DOMINGO XIV TIEMPO ORDINARIO -A-

Lectura del profeta Zacarías 9,9‑10
Mira a tu rey que viene a ti modesto

Así dice el Señor: "Alégrate, hija de Sión; canta, hija de Jerusalén; mira a tu rey que viene a ti justo y victorioso; modesto y cabalgando en un asno, en un pollino de borrica. Destruirá los carros de Efraín, los caballos de Jerusalén, romperá los arcos guerreros, dictará la paz a las naciones; dominará de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra."
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

“LOCURA O NECESIDAD”

Es la segunda parte del libro del profeta Zacarías; probablemente pertenece a otro autor y en él no existe la perspectiva de la restauración cercana de Israel o de la restauración de la monarquía… Esas expectativas ya se han perdido y nadie piensa ni sueña con volver ni con la posibilidad de restaurar el templo. El pueblo se ha resignado a vivir en la esclavitud y en medio de este estado de decepción, el profeta se levanta convocando a la alegría y a la esperanza, proclamando a un “Mesías” salvador, que no va a venir con las atribuciones de poder con las que se presentan los políticos, sino que su gran poder estará basado en su relación con Dios, por eso será un Mesías justo que establecerá la voluntad de Dios, que es la salvación de todos El profeta presenta algo que suena a escándalo: “Un Mesías humilde que entra montado en un pollino: La humildad va a destruir los carros de la guerra y va a romper los arcos  de los guerreros y va a establecer la paz en el mundo entero, no solo ya en Jerusalén.
            El mensaje de Zacarías hoy suena a locura, pues el pensar que la humildad, la sencillez, la no ostentación… van a derribar la prepotencia del dinero, , del poder de los poderosos y de los sanguijuelas del pueblo…  Pero aunque suene a locura, no deja de ser lo esperado y lo deseado, lo necesario, la única alternativa de felicidad y  de paz para el mundo.

Salmo responsorial: 144  
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; /
bendeciré tu nombre por siempre jamás. /
Día tras día, te bendeciré /
y alabaré tu nombre por siempre jamás. R.
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
El Señor es clemente y misericordioso, /
 lento a la cólera y rico en piedad; /
 el Señor es bueno con todos, /
es cariñoso con todas sus criaturas. R.
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, /
que te bendigan tus fieles; /
que proclamen la gloria de tu reinado, /
que hablen de tus hazañas. R.
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.  
El Señor es fiel a sus palabras, /
bondadoso en todas sus acciones. /
El Señor sostiene a los que van a caer, /
endereza a los que ya se doblan. R.
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.


Lectura de la carta de S. Pablo a los Romanos 8,9.11‑13
Si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis

Hermanos: Vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo.
Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros. Así, pues, hermanos, estamos en deuda, pero no con la carne para vivir carnalmente. Pues si vivís según la carne, vais a la muerte; pero si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis
Palabra de Dios


 REFLEXIÓN


“EL BAUTISMO, OPCIÓN A VIVIR SEGÚN EL ESPÍRITU”

            S. Pablo plantea a la comunidad de los romanos  dos posibilidades de vida: una, según la carne, es decir:  viviendo a impulsos de los instintos, en donde los sentidos son la única fuente de verdad (empirismo) y solo se considera real aquello que podemos ver, tocar, oír, tocar, gustar y gozar, que se convierte en la única fuente de felicidad, porque es la única verdad que existe..
            Podemos ver que no estamos muy lejos en la actualidad de esta tendencia, tan vieja como la humanidad que considera la única verdad lo que entra por los sentidos; hoy vemos cómo se tiende no tanto a establecer unas teorías sobre el tema, sino una práctica en la que se desprecia cualquier valor superior que vaya más allá de lo que se pueda gozar con los sentidos a cuya practica se la llama inmediatamente represión y a la imposibilidad de gozar frustración..
            La otra oferta es dejar que el Espíritu sea el que dirija la fuerza de los sentido dándole una verdadera orientación a toda esa fuerza que reside en los sentido en beneficio del amor, de la paz, de la verdad, de la justicia, de la libertad, considerando que esta es la única forma de ser libres y felices.
            No se trata de demonizar los sentidos, como alguien puede pensar, sino de encauzar esa fuerza ciega que existe en el ser humano y que si no se la orienta hacia el bien,  puede destruir al hombre y convertirlo en un animal peligroso.
            Pablo entiende que por el bautismo, la opción está hecha, por tanto, se trata de4 ser coherentes: “estamos en deuda, pero no con la carne para vivir carnalmente”


Lectura del santo evangelio según S. Mateo 11,25‑30
Soy manso y humilde de corazón

En aquel tiempo, exclamó Jesús: "Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera."
Palabra del Señor


REFLEXION

 “UN MENSAJE QUE SOLO ENTIENDEN LOS SENCILLOS”
            El pasaje de S. Mateo nos presenta a Jesús en un momento en el que se siente feliz porque la gente sencilla del pueblo entiende perfectamente lo que dice: los pobres, los que se sienten atosigados por los políticos y los poderosos, los que se sientes excluidos de la religión porque los trata como impuros y como gente indigna de Dios; los enfermos que, además de sufrir el dolor, sentían el rechazo de la sociedad. La gente del campo que vivía luchando por resistir al hambre que les atormentaba, aquellas mujeres que eran capaces de romper los tabúes y los esquemas sociales para acercarse a Jesús y escucharle... Toda esta gente despreciada por la política, por la religión, por la cultura; marginada de todo beneficio social, a pesar de todo lo que dijeran las leyes y las normas establecidas por la tradición y la religión, en su corazón sentían que Dios no podía ser así de injusto y sintonizaban perfectamente con la imagen que Jesús les muestra: Dios, su Padre, no está enfadado con ellos, no está esperando castigarlos, no los tiene abandonados, el dolor de los pobres, de los enfermos, de los marginados lo siente como suyo.
            Jesús viene a comunicarles que Dios es Padre lleno de ternura, que los ama lo mismo que una madre ama al ser que ha nacido de sus entrañas y lo único que desea es que todos sean felices.
            Pero este mensaje que era tan simple y sencillo que lo captaban hasta los niños, resultaba tremendamente complicado para los sabios y entendidos: Caifás, todos los sumos sacerdotes, los letrados, los saduceos dueños del dinero y de los grandes capitales, no solo no lo veían claro, sino que consideraban subversivo el mensaje, ofensivo a sus oídos y a la cultura que ellos habían implantado y de cara a la religión sonaba como a blasfemia insoportable.
            Para ellos no entendían que Dios estuviera preocupado del sufrimiento de la gente y de la felicidad de todos a la que eran llamados y, en cambio, se despreocupara de la pureza de las normas litúrgicas y de las leyes del culto o de los códigos de purificación ritual, o del cumplimiento de ciertas tradiciones que no se sabía el por qué ni el para qué de ellas.
            Los entendidos en todas estas cosas pasaban el tiempo retorciendo el rizo y sacándole la punta a todo buscando siempre la línea de lo legal y de lo ilegal para ver hasta dónde se podía llegar... por eso, cuando vio en qué perdían el tiempo y como obstaculizaban el encuentro con Dios, no le quedó más remedio que saltar diciendo: ¡menos mal que Dios no se pierde con estos líos ni pierde el tiempo en estas estupideces!  «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla».
            Las cosas no han cambiado en nada: la gente sencilla lo tiene todo tan claro como mi amiga Paquita que después de coger sus 500 € y dedicar la parte que ha de pagar por el alquiler, por la luz, por el agua y alguna cosa para un imprevisto, lo que le sobra de comer al mes dice: “esto que sobra no es mío, pues a alguien le ha de estar faltando” y lo entrega para los pobres.
            Qué lejos de esta actitud estamos los intelectuales, los teólogos, lo políticos, los sociólogos, los moralistas, los entendidos en religión, los eclesiásticos  y, sobre todo, los bien acomodados, que hasta exigen que la misa se les acomode a los horarios de los partidos de futbol.
            No obstante, esta gente sencilla es la base y fundamento de la iglesia y no podemos olvidar que está ahí, que es mucho mayor que todo ese número de “sabios” y “entendidos” en cuestiones del mundo.
            Hay una pregunta que nunca acabo de darme la respuesta: ¿Por qué los que se suben al sillón del poder dejan de mirar la realidad y se distancian tanto de la vida del pueblo que al final no saben ni dónde están? Lógicamente, el mensaje que dan está tan lejos de la vida y las necesidades del pueblo, que da la sensación que no es para los habitantes de este planeta.

CORPUS CHRISTI -A-


PRIMERA LECTURA


Lectura del Libro del Deuteronomio 8, 2‑3. 14b‑16a
Te alimentó con el maná, que tú no conocías ni conocieron tus padres

Habló Moisés al pueblo y dijo:
Recuerda el camino que el Señor tu Dios
te ha hecho recorrer estos cuarenta años por el desierto,
para afligirte, para ponerte a prueba y conocer tus intenciones:
si guardas sus preceptos o no.
El te afligió haciéndote pasar hambre
y después te alimento con el maná
—que tu no conocías ni conocieron tus padres—
para enseñarte que no solo de pan vive el hombre,
sino de todo cuanto sale de la boca de Dios.
No sea que te olvides del Señor tu Dios
que te sacó de Egipto, de la esclavitud,
que te hizo recorrer aquel desierto inmenso y terrible,
con dragones y alacranes, un sequedal sin una gota de agua;
que sacó agua para ti de una roca de pedernal;
que te alimentó en el desierto con un maná
que no conocían tus padres.
Palabra de Dios.

 REFLEXIÓN


“PUNTOS DE REFERENCIA”
El desierto ha sido una experiencia fortísima que se recordará por muchos siglos y que el pueblo debe tener como uno de los puntos de referencia en su vida: el hambre, la sed, la dureza del terreno y del camino, los peligros de todo tipo: serpientes venenosas, alimañas, enfermedades… un entorno de muerte en el que se necesita una ayuda muy especial para poder sobrevivir y ellos han sobrevivido, porque Dios ha estado a su lado y, por eso han podido soportar esa situación y han salido fortalecidos de ella.
            Moisés le hace recordar todo esto al pueblo que ha venido recorriendo un camino hasta convertirse en un pueblo libre; la que ha hecho no es tarea fácil, eso no se puede tirar por tierra ni despreciar; de todo esto se ha de tomar conciencia y guardar memoria, pues en esto está basada su identidad y se fundamenta su dignidad. Son los auténticos cimientos del pueblo, sus raíces.
            La forma de levantarse de nuevo y recuperar lo perdido, es reconociendo sus fallos, asumiéndolos y respondiendo de ellos, hasta volver a hacer las cosas como algo natural, como lo hace un pueblo libre y responsable y no como un esclavo, que tiene que aceptar todo lo que se le impone.
            Esta nueva vivencia será como un “pan” nuevo, un alimento que no había gustado nunca.
            El momento que el pueblo se olvida esto, se relaja y se inclina por otras cosas y toma una actitud diferente, quedando destruido como pueblo.
            Al enfrentarnos a este pasaje y, ante la invitación que hace Moisés, la acepto y echo mi vista atrás: recuerdo tiempos duros y difíciles en los que las cosas no eran como son hoy, en los que pasábamos hambre, tuvimos que emigrar y éramos tratados como personas de tercera categoría y, con el esfuerzo, con la responsabilidad, la solidaridad… fuimos capaces de superarlo todo y salir adelante. Ahora parece que se nos olvidó todo; tampoco los jóvenes quieren oír ni saber nada de lo que sufrimos, se quiere borrar la historia… ¿No llegará el momento en que tengamos que buscar para sobrevivir los restos de todo lo que hemos roto?

 Salmo responsorial Sal 147, 12‑13. 14‑15. 19‑20

V/. Glorifica al Señor, Jerusalén. (o, Aleluya).

V/. Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión,
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti.

R/. Glorifica al Señor, Jerusalén.

V/. Ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina;
él envía su mensaje a la tierra
y su palabra corre veloz.

R/. Glorifica al Señor, Jerusalén.

V/. Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así
ni les dio a conocer sus mandatos.

R/. Glorifica al Señor, Jerusalén.

 SEGUNDA LECTURA

 Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 10, 16‑17
El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo

Hermanos:
El cáliz de nuestra Acción de Gracias, ¿no nos une a todos en la sangre de Cristo?
Y el pan que partimos, ¿no nos une a todos en el cuerpo de Cristo?
El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan.
Palabra de Dios


REFLEXIÓN

“MANTENER LA VIDA DEL ESPÍRITU”
                 
Pablo invita a los corintios a hacer el mismo ejercicio de memoria que Moisés  hace al pueblo de Israel: están olvidando algo que es fundamental y punto obligado de referencia: aquellos israelitas hambrientos, sedientos y maltratados en el desierto tuvieron que volverse a Dios para poder sobrevivir y Él los alimentó con el maná.
                  Los Corintios, nacidos a la vida nueva en Cristo por el bautismo, no podrán sostenerse por si solos, sin el nuevo maná  que alimenta y vivifica: el cuerpo y la sangre de Cristo.
                  Es imposible que una comunidad viva unida, si no lo hace en Cristo a través del Pan y del Vino: “Pues si el pan es uno y todos participamos de ese único pan, todos formamos un solo cuerpo”
                  Para Pablo, participar en este misterio de comunión produce irremediablemente la unidad, pues todos nos convertimos en un mismo cuerpo, el de Cristo.
                  Pero algo que es tan claro y evidente,¿Cómo es que resulta tan difícil y raro el que se pueda dar en la realidad?¿Cómo algo que Cristo dejó como única fuente de vida, se desprecie, se devalúe, y se desprestigie como lo estamos haciendo?


Aleluya Jn 6, 51‑52
Aleluya, aleluya.
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo —; dice el Señor—;
quien coma de este pan vivirá para siempre.
Aleluya.

 EVANGELIO.

 Lectura del santo Evangelio según San Juan 6, 51‑59
Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:
—Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que come de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.
Disputaban entonces los judíos entre sí:
—¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?
Entonces Jesús les dijo:
—Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.
El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan que ha bajado del cielo; no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron: el que come este pan vivirá para siempre.
Palabra del Señor

REFLEXIÓN

“EL MISTERIO DEL PAN Y DEL VINO”
            En la primera lectura veíamos a Moisés recordándole al pueblo que lo único que había posibilitado su liberación y le había dado la fuerza, había sido su fe y el que se hubiera enfrentado a las dificultades en las que se había curtido; esto hizo posible el poder llegar a comer el “maná”, el pan de la libertad, un alimento  muy distinto al de la esclavitud.
            Ahora Jesús presenta el nuevo “maná”, el alimento que fortalece la fe, la esperanza y la grandeza del hombre.
            Pero como siempre, habrá quienes sostienen que hay otro alimento más poderoso que fortalece los grandes valores morales, sociales, humanos y espirituales:  se empecinan en decir que es más poderoso el dinero que estamos viendo hasta la saciedad que produce el lujo, el derroche, la avaricia, el atropello, la traición, el individualismo, el miedo, la soledad… y se atreven a poner en competencia el alimento que presenta Jesús: su cuerpo y su sangre que sostiene el amor, la paz, la solidaridad, la fraternidad, la justicia, la verdad…
            Lo peor de todo esto es que se nos quiere convencer de que ahí está la fuente de la felicidad.
            Jesús no hace una disertación explicándonos cómo se produce el misterio de su cuerpo y su sangre, hechos pan para que nos los comamos y vino para que nos lo bebamos, sino que nos ama y esto lo ha demostrado entregándose por nosotros a la cruz y muriendo en ella, perdonando a su verdugos, ahora se convierte en alimento y quien quiera puede constatarlo. Lo evidente no necesita explicaciones, se trata de vivirlo.

SANTISIMA TRINIDAD -A-


PRIMERA LECTURA

Lectura del Libro del Éxodo 34, 4b‑6. 8‑9
Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso

En aquellos días, Moisés subió de madrugada al monte Sinaí, como le había mandado el Señor, llevando en la mano las dos tablas de piedra.
El Señor bajó en la nube y se quedó con él allí, y Moisés pronunció el nombre del Señor.
El Señor pasó ante él proclamando:
Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad.
Moisés al momento se inclinó y se echó por tierra.
Y le dijo:
—Si he obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros, aunque ése es un pueblo de cerviz dura; perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“AUTORRETRATO DE DIOS” 
                  El pasaje está enmarcado en el momento en que Moisés descendió de la montaña y se encontró que el pueblo se había pervertido y se habían construido un becerro de oro y lo estaban adorando: el pueblo ha dejado el proyecto de liberación que Dios le ha propuesto y en el que se había comprometido, pero prefieren la esclavitud a la responsabilidad de la libertad.
                  Moisés renueva la alianza y talla otras dos losas de piedra nuevas, como las primeras, en las que Dios escribe de nuevo las cláusulas de la Alianza
                  Allí se hace presente Dios de aquella forma impresionante con el símbolo de la nube y se autoproclama con el nombre de YHWH, como un Dios clemente, compasivo, paciente, lleno de amor y fiel.
                  Ante Dios que se hace presente en la nube, Moisés intercede por su pueblo invocando su nombre y Dios se le manifiesta como el Dios que está y vive en medio de su pueblo, a su lado, perdonándolo de la infidelidad que el pueblo ha cometido.
                  Cuando nos detenemos a contemplar este pasaje en el que Dios se muestra y se presenta al pueblo, no dando explicaciones de quién es y cómo es, sino que se presenta rompiendo la mentalidad que tienen como algo terrorífico, incluso le da su nombre, que le recordará siempre quién es, sin embargo, lo que queda es el terror de la nube, de la montaña, de lo aterrador y poderoso… y esa imagen es la que ha llegado hasta nuestros días después de haberla roto por completo Jesús

 Salmo responsorial Dan 3, 52. 53. 54. 55. 56

V/. A ti gloria y alabanza por los siglos.

R/. A ti gloria y alabanza por los siglos.

V/. Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres;
R/. A ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito tu nombre santo y glorioso;
R/. A ti gloria y alabanza por los siglos.

V/. Bendito eres en el templo de tu santa gloria.
R/. A ti gloria y alabanza por los siglos.

V/. Bendito eres sobre el trono de tu reino.
R/. A ti gloria y alabanza por los siglos.

V/. Bendito eres tú, que, sentado sobre querubines,
sondeas los abismos.
R/. A ti gloria y alabanza por los siglos.

V/. Bendito eres en la bóveda del cielo.
R/. A ti gloria y alabanza por los siglos.

 SEGUNDA LECTURA

 Lectura de la segunda carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 13, 11‑13
La gracia de Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo

Hermanos :
Alegraos, trabajad por vuestra perfección, animaos; tened un
mismo sentir y vivir en paz.
Y el Dios del amor y de la paz estará con vosotros. Saludaos mutuamente con el beso santo.
Os saludan todos los fieles.
La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con vosotros.
Palabra de Dios

 REFLEXIÓN

“DIOS NO ES UNA IDEA” 
           S. Pablo escribe a la comunidad de Corinto que se encuentra golpeada por fuertes divisiones, tanto que, algunos de sus miembros, ni siquiera quieren reconocer la autoridad de Pablo y, entonces él apela a Dios Padre, en el que cree, que es el Dios de la PAZ, del AMOR y de la CONCORDIA.
           S. Pablo les recuerda que su objetivo no es otro que mostrarles el rostro de Dios Padre que le ha dado Jesucristo y que se realiza en la comunión de los dones que da el Espíritu Santo a la comunidad.
           De alguna manera, Pablo, hace una exposición de Dios y se la presenta a la comunidad, no tanto dando una explicación de cómo y qué es Dios-Trino, sino de la acción que en la vida de la comunidad realiza cada una de las personas:
           Dios Padre- que es AMOR y se entrega a los hombres.
           Espíritu Santo- que realiza la comunión entre los hombres
           Jesucristo- que nos reconcilia con el Padre y nos pone en paz con su Espíritu.
La comu8nidad que  vive en Dios, vive en paz, en comunión y en concordia.

 Aleluya Apoc. 1, 8

Aleluya, aleluya.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Al Dios que es, que era y que vendrá.
Aleluya.

EVANGELIO

 Lectura del santo Evangelio según San Juan 3, 16‑18
Dios mandó su Hijo al mundo, para que se salve por él
En aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo:
—Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.
Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él, no será condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.
Palabra del Señor

REFLEXIÓN

“EL DIOS DE LOS SENCILLOS”

            La actitud de Jesús, frente a la idea que en su tiempo tienen sus compatriotas de Dios, es escandalosa hasta el punto que cuado lo oyen dirigirse o hablar de Dios sienten que es un blasfemo, un irrespetuoso, un creído.
            Jesús no tiene una teoría sobre Dios, sino una experiencia de vida y es eso lo que expresa, no puede hacer otra cosa: él se siente en lo más hondo de su alma el hijo querido y mimado de su Padre Dios y, por tanto, a la hora de relacionarse con Él no puede hacerlo sino como el hijo que se siente de esa manera.
            Efectivamente, su sentimiento choca con la idea misteriosa, oscura, imponente, temerosa del Dios supremo que  lo llena todo y lo puede todo, que vive en el templo y al que no se le puede acercar nadie si no es el sumo sacerdote y de forma aparatosa pues se encuentra ante el “Santo de los santos”.
            Jesús lo siente de otra forma y no renuncia a ella: para él Dios no está escondido en un templo, sino que lo llena todo, es el AMOR que acoge a todo y a todos y no excluye a nadie ni le pone barreras a nadie, es el Padre lleno de misericordia que hace salir el sol y da la lluvia apara todos, para los buenos y para los malos, sin excluir a nadie y que lo único que desea es que esta tierra sea un paraíso donde todos sus hijos se quieran y sean felices y este es su proyecto desde siempre y nadie ni nada va a lograr que se cambie, por eso siente la necesidad de decírselo a todos, especialmente a los más pobres, a esos que se les ha hecho creer que no tienen derecho a ser felices y que nacieron condenados a vivir como unos desgraciados. Esto tienen que saberlo todos y nadie puede hundirse creyendo que lo tiene todo perdido.
            Jesús siente que el Padre no es un policía que anda controlando a sus hijos a ver quién saca los pies del plato; es todo lo contrario: va ofreciendo posibilidades y abriendo caminos para que cada uno pueda llegar a conseguir su proyecto y sea feliz.
            Lógicamente, esta forma de ver a Dios y de relacionarse con Él, rompía el montaje que hacía que muchos vivieran a costa del hundimiento de tanta gente que llegaba a convencerse de que Dios hace diferentes tipos de personas y ama solo a unos, a los que Él ha establecido y castiga a otros o los tiene para que sirvan a los que Él ha elegido, que por eso es el Todo Poderoso y contra Él no hay quien se oponga. Por eso a Jesús no lo pueden entender los poderosos, es normal y, en cambio, es perfectamente entendido por los sencillos.
            Por eso, al intentar plantearnos el tema de Dios TRINIDAD, lo mejor no es enfrascarse en disquisiciones de teólogos ni de entendidos, sino seguir los pasos de Jesús y dejarse amar por el que solo hace eso AMAR.= DIOS

PENTECOSTES -A-

PRIMERA LECTURA

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 2, 1‑11
Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar

Todos los discípulos estaban juntos el día de Pentecostés. De repente un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería.
Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos preguntaban:
—¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿como es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa?
Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“EL ESPÍRITU SANTO VIDA DE LA IGLESIA”
Cuando nos disponemos a hablar del Espíritu Santo, nos ocurre algo así como si nos ponemos a hablar de la VIDA, es algo tan grande, tan complejo y, a la vez tan simple, que no sabes por dónde empezar o por dónde seguir, porque por cualquier sitio que intentes, te encuentras inundado.
El pasaje del libro de los Hechos es tan elocuente, que cada una de sus palabras está cargada de un significado enorme: El marco donde el Espíritu llega, es justamente en el momento en el que el pueblo celebra la donación de la Ley que hace Dios a Moisés en el Sinaí: Pentecostés; el Espíritu Santo es la superación de la Ley antigua por la Nueva Alianza en la que Dios estará presente, no en una ley escrita, sino siendo vida, fuerza, luz y aliento para su pueblo.
Cuando S. Lucas tiene que describir esa presencia del Espíritu, lo hace con unas imágenes que fácilmente nos pueden ayudar a entender su acción, y no tanto su “forma física” pues de Dios no podemos describir cómo es, sino que lo distinguimos por sus rastros, por lo que hace y, su acción es como la del fuego, algo volátil, simple, incontrolable, pero que donde se acerca purifica, cambia, destruye, transforma todo lo que encuentra, sin que haya algo que se le resista.
La misma cosa ocurre con el viento: no se ve, no se puede coger, solamente se percibe que está ahí, pues se siente, vivifica, nos da aliento… pero cuando arrecia es imparable e incontenible y arrolla todo lo que encuentra, sin que haya algo que lo pueda contener.
La misma cosa ocurre con un terremoto: es una fuerza tan impresionante que lo trastorna todo, que lo cambia todo y lo hace todo nuevo, destruyendo todo lo que hay; una fuerza imposible de controlar.
El Espíritu Santo es como todo eso y, cuando entra en una persona la purifica, la cambia, la transforma, la vivifica, le da una fuerza que, aunque físicamente esté acabada, es tan poderosa espiritualmente que no se le resiste nada.
En esta experiencia vital, no interviene la ley, que queda superada por el Espíritu, pues la ley no puede transformar, ni purificar, ni hacer santos, ni dar la libertad.
Pero además, esta presencia del Espíritu, queda marcada por otro signo que tiene un eco en el Antiguo Testamento: cuando los hombres se enfrentaron a Dios y quisieron echarle un pulso, instituyeron Babel, que es el signo de la discordia, en donde los hombres se incapacitaron para ponerse de acuerdo para otra cosa que no sea para hacer el mal. El Espíritu Santo es el único que es capaz de organizar al hombre para el bien, y su lenguaje lo entiende todo el mundo, hasta los animales y las plantas, es el lenguaje del AMOR, de la JUSTICIA y de la VERDAD.
Aunque suene a disparate lo que digo, hoy estamos necesitando un NUEVO PENTECOSTÉS, y suena a disparate porque el espíritu vive entre nosotros, pero estamos tan ciegos, que el afán de dinero ha cegado el corazón de los hombres y se ha incapacitado para ver la presencia del Espíritu. Cuando esto ocurre, la miseria ha invadido el corazón del hombre y necesita un revulsivo tan fuerte, que haga los efectos del fuego, del terremoto o del volcán, en el corazón del hombre.
Una señal clara de lo que estoy diciendo la podemos ver en uno de los pecados del siglo, que indica cómo los hombres vamos retrocediendo: los nacionalismos que nos impiden el que los hombres nos entendamos y vamos acotando hasta que nos ahoguemos en nuestra miseria y estupidez.
Dice el libro de los Hechos que “todos escuchaban en su propio idioma” es decir todos se entendían, en el mundo actual cada vez nos cerramos y nos entendemos menos, y hasta nos vamos cerrando porque no queremos entendernos.


Salmo responsorial Sal 103, 1ab y 24ac. 29bc‑30. 31 y 34

V/. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra. (o, Aleluya)
R/. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de 1a tierra.
V/. Bendice, alma mía, al Señor.
¡Dios mío que grande eres !
Cuántas son tus obras, Señor;
la tierra está llena de tus criaturas.
R/. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
V/. Les retiras el aliento, y expiran,
 y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento y los creas,
y repueblas la faz de la tierra.

R/. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

V/. Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras.
Que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor.
R/. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.


SEGUNDA LECTURA

Lectura de la 1ª carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 12, 3b‑7. 12‑13
Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo


Hermanos:
Nadie puede decir «Jesús es Señor», si no es bajo la acción del Espíritu Santo.
Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de servicios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos.
En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.
Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.
Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

“LA UNIDAD, PRIMER FRUTO DEL ESPÍRITU SANTO”
Uno de los signos más claros de la presencia del Espíritu Santo es cuando empieza a darse la UNIDAD, pues aunque el Espíritu da una riqueza enorme, porque diversifica, pero toda esa diversidad es lo que enriquece la unidad, pues todo se da para todos, en beneficio del conjunto.
S. Pablo, cuando le habla a los Corintios de la acción del Espíritu Santo, les dice que es LA VIDA del Cuerpo, que es la iglesia, y ese cuerpo tiene infinidad de miembros y es la misma VIDA la que los vivifica a todos, para que cada uno ejerza su función en beneficio del resto.
Ningún miembro puede considerarse ni más ni menos importante que los demás, porque todos se necesitan y todos se apoyan, y el momento en que falle uno repercute en todos.
Es el principio máximo de solidaridad, por el que el ser humano se dignifica SIRVIENDO a los demás, que es la máxima expresión del amor y por el que se demuestra nuestra grandeza: el hombre es grande no por lo que tiene, sino por lo que sirve, por la capacidad de hacer que los demás se sientan bien por su causa.
Puede plantearse una pregunta: ¿Cómo saber si un don viene del Espíritu Santo o si se hace en nombre del mismo Espíritu? La respuesta se presenta inmediata: el Espíritu es siempre creador de UNIDAD, por lo tanto, todo don o acción que divide y distorsiona la vida de la comunidad, sin lugar a duda, no viene ni se realiza con la fuerza del Espíritu, sino con otra fuerza, con otro “espíritu”.
Para poder ver la autenticidad de ese don, es cuestión de observar los efectos que produce, de crecimiento del resto del cuerpo o si, por el contrario, entorpece su crecimiento.


Secuencia

Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si tu le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones
según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.
Amén.

Aleluya

Aleluya, aleluya.
Ven, Espíritu Santo,
llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos la llama de tu amor.
Aleluya.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según San Juan 20, 19‑23.
Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Recibid el Espíritu Santo

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. En esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
—Paz a vosotros.
Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
—Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.
Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
—Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.
Palabra del Señor

REFLEXIÓN

“NOS DEJÓ SU MISMA MISIÓN”

            El momento es cumbre y S. Juan ha querido que se distinga de otros muchos en los que se ha presentado Jesús a los apóstoles: ahora se trata del momento supremo en el que Jesús va a entregar a sus discípulos su misión, es el final del proceso en el que los ha venido preparando durante varios años. Se pone en el centro del grupo y les da su paz, no la paz que da el mundo, que se fundamenta en el poder, el dinero, el prestigio: “Entró Jesús, se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros”. Y les hace portadores de SU paz y, a continuación, hace otro gesto muy interesante, que nos recuerda el relato de la creación, donde  Dios coge el barro, sopla sobre él y le infunde su Espíritu. Ahora hace lo mismo: “exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos”: los hace hombres nuevos portadores de algo que no se lo pueden guardar: «Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». Es decir: ellos serán continuadores de la obra que Él ha comenzado: reconciliar el mundo con Dios.
            Ellos tendrán un referente a quien mirar: han vivido a su lado, han visto cómo ha actuado, qué ha hecho, cómo lo ha hecho, a quién se ha acercado, a favor de quién se ha puesto… las cosas están lo suficientemente claras como para no dudar un momento, se trata de ir por el mundo y ser un reflejo de Él. Y para ello, les ha “exhalado su aliento” que los ha llenado de vida y que, por tanto,  debe ser el de ellos de ahora en adelante.
            Caminar en esta dimensión y con este Espíritu, es lo que nos convierte en Iglesia, expresión de Jesucristo en el mundo; aquello que no está movido por este Espíritu, se convierte en rémora y lastre que oscurece la PAZ que Él nos dejó para que transmitamos.