XXXI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO A

Ellos dicen, pero no hacen.
Del Evangelio según san Mateo.
En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a los discípulos, diciendo:
«En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid todo lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos dicen, pero no hacen.
Lían fardos pesados y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar.
Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y agrandan las orlas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias en las plazas y que la gente los llame "rabbí".
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar "rabbí", porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos.
Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo.
No os dejéis llamar maestros, porque uno solo es vuestro maestro, el Mesías.
El primero entre vosotros será vuestro servidor.
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido». Palabra del Señor.
    Con el evangelio de este domingo, podemos pensar que Jesús da la vuelta entera a la ley de Moisés, a los diez mandamientos. Ya hemos escuchado que El no ha venido a abolir la ley sino ha darle plenitud.
    Él mismo recrimina las acciones de los fariseos, los cuales no cumplen con lo que dicen, pero si dicen lo ha hay que hacer para que los demás lo lleven a cabo. Les recrimina la falta de coherencia en la vida y su falta de valor en la palabra.
     A partir de estas afirmaciones, nos muestra que el único maestro que tenemos es Dios mismo en Jesucristo el cual, sus palabras  y obras lo acreditan puesto que habla con autoridad como nos dice el Evangelio. Y nos invita a que toda nuestra vida sea una vida de servicio  y de entrega como él lo hizo.
    Si miramos a nuestro alrededor, a nuestro mundo podemos descubrir que nos falta mucha entrega y servicio, y eso nos lleva a vivir de una forma más egoísta, llena de intereses que no conducen a nada. Nosotros estamos llamados a ser luz y esperanza desde la luz del Espíritu y la esperanza que nos trae Jesucristo el Señor y Maestro de todos.
    Que el sea el motor que nos lleve a dar sentido a nuestra vida para que así podamos ser instrumentos de su amor, con la palabra y nuestras acciones.