DOMINGO XIII DEL TIEMPO ORDINARIO –C-


 

PRIMERA LECTURA


 Lectura del primer libro de los Reyes 19, 16b. 19‑21
Eliseo se levantó y marcho tras Elías 

En aquellos días, el Señor dijo a Elías:
-"Unge profeta sucesor tuyo a Eliseo, hijo de Safat, de Prado Bailén." Elías se marchó y encontró a Eliseo, hijo de Safat, arando con doce yuntas en fila, él con la última. Elías pasó a su lado y le echó encima el manto.
Entonces Eliseo, dejando los bueyes, corrió tras Elías y le pidió:
-"Déjame decir adiós a mis padres; luego vuelvo y te sigo."
Elías le dijo:
-"e y vuelve; ¿quién te lo impide?"
Eliseo dio la vuelta, cogió la yunta de bueyes y los ofreció en sacrificio; hizo fuego con aperos, asó la carne y ofreció de comer a su gente; luego se levantó, marchó tras Elías y se puso a su servicio.
Palabra de Dios. 
 

REFLEXIÓN 

“UNA LLAMADA ESPECIAL” 

El texto nos cuenta la vocación de Eliseo:

Eliseo es un campesino rico, que estaba arando su finca con doce yuntas de bueyes y ahí se encuentra con Alias quien le da su manto, indicando que le deja la misión y la fuerza del espíritu que él tiene para que continúe la misión en la que él está comprometido.

            Ante la propuesta de Elías, Eliseo es un hombre que no sabe decir no y recoge el testigo que se le ha entregado dispuesto a ser consecuente hasta las últimas consecuencias: coge la yunta de bueyes, y los asa con los aperos para dárselos de comer a sus sirvientes; deja su familia y su trabajo y se pone al servicio de Dios, con lo que podemos ver con toda claridad las condiciones de una vocación especial:

1º) Una llamada de Dios,

2º) una respuesta sin condiciones,

3º) Una ruptura con el pasado y con la vida que se lleva y

4º) Una aceptación de las nuevas condiciones de vida

            Alguien me decía que esto es una situación ideal que no tiene conexión con la realidad, pues se está pidiendo algo que hoy es imposible y que hay que aterrizar el mensaje y ponerlo al alcance de la gente ya que lo ideal puede ser enemigo de lo bueno.

            Efectivamente, no se trata de hacer una lectura fundamentalista (al pie de la letra), tampoco pretende el texto decir esto, pero sí se trata de tomar posición en la vida:
1º) Ver lo que realmente es importante.
2º) Hacer una opción decidida por eso que es importante.
3º) Dejar otras situaciones en las que contemporizamos con la injusticia, con la mentira, con la corrupción y asumir una postura honesta sin ceder a las presiones que nos invitan y empujan a “vendernos” y desviarnos del camino… Eso fue lo que hizo Eliseo, descrito con esos elementos y eso mismo es lo que hacen hoy un gran ejercito de hombre y mujeres que toman una decisión de caminar de cara a la verdad, a la justicia, a la honradez, a la libertad y no se venden a ningún interés particular ni se arrodillan ante ningún “patrón” que les roba la libertad.

 Salmo responsorial Sal 15, 1‑2a y 5. 7‑8. 9‑10. 11 (R.: cf. 5a)

R. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad. 

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: "Tú eres mi bien."
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano. R.
R. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad. 

Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R.
R. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad. 

Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R.
R. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad. 

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R.
R. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad. 
 

SEGUNDA LECTURA  


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 5, 1. 13‑18
Vuestra vocación es la libertad 

Hermanos: 
Para vivir en libertad, Cristo nos ha liberado. 
Por tanto, manteneos firmes, y no os sometáis de nuevo al yugo de la esclavitud. 
Hermanos, vuestra vocación es la libertad: no una libertad para que se aproveche la carne; al contrario, sed esclavos unos de otros por amor. 
Porque toda la Ley se concentra en esta frase: "Amarás al prójimo como a ti mismo." 
Pero, atención: que si os mordéis y devoráis unos a otros, terminaréis por destruiros mutuamente. 
Yo os lo digo: andad según el Espíritu y no realicéis los deseos de la carne; pues la carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne. Hay entre ellos un antagonismo tal que no hacéis lo que quisierais. 
En cambio, si os guía el Espíritu, no estáis bajo el dominio de la Ley.
Palabra de Dios. 
 

REFLEXIÓN 

“VOCACIÓN FUNDAMENTAL”   

Pablo hace una llamada a la comunidad para que retome su vocación fundamental, eso a lo que no se puede renunciar de ninguna manera: a ser LIBRES.

            Pero eso que es sagrado y contra lo que no se puede atentar, hay que tener mucho cuidado, pues es muy fácil confundir los términos y reconducir el tema por senderos que no llevan sino a la esclavitud más indecente.

            Hoy estamos viendo cómo la gente es especialmente sensible a la “libertad”, pero desgraciadamente, también estamos observando cómo se ha destruido el sentido de la LIBERTAD (con mayúscula) para reducirla a una “libertad” con minúscula que no es sino la escenificación de la dependencia de los instintos más elementales, que se imponen sobre el hombre y, cada vez lo hacen más semejante no a Dios, sino a los animales.

La vocación cristiana es a la LIBERTAD que se realiza en su plenitud con la práctica del AMOR y esta LIBERTAD nos la consiguió Jesucristo. Por eso Pablo aclara los términos y deja bien claro que la verdadera LIBERTAD proviene del Espíritu y no de la carne: Hermanos, vuestra vocación es la libertad: no una libertad para que se aproveche la carne; al contrario, sed esclavos unos de otros por amor.”  Por eso deja bien claro que no son los instintos primarios los que dirigen al hombre, sino el Espíritu: “Yo os lo digo: andad según el Espíritu y no realicéis los deseos de la carne”

Una libertad entendida como la no limitación a cualquier impulso natural, es la caída en picado  en el mundo de los sentidos que, efectivamente, nos hace “auténticos”, pero no dueños y señores de la situación, sino esclavos de ella; entonces, suena muy bien, pero es una falacia muy peligrosa: “La libertad os hará auténticos”, porque nos precipita en la peor de las esclavitudes que nos identifica con los animales, degradándonos como personas. 

 
Aleluya  1 S  3, 9; Jn 6, 68c
Habla, Señor, que tu siervo te escucha; tú tienes palabras de vida eterna.

 EVANGELIO  

Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 51‑62
Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Te seguiré adonde vayas

             Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. 
            De camino, entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. 
Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: 
-"Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?" 
É1 se volvió y les regañó. Y se marcharon a otra aldea. 
Mientras iban de camino, le dijo uno:
-“Te seguiré adonde vayas.” 
Jesús le respondió: 
-“Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.” 
A otro le dijo: 
-“Sígueme.” 
É1 respondió: 
-“Déjame primero ir a enterrar a mi padre.” 
Le contestó: 
-“Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.” 
Otro le dijo: 
-“Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.” 
Jesús le contestó: 
-“El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.” 
Palabra del Señor.

 
REFLEXIÓN
 

“LA LLAMADA Y SEGUIMIENTO DE JESÚS”  

 
En el texto que nos presenta la liturgia de hoy podemos ver como tres fotos distintas que nos presentan tres VOCACIONES:

1º- Mientras iban de camino, le dijo uno:  -"Te seguiré adonde vayas." 

2º- A otro le dijo:  -"Sígueme." 

3º- Otro le dijo:  -“Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.”

            Mientras tanto, Jesús va discutiendo con sus discípulos cuando van de camino, sobre lo que exige el seguirlo y, cuando estos tres individuos se presentan, la respuesta de Jesús es clara y tajante: Les presenta las mismas exigencias que le viene pidiendo a los apóstoles:       

-Han de tener un despego total de los bienes y de las comodidades materiales.

                       -Han de hacer una ruptura con el pasado y con el presente y hasta con la propia familia, si es que se presenta como obstáculo para seguirlo.

            Jesús tiene muy claro que el horizonte y el valor absoluto que le va a dar sentido a todo es el Reino y por delante de él no se puede poner otra cosa, sino que todo ha de quedar supeditado a él. El verdadero discípulo ha de estar en completa libertad para poder ponerse a disposición del reino. El que pone condiciones, del tipo que sea, no es apto para la causa.

            Jesús va de camino a Jerusalén, donde se va a cumplir todo lo predicho y, por tanto, no caben medias tintas, todo tiene condiciones de urgencia, no podemos andar con titubeos.

            Cuando analizamos esta actitud tajante de Jesús con aquellos que están queriendo seguirle, queda la impresión de que los espanta, en lugar de animarlos, pero viéndolo despacio, lo que hace es derribarles las falsas expectativas y los triunfalismos que los pueden animar y que, después se convierten en decepciones y en rupturas. El discípulo debe ser consciente desde el primer momento de todas  las dificultades y peligros de la empresa, para que no se llame a equivocaciones.

            Por tanto, queda claro: SEGUIR A JESÚS exige:

                        -Disponibilidad absoluta para vivir en la inseguridad: no tener nada, no llevar nada… es decir: el discípulo que decide seguir a Jesús no puede programar su vida según sus conveniencias ni criterios personales, pues el proyecto no es suyo, sino de Jesús y es Él quien puede hacerlo.

                        -Ha de estar dispuesto a romper con las ataduras que le pueden suponer las  estructuras sociales, económicas, políticas, sociales y culturales que le quiten la libertad.

                        -El proyecto de Jesús no admite situaciones de prueba que den posibilidad de comparar y ver qué es lo que más conviene; no. Se ha de dar una decisión irrevocable, sin dar cabida a añoranzas del pasado y deseos de compatibilizar.

            Hoy, como siempre, frente a las diferentes propuestas y llamadas, sigue en pie la de Jesús a todos los hombres y mujeres con las mismas exigencias y también la misma respuesta: “A quien deja padre, madre, casa, bienes, hijos, esposo o esposa por mi y por mi causa, recibirá… el ciento por uno”

            Esta radicalidad puede cogerse al pie de la letra, como hicieron los apóstoles, y convertirse en fanatismo, hasta el punto que desean aniquilar a todo aquel que no piense como ellos, a lo que Jesús les reprocha y les dice que no han entendido el Espíritu que les ha de mover.

            El seguimiento y la llamada de Jesús es un regalo, una gran deferencia que Jesús ofrece a quien se la hace: deferencia, porque nadie se merece ser llamado a participar en la obra de Jesús y regalo porque nadie es tan fuerte e interesante como para apropiarse la capacidad y las dotes necesarias para conducir, guiar a los hombres a la luz.

            Por otro lado, nadie puede presumir de tener las fuerzas que se necesitan para mantenerse en la brecha del reino, sintiéndose plenamente libre y lleno de entusiasmo en medio del vendaval y de la lucha, si es que no se siente amado, mimado e íntimamente unido a Jesús, pues el discípulo no deja de ser “hombre” ni deja de vivir entre los hombres y en el ambiente que han construido los hombres.

            Cuando el discípulo se ha sentido fascinado por Jesús y por su causa, todo lo demás pasa a un segundo y a un tercer lugar; ahí se entiende la frase de S. Agustín: “Ama y haz lo que quieras” es que si AMAS no vas a hacer, sino aquello que agrada a Dios, que es tu mayor deseo. Esa es la gran LIBERTAD que da  el AMOR.

 

DOMINGO XII DEL TIEMPO ORDINARIO –C-


PRIMERA LECTURA


Lectura de la profecía de Zacarías 12,  10‑11;  13, 1
Mirarán al que atravesaron 

Así dice el Señor: 
"Derramaré sobre la dinastía de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de clemencia. 
Me mirarán a mí, a quien traspasaron, harán llanto como llanto por el hijo único, y llorarán como se llora al primogénito. 
Aquel día, será grande el luto en Jerusalén, como el luto de Hadad‑Rimón en el valle de Meguido."
Aquel día, se alumbrará un manantial, a la dinastía de David y a los habitantes de Jerusalén, contra pecados e impurezas. 
Palabra de Dios.   

“ASUMIR LAS CONSECUENCIAS”  

            Zacarías anuncia lo que les espera: no han querido escuchar las advertencias  y el resultado va a ser tan triste y doloroso como el dolor de la pérdida de un hijo; pero al mismo tiempo, el reconocimiento de su pecado será el principio de la recuperación: Dios no es sordo ni insensible a sus hijos cuando reconocen su pecado y piden perdón; Él sale al encuentro y proclama lo que va a hacer con Jerusalén: “una copa embriagadora para todos los pueblos de alrededor”.

            La liberación comenzará precisamente con una efusión del Espíritu Santo: “Un Espíritu de benevolencia y de súplica de perdón que les hará volver la vista  hacia quien despreciaron”.

            Pero las cosas cambian cuando el pueblo no solo no reconoce su equivocación, sino que se empecina en el error y, en lugar de reconocerlo y cambiar, se revuelve contra Dios acusándolo y culpándolo de la situación en la que se encuentra,  con lo que, Dios estorba en sus estructuras y se establece la mentira, la injusticia,  la opresión, el odio, la violencia… como normas de vida, con lo que el hombre se destruye a sí mismo. Es justamente lo que, por desgracia estamos constatando a diario en nuestra sociedad y en la cultura que hemos venido construyendo. 

Salmo responsorial Sal 62, 2. 3‑4.  5‑6.  8‑9 (R.: 2b)


 R. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío. 

 Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma esta sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua. R
R. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío. 

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios. R.
R. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío. 

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos. R.
R. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
 
Porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene. R. 
R. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío. 
 

SEGUNDA LECTURA  


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 3,  26‑29
Los que habéis sido bautizados os habéis revestido de Cristo 

Hermanos: 
Todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. 
Los que os habéis incorporado a Cristo por el bautismo os habéis revestido de Cristo. 
Ya no hay distinción entre judíos y gentiles, esclavos y libres, hombres y mujeres, porque todos sois uno en Cristo Jesús. 
Y, si sois de Cristo, sois descendencia de Abrahán y herederos de la promesa. 
Palabra de Dios. 
 

REFLEXIÓN 

 “LA MARCA DE LOS HIJOS DE DIOS”   

            S. Pablo engarza su mensaje en lo que supone el orgullo del pueblo: ellos se sienten el pueblo elegido de Dios cuando le prometió a Abrahán una descendencia tan grande como la arena de la playa o las estrellas del cielo.

            Esa promesa adquiere su pleno cumplimiento con la obra de Cristo que ha asumido la naturaleza humana y ha incorporado a todos los hombres sin distinción de raza, lengua, nación… todos hemos sido  injertados en Dios con Cristo Jesús. Por el bautismo es por lo que el hombre vuelve a recuperar su dignidad de Hijo de Dios, perdida en el origen.

  Sin embargo los cristianos convertidos del judaísmo no son capaces de desprenderse de toda la estructura legal en donde han estado metidos; es el problema fundamental que encuentran, pues entregados a la libertad que da el fiarse de Cristo, les hace sentirse en el aire.

Pablo quiere hacerles ver que la etapa que se ha vivido no ha sido más que un tiempo de preparación que ha ayudado a mantener a los hombres unidos a Dios, pero ya ha llegado el momento en que no necesitemos andaderas que nos sostengan: Cristo es el acontecimiento definitivo de toda la historia de la salvación; por la fe y por el bautismo hemos pasado a ser hijos de Dios y ya no se trata de un grupito, sino que la redención ha sido para todo el género humano.

            La grandeza de este nuevo pueblo es justamente su apertura y su universalidad: es un pueblo que no se rige por normas establecidas, sino por la práctica del amor, de la justicia, de la verdad y de la paz y, esto no es propiedad ni exclusividad de ninguna raza, cultura, o nación; esto es de Dios que ha marcado con su sello a sus hijos.

            Sin embargo, sigue siendo un fuerte escollo, lo mismo que lo fue para los judeocristianos la ley, para los cristianos actuales lo son las costumbres, las tradiciones, las formas…  que se convierten en un lastre imposible de desechar.
 

Aleluya Jn 10, 27
Mis ovejas escuchan mi voz —dice el Señor—,
y yo las conozco, y ellas me siguen.   

EVANGELIO  


Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 18‑24
Tú eres el Mesías de Dios. El Hijo del hombre tiene que padecer mucho 

Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó: 
-“¿Quién dice la gente que soy yo?”
Ellos contestaron: 
-“Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.” 
Él les preguntó: 
-“Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” 
Pedro tomó la palabra y dijo: 
-“El Mesías de Dios.”
É1 les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió: 
-“El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día.” 
Y, dirigiéndose a todos, dijo: 
-“El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará.” 
Palabra del Señor. 
 

REFLEXIÓN 

“CONDICIONES PARA SEGUIR A JESÚS”   

Como suele ser frecuente hoy, Jesús hace un sondeo entre los apóstoles para ver qué idea tiene la gente sobre  lo que están haciendo y el índice de aceptación que tiene su persona, pues las noticias andan de un lado para otro: Él ya los había enviado a preparar el camino y les había dado algunas instrucciones para estar y relacionarse con la gente y habían vuelto entusiasmados; la noticia, por tanto, de Jesús ya andaba de boca en boca, hasta el punto que el mismo tetrarca Herodes, dice el evangelio, que andaba sin saber a qué atenerse, pues había gente que decía que era el mismo Juan Bautista, pero él decía: “A Juan lo mandé decapitar yo”. ¿Quién era, entonces Jesús?.

            Los mismos apóstoles no lo tienen muy claro, de hecho Pedro, cuando les anuncia lo que le va a ocurrir, se opone y recibe una reprimenda (Mt. 16,22-23). Aunque lo confiesan como el Mesías, sin embargo la imagen que domina sus mentes es la de un mesías político que aspira al poder y, Jesús tiene que remacharles que la idea que tiene es errónea y acentúa la responsabilidad que tienen, de ser hombres con una disponibilidad absoluta, abnegados y dispuestos a afrontar todo tipo de sufrimiento.

            Seguir a Jesús lleva consigo aceptar las condiciones y entenderlas como Él las entiende, y no a nuestra manera:El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará.”

            Es decir: “Negarse a sí mismo” que significa quitarse del centro y pensar que el proyecto de vida no es el tuyo, sino el de Jesús. 

            “Perder la vida” es ponerla al servicio del otro, es emplearla y gastarla al servicio del reino… y quien hace esto, habrá ganado su vida para la eternidad.

            “Cargar la cruz” no significa soportar y aguantar lo que venga, regodeándose en el dolor, eso es masoquismo; significa estar dispuestos a vivir como Él vivió: en absoluta libertad, sin temerle ni a la misma cruz, que es a donde le puede llevar la coherencia de ese estilo de vida.

            No es correcto ir inventándose cruces que nos fabricamos a medida para  descargar la que debe ser la nuestra. La cruz no hay que buscarla, ya se encargarán de colocárnosla

            “Negarse a sí mismo y cargar con la cruz” no es otra cosa que aceptar a Jesús y su proyecto, haciéndolo nuestro y asumiendo todas las consecuencias que lleva consigo.

            Y lo que hizo Jesús es claro y evidente, como la luz del sol: se negó a coger el poder, la fuerza, la fama… como medios para servir y para salvar al mundo y, en cambio, optó por el camino del amor, de la solidaridad, de la misericordia con los desgraciados y desechados de la sociedad. Y es ahí y desde ahí donde la iglesia y todo cristiano ha de ponerse, si es que quiere hacer lo que hizo Jesús; colocarse en otro lugar o situación, es inventarse otro proyecto, es aliarse con los poderosos, utilizar otras estrategias, aunque aparentemente puedan parecer buenas y razonables, pero está demostrado que sirven a otros intereses.

 

 

DOMINGO -XI- DEL TIEMPO ORDINARIO -C-


PRIMERA LECTURA  


Lectura del segundo libro de Samuel 12, 7‑10. 13
El Señor ha perdonado ya tu pecado, no morirás 

En aquellos días, Natán dijo a David: 
-“Así dice el Señor, Dios de Israel: 
“Yo te ungí rey de Israel, te libré de las manos de Saúl, te entregué la casa de tu señor, puse sus mujeres en tus brazos, te entregué la casa de Israel y la de Judá, y, por si fuera poco, pienso darte otro tanto. 
¿Por qué has despreciado tú la palabra del Señor, haciendo lo que a él le parece mal? Mataste a espada a Urías, el hitita, y te quedaste con su mujer. Pues bien, la espada no se apartará nunca de tu casa; por haberme despreciado, quedándote con la mujer de Urías.” 
David respondió a Natán: 
-“¡He pecado contra el Señor!” 
Natán le dijo:
-“El Señor ha perdonado ya tu pecado, no morirás.” 
Palabra de Dios.   

REFLEXIÓN
 

“DOS IMÁGENES: LA DEL HOMBRE Y LA DE DIOS” 
La imagen de David es el gran referente para el pueblo de Israel, pero aun así, no deja de ser un ser humano con todas sus debilidades: en un momento de ceguera pasional, urde una farsa para quitarse de en medio a uno de sus mejores y más leales generales, poniéndolo en el lugar más peligroso para que muera  y, de esa forma, le roba a su esposa de la que se ha

Monta el engaño para despistar y cree que de esa manera, también puede burlar a Dios, arrogándose el derecho de disponer de la vida de una persona abusivamente, para satisfacer sus deseos, con lo que, no solo comete el atropello contra Urías, contra la ley de Dios, sino contra la misma soberanía de Dios y contra la institución que representa. Esto merece un castigo fuerte.

Natán le sale al encuentro y David reconoce su delito, muestra sincera y humildemente su arrepentimiento y, esta actitud, hace que Dios  le perdone su pecado, mostrando así la profundidad de su fe.

De esta forma, David queda para la posteridad como el referente: por un lado del hombre débil sometido a la fragilidad, pero sincero y humilde que reconoce su pecado y se arrepiente y, al mismo tiempo, queda también clara la imagen de Dios Misericordioso que, por encima de nuestros pecados, está siempre dispuesto a perdonar a quien se arrepiente de verdad y está dispuesto a cambiar.

El pasaje es un modelo genial para todos los dirigentes de la sociedad: unos de una manera y otros de otra, a diario cometen errores y están expuestos al peligro de las presiones, esa es la batalla de la vida, pero lo interesante es ser capaz de estar abiertos a la verdad y dejarse iluminar por ella. La actitud contraria la estamos viendo y sufriendo en el momento actual en el que estamos constatando el daño tan tremendo que se ha infringido a una opción de servicio a la sociedad, como es la política, se la ha convertido en el arte de engañar y atropellar al pueblo, manipulando las leyes para que defiendan el robo y la mentira como formas de burla del pueblo. Esto se paga caro y produce unas consecuencias catastróficas, difícilmente recuperables. 

Salmo responsorial Sal 31, 1‑2. 5. 7. 11 (R.: cf. 5c)  


R. Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado. 

Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito. R.
R. Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado.   

Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R.
R. Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado.   

Tú eres mi refugio,
me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación. R.
R. Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado.

Alegraos, justos, y gozad con el Señor;
aclamadlo, los de corazón sincero. R. 
R. Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado.
 

SEGUNDA LECTURA  


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 2, 16. 19‑21
Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí 

Hermanos: 
Sabemos que el hombre no se justifica por cumplir la Ley, sino por creer en Cristo Jesús. 
Por eso, hemos creído en Cristo Jesús, para ser justificados por la fe de Cristo y no por cumplir la Ley. 
Porque el hombre no se justifica por cumplir la Ley. 
Para la Ley yo estoy muerto, porque la Ley me ha dado muerte; pero así vivo para Dios. 
Estoy crucificado con Cristo: vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí. 
Y, mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí. 
Yo no anulo la gracia de Dios. 
Pero, si la justificación fuera efecto de la Ley, la muerte de Cristo sería inútil. 
Palabra de Dios.   

REFLEXIÓN 

VIVIR LA FE  

            Pablo parte de un hecho: él ha sido un ferviente cumplidor de la ley y un leal defensor de ella, pero con el encuentro con Cristo, ha descubierto que la ley no es un fin, sino un medio y se ha dado cuenta del gran error en el que ha estado instalado; no es una deshonra reconocer el fallo y rectificar para ubicarse en el camino; más bien da gracias a Dios de haber encontrado la verdad aunque tenga que pedir perdón por las equivocaciones cometidas.

            Cristo no rompe la ley, sino que la supera, pues en Él queda cumplida toda la ley en plenitud. Cristo vive en él y, por tanto, la ley ya no tiene poder sobre él.

            El bautismo es morir a la ley, desatarse de ella y dejar de vivir bajo su dominio; es dejar el pasado del hombre y nacer a una vida completamente nueva, vivir como un hombre consagrado por Dios. Vivir con esta dimensión es vivir en la fe y no en la sumisión a la ley.

            Esta nueva dimensión de la vida, es un regalo de Dios y no una consecuencia de la ley;  esto es un cambio radical de vida que hace que el hombre entre en una nueva relación con Dios y que hace que esta nueva forma, cambie la misma actitud del hombre no solo con Dios, sino con todo el universo, como un ser completamente nuevo, de tal forma que, Pablo puede llegar a exclamar: “Estoy crucificado con Cristo y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mi”.

            A partir de este descubrimiento, Pablo encuentra el principio vital del hombre: LA LIBERTAD: el haberla encontrado no quiere decir que le lleve a un desprecio ni a un atropello de la ley, todo lo contrario, le lleva a un cumplimiento mucho más exacto y profundo que lo que ve nía haciendo hasta ahora, solo que, no se siente amarrado ni esclavo de ella, sino que en su libertad, la ley queda completamente superada.

            Cuando no queremos entender esto, nos convertimos en legalistas y en dictadores, pues se impone la ley por la ley y no se tiene en cuenta ni a la persona ni a la justicia y en nombre de la ley, se suelen atropellar ambas cosas.
 

Aleluya  1 Jn  4,  10b
Dios nos amó y nos envió a su Hijo
como víctima de propiciación por nuestros pecados.  

EVANGELIO  


Lectura del santo evangelio según san Lucas 7, 36—8, 3
Sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor 

En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él. Jesús, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo: 
-“Si éste fuera profeta, sabía quién es esta mujer que lo está tocando y lo que es: una pecadora.” 
Jesús tomó la palabra y le dijo: 
-“Simón, tengo algo que decirte,” 
Él respondió: 
-“Dímelo, maestro.” 
Jesús le dijo: 
-“Un prestamista tenía dos deudores; uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de los dos lo amará más?” 
Simón contestó: 
-“Supongo que aquel a quien le perdonó más.” 
Jesús le dijo: 
-“Has juzgado rectamente.” 
Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón: 
-“¿Ves a esta mujer? Cuando yo entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies; ella, en cambio, me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor; pero al que poco se le perdona, poco ama.” 
Y a ella le dijo: 
-“Tus pecados están perdonados.”
Los demás convidados empezaron a decir entre sí: 
-“¿Quién es éste, que hasta perdona pecados?”
Pero Jesús dijo a la mujer: 
-“Tu fe te ha salvado, vete en paz.” 
Después de esto iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio del reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes.
Palabra del Señor.   

O bien más breve:   

Lectura del santo evangelio según san Lucas 7, 36‑50 

En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él. Jesús, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo: 
-“Si éste fuera profeta, sabría quién es esta mujer que lo está tocando y lo que es: una pecadora.” 
Jesús tomó la palabra y le dijo: 
-“Simón, tengo algo que decirte.” 
Él respondió: 
-“Dímelo, maestro.” 
Jesús le dijo: 
-“Un prestamista tenía dos deudores; uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de los dos lo amará más?” 
Simón contestó: 
-“Supongo que aquel a quien le perdonó más.” 
Jesús le dijo: 
-“Has juzgado rectamente.” 
Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón: 
-“¿Ves a esta mujer? Cuando yo entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies; ella, en cambio, me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor; pero al que poco se le perdona, poco ama.” 
Y a ella  le dijo:
-“Tus pecados están perdonados.”
Los demás convidados empezaron a decir entre si: -“¿Quién es éste, que hasta perdona pecados?” Pero Jesús dijo a la mujer: 
-“Tu fe te ha salvado, vete en paz.”
Palabra del Señor.  

 REFLEXIÓN

“UN MOMENTO  COMPROMETEDOR”   

El momento y la escena son impresionantes: Jesús viene manteniendo una fuerte bronca contra este grupo social, los fariseos, que se creen los puros y los únicos que tienen autoridad para juzgar a los demás, porque se consideran los mejores cumplidores de toda la ley. Jesús no desprecia a nadie y cree que todos tienen derecho a escuchar el mensaje de Dios, acepta la invitación a comer en casa de Simón, donde se encuentra con todos sus amigos “perfectos” que han sido invitados para discutir con Jesús y pasarse un buen rato poniéndolo contra las cuerdas, pues todos lo tienen  por profeta; los poseedores del derecho y del saber quieren echarse un pulso con él y se lo llevan a su terreno. Jesús no rehúye ni se achica: se mete en el avispero y se queda  solo frente a ellos.

            El ambiente se enrarece aún más, cuando algo imprevisto  irrumpe en la reunión: una prostituta, que todos conocen,  rompe el cerco y entra en la sala, nadie la ha invitado, allí solo hay varones; se arrodilla al lado de Jesús y agachada se pone a llorar regándole los pies y besándoselos. Se suelta el pelo y le seca los pies a Jesús con su pelo. Da la sensación que es un montaje preparado por alguno de aquellos para machacarlo por completo, pues esto excede cualquier atrevimiento imaginable.

            Simón y todos sus amigos convidados, se quedan  estupefactos ante lo que están viendo: ¿cómo puede permitir Jesús esto? ¿Cómo alguien a quien consideran un maestro puede hacer estas cosas?  ¿Cómo puede dejarse tocar por un tipo de persona como ésta? ¡¡Se está dejando  manchar y permitiendo que una casa de un hombre “honorable” sea manchada!! .

            La imagen de profeta  que le acompañaba y por lo que ha sido invitado, se derrumba para Simón y para todos los invitados. Aparentemente la batalla está ya perdida antes de empezar la discusión.

Jesús no se altera ni pierde el control y  sale al paso ante el espectáculo  escandaloso  que se ha montado: mira a su alrededor y ve las caras que son un reflejo del interior de cada uno y ubica la situación: les deja bien claro que para Dios, son todos lo mismo y, de la misma manera que no lo ha rechazado a él, tampoco rechaza a esta mujer. Él no entra en el esquema de las diferencias sociales que ellos han establecido, sino que va directamente a lo esencial: al valor de la persona.

            En cambio, Simón, no es capaz de romper la ley, las formas, la imagen y mirar a la persona, que está por encima de cualquier otro valor. En cambio, la mujer que se siente completamente perdida y desechada de la ley, no tiene miedo ni prejuicios algunos, lo tiene todo perdido, su interior está libre para reconocer el amor de Dios: ella ha sentido que Jesús es la única persona que la ha tratado como persona y que la ha hecho sentirse “alguien” y, a su manera, le demuestra su agradecimiento y su cariño. Y Jesús les deja a todos claro que es esa actitud es lo que cuenta ante Dios y no el cumplimento de unas formas y de unas normas establecidas que, por otro lado, son excluyentes y desprecian a la persona.

            ¡¡Cuánta necesidad tenemos hoy de esta lección que nos deja Jesús!!

            Estamos constatando que en el mundo de hoy lo que funciona es lo “políticamente correcto” es decir: aquello que interesa al sistema y, si para esto hay que liquidarse la verdad, la justicia, el sentido común… LA PERSONA, no se tienen miramientos de ningún tipo y nos llevamos por delante lo que sea, aunque en el fondo estemos convencidos que lo que hacemos es un disparate y un atropello.

            La actitud de Jesús es un referente obligado para la iglesia y para todo aquel que nos llamamos “seguidor de Jesús”.