V DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO, CICLO B

 

Curó a muchos enfermos de diversos males.

Del evangelio según san Marcos.
En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a la casa de Simón y Andrés.
La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, e inmediatamente le hablaron de ella. Él se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.
Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.
Se levantó de madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron en su busca y, al encontrarlo, le dijeron: «Todo el mundo te busca».
Él les responde:
«Vayámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.»
Así recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios. Palabra del Señor.
    En muchas ocasiones nos hemos podido preguntar, ¿cómo era un día cualquiera de Jesús? ¿qué hacía?, hoy encontramos la respuesta. predicar y sanar, dar a conocer el amor misericordioso del Padre.
    En la primera lectura, el profeta Job nos descubre la experiencia de la vida misma, su cansancio, la desesperanza, el sinsentido de ella misma, la verdad que así lo podemos pensar cuando estamos  cuesta arriba. Nuestro mundo y nuestras experiencias no han cambiado mucho del de aquel tiempo.
    Hoy Jesús se presenta al igual que entonces a curarnos de nuestras enfermedades y sufrimientos, a dar sentido a nuestra vida; vida que nace del mismo Dios. En la curación de la suegra de Pedro, podemos descubrir el sentido de la vida cristiana: dejarnos tocar y sanar de todas nuestras dolencias por Cristo y así poder servirle.
    Pablo nos dice que el hecho de predicar, de dar testimonio, en definitiva de ser testigo de Jesús es un gozo y a su vez el pago de la misión: el sentirnos amados y elegidos por el Maestro para ser instrumentos suyos en medio de nuestro mundo, llamados a sanar y a testimoniar.
        Este es nuestro camino, alegrarnos en Cristo porque nos llama para curarnos de nuestras dolencias invitándonos a ser testigos de su amor mediante la sanación y la misericordia.