XIX TIEMPO ORDINARIO.CICLO A


Mándame ir a ti sobre el agua.
Del evangelio según san Mateo.
Después de que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente.
Y después de despedir a la gente subió al monte a solas para orar. Llegada la noche estaba allí solo.
Mientras tanto la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. A la cuarta vela de la noche se les acercó Jesús andando sobre el mar. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, diciendo que era un fantasma.
Jesús les dijo enseguida:
«¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!».
Pedro le contestó:
«Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre el agua».
Él le dijo:
«Ven».
Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó:
«Señor, sálvame».
Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo:
«¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?».
En cuanto subieron a la barca amainó el viento.
Los de la barca se postraron ante él diciendo:
«Realmente eres Hijo de Dios». Palabra del Señor.
    El evangelio de este domingo está lleno de signos y significados para nosotros, porque ya en sí mismo nos habla de eso, de la vida de cada uno respecto a Dios y al hombre.
    Lo primero que descubrimos lo encontramos en el inicio del evangelio, "ya que la gente se había saciado", Jesús les había dado de comer, es decir, ya se ha producido el milagro de los panes y los peces. Jesús no solo les dio el alimento corporal sino también espiritual, su palabra: "no solo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios". Desde aquí podemos preguntarnos como nos alimentamos de Dios, o mejor dicho, que alimento tomamos de la mano de Dios.
    Si somos capaces de descubrir cual es el alimento de Jesús, que no es otro sino cumplir la voluntad de su Padre, podremos vislumbrar en nuestra vida que nuestro alimento es el mismo, cumplir con lo que Dios nos dice, es decir, buscar el sentido de vida pero desde Dios. Este alimento solo lo podemos encontrar por medio del encuentro con Él en la  oración.
    Vivimos en un mundo en el que parece que todos vamos en soledad, cada uno por su lado, Jesús quiere que nuestra vida, nuestro caminar sea en comunidad, lo descubrimos todos los días que nos acercamos a la  Escritura, Él está siempre rodeado de gente que lo buscan. Esa es la barca, y en esta barca, como nos dijo hace unos días el papa Francisco, cabemos todos, y sobre todo tal como nos quiere Dios. 
    Pero nos puede suceder como a Pedro que no seamos capaces de fiarnos de la Palabra dada por Dios, no tengamos la fe suficiente para reconocerlo incluso en nuestras oscuridades, o que tengamos miedo a acercarnos a Él por nuestras debilidades y miserias. 
    En nuestros días necesitamos muchas manos que nos levanten y nos ayuden a vivir con dignidad y respeto, que nos ayuden a descubrirnos y a encontrar nuestro camino no solo cristiano sino también humano. Dejemos que la mano cercana de Cristo y su palabra fortalecedora nos levante incluso en medio de las oscuridades para que podamos ser portadores de esperanza y fuerza alentadora para otros. 
    Hoy también Jesús nos invita a ir hacia Él y nos dice VEN, ven a mí los que estáis cansados y agobiados, venid a mí y os llevare a verdes pastos, ven y palpadme, ven y abre la puerta de tu corazón para que entre y pueda compartir mi vida con la tuya. Ven Señor y llénanos de tu amor.