Lectura del Profeta Isaías 63, 16b‑17; 64, 1. 3b‑8.
Tú,
Señor, eres nuestro padre, tu nombre de siempre es *nuestro redentor+.
Señor, )por qué nos extravías de tus
caminos y endureces nuestro corazón para que no te tema?
Vuélvete
por amor a tus siervos y a las tribus de tu heredad.
(Ojalá rasgases el cielo y
bajases, derritiendo los montes con tu presencia!
Bajaste y los montes se
derritieron con tu presencia. Jamás oído oyó ni ojo vio un Dios, fuera de ti,
que hiciera tanto por el que espera en él.
Sales
al encuentro del que practica la justicia y se acuerda de tus caminos.
Estabas airado y nosotros
fracasamos: aparta nuestras culpas y seremos salvos.
Todos
éramos impuros, nuestra justicia era un paño manchado; todos nos marchitábamos
como follaje, nuestras culpas nos arrebataban como el viento.
Nadie invocaba tu nombre ni se
esforzaba por aferrarse a ti; pues nos ocultabas tu rostro y nos entregabas al
poder de nuestra culpa. Y, sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre, nosotros
la arcilla y tú el alfarero: somos todos obra de tu mano.
No
te excedas en la ira, Señor, no recuerdes siempre nuestra culpa: mira que somos
tu pueblo.
Palabra de Dios
DEJARSE MOLDEAR POR
DIOS
El profeta Isaías ante la
desolación en la que se encuentra su pueblo, se dirige a Dios con una súplica,
pidiéndole que ponga su mano y cambie el corazón de los hombres que se han
ofuscado, confundiéndolo todo y apartándose de Dios:
“)Por qué nos extravías de tus caminos y endureces
nuestro corazón para que no te tema?”
Termina el profeta
expresándole a Dios su deseo ardiente de un cambio radical fruto de una
conversión sincera:
“¡Ojalá rasgases el cielo y bajases!”
La misma plegaria se
suscita hoy al contemplar la realidad de nuestro pueblo, de modo que podríamos
traducir al profeta Isaías diciendo:
“Señor,
Tú eres nuestro Padre y siempre te hemos invocado así; ¿Cómo es posible que
hayamos llegado a esta situación de avergonzarnos de ti, de tener reparos en
invocar tu nombre? ¿Cómo has dejado que lleguemos al extremo de la estupidez de
creernos autosuficientes y convencernos de que no solo no te necesitamos, sino
que nos estorbas. ¡Ojalá ese reino que invocamos que venga, cuando rezamos el
Padrenuestro, llegase hoy mismo y acabe para siempre el odio, la corrupción, la
avaricia, el hambre, la desolación, la injusticia, la degradación de la
persona. Señor, tú eres nuestro Padre, tú eres nuestro alfarero, nosotros somos
la arcilla; no dejes que se nos seque el corazón de forma que no permitamos que
nos moldees”.
Salmo
responsorial Sal 79, 2ac y 3b. 15‑16.
18‑19
V/. Señor, Dios nuestro,
restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
V/. Pastor de Israel, escucha,
tú que te sientas sobre
querubines, resplandece.
Despierta tu poder y ven a
salvarnos.
R/. Señor, Dios nuestro, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve
V/. Dios de los ejércitos,
vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña,
la cepa que tu diestra plantó
y que tú hiciste vigorosa.
R/. Señor, Dios nuestro, restáuranos, que brille tu rostro y nos
salve.
V/. Que tu mano proteja a tu
escogido,
al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti; danos
vida,
para que invoquemos tu nombre.
R/. Señor, Dios nuestro, restáuranos, que brille tu rostro y nos
salve.
Lectura
de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 1, 3‑9
Hermanos:
La gracia y la paz de parte de
Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con vosotros.
En mi Acción de Gracias a Dios
os tengo siempre presentes, por la gracia que Dios os ha dado en Cristo Jesús.
Pues por él habéis sido enriquecidos en todo:
en el hablar y en el saber; porque en vosotros se ha probado el testimonio de
Cristo.
De hecho, no carecéis de ningún
don, vosotros que aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.
El os mantendrá firmes hasta el
final, para que no tengan de qué acusaros en el tribunal de Jesucristo Señor
Nuestro.
Dios os llamó a participar en la
vida de su Hijo, Jesucristo Señor Nuestro. (Y El es fiel!
Palabra de Dios
LA
CERTEZA DE LA FIDELIDAD DE DIOS
Hasta su venida, el
mundo ha venido caminando en esperanza buscando los rastros que Dios le ha ido
dejando y descubriéndolo en la misma historia del pueblo de Israel; esto les
hace sentir la necesidad de dar gracias a Dios por su presencia salvadora, pero
toda esa esperanza y expectativas han tenido ya su realización plena con la
venida de Jesús, que ha hecho realidad todo lo que Dios había venido
prometiendo; ahora ha llegado el momento de la manifestación suprema de Dios
que se ha hecho hombre y se ha quedado a vivir a nuestro lado, compartiendo
nuestra vida y nuestra historia, Jesucristo nuestro Señor que nos invita, no ya
a seguir viviendo en una “esperanza” de que se cumplan unas promesas, sino en
una realidad completamente nueva, en la que Él se ha quedado para sostenernos y
nos mantengamos firmes en la fe y en el testimonio.
La misma fidelidad que Dios ha demostrado
en la historia, sigue manteniéndola hasta el final de los tiempos.
Aleluya,
aleluya.
Muéstranos, Señor, tu
misericordia y danos tu salvación.
Aleluya.
Lectura
del santo Evangelio según San Marcos
13, 33‑37.
En
aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
CMirad, vigilad: pues no sabéis
cuándo es el momento.
Es igual que un hombre que se
fue de viaje, y dejó su casa y dio a cada uno de sus criados su tarea,
encargando al portero que velara.
Velad entonces, pues no sabéis
cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto
del gallo, o al amanecer: no sea que venga inesperadamente y os encuentre
dormidos.
Lo
que os digo a vosotros, lo digo a todos: (velad!
Palabra del Señor
Jesús ha venido a
establecer el reino de Dios: el reinado de la verdad, de la justicia, del amor,
de la paz, de la libertad y de la
fraternidad. Él es el exponente y el signo más claro y evidente de la presencia
de este reino que inaugura una nueva realidad; esto ya es irreversible y
nuestra postura ha de ser la de ir cambiando actitudes, esquemas de vida,
pensamientos y formas de vida ancladas
en esquemas de violencia, de odio, de egoísmo, de corrupción… para instalarnos
en un orden nuevo dirigido a la construcción de la justicia, de la paz, de la
verdad.
En
este nuevo orden de cosas y actitudes, el tiempo cuenta como un gran valor: ya
no tiene sentido perderlo en algo que no nos lleva a ningún sitio y se está
convirtiendo en obstáculo que impide que el proceso camine, pues todo va
dirigido hacia su fin y ya no hay vuelta
atrás; lo que dejas pasar hoy ya no vuelve más y no hay posibilidad de volver
atrás y repetir el día y el tiempo que hemos desaprovechado.
Jesús
lo advierte para todos, no solo para sus amigos y seguidores, sino para todos
los hombres de todos los tiempos y lugares: “Lo que os digo a vosotros,
lo digo a todos: (velad!”, es una llamada a dejar la insensatez en la
que nos hemos metido y que lo ha llenado todo, haciéndonos creer que lo natural
es contrario a la felicidad o que el BIEN es un estorbo para la libertad y el
MAL es la manifestación suprema de ella.
Este grito de “Velad” es una llamada
a despertarnos del sistema en el que nos hemos metido que nos impide seguir
caminando y nos cierra en unos esquemas egoístas con los que nos ubicamos en el
centro de todo y nos creemos únicos en el universo, convirtiéndonos en unos
eternos acomplejados que creemos que todo va en contra nuestra y llegamos a no
fiarnos ni de nosotros mismos, convirtiendo este mundo en un lugar
inhabitable.