IV DOMINGO DE PASCUA.CICLO B

 

El buen pastor da su vida por las ovejas.

Lectura del evangelio según san Juan.
En aquel tiempo, dijo Jesús:
«Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el Buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo Pastor.
Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre». Palabra del Señor.
    En muchas ocasiones Jesús nos acerca a quien es Él con ejemplos de la vida cotidiana. Hoy nos encontramos con uno de ellos, la figura del pastor. Sus contemporáneos bien sabían de ello.
    Yo soy el buen Pastor nos dice hoy, aquel que da la vida por sus ovejas y ellas escuchan su voz y le siguen; el pastor que conoce a cada una de ellas y que las llama por su nombre.
    Desde este ejemplo sencillo nos muestra el Reino de Dios, la obra del Padre y la misión del Hijo., El Resucitado da la vida por todos nosotros para que tengamos vida en Él, nos llama por nuestro nombre desde el mismo momento del Bautismo, y desde siempre nos conoce porque está dentro de nosotros mismos para irnos moldeando según la voluntad del Padre.
    Desde aquí como rebaño suyo que somos estamos invitados a seguir sus pasos, a reconocerlo en medio de nuestro mundo y a saber escucharle, hay muchas voces que seguimos en las cuales no podemos reconocerle, somos apacentados en pastos que no alimentan, caminamos por veredas y caminos que en muchas ocasiones pueden acabar en un precipicio. 
    Dejemos que su Espíritu al cual esperamos como en Pentecostés, nos ilumine cuando estemos perdidos al igual que las ovejas que van por otras veredas, cuando estemos heridos Él nos vendará y nos curará, Él siempre saldrá a nuestro encuentro para darnos vida y vida eterna.
    Que el buen Pastor al que hoy celebramos nos reúna en un solo rebaño, y que este su rebaño que somos nosotros vivamos la grandeza y el gozo de tenerlo como Pastor de nuestras vidas.

III DOMINGO DE PASCUA.CICLO B

 

Así está escrito: el Mesías padecerá y resucitará de entre los muertos al tercer día
Del evangelio según san Lucas
En aquel tiempo, los discípulos de Jesús contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice:
«Paz a vosotros».
Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu.
Y él les dijo:
«¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo».
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Pero como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:
«¿Tenéis ahí algo de comer?».
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos.
Y les dijo:
«Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí».
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras.
Y les dijo:
«Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto». Palabra del Señor,
    En este tercer domingo de Pascua seguimos la misma dinámica que en los domingos anteriores, Jesús se aparece y los que lo ven siempre dudan y se llenan de miedo. Desde esta base podemos sacar algunas ideas que nos puedan clarificar estas situaciones.
    A todos ellos, aunque ya tenían conocimiento de las apariciones en otras ocasiones de Jesús: María Magdalena, Emaús, los mismos apóstoles, Tomás, les sigue costando ver a Jesús resucitado, porque no lo ven como era antes, sino de otro modo, "Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros." 
    Nuevamente Jesús quiere que lo reconozcan y no le tengan miedo, "mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona". El resucitado pone nuevamente en sus labios que esto era necesario para cumplir las Escrituras, ahora Él es centro pleno de ellas, Él les abre el conocimiento para entenderlas y ser enviados como sus testigos.
    Ahora desde su Resurrección Él se hace presente en medio de nosotros por medio de la Escritura, los Sacramentos, el encuentro con cada uno de nosotros y nos hace testigos en medio de nuestro mundo para que lo reconozcamos y anunciemos a todo el mundo que Él vive y está en medio de nosotros.
    



II DOMINGO DE PASCUA. DOMINGO DE LA MISERICORDIA


 

 A los ocho días, llegó Jesús.
Del evangelio según san Juan.
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
«Hemos visto al Señor».
Pero él les contestó:
«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
«Paz a vosotros».
Luego dijo a Tomás:
«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».
Contestó Tomás:
«¡Señor mío y Dios mío!».
Jesús le dijo:
«¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre. Palabra del Señor.
    A lo largo de esta semana de la octava de Pascua, Jesús ha querido encontrarse con su pueblo para manifestar que está vivo entre nosotros.
    Hoy nos encontramos en el octavo día y quiere reunirse con todos nosotros, este evangelio claramente es un proceso de fe. El primer paso como siempre es de Cristo con el saludo pascual "Paz a vosotros", les enseñó las manos y el costado signos de su Pasión y les envió para anunciar el Evangelio.
    Les dio su Espíritu que reside en la Iglesia, Pueblo de Dios, y que es la fuerza para la misión encomendada, el ser testigos, "hemos visto al Señor". Pero no todos somos capaces de creer en el testimonio dado como el apóstol Tomás y necesitamos de tocar y ver.
    Jesús en su gran misericordia con el hombre nos llama como a Tomás para salir de nuestra incredulidades "ven y toca mis llagas y mi costado y no seas incrédulo". Aquellos que creemos aunque nos cueste en ocasiones el Maestro nos llama dichosos, bienaventurados.
    Hoy como en aquel entonces nos muestra los signos y nos ofrece su Palabra, nos da los Sacramentos y por medio de su Espíritu nos fortalece para la misión, proclamar que está vivo entre nosotros y va por delante de nosotros.
    Que este domingo de la Misericordia de Dios recibamos su amor que son las llagas y el costado abierto de Cristo puesto que Él desde la cruz nos amó hasta el extremo.




DOMINGO DE RESURRECCIÓN

 

Él había de resucitar de entre los muertos.

Del evangelio según san Juan.
El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:
«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos. Palabra del Señor,
  Con la celebración de la Resurrección del Señor culminamos el Santo Triduo Pascual.   
   Hoy nos encontramos con el escenario de la tumba vacía, María Magdalena va de madrugada al sepulcro, la mujer que amó mucho al Señor, siente la necesidad de ir al sepulcro, experiencia humana que hemos podido experimentar:  ir al sepulcro de los nuestros.
    Pero ante esta necesidad se encuentra con el sepulcro vacío, la fe supera toda razón, la muerte es vencida por la vida en Cristo. Es más, nace la necesidad del testimonio "se han llevado el cuerpo del Señor" les dice a Pedro y a Juan.
    Estos también contemplaron la tumba vacía, vieron los signos de la Pasión pero a Él no, entonces se acordaron de las Escrituras. Juan vio  y creyó. La Resurrección. por lo tanto, nos empujar a adentrarnos en el misterio de la fe, es un hecho real no solo entendible desde la fe, Cristo está vivo para siempre y se hace cercano a todos nosotros, sobre todo a aquellos que lo buscan como María Magdalena.
    Vayamos nosotros también al sepulcro y experimentemos la alegría del encuentro, salgamos de nosotros mismos como Pedro y Juan para poder dar testimonio del Resucitado,  hagamos vida las palabras de las Escrituras, vi y creí.
FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN  

VIERNES SANTO

 

 Él fue traspasado por nuestras rebeliones.
Del profeta Isaías.
Mirad, mi siervo tendrá éxito,
subirá y crecerá mucho.
Como muchos se espantaron de él
porque desfigurado no parecía hombre,
ni tenía aspecto humano,
así asombrará a muchos pueblos,
ante él los reyes cerrarán la boca,
al ver algo inenarrable
y comprender algo inaudito.
¿Quién creyó nuestro anuncio?;
¿a quién se reveló el brazo del Señor?
Creció en su presencia como brote,
como raíz en tierra árida,
sin figura, sin belleza.
Lo vimos sin aspecto atrayente,
despreciado y evitado de los hombres,
como un hombre de dolores,
acostumbrado a sufrimientos,
ante el cual se ocultaban los rostros,
despreciado y desestimado.
Él soportó nuestros sufrimientos
y aguantó nuestros dolores;
nosotros lo estimamos leproso,
herido de Dios y humillado;
pero él fue traspasado por nuestras rebeliones,
triturado por nuestros crímenes.
Nuestro castigo saludable cayó sobre él,
sus cicatrices nos curaron.
Todos errábamos como ovejas,
cada uno siguiendo su camino;
y el Señor cargó sobre él
todos nuestros crímenes.
Maltratado, voluntariamente se humillaba
y no abría la boca:
como cordero llevado al matadero,
como oveja ante el esquilador,
enmudecía y no abría la boca.
Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron,
¿quién se preocupará de su estirpe?
Lo arrancaron de la tierra de los vivos,
por los pecados de mi pueblo lo hirieron.
Le dieron sepultura con los malvados
y una tumba con los malhechores,
aunque no había cometido crímenes
ni hubo engaño en su boca.
El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento,
y entregar su vida como expiación:
verá su descendencia, prolongará sus años,
lo que el Señor quiere prosperará por su mano.
Por los trabajos de su alma verá la luz,
el justo se saciará de conocimiento.
Mi siervo justificará a muchos,
porque cargó con los crímenes de ellos.
Le daré una multitud como parte,
y tendrá como despojo una muchedumbre.
Porque expuso su vida a la muerte
y fue contado entre los pecadores,
él tomó el pecado de muchos
e intercedió por los pecadores. Palabra de Dios.
Estamos en Viernes Santo, la liturgia nos ofrece mirar hoy al crucificado, aquel que profetizó Isaías en este cántico del Siervo.
Nos encontramos con la misión del siervo sufriente, la figura del cordero que va llevado al matadero. Conforme lo vamos leyendo parece que nos habla de cada momento de la pasión de Cristo y en el texto descubrimos que se refiere a Él en toda su plenitud.
Hoy es Viernes Santo, y son muchos los que se unen hoy al dolor y sufrimiento de Cristo, todos aquellos que están en la cruz crucificados, bien por la enfermedad, el desprecio, la soledad, por su falta de fe, un largo sin fin de hermanos, que como Cristo, no tienen rostro pero viven al igual que Él este momento.
Contemplemos por lo tanto, el Misterio de la Cruz desde la Misericordia de Dios para con nosotros, confiemos al igual que en este cántico la esperanza en la vida, una vida que vale la sangre de Cristo, una vida que es don y gracia, una vida que gastada por los demás se convierte en las manos de Dios en vida eterna.


JUEVES SANTO, PROFECIA, MEMORIAL Y PROMESA



 Los amó hasta el extremo.

Del evangelio según san Juan.
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
Estaban cenando; ya el diablo había suscitado en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, la intención de entregarlo; y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.
Llegó a Simón Pedro, y este le dice:
«Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?».
Jesús le replicó:
«Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde».
Pedro le dice:
«No me lavarás los pies jamás».
Jesús le contestó:
«Si no te lavo, no tienes parte conmigo».
Simón Pedro le dice:
«Señor, no solo los pies, sino también las manos y la cabeza».
Jesús le dice:
«Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos».
Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios».
Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo:
«¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis». Palabra del Señor.
    Hoy es Jueves Santo, hoy se hace patentes las palabras del Señor, "he deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros".
    Muchas cosas celebramos hoy, la Institución de la Eucaristía, la institución del ministerio sacerdotal, la gran experiencia del amor de Jesús en cada uno de nosotros, día del amor fraterno. Pero todo esto podemos resumirlo en una palabra: ENTREGA.
     Esta palabra concreta y resume toda la obra de Jesús en el mundo. Toda su vida fue una entrega generosa al Padre y a sus hermanos. Desde la invitación a la conversión hasta este momento, por eso un día dirá, "te doy gracias Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque estas cosas se las has revelado a los pobres y sencillos".
    Toda su entrega fue consciente, porque cuando se quiso quedar en el pan y en el vino, nos mandó hacerlo "en memoria mía", por eso es memorial, se hace presente en cada momento. Gracias a este gesto estamos llamados a experimentar esta presencia no solo en la Eucaristía, sino en cada sacramento. Él, el Maestro y Señor, está a nuestro lado. El ministerio sacerdotal se derrama en todo el pueblo santo de Dios, para manifestar esta entrega y a su vez la Iglesia el pueblo santo de Dios que camina a su encuentro, participa también por medio de su sacerdocio común y  se entrega a su Señor como respuesta a este amor que ha llegado hasta el extremo.
    El amor infinito que nos deja el Maestro es expresión de servicio y humildad, servicio ante el hermano que esta esperando ser amado, desde la humildad que nos provoca este Misterio tan sublime y eterno, amar, amar, es lo único que nos pide Jesús. Dejemos que en esta noche iluminada por la fe, vivamos este encuentro íntimo de Jesús con cada uno de nosotros, dejemos que nos lave como a Pedro, pero sobre todo démosle gracias por todos y cada uno de los dones que hemos recibido.

    

DOMINGO DE RAMOS, CICLO B

 

Bendito el que viene en nombre del Señor.

Del evangelio según san Marcos.
Cuando se acercaban a Jerusalén, por Betfagé y Betania, junto al monte de los Olivos, Jesús mandó a dos de sus discípulos, diciéndoles:
«Id a la aldea de enfrente y, en cuanto entréis, encontraréis un pollino atado, que nadie ha montado todavía. Desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta por qué lo hacéis, contestadle: “El Señor lo necesita, y lo devolverá pronto”».
Fueron y encontraron el pollino en la calle atado a una puerta; y lo soltaron. Algunos de los presentes les preguntaron:
«¿Qué hacéis desatando el pollino?».
Ellos les contestaron como había dicho Jesús; y se lo permitieron.
Llevaron el pollino, le echaron encima los mantos, y Jesús se montó. Muchos alfombraron el camino con sus mantos, otros con ramas cortadas en el campo. Los que iban delante y detrás, gritaban:
«¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!». Palabra del Señor.
    El evangelio de este domingo es la lectura de la pasión según el evangelista san Marcos. Este texto evangélico nos puede ayudar a vivir este día y los días siguientes hasta la Pascua.
    Hoy Jesús entra en la ciudad santa como entró en su día el rey David, montado en un pollino de asno, "mira tu rey que viene a ti" nos dirá el profeta. Al igual que entonces la muchedumbre lo aclama como el Hijo de David, bendito el que viene.
    Con este gesto, Jesús, nos dice que en él se han cumplido las promesas davídicas, viene como rey. El mismo pueblo que hoy lo recibe, unos días más adelante será quien pida su muerte en la Cruz.
    Hoy comienzan los días santos de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, días en los que se nos invitan a la oración y la meditación de estos Misterios, para poder así, vivirlos interiormente. Dejemos que entre hoy Jesús en nuestras vidas, dejemos que nuestros corazones lo reconozcan como el que ha de venir y así junto a Él podamos celebrar la Pascua..
    Que los signos de hoy las palmas y los ramos de olivo, la paz y el martirio, sean los que nos impulsen a nosotros en nuestra vida de cristianos, para ser portadores de paz para con los otros, en este mundo tan necesitado de ella, y por consiguiente, seamos instrumentos de entrega y servicio hacia los demás como lo hizo Jesús desde la Cruz.    

V DOMINGO CUARESMA. CICLO B

 



Si el grano de trigo cae en tierra y muere, da mucho fruto.
Del evangelio según san Juan.
En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; estos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban:
«Señor, queremos ver a Jesús».
Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús.
Jesús les contestó:
«Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre.
En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna.
El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo honrará.
Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré? ¿Padre, líbrame de esta hora? Pero si por esto he venido, para esta hora: Padre, glorifica tu nombre».
Entonces vino una voz del cielo:
«Lo he glorificado y volveré a glorificarlo».
La gente que estaba allí y lo oyó, decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel.
Jesús tomó la palabra y dijo:
«Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí».
Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir. Palabra del Señor.
    Estamos en el domingo quinto de Cuaresma, hoy el evangelio nos descubre la misión de Cristo. "Ha llegado la hora de que sea glorificado el hijo del hombre". La hora de manifestar el amor de Dios a todo el universo, el momento de que Jesús muestre quien es.
   Nosotros muchas veces queremos ver a Jesús como estos griegos, y lo queremos ver desde nuestra propios esquemas. Pero hoy se nos dice que para ver a Jesús tenemos que ser grano de trigo que cae en tierra, que muere y da mucho fruto. Tenemos que seguir los mismos pasos de el Maestro. "El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo honrará."
      El amor es por lo tanto el motor de la obra de salvación que nos trae Jesucristo, Él nos amó hasta el extremo. Él nos pide que amemos, según nuestra capacidad pero que amemos. La Pascua que vamos a celebrar es la expresión más significativa del servicio y amor de Dios hacia nosotros.
    El querer ver a Jesús, también lleva consigo la cruz, ahí se mostró al mundo entero, y fue desde la cruz donde Jesús fue glorificado para siempre. Vivamos con esperanza estos momentos de nuestra vida.
     


IV DOMINGO CUARESMA. CICLO B

 

Dios envió a su Hijo para que el mundo se salve por él.

Del evangelio según san Juan.
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
«Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.
Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.
En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios». Palabra del Señor
    El domingo pasado  Jesús  nos decía que somos Templo del Espíritu. Hoy nos dice que ese templo tiene que estar lleno de la Luz del Espíritu.
    Todos tenemos experiencia, como el pueblo de Israel, del amor de Dios y de nuestro alejamiento, el libro de las Crónicas nos lo pone como ejemplo.
     Lo llamativo de este domingo es la afirmación de Cristo, lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, tiene que ser elevado el Hijo el hombre. Jesús se presenta como curación y sanación desde la cruz. Esta sanación y curación viene por parte de Dios como acto de amor supremo, para que tengamos vida eterna.
    El hombre siempre ha buscado vivir eternamente, Cristo nos lo ofrece día a día, El camino para llegar a la eternidad es la fe y las obras, las cuales tienen que hacer presente ese amor de Dios en medio de nuestro mundo.
    Que nuestras obras iluminadas con la luz Cristo sea nuestra expresión de amor hacia Dios y a los hermanos, para que de esta forma cuando miremos a Cristo en la Cruz descubramos su amor entregado por y para la salvación del mundo. 

III DOMINGO DE CUARESMA. CICLO B


 

Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.
Lectura del evangelio según san Juan.
Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:
-«Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.»
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: "El celo de tu casa me devora." Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:
-«¿Qué signos nos muestras para obrar así?»
Jesús contestó:
-«Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.»
Los judíos replicaron:
-«Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba con ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre. Palabra del Señor.
    En este domingo de Cuaresma, Jesús se presenta como el nuevo Templo de Dios, donde habita el Espíritu. Jesús centraliza este pasaje evangélico en dos pilares fundamentales para los judíos: el Templo y la Pascua. El primero, el lugar del encuentro donde habita Dios; el segundo, el momento donde Dios hace una alianza con el pueblo judío.
    Desde ellos podemos entender las palabras de Jesús, «Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.».
    Después de esto los judíos le preguntan "¿qué signos nos muestras para obrar así?" a lo que Jesús responde "destruid este templo y edificaré uno nuevo en tres días". Él mismo superara los mandamientos dados a Moisés, con el mandamiento nuevo de amor y a su vez eliminará los sacrificios rituales que en muchas ocasiones ha manifestado que están vacíos, Él será el sacrificio agradable al Padre desde la cruz.
    Por eso la Pascua judía también quedará superada con su sacrificio en la cruz, desde aquí nos invita a que seamos nosotros mismos sacrificios agradables al Padre, puesto que somos templo del Espíritu y lugar de encuentro con Él, pero también nos puede pasar lo mismo, que nuestro interior este lleno de toda clase de maldades que nos separen del amor de Dios, y no seamos capaces de reconocerlo.
    Descubramos qué nos separa de Él, quitémoslo de nuestro interior, dignifiquemos nuestro cuerpo con la luz del Espíritu e irradiemos su luz por medio del amor que se manifiesta en plenitud desde la Cruz, nuestra Pascua inmolada que es Jesucristo, el Señor.




II DOMINGO DE CUARESMA. CICLO B

                              Éste es mi Hijo, el amado.

Del evangelio según san Marcos.
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, subió aparte con ellos solos a un monte alto, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.
Se les aparecieron Elias y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús:
«Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elias».
No sabía qué decir, pues estaban asustados.
Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube: «Este es mi Hijo, el amado; escuchadlo».
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban del monte, les ordenó que no contasen a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.
Esto se les quedó grabado y discutían qué quería decir aquello de resucitar de entre los muertos. Palabra del Señor.   
    Poco a poco nos estamos adentrando en la Cuaresma y este domingo se nos invita a vivir la experiencia del Tabor, Jesús se transfigura allí delante de tres de sus discípulos.
      El Tabor es experiencia de fe,  Jesús muestra toda su gloria y ser a estos discípulos antes de que suceda la vivencia de la cruz, tiene que llenarlos de esperanza para que cuando llegue puedan comprender también el misterio del Calvario.
    Muchos son los signos que nos podemos encontrar en este domingo, Moisés y Elías, las tres tiendas, la voz del Padre indicando que su Hijo es el amado  y que tenemos que escuchadle, todo esto quiere poner de manifiesto que Jesús es el centro de toda la historia de la salvación, que el Antiguo Testamento lo miran Él y que los discípulos serán los testigos de la resurrección.
    Hoy Dios también nos dice lo mismo a nosotros, que miremos a su Hijo y le escuchemos para que cuando vivamos la cruz podamos descubrirlo también a Él. Estamos caminando hacia la Pascua, queremos encontrarnos con el resucitado, dejémonos transfigurar por el Maestro y así ser testigos como los apóstoles de su resurrección. 


I DOMINGO DE CUARESMA. CICLO B

 

 Era tentado por Satanás, y los ángeles lo servían.

Del Evangelio según san Marcos.
En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto.
Se quedó en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás; vivía con las fieras y los ángeles lo servían.
Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía:
«Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio». Palabra del Señor.
    Nos encontramos en el primer domingo de Cuaresma y  penetramos en el desierto de nuestra vida para que como Jesús nos adentremos en nosotros mismos y descubramos el amor de Dios.
    En este pasaje evangélico no aparece explícitamente las tentaciones, pero si sabemos que Jesús las superó. Hoy se nos invita a descubrir el Reino de Dios en nuestro mundo, en todo lo que nos rodea, para eso el mismo Señor nos invita a la conversión.
    Siempre es tiempo propicio para hacer este camino, ahora en el tiempo fuerte de la Cuaresma, más que nunca es necesario recorrerlo. La experiencia de la conversión es la necesidad de volver a Dios, a experimentar su amor y cercanía en medio de las vicisitudes de la vida, es dejar poco a poco aquello que nos separa de Él para acercarnos y llenarnos de Él. Por lo tanto, no tengamos miedo de adentrarnos en el desierto pues sabemos que siempre está cerca de nosotros y nos ayudará a vencer toda tentación, caminemos hacia la Pascua para vivir la vida en el Señor resucitado.

VI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

 

La lepra se le quitó y quedó limpio.
Lectura del Evangelio según san Marcos.
En aquel tiempo, se acerca a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:
«Si quieres, puedes limpiarme».
Compadecido, extendió la mano y lo tocó diciendo:
«Quiero: queda limpio.»
La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente:
«No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó
Moisés, para que les sirva de testimonio.»
Pero cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun así acudían a él de todas partes. Palabra del Señor.
    El Evangelio de este domingo parece que esta un poco anticuado, Jesús acercándose a un leproso. El que en nuestro alrededor no exista la lepra como enfermedad no significa que no exista en otros lugares. Contraer la lepra en otros tiempos era estar abocados al rechazo por parte de la sociedad y a morir.

    ¿Qué nos encontramos en el Evangelio? El leproso quería quedar limpio para poder acercarse al Templo, es decir, para ser admitido nuevamente al pueblo judío, Jesús se lo concede curándolo.

    Hoy, si miramos a nuestro alrededor también podemos descubrir cuales son nuestras lepras, gracias a Dios quizás no tanto la enfermedad, sino aquello que nos aleja de Él  y del hermano. Una sociedad egoísta esta llamada al fracaso, no reconoce a su Creador y a su igual. Unas de las grandes lepras es el Hambre donde se pone de manifiesto la diferencia entre los países ricos y pobres. En aquellas gentes que pasan hambre no solo de alimentos, sino también de otras necesidades, podemos descubrir los mismos sentimientos de este leproso: falta de dignidad, rechazo social, etc. 
    Jesús nos invita en este domingo a que seamos instrumentos suyos para devolver la dignidad a todas las personas que en nuestro mundo son señaladas como leprosos para poder así hacer un mundo mejor, un mundo donde el amor del Padre erradique todo aquello que nos separa de Él. Para poder compartir todo lo que nos ha dado, que no es otra cosa que la participación en el amor de su Hijo. 

V DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO, CICLO B

 

Curó a muchos enfermos de diversos males.

Del evangelio según san Marcos.
En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a la casa de Simón y Andrés.
La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, e inmediatamente le hablaron de ella. Él se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.
Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.
Se levantó de madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron en su busca y, al encontrarlo, le dijeron: «Todo el mundo te busca».
Él les responde:
«Vayámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.»
Así recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios. Palabra del Señor.
    En muchas ocasiones nos hemos podido preguntar, ¿cómo era un día cualquiera de Jesús? ¿qué hacía?, hoy encontramos la respuesta. predicar y sanar, dar a conocer el amor misericordioso del Padre.
    En la primera lectura, el profeta Job nos descubre la experiencia de la vida misma, su cansancio, la desesperanza, el sinsentido de ella misma, la verdad que así lo podemos pensar cuando estamos  cuesta arriba. Nuestro mundo y nuestras experiencias no han cambiado mucho del de aquel tiempo.
    Hoy Jesús se presenta al igual que entonces a curarnos de nuestras enfermedades y sufrimientos, a dar sentido a nuestra vida; vida que nace del mismo Dios. En la curación de la suegra de Pedro, podemos descubrir el sentido de la vida cristiana: dejarnos tocar y sanar de todas nuestras dolencias por Cristo y así poder servirle.
    Pablo nos dice que el hecho de predicar, de dar testimonio, en definitiva de ser testigo de Jesús es un gozo y a su vez el pago de la misión: el sentirnos amados y elegidos por el Maestro para ser instrumentos suyos en medio de nuestro mundo, llamados a sanar y a testimoniar.
        Este es nuestro camino, alegrarnos en Cristo porque nos llama para curarnos de nuestras dolencias invitándonos a ser testigos de su amor mediante la sanación y la misericordia.

IV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

Les enseñaba con autoridad.
Del evangelio según san Marcos.
En la ciudad de Cafarnaún, el sábado entra Jesús en la sinagoga a enseñar; estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como los escribas. Había precisamente en su sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo y se puso a gritar:
«¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios».
Jesús lo increpó:
«¡Cállate y sal de él!»
El espíritu inmundo lo retorció violentamente y, dando un grito muy fuerte, salió de él. Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? Una enseñanza nueva expuesta con autoridad. Incluso manda a los espíritus inmundos y lo obedecen». 
Su fama se extendió enseguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea. Palabra del Señor.       

     En este domingo, Jesús se presenta como el Maestro que enseña con autoridad. La autoridad de Cristo es lo que movió a marcharse a los espíritus inmundos .

    En Él se manifiestan unidos el testimonio, el hablar, y las obras. El leguaje que nos trae Cristo es un lenguaje liberador, sanador, que no esclaviza y es más, que es entendible para todos. Los espíritus inmundos lo reconocen y el pueblo que esperaba al Mesías lo mismo. Los primeros, para señalarlo "sé quién eres, el Santo de Dios" y los segundos, para quedar admirados por su persona.

    Hoy  Jesús también se nos acerca con autoridad para expulsar de nosotros todo aquello que no nos deja reconocerlo interiormente, y nos invita a admirarnos por todo lo nos muestra, que no es otra cosa sino el amor del Padre. Dejémonos tocar y sanar por su palabra para convertirnos en testigos suyos en medio de nuestro mundo.

    


  


III DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

 

Convertíos y creed en el Evangelio.

Del evangelio según san Marcos.
Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía:
«Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios.
Convertíos y creed en el Evangelio».
Pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el mar, pues eran pescadores.
Jesús les dijo:
«Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. A continuación los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon en pos de él. Palabra del Señor.
    El evangelio de este domingo está lleno de signos que nos pueden y de hecho nos acercan a la figura y persona de Jesús.
        A lo largo de nuestra vida, en muchas ocasiones, hacemos el propósito de cambiar nuestro rumbo por algo que nos ha llamado la atención y que merece la pena hacer. El evangelio de hoy es uno de esos momentos en que algunos pescadores de Galilea cambian el rumbo de sus vidas para seguir quizás a un desconocido que se llama Jesús.
    Hoy al igual que entonces, escuchamos el anuncio, "se ha cumplido el tiempo, convertíos y creed en el Evangelio". Este anuncio ha de llegar a nosotros en lo más hondo de nuestro corazón para que podamos acercarnos a la persona de Jesús como los primeros discípulos, y de esta forma ir configurándonos a Él.
    El camino que hemos de recorrer no es un camino solitario, esta El cerca de nosotros y de igual manera nos invita a hacerlo. Caminemos en pos de Él para que también podamos vivir como los primeros Apóstoles la alegría del encuentro con Cristo y así poder ser testigos en medio de nuestro mundo.