DOMINGO XVIII DEL TIEMPO ORDINARIO


PRIMERA LECTURA  


Lectura del libro del Eclesiastés  1,  2; 2, 21‑23
¿Qué saca el hombre de todos los trabajos? 

            ¡Vanidad de vanidades, -dice Qohélet-; vanidad de vanidades, todo es vanidad! Hay quien trabaja con sabiduría, ciencia y acierto, y tiene que dejarle su porción a uno que no ha trabajado. 
            También esto es vanidad y grave desgracia. 
            Entonces, ¿qué saca el hombre de todos los trabajos y preocupaciones que lo fatigan bajo el sol? 
            De día su tarea es sufrir y penar, de noche no descansa su mente. 
            También esto es vanidad. 
Palabra de Dios. 
 

REFLEXIÓN
 

ACTITUD FRENTE A LA VIDA  

Es interesante que tengamos presente el significado y el sentido de la palabra que utiliza el libro del Eclesiástico: VANIDAD (Proviene del adjetivo “vano” es decir: algo que está vacío, que no tiene consistencia alguna, está hueco, solo tiene una apariencia externa pero en la realidad no es nada…) 

El autor habla desde la experiencia que tiene de la vida y desde las preguntas que todo ser humano se hace en algún momento de su vida frente a lo que hace, el sentido que tiene y la finalidad a la que está orientado…

El sabio Qohélet se pregunta: “¿Qué provecho saca el hombre de todos los afanes que persigue bajo el sol?  Y concluye diciendo:  ¡¡NADA!! “Todo es VANIDAD”, vacío, inconsistente, apariencia. Y ve cómo perdemos la vida afanados en cosas que no nos llevan a nada, que nos tenemos que dejar y que otros las van a disfrutar sin haberlas trabajado, mientras  por conseguirlas, hemos dejado de ser felices y de construir la felicidad a los que nos rodean.

Me suenan en este momento una gran cantidad de expresiones de personas que en el lecho de muerte, en sus últimos momentos concluyen diciendo que su vida ha sido una pérdida de tiempo, no ha valido para nada, se sienten completamente solos, porque los que le rodean están deseando que se vaya para disfrutar lo que le ha ocupado por completo su atención durante toda su vida.

A simple vista, cuando leemos el pasaje, parece que nos estuviera invitando a dedicarnos a vivir sin preocuparnos de nadie, de una forma materialista y hedonista, como entiende mucha gente, que afirma que la felicidad consiste en comer beber y disfrutar de la vida que son cuatro días: “comamos y bebamos, que mañana moriremos”.

El texto se convierte en un eco de otros muchos otros momentos donde se hacen las mismas preguntas y que van recogiendo los distintos momentos de la vida por donde vamos pasando y que, aparentemente todo queda reducido a lo mismo: hagamos lo que hagamos, al final todo queda reducido a un cuerpo llamado a pudrirse, entonces:

¿Qué pintamos aquí? ¿Qué sentido tiene la vida que nos montamos? ¿Para qué vivir, trabajar, soñar, luchar, amar, cuidar la ecología, la educación la política…?

Miradas las cosas desde el plano material, nos damos cuenta que “ la vida es un soplo sobre esta tierra (Sab 2,1),  y la mayor parte la pasamos sufriendo y peleando ¿Para qué?.  “Todo pasa aprisa y vuela” (Salmo 89, 10). Al final, cuando pensamos desde lo material, vemos que la vida transcurre como si lucháramos por atrapar el viento, es una tarea inútil que nos deja decepcionados; incluso el mismo Jesús nos dice: “¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero...”?

Al final, el autor lo que quiere decirnos es que por mucho que nos afanemos por acumular, nada de eso que acumulamos nos va a servir para nada, ni nos lo vamos a llevar.

El sabio Qohélet quiere dar una respuesta a esta nueva mentalidad que se está extendiendo y que ha cambiado las formas de pensar antiguas: había una mentalidad corporativa que sostenía que cualquier fallo de un particular o un triunfo, repercutía en la colectividad: la bondad o maldad de un individuo tenía repercusiones en el grupo y en los descendientes.

En el exilio han cambiado muchas cosas y una de ellas es este sentido  y se sostiene que cada persona recibe en su vida la recompensa de su actuación (2Re 14, 5-6; Jer 31, 29-30; Ez 18, 2-3. 26-27). Lógicamente, esta nueva tendencia individualista va a dificultar mucho el camino, pues se cierra a toda esperanza de futuro y se centra en el momento material que está dispuesto a vivir a tope: (Carpe diem= Aprovecha el día) pues lo que te lleves, eso es lo que vas a gozar. En una mentalidad así, desaparece toda visión de futuro. Algo muy parecido a lo que vive la “progresía” actual
 

Salmo responsorial Sal 89, 3‑4.  5‑6.  12‑13. 14 y 17 (R.: 1)


 R. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación. 

Tú reduces el hombre a polvo, diciendo:
"Retornad, hijos de Adán."
Mil años en tu presencia son un ayer, que pasó;
una vela nocturna. R.
R. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.

Los siembras año por año,
como hierba que se renueva:
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca. R.
R. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.  

Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuando?
Ten compasión de tus siervos. R.
R. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.  

Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos. R.
R. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.    

 

SEGUNDA LECTURA  


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 1‑5. 9‑11
Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo

            Hermanos: 
            Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. 
            Porque habéis muerto, y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria. 
            En consecuencia, dad muerte a todo lo terreno que hay en vosotros: la fornicación, la impureza, la pasión, la codicia y la avaricia, que es una idolatría. 
            No sigáis engañándoos unos a otros. 
            Despojaos del hombre viejo, con sus obras, y revestíos del nuevo, que se va renovando como imagen de su Creador, hasta llegar a conocerlo. 
            En este orden nuevo no hay distinción entre judíos y gentiles, circuncisos e incircuncisos, bárbaros y escitas, esclavos y libres, porque Cristo es la síntesis de todo y está en todos. 
Palabra de Dios.   

 

REFLEXIÓN 

NO VALE VIVIR ENGAÑADOS    

Frente a las preguntas que se hacía el sabio Qohélet en la 1ª lectura S. Pablo viene a responderlas en la comunidad de los colosenses: frente a todo ese ambiente individualista  que no ve más allá de lo que tiene delante de las narices, Pablo presenta a Jesucristo que abre la dimensión universal del futuro: aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra.”

Estamos llamados a vivir en plenitud y no a quedarnos amarrados a las cuatro cosas que nos rodean y que envuelven nuestra existencia. Quedarse en lo material, en lo terreno, es perder la vida, pues al no tener más perspectivas de futuro, caeríamos  en la esclavitud de los instintos naturales: “la fornicación, la impureza, la pasión, la codicia y la avaricia, que es una idolatría.”

Hemos nacido a un orden nuevo que nos ha conseguido Jesucristo con su muerte y su resurrección; no tiene sentido seguir estancados  en esquemas caducos que no tienen perspectivas de nada. No podemos seguir “engañándonos unos a otros” 

            Seguir manteniendo esta situación es mantener la esclavitud en la que unos se aprovechan de los otros y la vida se convierte en un infierno para los débiles, por eso los poderosos no aceptan de ninguna manera la presencia de Dios que trae la esperanza para los débiles.

 

Aleluya Mt 5, 3
Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
 

EVANGELIO  


Lectura del santo evangelio según san Lucas 12, 13‑21
Lo que has acumulado, ¿de quién ser? 

En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: 
-“Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.” Él le contestó: 
-“Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?” Y dijo a la gente: 
-“Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.” 
Y les propuso una parábola: 
-“Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: “¿Que haré? No tengo donde almacenar la cosecha.” 
Y se dijo: 
“Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida.” 
Pero Dios le dijo: 
“Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?” 
Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios.” 
Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN
 

LA GRAN EQUIVOCACIÓN 

Partimos de algo completamente normal, lógico y loable que está inscrito en el código de todo ser humano: el deseo, el derecho y la necesidad de SER FELIZ, podríamos decir que es la llamada fundamentad de todo ser humano, sin embargo, ante esta llamada hay todo un abanico de respuestas que ofrecen la clave y aseguran la Felicidad. Ya en el cap. 4  S. Mateo presenta la panorámica que se le plantea a Jesús: ofertas para triunfar y ser feliz.

En el texto de hoy se nos presentan dos situaciones en las que parece que el dinero, la acumulación de riquezas  lo resuelve todo. Jesús deja bien claro que la codicia no es solución de nada, sino un espejismo en el que nos sentimos seguros pero sin sustentación ninguna, puesto que la falsa seguridad que nos da, es algo que se desvanece enseguida y nos deja divididos y rotos.

            Por eso su postura es clara y tajante: “Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.” Por eso vemos a Jesús que en su proyecto, el dinero no tiene puesto, no le deja el más mínimo espacio de relevancia, aunque lo necesite para vivir y, por eso lo vemos que cuando plantea las exigencias a sus apóstoles, les dice que se desprendan completamente de él y no le dejen espacio en sus vidas.

            Jesús tiene absolutamente claro: lo primero de todo es la justicia: que todos tengan pan, ropa, techo, educación, salud… fruto de la puesta en práctica del Amor hecho solidaridad y comunión; esto va a hacer una Nueva Humanidad y no el deseo de tener y la codicia que siempre nos tendrá insatisfechos.

            La codicia no nos llevará jamás a pensar en los demás, sino en nosotros mismos  y jamás sentiremos que tenemos bastante.

            Estamos viendo y padeciendo cómo la codicia de unos cuantos, es la responsable del deterioro de la humanidad.  Copio literalmente los datos que aporta el comentario a este texto el “Servicio Bíblico Latinoamericano”:   

“Llama la atención la medida actual de la codicia en el mundo: el economista Branko Milanovic, del Banco Mundial, da a conocer que «el 1% más rico de la población del planeta posee casi la mitad de todos los activos personales. Este selecto grupo, especifica el economista, está integrado en un 12% por estadounidenses, y entre un 3% y un 6% por británicos, japoneses, alemanes y franceses». Milanovic aclaró también que «el 1% de las personas más ricas del mundo vieron aumentar sus ingresos reales en más de un 60% en dos décadas (de 1988 a 2008). El 8% de las personas que disponen de mayores fondos en el mundo obtiene hasta el 50% de todos los ingresos del planeta».

Según un informe de la OCDE (mayo 2013), el 10% más rico de las sociedades de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) tenían 9,5 veces más ingresos que el 10% más pobre en el 2010 respecto al 2007, cuando los ingresos de los ricos eran 9 veces superiores a los de los pobres. Más: la crisis ha acelerado la brecha entre ricos y pobres en los países que integran esa organización. Las desigualdades aumentaron más entre 2007 y 2010 que en los 12 años precedentes.”

Incluso los datos últimos que ofrecen,  nuestra economía resulta que en estos 4 años de crisis que llevamos, alrededor de 10 mil nuevas grandes fortunas han aparecido en nuestra España, mientras el 30% de la población ha entrado en niveles de pobreza y de carestía.

Aún así hay gente que sigue creyendo en el sistema que tenemos y diciendo que es lo mejor que se ha podido montar y, si no estamos mejor es por culpa… (cada uno, dependiendo de sus intereses, culpa a quien interesa, pero nadie quiere aceptar que no se puede poner el dinero como el dios supremo y como el único valor y horizonte para el hombre, porque el dios “Mamon” exige como culto la muerte y sus “misioneros” y “sacerdotes” trafican con la muerte).

¿Qué hacer frente a esto? Jesús tiene muy clara la respuesta: ponerse en las manos del Padre, aportando cada uno lo mejor que tiene en beneficio de todos. ¿Qué eso es una utopía? ¡Es posible! Pero aún así, es mucho más noble, digna, saludable y fascinante para vivir en esperanza que la solución que tenemos implantada. Jesús lo llamaba “El Reino de Dios” y, eso es posible el momento en que cada hombre y cada mujer dejen que su corazón esté lleno, no de avaricia y codicia, sino de paz, de solidaridad, de amor, de verdad, de justicia;  se rompa el individualismo y los hombres sean capaces de crear estructuras de vida y solidaridad y no de egoísmo y de muerte.

Entender que la mayor fortuna no es el dinero, sino la amistad, el amor, la alegría, la paz; que el mayor honor es ser constructor de estos valores; que la mayor obra y realización es favorecer la vida,  la paz y la armonía en el planeta. Si esto es una utopía, el vivir toda la vida angustiado, detrás del dinero, es la mayor estupidez.

 

DOMINGO XVII DEL TEIMPO ORDINARIO -C-

PRIMERA LECTURA

 Lectura del libro del Génesis 18, 20‑32
No se enfade mi Señor, si sigo hablando

En aquellos días, el Señor dijo: 
-"La acusación contra Sodoma y Gomorra es fuerte, y su pecado es grave; voy a bajar, a ver si realmente sus acciones responden a la acusación; y si no, lo sabré."
Los hombres se volvieron y se dirigieron a Sodoma, mientras el Señor seguía en compañía de Abrahán. 
Entonces Abrahán se acercó y dijo a Dios: 
-"¿Es que vas a destruir al inocente con el culpable? Si hay cincuenta inocentes en la ciudad, ¿los destruirás y no perdonarás al lugar por los cincuenta inocentes que hay en él? ¡Lejos de ti hacer tal cosa!, matar al inocente con el culpable, de modo que la suerte del inocente sea como la del culpable; ¡lejos de ti! El juez de todo el mundo, ¿no hará justicia?"
El Señor contestó: 
-"Si encuentro en la ciudad de Sodoma cincuenta inocentes, perdonaré a toda la ciudad en atención a ellos.!
Abrahán respondió: 
-"Me he atrevido a hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza. Si faltan cinco para el número de cincuenta inocentes, ¿destruirás, por cinco, toda la ciudad?"
Respondió el Señor: 
-"No la destruiré, si es que encuentro allí cuarenta y cinco."
Abrahán insistió: 
-"Quizá no se encuentren más que cuarenta"
Le respondió: 
-"En atención a los cuarenta, no lo haré."
Abrahán siguió: 
-"Que no se enfade mi Señor, si sigo hablando. ¿Y si se encuentran treinta?"
É1 respondió: 
-"No lo haré, si encuentro allí treinta."
Insistió Abrahán: 
-"Me he atrevido a hablar a mi Señor. ¿Y si se encuentran sólo veinte?"
Respondió el Señor: 
-"En atención a los veinte, no la destruiré."
Abrahán continuó: 
-"Que no se enfade mi Señor si hablo una vez más. ¿Y si se encuentran diez?"
Contestó el Señor: 
-"En atención a los diez, no la destruiré."
Palabra de Dios.   

REFLEXIÓN

 
“UN NUEVO ABRAHÁN”    

La escena que nos presenta el pasaje del libro del Génesis que os trae hoy la liturgia va precedida del ejemplo de hospitalidad y acogida de Abrahán, de su amistad con Dios y su reconocimiento de los derechos del  extranjero (hoy podemos llamar del inmigrante).

            Frente a esta actitud de  Abrahán aparece como contra punto la actitud de Sodoma y Gomorra que su corrupción ha llegado hasta nosotros como el prototipo de perversión y degradación hasta el punto de convertirse en algo que clama al cielo y hace que se indigne Dios. Quizás pueda ayudarnos para recordar la situación la lectura del pasaje de la biblia en el que se narra la situación: Puede verlo en Gn. 18,20 y   19,4-9

            Dios se indigna ante la degradación a la que ha llegado el pueblo: ha roto todos los esquemas de maldad y atentado contra la misma naturaleza por lo que decide destruirlo; recuerda otro momento de perversión en donde del hombre, en el que la misma biblia llega a decir: “Yahvé vio que la maldad del hombre en la tierra era grande y que todos sus pensamientos tendían siempre al mal. Se arrepintió, pues, de haber creado al hombre, y se afligió su corazón. (Gén 6,5-6)

            En esta situación de degradación aparece Abrahán como el hombre justo, el hombre amigo de Dios que tiene que interceder por el pueblo para ver si es posible su salvación; la escena es entrañable viendo a Abrahán cómo regatea con Dios intentando salvar al inocente y evitar que sufra la destrucción.

            Al leer estos pasajes, resulta imposible quedarse escéptico e indiferente, como quien ve una película de ficción de los que nos pone la TV. Y no mirar a la realidad que vivimos, en la que se ha convertido en algo que está  clamando al cielo todo lo que hay montado; pero lo que más duele y asusta es que tenemos la misma actitud de los ciudadanos de Sodoma y Gomorra: lo estamos viendo en países en donde no importa matar a toda la población con tal de mantener el poder y no se escucha los gritos por millones de la gente.

            Es increíble que hayamos llegado a una degradación tal que, mientras hace unos años nos horrorizábamos de los holocaustos  nazis y de lo ocurrido en los últimos tiempos en la zona de los Balcanes y, sin embargo seguimos insensibles ante el mayor genocidio que se ha dado en toda la historia de la humanidad y que seguimos apoyando y alentando: en el siglo XX ( desde 1985) y lo que va del XXI, llevamos asesinados MIL SETECIENTOS MILLONES de niños a los que se les ha negado el derecho a vivir. ¿Qué juicio podrá hacer la historia y Dios de esta generación?

            La corrupción a todos los niveles la estamos sufriendo en nuestra misma “casa” sin tener que salirnos fuera. ¿Cuándo saldrá un Abrahán  que interceda por el pueblo? Ese Abrahán está llamado a ser la iglesia y, lógicamente, cada uno de los cristianos.

 

Salmo responsorial Sal 137, 1‑2a. 2bc‑3. 6‑7ab. 7c‑8 (R.: 3a)


R. Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste. 
Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario. R

R. Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste. 

Daré gracias a tu nombre,
por tu misericordia y tu lealtad.
Cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma. R.
R. Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste.

El Señor es sublime, se fija en el humilde,
y de lejos conoce al soberbio.
Cuando camino entre peligros,
me conservas la vida;
extiendes tu brazo contra la ira de mi enemigo. R.
R. Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste.

Y tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores conmigo:
Señor, tu misericordia es eterna,
 no abandones la obra de tus manos. R. 
R. Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste.

 
SEGUNDA LECTURA  

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 2, 12‑14
Os dio vida en Cristo, perdonándoos todos los pecados

Hermanos: 
Por el bautismo fuisteis sepultados con Cristo, y habéis resucitado con él, porque habéis creído en la fuerza de Dios que lo resucitó de entre los muertos. 
Estabais muertos por vuestros pecados, porque no estabais circuncidados; pero Dios os dio vida en él, perdonándoos todos los pecados. 
Borró el protocolo que nos condenaba con sus cláusulas y era contrario a nosotros; lo quitó de en medio, clavándolo en la cruz. 
Palabra de Dios. 

 
REFLEXIÓN
 

“PASAR LA PÁGINA”   

            S. Pablo presenta a Jesucristo como el único y verdadero mediador entre Dios y los hombres. Cristo es el nuevo Abrahán que ha conseguido para los hombres el perdón y la restauración de la naturaleza humana caída y destruida.

            El Bautismo es el momento clave, el punto de partida en el que el hombre encuentra el perdón y donde Dios “pasa la página”.  De ahí que, los cristianos consideraban la pila bautismal como un sepulcro en el que eran “sepultados con cristo” y del que nacían como hombres nuevos. El Bautismo era la inserción en el misterio de Cristo; resucitar y vivir como un ser resucitado es “vivir en Cristo”, pues a partir de ahí, estamos reconciliados con Dios. Para Pablo, el perdón ha significado la liberación de la ley, pues para él ley, pecado y muerte es la misma cosa y todo esto ha sido clavado en la cruz

            No obstante, el hecho de que Dios haya pasado la página y haya realizado esta acción portentosa con nosotros, no nos exime de la obligación que tenemos de corresponder con lo mismo pasando también nuestra página, pues no podemos continuar anclados en la misma situación de hombres caídos y hundidos en el pecado habiendo sido levantados y restablecidos.

            Dios ha hecho todo lo que estaba en sus manos y lo que  a Él correspondía; ahora lo que falta es nuestra respuesta que debe ser la misma, pues de lo contrario, estamos anulando para nosotros toda la obra redentora de Dios  para nuestras vidas.
 

Aleluya Rm.  8, 15bc
Habéis recibido un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: "¡Abba!, Padre."

 

EVANGELIO

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas 11, 1‑13
Pedid y se os dará 

            Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: 
-"Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos." 
            Él les dijo: 
-"Cuando oréis decid: `Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación.
            Y les dijo: 
-"Si alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche para decirle: 
"Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle."
            Y, desde dentro, el otro le responde: 
"No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos." 
            Si el otro insiste llamando, yo os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por lo inoportuno, se levantará y le dará cuanto necesite.
            Pues así os digo a vosotros: Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre. 
            ¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra?
            ¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? 
            Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, "cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?" 

Palabra del Señor.  
 

REFLEXIÓN 

LA ORACIÓN DEL PADRE NUESTRO  

Es muy importante el caer en la cuenta de algunos detalles: siendo tan importante la oración, no vemos a Jesús en ningún momento que obligue a los apóstoles, ni les imponga el que TIENEN QUE ORAR; los deja hasta que nace en ellos el deseo y la curiosidad; Él entiende que esto no es una obligación, sino una necesidad que nace desde lo más hondo del ser, como el “hambre”, como la “Sed”… algo sin lo cual no se puede vivir. Esto es algo que Jesús ha visto desde pequeño en su familia, en la gente sencilla de su pueblo: es una necesidad vital de estar en contacto con Dios y, por eso, es algo que está incorporado en su vida como el comer o el beber y lo hace con la más completa naturalidad: no sabe moverse si no es en presencia y con el beneplácito de su Padre.

            Los discípulos ven esta actitud en Él y eso les provoca el deseo de hacer lo mismo y le piden que “les enseñe a orar” (Lc. 3,21; 5,16; 6,12; 9,29).

            Jesús les comparte lo que Él vive y siente en relación con  su Padre y pide que ellos sientan y vivan lo mismo; las palabras que les indica, no son una teoría sobre la oración, ni un método científico, sino la expresión entrañable que le nace al hijo que siente un verdadero amor a su padre:

 “PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN EL CIELO”

            Es la expresión del hijo que se dirige a su padre (Jesús lo llamaba  “ABBA” (papi –en nuestro lenguaje) y pide a sus apóstoles que también lo sientan ellos así, que no tengan reparo alguno, pues Él es así.

            Al llamarlo “Padre” le estamos reconociendo su paternidad sobre nosotros; reconocemos también nuestra fuente y origen de vida y de la existencia: sin Él, nosotros no vivimos ni existimos.

            Al reconocerlo nuestro padre, estamos confesando que llevamos en nosotros su imagen y semejanza, que viene a ser como nuestro código genético.

            Pero al reconocerlo  Padre NUESTRO, estamos confesando la igualdad radical de todos los seres humanos: somos hijos del mismo padre, por lo tanto con igualdad de dignidad, con lo que nadie puede levantarse ni considerarse superior a nadie; esto nos iguala a todos en los fundamentos de la persona, estableciendo la igualdad universal de todos los seres humanos.

            Al llamarlo “Padre NUESTRO” nos estamos declarando hermanos de todos los seres humanos y estamos declarando que no nos podemos quedar insensibles a lo que le ocurre a un hermano, por muy distante que viva. Estamos confesando y proclamando la “Fraternidad Universal”