DOMINGO -IV- DE PASCUA   -B-






Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 4, 8‑12
Ningún otro puede salvar

En aquellos días, Pedro, lleno de Espíritu Santo, dijo:
-“Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; pues, quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el nombre de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre, se presenta éste sano ante vosotros.
Jesús es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular; ningún otro puede salvar; bajo el cielo, no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos.”
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“CRISTO, EL ÚNICO SALVADOR” 
            Pedro ha vivido una experiencia única: él ha vivido al lado de Jesús y lo ha visto actuar, lo ha escuchado hablar y ha vivido a su lado la oposición que los judíos le han hecho hasta el punto que lo han asesinado. Esta evidencia no la pueden negar.
            Sin embargo, también hay otras evidencia que no pueden esconderse ni apartar: mientras vivió pasó haciendo milagros a solidarizándose con la gente, esto ha estado a la vista de todos lo mismo que ahora, en su nombre siguen recuperando la salud los enfermos y los que se encuentran hundidos.
            Lo que está ocurriendo no es obra de los hombres y, si un enfermo ha recuperado la salud en nombre de Jesús, es que Jesús está vivo a pesar de que ellos lo  hayan despreciado y lo hayan crucificado. Si Él sigue actuando es que Dios le ha dado la razón y se la ha quitado a ellos, en consecuencia han sido rechazados las autoridades judías y el pueblo que lo condenó y lo despreció.
            Si el enfermo ha recuperado la salud en nombre de Jesús a quien ellos han asesinado, es porque ha resucitado, pues un muerto no puede hacer nada, la curación significa la presencia viva y resucitada de Cristo que vive entre nosotros y actúa con su fuerza.
            Por último, queda claro y evidente para él que si Dios lo ha aprobado y vive actuando en medio de nosotros, es porque Él es el único salvador, aunque ellos lo hayan desechado y no tendrán más remedio que volver a Él si es que quieren salvación, pues no hay otra piedra angular sobre la que encaje y se pueda apoyar el  edificio humano. Por tanto, nadie puede atribuirse  el derecho de disponer de las personas y a legislar sobre ellas.


Salmo responsorial  Sal 117, 1 y 8‑9. 21‑23. 26 y 28‑29      
R/. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los jefes. R/.
R/. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.


Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo la hecho,
ha sido un milagro patente. R/.
R/. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor.
Tu eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia. R/.
R/. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.


SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 3, 1‑2
Veremos a Dios tal cual es

            Queridos hermanos:
            Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él.
            Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“EL GRAN REGALO DE DIOS”    
            S. Juan invita a los creyentes a considerar lo que ha ocurrido: Dios ha dado cumplimiento a su plan: el hombre que rompió con Él ha sido perdonado y rescatado de la situación de desastre y perdición en la que habías caído y vivía, pero no solo eso, sino que, además, lo ha hecho hijo suyo con todas sus consecuencias.
            S. Juan, a la hora de valorar lo que ha hecho Jesús se da cuenta que supera todos nuestros cálculos; la muerte y la resurrección de Jesús ha supuesto  el final de un orden antiguo y el principio de algo completamente nuevo; el hombre ha sido “recreado” ha sido establecido en una situación mucho más importante que todo lo anterior, ha sido elevado a la categoría de “Dios”, pues lo ha hecho hijo suyo, por tanto, participando de la misma de Cristo       Esta realidad a la que el hombre ha sido elevado y a la que Juan invita a la comunidad a que tome conciencia de ella, es algo superior a todo calculo humano, es la máxima dignidad y altura a la que el ser humano podía haber soñado, algo que escapa de las posibilidades humanas y solo es posible por un acto de  donación gratuita de Dios.
            Pero si esto ha ocurrido para el hombre, lo lógico y lo coherente sería que el hombre lo reconociera y lo valorara, ya que es  lo más grande que tiene; si quisiéramos hacer un símil de la importancia que esto tiene, tendríamos que compararlo con la misma vida: lo que Cristo ha hecho con el ser humano, es para el sentido de la vida y de la existencia humana, como la vida lo es para el cuerpo.
            Sin embargo, hay que aceptar con tristeza, que es valorado  con la misma fuerza que se valora la vida: algo de lo que pasamos sin  tomar conciencia del valor tan grande que tenemos en nuestras manos y que irresponsablemente destrozamos.

 
Aleluya Jn 10, 14
Yo soy el buen Pastor
-dice el Señor-,
conozco a mis ovejas, y las mías me conocen.


EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan 10, 11‑18
El buen pastor da la vida por las ovejas

En aquel tiempo, dijo Jesús:
-“Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.
Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre.”
Palabra del Señor.

REFLEXIÓN


“VIVIR LA INCONGRUENCIA”  

            Venimos todos estos domingos leyendo el libro de los Hechos de los Apóstoles en donde se nos narran los comienzos de la iglesia, que nace a partir de la resurrección de Jesús  con todos aquellos que han creído en Él y se han dejado llenar de su Espíritu.
            Aparece un hecho que es contundente: aquellos primeros cristianos, cuando comprenden la dimensión y el significado que tiene Cristo en sus vidas, se lanzan a la lucha con un ímpetu que nadie es capaz de aguantarlos. El signo de la iglesia aparece inmediatamente, pues desde el primer momento que empiezan a dar testimonio, aparecen las primeras dificultades: la cruz está presente.
            Sin embargo, el hecho de la resurrección ha sido transcendental, pues es la liberación total y aquellos hombres luchan y se lanzan al mundo con una sola mira: Cristo Resucitado, que es el motor de todo.
            Indiscutiblemente, el mundo no los entiende ni los reconoce, pues tampoco reconoció a Jesús y sigue siendo así: todo el que no está en esta línea de fe, en esta línea de acción cristiana, consciente de ser hijo de Dios, no podrá comprender, por mucho que se esfuerce, ni llegar a ver el sentido profundo de una vida comprometida en este estilo.
Inmediatamente que los apóstoles se enteran de quién es Cristo, y comprenden lo que ha hecho con ellos, no pueden evitar dar testimonio con su vida y con su palabra de Él.
            Este hecho que se ha venido repitiendo a lo largo de los siglos y de la historia es como una consecuencia lógica, por eso, cuando nos encontramos con gente que intenta contemporizar y unir actitudes completamente opuestas y contrarias y vemos, incluso, que a niveles oficiales se hace la vista gorda y se pasa sobre ciertas cosas que repugnan a una lectura sencilla del evangelio y que Jesús nunca aceptó, surge inmediatamente la pregunta: ¿Dónde está la vitalidad y el empuje cristiano que caracterizó desde siempre  a la iglesia?
            Basta mirar a nuestro alrededor y veremos que la mayoría de las veces  brilla por su ausencia y todo se ha convertido en un ritualismo vacío y sin sentido, pues no se celebra nada, únicamente se cumplen normas; pero si miramos al interior que hace que mucha gente justifique su “ser de cristianos” vemos que los razonamientos son tan pobres, que no tienen nada que ver con Jesucristo.
            Cuando echamos una ojeada, vemos que nuestro testimonio de cristianos abarca toda una gama que no hay como compaginar posturas, pues nos encontramos desde aquellos que les da vergüenza decir que son cristianos, pero se confiesan creyentes, hasta decir que somos cristianos, pero no estamos de acuerdo con nada de lo que predica la iglesia y lo que dice el papa, los curas y la biblia, pues todo eso es un cuento y, si esa es la confesión que se hace, ya podemos imaginar la práctica que se tiene.
La otra postura que se tiene y que está extendida con cata de ciudadanía: “Soy cristiano pero no practico” y todo esto se le sigue aceptando como “cristianismo”; es decir: nos hemos inventado un cristianismo a medida en el que hemos desechado la piedra de Jesucristo y hemos colocado concretamente el dinero en su lugar que es a quien servimos, obedecemos y en quien esperamos; es en torno a él  en lo que fundamentamos todo.

DOMINGO -III- DE PASCUA -B-




PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles      3, 13‑15. 17‑19
Matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos

            En aquellos días, Pedro dijo a la gente:
            -“El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y rechazasteis ante Pilato, cuando había decidido soltarlo.
            Rechazasteis al santo, al justo, y pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos.

            Sin embargo, hermanos, sé que lo hicisteis por ignorancia, y vuestras autoridades lo mismo; pero Dios cumplió de esta manera lo que había dicho por los profetas, que su Mesías tenía que padecer.
            Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados.”
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“VIVIR EN EL ABSURDO” 

            Hace unos días, en una cadena de TV. Presentaban a un joven que estaba viendo cómo desahuciaban a su abuelo por haber avalado con su casa  la hipoteca de la casa de sus padres y el banco son conciencia alguna se llevaba por delante el piso de la familia y el del abuelo que había dado su fianza. El joven declaraba que estaba dispuesto a dar su vida por su abuelo que había expuesto su casa por su familia y ahora él se solidarizaba con su abuelo: un gesto realmente lindo frente a una injusticia flagrante; La gente enviaba mensajes alabando la actitud del joven y se maravillaba de la grandeza de los jóvenes que son capaces de hacer cosas como estas…
            Efectivamente, eso demuestra el gran valor del ser humano, tanto del joven como del abuelo, pero esto es lo que Cristo nos trajo y estableció como norma de todo creyente y es esto lo que nos debe identificar, sin embargo hemos propiciado la actitud del banco y la hemos establecido como norma de vida y cuando hay alguien que es capaz de levantar la voz nos quedamos maravillados diciendo que es así como se debe hacer, pero mientras tanto, seguimos haciendo lo contrario.
            Fue exactamente lo que le ocurrió a Pedro y Juan: no entienden que se maravillen de algo que es normal: el nombre d Jesús es capaz de transformar la vida, lo ha hecho durante el tiempo que ha vivido con ellos y en cambio, lo han asesinado como respuesta. Les ha estado invitando a vivir como hermanos a apostar por la justicia y ellos han preferido a un criminal y a un terrorista… ahora se extrañan y se maravillan de que su nombre siga siendo la única alternativa de felicidad para el pueblo.
            Estamos viendo cómo  se subvierte el orden, cómo se quiere hacer ver lo blanco negro y al contrario y hemos aceptado que eso debe ser así y que no se puede ser ni vivir de otra forma hasta el punto que se considera que el dinero, el placer, el poder… son más importantes que  la persona y que ésta solo tiene sentido en función de estos “valores” hasta el punto que si no vive para apoyarlos se la aparta de la existencia y se la considera como un mal social.
            Lo triste es que nos instalamos todos en la misma onda y seguimos maravillándonos cuando vemos que alguien se atreve a apostar por la justicia, por la verdad o vive amando, sin querer aceptar que el ser humano no puede vivir ni ser feliz como  persona si no es en este marco que expresa a Jesús resucitado.


Salmo responsorial Sal 4, 2. 7. 9       (R/.: cf. 7)
R/. Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor.

Escúchame cuando te invoco,
Dios, defensor mío;
tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y escucha mi oración. R/.
R/. Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor.
Hay muchos que dicen:
“¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?” R/.
R/. Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor.
En paz me acuesto
y en seguida me duermo,
porque tú solo, Señor,
me haces vivir tranquilo. R/.
R/. Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 2, 1‑5
Él es victima de propiciación por nuestros pecados y también por los del mundo entero

            Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis.
            Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo.
Él es victima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.
            En esto sabemos que lo conocemos: en que guardamos sus mandamientos.
Quien dice: “Yo lo conozco”, y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él.
            Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él.
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“VIVIR RESUCITADOS”  
        La iglesia y los cristianos surgen a partir de la resurrección; son hombres que han conocido a Jesús han dejado su antigua forma de vida, han muerto con Cristo y, lógicamente, estos cristianos que han participado en la muerte, también están participando en la resurrección. Éstos son hombres nuevos que están dando frutos de resurrección hasta el punto de dejar atónitos a los que les rodean; ejemplo claro es el que nos presentan hoy los hechos de los apóstoles.
            Nosotros, no obstante ser hombres nuevos, participantes de la resurrección, aún seguimos de4ntro de las limitaciones de nuestra humanidad y, por tanto, hemos de caer, pero para estos fallos ya dio la cara por nosotros  Cristo y ha saldado nuestra deuda. De ahora en adelante solo habrá un fallo que es irreparable: la no aceptación de Jesucristo, que será tanto como el desprecio de la salvación y, ante esto, no queda más remedio que el respeto a la decisión de cada uno en su libertad, decisión que conlleva unas consecuencias y que cada uno ha de cargar con ellas.
            La aceptación o el desprecio de Jesucristo no consisten solo en una formulación verbal  de la fe o en un unirse a ciertas fórmulas externas, ni tampoco podremos medir a un cristiano por la práctica de ciertos ritos u oraciones desconectadas de la vida.
            De ahora en adelante, sabremos quién acepta a Cristo, quien es una persona resucitada, un verdadero cristiano, una persona de fe, mirando a su vida, a la actitud que tiene refiriéndola a la que tuvo Cristo. S. Juan lo expresa con las siguientes palabras; “En esto sabemos que lo conocemos: en que guardamos sus mandamientos. Así, quien dice: `yo lo conozco y no guarda sus mandamientos, es un embustero y la verdad no está en él´
            Si es que Cristo supone algo en nuestra vida, si es que su muerte y su resurrección han supuesto algo para nosotros, si es que lo que hemos celebrado hace unos días han sido sinceros, la resurrección que es el hecho cumbre de la historia, el punto clave de nuestra vida, debe ser un hecho patente que estructura nuestras vidas.

Aleluya cf. Lc 24, 32

Señor Jesús, explícanos las Escrituras;
Haz que arda nuestro corazón mientras nos hablas.


EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 24, 35‑48
 Así estaba escrito: el Mesías padecerá y resucitará de entre los muertos al tercer día

En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.

Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice:
C “Paz a vosotros.”
Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo:
C “¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.”
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:
C “¿Tenéis ahí algo que comer?”
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo:
C “Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse.”
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió:
C “Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto.”
Palabra del Señor.


REFLEXIÓN

“AL LADO DE LOS QUE SUFREN”   

            Dios va realizando hechos claves en la historia de la salvación y el hombre debe estar a la expectativa para ser capaz de detectarlos y reconocerlos: se hace hombre y toma carne humana y se identifica con el hombre asumiendo su historia y su proyecto, por tanto viviendo en la historia del hombre. Se trata, entonces de descubrirlo y reconocerlo allí donde está y se manifiesta `Venid benditos… porque cuando tuve hambre…” (Mt. 25, 31-40); en su nacimiento y en su vida lo vemos que se coloca entre los desposeídos de la tierra, entre los marginados por la ley y por la religión, de tal manera que los pobres se convierten en lugar preferente de encuentro con Él.
            De nuevo nos presenta el gran acontecimiento para la historia del hombre: su resurrección y su presencia resucitada hay que descubrirla en el mundo y es curioso que nos va dando señales en donde lo podemos encontrar: los apóstoles están desconcertados y para darles seguridad les muestra las heridas de los pies y de las manos, y a Tomás le muestra la del pecho… es decir: su rastro se encuentra entre los que sufren, entre los heridos de todo tipo y no entre los que gozan, entre las víctimas de todo atropello y no entre los que producen el dolor.
            Pero es interesante que no perdamos de vista algo que es muy importante: Cristo ha muerto y lo ha hecho por anunciar a un Dios Padre que perdona y que ama a sus hijos, que ha levantado al ser humano y le ha dado la dignidad de hijo de Dios, un ser que lo ha entregado todo por los demás… no se trata de un individuo cualquiera que ha llevado una vida atropellando y haciendo daño, sino a alguien que se ha solidarizado con el ser humano y deja bien claro que quien “muere con Él, resucitará con Él”. Es decir: la resurrección se convierte también en un acto de justicia: Dios apuesta y se hace presente en aquellos que viven entregados y solidarizados con la causa de la justicia de los hombres, dándonos así también la seguridad de que por encima de todo la verdad, la justicia triunfan con el poder de Dios: dios está al lado de los que luchan y tienen que aguantar, por la causa de la justicia, el atropello, la persecución, el descrédito, y hasta la marginación y la muerte. La resurrección de Cristo es la manifestación suprema de Dios ante la injusticia de los hombres; esta es la denuncia que hace Pedro ante las autoridades y ante el pueblo que ha condenado a muerte a Jesús:` “Rechazasteis al santo, al justo, y pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos”.
            Esto nos lleva, necesariamente a ponernos del lado de los que luchan, de los que buscan un mundo mejor, de los que exponen su vida por la solidaridad y la defensa de los oprimidos. Es ahí donde ha de encontrarse siempre a la iglesia, porque es esa la opción que hizo Jesús y es ahí donde se nos va revelando.





           

DOMINGO -II- DE PASCUA -B-




PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 4, 32‑35
Todos pensaban y sentían lo mismo

            En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía.
            Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor.
            Y Dios los miraba a todos con mucho agrado. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles; luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno.
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“VIVIR DESDE LA RESURRECCIÓN”  
            La experiencia vivida junto a Jesús,  dejó marcados a los discípulos; al estilo de Jesús, ellos ya  no pueden vivir de otra forma, es como una nueva naturaleza lo que se ha generado en ellos; la vida no es posible vivirla si no es en el amor, en la fraternidad. Es una experiencia completamente nueva que ha marcado sus vidas y no pueden vivir  ni sentir, ni pensar de otra forma; tal como le  ocurría a Jesús: Él no podía ni entendía que se pudiera ser de otra forma distinta a como quería su Padre
            Es el hombre que vive a partir de la experiencia de la resurrección y, quien se siente resucitado, no puede seguir viviendo bajo el signo de la muerte, oliendo a corrupción, a atropello, a violencia, a avaricia, a odio, a mentira, a explotación…
            El grupo de los creyentes en Jesús no pueden dejar de dar testimonio de lo que han vivido y esto les lleva irremediablemente a vivir un estilo completamente nuevo en el que la unidad, fruto del amor, es el distintivo que los identifica.
            Esto es ser testigos: dar razón de lo que se siente y de lo que se vive. El problema se presenta el momento en el que yo doy testimonio de lo que he aprendido, mas no de lo que he vivido, pues lo que vivo no corresponde a lo que sé y a lo que hablo, ya que lo que pronuncio con mis labios queda desautorizado con mis obras.
            Y este es el gran problema con el que se encuentra la iglesia: es pregonera de la Verdad, del Amor, de la Justica y de la Paz, pues son valores universales irrefutables, pero en muchos cristianos no están hechos vida, ni constituidos como ejes fundamentales de su praxis con lo que la vemos que entra en conflicto en muchos momentos y puede llegar a ser hasta un anti-signo de esos mismos valores


Salmo responsorial Sal 117, 2‑4. 16ab‑18.  22‑24   

R/. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón: eterna en su misericordia.
Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia. R/.
R/. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa.
No he de morir,
viviré para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte. R/.
R/. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R/.
R/. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 5, 1‑6
Todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo

            Queridos hermanos: Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama a Dios que da el ser, ama también al que ha nacido de él.
            En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos.
            Pues en esto consiste el amor a Dios: en que guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo.
            Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe. )Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
            Éste es el que vino con agua y con sangre: Jesucristo. No sólo con agua, sino con agua y con sangre; y el Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.
                Palabra del Señor.


REFLEXIÓN

“EL AMOR NO ES UNA IDEA” 
            S. Juan también lo tiene claro: el AMOR tomó carne humana y se hizo hombre para indicarnos que el amor no es algo abstracto, sino concreto.
            El siguiente paso de esa encarnación es que el AMOR ha puesto su asiento en el corazón de cada hombre con lo que, cuando amamos no hacemos sino dejar que Él actué y, cuando uno de nosotros  somos un instrumento por el que Él se expresa, el que ama no hace sino cumplir la voluntad de Dios, sus mandamientos, y quien así actúa vence al mundo porque la fuerza del amor ya ha vencido al mundo y a la muerte.
            Este es el argumento fundamental de Juan que se impone como la base que lo aclara todo.
            Para Juan, bautizarse es abrirse a esta nueva dimensión gloriosa  que, lógicamente, lleva consigo unas implicaciones concretas: vivir como hijos de la luz, como hombres nuevos que dan frutos de resurrección y no de muerte. Pero lo que es incomprensible por todos los lados que se mire es haber nacido a esta nueva dimensión y sin embargo estar y permanecer con las mismas actitudes y acciones; sería algo así como un muerto a quien vestimos con un traje de alegría y lo sostenemos para que de la apariencia de vivo. En definitiva es que no se ha dado el paso que Cristo quiere.
            Ese Espíritu que recibimos en el bautismo y que nos mueve como vida nueva,  es el Espíritu Santo, LA VERDAD, pero ese Espíritu no es una camisa nueva que colocamos a un muerto, sino una vida nueva
            Aquí no se trata, pues, de unos testimonios de un tipo o de otro, de aparentar una cosa, sino de una realidad que se expresa con hechos y con actitudes concretas que se traducen en gestos de amor, de paz, de acogida, de alegría, de respeto, de honradez…

EVANGELIO


Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 19‑31
A los ocho días, llegó Jesús

            Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
C*Paz a vosotros.+
            Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
C*Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.+
            Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
C*Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidas.+
            Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
C*Hemos visto al Señor.+
            Pero él les contestó:
C*Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.+
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llego Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
C*Paz a vosotros.+
            Luego dijo a Tomás:
C*Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.+
            Contestó Tomás:
C*(Señor mío y Dios mío!+
            Jesús le dijo:
*)Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.+
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.
Palabra del Señor.


REFLEXIÓN

¿CÓMO PUEDO SER TESTIGO DE ALGO QUE NO HE VIVIDO?
            La imagen de Tomás es el retrato de muchos de nosotros: si yo no veo, no toco, no constato y comparo… yo no creo; eso son cuentos contados por gente desquiciada. Es más, cerrados en esa posición, nos oponemos a cualquier experiencia que no esté marcada por lo matemáticamente constatable.
            Ciertamente, la experiencia de la resurrección no es algo matemáticamente constatable, ni algo que responda a unos presupuestos o a unos datos que, al proponerlos, dan como resultado necesariamente la resurrección.
            La certeza de los discípulos les viene de la experiencia de encuentro que han tenido con Jesús: han vivido con Él, lo han conocido y, aunque en un momento no han entendido, porque no lo encajaban en sus mentes, la vida se ha impuesto por encima de la razón y su experiencia se ha impuesto sobre cualquier razonamiento. La terquedad de Tomás en busca de razonamientos, se viene abajo cuando se impone la vida sobre la razón. No es la constatación científica la que lleva a la fe ni al encuentro con Jesús, sino la experiencia de fe que no pertenece al terreno de lo constatable.
            Por eso, la fe en Jesucristo resucitado, no es algo que se puede enseñar ni demostrar, sino que es algo que se comparte, que se vive y se da sin  argumentos científicos, sino como realidades vitales.
            El gran problema nuestro y de la iglesia en general, es que llevamos mucho tiempo “enseñando” la fe,  mostrando doctrina, planteando disciplina… pero no compartiendo experiencia vital de encuentro con Jesús; sabemos muchas cosas, mucha doctrina, pero vivimos muy pocas cosas en profundidad;  pocas veces nos ponemos a compartir nuestra experiencia de vida y, menos aún dar testimonio de nuestra fe, de nuestra vivencia en Cristo y casi siempre nos presentamos como “maestros” que explican la lección y, así “preparamos” para la primera comunión, para el matrimonio, para la confirmación, para el bautismo… pero no hablamos de nuestra experiencia de fe, no compartimos la vivencia que tenemos de Jesús resucitado, no compartimos vida, como consecuencia, celebramos ritos sacramentales en los que no se celebra vida alguna.
            Dar un testimonio de la fe y de la resurrección de Jesús hoy, es vivir en la lucha abierta contra la muerte, contra la injusticia, contra la corrupción, contra el desprecio del ser humano y contra todo aquello que hoy atenta contra la dignidad de la persona; esto es lo único que convence y que anima a acercarse a Jesús y, es ahí donde ha de estar la iglesia y no en otros terrenos.
            La predicación de la iglesia y de todo creyente, no está en “exponer” muchas teorías, en demostrar todo lo que sabemos, sino en vivir coherentemente como hombres que participan de la experiencia de Cristo Resucitado; fue eso exactamente lo que hicieron los primeros cristianos, de tal forma que el testimonio que daban era avalado por la vida que llevaban que era lo que lo respaldaba.
            El problema nuestro es que nos falta la experiencia y en ese caso, ¿de qué vamos a dar testimonio? ¿De qué somos testigos para poder dar testimonio? Solo podemos hablar y dar testimonio de aquello que hemos vivido.