DOMINGO -XVIII- T.O. -A-

Lectura del profeta Isaías 55,1‑3

Venid y comed  

Así dice el Señor: "Oíd, sedientos todos, acudid por agua, también los que no tenéis dinero: venid, comprad trigo, comed sin pagar vino y leche de balde. ¿Por qué gastáis dinero en lo que no alimenta, y el salario en lo que no da hartura? Escuchadme atentos y comeréis bien, saborearéis platos sustanciosos. Inclinad el oído, venid a mí: escuchadme, y viviréis. Sellaré con vosotros alianza perpetua, la promesa que aseguré a David."
Palabra de Dios
 

REFLEXIÓN-  

EL AGUA DE LA VIDA  

El profeta Isaías ha venido haciendo tomar conciencia al pueblo de lo que está viviendo: es una realidad que deja deprimidos, tristes, insatisfechos; algo que está muy lejos de la felicidad a la que todos aspiramos; pero no nos podemos quedar así, soñando en algo que nos caiga del cielo, algo que nos lo den hecho, eso que deseamos y a lo que aspiramos hemos de construirlo, pero indudablemente, el camino que nos presenta el sistema no nos lleva ahí, de eso quería hacer caer en la cuenta el profeta al pueblo y hoy sigue haciéndonos la misma reflexión: el camino que hemos escogido no nos lleva a  ningún sitio, lo estamos viendo y lo estamos experimentando: esta forma de vivir, de pensar, de hacer las cosas, de planificar el mundo y la sociedad es mortífera, devastadora… este camino lleva al absurdo.

            El profeta les invita a que piensen otra forma de vida, la que Dios plantea: en donde la dignidad de la persona esté por encima de cualquier interés material y, por tanto, la paz, la fraternidad, la justicia, la verdad, el respeto, el amor de Dios… sean las leyes que rijan los destinos del hombre y de la tierra… estarían resueltos todos los problemas del hambre, de la sed, de la educación, del vestido, de la vivienda…

            Estas necesidades primarias son el primer problema que hay que resolver para que el hombre se sienta tranquilo y seguro.

            Estas necesidades biológicas primarias, en el ser humano tienen un carácter social, hasta el punto que, en algunas culturas esto se asume y es tenido como parte de la integración en la sociedad, pues se considera que esto no es propiedad privada de nadie y todos tienen un derecho por el mero hecho de ser persona.

            Pero la persona no es solo materia que necesita beber y comer; es también espíritu que piensa, siente, tiene aspiraciones, sueños, ideales, ideas… ansia de superación a todos los niveles. Hay, pues, otros bienes a los que tiene derecho y obligaciones que cumplir, para que esos derechos se instauren y tengan todos acceso a ellos.

            La fuente de donde dimanan esos derechos y da posibilidad y fuerza para cumplir las obligaciones en este campo, el autor la pone en la Palabra de Dios que se convierte en la primera necesidad, o en el alimento que sostiene todo ese ámbito de la persona que no es material.

            La grande y triste experiencia que estamos teniendo hoy, lo mismo que la tuvo el pueblo de Israel, es ver cómo se intenta secar la verdadera agua que da la vida y se la quiere sustituir por sucedáneos que crean más sed, más insatisfacción y más tristeza y amargura: “El TENER” 

Salmo responsorial: 144  

Abres tú la mano, Señor, y nos sacias de favores.

El Señor es clemente y misericordioso, /
lento a la cólera y rico en piedad; /
el Señor es bueno con todos, /
es cariñoso con todas sus criaturas. R.
Abres tú la mano, Señor, y nos sacias de favores.  

Los ojos de todos te están aguardando, /
 tú les das la comida a su tiempo; /
 abres tú la mano, /
y sacias de favores a todo viviente. R.
Abres tú la mano, Señor, y nos sacias de favores.  

El Señor es justo en todos sus caminos, /
es bondadoso en todas sus acciones; /
cerca está el Señor de los que lo invocan, /
de los que lo invocan sinceramente. R.
Abres tú la mano, Señor, y nos sacias de favores.
 

Lectura de la carta del apóstol S. Pablo a los Romanos 8,35.37‑39
Ninguna criatura podrá apartaros del amor de Dios, manifestado en Cristo  

Hermanos: ¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?: ¿la aflicción?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada? Pero en todo esto vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Palabra de Dios
 

REFLEXIÓN 

EL PROBLEMA ES EL HOMBRE  
 

S. Pablo da unas pinceladas del ambiente que invade y que tiene hundido en la desgracia, en el sin sentido de la vida a la comunidad cristiana de Roma, y de la  misma forma podríamos trasladarlo  a  nuestro lugar y a nuestro tiempo: “¿la aflicción?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?...

Todos estos son los mismos elementos que a nosotros nos tienen de rodillas junto con el paro, la corrupción… realidades ante las que con una facilidad enorme nos arrodillamos y les rendimos culto, pues la misma naturaleza nos empuja a ello. Este es el mar en el que vamos nadando y estas son las olas que amenazan con ahogarnos.

Frente a esta situación que plantea el mundo y que  estamos viendo que lo hace de forma inmisericorde y contundente, el hombre tiene la certeza de que eso, a pesar de que se nos quiera imponer y se esfuerce por convencernos de que no hay otra salida, eso tiene las horas contadas, está derrotado, eso no es el final del hombre: Cristo ha vencido, la batalla está ganada y Dios ha salido triunfante y victorioso sobre la muerte, que es el final de todo ese proceso.

Esta realidad que nos ha regalado Cristo no puede haber nadie ni nada que la cambie: “ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro”. Aunque todo se ponga patas arriba, la realidad final no habrá quien la cambie, como tampoco van a hacer que Dios cambie sus planes, por más que cada hombre, o todos juntos se pongan de acuerdo y decidan destruirse.
 

Lectura del santo evangelio según S. Mateo 14,13‑21
Comieron todos hasta quedar satisfechos  

En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan, el Bautista, se marchó de allí en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar, vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: "Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer." Jesús les replicó: "No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer." Ellos le replicaron: "Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces." Les dijo: "Traédmelos." Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.
Palabra del Señor
 

REFLEXIÓN 

LA PROPUESTA DE JESÚS   

S. Mateo presenta la situación humana: “Jesús vio el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos” pero a continuación los apóstoles le presentan la otra situación: “No tienen comida”, es decir: les falta lo elemental: salud y comida. Es el gran problema de la humanidad: la satisfacción de las necesidades primarias.

Pero existe la tentación y el peligro constante: resueltas esas necesidades básicas, olvidarnos de lo demás, de la otra parte del hombre que es tan importante como la material; Como podemos ver es la misma temática que plantea Isaías en la primera lectura (Is. 55,1-3) que el mismo Jesús, retomando la reflexión que hace el Deuteronomio (8,3; 6,13) se enfrenta a la tentación más común y lógica que suele presentarse: en el desierto, el tentador le propone que satisfaga sus necesidades primarias y Jesús le responde: “No solo de pan vive el hombre” (Lc.4,3-4).

  El problema de la humanidad no se reduce a satisfacer las necesidades básicas, por supuesto que es lo primero que hay que resolver, como Jesús hace en el pasaje que nos trae la liturgia de hoy, pero en la misma solución que da está hablando ya de las actitudes que hay que tener y que son tan importantes como llenar el estómago: hacer que nazca y se exprese la conciencia de la solidaridad y de la justicia compartiendo y distribuyendo los bienes y los recursos que tenemos de forma que dé como resultado el bienestar de la sociedad.

Jesús quiso que sus mismos discípulos tomaran parte en la resolución del problema, para que se dieran cuenta que hay que activar otros mecanismos que están dentro del mismo hombre: “dadles vosotros de comer." No les dice que esperen a ver si alguien quiere hacer una donación de algo, sino que les invita a que cada uno ponga al servicio de los demás TODO y LO MEJOR que tiene (5 panes y 2 peces= 7) y cuando esto se hace, sobraron 12 cestos (el número 12 indica la totalidad del pueblo): hay de sobra para que todos tengan resueltas sus necesidades primarias. Con lo que S. Mateo quiere dejar bien claro que el problema no es la carencia de medios, sino la falta de solidaridad.

Es interesante que prestemos atención a los detalles de la narración: “"Estamos en despoblado y es muy tarde”: el “despoblado” es el desierto, la falta absoluta de medios y la “tarde” es la cercanía con la falta de luz, (de esperanza, de fuerzas, de ilusión… el caos). En esta situación, cuando Dios ve que la gente pone TODO y lo MEJOR que tiene, Dios no se deja ganar en generosidad: el resultado es la abundancia.

La llamada hoy a la humanidad en la que vivimos y en la que nos hemos trazado no el proyecto de Dios, sino el TENER como meta, Dios nos invita a plantearnos si lo que hemos montado es tan interesante como para despreciar su propuesta.