XXXII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO A

 

¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!

Del evangelio según san Mateo.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Se parecerá el reino de los cielos a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes.
Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó una voz:
"¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!".
Entonces se despertaron todas aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas.
Y las necias dijeron a las prudentes:
"Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas".
Pero las prudentes contestaron:
"Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis".
Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.
Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo: "Señor, señor, ábrenos".
Pero él respondió:
"En verdad os digo que no os conozco".
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora». Palabra del Señor.
    Nos estamos acercando al final del tiempo litúrgico y ya las lecturas de estos domingos nos van preparando a ello. Hoy nos encontramos con la parábola de las vírgenes prudentes en contraposición a las vírgenes necias.
    Una cosa es segura que el Señor vendrá y que nosotros no conocemos ni el día ni la hora por eso nos apremia el Evangelio a estar preparados.
    Esta parábola es muy conocida por todos pero aún así debemos de sacar unas pinceladas para nuestra vida a la espera del Señor.
    La primera idea de este domingo podemos encontrarla en la esperanza, "el esposo tardaba" nos dice el evangelio, pero llega. Nos invita a descubrir la esperanza en Él, a no dejarnos vencer por el sueño o por todo aquello que nos separe de esa esperanza. 
    Nuestro mundo actual está acostumbrado al aqui y ahora, al momento, la fe en Dios necesita de la esperanza para poder ir caminando al encuentro del Señor puesto que no sabemos cuando va a suceder. 
    A partir de aquí también se nos descubre como es la luz que ilumina nuestras oscuridades, para poder ir iluminando también las oscuridades de los demás. Y por último, se nos invita a reconocer al esposo-Cristo en medio de nuestro mundo, si así lo hacemos Él nos reconocerá como algo propio y podremos entrar al banquete de bodas.