DOMINGO DE LA SAGRADA FAMILIA

 

El niño iba creciendo, lleno de sabiduría.

Del evangelio según san Lucas.
Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones».
Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
«Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel».
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre:
«Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción -y a ti misma una espada te traspasará el alma-, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones».
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años. De joven había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día. Presentándose en aquel momento, alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él. Palabra del Señor.
    Con la celebración de este domingo, la fiesta de la Sagrada Familia, descubrimos que la voluntad del Padre fue que Jesús al compartir nuestra naturaleza excepto en el pecado, naciera en una familia, la de José y María. De esta forma el mismo Dios dignifica a toda familia, como comunión de amor.
    Hoy la Sagrada Familia cumple con la ley judaica por la que todo varón primogénito es consagrado al Señor y así lo hacen. En este momento es manifestado al anciano Simeón como cumplimiento de las promesas hechas a Israel, Dios se manifiesta en los acontecimientos diarios y a todos los que le esperan, en la sencillez y humildad del momento.
    Hoy se nos invita a ser luz ante todos los que le esperan, a ser consuelo en todos los que le buscan y sobre todo a acogerlo en cada momento pues desde ahí nos convertiremos en testigos y testimonio de la grandeza e Dios hecho hombre para nuestra salvación.
     Descubramos en  nuestra familia su presencia y demos gracias por todo lo que recibimos en ella para gloria y alabanza suya.

IV DOMINGO DE ADVIENTO. CICLO B

 

Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo.
Lectura del evangelio según san Lucas.
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel:
«¿Cómo será eso, pues no conozco varón?».
El ángel le contestó:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, "porque para Dios nada hay imposible"».
María contestó:
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y el ángel se retiró. Palabra del Señor.
    Con este domingo concluimos ya el tiempo de Adviento para comenzar el tiempo de Navidad, tiempo de encuentro  y presencia de la Palabra encarnada en nosotros.
       Hoy contemplamos la figura por excelencia del Adviento, María, ella mejor que nadie espero la venida de su Hijo como tal, y como cumplimiento de las promesas davídicas al pueblo de Israel.
       El rey David quiere construir un templo a Dios, puesto que él vive en una casa de cedro, y Dios le promete que Él mismo le va a hacer una casa, una dinastía que no tendrá fin. En este evangelio podemos ver que en Jesucristo es esta esa dinastía, cuyo reino no tiene fin. Hoy más que nunca podemos adentrarnos en esta dinastía por medio de aquel que va a nacer, tener los mismos sentimientos que María. Esperar su venida y hacer que nazca en nuestros corazones, desde ahí el Señor también llevará a cabo sus promesas en nosotros.
     Ojala podamos hacer que nuestra vida sea el lugar del encuentro con Cristo por medio del Espíritu y así poder también cantar el cántico de María y proclamar el Sí para que Dios haga en nosotros obras grandes.



III DOMINGO DE ADVIENTO. CICLO

 

 En medio de vosotros hay uno que no conocéis.
Del evangelio según san Juan.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan:
este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.
Y este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a que le preguntaran:
«¿Tú quién eres?».
Él confesó y no negó; confesó:
«Yo no soy el Mesías».
Le preguntaron:
«¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?».
Él dijo:
«No lo soy».
«¿Eres tú el Profeta?».
Respondió:
«No».
Y le dijeron:
«¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?».
Él contestó:
«Yo soy la voz que grita en el desierto: “Allanad el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías».
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron:
«Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?».
Juan les respondió:
«Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia».
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan estaba bautizando. Palabra del Señor.
    Nos disponemos a celebrar el III domingo del tiempo de Adviento llamado Domingo de Gaudete, domingo de gozo. Falta muy poco para que Jesús nazca no solo en Belén sino también en nuestros corazones.
    Hoy las lecturas nos hablan del gozo de sentirnos amados por Dios, porque nos ha puesto un traje de salvación y de justicia, porque nos ha hecho instrumentos del Señor para preparar sus caminos. Es verdad que si miramos a nuestro alrededor podemos ver que casi todo es destrucción y desesperanza, pero el apóstol Pablo también nos invita en este domingo a estar alegres en el Señor y a que no apaguemos en nosotros en Espíritu de Dios, sino que estemos atentos a su llegada. En esto nos puede pasar como a los contemporáneos de Cristo que no lo reconocieron en sus vidas. Esa era la pregunta que le hicieron a Juan el Bautista, ¿dinos quién eres para dar respuesta a los demás?. 
    Hoy nos podemos hacer esta misma pregunta, quién es Jesús para nosotros y así dar respuesta a los demás. Solamente desde la sencillez y la humildad como María podemos dar respuesta. Solo siendo testigos de la luz podremos iluminar, solo allanando el camino de la vida podremos caminar y solo abriendo nuestro corazón a Dios podremos acogerlo en la persona de Cristo.
    Caminemos por lo tanto, gozosos al encuentro de Cristo que viene y seamos una vez más instrumentos de la luz y del amor de Dios.
    

II DOMINGO DE ADVIENTO. CICLO B

 

Enderezad los senderos del Señor

Del Evangelio según san Marcos.
Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.
Como está escrito en el profeta Isaías:
«Yo envío a mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino; voz del que grita en el desierto: “Preparad el camino del Señor, enderezad sus senderos”»;
se presentó Juan en el desierto bautizando y predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. Acudía a él toda la región de Judea y toda la gente de Jerusalén. Él los bautizaba en el río Jordán y confesaban sus pecados.
Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba:
«Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo y no merezco agacharme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo». Palabra del Señor.
    Seguimos adentrándonos en este tiempo de Adviento, el viernes celebrábamos la solemnidad de la Inmaculada, la Madre de Jesús que nos impulso a vivir este tiempo de preparación a la venida de su Hijo. Hoy es Juan Bautista, el profeta que grita este camino de preparación en medio del desierto.
    El Espíritu Santo el día de nuestro Bautismo, nos impulso a preparar el camino al Señor, como algo primordial para el cristiano. Esta preparación tiene dos aspectos, el de conversión para unirnos a Él y el de testimonio para hacerlo presente.
    Toda nuestra vida como nos dice hoy el profeta y dirá después Cristo al comienzo de la predicación del Reino es un camino de conversión, desde nuestro interior, una vuelta a Él, y a su vez un camino testimonial como dice el profeta, no somos nosotros los que nos anunciamos sino a Aquel que viene con Espíritu Santo y fuego.
    No es un camino llamativo y apetecible a la luz de la sociedad,  pero a la luz del Espíritu sí es atrayente y gozoso, es sentirnos instrumentos de la preparación de la venida de Cristo en el día a día, en nuestras vidas. 
    Hemos de llenarnos de humildad y sencillez al igual que el profeta para que seamos signos de contradicción no por nosotros mismos, sino por nuestro testimonio y obras, "preparad el camino al Señor, allanad sus senderos". Seamos profetas de nuestro tiempo y dejemos que Él venga a nuestra vida.

SOLEMNIDAD INMACULADA CONCEPCION

 

 Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.

Del evangelio según san Lucas.
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel:
«¿Cómo será eso, pues no conozco varón?».
El ángel le contestó:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, "porque para Dios nada hay imposible"».
María contestó:
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y el ángel se retiró. Palabra del Señor.
    Acabamos de comenzar el Adviento y en este contexto litúrgico celebramos una de las solemnidades mas entrañables de la Iglesia, la Inmaculada Concepción de María.
    Hoy contemplamos la figura de María como la mujer del Adviento, aquella que verdaderamente espero a Jesucristo. Hoy se nos acerca a nuestra vida para mostrarnos el camino de la esperanza, la confianza y el Fiat que cada uno de nosotros hemos de hacer día a día.
    María es concebida desde su Concepción sin pecado original por los méritos de la pasión de su Hijo. Eso no significa que sea como Cristo, que no tenga pecado, sino que el mismo Hijo redimió a su Madre antes del tiempo, eso sí sin perder la libertad. Por eso, en el evangelio de hoy podemos resaltar varias ideas: llena de Espíritu Santo, en Ella encontramos por la luz del Espíritu que es llena de todas las gracias; llena de humildad y sencillez, "he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu Palabra". Mujer obediente ante la escucha, una escucha que posibilita dar a luz al mensaje recibido, "darás a luz un Hijo y le pondrás por nombre Jesús". Mujer contemplativa, no solo desde su interior lleva el Misterio encarnado en su vientre sino que lo contemplara después durante toda su vida, "guardaba todas estas cosas meditándolas en su corazón".
    En Ella aprendemos que también en nosotros Dios puede hacer obras grandes, si nos dejamos guiar por el Espíritu, si sabemos escuchar su Palabra y sobre todo, si abrimos nuestro corazón a la voluntad del Padre. Que Ella abogue por todos nosotros para que seamos capaces de llevar y hacer realidad el plan salvífico de Dios en nuestras vidas y así podamos decir como Ella, "hágase en mí según tu Palabra"

I DOMINGO DE ADVIENTO, CICLO B


 

Velad, pues no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa
Del evangelio según san Marcos.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Estad atentos, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento.
Es igual que un hombre que se fue de viaje, y dejó su casa y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara.
Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer: no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos.
Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: ¡Velad!». Palabra del Señor.

    Con la celebración de este primer domingo de Adviento, comenzamos un nuevo tiempo litúrgico. Esto no significa que la vida del cristiano es algo cíclico pues descubrimos que nos encaminamos hacia a Aquel, que viene, que vino y vendrá. Jesucristo encarnado en nuestra naturaleza humana.
    Hoy el evangelio nos habla de una palabra importante, Velad, aquel que vela está atento a todo lo que sucede, esto significa que tenemos que estar atentos y despiertos en todo momento.
    El don de la fe que se nos otorgo en día de nuestro Bautismo,  tenemos que acrecentarla hasta el día de la venida de Cristo, para ello tenemos que alimentarla con la obras y el testimonio, no podemos estar adormilados, estar en vela es vivir la esperanza y confianza en Jesucristo, pues no sabemos cuando vendrá.
    Se nos invita a estar alerta, a saber discernir los signos de los tiempos, a caminar y preparar su camino entre nosotros, a ser luz en medio de la oscuridad, todo ello nos acercará al gran día de Jesucristo. Vivamos con apertura de corazón a este gran Misterio que vamos a celebrar, la Navidad del Señor.
    




SOLEMNIDAD DE CRISTO REY. CICLO A

 

Se sentará en el trono de su gloria y separará a unos de otros.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones.
Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras.
Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha:
“Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.
Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme”.
Entonces los justos le contestarán:
“Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?”.
Y el rey les dirá:
“En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”.
Entonces dirá a los de su izquierda:
“Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis”.
Entonces también estos contestarán:
“Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?”.
Él les replicará:
“En verdad os digo: lo que no hicisteis con uno de estos, los más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo”.
Y estos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna». 
Palabra del Señor.
    Con la celebración de este domingo, solemnidad de Cristo Rey concluimos el tiempo ordinario y nos disponemos a comenzar el Adviento, a la espera de la venida de Cristo según la carne.
    Hoy Jesucristo se nos presenta como el culmen de toda la historia de la Salvación, como rey del universo, donde todo se centra en Él y para Él. El pasaje evangélico de hoy podemos ver que es el juicio final, donde Cristo dará a cada uno según sus obras. Lo que es cierto que no podemos dividir entre buenos y malos, sino según la conducta de cada uno hacia el prójimo, "cuando lo hicisteis con uno de estos pequeños, conmigo lo hicisteis". 
    Por tanto hoy el Señor también nos dice que lo tenemos que descubrir en el otro, en los rostros que pasan cualquier necesidad, en el enfermo, hambriento, desnudo, etc. si cumplimos estas obras de misericordia es porque habremos encontrado a Cristo en medio de nuestro mundo.
    Seamos como la figura del pastor de la primera lectura que sale en busca de aquel que lo necesita, salgamos de nosotros mismos para encontrarnos con el Amado que nos lleva a verdes praderas y que nos invita a descansar en Él. 
    Que este Buen Pastor al final de nuestros días nos lleve a su encuentro para vivir lo que aquí celebramos desde la fe y así poder cantar eternamente las bienaventuranzas del Señor.

XXXII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO A

 

¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!

Del evangelio según san Mateo.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Se parecerá el reino de los cielos a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes.
Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó una voz:
"¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!".
Entonces se despertaron todas aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas.
Y las necias dijeron a las prudentes:
"Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas".
Pero las prudentes contestaron:
"Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis".
Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.
Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo: "Señor, señor, ábrenos".
Pero él respondió:
"En verdad os digo que no os conozco".
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora». Palabra del Señor.
    Nos estamos acercando al final del tiempo litúrgico y ya las lecturas de estos domingos nos van preparando a ello. Hoy nos encontramos con la parábola de las vírgenes prudentes en contraposición a las vírgenes necias.
    Una cosa es segura que el Señor vendrá y que nosotros no conocemos ni el día ni la hora por eso nos apremia el Evangelio a estar preparados.
    Esta parábola es muy conocida por todos pero aún así debemos de sacar unas pinceladas para nuestra vida a la espera del Señor.
    La primera idea de este domingo podemos encontrarla en la esperanza, "el esposo tardaba" nos dice el evangelio, pero llega. Nos invita a descubrir la esperanza en Él, a no dejarnos vencer por el sueño o por todo aquello que nos separe de esa esperanza. 
    Nuestro mundo actual está acostumbrado al aqui y ahora, al momento, la fe en Dios necesita de la esperanza para poder ir caminando al encuentro del Señor puesto que no sabemos cuando va a suceder. 
    A partir de aquí también se nos descubre como es la luz que ilumina nuestras oscuridades, para poder ir iluminando también las oscuridades de los demás. Y por último, se nos invita a reconocer al esposo-Cristo en medio de nuestro mundo, si así lo hacemos Él nos reconocerá como algo propio y podremos entrar al banquete de bodas.
    






XXXI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO A

Ellos dicen, pero no hacen.
Del Evangelio según san Mateo.
En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a los discípulos, diciendo:
«En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid todo lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos dicen, pero no hacen.
Lían fardos pesados y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar.
Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y agrandan las orlas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias en las plazas y que la gente los llame "rabbí".
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar "rabbí", porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos.
Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo.
No os dejéis llamar maestros, porque uno solo es vuestro maestro, el Mesías.
El primero entre vosotros será vuestro servidor.
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido». Palabra del Señor.
    Con el evangelio de este domingo, podemos pensar que Jesús da la vuelta entera a la ley de Moisés, a los diez mandamientos. Ya hemos escuchado que El no ha venido a abolir la ley sino ha darle plenitud.
    Él mismo recrimina las acciones de los fariseos, los cuales no cumplen con lo que dicen, pero si dicen lo ha hay que hacer para que los demás lo lleven a cabo. Les recrimina la falta de coherencia en la vida y su falta de valor en la palabra.
     A partir de estas afirmaciones, nos muestra que el único maestro que tenemos es Dios mismo en Jesucristo el cual, sus palabras  y obras lo acreditan puesto que habla con autoridad como nos dice el Evangelio. Y nos invita a que toda nuestra vida sea una vida de servicio  y de entrega como él lo hizo.
    Si miramos a nuestro alrededor, a nuestro mundo podemos descubrir que nos falta mucha entrega y servicio, y eso nos lleva a vivir de una forma más egoísta, llena de intereses que no conducen a nada. Nosotros estamos llamados a ser luz y esperanza desde la luz del Espíritu y la esperanza que nos trae Jesucristo el Señor y Maestro de todos.
    Que el sea el motor que nos lleve a dar sentido a nuestra vida para que así podamos ser instrumentos de su amor, con la palabra y nuestras acciones.

 

XXX Domingo Tiempo Ordinario. Ciclo A

 

 Amarás al Señor tu Dios, y a tu prójimo como a ti mismo.

Del evangelio según san Mateo.
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en un lugar y uno de ellos, un doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba:
«Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la ley?».
Él le dijo:
«"Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente".
Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él:
"Amarás a tu prójimo como a ti mismo".
En estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y los Profetas». Palabra del Señor-
    En este domingo nuevamente nos encontramos que ponen a prueba a Jesús, toda la vida del Maestro es una prueba. El domingo pasado la prueba fue contra el poder romano, "pagar al Cesar o no", como no pudieron con él los saduceos, hoy los fariseos, vuelven a confabular en el ámbito religioso, "cuál es el mandamiento principal de la Ley".
    La respuesta que da Jesús es el amor, una respuesta razonada, como buen judío, si Dios es amor y nos ama sin limites, la respuesta ante Dios es devolverle el amor, pero da un paso más "y al prójimo como a ti mismo". Esta respuesta no es extraña para nosotros puesto lo que aprendemos en los mandamientos, ¿pero tenemos experiencia de ello?, ¿somos conscientes que Dios nos ama en Jesucristo y que a su vez nosotros manifestamos este amor en los demás?.
    Este fue el pecado de los fariseos, no acoger el amor de Dios en sus vidas, "misericordia quiero y no sacrificios" le diría en más de una ocasión el Maestro. Al no abrir sus corazones a Dios no eran capaces de transmitir ese amor al prójimo. En muchas ocasiones Jesús le recrimina esto.
    Hoy al igual que entonces Jesús nos dice lo mismo, ¿sois capaces de recibir el amor de Dios en nuestras vidas? ¿Veis en el prójimo el rostro misericordioso del Padre?. Gran camino el que nos ofrece Jesús este domingo para recorrerlo junto a Él y dar respuesta a estos interrogantes. No tengamos miedo en recibir este Amor divino y manifestarlo en medio del mundo tan necesitado de Amor.

XXIX TIEMPO ORDINARIO. CICLO A

 

Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.
Del evangelio según san Mateo.
En aquel tiempo, se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron algunos discípulos suyos, con unos herodianos, y le dijeron:
«Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad, sin que te importe nadie, porque no te fijas en apariencias. Dinos, pues, qué opinas: ¿es lícito pagar impuesto al César o no?».
Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús:
«Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto».
Le presentaron un denario. Él les preguntó:
«¿De quién son esta imagen y esta inscripción?».
Le respondieron:
«Del César».
Entonces les replicó:
«Pues dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios». Palabra del Señor.
    Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Podemos decir que esta afirmación es el resumen y la clave de este Evangelio. Dad a cada uno lo que le corresponde, la justicia.
     "¿Es lícito pagar impuesto al César o no?" ¿De dónde viene y el porqué de la pregunta? Viene de los poderes de aquella época y el objetivo es ponerlo a prueba. Los sumos sacerdotes, escribas y fariseos habían entendido las parábolas anteriores, que se referían a ellos, por lo que buscaban acabar con Él.
    Ahora bien, también nosotros podemos hacer lo mismo. ¿Cuántas veces le hemos preguntado a lo largo de nuestra vida a Dios para ponerlo a prueba? Y quizás también la respuesta haya sido la misma.
    En cuanto dad al César... lo podemos tener claro, dad a la sociedad aquello que es necesario para el buen funcionamiento de la misma, desde que el hombre es hombre siempre ha sido así de una u otra manera. En lo referente a Dios ¿qué podríamos decir? ¿lo mismo?, seguro que no, pues depende de la experiencia y referencia que tengamos nosotros respecto a Dios.
    El sentido de la vida, la familia, la religiosidad, la gratuidad, todo aquello que emana de Dios, lo veremos de una forma distinta según, como digo, la experiencia de cada uno. Dios no es subjetivo sino objetivo, desde ahí si que podemos dar una respuesta global, experimentar que todo lo que tenemos y somos viene de Él y por lo tanto todo le pertenece a Él como nos dice el apóstol Juan.
    Descubramos a Dios en nuestra vida y seamos generosos a su llamada e invitación, como lo hemos visto en domingos anteriores para darle a Dios lo que le corresponde que no es ni más ni menos que todo nuestro ser.

XXVIII TIEMPO ORDINARIO. CICLO A

 

Del evangelio según san Mateo.

En aquel tiempo, Jesús volvió a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo:
«El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo; mandó a sus criados para que llamaran a los convidados, pero no quisieron ir. Volvió a mandar otros criados encargándoles que dijeran a los convidados:
"Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas y todo está a punto. Venid a la boda".
Pero ellos no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios, los demás agarraron a los criados y los maltrataron y los mataron.
El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad.
Luego dijo a sus criados:
"La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos y a todos los que encontréis, llamadlos a la boda".
Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Palabra del Señor.

    Nuevamente nos encontramos a Jesús hablando  en parábolas, hoy nos invita a una boda. Y no nos extraña esta actitud suya, pues en domingos anteriores también lo ha posibilitado. La invitación de hoy es una boda, quiere hacer alianza con su pueblo.

    De nuevo, nos encontramos que los dirigentes del judaísmo rechazan la invitación al banquete de bodas. Jesucristo, hacedor de la nueva alianza, también se dirige a ellos obteniendo la misma respuesta, por eso sale a los caminos e invita a todos. Esa invitación llega a todos nosotros, es universal en el tiempo y en el espacio.

    Para los judíos celebrar un banquete de bodas es hacer fiesta, el Maestro quiere hacer fiesta con nosotros pues Él es el novio y nosotros los invitados que formamos el cuerpo de su esposa que es la Iglesia, ahora bien, también podemos caer en el mismo error, no aceptar la invitación. Si es así, ¿cuál es la excusa? Dejemos que nos toque el corazón, aun cuando estemos al borde del camino; en nuestra propia situación, quiere hacer fiesta y alianza, seamos generosos y aceptemos. 

     

    

    


XVI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CILCO A

 

Se arrepintió y fue. Los publicanos y las prostitutas van por delante de vosotros en el reino de Dios.
Del evangelio según san Mateo.
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
«¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: "Hijo, ve hoy a trabajar en la viña". Él le contestó: "No quiero". Pero después se arrepintió y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: "Voy, señor". Pero no fue.
¿Quién de los dos cumplió la voluntad de su padre?»
Contestaron:
«El primero».
Jesús les dijo:
«En verdad os digo que los publicanos y las prostitutas van por delante de vosotros en el reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no os arrepentisteis ni le creísteis». Palabra del Señor.
    El evangelio de este domingo nos habla de la vida misma, de nuestra vida y nuestro actuar. Parece que se pone de manifiesto algo tan deseado y necesario para el hombre como es la libertad, o  más bien del momento de elegir cualquier cosa, que a lo largo de todo el día estamos siempre llevando a cabo.
    Hoy Jesús con el termino de "hijos" quiere que nos planteemos qué tipo de hijo soy yo ante Dios. No es cuestión de bueno o malo,  quiere que descubramos qué opción tenemos ante Dios, mediante las palabras y los hechos. Esa es la lucha continua de Jesús con sus contemporáneos y también con nosotros mismos. "Si no creéis en mí, al menos creed a las obras".
    Nos encontramos con dos hijos, uno que dice pronto "sí voy" y al final no cumple su palabra, el otro que no accede la petición del padre y al final obedece y va. La explicación la podemos tener muy clara, los sumos sacerdotes, fariseos y ancianos que están continuamente en el Templo pero a su vez están muy lejos de Dios, como dice Jesús en varias ocasiones, los otros hijos que creen que están muy lejos de Dios según los anteriores para Jesús están tan cerca de Él que acogen su Palabra y lo siguen.
    Hoy se nos invita a descubrir desde nuestro interior que tipo de hijos somos, podemos pensar que con ser cristianos es suficiente, rezo, voy a misa, lo normal como diríamos, pero nuestro corazón puede estar muy lejos de Dios o al contrario cuantos alejados podemos pensar que hay, pero su interior está justo ante Dios y lo hacen presente en su vida.
    Lo importante tanto para el uno como para el otro no es posicionarnos ante Dios, sino más bien dejar que el mismo Dios haga de nosotros hombres nuevos siendo capaces de hacerlo presente en medio de nuestro mundo. Que nuestro sí sea un sí como el de María ahora que comenzamos el mes de Octubre, y como tantos hermanos nuestros que con su sí manifestaron con su vida el amor de Dios, tanto con sus palabras como son su obras.
    Dejemos que Él venga a nosotros para que nosotros con la fuerza de su Espíritu vayamos hacia Él y así sea el mismoTodo para todos.

XXIV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO A

 

No te digo que perdones hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Del evangelio según san Mateo.
En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó:
«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?».
Jesús le contesta:
«No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así.
El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo:
"Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo".
Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba diciendo:
"Págame lo que me debes".
El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo:
"Ten paciencia conmigo y te lo pagaré".
Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo:
"¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?".
Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.
Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano». Palabra del Señor
    El domingo pasado Jesús nos salía al encuentro con la corrección fraterna, terminando con la oración y la unión de los hermanos para hacerle presente en medio de nuestro mundo.
    Hoy partimos con la pregunta que le hace Pedro a Jesús y qué para nosotros es algo importante o al menos inquietante. ¿Cuántas veces tengo que perdonar, hasta siete veces?. con esta pregunta ya descubrimos que Pedro tiene largueza, va cambiando la tesis del  "ojo por ojo o diente por diente", es decir, va cambiando la actitud de la idea vengativa.
    La respuesta de Jesús la podemos entender como mucho mas superior, hasta setenta veces siete, esto quiere decir que siempre. Cristo quiere que busquemos la perfección del perdón en nuestra propia paciencia y compasión con el otro, Él quiere que perdonemos siempre.
    La parábola de este evangelio es clara, quiero que me perdonen lo mucho o poco que haga, pero no soy capaz de perdonar al otro lo poco que tiene. Muchas veces tratamos a los demás con un rasero distinto al nuestro casi siempre más estrecho. Con el Padrenuestro oramos, "perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden", en esta petición ante Dios, ponemos de manifiesto nuestra actitud del perdón, que así estamos dispuestos a llevarlo a cabo, pero no ocurre así en muchas ocasiones.
    Pidamos a Dios que nos revista de la paciencia y compasión necesaria para que de esta forma podamos ejercerla con el prójimo y así vivir la alegría del perdón recibido y del perdón ofrecido a aquel que nos ofende.
    

XXIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO

 

 Si te hace caso, has salvado a tu hermano.
Del evangelio según san Mateo.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si tu hermano peca contra ti, repréndelo estando los dos a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano.
En verdad os digo que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en los cielos.
Os digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en los cielos. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos». Palabra del Señor.
    En este domingo, Jesús nos presenta el mal comportamiento y la corrección fraterna dentro de la comunidad cristiana, actitudes que van casi de la mano. Nos habla de una situación que no estamos ya acostumbrados a pensar, en el pecado, la ofensa que hacemos hacia el hermano y hacia Dios. Muy a menudo escuchamos que no tenemos pecado, por lo tanto creemos que todo lo hacemos bien, o nos justificamos para quitar de nosotros toda lacra que lleva consigo el mal.
    Pues el Maestro nos invita con este evangelio a que profundicemos en ello  y descubramos en nuestro interior las situaciones que nos llevan a experimentar el pecado.
    Como respuesta aparece en el texto evangélico la corrección fraterna, que la podemos entender como corregir aquello que esta torcido o viciado. Pero tenemos que considerar dos actitudes, la del que corrige y la del que es corregido, ambas están necesitadas de perdón y humildad: la una, para que a la luz del Espíritu pueda iluminar la corrección y no hacer daño a aquel que es corregido, ni hacerle sentirse humillado; la otra, la del que recibe la corrección, también debe de estar iluminada de humildad y acogida para aceptarla. Aquí tenemos que recordar las palabras de Jesús: ¿Cómo pretendes sacar la mota del ojo del tu hermano, teniendo una viga en el tuyo? El corregido puede rechazar la corrección por falta de humildad propia o del que corrige. Por ambas partes se necesita un grado de madurez humana no fácil de alcanzar.
    El camino que nos ofrece Jesús ante esas situaciones la encontramos en la última parte del Evangelio, la oración ante Dios y la responsabilidad mutua. Por lo tanto, el Maestro nos pide que estemos unidos a Él por la oración y sobre todo que seamos capaces de ser corresponsables los unos para con los otros desde la caridad y la cercanía, desde ahí podremos hacer presente a Jesucristo en medio de nuestro mundo.
 

XXII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO A

 

Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo.
Del evangelio según san Mateo
En aquel tiempo, comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo:
«¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte».
Jesús se volvió y dijo a Pedro:
«¡Ponte detrás de mí, Satanás! Eres para mí piedra de tropiezo, porque tú piensas como los hombres, no como Dios».
Entonces dijo a los discípulos:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga.
Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará.
¿Pues de qué le servirá a un hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? ¿O qué podrá dar para recobrarla?
Porque el Hijo del hombre vendrá, con la gloria de su Padre, entre sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta. Palabra del Señor.
    El domingo pasado el Maestro nos preguntó que ¿quién era para nosotros Él? y esto significa que la vida de todo cristiano en un responder a esta pregunta, en todo momento y en todas las situaciones. Pedro respondió bajo la luz del Espíritu que "Jesús es el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo".
    Este domingo podemos descubrir también la posición de Pedro ante el anuncio que le hace Jesús subiendo a Jerusalén, allí en Jersusalén Jesús será ejecutado en manos de los sumos sacerdotes, escribas y fariseos, ante este anuncio Pedro se opone a la decisión del Maestro, y este le reprende "apártate de mí Satanás que piensas como los hombres, no  como Dios".
    En estos relatos descubrimos el pensar de Dios y el pensar del hombre, cuantas veces nosotros también hemos dicho lo mismo: "Tú eres el Hijo de Dios", o  nos hemos opuesto al plan de Dios, cuando no hemos aceptado, en muchas ocasiones, dentro de nuestro interior lo que nos sucede. Esa es la realidad de todo discípulo de Cristo, por lo tanto de todo cristiano.
    Ante estas posiciones Jesús hoy nos invita a tomar la Cruz, la suya y la nuestra. En la suya aquel que acepta su seguimiento encontrara una cruz, sí, pero una cruz de perdón, misericordia, fortaleza, vida, todo aquello que Él mismo nos ofrece cada día, una cruz Gloriosa, estar crucificados con Cristo nos convierte en otros cristos en medio de nuestro mundo.
    O al contrario, si no aceptamos la cruz de Cristo estamos llamados a vivir nuestra propia cruz, de derrota, de desconsuelo, fracaso, toda cruz que no está iluminada por la de Cristo, se convierte en una cruz de sufrimiento y de muerte, una cruz sin sentido.
    Hoy nuestro mundo está más inclinado hacia su propia cruz y olvida la cruz que nos ofrece Cristo, que no es otra cosa sino la entrega y el servicio para lo demás, como Él lo hizo que se entregó sin límites hasta el final. Vivamos con esperanza la subida hacia Jerusalén para que nuestra vida este siempre unida a la vida del Maestro en el servicio a los demás.

XXI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO, CILCO A

 

Tú eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos.
Del evangelio según san Mateo.
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».
Ellos contestaron:
«Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo».
Jesús le respondió:
«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».
Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías. Palabra del Señor.
    El domingo pasado nos encontrábamos con la figura de la mujer cananea, mujer pagana a la que no le pertenecía el pan de los hijos, pero sin embargo supo apropiarse de las migajas que caían de la mesa de los amos, y el Maestro alabó la fe de esta mujer, "que grande es tu fe, que se cumpla lo que has creído".
    Hoy Jesús se presenta ante sus discípulos para preguntarle "¿quien dice la gente que es el Hijo del hombre?".  La pregunta por parte de Jesús bien podría tener varias direcciones: saber como va su obra, la misión que el Padre le encomendó; o bien, comprobar si los discípulos entendían el camino que les ofrece día a día. Y la respuesta que les da los discípulos así lo manifiesta "la gente dice....", pero "y vosotros que decís..."
    Este evangelio siempre llama la atención del que lo lee porque sin quererlo también se siente interpelado por el Maestro, ¿y tú, quien dices que soy?.
    En nuestro mundo actual, tocado muchas veces por la falta o debilidad de la fe, sería difícil responder, ya que ni por cultura o conocimiento desde la razón sería capaz; me llama la atención cuando escuchamos en concursos alguna pregunta acerca de la religión y esta casi siempre es respondida erróneamente, y me viene el interrogante, qué lugar ocupa Jesús en nuestra vida para que no seamos capaces de responder ¿quién es Él para mí, o más bien que lugar ocupa en mi vida?. 
    Solamente si respondemos afirmativamente como Pedro, con la palabra y la profesión de la fe manifestada en las obras estaremos respondiendo positivamente a esta cuestión, pues el Espíritu Santo estaría dentro de nosotros y manifestaríamos a Jesús en medio de nuestras vidas.
    Hoy nos invita el Maestro a descubrirlo, a redescubrirlo en cada uno de nosotros para que por medio de su luz podamos vivir en plenitud el mensaje del Evangelio que no es otra cosa sino hacerlo como digo presente en medio de nuestra vida. Hagámoslo y así seremos dichosos y felices pues seriamos instrumentos del Padre como fue la confesión de Pedro, !tú, eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo!.
    

XIX TIEMPO ORDINARIO.CICLO A


Mándame ir a ti sobre el agua.
Del evangelio según san Mateo.
Después de que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente.
Y después de despedir a la gente subió al monte a solas para orar. Llegada la noche estaba allí solo.
Mientras tanto la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. A la cuarta vela de la noche se les acercó Jesús andando sobre el mar. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, diciendo que era un fantasma.
Jesús les dijo enseguida:
«¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!».
Pedro le contestó:
«Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre el agua».
Él le dijo:
«Ven».
Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó:
«Señor, sálvame».
Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo:
«¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?».
En cuanto subieron a la barca amainó el viento.
Los de la barca se postraron ante él diciendo:
«Realmente eres Hijo de Dios». Palabra del Señor.
    El evangelio de este domingo está lleno de signos y significados para nosotros, porque ya en sí mismo nos habla de eso, de la vida de cada uno respecto a Dios y al hombre.
    Lo primero que descubrimos lo encontramos en el inicio del evangelio, "ya que la gente se había saciado", Jesús les había dado de comer, es decir, ya se ha producido el milagro de los panes y los peces. Jesús no solo les dio el alimento corporal sino también espiritual, su palabra: "no solo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios". Desde aquí podemos preguntarnos como nos alimentamos de Dios, o mejor dicho, que alimento tomamos de la mano de Dios.
    Si somos capaces de descubrir cual es el alimento de Jesús, que no es otro sino cumplir la voluntad de su Padre, podremos vislumbrar en nuestra vida que nuestro alimento es el mismo, cumplir con lo que Dios nos dice, es decir, buscar el sentido de vida pero desde Dios. Este alimento solo lo podemos encontrar por medio del encuentro con Él en la  oración.
    Vivimos en un mundo en el que parece que todos vamos en soledad, cada uno por su lado, Jesús quiere que nuestra vida, nuestro caminar sea en comunidad, lo descubrimos todos los días que nos acercamos a la  Escritura, Él está siempre rodeado de gente que lo buscan. Esa es la barca, y en esta barca, como nos dijo hace unos días el papa Francisco, cabemos todos, y sobre todo tal como nos quiere Dios. 
    Pero nos puede suceder como a Pedro que no seamos capaces de fiarnos de la Palabra dada por Dios, no tengamos la fe suficiente para reconocerlo incluso en nuestras oscuridades, o que tengamos miedo a acercarnos a Él por nuestras debilidades y miserias. 
    En nuestros días necesitamos muchas manos que nos levanten y nos ayuden a vivir con dignidad y respeto, que nos ayuden a descubrirnos y a encontrar nuestro camino no solo cristiano sino también humano. Dejemos que la mano cercana de Cristo y su palabra fortalecedora nos levante incluso en medio de las oscuridades para que podamos ser portadores de esperanza y fuerza alentadora para otros. 
    Hoy también Jesús nos invita a ir hacia Él y nos dice VEN, ven a mí los que estáis cansados y agobiados, venid a mí y os llevare a verdes pastos, ven y palpadme, ven y abre la puerta de tu corazón para que entre y pueda compartir mi vida con la tuya. Ven Señor y llénanos de tu amor.