DOMINGO XXIII TIEMPO ORDINARIO -A-





Lectura del profeta Ezequiel 33,7‑9
 Si no hablas al malvado, te pediré cuenta de su sangre
Así dice el Señor: "A ti, hijo de Adán, te he puesto de atalaya en la casa de Israel; cuando escuches palabra de mi boca, les darás la alarma de mi parte. Si yo digo al malvado: "¡Malvado, eres reo de muerte!", y tú no hablas, poniendo en guardia al malvado para que cambie de conducta, el malvado morirá por su culpa, pero a ti te pediré cuenta de su sangre; pero si tú pones en guardia al malvado para que cambie de conducta, si no cambia de conducta, él morirá por su culpa, pero tú has salvado la vida."
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

“NO QUIERO SER CÓMPLICE DE MUERTE”

         El pueblo ha cometido sus errores y le ha costado la destrucción y la caída en manos de Nabucodonosor. En esta situación de hundimiento, el profeta Exequiel levanta la voz invitando a  la esperanza y anunciando un nuevo movimiento de restauración nacional, pero esta vez Dios va a utilizar una nueva estrategia: lo ha colocado como vigía (atalaya) para que otee el horizonte, observe los signos que se van dando de muerte y destrucción o de vida y se los comunique al pueblo para que cambie de conducta y de esa manera cada uno se va a convertir en responsable de su propio destino, pero él tendrá que decírselo, porque de lo contrario, sobre él caerá la culpa de la sangre del otro, es decir, cada uno se convertirá en cuidador de su hermano.
            La salvación o la perdición se convierten en asunto de todos y no es cuestión privada, aunque eso tampoco exime a cada uno de su culpa, pero se le pedirán cuentas a aquellos que pudieron advertir y no lo hicieron.
            Ante esta situación resuenan en mis oídos las palabras que le escuché a un joven decir a su padre: “¡Déjame en paz, no te metas en mi vida!” o la expresión contraria que constantemente escuchamos decir a muchos padres con respecto a sus hijos: “Ya es mayor, yo no puedo meterme en su vida”, o también: “Tengo que respetar su conciencia y no puedo decirle nada…”.
            Ambas expresiones, por una y otra parte son un grave error, pues el padre no puede dejar que su hijo se estrelle, por mucho que le pida que lo deje en paz, aunque el hijo decida estrellarse y lo haga, pero el padre con su dejación se convierte en cómplice.
            La otra postura es una dejación total de la obligación que un padre, una madre, un amigo… o quien sea,  tiene de ser “vigía”, anunciador del peligro para evitarlo, aunque el otro no quiera escucharlo y me insulte por meterme en su vida: “si tú no hablas, poniendo en guardia al malvado para que cambie de conducta, el malvado morirá por su culpa, pero a ti te pediré cuenta de su sangre”.
            Y la última consideración que me planteo es la siguiente: ¿qué ocurrirá cuando el mismo malvado me invita a hacer el mal y no solo no le advierto del peligro, sino que me uno a él, sabiendo que eso puede traer unas consecuencias tremendas no solo para  los dos, sino para mucha gente?
            Es en este sentido en el que me planteo siempre la misma cuestión: ¿Qué juicio hará de nosotros la próxima generación cuando vea la complicidad que hemos tenido todos en destruir  la vida y establecer la muerte como sistema?
            La pregunta no puede quedar en el aire sin solución, porque la tiene: yo no me  callaré, también escucharé. Pero no me quiero hacer cómplice de la muerte de nada ni de nadie.


Salmo responsorial: 94

Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: "No endurezcáis vuestro corazón."
Venid, aclamemos al Señor, /
demos vítores a la Roca que nos salva; /
entremos a su presencia dándole gracias, /
aclamándolo con cantos. R.
Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: "No endurezcáis vuestro corazón."
Entrad, postrémonos por tierra, /
bendiciendo al Señor, creador nuestro. /
Porque él es nuestro Dios, /
y nosotros su pueblo, /
el rebaño que él guía. R.
Ojala escuchéis hoy la voz del Señor: "No endurezcáis vuestro corazón."
Ojala escuchéis hoy su voz: /
"No endurezcáis el corazón como en Meribá, /
como el día de Masá en el desierto; /
cuando vuestros padres me pusieron a prueba /
y me tentaron, aunque habían visto mis obras." R.
Ojala escuchéis hoy la voz del Señor: "No endurezcáis vuestro corazón."


Lectura de la carta del apóstol S. Pablo a los Romanos 13,8‑10
Amar es cumplir la ley entera
 
Hermanos: A nadie le debáis nada, más que amor; porque el que ama a su prójimo tiene cumplido el resto de la ley. De hecho, el "no cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no envidiarás" y los demás mandamientos que haya, se resumen es esta frase: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." Uno que ama a su prójimo no le hace daño; por eso amar es cumplir la ley entera.
Palabra de Dios


REFLEXIÓN

¿SE PUEDE TOLERAR EL MAL?
            Ya en la carta a los Corintios  capítulo 13 Pablo ha hecho una descripción maravillosa del AMOR con todas las notas que lo distinguen; ahora pasa de la teoría a la práctica, podríamos decir que es la segunda parte del himno al Amor, o la conclusión para la vida práctica, de todo aquello que expuso en la carta a los Corintios.
            El amor ha sido el mandato único que Cristo ha dejado a los suyos, es la nota distintiva de todo cristiano, como el carnet de identidad. Para Pablo es como una deuda que contraemos el día de nuestro bautismo y que durante toda nuestra vida tenemos que ir pagando: fuimos liberados por puro amor y tenemos que devolver el mismo amor que hemos recibido.
            Aquí pueden entrar en conflicto dos  conceptos que hoy están muy de moda: el amor y la tolerancia. La pregunta que puede saltar a escena es la siguiente: una persona que ama ¿podrá tolerar el mal  y el daño que supone a un ser querido? O dicho de otra forma: ¿Es tolerable el mal?
            Quizás un ejemplo lo pueda aclarar: el padre piensa que el hijo debe probar muchas cosas para que “sepa” de lo que va todo y pueda tener una experiencia  personal de la vida, para que después él pueda ejercer su libertad… y le “tolera” que tome sus pequeñas dosis de droga, de alcohol, que haga sus pequeños hurtos, que diga sus mentiras y experimente otras cosas… ¿Será eso tolerancia? ¿Será eso ayudar a crecer en la libertad? ¿Será eso amar y respetar a una persona?
            Frente a esta forma de actuar y concebir la libertad y la vida, me suenan como en un eco las palabras de  Jesús: “¡Ay de aquel que escandalice (confunda) a uno de estos pequeños, más le valdría que le cuelguen una piedra de molino y lo arrojen al mar!”

Lectura del santo evangelio según S. Mateo  18,15‑20
Si te hace caso, has salvado a tu hermano
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano. Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.
Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos."
Palabra del Señor


REFLEXIÓN

¿PIRÓMANOS O BOMBEROS?
         Jesús se hace eco de la palabra de Ezequiel: la salvación o la condenación de mi hermano dependerá mucho de la actitud de amor que yo tenga hacia él y ese amor que a mí me distingue, no me puede dejar indiferente ante el hundimiento de mi hermano.
            Una forma de llevar a la práctica el mandato del amor que nos dejó y que expone S. Pablo en la 2ª lectura, es la forma de llevar a cabo la corrección fraterna.
            El texto que nos presenta la liturgia, es la continuación del discurso sobre la fraternidad, en donde Jesús expone su gran preocupación por los débiles, por los pequeños, por aquellos que no tienen fuerzas para caminar y necesitan de la ayuda de los otros, por los que se vienen abajo con gran facilidad, por eso, Jesús pide que todos se sientan solidarios con ellos, no para condenar, sino para ayudarles a salir adelante y fortalecerlos.
            El tema no es fácil y Jesús lo sabe, por eso podemos ver que en la misma forma de exponerlo hay un tono imperativo: “ve”, “repréndelo”, “llama a otro”… No son invitaciones, sino mandatos. No es algo fácil que sale con naturalidad, hay que hacerse violencia para llegar al otro, pero es que nos estamos jugando su vida.
Y Jesús propone una metodología o un camino de acercamiento, de cariño, de respeto… “acércate y hazle ver su equivocación…” Si se empecina, llévate un testigo, y si no os hace caso, decídselo a la comunidad y si no hace caso a la comunidad… quiere decir que él mismo se ha excluido: “considéralo como un gentil o un publicano”. El individuo rompe la comunión con la comunidad.
Ahora bien, frente a esa forma de llevar a la practica el mandamiento del amor, no nos queda más remedio que examinarnos para ver si es precisamente esa la formula que utilizamos, o si por el contrario el recorrido que hacemos es justamente todo lo contrario: cuando veo que el hermano está cometiendo un error, voy y se lo cuento al vecino, éste va y se lo cuenta aumentado a su otro vecino y éste otro hace lo mismo… al final, cuando el interesado se entera, de lo que inicialmente era una chispa, cuando el chisme llega a él es porque ya se ha levantado un incendio, de ahí que Jesús comparara al chismoso con un criminal  y dijera que el que así actúa merece el fuego eterno.

DOMINGO XXII TIEMPO ORDINARIO -A-




Lectura del profeta Jeremías 20,7‑9
La Palabra del Señor se volvió oprobio para mí

Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; me forzaste y me pudiste. Yo era el hazmerreír todo el día, todos se burlaban de mí. Siempre que hablo tengo que gritar: "Violencia", proclamando: "Destrucción". La palabra del Señor se volvió para mí oprobio y desprecio todo el día. Me dije: "No me acordaré de él, no hablaré más en su nombre"; pero ella era en mis entrañas fuego ardiente, encerrado en los huesos; intentaba contenerlo, y no podía.
Palabra de Dios
           

REFLEXIÓN

                        ¿POR QUIÉN ESTAMOS SEDUCIDOS? 

El profeta Jeremías se encuentra en una situación de fuerte conflicto: en su interior luchan tres grandes fuerzas que lo destrozan: el amor que tiene a Dios, siente que no lo puede traicionar ni decirle que no; por otro lado, está el amor que tiene a su pueblo, a su tierra, a su cultura…y que ve cómo se está deteriorando y viniéndose abajo todo; y por último, está la fuerza de su propia naturaleza que le dice que se resista, que no se enfrente con algo tan duro como lo que Dios le está pidiendo, que se desentienda y  no se meta en jaleos…eso le va a complicar la vida, le va a hacer quedar mal ante sus propios amigos, se va a convertir en un ser despreciado por los demás… Pero Jeremías siente que lo  que lleva dentro no lo puede contener, es superior a sus fuerzas, no se puede callar, porque si lo hace revienta, aunque  al mismo tiempo siente deseos de abandonar el camino, de decirle a Dios que no cuente con él…
Utiliza un termino muy fuerte: “Seducido” (una persona que se ha sentido fascinada por algo o por alguien, hasta el punto que no ha sido capaz de decirle que no y se ha entregado poniendo toda la carne en el asador y, a la hora de la verdad, se ha encontrado con que toda la ilusión se le vuelve en contra y no hay nadie ni nada que cambie esa situación: el camino de rosas que le fascinó, se le convirtió en espinas muy duras y amargas) Jeremías se ha sentido así.
Es la historia personal de cada uno de nosotros: cada uno tenemos una llamada que nos invita a hacer un proyecto de vida, en el que tengan prioridad los valores del reino que estableció Jesús; ese proyecto, entra en conflicto inmediatamente con el proyecto que tiene el mundo, y con las apetencias que tiene nuestro mismo cuerpo: por un lado tenemos nuestros propios ideales, que están de acuerdo con el proyecto que nos presenta Dios, pero por otro lado está el ambiente que nos invita a vivir, a estar bien con todos  y encontrar nuestro puesto, de acuerdo a la felicidad que ofrece el sistema y por otro lado, están nuestras apetencias corporales que no miran otra cosa que el pasárnoslo bien y complicarnos la vida cuanto menos mejor.
¿Qué hacer en medio de toda esta contraposición de fuerzas? El profeta optó al final por responderle a Dios antes que a las demás propuestas; Jesucristo hizo lo mismo, Pablo hizo así también y como él, todos los apóstoles y,  de la misma manera, han respondido millones de hombres y mujeres a través de toda la historia… En medio de esa historia de llamadas y respuestas también estoy yo, ¿Qué estoy haciendo?
¡Cuántos Jeremías se necesitan hoy día! ¡Cuántos hombres y mujeres que entiendan que en la vida hay cosas que no son negociables y, por tanto, no pueden entrar en ningún programa, siendo sustituías por otra cosa: la VERDAD, la JUSTICIA la PAZ… que entiendan que la fuerza de los sentimientos, de la razón,  de la presión social, de los intereses creados…no pueden desplazar esos grandes valores que son referentes absolutos.
            Sería hermoso que los medios de comunicación social se dejasen seducir por la VERDAD y se pusieran al servicio de ella y no de intereses particulares o partidistas. Que la política se dejase seducir por la JUSTICIA; que los maestros, los curas, los artistas… se dejasen seducir por el AMOR… aunque el camino se convirtiera en duras espinas, pero estoy seguro que el mundo se convertiría en un oasis de felicidad.

Salmo responsorial: 62

Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, /
mi alma está sedienta de ti; /
mi carne tiene ansia de ti, /
como tierra reseca, agostada, sin agua. R.
Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.

¡Cómo te contemplaba en el santuario /
viendo tu fuerza y tu gloria! /
Tu gracia vale más que la vida, /
te alabarán mis labios. R.
Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.

Toda mi vida te bendeciré /
y alzaré las manos invocándote. /
Me saciaré como de enjundia y de manteca, /
y mis labios te alabarán jubilosos. R.
Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.

Porque fuiste mi auxilio, /
y a la sombra de tus alas canto con júbilo; /
mi alma está unida a ti, /
y tu diestra me sostiene. R.
Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.


Lectura de la carta del apóstol S. Pablo a los Romanos 12,1‑2
 Presentad vuestros cuerpos como hostia viva

Os exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os ajustéis a este mundo, sino trasformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.
Palabra de Dios
 

REFLEXIÓN

            “UN CRISTIANO NO TIENE POSIBILIDAD DE OPTAR”
            S. Pablo insiste sobre el tema de dar la respuesta a la propuesta de Dios. Para él hay dos grandes propuestas en la vida para el hombre y para la iglesia:
1ª: La propuesta del mundo: establece como horizonte del hombre el dinero, al que le da la categoría de “dios” a quien te puedes entregar, fiarte y confiar de que te sacará de cualquier atolladero y con quien encontraras la felicidad y la seguridad: el dinero nos va a dar poder, riqueza, prestigio, fama  y nos va a abrir todas las puertas.
            El dinero ubica al hombre en el centro de la vida y hará que todo gire alrededor del hombre, que utiliza las personas y las cosas siempre en beneficio suyo y las personas y las cosas tendrán sentido en tanto en cuanto le sirven a sus intereses.
            El resultado final de esta opción es un mundo en guerra y en odio ya que el ser humano llega a considerar a todos los demás como sus verdaderos contrincantes y enemigos y se encierra en una soledad impresionante
2ª.- La otra propuesta es la de Jesús: en el horizonte del hombre pone el REINO y toda la vida, el sentido de la existencia del hombre y del mundo, se ponen en función del Reinado: de LA PAZ, el AMOR, la JUSTICIA,  la VERDAD, la LIBERTAD… entonces todas las cosas recuperan su sentido y su grandeza al ponerse en relación a un referente absoluto. El resultado final será un mundo en armonía, en fraternidad.
            Un cristiano, la iglesia, no tiene posibilidad de optar por otra cosa que no sea seguir el camino que ha trazado Jesucristo. Si opta por otro camino, no es cristiano y no es la iglesia de Jesús. Un cristiano no puede ser imparcial, necesariamente ha de estar ubicado siempre a favor del reino y en contra de todo lo que le agrede.
            S. Pablo exhorta a los cristianos de Roma a que no se lo piensen, pues un cristiano no tiene otra alternativa: o apuesta por la propuesta de Jesús o no tiene sentido nada de lo que hace. Pablo pide que presenten sus cuerpos como ofrenda viva por esta causa, es decir: que pongan su persona entera al servicio de esta causa, o si queremos, dicho con palabras de Jeremías: “dejarse seducir por la causa de Jesús y poner al servicio de ella con todo lo que se tiene”
Hoy en cambio, se están queriendo hacer algunas componendas, como la que escuché en una cadena de TV a un presidente decir: “Yo soy cristiano practicante, pero reconozco que en el mundo en que vivimos no podemos seguir estancados en unos principios judeo-cristianos para seguir haciendo política”. Es decir: no se puede seguir sosteniendo los DIEZ MANDAMIENTOS como principios básicos para la convivencia de los seres humanos. La pregunta que queda en el aire es la siguiente: si quitamos los  “diez mandamientos” ¿Qué ponemos que garantice la libertad y la dignidad de la persona? ¿Será tal vez el neoliberalismo económico el que apoye y sostenga la dignidad de la persona y su grandeza?


Lectura del santo evangelio según S. Mateo 16,21‑27
 El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo

En aquel tiempo, empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: "¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte." Jesús se volvió y dijo a Pedro: "Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios." Entonces dijo a sus discípulos: "El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta."
Palabra del Señor

REFLEXIÓN

                        ¿Y POR QUÉ NO,  EL CAMINO DE EN MEDIO?
            Las tres lecturas de hoy nos llevan a un enfrentamiento frontal: También Jesús nos vuelve a poner contra la espada y la pared: Pedro le ha querido convencer de que es un disparate lo que está queriendo hacer: oponerse al sistema que hay montado; de alguna manera le está diciendo a Jesús que es un disparate oponerse a lo establecido, que lo que hay que hacer es entrar por el aro… y Jesús considera esta actitud y estos consejos provenientes del mismo Satanás y le diceQuítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar;” y le da la alternativa: “Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará.”: Es decir: la pelea está entablada y, o te pones en un bando o te pones en el otro, o cargas con tu cruz y te vas con El o te pones en contra de Él, o te juegas la vida por su causa y ganas la vida eterna y un mundo en camino del reino de la paz y del amor, o te la juegas por tus intereses, por tus negocios… por la propuesta del mundo y te perderás el futuro glorioso al que estamos llamados. No hay otro camino.
            El problema nuestro es el mismo de Pedro: querer compaginar las dos cosas: coger la vía de en medio: ni algo tan radical como dice Jesús,  ni algo tan extremo como dice el mundo y entonces inventamos un sistema en el que puedan convivir la verdad con la mentira, la justicia con la injusticia, el odio con el amor, la paz con la guerra, la libertad con la esclavitud y vamos dando una de cal y otra de arena y así no quedamos mal con nadie, incluso llegamos a decir que “ A veces, lo mejor es enemigo de lo bueno” y nos hemos convertido en unos artista de la mentira, y lo disfrazamos todo según conviene y cuando esto ocurre, nos dedicamos a jugar con las palabras y hacemos que digan aquello que queríamos que dijeran, cuando en realidad se dijo otra cosa, y vamos vistiendo al lobo con la piel que conviene en el momento para que el rebaño no se asuste cuando en definitiva lo que se sostiene es la muerte.

DOMINGO XXI TIEMPO ORDINARIO -A-





Lectura del profeta  Isaías 22,19‑23
Colgaré de su hombro la llave del palacio de David

Así dice el Señor a Sobná, mayordomo de palacio: "Te echaré de tu puesto, te destituiré de tu cargo. Aquel día, llamaré a mi siervo, a Eliacín, hijo de Elcías: le vestiré tu túnica, le ceñiré tu banda, le daré tus poderes; será padre para los habitantes de Jerusalén, para el pueblo de Judá. Colgaré de su hombro la llave del palacio de David: lo que él abra nadie lo cerrará, lo que él cierre nadie lo abrirá. Lo hincaré como un clavo en sitio firme, dará un trono glorioso a la casa paterna."
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

                   “DIOS SE METE EN POLÍTICA”
         El pasaje del profeta Isaías nos presenta un caso de corrupción de un tipo contra el que arremete con fuerza.
            Se había dado lo que había anunciado el profeta: la victoria y la liberación de Jerusalén el año 701 a.C. En esa circunstancia, que es momento de reflexión, de toma de posturas firmes, de decidirse a levantar al país, resulta que hay gente como el mayordomo de la casa real, Sobná  que bajo la tapadera del trono está haciendo de las suyas, derrochando el dinero público: está queriendo hacerse un mausoleo subterráneo en lo alto de un monte. Salta a flote la corrupción.
Es curioso ver cómo la historia se repite y la gente sigue haciendo siempre las mismas cosas: delirios de grandeza, ambición desordenada, intrigas, negocios sucios… pero todo esto bendecido y tapado por la ley
El profeta Isaías sale al frente indicándole que no es momento de gastos superfluos ni de ostentaciones inútiles cuando esto ha de hacerse a costillas del pueblo que tendrá que pagar todas las consecuencias de todo lo ocurrido y de todos los años aplastado por el desenfreno de sus gobernantes.
            Isaías se lanza furioso contra este tipo a quien le pone los puntos sobre las ies haciéndole entender que no se puede atropellar la dignidad del pueblo y le amonesta con fuerza: “Te echaré de tu puesto, te destituiré de tu cargo”, pero ya en el versículo 18 le dice:  “Yavé te va a enrollar como una pelota, te va a hacer rodar por tierra hasta llevarte a un país lejano y allí vas a morir con tus carrozas famosas, tú que  deshonras la casa de tu amo”.
            Cuando leemos esto y terminamos diciendo “Palabra de Dios” a mí me entra una paz enorme y me da una alegría grande al ver que Dios se interesa por las cosas, por la vida de su pueblo, de los pobres que han de pagar las consecuencias de la poca vergüenza de los dirigentes.
Resulta que a  Dios le interesa mucho el desorden que comenten los dirigentes cuando ese desorden lo ha de pagar el pueblo; eso no es meterse en política, sino rectificar la justicia, impedir el atropello que, lo haga quien lo haga y por la razón que lo haga, no tiene excusas.
            ¡Qué necesitados estamos en la iglesia de PROFETAS,  que al estilo de Isaías no tengan miedo a perder el puesto y sean capaces de denunciar la injusticia y el atropello del pueblo!
            Lo más triste de todo esto es que el mismo pueblo llega a ver bien que con su dinero y sus vidas unos cuantos vivan, engorden, jueguen y manipulen todo lo que quieran para satisfacer los mismos delirios de grandeza, la avaricia y la ambición desordenada llegando a aceptarles el que se conviertan en dueños y señores del pueblo y de su destino.
             
Salmo responsorial: 137

Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos.
Te doy gracias, Señor, de todo corazón; /
delante de los ángeles tañeré para ti, /
me postraré hacia tu santuario, /
daré gracias a tu nombre. R.
Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos.
Por tu misericordia y tu lealtad, /
porque tu promesa supera a tu fama; /
cuando te invoqué, me escuchaste, /
acreciste el valor en mi alma. R.
Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos.
El Señor es sublime, se fija en el humilde, /
y de lejos conoce al soberbio. /
Señor, tu misericordia es eterna, /
no abandones la obra de tus manos. R.
Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos.


Lectura de la carta del apóstol S. Pablo a los Romanos 11,33‑36
Él es el origen, guía y meta del universo

¡Qué abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento, el de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos! ¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién fue su consejero? ¿Quién le ha dado primero, para que él le devuelva? Él es el origen, guía y meta del universo. A él la gloria por los siglos. Amén.
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

LA TENTACIÓN DE MANIPULAR A DIOS”
         Pablo reflexiona sobre  la actitud del pueblo de la alianza: ha tenido todas las posibilidades en sus manos, ha gozado de todos los privilegios… y ha cometido la estupidez de despreciarlo todo y, encima, quiere manejar y manipular a Dios para que entre por donde a él se le ocurre.
            Esto parece que es una constante en el ser humano que, cuando las cosas le van a su gusto, se convierte en el déspota que impone sus esquemas y obliga a que todos entren por su aro; es algo que constantemente se repite en todos los tiempos y en todos los esquemas de vida.
            S. Pablo quiere que los cristianos  hagan una cura de modestia y de humildad «¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién fue su consejero?». Mucha gente  intenta dar lecciones y convertirse en consejera de Dios diciendo qué es lo que debería hacer, podemos recordar el  momento cuando Pedro se pone a decir a Jesús lo que tiene que hacer y cómo cometió el error de todos: le aconsejó que se acomodara a las formas existentes. Podemos recordar cuántas veces, cada uno de nosotros, hemos dicho: “si yo fuera Dios…” Pero no solo eso, sino que, si Dios no hace lo que yo propongo, corto con Él.
            A veces pienso: si Dios le hubiera pedido parecer al hombre para darle la libertad… ¿Qué hubiera pasado? Estoy seguro que le hubieran llegado comentarios de todo tipo y los más frecuentes le hubieran venido de los teólogos indicándole que se anduviera con mucho cuidado por lo peligroso que es poner en manos del ser humano un arma tan poderosa…
            Si Jesús hubiera consultado a sus discípulos qué hacía con la mujer adultera, o con Zaqueo,  o con Mateo… ¿Qué habría pasado si le hubiera pedido opinión para concluir la parábola del hijo pródigo a un doctor en derecho canónico? Estoy seguro que no se hubiera establecido el sacramento del perdón.
            Y cuando vemos que Jesús nos rompe todos los esquemas y nos deja sin argumentos invitándonos a hacer lo mismo, entonces se dedican a interpretar lo que Jesús hizo y a dar consejos a los demás para que tengan cuidado porque lo que hizo Jesús no es como aparece, sino como la interpretación que ellos hacen.
            Pablo se da cuenta que todo esto existe  y frena mucho la vida de la comunidad, lo mismo que ha frenado el que el pueblo elegido reconozca a Jesús y que en Él se han cumplido todas las promesas, por eso exclama: «¡Qué abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento el de Dios...!» porque ve que si lo hubiera dejado en manos de los hombres hubieran estropeado de nuevo todo el proyecto, lo mismo que lo hicieron al principio.
            Nosotros nos quedamos siempre en la superficie de las cosas, en lo establecido por la ley o por las conveniencias del ambiente que vivimos, lo que la moda ordena en un momento… pero difícilmente entramos en la profundidad del amor y de la sabiduría de Dios cuyos horizontes no están mediatizados ni por el espacio ni por el tiempo en donde nosotros nos movemos.
            Siguiendo  el mismo hilo de la misma reflexión, siento ganas de dar gracias a Dios porque no nos escucha cuando rezamos en el padrenuestro: “perdónanos como nosotros perdonamos”, si Dios hiciera esto, que a diario le pedimos, deberíamos estar ya todos condenados para siempre.

Lectura del santo evangelio según S. Mateo  16,13‑20
Tú eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
"¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?"
Ellos contestaron: "Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas."
Él les preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?"
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo."
Jesús le respondió: "¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo." Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.
Palabra del Señor


REFLEXIÓN

                   “Y YO, ¿QUÉ PINTO EN TU VIDA?” 
            Estamos viendo constantemente cómo se utilizan las encuestas y sondeos entre la población para ver el grado de aceptación que tiene una cosa o una persona. Constantemente estamos escuchando los puntos que se aventajan los políticos y vemos cómo esto tiene una importancia enorme ya que de acuerdo a lo que la gente opina se hacen unas políticas u otras.
            Esto mismo que vemos en el mundo y que, en gran cantidad de veces es lo que determina una forma u otra de actuación, es lo que, por desgracia, entró también en la iglesia y contó más el número de seguidores y la opinión favorable que la calidad y la autenticidad del seguimiento. Se procuró que todos repitieran la lección políticamente correcta antes que la vida y la realidad de encuentro con el verdadero Dios, de forma que se llegó a expresar a la perfección lo que estaba mandado pero sin tener la más mínima experiencia de vida de eso mismo que se proclama.
            Jesús rompe completamente el esquema, no se trata de que le digan lo que está mandado decir, sino lo que realmente siente su corazón; no lo que normalmente hace la gente: definir a la persona por lo que hace: “Tú eres el carpintero, el agricultor, el maestro, el ingeniero…” No. Se trata de experimentar la presencia de Cristo, como persona en la vida: “Para vosotros ¿quién soy yo?”
            No se trata de repetir lo que dice el catecismo que debemos decir, eso ya se sabe; se trata, en cambio, de proclamar lo que en realidad Jesucristo es para mi, el peso que tiene en mi vida, el puesto que ocupa.
            Ahí es donde realmente patinamos muchas veces los cristianos: nos ocurre como aquel especialista en vino que era abstemio y jamás probó una sola gota de vino y toda su vida se la pasó hablando de vino y dando conferencias sobre el tema.
            Pedro rompe el protocolo y exclama con la fe y la vivencia que tiene sobre la persona de Jesús: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.". Y con toda su debilidad de hombre, en esa debilidad funda Jesucristo su iglesia y la calve de su seguimiento: nosotros seremos lo que Jesucristo sea en nuestras vidas y no tanto lo que sepamos de Él o hayamos aprendido en las catequesis o en los estudios que hayamos hecho.
            De la misma manera, al preguntar por la iglesia, el peligro que siempre tenemos es definirla por todo lo que hace, por todas sus obras… pero la iglesia, o es reflejo de Jesucristo muerto y resucitado, o de lo contrario, no pasa de ser más que una ONG de las muchas que hay hoy día,


ASUNCION DE LA VIRGEN MARIA






15 De Agosto
2.011


PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Apocalipsis 11,19a; 12,1. 3-6a. 10ab
Se abrió en el cielo el santuario de Dios y en su santuario apareció el arca de su alianza. Después apareció una figura portentosa en el cielo: una mujer vestida de sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas.
Apareció otra señal en el cielo: un enorme dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos y siete diademas en las cabezas. Con la cola barrió del cielo un tercio de las estrellas, arrojándolas a la tierra.
El dragón estaba enfrente de la mujer que iba a dar a luz, dispuesto a tragarse al niño en cuanto naciera.
Dio a luz un varón, destinado a gobernar con vara de hierro a los pueblos. Arrebataron al niño y lo llevaron junto al trono de Dios. La mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar reservado por Dios.
Se oyó una gran voz en el cielo: - Ahora se estableció la salud y el poderío, y el reinado de nuestro Dios, y la potestad de su Cristo.
Palabra de Dios

 
Salmo Responsorial  Sal 44, 10bc. 11-12ab. 16

R. De pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir.
Hijas de reyes salen a tu encuentro,
de pie a tu derecha está la reina,
enjoyada con oro de Ofir.
R. De pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir.
Escucha, hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna;
prendado está el rey de tu belleza:
póstrate ante él, que él es tu Señor.
R. De pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir.
Las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real.
R. De pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir.


SEGUNDA LECTURA
 
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15,20-27a
Hermanos:
Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida.
Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después, cuando él vuelva, todos los que son de Cristo; después los últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, poder y fuerza.
Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte. Porque Dios ha sometido todo bajo sus pies.


EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 1,39-56
En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito:
- ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.
María dijo:
- Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.



REFLEXIÓN

 VIVIR AMANDO

         En medio de esta época de vacaciones, nos trae la iglesia la imagen de la Virgen María, que por un lado nos recuerda cuál es nuestro final: fuimos insertados en Cristo y viviendo con Él, resucitaremos con Él, pero vivir con Cristo significa vivir muriendo, es decir: vivir amando y, en este sentido, María se nos presenta como un modelo que en el momento actual cobra una actualidad enorme
            Isabel es mayor, la situación que se encuentra: embarazada de Juan, es crítica, necesita ayuda y María se entera y, dice el evangelio que inmediatamente “se puso en camino y fue aprisa” para ponerse a disposición incondicional de Isabel, durante el tiempo que la necesitase; termina el pasaje diciendo: “María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa”, es decir, hasta que Isabel dio a luz.
            Esta actitud hoy, es desconcertante e inmediatamente decimos que es imposible llevarla adelante, pues no cabe dentro de la estructura social que hemos montado, pero en el fondo, es lo que más anhelamos, pues es lo que más necesitamos: estamos viendo cómo cada vez se nos va reduciendo el cerco y nos vamos quedando más solos, nadie tiene tiempo para nada y menos para nadie y cada día nos vamos quedando solos con nuestra enfermedad, con nuestra depresión, con nuestros problemas, con nuestra vida, que cada vez interesa menos a los demás.
            Hemos montado una sociedad en la que solo caben los fuertes, los guapos, los jóvenes, los sanos, los inteligentes, los que son capaces de gozar y disfrutar de la vida y en ella sobran o estorban los enfermos, los feos, los débiles, los niños, los ancianos… y a cada uno los vamos encerrando en su parcela para que no molesten: los niños en las guarderías, los ancianos en los asilos, los enfermos en los hospitales y los que molestan en las cárceles... y de esta manera, todo da la sensación de funcionar en orden y con tranquilidad, pero no nos damos cuenta que esto es como una rueda que nos va recogiendo a todos y a cada uno nos va retirando de la escena cuando le toca, sin posibilidad de escape.
            La vida así no tiene sentido, pues vivimos con la eterna sensación de miedo y la única agarradera que tenemos es el dinero con el que puedes comprar la compañía, las sonrisas, la atención, la escucha... y si no tienes para comprarlo, vives angustiado por el futuro, cosa que ya otros aprovechan para montar sus negocios.
            Es probable que todo esto suene a un pesimismo exagerado, pero es cuestión de acercarse a cualquiera de los que viven esta situación, que son muchísimos, y que ellos/as opinen. No hay tristeza mayor que sentirte en medio de un mundo donde ves que estorbas, que no puedes hacer nada y que te ignoran. Ciertamente, este no es el camino que lleva a la resurrección, sino a convertir la vida en un infierno.

DOMINGO XX TIEMPO ORDINARIO -A-





Lectura del libro de Isaías 56, 1. 6‑7
A los extranjeros los traeré a mi Monte Santo

Así dice el Señor:
Guardad el derecho, practicad la justicia, que mi salvación está para llegar y se va a revelar mi victoria.
A los extranjeros que se han dado al Señor, para servirlo, para amar el nombre del Señor y ser sus servidores, que guardan el sábado sin profanarlo y perseveran en mi alianza: los traeré a mi Monte Santo, los alegraré en mi casa de oración; aceptaré sobre mi altar sus holocaustos y sacrificios, porque mi casa es casa de oración y así la llamarán todos los pueblos.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“PARA DIOS NO HAY EXCLUIDOS” 
           El pasaje que nos trae hoy la liturgia sobre el profeta Isaías se dirige concretamente a dos sectores de la población que en su tiempo eran marginados y despreciados: los extranjeros, que no tienen derechos ningunos y los eunucos (“Eunuco” era el nacido en matrimonio ilegítimo entre judío y extranjera)  parece que estas dos categorías de personas estaban, por ley, excluidas de toda salvación y de la bendición de Dios, aunque fueran buena gente que vivían y practicaban todas las normas judías, es más, ellos mismos así se consideraban y habían llegado a pensar que eran  una especie de casta despreciable que debía estar agradecida de que los dejasen vivir; “Eunuco” era también el hombre incapacitado para procrear, estéril, castrado, que de la misma manera que la mujer, no podía transmitir la vida y por eso, se consideraban “malditos”
           El texto continúa diciendo:
“Así dice Yahvé: Actúen correctamente y hagan siempre lo debido, pues mi salvación se viene acercando y mi justicia está a punto de aparecer. Feliz el hombre que siempre se comporta así, sin desmayar, que se fija en no profanar el sábado y trata de no hacer el mal.
           Que el extranjero, que se ha puesto al lado de Yahvé, no diga: «Con toda certeza Yahvé me dejará fuera de su pueblo.» Ni tampoco afirme el castrado: «Yo no soy más que un árbol seco.» Pues esto dice Yahvé a los castrados que observan sus sábados, que hacen lo que a Él le gusta y que no faltan a su compromiso con él: «Les daré dentro de los muros de mi Casa un lugar y una consideración que tendrán más valor que hijos e hijas; les daré una fama que nunca se olvidará.»
           Y a los extranjeros que se han puesto de parte de Yahvé, para obedecerle, amar su Nombre y ser sus servidores, que tratan de no profanar el sábado y que cumplen fielmente su compromiso conmigo, los llevaré a mi cerro santo y haré que se sientan felices en mi Casa de oración. Serán aceptados los holocaustos y los sacrificios que hagan sobre mi altar, ya que mi casa será llamada Casa de oración para todos los pueblos.”
           Es decir: los esquemas de Dios no son nuestros esquemas ni Él funciona llevado de prejuicios, para Él solo cuenta la actitud que se convierte en una práctica del bien y de la justicia; la situación personal o social, Él no la mira, pues ante Él somos todos iguales.
           En cambio, es curioso ver cómo los privilegiados socialmente. Miran con recelo a todos estos que no pertenecen a su estatus y ponen normas para que se impida el acceso “al templo del Señor”.
           Cuando se toma esta actitud, es el mismo Dios quien toma las riendas y coge de la mano a los excluidos por los privilegiados para recorrer con ellos el camino que nosotros hemos prohibido para encontrarse con ellos y llenarlos de gozo.
           Podríamos decir que el gran sueño de Dios es hacer que su “casa” sea una gran familia en la que quepan todos, sin puertas ni ventanas, sin apartados para nadie, en donde se rompa toda discriminación y todos nos sintamos hijos del mismo Padre.
           Cuando leemos despacio estos textos se siente miedo al ver  todo lo que hemos montado y la cantidad de leyes excluyentes que hemos creado que exigen, coartan, excluyen y castigan… cuando Dios Padre solo quiere la unidad, la fraternidad, la acogida, la familiaridad.
           Nos hemos inventado leyes y normas que estoy seguro, a Dios no se le hubieran ocurrido y Él goza haciendo todo lo contrario de lo que nosotros consideramos un pecado gravísimo, pues ve que, en cambio, pasamos por alto otras cosas que deberían asustarnos y sin embargo las hemos aceptado como algo absolutamente normal y lógico, por ejemplo: somos capaces de sentirnos escandalizados profundamente al ver que una mujer realice un gesto determinado dentro de la liturgia, y en cambio nos quedamos tan tranquilos  al ver cómo la iglesia se inhibe frente a problemas tan fuertes como el que estamos viviendo de la muerte de tantos pobres que llegan a nuestras costas, de la situación que se está viviendo en África,  o de la nueva forma de esclavitud que está naciendo a raíz de la presencia de los extranjeros entre nosotros. Yo no hago más que preguntarme: ¿Qué pensarán de nosotros todos estos excluidos cuando nos oigan decir que  todos somos hermanos?

Salmo responsorial Sal 66, 2‑3. 5. 6 y 8


V/. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.

R/. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.

V/. El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros: conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación.

R/. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.

V/. Que canten de alegría las naciones, porque riges la tierra con justicia,
riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra.

R/. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.

V/. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe.

R/. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.


SEGUNDA LECTURA


Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 11, 13‑15. 29‑32
Los dones y la llamada de Dios son irrevocables para Israel

Hermanos:
A vosotros, gentiles, os digo: Mientras sea vuestro apóstol, haré honor a mi ministerio, por ver si despierto emulación en los de mi raza y salvo a alguno de ellos.
Si su reprobación es reconciliación del mundo, ¿qué será su reintegración sino un volver de la muerte a la vida?
Los dones y la llamada de Dios son irrevocables.
Vosotros, en otro tiempo, desobedecisteis a Dios; pero ahora, al desobedecer ellos, habéis obtenido misericordia.
Así también ellos que ahora no obedecen, con ocasión de la misericordia obtenida por vosotros, alcanzarán misericordia.
Pues Dios nos encerró a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos.
Palabra de Dios


REFLEXIÓN

“PRIMERO YO, Y SI SOBRA ALGO, PARA MI” 
           S. Pablo se enfrenta a un problema distinto al que se ha encontrado Isaías: aquí se trata del pueblo de Israel, que es el portador de las promesas, el privilegiado de Dios que se autoexcluye: no quiere saber de Dios, no acepta sus mandatos, no quiere seguir el camino que Dios le ha propuesto, ha decidido emprender otros derroteros y sostiene que es legal y bueno hacer todo lo contrario a lo que Dios dice.
           Estoy recordando el encuentro con una persona que me viene con una actitud agresiva reclamándome que tengo que darle dinero “porque estamos atendiendo a las mujeres extranjeras y a las españolas las tenemos abandonadas; que ella siempre ha sido cristiana…” etc.
           Cuando le dije que era la primera vez que la veía y que nunca la había visto  implicada en algún gesto de solidaridad de los que hacemos en la parroquia, me dijo que ella no estaba de acuerdo con la gente que venía por aquí, que eran todos gente de “no fiar”, es decir: ella se excluye de la comunidad porque se considera tan buena, que no puede estar con gente que “no es de fiar”, pedro ella se siente con derecho a que todos la atiendan y a excluir a los demás.
           Ella dice que es cristiana, pero no está de acuerdo con nada de lo que hacen los cristianos, y sostiene que tiene derecho a aprovecharse de los pocos que nos reunimos y en nuestra “maldad”, nos acordamos de los excluidos; ella se excluye y no acepta que se ayude y se acojan  a otros que fueron excluidos. Lo triste  y lamentable de esto es que esto es aceptado como normal y es mucha la gente que dice y hace igual.
           Algo parecido ocurre en el pueblo de Israel: se siente con todo los derechos, ha despreciado todo el don de Dios, y se escandaliza de que los paganos estén ansiándolo, pues ellos nunca han podido gozar, siempre se han sentido excluidos…
           Pero ante el abandono del pueblo de sus principios, otros van cogiendo posiciones que se han quedado vacías, hasta el punto que llegan a hacerse fuertes por el abandono de los hijos y llega el momento en que se imponen y son los que establecen las normas.
                  Ahora Pablo pide a estos que no hagan como los judíos, que también ellos estén abiertos para que los israelitas puedan tener acceso a la bendición que ellos, por la desobediencia de los otros, ahora gozan, porque si se cierran, pueden llegar a repetir la misma historia, incluso aumentada por el resentimiento y la venganza y convertirse en los peores excluyentes, racistas, intolerantes, fanáticos  que existen y hasta en unos peligrosos inquisidores.  
                  El problema con el que se enfrenta Pablo es muy semejante al que nos encontramos en nuestro momento: El pueblo de Israel ha despreciado sus orígenes, su fe y se ha montado en un tren que le lleva a la destrucción; hay otros que están viniendo de fuera y ocupando los puestos que ellos han despreciado, cuando quieran volver se encontrarán que tendrán que pedir permiso, no ya para ocupar otra vez los puestos, que ya no podrán, sino que es muy probable que lo tengan que pedir para  poder vivir.

 EVANGELIO


Lectura del santo Evangelio según San Mateo 15, 21‑28 
Mujer, qué grande es tu fe
En aquel tiempo, Jesús salió y se retiró al país de Tiro y Sidón.
Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle:
—Ten compasión de mí, Señor Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo. 
El no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle:
—Atiéndela, que viene detrás gritando.
El les contestó:
—Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel.
Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió de rodillas:
—Señor, socórreme.
El le contestó:
—No está bien echar a los perros el pan de los hijos.
Pero ella repuso:
—Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos.
Jesús le respondió:
—Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.
En aquel momento quedó curada su hija.
Palabra del Señor


REFLEXIÓN
            
“DERECHO A TENER PARA DESPRECIAR” 
           Siempre se ha dicho que: ante un atracón de comida lo mejor que se puede hacer es un buen ayuno, pues cuando estamos hartos (hastiados, empachados, repletos…) nos produce hasta asco la comida y preferimos cosas suaves, ligeras, sin consistencia.
           El pueblo de Israel era el pueblo de la promesa, con quien Dios se había volcado y a quien tenía siempre a su disposición; era el pueblo preferido, mimado, llamado a estar siempre en la cabeza, a gozar de todos los privilegios.
           A este pueblo viene Jesús y en él realiza toda su obra  e inaugura su mensaje  proclamando la Buena Noticia del Reino que la pone en manos de su pueblo.
           Llega un momento en que Jesús tiene que decirles: “hay muchos que desearon oír y ver lo que vosotros habéis visto y oído pero no pudieron” y sin embargo respondieron a la llamada de Dios.
           El pasaje del evangelio de hoy es un ejemplo clarísimo que deja a Jesús perplejo: esta mujer se conforma con las migajas que el pueblo de Israel  desprecia y tira;  para ella son signos de esperanza y de salvación, en cambio el pueblo de Israel no valora lo que tiene y lo desprecia.
           Yo no puedo evitar ver el reflejo actual: en un jueves santo me toca ir a celebrar la cena del Señor en una comunidad; asisten tres personas y no pude ni siquiera  hacer el gesto de lavar los pies,  porque ninguna de las tres mujeres que fueron, dejó que se los lavara. Aquella noche me llamaron de Ecuador diciéndome: “Pídele a tu obispo que te deje venir a celebrar la pascua con nosotros, pues no tenemos sacerdote”, es una parroquia con treinta mil habitantes y no tienen quién pueda presidir la Eucaristía.
           Pero, si nos pasamos a otros niveles, podremos observar que en casa tenemos un armario tan atiborrado, que ya no sabemos qué ponernos y salimos a comprar algo nuevo; o el niño que necesita una habitación para poder meter todos los juguetes y al final se aburre como una ostra, porque no sabe a qué jugar ni tiene con quién hacerlo, pues en casa vive solo.
           En este mundo que vivimos, en el que tenemos todos los medios a nuestro alcance, que nos sobra de todo y nos sentimos con derecho a tener para poder elegir y despreciar, desde el colegio al médico y hasta el sacerdote; el gran problema que tenemos es que no sabemos qué hacer para no engordar y seguir comiendo, mientras la gran mayoría no sabe qué hacer para poder sobrevivir.
           Y hasta las migajas se escatiman y se procura  derivarlas por cauces que al final repercutan en beneficio propio.
           Ante esta situación de “hartura”, pedimos las cosas blanditas, suaves, sin contenido que comprometa (Light), una religión a la carta, unos ritos para nuestras conveniencias, unas doctrinas que defiendan nuestros intereses, una fe desconectada de la vida y acomodada a mis circunstancias… y todo esto sostenido por unas leyes que me dicen que “yo tengo derecho” y, por lo tanto, exijo lo que me pertenece.
           Y aquella gente que para venir el domingo a misa ha de andar durante siete horas por caminos infernales y, cuando llega,  se pone su ropa limpia para asistir a la asamblea y escuchar la palabra de Dios y se mete de lleno en la celebración de la Eucaristía, sin mirar el reloj y en ella pasa dos horas bien medidas y sale de ella feliz con toda su familia… esta gente no reclaman derechos, simplemente da las gracias por lo poco que tiene, aprecia y valora el don de Dios que hace exclamar al mismo Jesús: “Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas”.