DOMINGO -XVIII- T.O. -A-

Lectura del profeta Isaías 55,1‑3

Venid y comed  

Así dice el Señor: "Oíd, sedientos todos, acudid por agua, también los que no tenéis dinero: venid, comprad trigo, comed sin pagar vino y leche de balde. ¿Por qué gastáis dinero en lo que no alimenta, y el salario en lo que no da hartura? Escuchadme atentos y comeréis bien, saborearéis platos sustanciosos. Inclinad el oído, venid a mí: escuchadme, y viviréis. Sellaré con vosotros alianza perpetua, la promesa que aseguré a David."
Palabra de Dios
 

REFLEXIÓN-  

EL AGUA DE LA VIDA  

El profeta Isaías ha venido haciendo tomar conciencia al pueblo de lo que está viviendo: es una realidad que deja deprimidos, tristes, insatisfechos; algo que está muy lejos de la felicidad a la que todos aspiramos; pero no nos podemos quedar así, soñando en algo que nos caiga del cielo, algo que nos lo den hecho, eso que deseamos y a lo que aspiramos hemos de construirlo, pero indudablemente, el camino que nos presenta el sistema no nos lleva ahí, de eso quería hacer caer en la cuenta el profeta al pueblo y hoy sigue haciéndonos la misma reflexión: el camino que hemos escogido no nos lleva a  ningún sitio, lo estamos viendo y lo estamos experimentando: esta forma de vivir, de pensar, de hacer las cosas, de planificar el mundo y la sociedad es mortífera, devastadora… este camino lleva al absurdo.

            El profeta les invita a que piensen otra forma de vida, la que Dios plantea: en donde la dignidad de la persona esté por encima de cualquier interés material y, por tanto, la paz, la fraternidad, la justicia, la verdad, el respeto, el amor de Dios… sean las leyes que rijan los destinos del hombre y de la tierra… estarían resueltos todos los problemas del hambre, de la sed, de la educación, del vestido, de la vivienda…

            Estas necesidades primarias son el primer problema que hay que resolver para que el hombre se sienta tranquilo y seguro.

            Estas necesidades biológicas primarias, en el ser humano tienen un carácter social, hasta el punto que, en algunas culturas esto se asume y es tenido como parte de la integración en la sociedad, pues se considera que esto no es propiedad privada de nadie y todos tienen un derecho por el mero hecho de ser persona.

            Pero la persona no es solo materia que necesita beber y comer; es también espíritu que piensa, siente, tiene aspiraciones, sueños, ideales, ideas… ansia de superación a todos los niveles. Hay, pues, otros bienes a los que tiene derecho y obligaciones que cumplir, para que esos derechos se instauren y tengan todos acceso a ellos.

            La fuente de donde dimanan esos derechos y da posibilidad y fuerza para cumplir las obligaciones en este campo, el autor la pone en la Palabra de Dios que se convierte en la primera necesidad, o en el alimento que sostiene todo ese ámbito de la persona que no es material.

            La grande y triste experiencia que estamos teniendo hoy, lo mismo que la tuvo el pueblo de Israel, es ver cómo se intenta secar la verdadera agua que da la vida y se la quiere sustituir por sucedáneos que crean más sed, más insatisfacción y más tristeza y amargura: “El TENER” 

Salmo responsorial: 144  

Abres tú la mano, Señor, y nos sacias de favores.

El Señor es clemente y misericordioso, /
lento a la cólera y rico en piedad; /
el Señor es bueno con todos, /
es cariñoso con todas sus criaturas. R.
Abres tú la mano, Señor, y nos sacias de favores.  

Los ojos de todos te están aguardando, /
 tú les das la comida a su tiempo; /
 abres tú la mano, /
y sacias de favores a todo viviente. R.
Abres tú la mano, Señor, y nos sacias de favores.  

El Señor es justo en todos sus caminos, /
es bondadoso en todas sus acciones; /
cerca está el Señor de los que lo invocan, /
de los que lo invocan sinceramente. R.
Abres tú la mano, Señor, y nos sacias de favores.
 

Lectura de la carta del apóstol S. Pablo a los Romanos 8,35.37‑39
Ninguna criatura podrá apartaros del amor de Dios, manifestado en Cristo  

Hermanos: ¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?: ¿la aflicción?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada? Pero en todo esto vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Palabra de Dios
 

REFLEXIÓN 

EL PROBLEMA ES EL HOMBRE  
 

S. Pablo da unas pinceladas del ambiente que invade y que tiene hundido en la desgracia, en el sin sentido de la vida a la comunidad cristiana de Roma, y de la  misma forma podríamos trasladarlo  a  nuestro lugar y a nuestro tiempo: “¿la aflicción?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?...

Todos estos son los mismos elementos que a nosotros nos tienen de rodillas junto con el paro, la corrupción… realidades ante las que con una facilidad enorme nos arrodillamos y les rendimos culto, pues la misma naturaleza nos empuja a ello. Este es el mar en el que vamos nadando y estas son las olas que amenazan con ahogarnos.

Frente a esta situación que plantea el mundo y que  estamos viendo que lo hace de forma inmisericorde y contundente, el hombre tiene la certeza de que eso, a pesar de que se nos quiera imponer y se esfuerce por convencernos de que no hay otra salida, eso tiene las horas contadas, está derrotado, eso no es el final del hombre: Cristo ha vencido, la batalla está ganada y Dios ha salido triunfante y victorioso sobre la muerte, que es el final de todo ese proceso.

Esta realidad que nos ha regalado Cristo no puede haber nadie ni nada que la cambie: “ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro”. Aunque todo se ponga patas arriba, la realidad final no habrá quien la cambie, como tampoco van a hacer que Dios cambie sus planes, por más que cada hombre, o todos juntos se pongan de acuerdo y decidan destruirse.
 

Lectura del santo evangelio según S. Mateo 14,13‑21
Comieron todos hasta quedar satisfechos  

En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan, el Bautista, se marchó de allí en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar, vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: "Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer." Jesús les replicó: "No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer." Ellos le replicaron: "Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces." Les dijo: "Traédmelos." Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.
Palabra del Señor
 

REFLEXIÓN 

LA PROPUESTA DE JESÚS   

S. Mateo presenta la situación humana: “Jesús vio el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos” pero a continuación los apóstoles le presentan la otra situación: “No tienen comida”, es decir: les falta lo elemental: salud y comida. Es el gran problema de la humanidad: la satisfacción de las necesidades primarias.

Pero existe la tentación y el peligro constante: resueltas esas necesidades básicas, olvidarnos de lo demás, de la otra parte del hombre que es tan importante como la material; Como podemos ver es la misma temática que plantea Isaías en la primera lectura (Is. 55,1-3) que el mismo Jesús, retomando la reflexión que hace el Deuteronomio (8,3; 6,13) se enfrenta a la tentación más común y lógica que suele presentarse: en el desierto, el tentador le propone que satisfaga sus necesidades primarias y Jesús le responde: “No solo de pan vive el hombre” (Lc.4,3-4).

  El problema de la humanidad no se reduce a satisfacer las necesidades básicas, por supuesto que es lo primero que hay que resolver, como Jesús hace en el pasaje que nos trae la liturgia de hoy, pero en la misma solución que da está hablando ya de las actitudes que hay que tener y que son tan importantes como llenar el estómago: hacer que nazca y se exprese la conciencia de la solidaridad y de la justicia compartiendo y distribuyendo los bienes y los recursos que tenemos de forma que dé como resultado el bienestar de la sociedad.

Jesús quiso que sus mismos discípulos tomaran parte en la resolución del problema, para que se dieran cuenta que hay que activar otros mecanismos que están dentro del mismo hombre: “dadles vosotros de comer." No les dice que esperen a ver si alguien quiere hacer una donación de algo, sino que les invita a que cada uno ponga al servicio de los demás TODO y LO MEJOR que tiene (5 panes y 2 peces= 7) y cuando esto se hace, sobraron 12 cestos (el número 12 indica la totalidad del pueblo): hay de sobra para que todos tengan resueltas sus necesidades primarias. Con lo que S. Mateo quiere dejar bien claro que el problema no es la carencia de medios, sino la falta de solidaridad.

Es interesante que prestemos atención a los detalles de la narración: “"Estamos en despoblado y es muy tarde”: el “despoblado” es el desierto, la falta absoluta de medios y la “tarde” es la cercanía con la falta de luz, (de esperanza, de fuerzas, de ilusión… el caos). En esta situación, cuando Dios ve que la gente pone TODO y lo MEJOR que tiene, Dios no se deja ganar en generosidad: el resultado es la abundancia.

La llamada hoy a la humanidad en la que vivimos y en la que nos hemos trazado no el proyecto de Dios, sino el TENER como meta, Dios nos invita a plantearnos si lo que hemos montado es tan interesante como para despreciar su propuesta.

 

DOMINGO -XVII- T.O. -A-


<DIV align=justify></DIV><DIV align=justify><DIV align=justify>Lectura del libro primero de los Reyes 3,5.7‑12
Pediste discernimiento  

En aquellos días, el Señor se apareció en sueños a Salomón y le dijo: "Pídeme lo que quieras." Respondió Salomón: "Señor, Dios mío, tú has hecho que tu siervo suceda a David, mi padre, en el trono, aunque yo soy un muchacho y no sé desenvolverme. Tu siervo se encuentra en medio de tu pueblo, un pueblo inmenso, incontable, innumerable. Da a tu siervo un corazón dócil para gobernar a tu pueblo, para discernir el mal del bien, pues, ¿Quién sería capaz de gobernar a este pueblo tan numeroso?" Al Señor le agradó que Salomón hubiera pedido aquello, y Dios le dijo: "Por haber pedido esto y no haber pedido para ti vida larga ni riquezas ni la vida de tus enemigos, sino que pediste discernimiento para escuchar y gobernar, te cumplo tu petición: te doy un corazón sabio e inteligente, como no lo ha habido antes ni lo habrá después de ti."
Palabra de Dios 

REFLEXIÓN 

CREAR ÍDOLOS    

Es importante que sepamos distinguir entre  lo que es la teoría y la realidad que hay detrás de cualquier ideal que se expresa hasta de forma poética; me refiero a la imagen que se nos presenta del rey Salomón, en quien se aplica lo que en teoría debe ser el rey: sabio, prudente, valiente, cercano, sensible al dolor del pueblo, defensor de los grandes valores culturales, religiosos, éticos, y morales de su pueblo… de forma que sea el ejemplo en quien mirarse. Todo eso es perfecto, y cuando eso se lo aplicamos a una persona, inmediatamente hacemos de ella un “ídolo”.

            El problema se da cuando cambiamos  el punto de mira y lo fijamos en el día a día y en la realidad objetiva, tal como ocurre con el rey Salomón en este caso,  o en los líderes que en el momento actual estamos enalteciendo: cuando miramos a Salomón, nos encontramos que monta su estructura sobre un pueblo hambriento, con una diferencia enorme de clases y una realidad tremendamente triste y lamentable… y sobre esa realidad, aparece como el gran poderoso que manipula la conciencia de la gente y con un fasto de riquezas, esplendor y gloria inigualable.

            El rey y el reino que presenta Jesús se le parece poquísimo a lo que la literatura exalta de Salomón, es decir: entre la realidad y la ficción hay una gran diferencia.

            Esto mismo suele venir haciéndose en todos los tiempos y lugares con personajes cuya vida y realidad son de lo más deplorables y sangrientas y, sin embargo, se les ensalza y se les mitifica hasta el punto de hacer de ellos grandes ídolos que responden a una ideología, más no a la VERDAD y menos aún a la JUSTICIA. Ejemplos tenemos a millares que no es cuestión de sacar aquí a ninguno pues no es lugar ni tiempo para ello, pero sí, de advertir que tengamos cuidado con falsear la verdad. 

Salmo responsorial: 118

¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!

Mi porción es el Señor; /
he resuelto guardar tus palabras. /
Más estimo yo los preceptos de tu boca /
que miles de monedas de oro y plata. R.
¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!  

Que tu bondad me consuele, /
según la promesa hecha a tu siervo; /
cuando me alcance tu compasión, viviré, /
 y mis delicias serán tu voluntad. R.
¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!  

Yo amo tus mandatos /
más que el oro purísimo; /
por eso aprecio tus decretos /
y detesto el camino de la mentira. R.
¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!   

Tus preceptos son admirables, /
por eso los guarda mi alma; /
la explicación de tus palabras ilumina, /
da inteligencia a los ignorantes. R.
¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!  
 

Lectura de la carta de S. Pablo a los Romanos 8,28‑30
Nos predestinó a ser imagen de su Hijo  

Hermanos: Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado conforme a su designio. A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.
Palabra de Dios 

REFLEXIÓN 

TESTIGOS E IMAGEN DEL REINO   

Para poder ubicar el mensaje es necesario tener en cuenta el hilo conductor de todo el capítulo, en el que Pablo se dirige a la comunidad de Roma planteándole la lucha en la que están metidos: el “espíritu” contra la “carne”, que es también para nosotros el mismo escenario, pero no se trata de la antítesis de dos conceptos filosóficos, sino de una realidad vital: el enfrentamiento del hombre contra todo aquello que le aparta de Dios: apetitos desordenados, instintos naturales que le incitan y le empujan a abandonar el camino del reino que ha presentado Cristo… eso mismo que Pablo decía que le impedía hacer lo que deseaba y que está en su misma persona, en su carne.

            Partiendo de esta lucha, Pablo plantea la nueva situación de bautizados: ya no es la fuerza de la “carne” la que impera, sino la del “espíritu”, pero en ese camino, no solo se encuentra el problema interno de cada uno, sino el externo, que también nos obstaculiza el camino y para esto, Pablo pide que tengan bien presente que no puede haber nada que ocupe el puesto de Dios, de forma que se haga más importante que el mismo proyecto de Dios sobre nosotros. Eso ya ocurre con la misma naturaleza: a pesar de todos los obstáculos que le ponemos, ella sigue siendo la expresión viva de la grandeza y de la voluntad de Dios, pues de la misma manera, cada uno de nosotros, por encima de todo, estamos llamados a ser  imagen de su Hijo”. Tanto naturaleza como el ser humano, están llamados a vivir y ser solidarios en la expresión del reino al que estamos llamados,  por encima de todos las dificultades que se presenten.
 

Lectura de santo evangelio según S. Mateo 13,44‑52
Vende todo lo que tiene y compra el campo

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: "El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.
El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.
[El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?" Ellos le contestaron: "Sí." Él les dijo: "Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo."]
Palabra del Señor

 

REFLEXIÓN 

MORIR DE SED AL LADO DE LA FUENTE  

Me decía un buen amigo, desolado, triste, decepcionado… “esto es un rollo, estoy decepcionado, no creo en nada… no entiendo cómo tú sigues creyendo en todas esas tonterías que predicas…”

            Ante mi pregunta: Si es una tontería todo lo que predico, dime: ¿qué es lo verdaderamente bueno, grande, que colme todas tus expectativas, te dé la felicidad y te haga recuperar el sentido de tu vida?

            -“Si no tienes dinero no eres nadie” –contestó.

            Pero el caso es que él tiene dinero, pero no es feliz, se encuentra vacío, insatisfecho, decepcionado… busca la felicidad, pero cree que es una utopía: “Este mundo es un asco”

            El evangelio de hoy nos ubica perfectamente en esta situación: todos buscamos la felicidad, llenar todas nuestras expectativas… y andamos gastando fuerzas ilusiones, sin encontrar algo que nos llene. Jesús lanza la llamada a una nueva posibilidad: “El tesoro que buscas está por otro lado”, ya ves que no es el dinero, el poder, el prestigio, la fama… “tener”

            Jesús empieza a hablar de “su” tesoro y hay muchos que se escandalizan y lo llaman loco, pero la interrogante sigue abierta, pues esa “locura” produce felicidad y, Él se siente feliz y, lo mismo que Él, hoy hay millones que siguiendo sus pautas han encontrado lo mismo, luego no es una utopía.

            Jesús deja inquieta a la gente, pues resulta que lo ven y constatan que es verdad lo que dice, pero de la misma manera nos ocurre hoy a todos nosotros: estamos viendo a muchísima gente que encontró su tesoro y fue capaz de dejarlo todo y hacerse con él, como el que compró el campo o vendió todo lo que tenía para conseguir la perla.

            La imagen que produce verdadera tristeza es la de aquellos que se llaman cristianos, que viven en la misma amargura de mi amigo, que se anclaron en la “religión” y se niegan a abrir los ojos para encontrar el tesoro. Ni son felices ni dejan que otros lo sean.

 

 

 

DOMINGO -XVI- T.O. -A-


Lectura del libro de la Sabiduría 12,13.16‑19
En el pecado, das lugar al arrepentimiento 

Fuera de ti, no hay otro dios al cuidado de todo, ante quien tengas que justificar tu sentencia. Tu poder es el principio de la justicia, y tu soberanía universal te hace perdonar a todos. Tú demuestras tu fuerza a los que dudan de tu poder total, y reprimes la audacia de los que no lo conocen. Tú, poderoso soberano, juzgas con moderación y nos gobiernas con gran indulgencia, porque puedes hacer cuanto quieres. Obrando así, enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser humano, y diste a tus hijos la dulce esperanza de que, en el pecado, das lugar al arrepentimiento.

Palabra de Dios 

REFLEXIÓN 

JUSTICIA Y MISERICORDIA, CLAVES DE RELACIÓN   

El autor del libro de la Sabiduría mira en actitud contemplativa a Dios y se da cuenta de la enorme diferencia entre la forma de hacer de Dios y la de los hombres: Dios está por encima de todo y no tiene necesidad de rendir cuentas a nadie; su principio de actuación es la justicia, porque Él es la JUSTICIA y esa es su forma de expresarse y manifestarse y, ante ese principio, se estrellan aquellos que dudan de su existencia y de su poder, lo mismo que aquellos que intentan echarle un pulso.

            Con esta forma de ser de Dios, le enseña al hombre a ser humano y a darse cuenta que obrar el mal le lleva a hacerse daño a sí mismo.

            Según este principio, el autor invita al pueblo a mirar cómo Dios ha tratado a los mismos enemigos: no ha sido el odio, el rencor o la venganza lo que lo movió, sino la misericordia y la justicia; ésta ha sido la táctica que Dios ha venido teniendo a través de la historia con su pueblo; en cambio, observa cómo el hombre se deja llevar por los instintos primarios y cae en la violencia, en el abuso del poder, en la tiranía... demostrando de esa forma su debilidad y su equivocación, pues cuando el hombre no se ajusta a la verdad y a la justicia tiene que echar mano de la violencia y de la mentira, con lo que se incapacita para el perdón y la misericordia.

            Dios, obrando de esta forma, está enseñando al pueblo cómo conducirse a través de toda la historia: la mansedumbre y el respeto con el que Dios ha tratado a los enemigos, es la lección más clara de cómo debe actuar y conducirse su pueblo con autoridad y con justicia, sin tener que echar mano de la violencia y el poder. El hombre justo ha de ser humano y la justicia está siempre unida a la misericordia.

            Esta luz debe estar siempre encendida dentro de la iglesia, de forma que pueda ser vista por todos y ha de convertirse en referente para todos los sistemas y proyectos que intentan convertirse en guías de seres humanos.

            Esta ha de ser también la actitud que regule todas las relaciones internas entre los creyentes que confiesan a Jesús como su salvador y Maestro.
 

Salmo responsorial: 85

Tú, Señor, eres bueno y clemente.  

Tú, Señor, eres bueno y clemente, /
rico en misericordia con los que te invocan. /
Señor, escucha mi oración, /
atiende a la voz de mi súplica. R.
Tú, Señor, eres bueno y clemente. 

Todos los pueblos vendrán /
a postrarse en tu presencia, Señor; /
bendecirán tu nombre: /
"Grande eres tú, y haces maravillas; /
tú eres el único Dios." R.
Tú, Señor, eres bueno y clemente.  

Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso, /
lento a la cólera, rico en piedad y leal, /
mírame, ten compasión de mí. R
Tú, Señor, eres bueno y clemente. 

Lectura de la carta de S. Pablo a los Romanos 8,26‑27
El Espíritu intercede con gemidos inefables  

Hermanos: El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables. Y el que escudriña los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios
Palabra de Dios
 

REFLEXIÓN 

LA CLAVE DE LA ESPERANZA    

S. Pablo se dirige a la comunidad de Roma y le sale al paso de una de las dificultades que tiene y que es la misma que nosotros nos encontramos hoy: nos vemos agobiados, vemos que las cosas no salen como Dios quiere y nos sentimos impotentes no solo para establecerlas, sino para vivirlas nosotros mismos; entran ganas de tirar la toalla y decir que es imposible la tarea que nos hemos impuesto.

            Ante esta situación Pablo sale al paso dejando claro que Dios no es ajeno a todo esto: Él conoce nuestra debilidad y nuestras dificultades personales y hasta nuestra incompetencia para pedir lo que estamos necesitando y, por eso sale en ayuda nuestra, indicando que el mismo Espíritu, que sabe lo que necesitamos, es el que intercede, como le ocurre a la madre con el hijo, que aunque el niño quiera una cosa, la madre le da lo que realmente le hace bien, pero nosotros, la gran mayoría de las veces, nos falta la suficiente humildad para reconocer nuestra incompetencia y nos ofuscamos en aquello que va, incluso en perjuicio nuestro.

            Por eso S. Pablo sale al paso y acentúa las bases en las que se pueden apoyar para  generar una actitud de confianza y esperanza que les ayude a sostenerse y resistir a los embates que les puedan venir, pues aunque les quieran convencer de que no vale la pena seguir luchando, tienen la seguridad de que la batalla está ganada; nuestra vida y nuestra lucha no es algo  ajeno a Dios, no es algo dejado a la suerte del destino, pues es la misma vida de Dios la que sigue manteniendo en pie todo lo que existe, por eso llega a decirle a los corintios que, precisamente, en la debilidad de ellos es donde se manifiesta la fuerza y la potencia de Dios (2Cor. 12,9)  

Lectura del santo evangelio según S. Mateo 13,24‑43
Dejadlos crecer juntos hasta la siega  

En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente: "El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo: "Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?" Él les dijo: "Un enemigo lo ha hecho." Los criados le preguntaron: "¿Quieres que vayamos a arrancarla?" Pero él les respondió: "No, que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores: 'Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero.'""
[Les propuso esta otra parábola: "El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas."
Les dijo otra parábola: "El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, y basta para que todo fermente."
Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: "Abriré mi boca diciendo parábolas, anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo." Luego dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle: "Acláranos la parábola de la cizaña en el campo." Él les contestó: "El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga."]
Palabra del Señor</DIV></DIV>

REFLEXIÓN 

LOS SIGNOS DEL REINO   

Cuando nos detenemos despacio a escuchar a Jesús nos quedamos desconcertados, tal y como les ocurría a las gentes de su tiempo: ellos esperaban algo apoteósico, una venida espectacular del Mesías, algo que dejaría atónitos a todos los pueblos y, cuando miraban a lo que habían dicho los profetas, recordemos cómo Ezequiel lo comparaba a un gran cedro plantado en lo alto de la montaña más alta, cosa que se pudiera divisar desde todas partes… Y nosotros seguimos pensando en algo semejante: esperamos grandes acontecimientos, grandes signos que nos estremezcan: volcanes, incendios, catástrofes naturales… Recuerdo en aquel proceso del “Niño” que suele darse cíclicamente en la costa del Pacífico cuando se calentó el agua del mar, subió el volumen del océano y nos llovió durante dos años; yo llegué a sentir “miedo apocalíptico” al ver cómo las montañas se derretían y se tragaban los pueblos mientras en la ciudad la inundación cubría por entero casas… mucha gente decía que Dios nos estaba castigando y que estaba llegando el final de los tiempos.

            Sin embargo, nadie decía una sola palabra cuando después que pasó el fenómeno, todas aquellas llanuras de la costa Manabita, siempre secas y desérticas empezaron a cambiar de color y se vistieron de un verde esplendoroso y empezó a germinar toda la vida que habían depositado aquellas inundaciones, dando lugar a una cantidad de flores en todos los árboles impresionante…

            Jesús viene a decirle a la gente que el Reino de los cielos es algo así, no como las inundaciones, sino como el germinar de la hierba y de las flores, sin armar ruido, sin que nadie se dé cuenta… cuando queremos acordar vemos que se viste el campo de vida y de alegría. Alguien decía que hace más ruido un árbol que se cae que una selva que crece a diario; pues así va a ser el Reino de los cielos que va germinando en el corazón de cada uno y es importantísimo que seamos capaces de descubrirlo para cuidarlo y no pasar destruyendo todos los brotes de amor, de justicia, de verdad y de paz que van naciendo a diario. Lo triste es ver cómo hay gente y organizaciones que se especializan en regar con ácido sulfúrico y queman todo lo que tocan.

 

DOMINGO -XV- T.O. -A-

DOMINGO -XV- T.O.   -A-

Lectura del profeta Isaías 55,10‑11
La lluvia hace germinar la tierra

Así dice el Señor: "Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo."
Palabra de Dios

REFLEXIÓN:

EL PODER LIBERADOR DE LA PALABRA   

El profeta Isaías compara el exilio de Babilonia como la esclavitud de Egipto y la vuelta a Jerusalén como un segundo éxodo en el que, como en el primero, la presencia de Dios con su palabra es clave en todo el proceso de liberación.
            En Babilonia, a diferencia de Egipto, gozan de un poco de más libertad, pero se les impide que vuelvan a su tierra, tienen que permanecer allí trabajando para el rey; en esta situación, el dios de la alianza vuelve a meter su mano de la misma manera y con hechos portentosos para que puedan volver.
            El profeta asume la misión de consolar y animal al pueblo para que esté atento y abra los ojos para ver cómo Dios está actuando en su favor pues Dios es fiel y hará que el pueblo consiga la libertad y vuelva a su tierra.
            El profeta utiliza una imagen sencilla, pero bien elocuente: la de la lluvia  fina y suave que cae en tierra reseca y árida que va despertando la vida hasta empapar la tierra. Ese es el papel que está haciendo la palabra de Dios y que va haciendo que renazca la esperanza y traiga la luz al pueblo.
            Esta imagen recobra hoy una actualidad enorme en un terreno que han logrado  desertizarlo hasta el punto que aquellos mismos que lo han quemado sienten que no se puede vivir sin valores, sin moral y sin principios… la presencia viva de Dios a través de su palabra cada vez se hace sentir con más fuerza ante la esclavitud que está imponiendo el dinero, el poder y la corrupción.


Salmo responsorial: 64
La semilla cayó en tierra buena y dio fruto.

Tú cuidas de la tierra, la riegas /
y la enriqueces sin medida; /
la acequia de Dios va llena de agua, /
preparas los trigales. R.
La semilla cayó en tierra buena y dio fruto.
Riegas los surcos, igualas los terrones, /
tu llovizna los deja mullidos, /
bendices sus brotes. R.
La semilla cayó en tierra buena y dio fruto.

Coronas el año con tus bienes, /
tus carriles rezuman abundancia; /
rezuman los pastos del páramo, /
y las colinas se orlan de alegría. R.
La semilla cayó en tierra buena y dio fruto.  

Las praderas se cubren de rebaños, /
 y los valles se visten de mieses, /
que aclaman y cantan. R.
La semilla cayó en tierra buena y dio fruto.


Lectura de la carta de S. Pablo a los Romanos 8,18‑23
La creación, expectante, está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios

Hermanos: Sostengo que los sufrimientos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá. Porque la creación, expectante, está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios; ella fue sometida a la frustración, no por su voluntad, sino por uno que la sometió; pero fue con la esperanza de que la creación misma se vería liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que hasta hoy la creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto. Y no sólo eso; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

VIVIR CON ESPERANZA   

S. Pablo se encuentra con un ambiente completamente adverso al proyecto de Dios en el que lo que predominan son los valores del placer, del poder y la rienda suelta de los instintos primarios; esto da al traste con todo y aboca al hombre a su propia destrucción de forma que la única manera de poder contener esta fuerza ha de ser a base de la ley que lleva a la muerte.
            Ante esta situación, el único proyecto humano es afianzar una mística de resistencia al sistema, es decir: no entrar en esos esquemas, pero comprende que es tremendamente difícil sostenerse cuando lo tienes todo en contra: desde el ambiente que envuelve hasta la propia debilidad que llevamos dentro y la fuerza de nuestros instintos que nos arrastra.
            S. Pablo apoya esta resistencia en la esperanza que es lo único que nos puede sostener, esperanza que la misma humanidad sostiene hasta que el universo entero llegue a realizar el plan que Dios ha trazado para él: “la creación, expectante, está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios”: Esta es una realidad que es irreversible y ya no hay vuelta atrás, Cristo ha vencido el mal y la muerte y nada va a hacer cambiar esta realidad: Nosotros poseemos ya la semilla del Espíritu que está realizando el cambio y esto no lo podrá cambiar nadie.
            Lógicamente, es la fe la que nos da esa certeza y apoya la esperanza; perderla es tanto como perder el sentido de la vida, de la lucha y de una existencia con dignidad.
  

Lectura del santo evangelio según S Mateo 13,1‑23
Salió el sembrador a sembrar

Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y la gente se quedó de pie en la orilla. Les habló mucho rato en parábolas: "Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y, como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó. Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta. El que tenga oídos que oiga."
[Se le acercaron los discípulos y le preguntaron: "¿Por qué les hablas en parábolas?" Él les contestó: "A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no. Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender. Así se cumplirá en ellos la profecía de Isaías: "Oiréis con los oídos sin entender; miraréis con los ojos sin ver; porque está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los ojos; para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón, ni convertirse para que yo los cure." ¡Dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron.
Vosotros oíd lo que significa la parábola del sembrador: Si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino. Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y la acepta en seguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución por la palabra, sucumbe. Lo sembrado entre zarzas significa el que escucha la palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se queda estéril. Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende; ése dará fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno."]
Palabra del Señor

REFLEXIÓN

SEMILLA DE VIDA    

Jesús está hablando de la disponibilidad que podemos tener para aceptar el reino y utiliza una imagen preciosa que todos entienden y que manejan, pues pertenece a la vida de cada día: la imagen del sembrador que prepara su mejor semilla y la esparce en el campo.
Jesús hace una explicación de la parábola diciendo que la semilla es la Palabra de Dios y el sembrador es el Padre; el terreno es cada uno de nosotros
Hay dos “personajes” principales en la narración: el sembrador con su semilla y el terreno que la recibe.
            1º- La semilla es de primerísima calidad, ha sido preparada con cariño y un cuidado único; el sembrador la esparce con generosidad, y con una esperanza enorme de que dé el fruto esperado; no escatima esfuerzo ni semilla y la pone, incluso, en sitios donde sabe que va a ser muy difícil que germine y pueda crecer y dar fruto.
            2º -El otro elemento de la narración es el terreno que recibe la semilla y que va a estar condicionado por miles de circunstancias: la calidad del terreno, las condiciones en las que se encuentre… la semilla es la misma para todos, pero no todos se encuentran en la misma disposición y cada uno responderá según su situación: habrá unos que la reciben con agrado y se sienten consolados con ella y esperanzados; otros con disgusto y recelos y la analizan, la critican, la ponen en duda…; Otros que la acogen y sienten que es algo que pertenece a su ser y se sienten fortalecidos con ella; Otros no la pueden tolerar, pues la consideran un peligro, como quien tiene un sembrado y le entra la plaga, por lo tanto, la persiguen y la intentan destruir; Otros la acogen sin reparos de ningún tipo y la hacen suya convirtiéndola en algo propio; otros abren su corazón y la hacen suya sosteniéndola como la razón de su vida y la convierten en razón de su existencia… llegando incluso a dar la vida por ella.
            Si observamos, tanto el terreno bueno como el malo o el envuelto en miles de problemas están en la misma parcela, en el mismo momento histórico… sin embargo, uno hace que todo sea acogido y dé el fruto del  ciento por uno, mientras el otro deja que todo se seque y se destruya.
            Lógicamente, la narración está hecha partiendo de la realidad existente en alguna comunidad en la que se están dando todos estos elementos y, el evangelio quiere dejar bien claro que la recepción de la Palabra de Dios está completamente en nuestras manos, pues Dios reparte a todos por igual, cada uno hemos de responder a la llamada que Dios nos hace desde nuestra libertad.
            Esta parábola viene a ser como un eco  del texto de Isaías en el que la palabra de Dios la presenta como la lluvia suave que cae sobre todo el terreno y no vuelve sino después de haber llenado de vida todo el terreno; el cuidar y favorecer la vida será cuestión del terreno: la palabra de Dios se hace fecunda en las comunidades y en las personas que se abren a la alegría del evangelio y aceptan el proyecto de Jesús como horizonte de sus vidas