DOMINGO -II- DE ADVIENTO -B-


PRIMERA LECTURA


Lectura del Profeta Isaías     Is 40, 1‑5. 9‑11.
Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios;
hablad al corazón de Jerusalén, gritadle: que se ha cumplido su servicio, y está pagado su crimen,
pues de la mano del Señor ha recibido doble paga por sus pecados.
Una voz grita: En el desierto preparadle un camino al Señor;
allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios;
que los valles se levanten, que los montes y colinas se abajen,
que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale.
Se revelará la gloria del Señor, y la verán todos los hombres juntos —ha hablado la boca del Señor—.
Súbete a lo alto de un monte, heraldo de Sión,
alza con fuerza la voz, heraldo de Jerusalén, álzala, no temas,
di a las ciudades de Judá: aquí está vuestro Dios.
Mirad: Dios, el Señor, llega con fuerza, su brazo domina.
Mirad: le acompaña el salario, la recompensa le precede.
Como un pastor apacienta el rebaño, su mano los reúne.
Lleva en brazos los corderos, cuida de las madres.
Palabra de Dios

 REFLEXIÓN

“LOS CAMINOS DE DIOS”  

El pasaje  que nos presenta la liturgia de hoy nos trae el momento en que el pueblo de Israel está eufórico por la determinación de Ciro, rey de Persia, de dar la libertad y que todos los extranjeros del territorio vuelvan a su país.
No se trata de un regalo fraterno que el rey quiere hacer a Israel, sino que, políticamente le es más rentable y beneficioso que los extranjeros, entre ellos los israelitas, vuelvan a su tierra, se rehagan y sigan pagándole los impuestos, para eso, incluso les ayuda.
Pero esta determinación política es recogida por Isaías como una oportunidad que da el Señor para que tomen conciencia de que Dios está a su lado y les anima a rehacerse: Dios ha dado lugar a que se elimine la esclavitud, Él está detrás de todo esto aunque aparentemente sean los intereses humanos los que mueven toda la trama y Él está dispuesto a ser el Pastor que lleva su rebaño e incluso cargar en sus brazos a los que son débiles.
Dios está dispuesto a ser el consuelo y la fortaleza de su pueblo, ellos no deben, por nada, convertirse en obstáculo para la reconstrucción y,  por eso invita a abrir un camino en el desierto, a elevar los valles y bajar las montañas que se han levantado, a enderezar lo que está torcido…
Es imposible hacerse el sordo a la llamada que nos hace hoy el Señor: fuimos capaces de utilizar el perdón y sanar las heridas que había;  fuimos capaces de allanar los barrancos y  bajar las montañas que nos separaban y empezamos a sentirnos iguales; fuimos capaces de empezar a respetarnos y a escucharnos…
Y volvimos a entrar en una deriva en donde volvieron a abrirse enormes barrancos, a elevarse montañas que se habían destruido y que nos separaban, empezamos a retorcer de nuevo la relación y hasta el lenguaje se convirtió en obstáculo para el entendimiento… al final nos metimos todos en el fango.
Dios viene hoy a decirnos que está dispuesto a seguir adelante, pero su ayuda no exime al hombre de su responsabilidad, por eso nos invita a “preparar un camino en el desierto”, el problema que se nos presenta es el de siempre: ¿Estaremos dispuestos a arrimar el hombro?
    
 Salmo responsorial     Sal 84, 9ab‑10. 11‑12. 13‑14

V/. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.
R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.
V/. Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos.»
La salvación está ya cerca de sus fieles
y la gloria habitará en nuestra tierra.
R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.
V/. La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra
y la justicia mira desde el cielo.
R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.
V/. El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante é1,
la salvación seguirá sus pasos.
R/.. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.

Lectura de la segunda carta del Apóstol San Pedro     3, 8‑14.

Queridos hermanos:
No perdáis de vista una cosa: para el Señor un día es como mil años y mil años como un día.
El Señor no tarda en cumplir su promesa, como creen algunos.
Lo que ocurre es que tiene mucha paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan.
El día del Señor llegará como un ladrón.
Entonces el cielo desaparecerá con gran estrépito; los elementos se desintegrarán abrasados y la tierra con todas sus obras se consumirá.
Si todo este mundo se va a desintegrar de este modo, ¡qué santa y piadosa ha de ser vuestra vida!
Esperad y apresurad la venida del Señor, cuando desaparecerán los cielos consumidos por el fuego y se derretirán los elementos.
Pero nosotros, confiados en la promesa del Señor, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, en que habite la justicia.
Por tanto, queridos hermanos, mientras esperáis estos acontecimientos, procurad que Dios os encuentre en paz con Él, inmaculada e irreprochable.
Palabra de Dios

 REFLEXIÓN

“EL PELIGRO DE LOS FALSOS `MAESTROS´”  
Parece que en tiempos de Pedro, dentro de la comunidad hay gente que no tiene las cosas muy claras y, por un lado confiesan una cosa mientras por el otro, viven y sostienen que “de tejas para arriba, nadie ha venido a contarnos lo que hay” –es exactamente lo mismo que hoy dice el dicho popular-, dándose como resultado el que la vida queda disociada completamente de la confesión de fe que hacemos, y resultan dos cosas completamente independientes: vida por un lado y fe por otro.
            En esta segunda carta de S. Pedro, el autor quiere dejar bien sentados algunos principios que son básicos y que no podemos olvidar si es que queremos darle coherencia a nuestra fe.
            La primera cosa práctica a la que invita es a tener mucho cuidado con los “falsos maestros” que andan distorsionando y confundiendo a la gente, desviando el camino de la comunidad y creando unas expectativas falsas con respecto a la segunda venida: hay gente que dice que ¡”como ya está cerca el final, para qué trabajar y darse malos ratos”! mientras otros dicen que eso es un cuento, por lo tanto... ¡“a vivir que son cuatro días”!
            El autor de la carta quiere dejar bien claro que la única actitud aceptable y verdadera es la que se apoya en la fe (II Ped. 1,1-5) que es lo único que nos da el conocimiento verdadero de Jesús, frente a lo que sostienen los gnósticos que se asientan en una seguridad que les permite evadirse de la realidad y se dedican a gozar del momento.
            Estos “falsos  maestros” están llevando a la comunidad al descalabro moral (II Ped. 2,15-16) dejándose llevar por la codicia.
            El autor fustiga  la conducta y la enseñanza que están llevando, pues solo les interesa hacer adeptos a base de placeres y de una vida facilona: bajando el listón y proclamando una libertad que, al final, los hunde en la esclavitud de los sentidos y de los instintos.
            Describe a estos “falsos maestros” diciendo que se alejaron de la corrupción al encontrarse con Jesucristo, pero volvieron de nuevo  “como el perro que vuelve a su vómito, o el necio que insiste en su estupidez” (Prov. 26,11) Así son esos “falsos maestros” tocados por el gnosticismo, que se convierten en sectarios  y sostienen un relativismo  ético y moral peligrosísimo,  pues pasan de las normas morales, que no las consideran para ellos y se instalan en un culto a su cuerpo y a sus sentidos; hoy es facilísimo constatar este lenguaje y esta forma de ver la vida en mucha gente.

Aleluya     Lc 3, 4. 6
Preparad el camino del Señor,
allanad sus senderos; y todos verán la salvación del Señor.
Aleluya.

Lectura del santo Evangelio según San Marcos     1, 1‑8
Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.
Está escrito en el Profeta Isaías: Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino.
Una voz grita en el desierto: Preparadle el camino al Señor, allanad sus senderos.
Juan bautizaba en el desierto: predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán.
Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba:
—Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias.
Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.
Palabra del Señor

 REFLEXIÓN

¿ES POSIBLE LA ESPERANZA?

        En una conversación con un amigo, intentando buscar datos a los que poder echar mano para fundamentar una esperanza, por más que dábamos vueltas, siempre veníamos a parar a lo mismo. Al final concluíamos: “estamos equivocados, pensamos que había un pequeño oasis, pero no es más que una alucinación, estamos en pleno desierto.
            La verdad es que es triste decir esto, pero es más triste cuando miras la realidad, y te encuentras  que no sabes dónde puedes hallar uno de esos “brotes verdes” que nos han venido hablando en los discursos políticos; y tienes que concluir que no te puedes fiar de la casta política que ha caído en lo más hondo del pozo de la podredumbre y han dado lugar a que suba a la superficie lo peor del ser humano y, por otro lado, se ha anestesiado a la sociedad para que no vea los gestos buenos que existen y hasta los malinterprete cuando los constata. Esto es sencillamente la destrucción de la esperanza, con lo que resulta, que el momento actual parece no tener otro destino que la muerte, pues da la sensación de que no puede cambiarse nada, a no ser que pienses a largo plazo y estableciendo unas condiciones de un cambio radical de forma de pensar y de vivir, cosa que parece imposible.  
            En un mundo como el que vivimos surge entonces la pregunta: ¿Se puede tener esperanza? Para alguien que no ve más allá de un palmo de la nariz podríamos decir que es imposible, pues se ha perdido la confianza en la capacidad del ser humano a quien se le ha desprovisto del horizonte y todo se ha reducido al dinero y al `pragmatismo.
            Para un cristiano, las cosas cambian, pues la “Esperanza Cristiana” no es un optimismo ingenuo del que piensa que va a levantarse y encontrarse que Dios le ha arreglado los problemas y que ya todo va a ser diferente. La esperanza cristiana se fundamenta en la Palabra de Dios Padre que estamos seguros que no abandona a sus hijos y se implica en la lucha de aquellos que, como un pequeño trozo de levadura o una pequeña semilla, apuestan por Reino de Dios y, contra viento y marea, optan por llevarlo adelante, y están seguros que eso es imparable, porque tiene la fuerza de Dios capaz de transformar el mundo.
            En un mundo como el que vivimos, en el que todo nos dice que no hay otro camino, el hombre de fe y de esperanza, se atreve a hacer frente a la tormenta desde su pobreza, sin importarle la burla y el desprecio de los insolentes, pues su confianza no está puesta en los proyectos del mundo, sino en la fuerza de Dios que sostiene el AMOR y la práctica de la JUSTICIA  y la VERDAD.
            Mantenerse así, es duro, pero esa es la forma de “preparar el camino al Señor”: no entrando por senderos que no llevan a ninguna parte. Esto tiene la garantía del triunfo.
            La llamada que nos hace el Señor en este domingo segundo es un reto fuerte a que no nos resignemos a realizar unos ritos y a volvernos a nuestra casa quejándonos de lo mal que está esto, hemos de realizar gestos de ESPERANZA, sembrar semillas de futuro, iniciar procesos de transformación.

DOMINGO -I- DE ADVIENTO -B-


PRIMERA LECTURA
Lectura del Profeta Isaías     63, 16b‑17; 64, 1. 3b‑8.

     Tú, Señor, eres nuestro padre, tu nombre de siempre es *nuestro redentor+.
Señor, )por qué nos extravías de tus caminos y endureces nuestro corazón para que no te tema?
     Vuélvete por amor a tus siervos y a las tribus de tu heredad.
(Ojalá rasgases el cielo y bajases, derritiendo los montes con tu presencia!
Bajaste y los montes se derritieron con tu presencia. Jamás oído oyó ni ojo vio un Dios, fuera de ti, que hiciera tanto por el que espera en él.
     Sales al encuentro del que practica la justicia y se acuerda de tus caminos.
Estabas airado y nosotros fracasamos: aparta nuestras culpas y seremos salvos.
     Todos éramos impuros, nuestra justicia era un paño manchado; todos nos marchitábamos como follaje, nuestras culpas nos arrebataban como el viento.
Nadie invocaba tu nombre ni se esforzaba por aferrarse a ti; pues nos ocultabas tu rostro y nos entregabas al poder de nuestra culpa. Y, sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú el alfarero: somos todos obra de tu mano.
     No te excedas en la ira, Señor, no recuerdes siempre nuestra culpa: mira que somos tu pueblo.
Palabra de Dios


REFLEXIÓN

“LA AUSENCIA DE DIOS”  

            El texto que nos presenta la liturgia nos ubica en el momento en que el pueblo de Israel ha vuelto y se encuentra su pueblo destruido y su templo profanado; es algo que supera todas sus previsiones; lo primero que le sale es la pregunta ¿ cómo Yahvé ha permitido que ocurra esto y no ha puesto  remedio? Pero no se atreve a formularla porque inmediatamente se da cuenta que lo que tienen ante sus ojos no es más que el resultado de lo que ellos han hecho y han permitido.
            En ese momento de angustia y dolor el profeta que el profeta desea ver la luz en esa pesadilla que está viviendo el pueblo: “¡Ojala rasgaras el cielo y bajases!”
            El pueblo  reconoce su pecado  como la causa de todo el mal que pero al mismo tiempo se dan cuenta que no son capaces de librarse de las cadenas a las que se han amarrado, entonces el pueblo vuelve su cara a Dios invocándolo como “Nuestro Padre”
            El pueblo siente que esa fue la razón (el ser Padre) por la que se decidió a sacarlo de Egipto, pues un padre no puede tolerar ver a su hijo en esta situación; sintiendo esto, ahora se atreve a levantar su cabeza y le pide que no mire las estupideces del pueblo, sino que siga haciendo lo que siempre ha hecho: ser PADRE
            Isaías se detiene a contemplar la historia de amor que Dios ha venido manteniendo con su pueblo y la infidelidad de éste como respuesta.
            Ahora siente la necesidad de reconocer todo lo que el Señor ha hecho y darle gracias para presentar la respuesta desagradecida del pueblo y lo hace con una especie de preguntas retóricas con las que expresa también la situación del pueblo: “Dónde estás? ¿Por qué nos tratas así? De esta manera puede decirle: “¡Míranos, vuelve tu rostro a nosotros”!
            Y el profeta se pregunta y se queja: “¿Es que tus entrañas se han cerrado para mí?” Y le insiste a Dios que no lo haga, pues sabe que sin Él están perdidos
            Esta pregunta-queja no es más que el duro ejercicio de la fe y no una objeción contra la fe: es la pregunta que constantemente se está haciendo la comunidad y que seguimos haciéndonosla hoy,  porque no alcanzamos a comprender cómo se puede conjugar la realidad que se experimenta en la historia y la acción salvadora de Dios Padre que está vivo y camina a nuestro lado.
            Pero Dios no se resiste cuando el hombre es capaz de volver su vista y llamarle Padre, lo peor que puede ocurrir es cuando el hombre llega a sentir que Dios no le interesa, es algo sin sentido de lo que no se necesita y por tanto pasa absolutamente de Él; ese momento el hombre está completamente perdido.

 Salmo responsorial     Sal 79, 2ac y 3b. 15‑16. 18‑19

V/. Señor, Dios nuestro, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
R/. Señor, Dios nuestro, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
V/. Pastor de Israel, escucha,
tú que te sientas sobre querubines, resplandece.
Despierta tu poder y ven a salvarnos.
R/. Señor, Dios nuestro, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve
V/. Dios de los ejércitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña,
la cepa que tu diestra plantó
 y que tú hiciste vigorosa.
R/. Señor, Dios nuestro, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
V/. Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti; danos vida,
para que invoquemos tu nombre.
R/. Señor, Dios nuestro, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.


Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios     1, 3‑9

Hermanos:
La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con vosotros.
En mi Acción de Gracias a Dios os tengo siempre presentes, por la gracia que Dios os ha dado en Cristo Jesús.
Pues por él habéis sido enriquecidos en todo: en el hablar y en el saber; porque en vosotros se ha probado el testimonio de Cristo.
De hecho, no carecéis de ningún don, vosotros que aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.
Él os mantendrá firmes hasta el final, para que no tengan de qué acusaros en el tribunal de Jesucristo Señor Nuestro.
Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo Señor Nuestro. (Y El es fiel!
Palabra de Dios


REFLEXIÓN


“LA CARCOMA DE LA IGLESIA 

            Una comunidad funciona extraordinariamente bien mientras el espíritu de fraternidad se mantiene como norma y se van acentuando los aspectos positivos con lo que cada uno hace lo que sabe y lo que puede en beneficio de los demás sin más interés que el bien de sus hermanos.
            El momento en que entra el deseo del protagonismo deja de ser Jesucristo el referente y cada uno se erige en poseedor de la verdad y comienza a predicarse a si mismo; en ese mismo instante ocurre como una dinamitación del mensaje del evangelio y lo primero que se rompe es la unidad.
            Algo así ocurrió en la comunidad de Corinto en donde entraron un grupo de  
 “maestros predicadores espirituales” empezaron a poner en tela de juicio y a minar el mensaje evangélico que Pablo les había predicado, cuestionando la autoridad de Pablo al decir que él no es apóstol, pues no ha estado con Jesús ni ha recibido de él su mandato de predicar, por lo que lo consideran un intruso; ellos, sintiéndose superiores a  Pablo, comienzan a confundir el evangelio con una doctrina filosófica y comienzan a dar sus interpretaciones sobre el matrimonio, la sexualidad, la libertad cristiana, el respeto a los demás, el culto, la Eucaristía, los dones del Espíritu Santo etc. Y crearon la confusión  y la división dentro de la comunidad que terminó por el resurgimiento de varios grupos y cada uno reconoce como su guía a un personaje distinto: unos dicen que siguen a Pablo, otros que a Apolo, otros que a Pedro… como si cada uno fuera quien ha muerto por la salvación de todos. Pablo se levanta, asume la autoridad con que ha sido revestido y corta radicalmente esta situación: en la iglesia no hay más que un GUÍA, un único MAESTRO, una única FUENTE DE SALVACIÓN y una única SABIDURÍA: JESUCRISTO MUERTO Y RESUCITADO y todos los demás no son más que servidores y administradores de los misterios de Dios.
            Frente a los falsos “maestros” deja bien claro algo que no se puede olvidar: Quien pretenda hacer de la vida cristiana una existencia separada de la cruz, de la angustia y del sufrimiento, no ha entendido absolutamente nada de Jesucristo.
       Es urgente que en estos tiempos que vivimos volvamos a leer despacio estos textos, pues Pablo dejó bien claro que lo que decía era para toda la iglesia y mientras sigamos sintiéndonos los protagonistas y predicándonos a nosotros mismos, estaremos convirtiéndonos en un espectáculo ridículo ante el mundo

Aleluya, aleluya.
Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.
Aleluya.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según San Marcos     13, 33‑37.

            En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
CMirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento.
Es igual que un hombre que se fue de viaje, y dejó su casa y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara.
Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer: no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos.
            Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: (velad!
Palabra del Señor


REFLEXIÓN

 “VIVIR LA TENSIÓN DEL REINO  
            Hoy inauguramos un nuevo año litúrgico: nos recuerda  una nueva etapa en la historia de la salvación y en nuestra historia personal: ADVIENTO es “tiempo de espera”. En el antiguo pueblo de Israel se vino esperando la venida del Mesías que trajera la salvación y la liberación de toda la opresión que sufría el pueblo.
            En el Nuevo Pueblo, la esperanza de la venida del Mesías ya se ha cumplido: Cristo ha venido, nos ha traído su reino y nos ha invitado a implantarlo: establecer el AMOR como norma de nuestra relación, la VERDAD como principio básico de nuestra actuación, la JUSTICIA como fundamento de toda nuestra estructura social y la PAZ como el resultado de la puesta en marcha de estos grandes valores. Hacia el establecimiento total de este reino va caminando todo.
            Pero mientras tanto, en este mundo nos debatimos porque nuestras estructuras se vayan iluminando con la luz de estos valores y todos seguimos esperando y anhelando que cada día vaya viéndose algo de esto que Cristo nos trajo.
El reino de Dios no es algo que se va a imponer por la fuerza, que se va a hacer sin que nosotros lo queramos, no, es algo que ha de ir madurando en nuestro corazón y se ha de imponer como necesidad vital sin la cual no podemos vivir.
            Para poder realizar esto, se necesita una tensión de espera (esperanza) como el que espera habitar una casa en la que pone toda su ilusión, su capital y su esfuerzo y sueña con tenerla terminada para habitarla, pero para eso, cada día se levanta dispuesto a poner unos ladrillos.
            El testo de S. Marcos que nos trae  la liturgia insiste de forma casi machacona en esa actitud de alerta: no nos podemos quedar con los brazos cruzados mientras llegan las cosas, no podemos dejar que nos coja desprevenidos: “Velad… no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos”. Pero si es malo que nos caja dormidos, es mucho peor que nos coja metidos en el fango y en otras cosas completamente distintas y en otra dirección.
            Estas actitudes de improvisación, de apatía y despreocupación son las que están llamadas al fracaso y a la destrucción. El mundo de todo el que vive así, está llamado al fracaso y a la destrucción, lo estamos viendo además a cada momento.
            Por eso Cristo insiste en la vigilancia: estamos llamados a ser grandes, a ser semilla que muere para dar después frutos del 100 %. La esperanza del que se duerme ¿En qué puede apoyarse? Su fin es el fracaso.
            Si abrimos los ojos podemos observar el espectáculo que tenemos montado y que abiertamente nos dice que está llamado al fracaso total: hemos retirado la JUSTICIA y se está cambiando por corrupción, enchufismo y oportunismo. Se ha deteriorado la VERDAD y la mentira, el engaño, la traición, la imagen falsa… es lo que predomina, hasta el punto que nadie puede fiarse de nadie y, cuando lo haces, o te arriesgas a fiarte, sales “desplumado”. El AMOR se ha cambiado por el placer, por el egoísmo, por el “bienestar”…
            Este mundo que salió de las manos de Dios “bien hecho”, lo estamos convirtiendo en una antesala del infierno, hasta el punto que estamos sintiendo que esto está mal, que cada día la cuneta de la vida se va llenando de más gente que no se siente solidaria, sino que, hasta dentro de la misma cuneta es agresiva y se mata… Hemos montado un mundo basado en el DINERO como el gran dios al que hay que dar culto y el  culto que éste exige es la muerte, que empieza por matar la esperanza y los valores y termina invadiendo el corazón y sacando la miseria del hombre que lo convierte en el animal más peligroso del planeta.
            Alguien me dijo que soy un catastrofista al hacer este tipo de análisis, puede ser, pero ya me gustaría ver la luz por otro sitio, en el que se puedan vislumbrar otras perspectivas esperanzadoras mientras nos seguimos manteniendo en estos parámetros, pero este dios que se ha escogido como horizonte, no tiene más perspectivas que la avaricia, la codicia y la muerte.
            El reino de Dios se impondrá por entero, cuando nosotros decidamos establecer como programa “político” la JUSTICIA, el AMOR, la VERDAD, el RESPETO a la dignidad de la persona y a la VIDA, La FRATERNIDAD y la PAZ.
            Para que todo esto empiece a funcionar, solo se exige de nosotros una cosa: querer abrir los ojos para verlo; querer escucharlo y, por supuesto, perder el miedo a seguirlo.