del Señor y habría que gritar: VEN ESPÍRITU SANTO y ayúdanos a hacer silencio, a vaciar el sótano y a iluminarlo con tu luz, a limpiar nuestra vida, a romper nuestros miedos y a recibir tu PAZ, para que, teniendo experiencia de ella, podamos ser testigos.
           



DOMINGO -VII- DE PASCUA -B--



Ascensión del Señor

Hechos de los apóstoles 1,1‑11
Lo vieron levantarse
En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios.
Una vez que comían juntos, les recomendó: "No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo." Ellos lo rodearon preguntándole: "Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?" Jesús contestó: "No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los confines del mundo."
Dicho esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndole irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: "Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse."

REFLEXIÓN

“EL REINO NO ES UNA IDEA NI UNA REALIDAD FUTURA” 
            Cuando leemos despacio el libro de los Hechos y tenemos en cuenta todo lo que ha ocurrido anteriormente, nos quedamos sorprendidos al ver la dureza de la mente y el corazón del ser humano, que ni la evidencia de los hechos le hace cambiar, cuando la mente la tiene puesta en otra cosa: nos cuenta el pasaje que nos trae la liturgia de hoy, que están reunidos el grupo de los apóstoles; ellos han vivido de cerca todo el desastre de la muerte de Jesús, con lo que se les habían venido por tierra todas las expectativas que tenían sobre el mesianismo político; Cristo  se lo había repetido infinidad de veces y deberían estar desengañados de su ilusión con la muerte que ha sufrido. Pues con todo esto, y después de muerto Jesús, con todo lo que han vivido, seguían sin tener claro el tema de Jesús y la misión que había traído.
            Momentos antes de desaparecer Cristo del escenario, cuando les está dando las últimas instrucciones, todavía le preguntan: "Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?"
            Pero también es curiosa la respuesta de Jesús: "No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad…” O sea, el hecho de la restauración no lo niega, lo que hace es quitar la preocupación de la fecha.
            Para nosotros, en cambio, lo mismo que para los apóstoles, pesa y cuenta más lo inmediato, lo anecdótico que lo que supone el sentido y la orientación de la vida: lo importante es apostar por el proyecto entero de Jesús, por lo que va a orientar toda el sentido de nuestro esfuerzo, por la actitud que defina nuestro ser y nuestro existir, los acontecimientos concretos que se van dando no san más que accidentes que se presentan en el camino.

Salmo responsorial: 46

Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.
Pueblos todos batid palmas, /
aclamad a Dios con gritos de jubilo; /
porque el Señor es sublime y terrible, /
emperador de toda la tierra. R.         
Dios asciende entre aclamaciones; / el Señor, al son de trompetas; /
tocad para Dios, tocad, /
 tocad para nuestro Rey, tocad. R.
Porque Dios es el rey del mundo; /
tocad con maestría. /
Dios reina sobre las naciones, /
Dios se sienta en su trono sagrado. R.
Dios asciende entre aclamaciones; / el Señor, al son de trompetas; /


Lectura de la carta a los Efesios 1,17‑23
Lo sentó a su derecha en el cielo

Hermanos: Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro. Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia como cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos.
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“ALABANZA A CRISTO POR SU VICTORIA”   
La carta a los efesios se abre con un deseo de que la comunidad reciba por parte de Dios el gran don del conocimiento y la sabiduría para poder conocer el gran misterio de nuestra redención y la grandeza de la gloria que se nos ha dado con la muerte y la resurrección de Cristo.
S. Pablo hace una alabanza a Dios por su grandeza y termina dando las gracias por el don que ha recibido. Es lo que le pide a Dios para los efesios y es lo que debemos también pedir para nosotros en el tiempo en que vivimos en el que se ha perdido el valor de lo espiritual y el hombre ha quedado a merced de lo material.
Cristo  resucitado, con su muerte,  ha roto todas las ataduras que oprimen al hombre; con su ascensión ha destruido el miedo y ha proclamado el destino inapelable del hombre a la gloria del Padre.
La Ascensión al cielo es la prueba que Cristo nos deja y que apoya toda nuestra esperanza y el sentido de toda nuestra lucha: no nacimos para la muerte y la destrucción ni nuestro esfuerzo está llamado a ser un sufrimiento inútil que lo único para lo que sirve es para fastidiarnos el tiempo que pasemos en la tierra; nuestra vida, nuestro trabajo, nuestras actitudes, nuestras obras están llamadas a ser un signo de libertad propias de aquel que sabe y tiene la certeza de su triunfo, porque el enemigo destructor ha sido ya vencido.



Mateo 28,16‑20
Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, paro algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: "Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo."

REFLEXIÓN

“LA FUERZA DE SU PRESENCIA”  
El pasaje del evangelio de hoy enlaza con el de los Hechos de los Apóstoles y justo en los momentos antes de desaparecer Cristo del escenario, y después de dar la respuesta a la pregunta que le hacen los apóstoles si es ahora cuando iba a restaurar el reino de Israel, Jesús cambia el tema y les lanza el reto: “Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.”
            Si a esto unimos el mandato que hace en el evangelio de Mc. (16,15) “Id al mundo entero  y proclamad el evangelio a toda la creación” y que ahora vuelve a recordar: “recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los confines del mundo." Nos da una visión completa de todo su proyecto.
            Si nos manda a predicar el evangelio al mundo entero, es porque en la puesta en práctica del evangelio está la restauración del orden del que ha venido hablando todo el tiempo, con lo cual, queda bien claro que la palabra del evangelio es la alternativa que Cristo ha traído para la humanidad y, esa puesta en práctica, no es algo que hace referencias al futuro, sino al presente del hombre: si el evangelio y el proyecto de Jesús no valen para restaurar e implantar la felicidad en esta vida presente, tampoco sirven para el futuro y si Cristo vino solo para arreglarnos el futuro, sin dar solución al presente, no es digno de crédito.
La seguridad que nos queda es ver que Cristo vive en medio de nosotros y que Él es la clave de la existencia y la felicidad humana; precisamente, apoyado en esto, es cuando encuentro el apoyo para mi fe y el sentido para mi vida; sus últimas palabras son la ratificación y el apoyo que necesitamos para seguir caminando: “sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo."