XXIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO

 

 Si te hace caso, has salvado a tu hermano.
Del evangelio según san Mateo.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si tu hermano peca contra ti, repréndelo estando los dos a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano.
En verdad os digo que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en los cielos.
Os digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en los cielos. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos». Palabra del Señor.
    En este domingo, Jesús nos presenta el mal comportamiento y la corrección fraterna dentro de la comunidad cristiana, actitudes que van casi de la mano. Nos habla de una situación que no estamos ya acostumbrados a pensar, en el pecado, la ofensa que hacemos hacia el hermano y hacia Dios. Muy a menudo escuchamos que no tenemos pecado, por lo tanto creemos que todo lo hacemos bien, o nos justificamos para quitar de nosotros toda lacra que lleva consigo el mal.
    Pues el Maestro nos invita con este evangelio a que profundicemos en ello  y descubramos en nuestro interior las situaciones que nos llevan a experimentar el pecado.
    Como respuesta aparece en el texto evangélico la corrección fraterna, que la podemos entender como corregir aquello que esta torcido o viciado. Pero tenemos que considerar dos actitudes, la del que corrige y la del que es corregido, ambas están necesitadas de perdón y humildad: la una, para que a la luz del Espíritu pueda iluminar la corrección y no hacer daño a aquel que es corregido, ni hacerle sentirse humillado; la otra, la del que recibe la corrección, también debe de estar iluminada de humildad y acogida para aceptarla. Aquí tenemos que recordar las palabras de Jesús: ¿Cómo pretendes sacar la mota del ojo del tu hermano, teniendo una viga en el tuyo? El corregido puede rechazar la corrección por falta de humildad propia o del que corrige. Por ambas partes se necesita un grado de madurez humana no fácil de alcanzar.
    El camino que nos ofrece Jesús ante esas situaciones la encontramos en la última parte del Evangelio, la oración ante Dios y la responsabilidad mutua. Por lo tanto, el Maestro nos pide que estemos unidos a Él por la oración y sobre todo que seamos capaces de ser corresponsables los unos para con los otros desde la caridad y la cercanía, desde ahí podremos hacer presente a Jesucristo en medio de nuestro mundo.