DOMINGO XXVII DEL T. O. -C-


PRIMERA LECTURA




Lectura de la profecía de Habacuc 1 2‑3; 2, 2‑4

El justo vivirá por su fe



            ¿Hasta cuándo clamaré, Señor, sin que me escuches? 

            ¿Te gritaré: “Violencia», sin que me salves? 

            ¿Por qué me haces ver desgracias, me muestras trabajos, violencias y catástrofes, surgen luchas, se alzan contiendas? 

            El Señor me respondió así: 

            “Escribe la visión, grábala en tablillas, de modo que se lea de corrido. 

            La visión espera su momento, se acerca su término y no fallará; si tarda, espera, porque ha de llegar sin retrasarse. 

            El injusto tiene el alma hinchada, pero el justo vivirá por su fe.” 

Palabra de Dios. 



REFLEXIÓN

        

¿HASTA CUÁNDO, SEÑOR?   

            El pasaje que nos presenta la liturgia de hoy viene a mostrar algo que pertenece al sentir común del hombre de todos los tiempos que, ante la sinrazón, el sin sentido, el absurdo que se le quiere imponer… frente a esta situación al hombre le faltan las fuerzas y tiene la sensación de impotencia que se apoderan de él, entonces surgen espontáneamente las preguntas: ¿Pero cómo es posible esto? ¿Cómo se permiten estas locuras? ¿Cómo deja Dios que esto prospere y no lo para con su poder?

            El autor pertenece al s.VII aC. Es un hombre cercano al profeta Jeremías, que está viendo todas las incongruencias que se están dando y los absurdos que se imponen y les obligan a negar lo evidente y a comulgar con ruedas de molino.

            Habacuc se revuelve y exclama a Dios: “Señor, ¿Hasta cuándo vas a permitir todo esto? ¿Hasta cuándo vamos a tener que soportar lo que estamos viviendo de violencia, de maldad?

            Las mismas preguntas nos surgen hoy día y sentimos ganas de decirle al Señor ¿Hasta cuándo vamos a mantener esta locura de creer que es progreso la destrucción de todos los valores y principios que nos han dado una identidad, que nos han hecho reconocer la grandeza de la persona y se la ha dotado de unos derechos sagrados? ¿Hasta cuándo se puede permitir la locura de llamar progreso a la destrucción de la libertad de expresión y la imposición de un pensamiento único que nos impide respetar la opinión de los demás?

            Se quiere tirar por tierra la fe en el Dios de la vida y del amor y dar cabida a religiones que odian todo esto y quieren barrer la fe en Dios y en Jesucristo que son los que han hecho que todo esto se consiga y han abierto el camino de la paz; en cambio quieren llamar “religiones de paz y concordia ” a las que tienen como programa el destruir todo lo conseguido     y en nombre de “dios” vienen asesinando, persiguiendo y desestabilizando el mundo, hasta el punto de asesinar a un sacerdote de 82 años mientras celebra la Eucaristía, graban el degüello y lo lanzan a las redes y nadie dice basta a esta barbarie, incluso hay profetas del cambio y del progreso que implícitamente aplauden todo esto.

            ¿Hasta cuándo, Señor, vamos a tener que aguantar tanta insolencia?



Salmo responsorial Sal 94, 1‑2. 6‑7. 8‑9 (R.: 8)




R. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.» 



Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos. R.

R. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.» 



Entrad, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. R.

R. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.» 



Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y me tentaron, aunque habían visto mis obras.» R. 

R. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.» 



SEGUNDA LECTURA




Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo     1, 6‑8. 13‑14

No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor



            Querido hermano: 

            Reaviva el don de Dios, que recibiste cuando te impuse las manos; porque Dios no nos ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor y buen juicio. 

            No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor y de mí, su prisionero. 

            Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de Dios. 

            Ten delante la visión que yo te di con mis palabras sensatas y vive con fe y amor en Cristo Jesús. 

            Guarda este precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros. 

Palabra de Dios. 



REFLEXIÓN



CONFESAR A JESUCRISTO 

             S. Pablo invita a Timoteo a no dejarse llevar por el ambiente, antes bien, le invita a renovar cada día su adhesión a Jesucristo, su compromiso con la comunidad que le ha sido encomendada y su transformación interior que nació en él el día que le fueron impuestas las manos.

            Este reforzar y cuidar constantemente su identidad y su unión con Cristo es lo que le va a dar fuerzas para sostenerse y responder adecuadamente al compromiso contraído y a su nueva realidad de hombre renacido en el Espíritu.

            Pablo le pide que, al estilo de él, no se avergüence jamás de Jesucristo, del evangelio y de lo que hace, ni de él, ni del resto de compañeros que están dando la vida por la misma causa.

            De la misma manera, le pide que esté orgulloso de los principios y de la tradición que ha recibido.

            Ciertamente, el hacer todo esto y mantenerse en la fidelidad, lleva consigo un precio: el sufrimiento y la prisión, pues no es posible vivir en autenticidad si es que no se está dispuesto a ser coherente hasta la muerte, lo mismo que lo fue Él.

            Esta recomendación de Pablo a Timoteo resuena hoy para nosotros como un eco que tiene una actualidad enorme en una iglesia que se compleja y vive encerrada en sus esquemas, escondida y con miedo a decir abiertamente que cree en Jesucristo como su único salvador, que cree en el amor como la única norma de vida, junto con la verdad, la justicia y la libertad por lo que está dispuesta a dar la vida. Esto es lo único que nos hace creíbles y no la estructuras de poder que montamos.

  

Aleluya 1 P 1, 25

La palabra del Señor permanece para siempre; y esa palabra es el Evangelio que os anunciamos.



EVANGELIO


Lectura del santo evangelio según san Lucas 17, 5‑10

¡Si tuvierais fe...!



En aquel tiempo, los apóstoles le pidieron al Señor:

-“Auméntanos la fe.”

El Señor contestó:

-“Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera:

“Arráncate de raíz y plántate en el mar.”

Y os obedecería.

Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice:

“En seguida, ven y ponte a la mesa”?

¿No le diréis:

“Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú”?

¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado?

Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid:

“Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer.”?

Palabra del Señor.



REFLEXIÓN



GOZAR CON LO BIEN HECHO 

 Lucas va recogiendo toda una serie de dichos de Jesús que le van a servir para orientar a la comunidad en aquellas cosas que son fundamentales y que no se deben abandonar nunca.

En el texto que nos trae la liturgia de hoy, nos presenta algo que para Jesús fue pieza clave: la fe será la fuerza y la luz que los ayude a caminar, de hecho es lo único que Jesús pide a quienes se le acercan a pedirles que los cure (Lc. 7,9; Mt. 5,22).

  En concreto, ahora que ya no tienen a Cristo físicamente presente, se dan cuenta de la necesidad tan grande que tienen de una fe fuerte, en cambio, constatan su pobreza y les nace espontáneamente la petición: “Señor, auméntanos la fe”. Pero al mismo tiempo extraña la respuesta de Jesús que suena como a reproche: “Si tuvierais fe…” no sentiríais como tales los problemas en los que andáis.

  Por otro lado, esa fe, no solo arremete e ilumina contra los problemas, sino que simplifica la vida y hace las cosas más sencillas, sin buscarles más complicaciones: si haces lo que tienes que hacer y cumples con tu obligación como es debido, no necesitas ni más premios ni estímulos de ningún sentido, tienes suficiente paga y gozo con la alegría de lo bien hecho, que te deja tranquilo y en paz contigo mismo y no necesitas más halagos.

  El verdadero creyente actúa desde el corazón, llevado por el amor de Dios y goza con lo bien hecho, con lo que no se sentirá ni importante, ni imprescindible, ni indispensable, ya que, en el fondo, no somos más que instrumentos en las manos de Dios que colaboramos en su obra.

  Por eso, una vez que hayamos hecho las cosas como Él quiere que se hagan, solo entonces nos queda la alegría y la satisfacción de haber realizado lo que debíamos, que es justamente su obra. Y la que le da sentido a nuestra vida.




DOMINGO XXVI DEL T.O. -C-

PRIMERA LECTURA
 Lectura de la profecía de Amós 6, 1a. 4‑7
Los disolutos encabezarán la cuerda de cautivos

            Así dice el Señor todopoderoso: 
            “¡Ay de los que se fían de Sión y confían en el monte de Samaria! 
            Os acostáis en lechos de marfil; arrellenados en divanes, coméis carneros del rebaño y terneras del establo; canturreáis al son del arpa, inventáis, como David, instrumentos musicales; bebéis vino en copas, os ungís con perfumes exquisitos y no os doléis del desastre de José. 
            Pues encabezarán la cuerda de cautivos y se acabará la orgia de los disolutos.» 
            Palabra de Dios. 

REFLEXIÓN
 ANTE LA INJUSTICIA INTOLERABLE     

                En el capítulo 8 el profeta hace una denuncia fuerte de la realidad de los corruptos como culpables de la desgracia del pueblo: ellos ponen la avaricia y la codicia como fuerzas que mueven el sistema de vida que han implantado y que lleva a la perdición; en el texto de hoy, la denuncia va directamente contra el sistema de vida basado en la riqueza que lleva consigo una forma de vida anclada en la seguridad que da el dinero y la riqueza que llevan a prescindir completamente de los demás y a vivir aislados del sufrimiento y del dolor de los pobres: “¡Ay de los que viven confiados en el  monte de Samaria!... acostados en lechos de marfil; comiendo carneros del rebaño y terneras del establo; bebiendo vino en copas ungiéndose con perfumes exquisitos…”. 
            El final de esta gente que vive así, a costa de los demás, es el caos y la muerte: “irán al destierro”.
            La denuncia dirigida también contra los dos emblemas de seguridad: la montaña de Sión en Jerusalén y el monte Garizin en Samaría, signos de dos sistemas que se disputan la preponderancia y la salvación. Esta disputa se sigue constatando 8 siglos después, como puede verse reflejado en la conversación de Jesús con la samaritana (Jn. 4,20ss).
            Ambos centros servían de refugio y excusa para mantener posturas que irritaban a Dios y eran la vergüenza del pueblo pobre, con el que juegan los dirigentes políticos y religiosos.
            Llegar a esta situación es desembocar en la ruina y en la destrucción del pueblo y no habrá nada que los salve o los proteja.
            Al leer hoy estos textos, es imposible quedarse indiferente y no proyectar la luz que arrojan para leer la realidad por la que atravesamos: viendo la realidad política y económica, ambas asentadas sobre el dolor y la destrucción moral, social y religiosa del pueblo y ambas realidades sirviéndose una de otra, utilizando sus estrategias para acabar con el pueblo y convertirlo en una masa informe que va adquiriendo la forma que a ellos les interesa, mientras van destruyendo todo aquello que puede hacer que el pueblo viva en paz y le encuentre sentido a su camino.

Salmo responsorial Sal 145, 7. 8‑9a. 9bc‑10 (R.: 1b)
 R. Alaba, alma mía, al Señor. 

Él mantiene su fidelidad perpetuamente,
él hace justicia a los oprimidos,
él da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R.
R. Alaba, alma mía, al Señor. 

El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos,
el Señor guarda a los peregrinos. R.
R. Alaba, alma mía, al Señor. 

Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad. R. 
R. Alaba, alma mía, al Señor. 

SEGUNDA LECTURA
 Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo 6, 11‑16
Guarda el mandamiento hasta la manifestación del Señor

            Hombre de Dios, practica la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la delicadeza. 
            Combate el buen combate de la fe. 
            Conquista la vida eterna a la que fuiste llamado, y de la que hiciste noble profesión ante muchos testigos. 
            En presencia de Dios, que da la vida al universo, y de Cristo Jesús, que dio testimonio ante Poncio Pilato con tan noble profesión: te insisto en que guardes el mandamiento sin mancha ni reproche, hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo, que en tiempo oportuno mostrará el bienaventurado y único Soberano, Rey de los reyes y Señor de los señores, el único poseedor de la inmortalidad, que habita en una luz inaccesible, a quien ningún hombre ha visto ni puede ver. 
A él honor e imperio eterno. Amén. 
            Palabra de Dios. 

REFLEXIÓN

PREVENIR MEJOR QUE CUARAR  

            De la misma manera que en el cap. 2 Pablo invita a Timoteo a no dejarse manchar por esa realidad que le envuelve de corrupción, donde la avaricia y la codicia son los motores de la vida; en el texto que hoy nos presenta la liturgia, le invita a que no se deje convencer y no entre en la dinámica de pensar que el único punto de apoyo y seguridad lo dan la riqueza, con lo que se entra en la dinámica de un estilo de vida que es insultante para el pueblo, y por eso le invita a mantenerse firme en el combate de la fe y le ofrece el modelo de Jesucristo, que se mantuvo imperturbable ante Pilato y no renunció a tener otro Dios y otro Señor que el único y soberano Dios verdadero Rey de reyes y Señor de señores.
            Se trata, pues, de mantenerse firme en la decisión que se tomó en el bautismo, sabiendo que eso nos va a costar llevar una vida de lucha y de esfuerzo constante para mantenerse y dar testimonio de Él.
            Hablar de esta manera hoy y mantenerse en esta postura, es algo que se considera una locura, un vivir contra corriente, por lo que la lucha se hace mucho más difícil, ya que los frentes se multiplican y se revuelven todos en contra.


Aleluya 2 Co 8, 9
Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre, para enriqueceros con su pobreza.

EVANGELIO
 Lectura del santo evangelio según san Lucas 16, 19‑31
Recibiste bienes y Lázaro males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tu padeces

            En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: 
            -“Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día.  Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. 
            Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas. 
            Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. 
            Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó: 
            “Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas.” 
            Pero Abrahán le contestó: 
            “Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. 
            Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros.” 
            El rico insistió: 
            “Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento.” 
            Abrahán le dice: 
            “Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen.” 
            El rico contestó: 
            “No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán." 
            Abrahán le dijo: 
            “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto."
            Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

ANUNCIAR Y DENUNCIAR  

            S. Lucas quiere hacer caer en la cuenta a la comunidad del peligro al que conducen las riquezas y el aposentarse en un sistema que ofrece la felicidad basada en el dinero y de espaldas a Dios, entonces recoge la parábola que narra Jesús en la que describe esta situación:
            Jesús pone en escena dos personajes: uno que ha organizado su vida en torno a las riquezas y se instala en un estilo de vida insolidario, cerrado a los demás y centrado  en su gozo personal: vivía banqueteando y de espaldas al dolor y al sufrimiento de los necesitados, hasta el punto de haberse hecho insensible completamente al sufrimiento de Lázaro (Los perros lamían las llagas y se las curaban) El rico, en cambio, no era capaz de darle ni siquiera  lo que se caía de la mesa; los perros tenían más entrañas de misericordia que él. Hasta ese punto llega a encallecer el dinero la conciencia.
            El otro personaje es Lázaro: es la imagen que reproduce las consecuencias a las que lleva el sistema del rico que vive de espaldas a la realidad que sufren los que mantienen su situación; su estilo de vida lleva a la miseria a los demás que tienen que soportar, no solo el desastre que han montado, sino la impotencia para cambiarlo y han de aguantar una estructura injusta que les impide vivir con dignidad y expresarse como personas.
            Como el profeta Amos, Jesús deja bien claro que al final de la historia, no va a ser el triunfo del explotador y la destrucción del inocente: Dios no se pone del lado del opresor sino del débil; al final ha de triunfar la justicia sobre la injusticia y la opresión.
            La iglesia, como el profeta y como Jesús ha de estar para llamar la atención sobre esta realidad equivocada y dañina para todos, pero sobre todo, para dejar clara la postura de Dios frente a la mentira y la corrupción.


DOMINGO XXV DEL T. O. –C-

PRIMERA LECTURA

Lectura de la profecía de Amós 8, 4‑7

Contra los que «compran por dinero al pobre»
            Escuchad esto, los que exprimís al pobre, despojáis a los miserables, diciendo: 
«¿Cuándo pasará la luna nueva, para vender el trigo, y el sábado, para ofrecer el grano?» 
Disminuís la medida, aumentáis el precio, usáis balanzas con trampa,  
compráis por dinero al pobre, al mísero por un par de sandalias, vendiendo hasta el salvado del trigo. 
Jura el Señor por la gloria de Jacob que no olvidará jamás vuestras acciones. 
Palabra de Dios 

REFLEXIÓN

CAPACIDAD DE ANALISIS      
            El profeta Amos se enfrenta a la realidad que vive el país: se da cuenta que los ricos han puesto como único objetivo de sus vidas el ganar dinero: su único horizonte es amasar una gran fortuna, sin importarles cómo ni a consecuencia de lo que pueda ocurrir. El único móvil que los mueve es la avaricia y la fuerza que los mantiene es la codicia desenfrenada; cuanto más tienen, más desean y, para ello aplastan al pobre y se aprovechan de los indefensos; al que le urge trabajar para poder vivir, se aprovechan de él  y lo tienen trabajando por un par de sandalias, por un mísero salario a cambio de un montón de horas de trabajo y con la amenaza de que si no entras por ahí, hay 20 personas que esperan el puesto y hacen el trabajo más barato.
            Tampoco tienen escrúpulos en hacer chanchullos: trucar balanzas, robar en el peso, dar un producto por otro, falsificar las cosas etc.
            El profeta ve todo esto y termina diciendo: “El Señor lo ha jurado por su honor; nunca olvidara lo que están haciendo”
            La estampa que pinta el profeta de los tiempos de Jeroboán II en Samaría, la podemos trasplantar a nuestros días sin ninguna dificultad y traducir su denuncia para el tiempo que vivimos, donde no hay otro objetivo  más que vender y amontonar riqueza a costa de lo que sea y como venga, mientras el pueblo anda alcanzado por todas partes, pues el sueldo apenas le da para una supervivencia indigna de una persona, cosa que le toca hacer recortes en lo fundamental: comida, salud, educación, vivienda para poder satisfacer la codicia de los avaros que ya no saben en qué emplear el dinero que han robado y viven como parásitos, enganchados del biberón del pueblo al que le obligan a buscar como sea el dinero que ellos han de chupar.
            Hoy, (27-07-16) han estado dando un informe del volumen de dinero que mueve el comercio pirata: 370.000 millones de euros al año en productos falsificados, con los que se alimenta entre otras cosas el terrorismo islámico y la mafia internacional.
            Mientras tanto, los políticos están discutiéndose los sillones del poder desde donde se dirige esta mafia.
            Las palabras del profeta resuenan hoy con una fuerza impresionante: “El Señor lo ha jurado: nunca me olvidaré de lo que estáis haciendo”

Salmo responsorial Sal 112, 1‑2.  4‑6.  7‑8 (R.: cf. la y 7b)

R. Alabad al Señor, que alza al pobre. 

 Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor, 
ahora y por siempre. R.
R. Alabad al Señor, que alza al pobre. 

El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que se eleva en su trono y se abaja
para mirar al cielo y a la tierra? R.
R. Alabad al Señor, que alza al pobre. 

Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo. R. 
R. Alabad al Señor, que alza al pobre. 

SEGUNDA LECTURA

 Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo 2, 1‑8
Que se hagan oraciones por todos los hombres a Dios, que quiere que todos se salven

Querido hermano: 
Te ruego, lo primero de todo, que hagáis oraciones, plegarias, súplicas, acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los que ocupan cargos, para que podamos llevar una vida tranquila y apacible, con toda piedad y decoro. 
Eso es bueno y grato ante los ojos de nuestro Salvador, Dios, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. 
Pues Dios es uno, y uno solo es el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, que se entregó en rescate por todos: éste es el testimonio en el tiempo apropiado: para él estoy puesto como anunciador y apóstol -digo la verdad, no miento- maestro de los gentiles en fe y verdad. 
Quiero que sean los hombres los que recen en cualquier lugar, alzando las manos limpias de ira y divisiones. 
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

EL ENGAÑO DE LA RIQUEZA  

            S. Pablo entiende que entrar en el mundo de la avaricia, de la codicia, del engaño y de la corrupción, es tanto como meterse en una hoguera y pretender no arder; se necesita una fuerza especial para mantenerse limpio y, por eso pide a Timoteo que recen por las autoridades, para que no se dejen aprisionar por el ambiente y por los intereses de los avaros y corruptos, pero sobre todo, para que esa actitud no infecte a la iglesia y ninguno de sus dirigentes se sienta tocado por este mal que lo corrompe todo.
            La iglesia está llamada a ser luz ante un mundo que vive en la oscuridad, por eso invita a la oración, pero haciéndolo con las manos limpias de toda corrupción: “alzando las manos limpias de ira y divisiones”. 
            Para Pablo, la iglesia debe ser luz que ilumine al resto; es por lo que sostiene que la oración es la fuente y la fuerza de esa luz.
            Es interesante tener presente que Pablo, en este momento, pide a Timoteo que ore, nada menos que por Nerón, que está destruyendo a la iglesia y, es que estamos llamados a hacer que la voluntad de Dios se realice en todos los ámbitos, tiempos, lugares y circunstancias.

Aleluya  2 Co 8, 9
Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre, para enriqueceros con su pobreza.

EVANGELIO


Lectura del santo evangelio según san Lucas 16, 1‑13
No podéis servir a Dios y al dinero

            En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: 
            -“Un hombre rico tenía un administrador, y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes. 
            Entonces lo llamó y le dijo: 
            “¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido.” 
            El administrador se puso a echar sus cálculos: 
            “¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa.” 
            Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: “¿Cuánto debes a mi amo?” 
            Éste respondió: 
            “Cien barriles de aceite.” 
            É1 le dijo: 
            “Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta.” 
            Luego dijo a otro: 
            “Y tú, ¿cuánto debes?” 
            É1 contestó:
            “Cien fanegas de trigo.” 
            Le dijo: 
            “Aquí está tu recibo, escribe ochenta.” 
            Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz. 
            Y yo os digo: Ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. 
            El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado. 
            Si no fuisteis de fiar en el injusto dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?
            Ningún siervo puede servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.”  
Palabra del Señor. 

O bien más breve:

Lectura del santo evangelio según san Lucas 16, 10‑13

            En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: 
            -“El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado. 
            Si no fuisteis de fiar en el injusto dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará? 
            Ningún siervo puede servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.” 
Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

USAR CORRECTAMENTE LA RIQUEZA   
            S. Lucas invita a la comunidad a que aprenda a hacer un uso correcto de los bienes y, además, a hacerlo con criterio práctico, de modo que podamos sacar utilidad de él, pero en función del reino
            Aparentemente puede parecer un contrasentido lo que expone el evangelio, pues parece que nos está invitando a hacer lo mismo que el administrador corrompido y ladrón; pero muy lejos de invitar a hacer lo mismo, en cambio sí invita a tener la misma actitud inteligente, no para hacer el mal, sino para hacer el bien, como el hombre injusto y malvado la tiene para hacer el mal.
            En este sentido, la llamada que hace Lucas a la comunidad de su tiempo, tiene una fuerza y una actualidad enorme en el momento y en la situación que vivimos, en donde el mal, la violencia, el odio, la codicia… despliegan todos sus medios y su fuerza para poner la mentalidad de la gente a su favor: podemos ver cómo están logrando que ciertos temas como: la vida, la persona, la economía… todo se ponga a su favor y, en cambio, el BIEN lo vemos acomplejado, recluido, asustado, comedido a la hora de plantarse y expresarse.
            Podemos poner un ejemplo: la facilidad, la ligereza, y la alegría con que hablamos mal de la gente y destruimos cualquier iniciativa, mientras vemos lo “prudentes”, cuidadosos y comedidos  que nos comportamos a la hora de defender el bien, poner nuestra firma o apoyar una buena causa…


DOMINGO XXIV DEL T. O. -C-


PRIMERA LECTURA




Lectura del libro del Éxodo 32, 7‑11. 13‑14

El Señor se arrepintió de la amenaza que habla pronunciado



En aquellos días, el Señor dijo a Moisés: 

-“Anda, baja del monte, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto. Pronto se han desviado del camino que yo les había señalado. Se han hecho un novillo de metal, se postran ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman: 

"Éste es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto." 

Y el Señor añadió a Moisés: 

-“Veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. Por eso, déjame: mi ira se va a encender contra ellos hasta consumirlos. Y de ti haré un gran pueblo.” 

Entonces Moisés suplicó al Señor, su Dios: 

-“¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto con gran poder y mano robusta? Acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo, diciendo: 

"Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de que he hablado se la daré a vuestra descendencia para que la posea por siempre." 

Y el Señor se arrepintió de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo. 

Palabra de Dios. 



REFLEXIÓN



UN CAMINO NATURAL DE CONVIVENCIA HUMANA 

En un primer momento, cuando nos acercamos al texto, da la impresión que nos quiere mostrar la ira de Dios por la ruptura que el pueblo ha hecho de la Alianza, arrodillándose frente al becerro de oro y sintiendo nostalgia del tiempo de la esclavitud: “Un pueblo de dura cerviz” que no quiere entender y que prefiere la esclavitud a la libertad.

  Pero cuando nos detenemos más despacio, nos damos cuenta que lo que se nos muestra no es la intransigencia de Dios, sino la paciencia y la misericordia que tiene, a prueba de gestos como el que se nos muestra: después de haber sacado al pueblo de la esclavitud y mostrarle con toda evidencia su fidelidad, el pueblo prefiere seguir en sus esquemas de muerte y opresión.

Egipto es un paradigma del hombre sometido bajo la esclavitud, tanto de los enemigos de un pueblo como de los mismos instintos animales que nos llevan a convertir la vida en una verdadera jauría, en donde predomina la ley del más fuerte y en donde el egoísmo se convierte en motor de la existencia.

Dios da al hombre su ley para que actúe como persona, aprenda a vivir en libertad y a no ser obstáculo para que los demás vivan y sean felices.

Los diez mandamientos han jugado un papel importantísimo en la vida del hombre, pues se convirtieron en el referente moral para la convivencia humana

Sin embargo, hay gente que se siente molesta al escuchar que estas normas de convivencia fueron entregadas por Dios al hombre para que le ayudasen a vivir como persona e intentan proponer otros principios como referentes de actuación, pero desgraciadamente para ellos, al final no les queda más remedio que volver a aquello que está enganchado en la misma naturaleza humana y vivir de espaldas a estos principios es agredir directamente al hombre.



Salmo responsorial Sal  50, 3-4. 12‑13. 17 y 19 (R.: Lc 15, 18)




R. Me pondré en camino adonde está mi padre. 



Misericordia, Dios mío, por tu bondad,

por tu inmensa compasión borra mi culpa;

lava del todo mi delito,

limpia mi pecado. R.

R. Me pondré en camino adonde está mi padre. 



Oh Dios, crea en mí un corazón puro,

renuévame por dentro con espíritu firme;

no me arrojes lejos de tu rostro,

 no me quites tu santo espíritu. R.

R. Me pondré en camino adonde está mi padre. 



Señor, me abrirás los labios,

y mi boca proclamará tu alabanza.

Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;

un corazón quebrantado y humillado,

tú no lo desprecias. R.

R. Me pondré en camino adonde está mi padre. 

 

SEGUNDA LECTURA




Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo 1, 12‑17

Cristo vino para salvar a los pecadores



Querido hermano: 

Doy gracias a Cristo Jesús, nuestro Señor, que me hizo capaz, se fió de mí y me confió este ministerio. 

Eso que yo antes era un blasfemo, un perseguidor y un insolente. 

Pero Dios tuvo compasión de mí, porque yo no era creyente y no sabía lo que hacia. 

El Señor derrochó su gracia en mí, dándome la fe y el amor en Cristo Jesús. 

Podéis fiaros y aceptar sin reserva lo que os digo: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, y yo soy el primero. 

Y por eso se compadeció de mí: para que en mí, el primero, mostrara Cristo Jesús toda su paciencia, y pudiera ser modelo de todos los que creerán en él y tendrán vida eterna. 

Al Rey de los siglos, inmortal, invisible, único Dios, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén. 

Palabra de Dios.



REFLEXIÓN



LA FIDELIDAD DE DIOS A PRUEBA DEL HOMBRE 



Pablo se queda sorprendido de que Dios crea en él, es decir: Dios se fía de él, confía en él y le deja un encargo de suma importancia para que lo realice, o sea: pone en sus manos la obra suprema que Él tiene que realizar entre los hombres; frente a esta actitud de Dios con él, no puede evitar reconocer su propia realidad; él ha sido un perseguidor, un enemigo, un blasfemo y un insolente…

            Frente a la miseria de Pablo, Dios vuelca toda su grandeza y lo rebasa; la pedagogía de Dios no es la venganza, el odio, la represión, sino el volcarse e inundar de misericordia, de forma que Pablo se siente desbordado y no le cabe que pueda tener otra respuesta que el amor y la entrega incondicional: Pero Dios tuvo compasión de mí… derrochó su gracia en mí, dándome la fe y el amor en Cristo Jesús”

            Esta forma de actuar Dios resulta para nosotros algo que nos rompe todos nuestros esquemas. Ésta es la respuesta que nos pide Jesús: presentar la otra mejilla a quien te abofetea la cara, responder con el bien al mal que te han hecho que, en definitiva, es la única manera de frenar el mal que se ha iniciado y la forma de pararlo es precisamente con la práctica incondicional del amor y del perdón. 

  

Aleluya 2 Co 5, 19

Dios estaba en Cristo, reconciliando al mundo consigo,

y a nosotros nos ha confiado la palabra de la reconciliación.



EVANGELIO




Lectura del santo evangelio según san Lucas 15, 1‑32

Habrá alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta



            En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: 

            -“Ése acoge a los pecadores y come con ellos.” 

            Jesús les dijo esta parábola: 

            -“Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: 

            “¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido.” 

            Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. 

            Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas para decirles: 

            “¡Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido.” 

            Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.” 

            También les dijo: 

            -“Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: 

“Padre, dame la parte que me toca de la fortuna.” 

            El padre les repartió los bienes. 

            No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. 

            Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. 

            Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer. 

            Recapacitando entonces, se dijo: 

            “Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros.”

            Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. 

            Su hijo le dijo: 

            “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo.” 

            Pero el padre dijo a sus criados: 

            “Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado.” 

            Y empezaron el banquete. 

            Su hijo mayor estaba en el campo. 

            Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. 

            Éste le contestó: 

            “Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud.” 

            É1 se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. 

Y él replicó a su padre: 

            “Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado.” 

            El padre le dijo: 

            “Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado.” 

Palabra del Señor.



O bien más breve: 



Lectura del santo evangelio según san Lucas 15,  1‑10



En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: 

-“Ése acoge a los pecadores y come con ellos.” 

Jesús les dijo esta parábola: 

-“Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: 

-“¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido.” 

Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. 

Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas para decirles: 

“¡Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido.” 

Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.”

Palabra del Señor



REFLEXIÓN



LA IMAGEN DE DIOS PADRE 



Uno de los problemas que tenemos a la hora de leer esta parábola es que la mayoría de las veces nos quedamos en la contemplación del hijo joven que se marchó, despreció a su padre y después volvió y esa imagen nos la aplicamos con suma facilidad, puesto que en ella nos vemos reflejados todos; con menos frecuencia nos identificamos con el hijo mayor, pero con muy poca frecuencia nos detenemos en lo que s. Lucas quiso transmitir a la comunidad: la realidad del PADRE: así es Dios, siempre lleno de misericordia que está por encima de todas nuestras desfachateces.

Por otro lado quiere dejar bien clara la preocupación de Jesús, no por los “buenos”, por los que no creen necesitar de nadie porque ellos se sienten apoyados por la razón, por la ley y por la sociedad, sino por aquellos que están perdidos, porque ni la ley ni la razón ni la sociedad los acoge, ni les permite vivir con dignidad; Jesús deja bien claro que el camino de Dios no es el camino de la ley.

La actitud que muestra la parábola es la del Padre que ama a sus hijos hasta el extremo, que los respeta y está siempre abierto a prestarles su ayuda en cualquier decisión que tomen, incluso siendo contraria a él y espera con calma a que un día se den cuenta de su error y vuelvan; él espera siempre la vuelta y festeja con mucha alegría la vuelta a casa… pero esto no lo entiende la gente; no les cuadra que alguien haya vivido de espaldas a Dios y que puedan volver y su vuelta haya hecho olvidar a Dios sus pecados; esto no se puede tolerar y, por eso lo deja bien expresado con los reproches del hermano “bueno” que nunca había roto un plato y que, por tanto, se creía con todos los derechos. Todavía me resuenan las palabras de una persona que en la parroquia me decía que ella le llamaba a este texto “la parábola de la injusticia”

 Y es que a todos nos cuesta ubicarnos, reconocer nuestros fallos y, sobre todo, lo que más nos cuesta es saber que Dios nos ama gratuitamente y nos invita a que nosotros hagamos lo mismo: “Alégrate, porque tu hermano estaba perdido y lo hemos encontrado”