PENTECOSTÉS


PRIMERA LECTURA

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 2, 1‑11
Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar

Todos los discípulos estaban juntos el día de Pentecostés. De repente un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería.
Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos preguntaban:
-¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, )como es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa?
Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua.
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

DAR LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU”
El acontecimiento de Pentecostés podríamos decir que tiene lugar después de un proceso que se ha dado de “vuelta”: los apóstoles han soñado con la participación en un poder político de liberación nacional, en el que ellos ocuparían los primeros puestos.
La muerte de Jesús los descolocó derribando todas las expectativas y esperanzas políticas que tenían. Además del derrumbamiento de expectativas, se quedan en el aire, porque tienen que volver a su pueblo fracasados, a reengancharse con lo que habían dejado; les cuesta enormemente aceptar su fracaso humano: “Nosotros creíamos…esperábamos…”. ¡Todo se vino abajo! Ahora han de partir de cero y con todo un ambiente en contra; hay que empezar a construir sobre quemado.
Jesús ha tenido que volver de nuevo a Galilea y comenzar de nuevo a reclutar a su gente; ya no hay posibilidad de armar falsas expectativas, ya saben de lo que va la cosa; esa antigua esperanza política y de poder ha quedado descartada, ya nadie sueña con esas cosas, pues hasta resulta peligroso; el corazón y la mente han necesitado quedarse sin nada para poder descubrir a Cristo y su proyecto del reino, desde otra dimensión.
Se ha necesitado este paso de quedarse en el vacío para entender en su plenitud a Jesús. Cuando el corazón y la mente quedaron libres de intereses, entonces pudo entrar el Espíritu Santo, que cambia radicalmente sus mentes, sus corazones y sus vidas.
El Espíritu Santo entra como el fuego, que lo destruye todo y purifica todo lo grande de la persona y ablanda incluso lo más duro del corazón.
El Espíritu Santo es como un gran terremoto que lo desestabiliza todo y lo conmueve desde lo más hondo, rompiendo todos los asentamientos en los que se habían instalado.
El Espíritu Santo, contrariamente a lo que ocurrió en Babel, hará que se de el entendimiento entre todos los hombres, pues el lenguaje de Dios lo entienden todos los seres vivos, en cambio el lenguaje de “babel” (el de los hombres que han roto con Dios), confunde a todos, crea discordia y enemistad.
El Espíritu Santo transforma el corazón de los discípulos y les hace perder el miedo, pues ven con toda claridad el camino y el final de todo.
El primer gran don de la persona, llena del Espíritu, es su capacidad de conexión, de entendimiento, de comprensión. Su palabra es siempre expresión viva de Dios que transmite PAZ, confianza, seguridad… A partir de ahí los apóstoles hablan y todo el mundo los entiende, todos perciben la VERDAD de Dios en ellos.
Cuando los cristianos hablamos… ¿Qué perciben los que nos escuchan? ¿A quién descubren en nosotros? ¿Qué intereses sostenemos y damos a entender?
“Por los frutos los conoceréis” –decía Jesús- y no se trata de andar repitiendo “¡Señor, Señor…”!, sino de dar los frutos del Espíritu Santo: amor, alegría, paz, tolerancia, amabilidad, bondad, fe, mansedumbre, dominio de si mismo…
(Gal. 5,22-23)


Salmo responsorial Sal 103, 1ab y 24ac. 29bc‑30. 31 y 34

R/. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de 1a tierra.
V/. Bendice, alma mía, al Señor.
(Dios mío que grande eres !
Cuántas son tus obras, Señor;
la tierra está llena de tus criaturas.
R/. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
V/. Les retiras el aliento, y expiran,
y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento y los creas,
y repueblas la faz de la tierra.
R/. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
V/. Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras.
Que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor.
R/. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.


SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 12, 3b‑7. 12‑13
Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo

Hermanos :
Nadie puede decir *Jesús es Señor+, si no es bajo la acción del Espíritu Santo.
Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de servicios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos.
En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.
Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.
Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.


REFLEXIÓN

“NO ES POSIBLE VIVIR EN SOLITARIO”
El Espíritu que ha llenado al cristiano, después que ha dejado libre su corazón, actúa con toda su fuerza en cada uno y le da lo que necesita para su iglesia, independientemente de lo que uno piense o le guste, pues no se trata de hacer lo que cada uno quiere o lo que se siente bien, sino que el Espíritu será el que da su “carisma” (don) para ponerlo en función de su iglesia, que a su vez vive y se desarrolla en función del reino, jamás en función de si misma.
Pablo ha entendido perfectamente el tema e intenta exponerlo con toda claridad a la comunidad de los Corintios: nadie ni nada tiene sentido en solitario; todos somos alguien y algo grande, en función del cuerpo al que pertenecemos; separados de él, somos ramas muertas de un árbol (sarmientos, que diría Jesús) y esas ramas (sarmientos) secos, solo sirven para estorbar, por tanto, se cortan y se echan al fuego.
El signo más claro y evidente de que una comunidad está viva es cuando manifiesta signos de unidad entre el conjunto de sus miembros, cuando cada uno se siente pieza importante en el conjunto, cuando cada uno disfruta con lo que hace y siente que el resto recupera vida y alegría con su aporte.
Cualquier “carisma” que rompe u obstaculiza la unidad y la participación, no proviene del Espíritu Santo, sino de otro espíritu.
Uno de los carismas importantes es el del “discernimiento” dentro de la comunidad para poder identificar los verdaderos carismas dentro de la iglesia, pues no podemos olvidar que la iglesia está compuesta por seres humanos sometidos a toda clase de fuerzas y presiones, por eso establece S. Pablo la CARIDAD como el referente más importante, ya que a través de ella el cuerpo entero irá creciendo en unidad.
Al hacer esta reflexión es imposible sustraerse a los interrogantes que saltan a la mente: Si todos los carismas están llamados a fortalecer la unidad en el amor de todo el cuerpo, ¿Cómo entender aquellos que se levantan con aureola de poder y ahogan, callan, dividen y hasta espantan? Pero lo triste es que, como adquieren poder, se imponen y machacan en nombre del Espíritu Santo.
Desgraciadamente esta es una de esas interrogantes que en la realidad hace que se vea como “dos iglesias”: la que sigue a Jesús resucitado y la que sigue a un código de leyes que mantiene una estructura humana.
En realidad no debería existir confrontación ya que todo está orientado a lo mismo; el problema se da cuando individuos concretos hacen reducciones del mensaje y quieren suplantar al Espíritu con la ley, era exactamente lo que ocurría en tiempos de Jesús con los fariseos.: “colaban el mosquito y se tragaban el elefante”


Secuencia

Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si tu le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones
según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.
Amén.

Aleluya

Aleluya, aleluya.
Ven, Espíritu Santo,
llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos la llama de tu amor.
Aleluya.


EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según San Juan 20, 19‑23.
Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Recibid el Espíritu Santo

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. En esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
-Paz a vosotros.
Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
-Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.
Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
-Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.


REFLEXIÓN

“SENTIR CERCANO EL ESPÍRITU”
Toda la obra de Jesús ha estado orientada al mismo fin, todo ha venido preparando su “HORA”, el momento cumbre en el que Cristo, una vez realizada su obra y puesto en marcha su proyecto, todo se dirige ya hacia el momento cumbre de la humanidad en el que todas las cosas serán recapituladas en Cristo
El saludo repetido de Jesús: “La Paz esté con vosotros” será como el resumen de todo: Él ha venido a establecer la PAZ, para eso ha sido enviado al mundo; esa PAZ que será el resultado de la puesta en práctica del amor, de la justicia y de la verdad.
Cristo dejó a sus discípulos, a su iglesia el poder para establecer esta PAZ y lo hace visible incluso a nivel individual perdonando los pecados. La fuerza de su Espíritu que vive en su iglesia hará que se perdonen los pecados y que el hombre pueda levantarse incluso de la profundidad donde haya caído.
Este es el momento cumbre, la HORA de Jesús donde todo arranca con su fuerza propia. El comienzo de la vida que por si misma se regenera.
El Espíritu Santo ha sido derramado en la iglesia para redimir del pecado, para levantar al hombre caído, para no dejar la posibilidad de que el hombre pierda la esperanza….
Una de las expresiones más hermosas del la acción del Espíritu Santo en Pentecostés es justamente ésta: sentir que Dios me perdona, y me muestra su cariño, su comprensión, su apertura públicamente y de forma visible y sensible. La PAZ se hace fiesta.
Todo esto, expresado así, resulta lindo; el problema se da cuando hay que pasar a la práctica, ahí se oscurece todo y podemos observar cuánta gente hay que se confiesa cristiana pero en realidad vive completamente al margen de Dios, pues no lo necesitan para nada incluso se avergüenzan de confesarse cristianos y creyentes, ellos no escuchan a nadie en su interior y, lo último que en su vida hacen es dejar un espacio para relacionarse con Dios, o a la hora de programar algo, Dios está completamente fuera de los esquemas de la vida aunque el tema religioso lo tienen relegado para ciertos momentos puntuales que exige el guión de la vida.
La lucha por la vida material está llevando a un materialismo exagerado que no deja tiempo ni espacio para otra cosa.
No obstante, a pesar de que el hombre pase de Dios, Dios no pasa del hombre y sigue a su lado en su caminar diario, en su vida agitada, en sus problemas, en sus luchas, en sus preocupaciones, cuando ya nada parece tener sentido, pero a pesar de todo se sigue en la brecha.
Y el Espíritu está presente cuando a pesar de no ver nada y observar que el horizonte se cierra y parecen imponerse las tinieblas y, aún así, seguimos confiando y rezando y pensando que Dios nos ha de escuchar.
Dios sigue presente con su Espíritu cuando aceptamos una responsabilidad, aún sabiendo que aquello, lo único que nos va a traer son complicaciones y ninguna satisfacción.
Y es obra del Espíritu el que podamos sentir consuelo cuando y ánimo cuando todo está por los suelos, cuando la vida nos golpea… y somos capaces de levantarnos.
Esta fuerza no viene de ningún sitio ni es fruto de un generador de energía que llevamos dentro, sino de Dios que no deja al hombre, independientemente que queramos reconocerlo.

DOMINGO -VII- DE PASCUA -B-

ASCENSIÓN DEL SEÑOR




Hechos de los apóstoles 1,1‑11
Lo vieron levantarse

En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios.
Una vez que comían juntos, les recomendó: "No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo." Ellos lo rodearon preguntándole: "Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?" Jesús contestó: "No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los confines del mundo."
Dicho esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndole irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: "Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse."
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

“¿QUÉ HACÉIS AHÍ PLANTADOS?”

El principio del libro de la Hechos es la continuación del cap. 24 de S. Lucas donde hace un resumen del evangelio y presenta el final de todo lo acontecido, que ha culminado con la misión que Jesús da a los apóstoles de continuar todo lo que Él ha comenzado: el Reino, que no coincide con lo que ellos entendían por el reino mesiánico: el establecimiento del poder y la fuerza que han venido aguantando durante siglos y que ahora serían ellos los que les tocaba hacer lo mismo.
La misión que ahora reciben, no van a ser ellos los que la programen y determinen sus fines, sino que lo que deberán hacer es estar atentos a lo que les indique el Espíritu, que va a ser quien, de ahora en adelante, dirija los caminos hacia el restablecimiento de un reino que no tiene fronteras físicas, ni de raza, ni de cultura ni de lengua; será el establecimiento del AMOR, de la JUSTICIA, de la VERDAD y de la PAZ en el universo entero.
Esto ya ha comenzado y no tiene marcha atrás; cada uno tendrá que ser un testigo y un constructor de ese reino.
Ellos han sido testigos oculares de todo esto y han vivido todas las pruebas que Cristo les ha dado y que ahora les ha evidenciado que es algo que vive y actúa entre ellos y les encomienda la misión de llevarlo hasta los confines de la tierra.
Esta misión no es cuestión de entretenerse en contemplaciones: "Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo?” recuerda el momento en que en el Tabor Pedro quiere quedarse allí contemplando el espectáculo. Cristo ha cumplido ya su misión y éste es el momento, la cumbre de la Pascua; El es la cabeza del cuerpo que sube al cielo y ahora le toca al resto del cuerpo realizar la misma Pascua
Pero como siempre, vuelve a quedar en el aire la pregunta: Se trata de establecer la PAZ como resultado de la puesta en práctica del amor, de la justicia y de la verdad y en esto se han de emplear todos los esfuerzos y habrá que crucificar y hacer que mueran todos los intereses que no apoyan e impiden que esto se realice.
¿Pero qué ocurre cuando cambiamos el signo de la misión y se lucha por otra cosa, lo mismo que pensaban los apóstoles? Entonces ralentizamos la Pascua del cuerpo, obstaculizamos el reino. Es la pregunta que constantemente salta a escena: ¿Qué ha pasado para que a la iglesia se la una siempre al poder, a la riqueza y hay tanta resistencia a reconocer, incluso todas las obras de misericordia en las que está embarcada y lleva adelante? ¿Qué es lo que está obstaculizando el que sea signo del reino y no de otra cosa?


Salmo responsorial: 46

Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.
Pueblos todos batid palmas, /
aclamad a Dios con gritos de jubilo; /
porque el Señor es sublime y terrible, /
emperador de toda la tierra. R.
Dios asciende entre aclamaciones; / el Señor, al son de trompetas; /
tocad para Dios, tocad, /
tocad para nuestro Rey, tocad. R.
Porque Dios es el rey del mundo; /
tocad con maestría. /
Dios reina sobre las naciones, /
Dios se sienta en su trono sagrado. R.
Dios asciende entre aclamaciones; / el Señor, al son de trompetas; /

Efesios 1,17‑23
Lo sentó a su derecha en el cielo

Hermanos: Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro. Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia como cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos.
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

¿ QUIÉN DIJO MIEDO?
La carta a los efesios está escrita en cautividad y, más que ser una carta a una comunidad concreta, es una reflexión sobre la iglesia que ya está caminando y que se enfrenta a las dificultades que el mundo plantea, para lo que Pablo pide la bendición de Dios para todo creyente y para la iglesia entera, para que no se dejen atrapar y caigan en las redes de la mentira y el engaño, por eso, pide la luz del Espíritu y la sabiduría que permite conocer dónde está la verdad.
En momentos duros y de dificultad, es necesario que Dios ilumine los ojos del corazón, para descubrir su presencia y no perder la esperanza ni la meta a la que han sido llamados, porque con los ojos de la cara, lo que podemos contemplar es deprimente.
En su reflexión contempla el destino que Dios ha dado al universo hacia el que caminamos, pues Cristo ha metido la dinámica en el mundo y esto ya no tiene vuelta atrás, aunque las fuerzas del mundo se confabulen, cosa que harán indiscutiblemente, para romper la orientación que el Espíritu va estableciendo.
Es necesario que la iglesia no pierda de vista el horizonte y mantenga siempre el Espíritu de sabiduría y la fuerza, para sostenerse en la verdad y no desviarse por otros caminos.
Estas palabras de esperanza tienen hoy un eco especial y son sentidas como una necesidad imperiosa: Dios se ha embarcado en esta nave y jamás va a entrar en la deriva, aunque a nosotros nos entre el miedo ante las olas. Los objetivos están claros y el final asegurado: si la cabeza ya tiene la corona del triunfo, el resto del cuerpo también la tiene asegurada. ¿Qué sentido tiene, pues, el miedo?



Mateo 28,16‑20
Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, paro algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: "Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo."



REFLEXIÓN

“NO HAY VUELTA ATRÁS”

Jesús ha cumplido su misión en la tierra: ha presentado el reino con sus palabras, con sus obras y han podido ver los signos de su presencia, siendo Él el mayor de ellos. El final de esta realidad nueva es la resurrección, el proyecto se ha inaugurado y el proceso ya está en marcha. Jesús es el primero, el que va delante y ahora no queda más que seguir sus huellas; los apóstoles son testigos de todo y ellos, junto con todos los creyentes, no les queda otra cosa que continuar el camino que Cristo ha abierto.
Con la subida de Jesús a la gloria queda ahora la misión para los apóstoles y para toda la iglesia, empezando por Galilea y terminando en el último rincón de la tierra.
La obra que Jesús ha comenzado tiene su fuerza propia: “sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo." El Reino no es algo que va a depender de nosotros, tiene la fuerza de Cristo resucitado y a nosotros no nos queda más que incorporarnos y dejar que el reino se manifieste en nosotros.
Esta fuerza de Dios ha roto todas las barreras y ya no es algo que sea propiedad de nadie, de forma que haga que unos pocos se sientan con la exclusiva, como le ocurría al pueblo de Israel, y a los mismos fariseos dentro del pueblo.
El Reino es como el sol y al mismo tiempo es modelo de cómo se vive en la plenitud de la luz.
El problema está para aquellos que organizaron sus vidas para vivirlas en la oscuridad, en la mentira, en el chantaje y en el engaño… La luz les hace daño porque los descubre y no soportan las obras de la luz.
El otro gran obstáculo se da cuando queremos manipular la luz y en momentos la apagamos para convivir con las tinieblas y en otros momentos le bajamos la intensidad y hasta la cubrimos con papel celofán para distorsionar la realidad y que aparezca de otro color. Es ahí cuando el conflicto se hace más grave, porque esto se suele hacer desde dentro y es como querer compaginar la luz con las tinieblas.

DOMINGO -VI- DE PASCUA -B-


PRIMERA LECTURA


Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 10, 25‑26. 34‑35. 44‑48
El don del Espíritu Santo se ha derramado también sobre los gentiles

Cuando iba a entrar Pedro, salió Cornelio a su encuentro y se echó a sus pies a modo de homenaje, pero Pedro lo alzó, diciendo:
-“Levántate, que soy un hombre como tú.”
Pedro tomó la palabra y dijo:
-“Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea.”
Todavía estaba hablando Pedro, cuando cayó el Espíritu Santo sobre todos los que escuchaban sus palabras.
Al oírlos hablar en lenguas extrañas y proclamar la grandeza de Dios, los creyentes circuncisos, que habían venido con Pedro, se sorprendieron de que el don del Espíritu Santo se derramara también sobre los gentiles.
Pedro añadió:
-“¿Se puede negar el agua del bautismo a los que han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros?”
Y mandó bautizarlos en el nombre de Jesucristo.
Le rogaron que se quedara unos días con ellos.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“SER CRISTIANO NO ES COSA DE RITOS”

Pedro hace una confesión de algo que en su tiempo y en su tierra sonaba a blasfemia: decir que alguien que no pertenece al pueblo elegido, que no se atiene a las leyes de Moisés, que no pone el templo como centro de su vida… es agradable a Dios por practicar la justicia, ser honrado y buena gente… Esto es tanto como decir hoy que la practica cristiana que agrada a Dios no son las normas que tenemos, los ritos que realizamos, las devociones que se mantienen, sino la honradez, la fidelidad, la justicia, la solidaridad, la verdad…. Cosas que, por otro lado es lo mismo que afirmó Santiago, que afirman todos los profetas y que el mismo Jesús defendió a la saciedad.
Pero el problema no está en “decir” todo esto, sino en hacerlo y en dar el bautismo sin contar con todo esto como base y fruto de una conversión profunda y sin establecerlo como consecuencias irreversibles de la opción que se ha tomado en el bautismo, aceptando en cambio, solamente las consecuencias legales que se derivan del rito, dando por supuesta una conversión que no ha habido.
Pedro mira a Cornelio con los ojos de Dios y no con los de la ley y desde ese momento abre la iglesia a la dimensión universal que ha supuesto el sacrificio de Cristo y la ha liberado del reduccionismo al que estaba sometida con la mentalidad restringida y excluyente de la ley de Israel.
Cuando Pedro acepta como válida la actitud de “Temer a Dios” que significa reconocer la presencia del Ser Superior, aunque todavía no se conozca en plenitud, pero yo lo ama y lo acepta; el segundo paso es la práctica de la Justicia que significa la honestidad y la rectitud en el trato a los demás, que en definitiva es practicar la norma que había dado Jesús: “Amar a Dios y amar la prójimo”

Salmo responsorial Sal 97, 1. 2‑3ab. 3cd‑4

R/. El Señor revela a las naciones su salvación.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas;
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.
R/. El Señor revela a las naciones su salvación.
El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.
R/. El Señor revela a las naciones su salvación.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.
R/. El Señor revela a las naciones su salvación.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 4, 7‑10
Dios es amor

Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.
Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.
En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como victima de propiciación por nuestros pecados.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“DESCUBRIR EL VERDADERO ROSTRO DE DIOS”

Para Juan, toda su experiencia de encuentro con Jesús ha sido encontrarse con el verdadero rostro de Dios, con EL AMOR; Dios es AMOR, es, por tanto, la fuente del AMOR. Haber descubierto esto es poseer todo el sentido de la vida. Esta es la semejanza máxima que tenemos con Dios, este es nuestra “herencia genética divina”.
AMOR (con mayúscula) no hay más que uno, por eso, amar a Dios, a los hombres, al mundo, a la naturaleza… no son sino manifestaciones de la misma realidad que vive en nosotros y que es imposible expresarla si es que no la tenemos.
Por eso lo dice con toda claridad: “El AMOR no consiste “en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó” y por eso ha enviado su Hijo al mundo, para que lo constatemos: “nos envió a su Hijo como victima de propiciación por nuestros pecados”. Y para que siga constando, su Espíritu se ha quedado con nosotros.
Decir “DIOS ES AMOR” Es la revelación más grande del rostro de Dios y esto no es una idea abstracta, tampoco es una deducción matemática, sino una experiencia vital. Dios no es un teorema de matemáticas que se puede explicar en una pizarra, sino que es una experiencia de vida que se comparte y que solo se entiende cuando se ama o se siente amado.
El mismo Dios así lo ha manifestado: ha entregado a su Hijo dándose a los eres que ama, a los hombres, sin reparar ni siquiera en la muerte. Esta es la única y gran explicación que se puede dar del AMOR.
Cuando Juan entiende todo esto, su vida se ilumina a todos los niveles y todo cobra un sentido nuevo, porque EL AMOR lo llena todo y una persona que está llena no puede hacer otra cosa que amar, como la fuente que está llena de agua, no hace otra cosa que dar agua y llenar de vida todo lo que toca por donde pasa.
Pero como siempre, sigue en pie la interrogante: si creer en Dios, ser cristiano es vivir esta realidad, ¿Cómo se puede conjugar el negar esta realidad y, por tanto, negar a Dios, y al mismo tiempo llamarse creyente y hasta sentirse con todos los derechos?
Volvemos otra vez al AT.: lo que hacía judíos no era la fe en Yahvé, sino la sumisión a unas leyes.



Aleluya Jn 14, 23
El que me ama guardará mi palabra -dice el Señor-,
y mi Padre lo amará, y vendremos a él.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 9‑17
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-“Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor”.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé.
Esto os mando: que os améis unos a otros."
Palabra del Señor.


REFLEXIÓN

“EL VERDADERO AMOR”

El evangelio no es más que una profundización en el mismo tema que se ha planteado en la segunda lectura: para Juan no hay otro camino posible para la salvación y para encontrar la felicidad del ser humano.
En este cap. 15 S. Juan presenta a Jesús indicando a los discípulos la única postura que es posible llevar en la vida de forma coherente con la realidad que vivimos: lo mismo que Él permanece en el AMOR del Padre, han de permanecer ellos en el AMOR que Él les tiene, por tanto, en la fidelidad a ese AMOR está la clave de la felicidad y del gozo de la vida.
Todo este razonamiento no es sino seguir las consecuencias de la comparación que ponía al principio del cap. 15, la vid y los sarmientos: permanecer enganchado en la cepa es vivir en el AMOR y, lógicamente, los frutos serán de amor. No hay posibilidad de ser ni de vivir de otra forma, por eso es el único mandamiento que nos deja: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado” y en esto se resumen todas las escrituras, todos los profetas y todas las leyes, pues quien vive en el AMOR, no necesita de más apoyaturas, todo lo hará bien, observará perfectamente todos los mandamientos.
Hay otra dimensión que lleva consigo el AMOR y que, si la aceptamos, hemos de vivirla, porque de lo contrario estaríamos manipulándolo, manchándolo: el AMOR que Dios me tiene no es algo que me he ganado yo y que lo merezco como recompensa a mi esfuerzo, no: Dios se ha fijado en mi, me ha elegido, se ha dirigido a mi antes que yo hubiera pensado en Él y lo ha hecho porque ha querido, porque sí; incluso sin que yo lo haya elegido a Él.
El verdadero AMOR es pura gratuidad y lo único que espera es la felicidad del ser amado, esa es la única y mejor respuesta, esa es la alegría del que ama, de Dios: el que seamos felices sintiéndonos amados, acogidos, comprendidos, consentidos.
Todo AMOR que se precie de ser verdadero, ha de tener esta nota de gratuidad que expresa, no solo la falta de todo interés lucrativo, sino la característica de lo “grato”, de lo agradable, de la alegría como fruto y como respuesta.
El día en que seamos capaces de amar así, nos ocurrirá como a Juan, y el mundo se llenará de luz y de alegría: AMAR sin esperar otra cosa que la felicidad del ser amado.

DOMINGO -V- DE PASCUA -B-


PRIMERA LECTURA


Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 9, 26‑31
Les contó cómo había visto al Señor en el camino

En aquellos días, llegado Pablo a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos, pero todos le tenían miedo, porque no se fiaban de que fuera realmente discípulo. Entonces Bernabé se lo presentó a los apóstoles.
Saulo les contó cómo había visto al Señor en el camino, lo que le había dicho y cómo en Damasco había predicado públicamente el nombre de Jesús.
Saulo se quedó con ellos y se movía libremente en Jerusalén, predicando públicamente el nombre del Señor. Hablaba y discutía también con los judíos de lengua griega, que se propusieron suprimirlo. Al enterarse los hermanos, lo bajaron a Cesarea y lo enviaron a Tarso.
La Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaria. Se iba construyendo y progresaba en la fidelidad al Señor, y se multiplicaba, animada por el Espíritu Santo.
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“LAS FORMAS DE DIOS”

Dios actúa de forma incomprensible: a Pablo le hace cambiar radicalmente y de forma estrepitosa, de tal manera que le va a resultar un problema dificilísimo el poder integrarse en la comunidad; podría haber muchas formas de hacer las cosas, por ejemplo: haber ido cambiando poco a poco, de manera que le diese tiempo a la gente a ir viendo el cambio y al mismo Pablo de haber podido ir digiriendo la experiencia, pero no. Pablo va con toda fuerza en contra de Cristo y de golpe tiene un fuerte tropezón que lo deja mirando para el lado contrario y si más preámbulos tiene que presentar como blanco lo que ayer estaba presentando como negro. Fue costoso para todos el convencerse que no era una estrategia de infiltración lo que estaba queriendo hacer, para tener más información, a todos los niveles y destruir la iglesia.
Pablo necesitó que alguien creyera en él y lo presentara a la comunidad, dando testimonio del cambio que había dado en su vida.
Pero esta experiencia de cambio radical afianza por otro lado los prejuicios en aquellos que lo han conocido: cuando lo ven actuando con radicalidad, inmediatamente se sienten agredidos aquellos que andan en la mediocridad y automáticamente saltan diciendo: “Míralo, con todo lo que ha hecho y ahora se vuelve intransigente…” Puede servirnos como ejemplo lo que ocurre con aquellos que han sido fumadores y cortan radicalmente y luego insisten en que otros abandonen el tabaco. Pablo se ve incluso amenazado en su vida, pues no le aceptan, en el fondo, el cambio.
Es exactamente lo que sigue ocurriendo entre nosotros: nos marcan nuestros pecados, más no nuestras buenas obras: son los fallos los que determinan la imagen que se han fraguado de nosotros, imposibilitando el que podamos dar un cambio en nuestras vidas, dejándonos anclados en el arrecife de nuestros antiguos pecados.
La constancia, la franqueza, la fuerza, la autenticidad que Pablo le pone a su vida y a todo lo que hace y dice, junto con la fuerza del Espíritu Santo, serán los que hagan vencer todas las barreras y lo que hará que posibilite que el Espíritu Santo realice la gran obra de la expansión que se llevará adelante con la persona de Pablo.


Salmo responsorial Sal 21, 26b‑27. 28 y 30. 31‑32
R/. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea.
Cumpliré mis votos delante de sus fieles.
Los desvalidos comerán hasta saciarse,
alabarán al Señor los que lo buscan:
viva su corazón por siempre. R/.
R/. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea.
Lo recordarán y volverán al Señor
hasta de los confines del orbe;
en su presencia se postrarán las familias de los pueblos.
Ante él se postrarán las cenizas de la tumba,
ante él se inclinarán los que bajan al polvo. R/.
R/. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea.
Me hará vivir para él,
mi descendencia le servirá,
hablarán del Señor a la generación futura,
contarán su justicia al pueblo que ha de nacer:
todo lo que hizo el Señor. R/.
R/. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea.


SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 3, 18‑24
Éste es su mandamiento: que creamos y que amemos

Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras.
En esto conoceremos que somos de la verdad y tranquilizaremos nuestra conciencia ante él, en caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo.
Queridos, si la conciencia no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios. Y cuanto pidamos lo recibimos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada.
Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó.
Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio.
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“SER EXPRESIÓN DE DIOS”
La experiencia de encuentro que Juan ha tenido con el Maestro es algo que escapa a todos los moldes de expresión para poder comunicarla; él solo encuentra una palabra con la que puede dar forma a todo lo que ha vivido: AMOR. Dios es AMOR y Jesús es la personificación del AMOR; esto lo repetirá hasta la saciedad, hasta el punto que, estando ya en sus últimos días, un discípulo le preguntará: “Maestro, ¿Por qué nos repites siempre lo mismo?” A lo que Juan contesta: “Es que no hay otra cosa”.
Efectivamente, no hay otra forma de vivir y ser feliz, sino amando y sintiéndose amado y esto es ya la garantía de vivir en Dios, de participar de la salvación que Cristo nos ha traído.
Esta realidad no se trata de discursos hermosos y de palabras bonitas sobre el AMOR, sino de acciones concretas inspiradas en Cristo; esto será lo que diga quiénes somos, pues el árbol se conoce por sus frutos, por tanto, cualquiera podrá evaluarnos, no por lo que decimos, sino por lo que hacemos, pues ningún árbol bueno puede dar frutos malos… Pero ¿Y si los da? Será una señal clara de que el árbol no es bueno, está dañado.
Juan tiene también muy claro que el AMOR no es una fuerza ciega natural, sino que proviene del Espíritu Santo, es una manifestación divina, por tanto, no es algo que esté al alcance de las fuerzas del hombre, si es que no tiene la ayuda del Espíritu; es por lo que el mismo Jesús dirá: “sin mi no podéis hacer nada”
De ahí se deriva que, quien se deja conducir por el AMOR, por la VERDAD, por la JUSTICIA, por la PAZ es una persona en la que habita Dios y en ella se manifiesta con sus acciones la gloria de Dios, pues éstas serán el cumplimiento de los mandatos de Dios y su vida no es más que una manifestación viva de ÉL.
Todo esto que en un razonamiento lógico parece evidente, se complica a la hora de la puesta en práctica y la lógica aparece como algo ilógico, pues no concuerda con la lógica del mundo y resulta imposible el poder casar la muerte con la vida, el amor y la solidaridad con el egoísmo, el individualismo y la indiferencia; la mentira y la corrupción con la verdad.


Aleluya Jn 15, 4. 5b
Permaneced en mí, y yo en vosotros
-dice el Seño-C;
el que permanece en mí da fruto abundante.



EVANGELIO


Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 1‑8
El que permanece en mi y yo en él, ése da fruto abundante

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-“Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador.
A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros,
si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada.
Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.”
Palabra del Señor.


REFLEXIÓN


“LA TENTACIÓN DE SER INJERTO”

Jesús utiliza la imagen de la vid que todo el mundo conoce y que en la cultura de Israel representa siempre el pueblo elegido por Dios, Israel, cuyo viñador es Yahvé, que lo ha adquirido y para la que se ha convertido en “cepa” sobre la que se enganchan todos los sarmientos y de la que reciben toda su vida y su fuerza.
Es imposible vivir, dar fruto, sentirse unido al resto de sarmientos si es que no se está unido al tronco.
No se entiende que un sarmiento enganchado a la cepa sea infecundo o dé un fruto distinto al resto de sarmientos, pues está enganchado en la misma cepa, que es la que transmite la fuerza y la vida, el mismo Espíritu.
La experiencia del pueblo de Israel es nefasta, pues no ha dado uvas sanas y limpias, sino agrazones, habiendo cuidado el Señor su viña con todo el cariño y esmero. Incluso la viña se ha rebelado en contra del viñador cuando le ha pedido las cuentas de los frutos.
Jesús recoge esta imagen de la tradición profética y ahora la aplica a la nueva realidad que se abre con Él, la Nueva Alianza con el Nuevo pueblo que nace de su sangre: Cristo se presenta como la “Cepa” Nueva y presenta las expectativas que tiene Dios con esta nueva viña que es su iglesia, la humanidad. Él se presenta como la “Cepa” de vid e invita a cada uno a engancharse en Él para dar los frutos del reino; quien permanece unido a Él podrá dar frutos, pero quien se arranca de Él, se seca y molesta a la vid. Quien permanece en Él dará los mismos frutos que Él ha dado, que son los que el Padre quiere; y la gloria del Padre consistirá en los frutos que den los sarmientos.
Para que estos frutos sean limpios, sanos y abundantes, el “viñador (el Padre) cuida su viña y la limpia, la poda y le corta los sarmientos que no dan fruto… Esta obra de purificación la va haciendo con su Palabra que ilumina y orienta la forma de actuar de cada hombre.
Pasando la imagen que pone Jesús y traduciéndola a nuestra comunidad y a toda la iglesia, vemos claramente que nuestra vitalidad de cristianos no viene de ninguna otra fuerza ni de otra realidad, como puede ser la cultura, el dinero, el poder, el prestigio y hasta las mismas normas…la vida de la iglesia nace de la unión a Cristo; nuestra savia es el Espíritu de Jesucristo resucitado que es el que nos da ilusión, fuerza, coraje…aquello mismo que hizo que los primeros cristianos fueran capaces de cambiar los esquemas del mundo en donde vivían.
Pero¿ qué nos pasa hoy? En nuestras comunidades nos perdemos discutiendo cómo se debe ser, qué estrategia seguir, hasta dónde se puede llegar, cómo celebrar, cómo evangelizar…Y todo se queda en palabras, en teorías, en normas, en moralismos…pues hemos llegado a aceptar como válida la frase: “soy cristiano pero no practico” es decir: puedo seguir enganchado en la cepa, pero no quiero dar uvas y me siento con todos los derechos que pueda tener el primero, y de esa manera, cada uno se hace su religión a su medida… Es decir: hemos concebido una iglesia formada por sarmientos, secos, ahogando la cepa, muertos; dando como resultado una iglesia folclórica, ritualista, sin compromiso por el cambio de realidades corrompidas, una iglesia que se acomoda a todo, una institución que expende servicios y que pone en tela de juicio cualquier otra cosa que suponga un compromiso con la vida.

El mismo Jesús lo dijo: “quien no come mi carne y bebe mi sangre no tendrá vida” y no hay otra forma de de hacer que corra la misma savia si no es estando unidos a la “vid” y esto ha de ser en contacto con su palabra, meditándola, llevándola en el corazón, haciéndola parte de nuestra existencia y estando abiertos a su llamada. Pero el hecho es que Cristo no cuenta en el proyecto de vida de una gran mayoría.