XXII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO A

 

Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo.
Del evangelio según san Mateo
En aquel tiempo, comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo:
«¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte».
Jesús se volvió y dijo a Pedro:
«¡Ponte detrás de mí, Satanás! Eres para mí piedra de tropiezo, porque tú piensas como los hombres, no como Dios».
Entonces dijo a los discípulos:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga.
Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará.
¿Pues de qué le servirá a un hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? ¿O qué podrá dar para recobrarla?
Porque el Hijo del hombre vendrá, con la gloria de su Padre, entre sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta. Palabra del Señor.
    El domingo pasado el Maestro nos preguntó que ¿quién era para nosotros Él? y esto significa que la vida de todo cristiano en un responder a esta pregunta, en todo momento y en todas las situaciones. Pedro respondió bajo la luz del Espíritu que "Jesús es el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo".
    Este domingo podemos descubrir también la posición de Pedro ante el anuncio que le hace Jesús subiendo a Jerusalén, allí en Jersusalén Jesús será ejecutado en manos de los sumos sacerdotes, escribas y fariseos, ante este anuncio Pedro se opone a la decisión del Maestro, y este le reprende "apártate de mí Satanás que piensas como los hombres, no  como Dios".
    En estos relatos descubrimos el pensar de Dios y el pensar del hombre, cuantas veces nosotros también hemos dicho lo mismo: "Tú eres el Hijo de Dios", o  nos hemos opuesto al plan de Dios, cuando no hemos aceptado, en muchas ocasiones, dentro de nuestro interior lo que nos sucede. Esa es la realidad de todo discípulo de Cristo, por lo tanto de todo cristiano.
    Ante estas posiciones Jesús hoy nos invita a tomar la Cruz, la suya y la nuestra. En la suya aquel que acepta su seguimiento encontrara una cruz, sí, pero una cruz de perdón, misericordia, fortaleza, vida, todo aquello que Él mismo nos ofrece cada día, una cruz Gloriosa, estar crucificados con Cristo nos convierte en otros cristos en medio de nuestro mundo.
    O al contrario, si no aceptamos la cruz de Cristo estamos llamados a vivir nuestra propia cruz, de derrota, de desconsuelo, fracaso, toda cruz que no está iluminada por la de Cristo, se convierte en una cruz de sufrimiento y de muerte, una cruz sin sentido.
    Hoy nuestro mundo está más inclinado hacia su propia cruz y olvida la cruz que nos ofrece Cristo, que no es otra cosa sino la entrega y el servicio para lo demás, como Él lo hizo que se entregó sin límites hasta el final. Vivamos con esperanza la subida hacia Jerusalén para que nuestra vida este siempre unida a la vida del Maestro en el servicio a los demás.