DOMINGO DE RESURRECCIÓN -I de PASCUA


PRIMERA LECTURA  


Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 10, 34a. 37‑43
Hemos comido y bebido con él después de su resurrección

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: 
-"Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. 
Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección. 
Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados." 

Palabra de Dios.  

REFLEXIÓN 


UN SIGNO DE PERTENENCIA A CRISTO    

Nos encontramos con Pedro que ha sido llamado por Cornelio para que llegue a su casa, cosa que la ley prohibía a los judíos entrar a la casa de un extranjero o tratar con él pues la ley tenía establecido quiénes eran puros y quienes eran impuros y no se podía uno ensuciar con el trato con un impuro… Lógicamente, esta división que hacía la ley judía impedía la predicación del evangelio a los no judíos.
            Cornelio le cuenta el sueño que ha tenido y le pide que les indique lo que el Señor le está ordenando que les diga. Ahí se da cuenta Pedro que Cristo ha roto esas normas legales absurdas y que su muerte ha sido salvación para todos los hombres no importa la raza, la nación, la lengua, la cultura…
            Y Pedro le transmite la experiencia que ha tenido: Jesús había venido, había predicado la llegada del Reino, había predicado un orden nuevo basado en el amor y la justicia pero las autoridades judías no quisieron admitirlo, lo consideraron un blasfemo y un desestabilizador y lo condenaron a muerte, pero Dios estaba de su parte, lo ha resucitado y ha roto todas las barreras. La gran familia surgida de la fe en Jesús y en su resurrección ha roto todas las exclusiones y eso es uno de los signos más grandes y efectivos que le hacen entender al mundo que Cristo está vivo y se mantiene con fuerza en la comunidad.
            Una comunidad, una cultura, una religión, una sociedad, un sistema del tipo que sea que mantenga la exclusión, la justifique, la produzca o la tolere es la antítesis de la resurrección y no se puede llamar cristiano y, ni siquiera humano. 

Salmo responsorial Sal 117, 1‑2. 16ab‑17. 22‑23 (R.: 24)  


R. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. 

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia. R.
R. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. 

La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa.
No he de morir,
viviré para contar las hazañas del Señor. R.
R. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. 

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente. R.
R. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.  
 

SEGUNDA LECTURA  


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 1-4
Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo

            Hermanos: 
            Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. 
            Porque habéis muerto, y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria. 
Palabra de Dios.  

0 bien.   

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios  5, 6b‑8
Quitad la levadura vieja para ser una masa nueva 

Hermanos: 
¿No sabéis que un poco de levadura fermenta toda la masa? Quitad la levadura vieja para ser una masa nueva, ya que sois panes ázimos. Porque ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo. Así, pues, celebremos la Pascua, no con levadura vieja (levadura de corrupción y de maldad), sino con los panes ázimos de la sinceridad y la verdad. 
Palabra de Dios.   

REFLEXIÓN 

LA LEVADURA DEL ESPÍRITU SANTO   

            Utilizando la imagen que S. Pablo le da a los cristianos de Corinto que a su vez retoma del mismo Cristo; nosotros también nos la podemos aplicar a nuestras vidas y a nuestra realidad: él utiliza un ejemplo muy sencillo, pero a la vez muy elocuente que todo el mundo conoce: ve cómo la levadura se funde con la masa y la va fermentando hasta que toda la masa cambia de naturaleza.
            En cambio, si esa levadura está dañada, no solo no es capaz de fermentar la masa, sino que se convierte en un foco de infección que puede hacer mucho daño.
            Basándose en esta experiencia aplica las consecuencias a la vida cristiana: hemos sido bautizados, hemos desechado la levadura vieja del pecado que teníamos, hemos sido transformados en levadura nueva de Cristo resucitado; nuestra presencia, donde quiera que estemos ha de ser transformadora, fermentadora de paz, de justicia, de amor, de verdad, de libertad y de fraternidad… si somos hombres nuevos nacidos del Espíritu de Cristo Resucitado, es imposible que seamos focos de infección, de dolor, de destrucción y de muerte.
            Es algo que no tiene explicación, ni se puede compaginar con la vida cristiana el que alguien que ha sido bautizado, que cree en Jesucristo y se ha dejado transformar por Él, esté viviendo en la corrupción y en la maldad.
            Sin embargo, como dice el refrán, “entre el dicho y el hecho hay un gran trecho”: entre lo que debemos ser y lo que somos hay distancias a veces infinitas, pero eso no quita ni añade nada: la realidad es lo que es y no tiene componendas; no se puede llamar luz a aquello que es una tremenda oscuridad; no se puede llamar pan a una piedra, ni agua a una tierra sucia y envenenada.
 

SECUENCIA


                               (Es obligatorio decirla hoy; los días dentro de la Octava es potestativo)


 
Ofrezcan los cristianos

ofrendas de alabanza

a gloria de la Víctima

propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado

que a las ovejas salva,

a Dios y a los culpables

unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte

en singular batalla,

y, muerto el que es la Vida,

triunfante se levanta.

“¿Qué has visto de camino,

María, en la mañana?”

«A mi Señor glorioso,

la tumba abandonada,

los ángeles testigos,

sudarios y mortaja.

                                                           ¡Resucitó de veras

mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,

allí el Señor aguarda;

allí veréis los suyos

la gloria de la Pascua.”

Primicia de los muertos,

sabemos por tu gracia

que estás resucitado;

la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate

de la miseria humana

y da a tus fieles parte

en tu victoria santa.

 
Aleluya 1 Co  5, 7b‑8a 

Ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo. Así, pues, celebremos la Pascua en el Señor.   

EVANGELIO 


Lectura del santo evangelio según san Lucas 24, 13‑35
Quédate con nosotros, Señor, porque atardece 

Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. 
Él les dijo: 
-"¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?" 
Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó: 
-"¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?"
Él les preguntó: 
-"¿Qué?" 
Ellos le contestaron: 
-"Lo de Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron."
Entonces Jesús les dijo: 
-"¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?" 
Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura.
Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo: 
-"Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída.."
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció. 
Ellos comentaron: 
-"¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?" 
Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: 
-"Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón." 
Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. 
Palabra del Señor. 

REFLEXIÓN 

“NO BUSQUÉIS ENTRE LOS MUERTOS AL QUE VIVE”  

S. Juan es muy dado a utilizar simbolos para presentar la realidad: En la narración podemos verlo como juega con el lenguaje de los símbolos luz –tinieblas, mundo-espíritu; verdad-falsedad… quizás la mejor forma de expresar la situación de los primeros discípulos es la imagen que pinta de María Magdalena: la presenta  buscando, queriendo encontrar una respuesta a todo lo que ha ocurrido, va al sepulcro y hace notar que es de noche, es decir: ella permanece todavía en la oscuridad, no ha entendido lo que ha pasado, anda buscando a Jesús entre las tinieblas, lo busca en el sepulcro, entre los muertos…

El momento lo narran también los otros evangelistas y cuentan que las mujeres también se van de noche y andan dando vueltas desconcertadas. Allí les indican que han cogido un camino equivocado, que han de buscarlo por otros sitio: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? A Jesús no se le puede encontrar entre la muerte: entre el poder establecido, entre las estructuras de poder y de opresión, en el mundo de las finanzas y de las primas de riesgo, en las grandes bolsas del mundo, en las organizaciones de la guerra y de manipulación de los negocios del mundo; en las religiones de miedo, de opresión de conciencias, de fanatismos, de anulación de la persona… No, ahí no está

            Tampoco lo podemos encontrar allí donde se establece la división y se vive en medio de luchas de poderes y de intrigas, donde el amor, la fraternidad, la justicia, la verdad, solo es una palabra que todos lanzan al viento pero nadie practica ni cree.

            No, no lo busquemos allí donde la fe se quedó anquilosada y acomodada en sus ritos y en sus normas y se olvidó del hermano y de la alegría que supone la fraternidad vivida y compartida y solo se está pendiente de las formas o de las formulas doctrinales y se olvida la VIDA.

            No nos empecinemos en encontrarlo donde no está. Jesús ha resucitado, vive y está allí donde hay alegría, esperanza, deseos de búsqueda, solidaridad, comunión, lucha, inquietud… “No busquéis entre los muertos al que vive”

 

 

 

SABADO SANTO


EL SEPULCRO VACÍO

            Lo históricamente constatable es que Jesús murió realmente, eso lo vieron, lo palparon, pues lo enterraron y sintieron en sus vidas la desazón y el dolor de ver la injusticia y la indefensión… más delante de esto estaba fuera de sus cálculos, de su comprensión y, de hecho, le habían oído por tres veces decir que iba a resucitar, pero eso no lo creyeron nunca, imaginaban que se refería a otra cosa, una forma de hablar  (Mateo 16, 21; 17, 22-23; 20, 17-19).

            En el anuncio de Jesús hablaba del  “Tercer  día” pero esa expresión no quiere decir exactamente “tres días” sino “pronto”; en arameo no existe el término “varios” o “algunos”, por lo tanto, cuando el evangelista pone en boca de Jesús “Al tercer día resucitaré” debemos leer “en muy breve tiempo” Para Jesús había algo que estaba muy claro: El Reino de los cielos estaba ya aquí, Dios se ha comprometido con la historia del hombre, el final de los tiempos de enemistad entre Dios y el hombre ya ha pasado, Él se siente ya en esa nueva dimensión.

            Pero los apóstoles no acababan de entender esto y seguían pensando que la venida del Mesías sería algo extraordinario, el reino del que hablaba Jesús no era el que ellos esperaban y pensaban.

            Jesús muere de la forma que ocurrió y se quedan desconcertados, les cuesta creer lo que ha pasado, a todos los niveles: ¿Cómo le puede haber ocurrido algo semejante a alguien que no ha hecho otra cosa que hacer el bien? ¿Cómo un pueblo puede darle la espalda a alguien que ha ido sanando a tanta gente, hablando la verdad y defendiendo a tanta gente marginada? ¿Cómo han podido ellos abandonarlo y no ser capaces de dar la cara por Él?

            El desconcierto es total, ahora andan asustados y queriendo salir de Jerusalén para escapar de aquella pesadilla.

            La trama del mal se ha urdido todo en la clandestinidad, se ha actuado de noche, bajo el poder de las tinieblas, para que no se vea nada, para que nadie se sienta identificado… es el poder de las tinieblas que se ha impuesto a la luz; es la mentira y la corrupción que ha entrado y ha querido embadurnarlo todo con la suciedad para que aparezca, incluso como un bien que se ha buscado para el pueblo, tal como hacen hoy los políticos tergiversando y jugando con las palabras para que aparezca como bueno y razonable lo que es la muerte de la justicia y de la paz…

            Pero la VERDAD, la JUSTICIA, el AMOR… DE LOS QUE Cristo había venido hablando y diciendo que eso es como la semilla que cae en tierra y germina, eso no lo pueden matar, eso está por encima de todos los poderes de las tinieblas y de la corrupción y esta fuerza la sintieron viva en sus corazones sin encontrarle explicación: era el mismo Jesús que había resucitado, no como ellos imaginaban, sino de otra manera mucho más fuerte.

            Las primeras que sintieron esta experiencia de resurrección fueron las mujeres, esas que nadie daba crédito pues ni siquiera valían para testigos en los tribunales, fue a ellas a las primeras que se les presentó vivo, resucitado (no “revivido”), con toda su fuerza y las envió para que lo anunciaran, sabiendo que nadie las iba a creer, pero, como siempre, la realidad se impondrá a la creencia y a los prejuicios: todos los apóstoles, uno a uno van experimentando ese encuentro con Jesús resucitado. Desde entonces, todo el esquema legal, ritual, de formas y tradiciones se vino abajo: el Espíritu de Jesús resucitado actúa cuando, como y de la forma que quiere, independientemente de los esquemas que nosotros tenemos prefabricados y con la gente que Él tiene determinado.

            Nuestra fe y nuestra adhesión a Jesucristo se apoya en el testimonio de aquellas mujeres y la única prueba material y constatable, históricamente, que tenemos fue que, ellos vieron cómo lo mataron, cómo lo enterraron y cómo el lugar donde lo dejaron estaba vacío… Nadie vio cómo, cuándo ni qué ocurrió, lo único que volvieron a experimentar era que estaba vivo, que ellos lo habían visto y lo sentían vivo en sus vidas y eso no lo podían negar, era una evidencia tan fuerte, que ni la misma muerte podía impedirlo. Y esto es lo mismo que se ha vendo transmitiendo a través de 20 siglos, repitiéndose la misma experiencia en millones de personas.

            El núcleo del mensaje que se ha venido transmitiendo a través de los siglos ha sido el mismo: A Jesús de Nazaret lo asesinaron colgándolo de una cruz como un indeseable por haber predicado la igualdad entre todos los hombres, por haber presentado el rostro de Dios como un Padre lleno de ternura y de amor por todos los hombres, a quienes ha hecho hijos suyos y por quienes ha entregado su hijo para la salvación de la humanidad. Este mensaje no fue aceptado por las autoridades judías y romanas y lo mataron… pero Dios lo resucitó dándole la razón y certificando que es verdad todo lo que dijo.

            En la muerte y resurrección, los primeros cristianos sintieron cómo la VERDAD ha triunfado sobre la mentira,; cómo la luz ha triunfado sobre las tinieblas, cómo el reino del mal y de la muerte ha sido vencido por el BIEN y la VIDA y esto ha dado al hombre el sentido de su esperanza: el hombre no viene a este mundo para quedar destruido con la muerte, sino para triunfar sobre ella y llegar a la plenitud de la resurrección. La VIDA es el final y el horizonte de toda la historia humana.

            Los discípulos dieron testimonio de todo esto como del gran acontecimiento que había ocurrido en sus vidas de lo que ellos eran testigos y no podían ni callarlo ni decir lo contrario… Los llamaron “borrachos” “alucinados”, “locos”, gente que ha perdido la cabeza; otros los llamaron fracasados que no soportaron la decepción y se inventaron el “cristianismo” y, hasta hoy, sigue habiendo gente que no quiere admitir que Jesús ha resucitado y que vive en todos aquellos que optaron por la libertad y dejaron su corazón libre y abierto al Espíritu del Señor resucitado. 

LA CELEBRACIÓN LITÚRGICA DEL SÁBADO

LITURGIA DE LA LUZ 

                La celebración de esta noche  es la más rica e importante de todo el año; ya, desde ayer, después de la celebración de la muerte del Señor, todo ha entrado en el silencio de la muerte: las tinieblas hicieron su jugada y quisieron matar la luz: la muerte de Jesús ha sido la obra de las tinieblas. Es tiempo de vigilia, no podemos dormirnos, se ha establecido la muerte, hay que permanecer vigilantes.

            El silencio, el recogimiento, el duelo por lo ocurrido a Jesús, que es el atentado a la JUSTICIA, al AMOR, A LA VERDAD, a la PAZ, a la LIBERTAD… se convierten hoy en elementos fundamentales de la liturgia y esa actitud permanece hasta la celebración de la solemne Vigila Pascual.

            Todo este tiempo nos recuerda aquella noche en que los israelitas comieron la cena y a continuación Egipto se llenó de muerte de todos sus primogénitos; recuerda también el momento de desconcierto en el que quedaron los apóstoles ante la muerte de Cristo y el recuerdo de lo que había dicho: “Resucitaré al tercer día” ¿qué habría querido decir con esto?.
            Estuvieron vigilantes por el peligro que corrían y en ese estado de vigilia estuvieron recordando todo lo que Dios había venido haciendo con sus antepasados en momentos duros, como el que ellos estaban viviendo. Ese Dios en el que Jesús les enseñó a confiar no los podía dejar en la estacada.

            La oscuridad de la noche representa el estado de las tinieblas que han atentado contra la luz, es la situación del pecado, de la muerte, de la traición… El ambiente debe estar en la más completa oscuridad.

            El montón de leña representa el sepulcro en el que Cristo estuvo enterrado y del que salió vencedor de la oscuridad de la muerte, como una explosión de luz. Nosotros lo representamos con algún elemento (gasolina) que pueda prender de un golpe todo el montón de leña como expresando cómo de esa oscuridad ha explosionado la LUZ de la resurrección de la que encendemos el CIRIO PASCUAL que representará a Jesús resucitado y del que vamos prendiendo cada uno nuestra luz (cada uno se llevará esa noche su vela recordando la luz que se encendió el día de su bautismo significando la fe en la que quedábamos incorporados: Cristo Resucitado)

            Con el CIRIO PASCUAL (Cristo resucitado) a la cabeza, la iglesia  camina detrás de Él con su luz encendida. (la pequeña luz de cada uno, unida a la de los demás, forma una luminaria, es la fe de la iglesia que se convierte en luz para el mundo)

            Llegados al centro del presbiterio se proclama por tercera vez ¡¡¡LA LUZ DE CRISTO!!! Y se coloca el CIRIO sobre el cirial convirtiéndose en este momento en el signo más importante del momento litúrgico.

            A continuación se hace una proclamación del PREGÓN PASCUAL que será como un recuerdo del mandato que recibieron las mujeres de ir y anunciar a los apóstoles que Cristo había resucitado, hoy es la iglesia la que recibe este encargo de ir a todo el mundo y anunciar que Cristo ha resucitado y que con su resurrección Cristo ha vencido a la muerte y al pecado y se ha establecido el reinado del amor de la verdad y de la paz y la esperanza segura de la salvación para todo hombre que se abre a la LUZ de Cristo Resucitado. La asamblea escucha el PREGÓN con su vela encendida: con su fe viva, asumiendo el mensaje de ser portador de esa luz ante el mundo.
            La celebración de la Vigilia Pascual debe celebrarse completamente de noche y ha de terminarse antes del amanecer del domingo
 

LITURGIA DE LA PALABRA
 

            Recordando el momento en que los apóstoles, escondidos y vigilantes por el miedo y por lo que Jesús les había dicho, comienzan a recordar todo lo que Dios ha venido haciendo  en toda la historia del pueblo y confiando en que ahora haga algo para salir del atolladero.

            La liturgia propone 9 lecturas: siete del antiguo Testamento y dos del Nuevo (Rm.6,3-11 que presenta el bautismo como el paso del Mar Rojo a la libertad de los hijos de Dios y el Evangelio de S. Lucas 21,1-12 en el que narra el momento del encuentro de Jesús con las mujeres y la misión que les da de ir a anunciar a los once que había resucitado y que los esperaba en Galilea)

            El pueblo va haciendo un recorrido desde el mismo comienzo de la creación, pasando por los profetas, de toda la intervención que Dios ha tenido en la historia siendo fiel a su palabra, que ahora lo corrobora con la resurrección de Jesús y nos invita a confiar también en la nuestra propia resurrección que ha comenzado ya con nuestro bautismo.
 

LITURGIA BAUTISMAL
 

            Es un momento entrañable en el que recordamos nuestro propio bautismo, en el que renovamos aquel compromiso contraído y aquella confesión de fe que hicieron nuestros padres y padrinos en nuestro nombre, que después hemos hecho nuestro y que seguimos renovando fundados en la resurrección de Cristo que se convierte en piedra angular de nuestra fe.

            En esta noche debería ser la única en la que se bautizaran todos los catecúmenos que se han venido preparando durante todo el año y que desgraciadamente ha quedado todo reducido a un pequeño signo de no bautizar durante la cuaresma, dejando en puro símbolo lo que debería ser una realidad invulnerable, con lo que este momento recuperaría toda su fuerza, al mismo tiempo que el bautismo dejaría de ser un acto social  para coger todo el sentido del sacramento.       

            Entre los gestos que se realizan están:

            -La bendición del agua como pieza clave; debe hacerse a la vista de todos los fieles

            -Se llaman, pronunciando en voz alta, a los catecúmenos, que son recibidos por la asamblea que escucha de forma solemne su nombre y los acoge.

            -Se presenta a los catecúmenos a toda la iglesia, no solo a la comunidad presente, sino la iglesia universal y, por eso, se hace la invocación de todos los santos sobre los que se van a bautizar para que sean sus intercesores.

            -El agua del bautismo representa en este momento el sepulcro en el que se enterró Jesús o el agua del mar Rojo en la que fue destruido Egipto. Esta agua representa el sepulcro en el que se entierra el hombre viejo y de la que renace el hombre nuevo lleno del Espíritu de Cristo resucitado. Esta realidad espiritual la expresamos con la inmersión del cirio Pascual  en la fuente bautismal y su salida de ella como resurgiendo del abismo de la muerte.

            -Terminada la bendición del agua, los catecúmenos hacen su compromiso de renuncia al mal y su confesión de fe indicando que se adhieren a Jesús y mueren al hombre viejo del pecado.

            Terminado el rito del bautismo los catecúmenos son ungidos con el santo crisma que el obispo consagró en la misa Crismal. Esta unción indica que han sido elegidos y consagrados  por Dios para ser hijos suyos recibiendo la vida del Espíritu de Jesús resucitado, que los hace hijos de Dios y miembros de su pueblo santo, la iglesia, lo mismo que en otros tiempos Dios elegía a sus profetas, a sus reyes y los consagraba para que fueran presencia suya en medio de su pueblo.

            La culminación de este momento será con la unción con el santo crisma el día de la CONFIRMACIÓN en donde el bautizado recibe el ESPÍRITU SANTO con todos sus dones para que se convierta en testigo de Jesucristo y reciba, al mismo tiempo, la misión que Cristo le encomienda de ser su testigo, para lo que le da su Espíritu.
 

LITURGIA EUCARÍSTICA
 

            Terminada la liturgia bautismal continúa la liturgia de la Eucaristía con el momento de las ofrendas que, si hubiera algún catecúmeno adulto o joven que pudiera hacerlo, sería deseable que fueran ellos los que hicieran la procesión de ofrendas como signo de la entrega de sus mismas personas a Jesucristo para que con Él sean presentados al Padre.

            Sería bueno que es esta Eucaristía, los asistentes puedan comulgar bajo las dos especies, como en la CENA DEL SEÑOR  el día del Jueves santo.

 

 

VIERNES SANTO


 
 
Al final lo mataron, ni siquiera lo consideraron digno de morir dentro de la ciudad, lo sacaron fuera de la ciudad, donde no moleste más. Ni siquiera lo consideraron digno de que lo acogiese la tierra, querían que quedase como carroña para las aves de rapiña.
Así ocurre: del amor al odio no hay más que un paso -así dice el refrán- o podríamos decir que son las dos caras de una misma realidad, una cara es la que se deja iluminar por la verdad y la otra es la que opta por la oscuridad.
En aquel momento pesaron más los intereses creados de las autoridades judías, el miedo de la gente que no quiere comprometerse y prefiere que le den las cosas hechas, el no querer distinguirse para no buscarse complicaciones, la deslealtad de los que se llamaban amigos... y lo dejaron solo, le dieron la espalda, optaron por la muerte y siguieron la fiesta.
Hoy volvemos a encontrarnos frente la espada y la pared, se trata de opciones, o nos declaramos de los Asuyos@ con todas las consecuencias o nos ponemos en la contra.
Un autor estoico, de Siria escribía en el siglo II: A)qué ganaron los atenienses haciendo morir a Sócrates, un crimen que les costó el hambre y la peste? )Y qué ganaron los samios quemando a Pitágoras? En un momento su país se vio cubierto de arena. Y )qué provecho sacaron los judíos ejecutando a su sabio rey, si a partir de aquella época se les quitó su reino? En efecto, con toda justicia Dios vengó a estos tres sabios@
El VIERNES SANTO de la humanidad se vuelve a repetir cada año y la humanidad seguirá soportando no el castigo ni la venganza de Dios -como dice el escritor sirio- pero sí las consecuencias de haber optado por las tinieblas y la muerte y temerle a la VERDAD
 
AUNA EQUIVOCACIÓN FATAL@
 
Los sumos sacerdotes querían matarlo pero los argumentos no acababan de tenerlos muy claros, por otro lado, deseaban un fuerte escarmiento para el que los había puesto tantas veces nerviosos; querían la cruz para Jesús pero eso no lo podían hacer ellos.
Podían haberlo apedreado, pero era demasiado expuesto y, el único argumento serio que tenían, era el ridículo que había sentido el sumo sacerdote Caifás al no querer contestarle Jesús, que lo consideraba como un desprecio a la autoridad.
A Pilatos le obligaron a que firmara la sentencia y eso no le agradó. Escribió en la tablilla que indicaba el motivo de la muerte: IESUS NAZARENUS REX IUDEORUM. Lo escribió en latín, griego y hebreo.
Cuando los sacerdotes vieron la inscripción se sintieron ofendidos y quisieron obligarle a que escribiera: AHa dicho: yo soy rey de los judíos@, pues con lo que estaba escribiendo estaba afirmando que lo era y Pilatos muy enfadado contestó: (No se cambia nada!  ALo escrito, escrito está@ con lo cual, sin pensarlo, ni pretenderlo, hacía que todas las piezas del rompecabezas fueran encajando y se cumpliera, incluso lo que el mismo Jesús había dicho: ACuando yo sea levantado...@ indicando de qué muerte iba a morir.

Produce un escalofrío especial el pensar en Jesús en lo alto del Gólgota, allí, de pie, destrozado, rodeado de un gran número de gente gritándole e insultándolo, frente a la cruz, en la que dentro de unos momentos lo van a clavar, con las manos amarradas atrás todo el tiempo, como si hubieran sido armas mortales, cuando no hizo con ellas otra cosa que curar enfermos y bendecir a niños y a gente sencilla. Allí se encuentra solo, en medio de dos bandidos que también lo insultan.
Allí, muy cerca, está su madre y María, su amiga incondicional. Han venido todo el rato a su lado durante el camino, y ha venido sintiendo los gemidos de su madre. Es el único consuelo que ha sentido en todo el rato.
En paralelo con Jesús, se va dando otra pasión no mucho menos fuerte que la suya, es la pasión de María, que la sufre en su alma con un dolor no físico sino moral y espiritual tremendo.
En lo alto de la cruz, Jesús se debate con la muerte y, en el suelo, a sus pies, su madre abrazada a la cruz se retuerce contra el sinsentido y el dolor que le produce la muerte de su hijo.
La sangre se desliza por el tronco tosco de la cruz y llega hasta las manos de María. En este momento, siente en ella como el eco de otra sangre de su hijo, en el momento de su nacimiento. Son los dos momentos cumbres en los que ambos están solos, alumbrando en el dolor una nueva realidad.
También suenan como un eco las palabras que le ha oído en varios momentos: aún no ha llegado mi Ahora@.  Recuerda aquel en que en Caná llegó a sentirse mal ante la respuesta que le daba: AAún no ha llegado mi hora@ (Jn. 2,3), pues no entendía de qué Ahora@ se trataba.
Esta es la Ahora@ de Jesús, es el momento cumbre en el que va a realizar en plenitud toda su obra,  en el que va a agotar todos los recursos, es el momento en el que el hombre da todo lo que tiene y cuando ha llegado al fin, ahí empieza a desplegarse toda la potencia de Dios.
La cruz no solo es el paso supremo y forzado para la resurrección, sino también la condición para el nacimiento de la iglesia.
Jesús ha inaugurado una nueva relación, una nueva forma de familia que nace enganchada, no en la sangre sino en el Espíritu y crea unas relaciones completamente nuevas y más fuertes que la misma sangre.

El momento del calvario junto con el de Getsemaní, son dos momentos que rompen todos los esquemas: en el primero, ver a todo un Dios abatido, reducido al absurdo, a la impotencia, al anonadamiento... eso es algo que supera todos los cálculos.  Ahora colma ya el vaso: el momento en la cruz es escandaloso. Lo han desnudado, le han quitado todo, hasta el manto que su madre le había hecho (No se lo han roto, ha quedado integro... el manto representa el espíritu, su dignidad) Se ha quedado absolutamente en el aire, en la más absoluta indefensión, burlado de todos, deshecho, solo, defraudado... todo se le ha vuelto en contra, no ha sido entendido y termina odiado...
Siente sobre su carne lo máximo que puede sentir un ser humano: el abandono de todos, de todo y hasta de Dios, se ve abocado al absurdo, al sinsentido... solo le ha quedado integra su dignidad, el amor de su madre y su lealtad a su Padre que la ha mantenido inquebrantable.
Ha llegado al extremo al que puede llegar un hombre, sin abrir la boca, sin protestar, sin poner condiciones. Su última palabra es un grito desgarrador apelando a lo único que le queda y, como humano, hasta en eso ha sentido que se encontraba solo.
Jesús apuró hasta la última gota, hasta el punto en que el hombre, perdido, se entrega y se pone en manos de Dios, y el olor a muerte de aquella sangre que se corrompía, empezó a cambiar y, en aquel cadalso, empezó a brotar la vida (Lc. 23,44-45)
Es la AHora@ Suprema y el velo del templo se rompe en dos; es la hora en que se marcan las distancias entre las dos alianzas; es la AHora@ en que la tierra se estremece al recibir en sus entrañas a su creador y al autor de la vida, al que es la levadura que hace la transformación del universo entero.
 
 
La Muerte de Jesús
 

Alrededor de las tres de la tarde Jesús estaba ya exhausto, había perdido mucha sangre y su naturaleza estaba ya rota; llevaba dos días sin dormir, sin comer, sin sentarse, recibiendo golpes; por último le habían cargado la cruz y tuvo que subir al Gólgota. La cruz ahora lo asfixiaba al mismo tiempo que perdía la poca sangre que le quedaba.
Jesús llegó a sentir todo el dolor humano físico, moral y espiritual juntos: el abandono de todos y de todo le helaba los huesos... )Es posible que fuera mentira todo lo que había vivido y experimentado durante aquellos años? )Sirvió de algo todo lo que hizo, todo lo que dijo...?
A eso de las 4´30 de la tarde llegó José de Arimatea con el permiso para bajarlo de la cruz y darle sepultura, pues a los crucificados los dejaban que se los comieran las aves de rapiña. Se trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe para embalsamarlo. Ya hacía más de una hora que había muerto y, con Nicodemo, intentaban bajarlo. Toda una operación bien cruel. Juan intentaba mantener un poco apartada a la madre de Jesús que estaba al borde del colapso.
Debían hacerlo rápido, pues el tiempo se les echaba encima y debían tenerlo enterrado antes que se escondiera el sol, pues entraban en el sábado y, para ellos dos, era bien complicada la bajada de la cruz.
La escena debió ser tremenda: cuando el cuerpo de Jesús iba a tocar el suelo, su madre se abrazó al cuerpo de su hijo desesperada. La imagen tradicional que nos presenta la imaginería no puede llegar a captar la carga de ternura y de dolor que esa imagen tiene.
El dolor había superado ya las lágrimas y todos intentaban limpiar el cuerpo de Jesús, roto por las heridas y los golpes, como quien limpia el cuerpo de un niño tierno.
La imagen de María con su hijo muerto, en sus brazos, es tremenda: ella lo entregó al mundo  como el regalo que Dios hacía a todos y el mundo se lo devuelve roto, destrozado, muerto; esa es la obra del hombre.

(Qué tristeza! Este momento tan fuerte tienen que ser dos extraños los que lo hacen, pues los que dos días antes se disputaban en el cenáculo quien era el más cercano a Jesús, ahora no aparece ninguno. Lo bajarían de la cruz y le darían una sepultura digna un fariseo; Nicodemo y un saduceo: José de Arimatea.
Las mujeres no estaban muy de acuerdo con hacer lo que José de Arimatea había traído para  ungir el cuerpo de Jesús y ellas querían hacerlo a su manera y con otros perfumes, entonces arreglaron a toda prisa el cuerpo y lo dejaron para continuar en cuanto llegase el lunes a primera hora.
Juan se sentía deshecho y abochornado: por allí no apareció ninguno de los compañeros. En su cabeza sonaban como un eco las palabras de Jesús diciendo: AHerirán al pastor y se dispersarán las ovejas@ (Cómo los conocía Jesús!
           Lo pusieron en el sepulcro de José de Arimatea, estaba nuevo sin estrenar; él se lo había hecho para su familia. A eso de las 6 de la tarde ya corrieron la piedra para dejarlo asegurado y decidieron volverse a Jerusalén, puesto que ya se oían las trompetas del templo que anunciaban el sábado.
Juan tuvo que forzar a las tres mujeres que se resistían a dejarse a Jesús en el sepulcro. Les parecía mentira lo que acababan de vivir, aún no podían creer que Jesús hubiera quedado allí enterrado.
Por su lado, Anás, Caifás y los miembros del Sanedrín se sentían felices de la pesadilla que se habían quitado de encima, pero estaban temiendo que los seguidores de Jesús se pusiesen de acuerdo y tramasen una última jugada, robándose el cuerpo y podían salir diciendo que había resucitado, como Lázaro, y todas las cosas que andaban diciendo.
Para asegurarse de que aquello no ocurriera, pusieron dos soldados cuidando el sepulcro, hasta que desapareciese el peligro.
Juan, con su madre, con María Magdalena y la madre de Jesús se fueron a casa de Marcos a pasar la noche y allí fueron llegando a última hora Santiago y Pedro; los otros discípulos estarían escondiéndose por todas partes. Juan les estuvo contando lo que había ocurrido último y cómo José de Arimatea lo había enterrado en su sepulcro.  
Estaban todos demacrados; Pedro había envejecido años, cada uno contaba cómo lo había pasado y Pedro no pudo contener el dolor que le amordazaba pues se había asustado ante una mujerzuela y había negado a su amigo. Cuando lo vio pasar por el patio del sumo sacerdote y se cruzaron las miradas sintió ganas de que se lo hubiera tragado la tierra. Ahora lloraba como un niño con un dolor que le atravesaba. Nunca habían visto a Pedro con una imagen de hundimiento tal. Pedía perdón como un niño. Todos estaban con la cabeza gacha avergonzados.
La madre de Jesús no podía aceptar lo que había pasado, en su rostro estaba marcado el dolor profundo pero en sus ojos había una luz especial mientras  decía: esta es la última palabra de los hombres pero Dios tiene la última palabra y esa no está dada. El no va a dejar esto así.
María Magdalena empezó a repetir cosas que le había  oído y cada uno empezó a traer a su mente todas las escenas y todas las palabras que le había visto y oído a Jesús.
Así pasaron la noche entera, recordando y repitiendo cosas que había dicho el Maestro.
El sábado estaban todos cansados y pasaron todo el día encerrados en casa de Marcos; allí fueron llegando algunos de los que habían quedado en Jerusalén.
Todos estaban destrozados y las mujeres la única preocupación que tenían era que Jesús no había quedado bien enterrado, no tenía los perfumes que ellas les hubiera gustado y esperaban impacientes que llegasen las doce de la noche para irse al sepulcro.
No esperaban más nada; lo único que les quedaba era el recuerdo hermoso de un ser extraordinariamente grande que había sido víctima de la injusticia que sufrían todos los pobres y que no quedaba más remedio que conformarse.
Este último gesto quería ser la expresión viva de lo que Él había sido para ellas. Ninguno podía esperar que Cristo resucitase a pesar de que se lo había dicho. Eran demasiados sueños los que se habían venido por tierra como para ponerse a pensar en estos momentos en semejantes locuras. 

HOY: 

Han pasado muchos años, y ya sabemos que Cristo resucitó, que venció la muerte, que abrió nuevos caminos, que nos abrió a todos un horizonte nuevo, que nos dejó la certeza de que la muerte no es el final de nuestro camino, que aquí podemos comenzar lo que soñamos y esperamos encontrar...
Sin embargo, seguimos prefiriendo la muerte, embarrarnos en la desesperanza, negar el futuro, amarrarnos a lo perecedero y caer en el absurdo...
La historia sigue, desgraciadamente, repitiéndose con los mismos esquemas y en las mismas circunstancias. Y seguimos queriendo enterrar la verdad, la justicia, el amor y la paz y no nos damos cuenta que es la mayor equivocación, pues son semillas que, al querer enterrarlas, surgen otras nuevas  nacidas en el corazón de cada ser humano.