¿Te has dado cuenta del
problema tan grande que se arma cuando se muere alguien que en su vida no hizo
otra cosa que amontonar riquezas y todo su afán fue “tener más”?
¡Qué mal lo tiene que pasar al ver que todo
lo que amontonó se lo tiene que dejar y ya no sirve nada más que para crear
conflictos!
Ha de ser algo parecido a lo que nos
cuenta el evangelio de este domingo.
✠ Lectura del santo Evangelio
según san Lucas. Lc 21, 25-28. 34-36
Se acerca vuestra liberación
EN aquel tiempo, dijo Jesús a
sus discípulos:
«Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de
las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los
hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo,
pues las potencias del cielo serán sacudidas.
Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra
liberación.
Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con
juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de
repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la
tierra.
Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo
que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».
Palabra del Señor.
Si la vida no la empleamos en aquello para lo que se nos dio, el momento final ha de ser una auténtica catástrofe. Todos nuestros planes, nuestra fama, nuestros títulos, nuestras fortunas en bancos que evaden impuestos… nuestro afán de poder creyendo que el mundo no podría vivir sin nosotros… Todo se envuelve en unos trapos y se mete en una caja de madera para que se pudra o se queme y se convierta en ceniza.
Y todo el amor,
la solidaridad, la fraternidad… que teníamos como encargo ¿Qué ocurrió con
ella?
Todo eso que
dejamos de hacer será el grito que nos acusará, pues el bien que dejamos de
hacer se convirtió en un mal que hizo daño. Ésta será la peor catástrofe que le
podrá ocurrir al hombre parecida a un cataclismo universal.
En cambio, aquel que escuchó a Dios, se tomó en serio su
encargo y empleó su vida en construir la
Paz, la Justicia, la Verdad… cuando llegue este momento, será su triunfo, pues
ahí verá completarse todo aquellos que no pudo ni le dio tiempo a concluir.