SAGRADA FAMILIA -C-



LA SAGRADA FAMILIA: JESÚS, MARÍA Y JOSÉ


PRIMERA LECTURA 

Lectura del libro del Eclesiástico 3, 2‑6.  12‑14
El que teme al Señor honra a sus padres 

Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre su prole.
El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros;
el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha.
Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas.
La limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados.
Palabra de Dios.
 

REFLEXIÓN
 

EL MATRIMONIO, COMUNIDAD DE AMOR    

El  texto del libro del Eclesiástico, que nos presenta la liturgia de hoy, es un comentario a la norma establecida en la ley sobre el respeto que los hijos deben a los padres, es decir: el cuarto mandamiento. El autor quiere adecuar la sensatez y el sentido común con la ley dada por Dios, con lo que demuestra que no hay contradicción alguna entre ambas cosas.
Lógicamente, parte de un principio: todo hombre es hijo y en consecuencia está obligado a guardar un respeto sagrado a sus padres que son un colaboradores  de Dios, pues ellos transmiten la vida y ésta es un bien absoluto e irrenunciable.
La vida de todo hombre es un reflejo de la VIDA DIVINA y esta vida de Dios, se vive en comunidad, por eso, cuando Dios crea al hombre lo hace en pareja, lo hace VARÓN-MUJER, llamados por naturaleza a colaborar con Dios transmitiendo VIDA.
Éste es el fundamento más sólido de la familia y del matrimonio (oficio de la maternidad), sin esta realidad se hace imposible la continuidad del ser humano en la tierra. Este es el principio y fundamento de la creación del  HOMBRE hecho a imagen y semejanza de Dios: COMUNIDAD DE AMOR.
De esta realidad nace el hombre y, por tanto, se tiene como principio sagrado, como fuente de la vida y referente supremo de Dios; por tanto, los padres se convierten en un referente necesario y absoluto y su autoridad hay que entenderla como un diálogo de amor entre todos los miembros de la familia, a semejanza de Dios y no como una dictadura.
Si el referente es Dios, las relaciones de la familia han de ser semejantes a las relaciones de la Trinidad: el amor, el respeto, la escucha, la aceptación, la verdad, la justicia, la comunión… se convierten en principios básicos e intocables de la familia.
No obstante, esto que  en teoría aparece tan claro y evidente, a la hora de la práctica, ni en el tiempo del anciano Ben Sirá (s. II a. C.), ni en el de Jesús, ni en el nuestro se da, ya que los intereses humanos se imponen por encima, incluso, de la misma felicidad con la que soñamos todos y a la que todos estamos llamados como vocación suprema.
 

Salmo responsorial Sal 127, 1‑2. 3. 4‑5 (R.: cf. 1)


Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R.
R. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.

Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R.
R. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.

Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R.
R. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.
 

SEGUNDA LECTURA
 

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 12‑21
La vida de familia vivida en el Señor 

Hermanos:
Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión.
Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro.
El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo.
Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada.
Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo.
Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente.
Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.
Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor.
Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.
Palabra de Dios.
 

REFLEXIÓN
 

VIVIR EN COHERENCIA CON LO QUE SOMOS    

S. Pablo se dirige a los cristianos Colosenses y parte de un principio que considera irrefutable y necesario: han sido bautizados, son hombres nuevos que viven según la vida nueva que han recibido de Cristo. No se puede hablar a un cristiano desde otra perspectiva y, desde ahí, Pablo se dirige a dar algunas recomendaciones para la vida en familia: “el amor, es el ceñidor de la unidad consumada.”
La fuente de toda moral cristiana es la unión con Cristo Resucitado y, desde ahí afronta algo que es necesario y fundamental en la vida de convivencia humana: el perdón y la reconciliación para que pueda existir y fortalecerse la Paz en la familia y en la comunidad, pues ambas realidades  están muy unidas: una comunidad cristiana es una familia, pues en ella se han de dar prácticamente las mismas condiciones y valores.
La iglesia no es más que una familia grande, pero toda la relación eclesial se ha de basar en el amor, en la comprensión, en el respeto, en la escucha, en la tolerancia, en la justicia…lo mismo que en la comunidad familiar.
El momento que esto falla dentro de la familia, toda la relación se desintegra y cada uno camina por su lado. De la misma manera en la iglesia, el momento en que estos principios se pierden, cada uno tira por su lado y se construye su propia vivencia al margen de la comunidad, rompiéndose la unidad y la fraternidad.
 

Aleluya Col 3, 15a.  16a

Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; la palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza.
 

EVANGELIO
 

Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 41‑52
Los padres de Jesús lo encuentran en medio de los maestros 

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua.
Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.
Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca.
A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
-“Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados."
Él les contestó:
-“¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa
 de mi Padre?”
Pero ellos no comprendieron lo que quería decir.
Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad.
Su madre conservaba todo esto en su corazón.
Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.
Palabra del Señor. 

 

REFLEXIÓN
 

 

            Este domingo, la iglesia nos propone una celebración de algo que “en teoría” consideramos pieza clave y fundamento de la sociedad y del orden: LA FAMILIA.
            He puesto entre comillas el término “teoría”, porque entre lo que teóricamente defendemos y lo que prácticamente hacemos, hay una distancia tan grande, que da la sensación de que realmente no creemos en lo que decimos, o que hablamos de otra cosa cuando hoy nos referimos a la familia.
            De hecho todos criticamos los golpes que se le están dando a la institución FAMILIA y sostenemos que al desestabilizarla, estamos atentando contra las bases de la sociedad… ¡y es verdad!
            En tiempos de Jesús, también la familia era fundamento de aquella sociedad y todo estaba estructurado de tal forma, que el esquema de poder que se daba en la estructura social, se reproducía en la familia y se apoyaba en ella, quedando todo concentrado en el padre que era el que disponía de la vida de todos y, el que se le opusiera, podía tener hasta pena de muerte: “Cualquiera que maldiga a su padre o a su madre morirá”. (Lv 20,9)
            Jesús rompe esta estructura, pues entiende que la familia, lo mismo que la educación, no está para sostener los intereses de un sistema, concretamente el que  imperaba en el Israel de su tiempo y Jesús establece otros parámetros: no es la sangre ni la ley la que hace una familia, sino la que se va construyendo bajo los esquemas del amor, de la justicia, del respeto, de la escucha, de la acogida, de la verdad, de la libertad… que, en ningún momento niega ni rompe el principio natural de la sangre.
            Mirar a Nazaret como un referente de la familia, hemos de hacerlo desde estos esquemas y, por tanto, esto nos debe llevar a replantearnos también la familia que estamos manteniendo y sosteniendo y, sobre todo, la que estamos construyendo, para ver a qué responde: ¿Es nuestra familia un espacio donde se vive el respeto a cada uno de sus componentes y se tienen en cuentan los derechos y deberes de cada uno? ¿Se procura que nuestra familia sea el espacio donde todos se preparan y se entrenan en la construcción de una sociedad más justa, más humana, más libre… o, por el contrario, no se busca otra cosas que defender cada uno sus intereses? ¿Es la solidaridad, la paz, la fraternidad, la libertad, la unidad, la escucha, el diálogo, el compartir, la sensibilidad hacia el dolor de los demás, la compasión… el programa de acción de toda la familia o, no hay otro objetivo ni horizonte que la consecución de  un puesto en la sociedad desde donde se pueda ganar todo el dinero posible que  nos traiga la máxima comodidad sin tener en cuenta a los demás?
            Protestamos y nos revolvemos en contra de lo que se está haciendo con la FAMILIA… pero a nivel personal: ¿qué estamos haciendo con la nuestra? ¿Qué papel ocupa la fe en la transmisión del evangelio de Jesús? ¿Se habla de Jesús? ¿Se valora la vida interior? ¿Qué es lo que se transmite en nuestra familia: fe o indiferencia; comunión o individualismo, solidaridad o egoísmo; principios y valores eternos o un relativismo moral, religioso, ético y una falta absoluta de compromisos…?
            Una gran oportunidad para que pongamos a examen lo que decimos: que nos duele que se haya golpeado la familia, cuando a nivel particular estamos cada uno dándole todos los golpes posibles que la van destrozando.

 

DOMINGO IV DE ADVIENTO -C-



PRIMERA LECTURA

  
Lectura de la profecía de Miqueas 5, 1‑4ª
De ti saldrá el jefe de Israel 

            Así dice el Señor: «Pero tú, Belén de Efrata, pequeña entre las aldeas de Judá, de ti saldrá el jefe de Israel. Su origen es desde lo antiguo, de tiempo inmemorial.
            Los entrega hasta el tiempo en que la madre dé a luz, y el resto de sus hermanos retornará a los hijos de Israel.
            En pie, pastoreará con la fuerza del Señor, por el nombre glorioso del Señor, su Dios.
Habitarán tranquilos, porque se mostrará grande hasta los confines de la tierra, y éste será nuestra paz.»
Palabra de Dios.
 

 REFLEXIÓN
 

“JESÚS, CUMPLIMIENTO DE LAS PROMESAS Y DE LA ESPERANZA”   

 
            El profeta Miqueas vive una situación dramática en el reino de Judá amenazado por Asiria.
            El reino de Judá está gobernado por descendientes de David, pero estos se han olvidado ya de su padre y en lugar de dedicarse a gobernar y a sostener al pueblo, se han dedicado a guardar y buscar sus intereses particulares.
            Ante el espectáculo lamentable que se ha montado, el profeta sostiene que hay que volver al principio, pues de lo que existe no merece la pena conservar nada, pues todo está dañado por la corrupción. Dios hará surgir un rey justo que establezca el derecho y la paz, pero este rey que surgirá, no vendrá de la grandeza de Jerusalén, sino de la humildad y sencillez, tal como ocurrió al principio: David era el más insignificante de todos sus hermanos que eran  fuertes y grandes, en cambio David era el último de la casa, un niño pastor.
            Hasta que esto no llegue, el pueblo tendrá que asumir las consecuencias del camino que ha cogido.
El profeta da las características de este nuevo rey: “gobernará con firmeza, pero con cariño y actuará en nombre de Dios, bajo el signo de su Alianza” cosa que hace mucho tiempo han olvidado los dirigentes del país.
Este “nuevo Rey” se verá cumplida su figura en Jesucristo que es quien establece las bases de una nueva forma de hacer las cosas.
Por mucho que intentemos, no podemos evitar el gritar: ¡¡¡Ven Señor!!! Hazte presente en esa persona que piense en el pueblo antes que en sus intereses, que gobierne con firmeza, pero con cariño, y que actúe en nombre de Dios, bajo el signo de su Alianza”

 

Salmo responsorial 79, 2ac y 3b. 15‑16. 18‑19 (R.: 4)

 R. Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.

Pastor de Israel, escucha,
tú que te sientas sobre querubines, resplandece.
Despierta tu poder y ven a salvarnos. R.
R. Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.

Dios de los ejércitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña,
la cepa que tu diestra plantó,
y que tú hiciste vigorosa. R.
R. Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.

Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti:
danos vida, para que invoquemos tu nombre. R.
R. Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
 

SEGUNDA LECTURA 

Lectura de la carta a los Hebreos 10, 5‑10
Aquí estoy para hacer tu voluntad 

            Hermanos: Cuando Cristo entró en el mundo dijo: “Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije lo que está escrito en el libro: `Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad.´”
            Primero dice: “No quieres ni aceptas sacrificios ni ofrendas, holocaustos ni víctimas expiatorias», que se ofrecen según la Ley. Después añade: “Aquí estoy yo para hacer tu voluntad.” Niega lo primero, para afirmar lo segundo.
            Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.
Palabra de Dios.
 

REFLEXIÓN
 

“CRISTO HA RESTABLECIDO LA NATURALEZA HUMANA”    
 

            La  carta a los hebreos presenta a Jesús como el cumplimiento de todas las promesas y la puesta en práctica de lo que Dios ha venido pidiéndole al hombre durante muchos siglos.
            El autor de la carta invita a hacer una reflexión: Dios ha venido pidiendo al hombre su obediencia, para que se dirija por el camino que Él ha puesto y que pueda ser feliz, pero el hombre se ha resistido; ha llegado el momento en que el mismo Dios ha venido y ha recorrido el camino que quiere para el hombre; ha optado por dejar de hablar en símbolos y se ha hecho carne humana y, como un ser humano, ha realizado lo que es su voluntad para el hombre; de esta forma, al coger un cuerpo humano, la misma naturaleza humana ha sido santificada y en Cristo todos quedamos santificados.
            Para reconciliarnos con Dios, Cristo no ha ofrecido un sacrificio ritual, como hacían los sacerdotes en el templo, de acuerdo a las normas establecidas por la ley, sino que ha puesto en su lugar su propia persona, como realización de la voluntad divina, que es la perfección del sacrificio: “No quieres ni aceptas sacrificios ni ofrendas, holocaustos ni víctimas expiatorias», que se ofrecen según la Ley. Después añade: Aquí estoy yo para hacer tu voluntad.”
            Éste es el verdadero y profundo sentido de la encarnación: Cristo ha elegido la naturaleza humana que se había rebelado y dado la espalda a Dios, para someterla al servicio de Dios  y, desde ese momento, el hombre ha quedado reconciliado con su creador.
            Ahora no queda otra respuesta, ni otro gesto ritual, ni otro sacrificio… que aceptar el regalo que se nos ha hecho y seguir los pasos que nos ha indicado. Lo triste es que el hombre, cada día que se levanta, está dispuesto a repetir la misma historia.

 
Aleluya Lc 1, 38

Aquí está la esclava del Señor;
hágase en mi según tu palabra.
 

EVANGELIO
 

Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 39‑45
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?
 

            En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
            En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: -“¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.”
Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN
 

“EL ENCUENTRO DE MARÍA E ISABEL”    
 

            S. Lucas tiene un interés especial en presentar este encuentro de estos dos personajes: Juan, el último profeta del A.T. y Jesús, que viene a iluminar todo la que se ha venido dando hasta ahora.
            Se encuentran las dos madres: Isabel  que encarna la condición del A.T. y María que lleva la nueva luz del N.T.
            Lo que en un momento nace como un gesto de solidaridad, pues María se entera que la necesitan y se pone inmediatamente en camino, se convierte en un encuentro alegre y de un gozo profundo: el A.T. reconoce la llegada del cumplimiento de todas las promesas, y esperanzas con las que ha venido caminando el pueblo y Juan salta de alegría en el seno de su madre cuando siente la cercanía de Jesús.
            Ambas mujeres se convierten: una en el arca de la Alianza que conserva todas las promesas y esperanzas del pueblo y la otra; María, se convierte en el nuevo templo donde vive, no ya la promesa, sino la realidad que trae la salvación.
            En el saludo que se hacen, una reconoce la grandeza de lo que está ocurriendo y la otra exalta la grandeza del que viene dispuesto a cumplir todo lo que Dios ha venido prometiendo a sus antepasados.
            Esta escena es un retrato de la humanidad que ha venido caminando en la oscuridad hasta llegar a la luz, cosa que supone el gozo inmenso del que ha encontrado la libertad.
            Pero la escena se rompe y cambia de sentido el momento en que Cristo nace y su presencia divide a los hombres: unos siguen a favor de las tinieblas y otros se dejan iluminar por la luz. Y la realidad sigue sin dar un paso hacia adelante: una parte de la humanidad sigue sirviendo al Cesar y la otra sigue esperando que Dios restablezca definitivamente el orden caído.

 

DOMINGO III DE ADVIENTO -C-



PRIMERA LECTURA

Lectura de la profecía de Sofonías 3, 14‑18a
El Señor se alegra con júbilo en ti

Regocíjate, hija de Sión, grita de júbilo, Israel; alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén.
El Señor ha cancelado tu condena, ha expulsado a tus enemigos.
El Señor será el rey de Israel, en medio de ti, y ya no temerás.
Aquel día dirán a Jerusalén: “No temas, Sión, no desfallezcan tus manos.
El Señor, tu Dios, en medio de ti, es un guerrero que salva.
Él se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo como en día de fiesta”.
Palabra de Dios.

COMENTARIO

“DIOS ACTÚA DESDE LA SENCILLEZ”

El texto del profeta Sofonías que nos presenta hoy la liturgia nos remonta a un momento muy duro en el que Israel había caído en la más profunda corrupción y miseria moral, de tal forma que todo el mundo estaba viendo venir la desgracia, pues Asiria estaba esperando la descomposición de la sociedad para entrar y apoderarse.
El profeta Sofonías está siendo testigo de loas grandes aberraciones en las que está cayendo Israel y le advierte constantemente del peligro que tiene lo que están haciendo, Dios va a tener que tomar cartas en el asunto y va a hacer una gran depuración, después ellos dirán que Dios los ha castigado pero es que hay procesos que cuando los continuamos llevan irremisiblemente a la catástrofe.
Esta situación en la que entra Israel y a donde llega creo que es perfectamente comprensible ya que nosotros estamos viviendo situaciones muy concretas que hace más de 20 años venía todo el mundo diciendo que por este camino iba al desastre, pues no obstante, continuamos hasta que hemos llegado al final; ahora no queda más remedio que cargar con las consecuencias.
En ese momento final, Sofonías invita a volverse a Dios que no ha cedido en su determinación salvadora y el profeta hace ver cómo Dios va a realizar la salida a través del pequeño resto de gente fiel que no se ha manchado con la corrupción y ha permanecido en el camino de la honradez y de la justicia. Con este resto, Dios levantará un pueblo nuevo.

Salmo responsorial Is 12, 2‑3. 4bcd. 5‑6 (R.: 6)

R. Gritad jubilosos: "Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel."

El Señor es mi Dios y salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación. R.
R. Gritad jubilosos: "Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel."
Dad gracias al Señor, invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso. R.
R. Gritad jubilosos: "Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel."

Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
"Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel." R.
R. Gritad jubilosos: "Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel."

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 4, 4‑7
El Señor está cerca

Hermanos: Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres.
Que vuestra mesura la conozca todo el mundo.
El Señor está cerca.
Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y súplica acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios.
Y la paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Palabra de Dios.

COMENTARIO

“LA ALEGRÍA SIGNO DE UNA ESPERANZA VIVA”

Los textos de la Palabra de Dios que nos presenta hoy la liturgia nos invitan a la alegría y a la esperanza, no porque estemos siendo nosotros el motivo de ambas, sino porque Dios no se queda impasible ante nuestro descalabro, porque se implica y va a hacer que las cosas cambien.
Una forma de colaborar con Dios es también la actitud positiva que tengamos; Pablo se lo recomienda a los cristianos de Filipos: “Alegraos siempre en el señor. Otra vez os digo, alegraos”.
El problema grande que tenemos es que, cuando nos llega el momento de agobio, cuando nos aprietan los problemas y el horizonte se nos oscurece, solemos perder de vista todo y nos venimos abajo y, en esos momentos, en los que deberíamos fortalecernos, solemos tomar la actitud de unirnos precisamente al enemigo, con lo que la batalla la perdemos sin haberla peleado.
Esta es, precisamente, una de las estrategias que se utiliza siempre: convencer al contrario de que no vale la pena luchar, pues está todo perdido, el otro se lo cree y se pierde la batalla sin oponer la más mínima resistencia.
Es exactamente lo que nos está ocurriendo: hemos llegado a convencernos que mantener ciertos valores: la honradez, la fidelidad, la lealtad… son cosas que pertenecen a la religión y a un dominio de sistemas de una ideología política, que hoy no está de moda y, sin más, lo abandonamos todo y no nos damos cuenta que hay ciertos valores que no pertenecen a nadie pues son expresión de Dios y sin ellos, el hombre se destruye.
Pablo invita a los cristianos a que se den cuenta de esto y no se vengan abajo: la fuerza y la salvación están presentes, es cuestión de no dejarse atropellar.

Aleluya Lc 4, 18

El Espíritu del Señor está sobre mí;
me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 3, 10‑18
¿Qué hacemos nosotros?

En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan: -"¿Entonces, qué hacemos?"
Él contestó:
-"El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo."
Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron: -"Maestro, ¿qué hacemos nosotros?"
Él les contestó: -"No exijáis más de lo establecido."
Unos militares le preguntaron:-"¿Qué hacemos nosotros?"
Él les contestó:
-"No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga."
El pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: -"Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego; tiene en la mano el bieldo para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga."
Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba el Evangelio.
Palabra del Señor.

COMENTARIO


“VIVIR DE RODILLAS”

Es interesante el pasaje del evangelio que nos trae hoy la liturgia en este tercer domingo de Adviento: Juan está predicando en el Jordán y la gente va a escucharlo; el discurso de Juan no mueve a que la gente se plantee qué es lo que deben creer, qué es lo que tienen que pensar… no les induce a que confiesen ninguna idea, ni ninguna religión…simplemente les mueve a dar un cambio en su existencia: “¿Qué tenemos que hacer?” Y la respuesta que Juan les da tampoco va dirigida a que realicen unos ritos o se adhieran a unas prácticas religiosas o a confesar unas ideas, como muchas veces suele ocurrir con las visiones de los que tienen apariciones, en donde la Virgen o Jesús invitan a rezar o hacer sacrificios…
Es curioso que la Virgen pida hacer sacrificios a gente pobre que está explotada y pasa hambre… No se trata de hacer aquí ninguna crítica de nada, sino contrastar la predicación de Juan y la del mismo Jesús con lo que ocurre entre nosotros.
La respuesta de Juan es tajante: —“El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo.” A los publicanos les dice:
“No exijáis más de lo establecido.” Y a los militares…”No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga.”
A mi me entran ganas de llevar a nuestros políticos y banqueros para que le pregunten también a Juan y estoy seguro que hoy les diría que devuelvan al pueblo todo lo que le han robado, desde su dignidad hasta su dinero, pero lo que me da tristeza es que el pueblo, con toda seguridad, respondería que Juan se está metiendo en política.
Por eso, también estoy seguro que no dejaría títere con cabeza y al pueblo y a todos sus “pastores” les retaría a dejar de funcionar mirando sus intereses y trabajar todos por la justicia.
Un gran problema que tenemos hoy es el creer que no va con nosotros el mensaje que Dios nos lanza y, eso es una equivocación: la construcción de la justicia, de la fraternidad, de la solidaridad… no es cosa de los que tienen mucho, por supuesto que deben ser los primeros, pero los que no tienen nada, también tienen algo muy importante que es su persona, y si no tienen medios, tienen su cabeza, sus brazos para arrimar también el hombro, pero parece que esto no va con ellos y los vemos cargados de derechos esperando siempre que se lo den todo hecho. Y un pueblo, cuando llega a esto, dejó de ser pobre y perdió su dignidad y por eso prefiere vivir de rodillas.

DOMINGO -II- DE ADVIENTO -C-



 
PRIMERA LECTURA 

Lectura del libro de Baruc 5, 1‑9
Dios mostrará tu esplendor 

            Jerusalén, despójate de tu vestido de luto y aflicción y vístete las galas perpetuas de la gloria que Dios te da, envuélvete en el manto de la justicia de Dios y ponte en la cabeza la diadema de la gloria del Eterno, porque Dios mostrará tu esplendor a cuantos viven bajo el cielo.
            Dios te dará un nombre para siempre: «Paz en la justicia» y «Gloria en la piedad».
            Ponte en pie, Jerusalén, sube a la altura, mira hacia el oriente y contempla a tus hijos, reunidos de oriente a occidente a la voz del Santo, gozosos invocando a Dios.
            A pie se marcharon, conducidos por el enemigo, pero Dios te los traerá con gloria, como llevados en carroza real.
            Dios ha mandado abajarse a todos los montes elevados y a las colinas encumbradas, ha mandado llenarse a los barrancos hasta allanar el suelo, para que Israel camine con seguridad, guiado por la gloria de Dios.
            Ha mandado al boscaje y a los árboles aromáticos hacer sombra a Israel.
            Porque Dios guiará a Israel con alegría a la luz de su gloria, con su justicia y su misericordia.
Palabra de Dios.

 

COMENTARIO 

“ACHATAR LOS HORIZONTES”     

El domingo pasado abríamos una nueva etapa en nuestro calendario litúrgico: el tiempo de ADVIENTO; un tiempo de esperanza, de cambio, de posturas abiertas a la escucha y a la renovación.
A esta actitud de vida, Baruc le pone el resultado que se deriva pintando un horizonte de gloria y de felicidad que le hace cambiar hasta el nombre al panorama de desolación que existía. Esta actitud de apertura, de cambio, de disponibilidad para Dios va a construir la “Ciudad-Paz” basada en el amor misericordioso de Dios que ha sido acogido.
Baruc le recuerda al pueblo algo que debe tener siempre presente: Dios no se olvida de su pueblo, “Él se acuerda de ti” y en su memoria tiene presente el eco de todos  los profetas que han venido sosteniendo y proclamando lo mismo: la postura de fidelidad de Dios: (Is. 49,15)
El gran problema que tenemos en nuestros días es que esto que en un momento de fuerte dificultad sirvió de consuelo y de esperanza para el pueblo, hoy no dice nada, Dios ha sido retirado del horizonte del sistema que montamos y ha dejado de ser problema, el hombre moderno, progresista, prescinde de Dios, es algo que no le interesa. Y lo triste es que en la medida que ha dejado Dios de ser problema que le preocupe al hombre de hoy, en esa misma medida ha dejado de preocuparle también la dignidad de la persona y su destino: se van recortando cada vez más los horizontes y todo se reduce  al goce inmediato de los sentidos.
 

Salmo responsorial Sal 125, 1‑2ab. 2cd‑3. 4‑5. 6 (R.: 3)
 

R.  El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. 

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares. R.
R.  El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. 

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres. R.
R.  El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. 

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares. R.
R.  El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. 

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas. R.
R.  El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. 

 

SEGUNDA LECTURA
 

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 1, 4‑6.  8‑11
Que lleguéis al día de Cristo limpios e irreprochables 


            Hermanos: Siempre que rezo por todos vosotros, lo hago con gran alegría.
            Porque habéis sido colaboradores míos en la obra del Evangelio, desde el primer día hasta hoy.
            Ésta es mi convicción: que el que ha inaugurado entre vosotros una empresa buena la llevará adelante hasta el día de Cristo Jesús.
            Testigo me es Dios de lo entrañablemente que os echo de menos, en Cristo Jesús.
            Y ésta es mi oración: que vuestro amor siga creciendo más y más en penetración y en sensibilidad para apreciar los valores.
            Así llegaréis al día de Cristo limpios e irreprochables, cargados de frutos de justicia, por medio de Cristo Jesús, a gloria y alabanza de Dios.
Palabra de Dios.

 

 

COMENTARIO
 

“DIOS ES BASE DE SEGURIDAD”    
 

S. Pablo se se dirige a la comunidad de  Filipos dándole las gracias porque desde el primer momento han sido colaboradores en la obra de la extensión del mensaje de Jesús y esto para él es un signo evidente de que Cristo  ha “enganchado” en su historia y esto ya no lo podrá parar nadie, pues Jesús no falla, Él es fiel y lo que Él inaugurado entre ellos, eso crecerá.
Para Pablo esto es un signo de esperanza, lo único que les pide es que no se ofusquen con nada y tengan siempre los ojos abiertos para ir viendo todo lo que crecerá a su alrededor que será la muestra evidente de que Cristo vive entre ellos.
Esta recomendación que S. Pablo hace la comunidad de los filipenses, es bueno que la recojamos nosotros: es necesario estar atentos a todo lo que esta naciendo a nuestro alrededor para que no lo asfixiemos ni lo entorpezcamos en su crecimiento, pues puede ocurrir que en la ofuscación ante todo lo negativo que estamos viendo y viviendo pongamos el rasero y a todo lo igualemos destruyendo todo lo bueno que va naciendo.
En momentos fuertes como el que vivimos, se impone mantenerse despiertos y tener un espíritu de discernimiento muy grande para distinguir lo que viene de Dios y lo que se mete como un virus que infecta el disco duro e impide ver con claridad y trabajar con seguridad.
Dios es fiel, y esto es base y fundamento de esperanza, pero lo que no tenemos seguro es hasta dónde cada uno de nosotros lo estamos siendo o estamos equivocados.
Uno de los grandes problemas de la actualidad es justamente esa mentalidad que nos invade con aspecto de razonable y bueno que, cuando queremos acordar deja todo en el aire, nada es seguro, todo aparece relativo y hasta la misma realidad de Dios aparece como algo inseguro y cambiante de tal forma que lo que antes fue ahora no es y no podemos estar seguros de nada, por lo mismo que hemos dicho antes: cuando aplicamos el mismo rasero para todo y se confunden las formas con el fondo, la realidad con la ideología, lo fundamental con lo secundario. 

 

Aleluya Lc 3, 4. 6

Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos.
Todos verán la salvación de Dios.
 

EVANGELIO
 

Lectura del santo evangelio según san Lucas 3, 1‑6
Todos verán la salvación de Dios
 

            En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes virrey de Galilea, y su hermano Felipe virrey de Iturea y Traconítide, y Lisanio virrey de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.
            Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: «Una voz grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios.»
Palabra del Señor.

 

COMENTARIO

  

“ABRIR EL CAMINO”
 

Es interesante detenernos a mirar lo que hace el pasaje del evangelio: presenta a Juan Bautista que nace de un hombre mudo que ha renunciado a ser sacerdote, es decir: nace en el silencio de un pueblo al que se la ha quitado la voz y de una casta que no ha querido aceptar el poder, sino que ha permanecido unida a las bases, al pueblo sencillo; además ha nacido de una mujer estéril, es decir: Juan es fruto de la fuerza del Espíritu Santo… Su figura, pues, ya está evocando la marca del profeta: un hombre de Dios al servicio de la Palabra para los pobres y oprimidos.
            Sigue diciendo el evangelio: La palabra llegó a Juan en el desierto, es decir, allí donde no hay nada más que la palabra y se da para que denuncie a los que lo tienen todo y viven sirviendo a los ídolos.
            Hacer esto, costó siempre la vida a todos los profetas, también a Juan y, hoy sigue costando lo mismo a todos los que aceptan el reto y responden a la llamada que el Señor hace.
            Juan comienza respondiendo a esa palabra que le ha sido dada, invitando a la conversión, al cambio radical de la vida y, esa palabra tiene hoy una fuerza y una actualidad enorme: La promesa que anuncia Juan “Todos verán la salvación de Dios” no es una idea bonita que se queda en palabras, esa promesa tiene una proyección concreta para que se haga realidad: hemos de cambiar de postura, de forma de pensar y de vivir, tenemos que hacer una conversión radical en nuestra existencia, allanando las montañas que hemos levantado, los abismos que hemos abierto, no solo a nivel económico, sino moral, ético, social, religioso; tenemos que  enderezar todo lo que hemos retorcido y desviado, hasta el punto que ya no sabemos ni a dónde se dirige la salvación; hemos apagado los referentes que nos orientaban y se ha perdido el camino.
            Dios nos sale al encuentro de nuevo invitándonos a entrar en el camino de la conversión, a cambiar desde dentro, a fortificar lo esencial: el amor, la justicia, la honradez, la verdad.
            No hay otro camino que nos pueda abrir a la esperanza, todo lo demás nos lleva al caos y a la muerte.
            Cuando iniciamos esa renovación interior, inmediatamente veremos aparecer los frutos: los montes se abajan, se  allanan los valles, se endereza lo torcido y se iguala lo escabroso, desaparecen las desigualdades, se acortan las distancias y se reconcilia la humanidad.
            Es tarea de cada uno ver su propia situación: examinar lo que anda torcido en su vida, las montañas que ha ido levantando, las distancias que ha ido creando, los caminos equivocados que ha cogido y que debe rectificar…
            Este tiempo de ADVIENTO es una oportunidad que se nos brinda, en la que Dios nos recuerda que Él sigue a nuestro lado, dispuesto a echarnos una mano para arreglar aquello que necesita rectificarse, con el fin de que podamos soñar con algo mejor, pues estamos poniendo las bases para ello.