XVI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CILCO A

 

Se arrepintió y fue. Los publicanos y las prostitutas van por delante de vosotros en el reino de Dios.
Del evangelio según san Mateo.
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
«¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: "Hijo, ve hoy a trabajar en la viña". Él le contestó: "No quiero". Pero después se arrepintió y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: "Voy, señor". Pero no fue.
¿Quién de los dos cumplió la voluntad de su padre?»
Contestaron:
«El primero».
Jesús les dijo:
«En verdad os digo que los publicanos y las prostitutas van por delante de vosotros en el reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no os arrepentisteis ni le creísteis». Palabra del Señor.
    El evangelio de este domingo nos habla de la vida misma, de nuestra vida y nuestro actuar. Parece que se pone de manifiesto algo tan deseado y necesario para el hombre como es la libertad, o  más bien del momento de elegir cualquier cosa, que a lo largo de todo el día estamos siempre llevando a cabo.
    Hoy Jesús con el termino de "hijos" quiere que nos planteemos qué tipo de hijo soy yo ante Dios. No es cuestión de bueno o malo,  quiere que descubramos qué opción tenemos ante Dios, mediante las palabras y los hechos. Esa es la lucha continua de Jesús con sus contemporáneos y también con nosotros mismos. "Si no creéis en mí, al menos creed a las obras".
    Nos encontramos con dos hijos, uno que dice pronto "sí voy" y al final no cumple su palabra, el otro que no accede la petición del padre y al final obedece y va. La explicación la podemos tener muy clara, los sumos sacerdotes, fariseos y ancianos que están continuamente en el Templo pero a su vez están muy lejos de Dios, como dice Jesús en varias ocasiones, los otros hijos que creen que están muy lejos de Dios según los anteriores para Jesús están tan cerca de Él que acogen su Palabra y lo siguen.
    Hoy se nos invita a descubrir desde nuestro interior que tipo de hijos somos, podemos pensar que con ser cristianos es suficiente, rezo, voy a misa, lo normal como diríamos, pero nuestro corazón puede estar muy lejos de Dios o al contrario cuantos alejados podemos pensar que hay, pero su interior está justo ante Dios y lo hacen presente en su vida.
    Lo importante tanto para el uno como para el otro no es posicionarnos ante Dios, sino más bien dejar que el mismo Dios haga de nosotros hombres nuevos siendo capaces de hacerlo presente en medio de nuestro mundo. Que nuestro sí sea un sí como el de María ahora que comenzamos el mes de Octubre, y como tantos hermanos nuestros que con su sí manifestaron con su vida el amor de Dios, tanto con sus palabras como son su obras.
    Dejemos que Él venga a nosotros para que nosotros con la fuerza de su Espíritu vayamos hacia Él y así sea el mismoTodo para todos.

XXIV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO A

 

No te digo que perdones hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Del evangelio según san Mateo.
En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó:
«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?».
Jesús le contesta:
«No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así.
El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo:
"Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo".
Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba diciendo:
"Págame lo que me debes".
El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo:
"Ten paciencia conmigo y te lo pagaré".
Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo:
"¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?".
Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.
Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano». Palabra del Señor
    El domingo pasado Jesús nos salía al encuentro con la corrección fraterna, terminando con la oración y la unión de los hermanos para hacerle presente en medio de nuestro mundo.
    Hoy partimos con la pregunta que le hace Pedro a Jesús y qué para nosotros es algo importante o al menos inquietante. ¿Cuántas veces tengo que perdonar, hasta siete veces?. con esta pregunta ya descubrimos que Pedro tiene largueza, va cambiando la tesis del  "ojo por ojo o diente por diente", es decir, va cambiando la actitud de la idea vengativa.
    La respuesta de Jesús la podemos entender como mucho mas superior, hasta setenta veces siete, esto quiere decir que siempre. Cristo quiere que busquemos la perfección del perdón en nuestra propia paciencia y compasión con el otro, Él quiere que perdonemos siempre.
    La parábola de este evangelio es clara, quiero que me perdonen lo mucho o poco que haga, pero no soy capaz de perdonar al otro lo poco que tiene. Muchas veces tratamos a los demás con un rasero distinto al nuestro casi siempre más estrecho. Con el Padrenuestro oramos, "perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden", en esta petición ante Dios, ponemos de manifiesto nuestra actitud del perdón, que así estamos dispuestos a llevarlo a cabo, pero no ocurre así en muchas ocasiones.
    Pidamos a Dios que nos revista de la paciencia y compasión necesaria para que de esta forma podamos ejercerla con el prójimo y así vivir la alegría del perdón recibido y del perdón ofrecido a aquel que nos ofende.
    

XXIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO

 

 Si te hace caso, has salvado a tu hermano.
Del evangelio según san Mateo.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si tu hermano peca contra ti, repréndelo estando los dos a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano.
En verdad os digo que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en los cielos.
Os digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en los cielos. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos». Palabra del Señor.
    En este domingo, Jesús nos presenta el mal comportamiento y la corrección fraterna dentro de la comunidad cristiana, actitudes que van casi de la mano. Nos habla de una situación que no estamos ya acostumbrados a pensar, en el pecado, la ofensa que hacemos hacia el hermano y hacia Dios. Muy a menudo escuchamos que no tenemos pecado, por lo tanto creemos que todo lo hacemos bien, o nos justificamos para quitar de nosotros toda lacra que lleva consigo el mal.
    Pues el Maestro nos invita con este evangelio a que profundicemos en ello  y descubramos en nuestro interior las situaciones que nos llevan a experimentar el pecado.
    Como respuesta aparece en el texto evangélico la corrección fraterna, que la podemos entender como corregir aquello que esta torcido o viciado. Pero tenemos que considerar dos actitudes, la del que corrige y la del que es corregido, ambas están necesitadas de perdón y humildad: la una, para que a la luz del Espíritu pueda iluminar la corrección y no hacer daño a aquel que es corregido, ni hacerle sentirse humillado; la otra, la del que recibe la corrección, también debe de estar iluminada de humildad y acogida para aceptarla. Aquí tenemos que recordar las palabras de Jesús: ¿Cómo pretendes sacar la mota del ojo del tu hermano, teniendo una viga en el tuyo? El corregido puede rechazar la corrección por falta de humildad propia o del que corrige. Por ambas partes se necesita un grado de madurez humana no fácil de alcanzar.
    El camino que nos ofrece Jesús ante esas situaciones la encontramos en la última parte del Evangelio, la oración ante Dios y la responsabilidad mutua. Por lo tanto, el Maestro nos pide que estemos unidos a Él por la oración y sobre todo que seamos capaces de ser corresponsables los unos para con los otros desde la caridad y la cercanía, desde ahí podremos hacer presente a Jesucristo en medio de nuestro mundo.
 

XXII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO A

 

Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo.
Del evangelio según san Mateo
En aquel tiempo, comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo:
«¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte».
Jesús se volvió y dijo a Pedro:
«¡Ponte detrás de mí, Satanás! Eres para mí piedra de tropiezo, porque tú piensas como los hombres, no como Dios».
Entonces dijo a los discípulos:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga.
Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará.
¿Pues de qué le servirá a un hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? ¿O qué podrá dar para recobrarla?
Porque el Hijo del hombre vendrá, con la gloria de su Padre, entre sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta. Palabra del Señor.
    El domingo pasado el Maestro nos preguntó que ¿quién era para nosotros Él? y esto significa que la vida de todo cristiano en un responder a esta pregunta, en todo momento y en todas las situaciones. Pedro respondió bajo la luz del Espíritu que "Jesús es el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo".
    Este domingo podemos descubrir también la posición de Pedro ante el anuncio que le hace Jesús subiendo a Jerusalén, allí en Jersusalén Jesús será ejecutado en manos de los sumos sacerdotes, escribas y fariseos, ante este anuncio Pedro se opone a la decisión del Maestro, y este le reprende "apártate de mí Satanás que piensas como los hombres, no  como Dios".
    En estos relatos descubrimos el pensar de Dios y el pensar del hombre, cuantas veces nosotros también hemos dicho lo mismo: "Tú eres el Hijo de Dios", o  nos hemos opuesto al plan de Dios, cuando no hemos aceptado, en muchas ocasiones, dentro de nuestro interior lo que nos sucede. Esa es la realidad de todo discípulo de Cristo, por lo tanto de todo cristiano.
    Ante estas posiciones Jesús hoy nos invita a tomar la Cruz, la suya y la nuestra. En la suya aquel que acepta su seguimiento encontrara una cruz, sí, pero una cruz de perdón, misericordia, fortaleza, vida, todo aquello que Él mismo nos ofrece cada día, una cruz Gloriosa, estar crucificados con Cristo nos convierte en otros cristos en medio de nuestro mundo.
    O al contrario, si no aceptamos la cruz de Cristo estamos llamados a vivir nuestra propia cruz, de derrota, de desconsuelo, fracaso, toda cruz que no está iluminada por la de Cristo, se convierte en una cruz de sufrimiento y de muerte, una cruz sin sentido.
    Hoy nuestro mundo está más inclinado hacia su propia cruz y olvida la cruz que nos ofrece Cristo, que no es otra cosa sino la entrega y el servicio para lo demás, como Él lo hizo que se entregó sin límites hasta el final. Vivamos con esperanza la subida hacia Jerusalén para que nuestra vida este siempre unida a la vida del Maestro en el servicio a los demás.