DOMINGO XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO -A-


Lectura del profeta Isaías 5,1‑7
La viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel

Voy a cantar en nombre de mi amigo un canto de amor a su viña. Mi amigo tenía una viña en fértil collado. La entrecavó, la descantó, y plantó buenas cepas; construyó en medio una atalaya y cavó un lagar. Y esperó que diese uvas, pero dio agrazones. Pues ahora, habitantes de Jerusalén, hombres de Judá, por favor, sed jueces entre mí y mi viña. ¿Qué más cabía hacer por mi viña que yo no lo haya hecho? ¿Por qué, esperando que diera uvas, dio agrazones? Pues ahora os diré a vosotros lo que voy a hacer con mi viña: quitar su valla para que sirva de pasto, derruir su tapia para que la pisoteen. La dejaré arrasada: no la podarán ni la escardarán, crecerán zarzas y cardos; prohibiré a las nubes que lluevan sobre ella.
La viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel; son los hombres de Judá su plantel preferido. Esperó de ellos derecho, y ahí tenéis: asesinatos; esperó justicia, y ahí tenéis: lamentos.
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

“LAS UVAS AMARGAS DE LA INSATISFACCIÓN”

            El profeta Isaías intenta hacer una especie de retrato del pueblo de Israel y pone dos focos de atención: su amigo, que representa a Yavé ilusionado con su huerto y dispuesto a hacer y emplear en él todo lo que tiene y sus mejores esfuerzos. El otro foco de interés es el huerto, la viña, que representa al pueblo de Israel, dispuesta para recibir todo lo que le den, creyéndose merecedora de todos los mimos que se le hagan, exigiendo sus derechos, pero no reconociendo ni uno solo de sus deberes.
            El tema fundamental es exponer todo el amor y la ilusión que su amigo tiene con su viña, pero ante la respuesta que ésta le está teniendo, invita a que los mismos israelitas  sean los jueces y digan qué harían ellos si se encontraran con esa situación: les expone todo lo que está haciendo: La entrecavó, la descantó, y plantó buenas cepas; construyó en medio una atalaya y cavó un lagar…” Sin embargo, ante esta actitud de entrega, de ilusión, la viña está respondiendo así: “esperó que diese uvas, pero dio agrazones”
            Si nos damos cuenta, el escenario es el mismo que el que se presenta en el capítulo tres del Génesis: Dios ha soñado con que el hombre sea feliz, le ha dado todo lo creado, que es hermoso y espera que el hombre se comporte a  semejanza de Dios, pero la respuesta es negativa. Ahora es la misma cosa y el pueblo tendrá que cargar con las consecuencias: va a dejar que el pueblo cargue con lo que ha querido “voy quitar su valla para que sirva de pasto, derruiré su tapia para que la pisoteen. La dejaré arrasada: no la podarán ni la escardarán, crecerán zarzas y cardos; prohibiré a las nubes que lluevan sobre ella”.
            La historia sigue repitiéndose, porque Dios sigue siendo justo y jamás va a obligar al hombre a aceptar algo que no quiera, siempre lo ha hecho, respetando sus decisiones, pero, eso sí: la responsabilidad está en el hombre de cargar con las consecuencias del uso que hace de su libertad.
            ¿A quién podrá el hombre actual acusar por la deriva que ha tomado de quitar al Dios de 

 Lectura de la carta del apóstol S. Pablo a los Filipenses 4,6‑9
Poned esto por obra, y el Dios de la paz estará con vosotros.

Hermanos: Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y súplica con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Finalmente, hermanos, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta. Y lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis y visteis en mí, ponedlo por obra. Y el Dios de la paz estará con vosotros.
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

“LA FUENTE DE LA INSATISFACCIÓN”

            Las palabras de S. Pablo a los filipenses parecen dichas expresamente para cada uno de los que hoy componemos nuestras comunidades del s. XXI: el ritmo de vida en que nos hemos metido, la gran cantidad de cosas que suceden sin que nosotros podamos controlar, llegan a desbordarnos de tal manera, que al final no sabemos a qué responder y cada día nos vamos a la cama con la sensación de no haber hecho nada o de no haber alcanzado a todo lo que deberíamos haber hecho, y empiezan a acumularse cosas que  van horadando nuestro ánimo, hasta que caemos en una especie de depresión diciendo que no podemos seguir el ritmo que hemos establecido.
            Esa situación que nos hemos creado, es una de las causas más frecuentes de la perdida de la paz interior y hasta de las depresiones en las que caemos, pues no tenemos tiempo para nada y siempre vamos corriendo y llegando tarde a todas partes.
            Éste no es exactamente el caso de los Filipenses, pues ellos no tenían el ritmo trepidante nuestro, pero sí algo parecido: las preocupaciones de la vida les hacían olvidar lo principal y perder la paz y hasta el horizonte. Frente a este obstáculo les invita a mirar siempre el referente que les va a orientar en el camino: “poned vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Finalmente, hermanos, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta.” Y teniendo esto como norma de la vida, podemos estar seguros que la Paz estará siempre como la luz que ilumina nuestro ser.
            Si nos detenemos a pensar, fácilmente nos daremos cuenta que el vacío de nuestras vidas, la sensación de insatisfacción, la tristeza… que muchas veces se apodera de nosotros, no es sino por haber perdido de vista lo que es esencial y habernos ido detrás del anzuelo que nos han puesto, al que queremos coger y nunca llegamos a poseerlo, con el agravante de que cuando lo alcanzamos y mordemos, nos sentimos atrapados e incapacitados para poder hacer otra cosa en la que soñamos y ansiamos, aunque la sentimos como algo de primera necesidad, pero la vemos como   imposible de conseguir.


Lectura del santo evangelio según S. Mateo  21,33‑43
Arrendará la viña a otros labradores

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los senadores del pueblo: "Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose: "Tendrán respeto a mi hijo." Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: "Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia." Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?" Le contestaron: "Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos." Y Jesús les dice: "¿No habéis leído nunca en la Escritura: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"? Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos."
Palabra del Señor

REFLEXIÓN

“LA HISTORIA DE LA VIÑA”

                Jesús, -lo mismo que en otro momento hizo Isaías-  viendo la actitud que tiene el pueblo y la situación a la que están llegando, de perdida total del sentido de la vida, de la capacidad de reconocimiento de todo lo que Dios está haciendo por él y por la actitud falsa de seguridad que se han montado,  considerándose con derecho a exigirle a Dios que les cuide.
            Jesús retoma la parábola de Isaías en la que cambia algunos elementos a la vista de lo que está ocurriendo, que no son sino la nueva situación a la que están llegando: En Isaías, el dueño de la viña volvió y constató que no había uvas, sino agrazones; ahora resulta que son los arrendatarios de la viña, los encargados de cuidarla, los que se han corrompido, se están engordando a costillas de la viña y cuando llega el dueño a pedirles cuentas,  se rebelan contra él, lo expulsan y lo matan.
            Jesús hace una inflexión en la narración e involucra a todos los dirigentes del pueblo: Estos “arrendatarios” son los encargados de cuidar de la fe del pueblo, de la política, de la economía, de la seguridad,, del orden, de la paz, de la justicia, de la estabilidad… pero han llevado la “viña” al caos total y a la perdida de toda esperanza.
Termina preguntando al pueblo: “¿Qué os parece? cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?" y la gente le da la respuesta: “Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos.”
            Lógicamente, cuando terminó el discurso, los sumos sacerdotes y los fariseos quisieron echarle mano, pero no se atrevieron porque tuvieron miedo del pueblo.
            Es imposible no encontrar el paralelismo entre la situación con la que se enfrenta Jesús y la que vivimos actualmente; tan solo hay algo que difiere entre aquello y esto: allí lo tenían muy claro: “Hay que llamar a otros labradores”, pero ahora resulta que los labradores han aprendido todos en la misma escuela de corrupción  y, entonces, ¿a quiénes se entregaría la viña?
            Por otro lado, estamos viendo que la misma viña ha hecho causa común con los distintos labradores, perdiendo la capacidad de ver la VERDAD  despojada de intereses, de tal forma que cuando los dirigentes se separan de la JUSTICIA, sea la misma viña la que los juzgue y los expulse.
            Cuando se pierde la referencia de la VOLUNTAD de DIOS, (el dueño de la viña)  en el ejercicio del derecho y de la paz, todo queda a la deriva y se convierte en erial y pasto de las fieras. La historia es el mejor de los testigos.

DOMINGO XXVI DEL T. ORDINARIO -A-

Lectura del profeta Ezequiel 18,25‑28
Cuando el malvado se convierte de su maldad, salva su vida

Así dice el Señor: "Comentáis: "No es justo el proceder del Señor." Escuchad, casa de Israel: ¿es injusto mi proceder?, ¿o no es vuestro proceder el que es injusto? Cuando el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y muere, muere por la maldad que cometió. Y cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo y practica el derecho y la justicia, él mismo salva su vida. Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá."
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

“CADA UNO RESPONDE DE SUS HECHOS”  
            El texto de Ezequiel presenta un tema muy importante que en su tiempo revestía unas características muy distintas a las actuales, pero que, a pesar de las distancia en el tiempo y en la situación, sigue repitiéndose la misma cantinela y teniendo la misma sensación.
            El tema es la responsabilidad personal y colectiva, que cuando no se quiere asumir, le colgamos a Dios las culpas de aquello que dejamos de hacer.
            En tiempos de Ezequiel, el individuo pertenecía desde su nacimiento hasta su muerte al clan donde nacía y estaba obligado, bajo pena de muerte, a acatar las normas y directrices que daba el jefe del grupo, por tanto, su libertad estaba completamente anulada, y cuando las cosas no iban bien, el individuo culpaba a Dios de lo que ocurría.
            Cuando Dios tenía que dirigirse a alguien, lo hacía al jefe del grupo, que era también el que representaba a Dios y en nombre de Él, establecía las normas, sin posible arreglo o interpretación.
            La conciencia personal quedaba al margen del cumplimiento estricto exterior de las normas y de la ley; ésta obligaba y sometía al individuo a una observancia exterior, por eso, la autoridad, a la hora de juzgar, miraba solo la acción, pero jamás entraba en la conciencia del individuo, es decir: solo se miraba el pecado, pero no al pecador ni a su situación vital.
            Ezequiel se enfrenta al tema y sostiene que no se puede mantener esa situación de división en la persona, pues hay una relación entre el hecho y la situación vital del que lo hace, es decir: el que comete un acto es responsable de lo que ha hecho, de ahí recuperan sentido las palabras del Dt. 30,19, en donde se dice que va a depender todo en la vida, de la elección que hayamos hecho: “elige la vida y vivirás tú y toda tu descendencia…elige la muerte y morirás…”
            Por eso, Ezequiel rompe la mentalidad exculpadora y sostiene: “Cuando el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y muere,…cuando el malvado se convierte de la maldad y practica el derecho y la justicia, él mismo salva su vida.." independientemente de la responsabilidad del jefe.
            Por tanto, no podemos eludir nuestra responsabilidad y colgarle a Dios ni a nadie, lo que nos corresponde a cada uno, creyendo que son los legisladores los que interpretan la voluntad de Dios y establecen la JUSTICIA, pues  no podemos confundir la “Legalidad” con la JUSTICIA, ya que las leyes, desgraciadamente, no tienen como referente la JUSTICIA, sino los intereses particulares.


Salmo responsorial: 24
Recuerda, Señor, que tu misericordia es eterna.
Señor, enséñame tus caminos, /
instrúyeme en tus sendas: /
 haz que camine con lealtad; /
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador, /
y todo el día te estoy esperando.
Recuerda, Señor, que tu misericordia es eterna.
Recuerda, Señor, que tu ternura /
y tu misericordia son eternas; /
 no te acuerdes de los pecados /
ni de las maldades de mi juventud; /
acuérdate de mí con misericordia, /
por tu bondad, Señor.
Recuerda, Señor, que tu misericordia es eterna.
El Señor es bueno y es recto, /
y enseña el camino a los pecadores; /
hace caminar a los humildes con rectitud, /
enseña su camino a los humildes.
Recuerda, Señor, que tu misericordia es eterna.

Lectura de la carta del apóstol S. Pablo a los Filipenses 2,1‑11
Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús

Hermanos: Si queréis darme el consuelo de Cristo y aliviarme con vuestro amor, si nos une el mismo Espíritu y tenéis entrañas compasivas, dadme esta gran alegría: manteneos unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir. No obréis por rivalidad ni por ostentación, dejaos guiar por la humildad y considerad siempre superiores a los demás. No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todo el interés de los demás. Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús.
[Él, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el "Nombre‑sobre‑todo‑nombre"; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.]
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

“SER COHERENTES HASTA LA MUERTE 
            S. Pablo enfrenta el mismo problema que Ezequiel e invita a la comunidad de Filipos a dar un paso adelante: no aceptando el ser unos autómatas que cumplen al pie de la letra las leyes establecidas; invitándoles a que se liberen de la norma impuesta y que a lo que hacen, le metan su razón, su sentido y su impronta personal, no porque los obligue una ley, sino porque les nace de lo más profundo del corazón: “Tened los sentimientos que corresponden a quienes están unidos a Cristo Jesús” No se trata, pues de NO CUMPLIR LAS LEYES, sino de hacerlo desde dentro.
            El tema lo ha planteado también Jesús, como la única forma de romper la esclavitud: no son las cadenas de hierro las que hacen esclavos, sino las del corazón y de la mente que imposibilitan al hombre para ver hasta lo que físicamente lo esclaviza. No perdamos de vista la parábola de los talentos que contaba Jesús, en la que responsabiliza a cada uno de todo lo que ha hecho con la riqueza que se le ha dado.
            Pablo pone como ejemplo al mismo Cristo que, siendo Dios, ha tomado la decisión de no hacer uso de su posibilidad, no solo con respecto a su persona, sino que a ésta, la pone al servicio de la salvación de todos los hombres: Él mismo, que no ha cometido pecado, ha decidido cargar con el pecado de todos y expiar con su propia vida.
            Cristo se ha establecido como el máximo referente de responsabilidad colectiva: se ha hecho justificación para todos y nos invita a seguir sus pasos.


Lectura del santo evangelio según S. Mateo  21,28‑32
Recapacitó y fue

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: "¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acerco al primero y le dijo: "Hijo, ve hoy a trabajar en la viña." Él le contestó: "No quiero." Pero después recapacitó y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: "Voy, señor." Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?" Contestaron: "El primero." Jesús les dijo: "Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le creísteis."
Palabra del Señor

REFLEXIÓN

“EL CORAZÓN POR ENCIMA DE LA NORMA IMPUESTA  
            Jesús enfrenta ante los sacerdotes y los ancianos del pueblo la postura hipócrita que se sostiene, aparentando una imagen perfecta externa, mientras el corazón podrido va por otro lado.
            Los deja al descubierto con la parábola de los dos hijos que responden al padre, con las dos posturas típicas: la del que da una apariencia perfecta de corrección, de educación, de escucha… pero se da la media vuelta y no hace nada de lo que ha dicho; ha dejado una imagen perfecta, que es lo único que interesa, cosa que la ley lo proporciona  extraordinariamente, pero con su corazón va por otro lado..
            La otra postura es la del hijo a quien la imagen le importa un bledo: delante del padre queda hecho un desgraciado, pero después recapacita, se arrepiente y cambia su vida, sin importarle rectificar lo que había hecho: su imagen queda por los suelos.
            La pregunta que les lanza Jesús, les hace ver que la verdad no está en la imagen bonita que se ha dado, sino en el cambio que se ha producido en el corazón, cosa que ellos no han hecho ni aceptan.
            No ha sido la ley la que ha hecho cambiar a este tipo, sino el corazón, que le ha hecho reconocer en quien da la norma no a un amo, sino a un padre que lo quiere y, entonces, ve en la ley no la norma de un patrono que lo esclaviza, sino a un padre que lo orienta,  porque quiere que su hijo sea feliz.
            Este es el principio básico de la libertad, que nos lleva a entender que por encima de las leyes está el amor y, al mismo tiempo, nos ayuda a tener una capacidad crítica, para entender que una norma que atenta contra la libertad y la dignidad de una persona, no solo no se la debe respetar, sino que no debemos dejar que se establezca, porque el legislador que la impone, no busca el bien de la sociedad, sino el suyo particular.

DOMINGO XXV TIEMPO ORDINARIO -A-


Lectura del profeta Isaías 55,6‑9
Mis planes no son vuestros planes

Buscad al Señor mientras se le encuentra, invocadlo mientras está cerca; que el malvado abandone su camino, y el criminal sus planes; que regrese al Señor, y él tendrá piedad, a nuestro Dios, que es rico en perdón. Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos ‑ oráculo del Señor ‑. Como el cielo es más alto que la tierra, mis caminos son más altos que los vuestros, mis planes, que vuestros planes.
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

“OBLIGAR A DIOS  A ENTREAR POR MI ARO”
            El pueblo ha vuelto del destierro; están cargados de una experiencia muy amarga y han constatado en su propia carne lo que acarrea el separarse del camino de Dios. El profeta invita a sacar la lección  y no olvidarla, pero, a que tomen conciencia de lo que supone vivir en la presencia del Señor comparado con su ausencia; pero pide que se den cuenta que no se puede hacer un dios a la medida de cada uno, para que le justifique su postura errada.
            El profeta invita a buscar a Dios, porque está cerca y se deja encontrar, cuando alguien lo busca de verdad, y no para acomodarlo y ponerlo a su gusto, sino todo lo contrario, pues Dios cuestiona constantemente la dirección que hemos tomado para no equivocarla, los planes que nos hacemos, para revisar si es que en algún momento no están en consonancia con los de Dios y para caminar siempre en su dirección.
            El hecho de que Dios esté cercano no quiere decir que sea condescendiente con el mal. Ha de quedar bien claro en todo momento que Dios es EL CAMINO y es LA VERDAD y no acepta ni tolera “Nuestras” veredas que nos apartan del camino, ni nuestras “verdades” que justifican y apañan nuestros negocios. Si lo hiciera, se opondría a si mismo, no sería Dios.
            Nuestros planes, nuestro caminar, nuestras ilusiones, nuestros triunfos, nuestros fracasos… quedan insertados y encajados dentro del plan de Dios, son partes de él mismo, (como el  1 es parte del 1000, pero no al contrario)
            Es el eterno problema que ya se encontró Isaías y que sigue en pie en nuestros días cuando cada uno de nosotros quiere una religión a la carta, un evangelio a su medida, y nos aparta de la comunidad, nos convierte en jueces de los demás y nos aísla en nuestro mundo fabricado a nuestra medida para que responda a nuestros intereses.

Salmo responsorial: 144
 
Cerca está el Señor de los que lo invocan.
Día tras día, te bendeciré /
y alabaré tu nombre por siempre jamás. /
Grande es el Señor, merece toda alabanza, /
es incalculable su grandeza.
Cerca está el Señor de los que lo invocan.
El Señor es clemente y misericordioso, /
lento a la cólera y rico en piedad; /
el Señor es bueno con todos, /
es cariñoso con todas sus criaturas.
Cerca está el Señor de los que lo invocan.
El Señor es justo en todos sus caminos, /
es bondadoso en todas sus acciones; /
cerca está el Señor de los que lo invocan, /
de los que lo invocan sinceramente.
Cerca está el Señor de los que lo invocan.

Lectura de la carta del apóstol S. Pablo a los Filipenses 1,20c‑24.27a
Para mí la vida es Cristo

Hermanos: Cristo será glorificado abiertamente en mi cuerpo, sea por mi vida o por mi muerte. Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir. Pero, si el vivir esta vida mortal me supone trabajo fructífero, no sé qué escoger. Me encuentro en ese dilema: por un lado, deseo partir para estar con Cristo, que es con mucho lo mejor; pero, por otro, quedarme en esta vida veo que es más necesario para vosotros. Lo importante es que vosotros llevéis una vida digna del Evangelio de Cristo.
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

“VIVIR EN COMUNIÓN CON CRISTO” 
            Pablo está pasándolo muy mal; se encuentra en la cárcel por causa del evangelio y desde allí escribe a la comunidad de Filipos desahogándose con ella y contándole su disposición: les cuenta cómo su encarcelamiento por el evangelio es lo que está dando lugar a que la noticia de Jesús llegue a sectores donde no llegaría de otra forma y esto está dando lugar a que se hable de Él, por lo que, en medio de su dolor, se alegra de que hayan ocurrido así las cosas y le da gracias a Dios.
            Se encuentra en un momento en que no sabe si lo condenarán a muerte o lo dejarán libre; él acepta lo que venga y lo tiene bien claro: si muere, se alegra, pues le llega lo mejor: se unirá a Cristo que es lo máximo que desea; si es que lo dejan libre, considera que ha de ser porque ellos lo necesitan y Dios quiere utilizarlo como instrumento para atender la necesidad que ellos tienen, pues él, vivo o muerto –eso es lo de menos- se siente del Señor y de una forma u otra va a ser lo mismo: su persona está puesta en manos de Dios: si vive es para Dios y si muere es para Dios, en la vida y en la muerte es de Dios, es su instrumento puesto en sus manos.
            Para Pablo, ambas situaciones que  las dos caras de la misma realidad no tienen sentido si no es en manos de Cristo que es quien realmente cuenta y para quien se vive y, por tanto, el que decide el modo y el estado de vida de su persona. El vivir o el morir es lo menos importante, lo que realmente importa es vivir en comunión con Dios.


 Lectura del santo evangelio según S. Mateo  20,1‑16
¿Vas a tener tú envidia porque soy bueno?

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: "El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: "Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido." Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: "¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?" Le respondieron: "Nadie nos ha contratado." Él les dijo: "Id también vosotros a mi viña." Cuando oscureció, el dueño de la viña dijo al capataz: "Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros." Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno.
Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: "Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno." Él replicó a uno de ellos: "Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia por que yo soy bueno?" Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos."
Palabra deL Señor

REFLEXIÓN

“MENDIGOS O PARÁSITOS”  
            Como venimos viendo, Jesús no dice expresamente cómo es el Reino de los cielos, ni qué es lo que hay que hacer para ganarlo, sino que va dando  pinceladas con ejemplos de la vida cotidiana que todos conocemos, con lo que podemos ir haciéndonos una idea.
            Hoy subraya algunos elementos: se trata de un campo que pertenece a un dueño y es un trabajo que hay que ir haciendo e implicándose en él; se dará una remuneración por la implicación que se tiene y, para esa remuneración, se han establecido los mínimos, pero los máximos están completamente en manos del dueño.
Hay una cosa muy clara: nadie va a quedar sin recompensa; no se va a medir la cantidad de lo hecho, sino la respuesta que se haya dado. Los moldes que se van a utilizar para la valoración, no son los de la justicia distributiva que utiliza el hombre, eso queda muy claro.
            La forma de actuar el dueño de la viña resulta muy extraña al modo de hacer de los hombres normales: Él no quiere que nadie se quede sin participar en el trabajo de su viña, es que es fundamental, pues alguien que no ha probado, no puede saber de qué retrata ni, por tanto, valorarlo,
            Es curioso ver que el dueño es extremadamente generoso, pero pide que todos se hayan implicado, aunque haya sido solo unos minutos.
            Sin embargo, en el ritmo de la narración estamos viendo todo el rato que contrasta enormemente con el modo de hacer de los seres humanos, incluso a la hora de tratar a los obreros, lo lógico hubiera sido pagarles de acuerdo a lo que han trabajado: nosotros pagaríamos de acuerdo a las horas que han echado o, de lo contrario, regalaríamos, con lo que tendríamos comprados a los obreros que, arrodillados, estarían dándonos las gracias eternamente, o –como hoy ocurre- con la cabeza levantada exigiéndonos, porque se creen con derecho a que se les dé lo que ellos no han trabajado, porque creen que vivir como parásitos es una forma de vida a la que tienen derecho ya que les trajeron a la vida sin pedirles permiso: esto que digo lo tenemos representado en un sector amplísimo de jóvenes y de mendigos que han perdido la dignidad. Y la sociedad que hemos montado los ha condenado a ser siempre esclavos que viven de rodillas.

DOMINGO XXIV TIEMPO ORDINARIO -A-


Perdona la ofensa a tu prójimo, y se te perdonarán los pecados cuando lo pidas

El furor y la cólera son odiosos; el pecador los posee. Del vengativo se vengará el Señor y llevará estrecha cuenta de sus culpas. Perdona la ofensa a tu prójimo, y se te perdonarán los pecados cuando lo pidas. ¿Cómo puede un hombre guardar rencor a otro y pedir la salud al Señor? No tiene compasión de su semejante, ¿y pide perdón de sus pecados? Si él, que es carne, conserva la ira, ¿quién expiará por sus pecados? Piensa en tu fin, y cesa en tu enojo; en la muerte y corrupción, y guarda los mandamientos.
Recuerda los mandamientos, y no te enojes con tu prójimo; la alianza del Señor, y perdona el error.
Palabra de Dios


REFLEXIÓN

           
“EL CONFLICTO DE LAS LEYES” 
            El texto del Eclesiástico nos presenta una situación que suele ser muy frecuente y aún más en los tiempos en que vivimos en los que estamos viendo cómo la ley se apaña de acuerdo a los intereses que predominan,  de tal forma que, con mucha tristeza y dolor vemos que no es a la JUSTICIA y a la VERDAD  a quienes se sirve, sino al poder.
            El autor del libro Ben Sira, ve por un lado todas las leyes que se encuentran en el Pentateuco,  pero ve cómo se juega con ellas y, entonces, distingue dos planos completamente distintos, aunque aparentemente son iguales: el plano de la justicia y la verdad, que es el plano de Dios y que, en definitiva es la última palabra y el destino supremo: ante Él no van a valer los cambalaches que hayamos montado, las estrategias legales que hayamos hecho  y que nos han permitido matar y salir a la calle  con la cabeza alta o robar millonadas sin tener que devolver un solo céntimo.
            Por otro lado se encuentra con la JUSTIC IA Y LA VERDAD, ante las que no habrá posibilidad de cambiar las cosas, aunque las leyes nos hayan absuelto y, a la hora de la verdad, nuestra astucia para burlar las leyes, será nuestra peor acusación. Por eso, el autor del libro invita a la sensatez:
                        “Si tienes el corazón lleno de rencor y estás ansiando la venganza, ¿qué esperas que haga Dios contigo? ¡¡Aunque las leyes te den la razón!!
                        “Si estás alimentando el rencor y no te compadeces de tus semejantes… ¿Qué esperas que hagan contigo? ¿Cómo se te puede ocurrir pedir misericordia para ti?
            El autor nos recuerda que aquí estamos de paso: “Piensa en tu fin, y cesa en tu enojo; en la muerte y corrupción, y guarda los mandamientos.”. Somos simples mortales y nos estamos jugando nuestro destino supremo, que es la Alianza que Dios ha hecho con nosotros; por tanto,  debemos pasar por alto todo lo que es  secundario y pasajero.
 

Salmo responsorial: 102

El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia.
Bendice, alma mía, al Señor, /
 y todo mi ser a su santo nombre. /
Bendice, alma mía, al Señor, /
y no olvides su beneficios. R.
 El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia.
Él perdona todas tus culpas /
y cura todas tus enfermedades; /
él rescata tu vida de la fosa /
y te colma de gracia y de ternura. R
El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia.
No está siempre acusando /
ni guarda rencor perpetuo; /
no nos trata como merecen nuestros pecados /
ni nos paga según nuestras culpas. R.
El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia.
Como se levanta el cielo sobre la tierra, /
se levanta su bondad sobre sus fieles; /
como dista el oriente del ocaso, /
así aleja de nosotros nuestros delitos. R
El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia.
.
 SEGUNDA LECTURA
 
Lectura de la carta del apóstol S. Pablo a los Romanos 14,7‑9
En la vida y en la muerte somos del Señor

Hermanos: Ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo. Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; en la vida y en la muerte somos del Señor. Para esto murió y resucitó Cristo: para ser Señor de vivos y muertos.
Palabra de Dios



REFLEXIÓN

“VIVIR SIN HORIZONTES”  
            Es muy común el que la gente se acomode en ideologías que las convierten en programas de vida, con el peligro de convertirse en Jueces intolerantes de los que no piensan como ellos; hoy lo estamos viendo a cada momento: entre las izquierdas y las derechas, entre nacionalistas y ciudadanos de a pie, entre religiosos, creyentes, ateos, agnósticos o de cualquier religión. Cada uno se levanta con su bandera diciendo que es el poseedor de la verdad absoluta y con el derecho a juzgar, insultar y hasta despreciar al otro, acusándose todos de intolerantes.
            Esto no es moda de ahora; ya en tiempos de S. Pablo ocurría lo mismo, revestido de otras formas, pero era el mismo problema de fondo: los más apegados a la tradición (los débiles) ponían su fe en no comer carnes, guardando un régimen estricto de ascetismo, en cambio,  los “progres” (los fuertes) saltaban por encima de cualquier norma y se quedaban tan tranquilos criticando a los otros. Ambos se acusaban de lo mismo y se condenaban por las mismas cosas. ¿Quién llevaba la razón? ¡¡Ninguno!! Pues a ambos les faltaba lo fundamental: la sensatez, el respeto, el amor, que están por encima de toda ley o norma.
            Y Pablo les recuerda algo que con frecuencia se olvida y nos hace creernos los más grandes e indispensables para que este mundo siga funcionando: “Ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo “ Es decir: Ninguno está aquí porque él lo haya determinado o elegido, sino porque ha sido invitado y Dios le hizo el gran regalo de poder gozar de esa invitación a la vida; lo único que debe hacer es ser feliz, haciendo que los demás también lo sean; si es que no entiende esto así y se dedica a amargarle la existencia a todos los que tiene a su alrededor, no es más que un pobre imbécil que se está haciendo indigno del regalo que le han dado.
            No vale la pena vivir de otra forma que no sea amando, pues es el único camino y la única forma de responder al regalo que se nos ha hecho y que conduce al destino supremo.
            Sin embargo, de todo esto nos olvidamos y nos amarramos a ridiculeces que nos achatan el horizonte.


Lectura del santo evangelio según S. Mateo  18,21‑35
No te digo que le perdones hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete

En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: "Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?" Jesús le contesta: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo." El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: "Págame lo que me debes." El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré." Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?" Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.
Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano."
Palabra del Señor


 REFLEXIÓN

“HASTA SETENTA VECES SIETE”

            Es muy probable que los apóstoles se hubieran enfrascado en algunas de sus discusiones y se metieran en el  problema moral de hasta qué punto es conveniente perdonar o castigar pues, si perdonamos, damos pie a que el infractor se tome la confianza y ande atropellando, ¡que más da, total, sabe que después va a ser perdonado…! por otro lado está la dignidad de la persona y “no me voy a rebajar a niveles que pueda el otro permitirse el lujo de pensar que yo me he sometido…” ¿Se puede dar el perdón gratuito o se ha de exigir  un compromiso?
            La conversación tuvo que ponerse al rojo vivo para que Pedro se acercara a Jesús para pedirle que aclararse el asunto. No sé si Pedro se quedó convencido de la respuesta de Jesús, pero lo que sí estoy seguro es que tuvo que quedarse desconcertado y chorreando –como solemos decir- pues a su generosidad de darle la oportunidad  7 veces Jesús le contestó: Siempre y todo (setenta veces siete), es decir: hay que pasar la vida en actitud de perdón, perdonando siempre, de la misma manera que hay que hacer de la vida un acto de acción de gracias.
            El perdón no tiene un precio ni límites, no es algo selectivo, ni es algo fuera de lo corriente; para alguien que cree en Jesús y se siente hijo de Dios es algo connatural, pues mi Padre Dios es así: Él hace salir el sol para buenos y para malos y manda la lluvia sobre justos e injustos (Mt. 5,45) y es bueno con todos” (Lc. 6,35)
            Si Dios es así y yo me siento hijo suyo, no puedo ser diferente a mi Padre.
            Ciertamente, no es nada fácil lo que Cristo está proponiendo, pero es completamente lógico, y por eso propone la parábola para que se pueda ver escenificado: el que había sido perdonado, lo fue de una deuda imposible de pagar, ascendía a diez veces el presupuesto nacional con que contaba Herodes, en cambio el otro compañero le estaba debiendo el sueldo de un día.
            Tampoco Dios se ha puesto a pensar que nos podemos tomar la confianza y estaremos saltándonos todo a la torera y atropellando, ni que se ha rebajado y ha perdido su dignidad: Él ha dado el primer paso, así es que no nos debemos preocupar, ya está dado, no somos los primeros ni tenemos que rebajarnos ante nadie, ya lo ha hecho Él.
            Todos nos quedamos asombrados ante ejemplos, que esporádicamente salen a la luz, de personas que han sido capaces de perdonar una fuerte agresión que se les ha hecho y se les pone como modelos de heroísmo, pero eso  es ser cristiano, es haber aprendido a rezar el Padrenuestro y comprenderlo; lo que no se puede permitir ni encajar dentro del ser cristiano, son los apaños que hemos hecho, de tal manera que podemos seguir llamándonos discípulos de Jesús negándonos a perdonar. Si hacemos esto le estamos pidiendo a Dios que Él haga lo mismo que hacemos nosotros.
            Alguien escribía por ahí: el infierno es el lugar donde no se perdona, por tanto, es obra de los hombres; esto se ve claro cuando nos encontramos pueblos o familias en donde se guarda el rencor por generaciones y en lugar del perdón ponen la venganza. Cuando nos encontramos con situaciones de estas, automáticamente decimos: “esto es un infierno”.