LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR -A-

(Domingo VII de Pascua) 


Cuando la solemnidad de la Ascensión del Señor se celebra el jueves de la semana VI del Tiempo pascual se emplean las lecturas del domingo VII de Pascua.

PRIMERA LECTURA
A la vista de ellos, fue levantado al cielo 

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles. Hch 1, 1-11 
EN mi primer libro, Teófilo, escribí de todo lo que Jesús hizo y enseno desde el comienzo hasta el día en que fue llevado al cielo, después de haber dado instrucciones a los apóstoles que había escogido, movido por el Espíritu Santo. Se les presentó él mismo después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles del reino de Dios.
Una vez que comían juntos, les ordenó que no se alejaran de Jerusalén, sino: «aguardad que se cumpla la promesa del Padre, de la que me habéis oído hablar, porque Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo dentro de no muchos días».
Los que se habían reunido, le preguntaron, diciendo:
    «Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino a Israel?».
Les dijo:
    «No os toca a vosotros conocer los tiempos o momentos que el Padre ha establecido con su propia autoridad; en cambio, recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y “hasta el confín de la tierra”».
Dicho esto, a la vista de ellos, fue elevado al cielo, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Cuando miraban fijos al cielo, mientras él se iba marchando, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:
    «Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que ha sido tomado de entre vosotros y llevado al cielo, volverá como lo habéis visto marcharse al cielo».
Palabra de Dios. 

VOLVER A RETOMAR EL CAMINO
            Después que Jesús resucita, le pide a los discípulos que se vuelvan a Galilea para volver a retomar el camino y hacerles entender todo lo que ha venido diciéndoles y han venido viviendo; es imposible que asuman la misión que quiere darles si es que no tienen las ideas claras y no han hecho suya la misma causa de Jesús.
            De todas formas, lo que la liturgia de hoy nos presenta es el marco en el que se encuadra la esperanza cristiana: estamos llamados a recorrer el mismo camino de Jesús y ese camino tiene su culminación en el cielo.
            Jesús, el nuevo Elías, ha sido arrebatado al cielo, los discípulos interpretan que ya se va a terminar todo lo que venían haciendo y se iba a establecer definitivamente el reinado que habían venido deseando y Jesús tiene que rectificarles de nuevo, pues todavía no han cogido el sentido de lo que está ocurriendo: toda la lucha, todo el esfuerzo, toda la vida… va a tener un final glorioso y nada de lo que se haga en su nombre va a quedar perdido. Cristo ha triunfado sobre la muerte y se ha establecido su reinado para siempre.
            Es la hora de comenzar un nuevo camino que está iluminado con la luz de la resurrección; ya no podrá detenerlo nadie ni nada, su Espíritu hará llevar su proyecto hasta el último rincón de la tierra. Es la hora de poner manos a la obra y de dejarse de estar mirando al cielo esperando que Dios haga el milagro de arreglar este mundo que Él mismo nos dejó para que hiciéramos de él un oasis de amor y de alegría. 

Salmo responsorial
Sal 46, 2-3. 6-7. 8-9 (R/.: 6)
R/.   Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas. 

O bien: 

R/.   Aleluya.

        V/.   Pueblos todos, batid palmas,
                aclamad a Dios con gritos de júbilo;
                porque el Señor altísimo es terrible, 
                emperador de toda la tierra.   R/.
R/.   Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas. 

        V/.   Dios asciende entre aclamaciones;
                el Señor, al son de trompetas:
                tocad para Dios, tocad; 
                tocad para nuestro Rey, tocad.   R/.
R/.   Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas. 

        V/.   Porque Dios es el rey del mundo:
                tocad con maestría.
                Dios reina sobre las naciones, 
                Dios se sienta en su trono sagrado.   R/.
R/.   Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.

SEGUNDA LECTURA (opción 1)
Lo sentó a su derecha en el cielo 

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios. Ef 1, 17-23

HERMANOS:
El Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo, e ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder en favor de nosotros, los creyentes, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, poder, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no solo en este mundo, sino en el futuro.
Y «todo lo puso bajo sus pies», y lo dio a la Iglesia, como Cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que llena todo en todos.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN 

CRISTO PRINCIPIO Y FIN DE TODO   

            Pablo escribe a los efesios deseándoles la bendición de Dios, que les conceda el Espíritu de sabiduría y un conocimiento correcto para que puedan llevar adelante la misión que se les ha encomendado y, sobre todo, para que comprendan el regalo que Cristo les ha hecho al considerarlos dignos de participar con Él en la obra de la salvación que se les ha encomendado; al mismo tiempo, el poder gustar y disfrutar sintiendo cómo Dios actúa por medio de ellos en el corazón de los hombres que les hace cambiar sus vidas y encontrar la felicidad.
            Pablo entiende que la resurrección y la ascensión es la culminación de toda la obra de Cristo que lo ha hecho triunfador y Señor de todo el universo, soberano de toda la creación y a nosotros nos ha hecho partícipes de su triunfo.
            El miedo, la desesperanza… ya no tienen sentido ni razón de ser, Cristo ha vencido la muerte que es lo último y lo máximo que nos podría ocurrir, de modo que quien quiera impedirnos caminar o amordazarnos lo tiene todo perdido, el miedo, el dolor, la muerte… ya no tienen poder sobre nosotros.
            Pero todo esto ha de ser algo que lleguen a hacerlo carne de su carne, pues de lo contrario, si queda como una idea que no ha hecho cuerpo en la comunidad y en cada uno de ellos, con facilidad pueden dejarse a un lado y sucumbir frente a los problemas que puedan presentarse.
            Cristo es la única fuerza y el único que le da sentido a todo y sin Él, todo se viene abajo, pues no tiene consistencia. Dios lo ha puesto todo “bajo sus pies y lo dio a la Iglesia, como Cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo, en todos.”11
Lo vieron levantarseEn mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios. Una vez que comían juntos, les recomendó: "No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo." Ellos lo rodearon preguntándole: "Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?" Jesús contestó: "No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los confines del mundo." Dicho esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndole irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: "Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse." Salmo responsorial: 46Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.Pueblos todos batid palmas, / aclamad a Dios con gritos de jubilo; / porque el Señor es sublime y terrible, / emperador de toda la tierra. R. Dios asciende entre aclamaciones; / el Señor, al son de trompetas; / tocad para Dios, tocad, / tocad para nuestro Rey, tocad. R. Porque Dios es el rey del mundo; / tocad con maestría. / Dios reina sobre las naciones, / Dios se sienta en su trono sagrado. R. Efesios 1,17-23Lo sentó a su derecha en el cieloHermanos: Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabidurÍa y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro. Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia como cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos.Mateo 28,16-20Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierraEn aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, paro algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: "Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo."Pablo escribe a los eAleluya
Mt 28, 19a. 20b
R/.   Aleluya, aleluya, aleluya.
V/.   Id y haced discípulos a todos los pueblos —dice el Señor—;
        yo estoy con vosotros todos los días,
        hasta el final de los tiempos.   
R/. 

EVANGELIO
Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra
Conclusión del santo Evangelio según san Mateo. Mt 28, 16-20  

EN aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
    «Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».
Palabra del Señor. 

REFLEXIÓN           

NO SE HA IDO    
            De forma distinta a como Lucas termina su evangelio haciendo un resumen que lo conecta con los Hechos de los Apóstoles, Mateo lo termina retomando el encargo que le da Jesús a María Magdalena cuando le dice que vaya y le diga a sus hermanos que se vayan a Galilea, que allí los espera.
            Mateo recoge el encargo y presenta a Jesús en lo alto de una montaña en Galilea, donde presenta la teofanía de la resurrección, lo mismo que en otro momento presenta la transfiguración que está prediciendo este momento, o cuando presenta a Jesús que está siendo tentado en lo alto de la montaña, donde le presentan todos los reinos del mundo invitándole a adorar al diablo. Es un texto muy bien pensado, como podemos ver. Tiene un objetivo claramente teológico, pues las condiciones que vive la comunidad son muy difíciles y no puede terminar dejándola con un sentido de orfandad, por eso termina diciendo taxativamente: “Sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”.
            Este sentido de la presencia de Cristo en el mundo es algo que queda clavado en el corazón de todos los creyentes de la primera comunidad: a Jesús lo han matado, pero Dios lo ha resucitado y vive entre nosotros: ¡¡CRISTO ESTÁ CON NOSOTROS!! Ésta es la fe de la iglesia.
            Este canon de fe que ha acompañado siempre a la iglesia es necesario que hoy nos lo repitamos a cada momento, pues con mucha frecuencia tenemos la sensación de que ha desaparecido, no se ve su presencia entre tanto desvarío, entre tanta injusticia, atropello, guerras y crímenes… y tenemos la sensación de que nos ha abandonado a nuestra suerte y hemos caído en manos de bandoleros y asaltantes.

 

 

DOMINGO VI DE PASCUA -A-

PRIMERA LECTURA

Les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo 

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles. Hch 8, 5-8. 14-17
EN aquellos días, Felipe bajó a la ciudad de Samaría y les predicaba a Cristo. El gentío unánimemente escuchaba con atención lo que decía Felipe, porque habían oído hablar de los signos que hacía, y los estaban viendo: de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban. La ciudad se llenó de alegría. Cuando los apóstoles, que estaban en Jerusalén, se enteraron de que Samaría había recibido la palabra de Dios, enviaron a Pedro y a Juan; ellos bajaron hasta allí y oraron por ellos, para que recibieran el Espíritu Santo; pues aún no había bajado sobre ninguno; estaban solo bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo.
Palabra de Dios 

REFLEXIÓN.

ROMPIENDO BARRERAS   

            Hoy nos presenta la liturgia el pasaje en donde aparece Felipe predicando en territorio de Samaría.
            Es bueno que enmarquemos el momento y la situación: una vez que ha muerto Jesús y la comunidad empieza a tener problemas en Jerusalén, el grupo tiene que salir y cada uno se va por un lado; allí donde va llegando cada uno, empieza a dar testimonio de lo que ha ocurrido en Jerusalén y de la experiencia que ha vivido al lado de Jesús, es algo que no pueden evitar.
            Felipe se va a Samaría, un territorio que ha tenido problemas con el centralismo de Jerusalén y se han separado; tienen la misma fe, tienen las mismas raíces, pues pertenecen al mismo pueblo, pero se han opuesto al negocio que hay montado en el templo de Jerusalén y rompen con las tradiciones que se han montado, no aceptando más leyes que las que tiene el Pentateuco, pero rechazan todo lo que han montado los escribas, fariseos y sumos sacerdotes que han ido interpretando las leyes antiguas.
            Los judíos consideran a los samaritanos unos traidores, unos herejes y los desprecian como a extranjeros; lógicamente, los samaritanos les devuelven la misma moneda, pues Jerusalén ha llegado hasta destruirles su templo en Garizin
            Felipe entra en contacto con los samaritanos, de la misma manera que en otro momento ya lo había hecho Jesús (Jn. 4,1-42; 8, 48; Mt.10, 5; Lc. 9,51-56; 17,16) y llega a tener tal éxito que dice el evangelio que la ciudad se llenó de alegría por su presencia.
            Hoy nos parece la cosa más normal, pero en ese momento suponía un gran paso el que Felipe estuviera en Samaría rompiendo normas, tradiciones de rivalidad, resentimientos, prejuicios y considerando a los samaritanos en condiciones de igualdad con los judíos. Este encuentro de Felipe con los samaritanos supone una especie de nuevo pentecostés, en el que el Espíritu rompe barreras y fronteras para establecer la concordia y la fraternidad.
           Cuando leemos esto hoy, nos queda una especie de ráfaga de nostalgia al ver las barreras que se han formado durante siglos dentro de los cristianos y que se siguen manteniendo por prejuicios y, sobre todo, por intereses que no tienen que ver nada con lo que Cristo nos dejó. 

Salmo responsorial
Sal 65, 1-3a. 4-5. 6-7a. 16 y 20 (R/.: 1)

R/.   Aclamad al Señor, tierra entera. 

        V/.   Aclamad al Señor, tierra entera;
                tocad en honor de su nombre,
                cantad himnos a su gloria.
                Decid a Dios: «¡Qué temibles son tus obras!».   R/.
R/.   Aclamad al Señor, tierra entera. 

        V/.   Que se postre ante ti la tierra entera,
                que toquen en tu honor,
                que toquen para tu nombre.
                Venid a ver las obras de Dios,
                sus temibles proezas en favor de los hombres.   R/.
R/.   Aclamad al Señor, tierra entera. 

        V/.   Transformó el mar en tierra firme,
                a pie atravesaron el río.
                Alegrémonos en él.
                Con su poder gobierna eternamente.   R/.
R/.   Aclamad al Señor, tierra entera. 

        V/.   Los que teméis a Dios, venid a escuchar,
                os contaré lo que ha hecho conmigo.
                Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica
                ni me retiró su favor.   R/.
R/.   Aclamad al Señor, tierra entera.

SEGUNDA LECTURA
Muerto en la carne pero vivificado en el Espíritu 

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro. 1 Pe 3, 15-18
QUERIDOS hermanos:
Glorificad a Cristo el Señor en vuestros corazones, dispuestos siempre para dar explicación a todo el que os pida una razón de vuestra esperanza, pero con delicadeza y con respeto, teniendo buena conciencia, para que, cuando os calumnien, queden en ridículo los que atentan contra vuestra buena conducta en Cristo.
Pues es mejor sufrir haciendo el bien, si así lo quiere Dios, que sufrir haciendo el mal.
Porque también Cristo sufrió su pasión, de una vez para siempre, por los pecados, el justo por los injustos, para conduciros a Dios. Muerto en la carne pero vivificado en el Espíritu.

Palabra de Dios.
REFLEXIÓN 

EL ESPÍRITU DE DIOS VIVIFICA A LA IGLESIA        
      Continuamos con la lectura de la segunda carta de S. Pedro en la que no cesa de recordamos que hemos sido instalados en una nueva situación vital, nacida de la resurrección de Cristo, a la que nos hemos incorporado por el bautismo. No podemos seguir pensando y viviendo como antes, como si no hubiera ocurrido nada en nuestras vidas; pero no solo eso, sino que debemos saber dar razón de nuestra fe, de lo que ha ocurrido en nuestras vidas: ¿En quién creemos, Por qué creemos, por qué esperamos, por qué hemos perdido el miedo y confiamos en la misericordia de Dios que vive a nuestro lado y no nos falla, a pesar de las injusticias y opresiones que sufrimos? para que el que se pregunte por nosotros pueda tener una respuesta clara; esa es también una forma de dar testimonio de Jesucristo ante el mundo.

            Este recuerdo y exhortación que nos hace de algo que pertenece a nuestra esencia de cristianos, también quiere dejarnos claro que es obra del Espíritu Santo que habita en nosotros y que resucitó a Cristo, de cuya acción nace la iglesia y se sostiene con su fuerza y su vitalidad.
           Éste es el Espíritu de la Verdad que procede de Dios y que es la misma VERDAD en toda su plenitud; esto no es una idea ni una fórmula que confesamos, sino la realidad que nos sostiene y nos alienta a seguir caminando. Esta es la promesa que nos hizo antes de morir: “No os dejaré solos. Yo estaré con vosotros hasta el final de los tiempos” y, así permanece Cristo vivo y efectivo en su iglesia: dando fuerza y alentando el camino.

Aleluya
Jn 14, 23
R/.   Aleluya, aleluya, aleluya.
V/.   El que me ama guardará mi palabra —dice el Señor—,
        y mi Padre lo amará, y vendremos a él.   
R/.

 EVANGELIO
Le pediré al Padre que os dé otro Paráclito

Lectura del santo Evangelio según san Juan. Jn 14, 15-21
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Y yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque. no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque mora con vosotros y está en vosotros. No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él».

Palabra del Señor. 

REFLEXIÓN 

PERMANECER EN EL AMOR    

            La gran preocupación de Cristo antes de marcharse es ver el peligro al que se van a tener que enfrentar los discípulos: ante las dificultades se van a desanimar, se van a venir abajo, van a sentir la tentación de abandonar y, sobre todo, van a enfrentarse entre ellos mismos creando la división.
            Por eso les quiere reforzar lo que es fundamental: demuestren que lo aman, que es sincera su amistad con Él, manteniéndose firmes, cumpliendo los principios que Él les ha dejado y que han venido viviendo con toda sencillez.
            Pongan de su parte lo que esté a su alcance, que Él pondrá el resto; Él va a permanecer a su lado, si es que ellos no se separan de Él. El mismo Espíritu que lo ha sostenido a Él es el que les va a enviar para que se sostengan ellos.
            Juan les recuerda que “El Mundo” (para él es la expresión del mal) no va a aceptar al Espíritu de Dios que es el Espíritu del bien, del amor, de la justicia, de la verdad, de la paz y, por tanto, le va a hacer la guerra, pero el Espíritu de Dios los va a hacer fuertes, para que luchen en contra de ese mundo de injusticia, de idolatría del dinero, de opresión de los pobres, del orgullo, de la insolidaridad, de la mentira y la corrupción… Esa será la batalla diaria en la que entramos y ante la que no debemos desfallecer, porque ya está dada la victoria y Cristo resucitado es la prueba definitiva de la alianza que hizo con nosotros antes de marcharse.
             No se trata de regresar al legalismo judío, sino a llevar adelante el mandato único que Él nos dejó y que va en contra justamente del legalismo frío judío: El amor a Dios y el amor a los hermanos; en esto se resume toda la ley y los profetas.

 

 

DOMINGO V DE PASCUA -A-

PRIMERA LECTURA

Eligieron a siete hombres llenos del Espíritu Santo 

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles. Hch 6, 1-7
EN aquellos días, al crecer el número de los discípulos, los de lengua griega se quejaron contra los de lengua hebrea, porque en el servicio diario no se atendía a sus viudas. Los Doce, convocando a la asamblea de los discípulos, dijeron:
«No nos parece bien descuidar la palabra de Dios para ocuparnos del servicio de las mesas. Por tanto, hermanos, escoged a siete de vosotros, hombres de buena fama, llenos de espíritu y de sabiduría, y los encargaremos de esta tarea; nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio de la palabra».
La propuesta les pareció bien a todos y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo; a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás, prosélito de Antioquía. Se los presentaron a los apóstoles y ellos les impusieron las manos orando.
La palabra de Dios iba creciendo y en Jerusalén se multiplicaba el número de discípulos; incluso muchos sacerdotes aceptaban la fe.
Palabra de Dios. 

REFLEXIÓN 

MINISTERIOS Y CARISMAS EN LA COMUNIDAD    
        En el pasaje de los hechos que nos trae la liturgia de hoy nos encontramos con algo que es esencial en la iglesia: “Los Ministerios” (servicios) y, lógicamente, los “Carismas” que serán los dones que Dios da a cada uno para que pueda responder a esos servicios, con la actitud de servicio que Dios quiere que se exprese el amor que ha puesto como norma de la iglesia.
            La comunidad ha crecido bastante y los apóstoles no se alcanzan para prestar todos los servicios que lleva consigo la comunidad; no les queda más remedio que delegar en otros creyentes que tengan las mismas actitudes que tienen ellos, para que ellos puedan seguir realizando su misión principal: ser testigos de Jesucristo con su palabra.
            Para ello, invitan a la comunidad para que ella misma escoja los servidores y vean los más aptos para el servicio que se necesita y la comunidad elige a aquellos que Dios les ha proveído de unas cualidades que los capacitan para prestar el servicio que se necesita. Esto es lo que hace que la iglesia sea “carismática” y se convierta en una comunión de servicios y no en una jerarquía de poder. Los carismas no son fruto del consenso de la comunidad, sino que son dones que Dios da a quien quiere y la comunidad los descubre y le invita a ejercerlos con amor. El que lo tiene, está obligado a ponerlo al servicio, pues para eso se lo dio el Señor.
            Estos creyentes que realizan un servicio no son “servidores de segunda categoría”, sino “enviados”, “elegidos” para realizar servicios diferentes que están todos iluminados por la misma palabra y por el mismo Espíritu con el mismo fin: el crecimiento espiritual de la comunidad. 

Salmo responsorial
Sal 32, 1-2. 4-5. 18-19
R/.   Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.
O bien: 
R/.   Aleluya.

        V/.   Aclamad, justos, al Señor,
                que merece la alabanza de los buenos.
                Dad gracias al Señor con la cítara,
                tocad en su honor el arpa de diez cuerdas.   R/.
R/.   Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.

        V/.   La palabra del Señor es sincera,
                y todas sus acciones son leales;
                él ama la justicia y el derecho,
                y su misericordia llena la tierra.   R/.
R/.   Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. 

        V/.   Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,
                en los que esperan en su misericordia,
                para librar sus vidas de la muerte
                y reanimarlos en tiempo de hambre.   R/.
R/.   Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.

SEGUNDA LECTURA
Vosotros, en cambio, sois un linaje elegido, un sacerdocio real

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro. 1 Pe 2, 4-9
QUERIDOS hermanos:
Acercándoos al Señor, piedra viva rechazada por los hombres, pero elegida y preciosa para Dios, también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción de una casa espiritual para un sacerdocio santo, a fin de ofrecer sacrificios espirituales agradables a Dios por medio de Jesucristo.
Por eso se dice en la Escritura:
«Mira, pongo en Sion una piedra angular, elegida y preciosa;
quien cree en ella no queda defraudado».
Para vosotros, pues, los creyentes, ella es el honor, pero para los incrédulos «la piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular», y también «piedra de choque y roca de estrellarse»; y ellos chocan al despreciar la palabra. A eso precisamente estaban expuestos.
Vosotros, en cambio, sois un linaje elegido, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido por Dios para que anunciéis las proezas del que os llamó de las tinieblas a su luz maravillosa.

Palabra de Dios.
REFLEXIÓN 

SOMOS PIEDRAS VIVAS DEL MISMO TEMPLO   
            Siguiendo la misma onda que nos planteaba la primera lectura de los Hechos de los Apóstoles, el autor de la carta de Pedro plantea el papel y el puesto de cada uno de los creyentes dentro del “cuerpo que es la iglesia”; Él compara la realidad de la iglesia a un edificio construido con piedras.
            Jesús es la piedra base, el fundamento sobre el que se asienta todo el edificio: diríamos que Jesús es el cimiento del edificio y sobre Él se van colocando el resto de piedras que son cada uno de los creyentes seguidores suyos. Los apóstoles son los grandes pilares del edificio.
            Esta imagen es importante que la tengamos en cuenta, sobre todo en los tiempos en los que estamos viviendo, en los que se ha perdido por completo el sentido de pertenencia, se pone en tela de juicio cualquier estructura y cada uno se siente referente y fundamento de todo y, por otro lado, una gran cantidad de personas se sienten espectadores de un “edificio” al que critican, destruyen y con el que no los une nada, a pesar de estar bautizados.
            Cada uno de los bautizados es una “piedra viva” del templo en el que habita el Espíritu Santo. Nadie puede decir que no es importante, pues sería como si en un edificio empezaran a desprenderse piedras diciendo que ellas no tienen nada que hacer en el edificio.
            El “sacerdocio” es el espíritu común de servicio de cada uno de los creyentes que se realiza en beneficio del conjunto, por tanto, todos somos sacerdotes, todos somos servidores del conjunto en función del reino de Dios.

Aleluya
Jn 14, 6
R/.   Aleluya, aleluya, aleluya.

 V/.   Yo soy el camino y la verdad y la vida dice el Señor;
        nadie va al Padre sino por mí.   
R/.

 EVANGELIO

Yo soy el camino y la verdad y la vida
Lectura del santo Evangelio según san Juan. Jn 14, 1-12
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino».
Tomás le dice:
«Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?».
Jesús le responde:
«Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».
Felipe le dice:
«Señor, muéstranos al Padre y nos basta».
Jesús le replica:
«Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras.
En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre».

Palabra del Señor. 

REFLEXIÓN

SER REFLEJOS DE JESÚS  

En el pasaje del evangelio que nos presenta la liturgia de hoy, nos muestra S. Juan el momento por el que está atravesando la comunidad: los discípulos están desconcertados ante lo que Jesús les está diciendo, pues les ha anunciado que uno lo va a vender, que otro lo va a negar… La tragedia interior que cada uno está viviendo solo lo saben ellos; nadie se fía de nadie y el único que se presenta como luz para todo el conflicto es Jesús, es la única verdad, es la única vida con sentido y es, en definitiva, el único camino que vale la pena seguir.
En esta situación, Jesús intenta tranquilizarlos y abrirles el horizonte que cada vez se les está cerrando más y los tiene angustiados: Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí”
Él es “CAMINO”, es que no hay otro proyecto de vida, otra dirección hacia donde el hombre pueda dirigirse y que le lleve a la libertad y a la felicidad.
Jesús es LA VERDAD: fuera de Él lo que existe es la mentira, la corrupción, el chantaje, el engaño… que destruyen a la persona. Solo en Él encontrarán la luz, la verdad
Él es LA VIDA: fuera de él no van a encontrar otra cosa que caminos que llevan a la muerte, pues se apoyan en la mentira, en la extorsión, en la injusticia y no tienen otro objetivo que la destrucción, la violencia y la muerte.
Jesús se revela como el vencedor de la muerte y el Señor de la VIDA y se presenta como la única alternativa de libertad y felicidad para el hombre y para toda la humanidad. Él da pleno sentido a la vida de todos aquellos que apuestan a favor de la vida, del amor, de la justicia y de la paz.
  Ser, por tanto, cristiano, creyente y seguidor de Jesús, es convertirse en una transparencia suya ante el mundo; pero la iglesia, que es el “edificio” construido por cada una de sus piedras vivas que piensan sienten y viven así, se convierte en el sacramento vivo ante el mundo de la presencia de Jesús.

 

 

DOMINGO IV DE PASCUA

PRIMERA LECTURA

Dios lo ha constituido Señor y Mesías 

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.   Hch 2, l4a. 36-41
EL día de Pentecostés Pedro, poniéndose en pie junto a los Once, levantó su voz y declaró:
«Con toda seguridad conozca toda la casa de Israel que al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías».
Al oír esto, se les traspasó el corazón, y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles:
«¿Qué tenemos que hacer, hermanos?»
Pedro les contestó:
«Convertíos y sea bautizado cada uno de vosotros en el nombre de Jesús, el Mesías, para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque la promesa vale para vosotros y para vuestros hijos, y para los que están lejos, para cuantos llamare a sí el Señor Dios nuestro».
Con estas y otras muchas razones dio testimonio y los exhortaba diciendo:
«Salvaos de esta generación perversa».
Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día fueron agregadas unas tres mil personas.
Palabra de Dios. 

REFLEXIÓN 

RECONOCER EL ERROR    

            El pasaje que nos presenta la liturgia de hoy es la conclusión del discurso de Pedro al pueblo que venimos meditando desde el domingo 1º de Pascua; ahora Pedro hace un resumen de todo lo que ha venido exponiendo: fue enviado por Dios y pasó haciendo signos y exponiendo el mensaje que Dios Padre le había encargado: vosotros no lo habéis creído y lo habéis asesinado, pero “Dios lo ha resucitado y lo ha constituido Señor y Mesías a éste a quien vosotros crucificasteis” Dios le ha dado la razón a Él y ha rechazado vuestro error. Dios ha considerado equivocada y mortal vuestra forma de pensar y vuestra esperanza de un mesías político.
            Las palabras de Pedro conmovieron a la asamblea que se dio cuenta del disparate que habían cometido.
            La Palabra de Dios, de la que Jesús fue el testigo fiel, deja al descubierto el error de los hombres y, esto les hace darse cuenta de lo equivocados que habían estado, encerrados en unos esquemas que ya estaban superados; esto hace que se den cuenta y que cambien radicalmente.
            Pedro les pide que se arrepientan, que cambien y que se bauticen en el nombre de Jesucristo, pues Dios ha dado lugar a todo esto por el amor que nos tiene y está dispuesto a perdonar y a dar su Espíritu Santo a todos los que se arrepientan y se bauticen.
            Esta es la forma de cumplirse la Alianza Nueva prometida en los profetas para el pueblo de Israel y que ahora se abre a toda la humanidad

Salmo responsorial
Sal 22, 1-3a. 3b-4. 5 (R.: 1)
R/.   El Señor es mi pastor, nada me falta.

O bien:

R/.   Aleluya. 

        V/.   El Señor es mi pastor, nada me falta:
                en verdes praderas me hace recostar;
                me conduce hacia fuentes tranquilas
                y repara mis fuerzas.   R/.
R/.   El Señor es mi pastor, nada me falta. 

        V/.   Me guía por el sendero justo,
                por el honor de su nombre.
                Aunque camine por cañadas oscuras,
                nada temo, porque tú vas conmigo:
                tu vara y tu cayado me sosiegan.   R/.
R/.   El Señor es mi pastor, nada me falta. 

        V/.   Preparas una mesa ante mi,
                enfrente de mis enemigos;
                me unges la cabeza con perfume,
                y mi copa rebosa.   R/.
R/.   El Señor es mi pastor, nada me falta. 

        V/.   Tu bondad y tu misericordia me acompañan
                todos los días de mi vida,
                y habitaré en la casa del Señor
                por años sin término.   R/.
R/.   El Señor es mi pastor, nada me falta.

 SEGUNDA LECTURA
Os habéis convertido al pastor de vuestras almas 

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro. 1 Pe 2, 20-25
QUERIDOS hermanos:
Que aguantéis cuando sufrís por hacer el bien, eso es una gracia de parte de Dios.
Pues para esto habéis sido llamados, porque también Cristo padeció por vosotros,
dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas.
Él no cometió pecado i encontraron engaño en su boca.
Él no devolvía el insulto cuando lo insultaban; sufriendo no profería amenazas;
sino que se entregaba al que juzga rectamente.
Él llevó nuestros pecados en su cuerpo hasta el leño, para que, muertos a los pecados, vivamos para la justicia.
Con sus heridas fuisteis curados.
Pues andabais errantes como ovejas, pero ahora os habéis convertido al pastor y guardián de vuestras almas.

Palabra de Dios.
REFLEXIÓN 

RESCATADOS DEL ENEMIGO    
           Pedro hace tomar conciencia a la comunidad de la nueva realidad que se ha establecido por el bautismo: han sido regenerados, son hombres nuevos, han sido rescatados del poder del enemigo; el precio del rescate ha sido la sangre del Hijo de Dios: “Sus heridas os han curado. Andabais descarriados como ovejas, pero ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras vidas”
                  El poder vivir este privilegio lleva consigo una transformación que afecta a la mentalidad y a la conducta: no podemos seguir siendo igual que antes, como si no hubiera ocurrido nada en nuestras vidas.
                  Cristo se ha convertido en el modelo a seguir, Él nos ha liberado de la esclavitud del pecado y de la ley. Incluso en esta dimensión nueva, el sufrimiento cambia de sentido: no es lo mismo sufrir por haber infringido la ley, que sufrir por amor, al estilo de Jesús; ese sufrimiento por hacer el bien, nos hace libres y agradables a Dios.
                  Esta actitud quiere que la tengan en cuenta todos aquellos que están teniendo que hacer tareas humildes en la sociedad: una forma de cambiar es hacer las cosas con un sentido diferente.
                  Para nosotros hoy, podría tener un reflejo interesantísimo: por ejemplo, alguien que cuida enfermos lo puede hacer por dinero o por amor... El cambio es radical.

Aleluya
Jn 10, 14
R/.   Aleluya, aleluya, aleluya.
V/.   Yo soy el buen Pastor —dice el Señor—,
        que conozco a mis ovejas, y las mías me conocen.   
R/.

EVANGELIO

Yo soy la puerta de las ovejas
Lectura del santo Evangelio según san Juan. Jn 10, 1-10

EN aquel tiempo, dijo Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A este le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.
Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.
El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante».
Palabra del Señor 

REFLEXIÓN

CUIDADO CON LOS SIMBOLOS   

        Como ya conocemos, S. Juan utiliza imágenes y símbolos que la gente conoce para expresar la realidad que Cristo nos ha dejado: en el pasaje de hoy coge una imagen muy conocida en toda la zona del Mediterráneo: el pastor que cuida sus rebaños; imagen que con mucha probabilidad Jesús se encontró con mucha frecuencia y es muy probable que hubiera vivido alguna que otra vez, cuidando las ovejas y cabras de Nazaret o acompañando a algún pastor amigo de la zona.
            Sin embargo, esa imagen, si queremos hacerla inteligible, hay que adaptarla según la zona donde se lea este pasaje evangélico, pues estoy pensando en la amazonia, donde no se tiene ni idea de cómo puede ser esto.
            La realidad de la que está hablando Juan, a la que se enfrenta Jesús, es la misma a la que hace frente el profeta Ezequiel en el cap. 34 donde está viendo cómo las autoridades de Israel no han pensado en su pueblo, sino que más bien se han aprovechado de él y solo lo han buscado para engordarse a costa de él. No han sido buenos guías, sino que se han portado como asaltantes del poder llevando al pueblo a la ruina. Esta situación es familiar para todo el mundo y estoy seguro que se pueden encontrar en todas las zonas del planeta imágenes como la de S. Juan para explicar la situación.
            La afirmación que se quiere hacer es que esta situación de injusticia no la va a dejar Dios sin su sentencia y su castigo y, por supuesto, ha de poner las condiciones para que se acabe; y las condiciones ya han sido puestas: Jesús es la clave, Él es la puerta, su proyecto es el redil y su persona es el guía y el Pastor; y solo aquellos que lo acogen y asumen su propuesta son los verdaderos pastores, aptos para conducir a su pueblo a la salvación. Quien no acepta la justicia, el Amor, la Verdad, la Libertad, la Paz… como norma y como fin, es un salteador, un farsante que destruirá el rebaño y lo saqueará en beneficio propio.

 

 

 

Hechos de los apóstoles 2,14a.36-41

Dios lo ha constituido Señor y Mesías

El día de Pentecostés, Pedro, de pie con los Once, pidió atención y les dirigió la palabra: "Todo Israel esté cierto de que al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías." Estas palabras les traspasaron el corazón, y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles: "¿Qué tenemos que hacer, hermanos?" Pedro les contestó: "Convertíos y bautizaos todos en nombre de Jesucristo para que se os perdonen los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque la promesa vale para vosotros y para vuestros hijos y, además, para todos los que llame el Señor, Dios nuestro, aunque estén lejos." Con estas y otras muchas razones les urgía, y los exhortaba diciendo: "Escapad de esta generación perversa." Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día se les agregaron unos tres mil.

Salmo responsorial: 22

El Señor es mi pastor, nada me falta.

El Señor es mi pastor, nada me falta: / en verdes praderas me hace recostar, / me conduce hacia fuentes tranquilas / y repara mis fuerzas. R.

Me guía por el sendero justo, / por el honor de su nombre. / Aunque camine por cañadas oscuras, / nada temo, porque tú vas conmigo: / tu vara y tu cayado me sosiegan. R.

Preparas una mesa ante mí, / enfrente de mis enemigos; / me unges la cabeza con perfume, / y mi copa rebosa. R.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan / todos los días de mi vida, / y habitaré en la casa del Señor / por años sin término. R.

1Pedro 2,20b-25

Habéis vuelto al pastor de vuestras vidas

Queridos hermanos: Si, obrando el bien, soportáis el sufrimiento, hacéis una cosa hermosa ante Dios. Pues para esto habéis sido llamados, ya que también Cristo padeció su pasión por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas. Él no cometió pecado ni encontraron engaño en su boca; cuando lo insultaban, no devolvía el insulto; en su pasión no profería amenazas; al contrario, se ponía en manos del que juzga justamente. Cargado con nuestros pecados subió al leño, para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia. Sus heridas os han curado. Andabais descarriados como ovejas, pero ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras vidas.

Juan 10,1-10

Yo soy la puerta de las ovejas

En aquel tiempo, dijo Jesús "Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda, y las ovejas atienden a sus voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños." Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: "Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante."