DOMINGO -I- DE ADVIENTO -B-


PRIMERA LECTURA
Lectura del Profeta Isaías     63, 16b‑17; 64, 1. 3b‑8.

     Tú, Señor, eres nuestro padre, tu nombre de siempre es *nuestro redentor+.
Señor, )por qué nos extravías de tus caminos y endureces nuestro corazón para que no te tema?
     Vuélvete por amor a tus siervos y a las tribus de tu heredad.
(Ojalá rasgases el cielo y bajases, derritiendo los montes con tu presencia!
Bajaste y los montes se derritieron con tu presencia. Jamás oído oyó ni ojo vio un Dios, fuera de ti, que hiciera tanto por el que espera en él.
     Sales al encuentro del que practica la justicia y se acuerda de tus caminos.
Estabas airado y nosotros fracasamos: aparta nuestras culpas y seremos salvos.
     Todos éramos impuros, nuestra justicia era un paño manchado; todos nos marchitábamos como follaje, nuestras culpas nos arrebataban como el viento.
Nadie invocaba tu nombre ni se esforzaba por aferrarse a ti; pues nos ocultabas tu rostro y nos entregabas al poder de nuestra culpa. Y, sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú el alfarero: somos todos obra de tu mano.
     No te excedas en la ira, Señor, no recuerdes siempre nuestra culpa: mira que somos tu pueblo.
Palabra de Dios


REFLEXIÓN

“LA AUSENCIA DE DIOS”  

            El texto que nos presenta la liturgia nos ubica en el momento en que el pueblo de Israel ha vuelto y se encuentra su pueblo destruido y su templo profanado; es algo que supera todas sus previsiones; lo primero que le sale es la pregunta ¿ cómo Yahvé ha permitido que ocurra esto y no ha puesto  remedio? Pero no se atreve a formularla porque inmediatamente se da cuenta que lo que tienen ante sus ojos no es más que el resultado de lo que ellos han hecho y han permitido.
            En ese momento de angustia y dolor el profeta que el profeta desea ver la luz en esa pesadilla que está viviendo el pueblo: “¡Ojala rasgaras el cielo y bajases!”
            El pueblo  reconoce su pecado  como la causa de todo el mal que pero al mismo tiempo se dan cuenta que no son capaces de librarse de las cadenas a las que se han amarrado, entonces el pueblo vuelve su cara a Dios invocándolo como “Nuestro Padre”
            El pueblo siente que esa fue la razón (el ser Padre) por la que se decidió a sacarlo de Egipto, pues un padre no puede tolerar ver a su hijo en esta situación; sintiendo esto, ahora se atreve a levantar su cabeza y le pide que no mire las estupideces del pueblo, sino que siga haciendo lo que siempre ha hecho: ser PADRE
            Isaías se detiene a contemplar la historia de amor que Dios ha venido manteniendo con su pueblo y la infidelidad de éste como respuesta.
            Ahora siente la necesidad de reconocer todo lo que el Señor ha hecho y darle gracias para presentar la respuesta desagradecida del pueblo y lo hace con una especie de preguntas retóricas con las que expresa también la situación del pueblo: “Dónde estás? ¿Por qué nos tratas así? De esta manera puede decirle: “¡Míranos, vuelve tu rostro a nosotros”!
            Y el profeta se pregunta y se queja: “¿Es que tus entrañas se han cerrado para mí?” Y le insiste a Dios que no lo haga, pues sabe que sin Él están perdidos
            Esta pregunta-queja no es más que el duro ejercicio de la fe y no una objeción contra la fe: es la pregunta que constantemente se está haciendo la comunidad y que seguimos haciéndonosla hoy,  porque no alcanzamos a comprender cómo se puede conjugar la realidad que se experimenta en la historia y la acción salvadora de Dios Padre que está vivo y camina a nuestro lado.
            Pero Dios no se resiste cuando el hombre es capaz de volver su vista y llamarle Padre, lo peor que puede ocurrir es cuando el hombre llega a sentir que Dios no le interesa, es algo sin sentido de lo que no se necesita y por tanto pasa absolutamente de Él; ese momento el hombre está completamente perdido.

 Salmo responsorial     Sal 79, 2ac y 3b. 15‑16. 18‑19

V/. Señor, Dios nuestro, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
R/. Señor, Dios nuestro, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
V/. Pastor de Israel, escucha,
tú que te sientas sobre querubines, resplandece.
Despierta tu poder y ven a salvarnos.
R/. Señor, Dios nuestro, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve
V/. Dios de los ejércitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña,
la cepa que tu diestra plantó
 y que tú hiciste vigorosa.
R/. Señor, Dios nuestro, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
V/. Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti; danos vida,
para que invoquemos tu nombre.
R/. Señor, Dios nuestro, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.


Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios     1, 3‑9

Hermanos:
La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con vosotros.
En mi Acción de Gracias a Dios os tengo siempre presentes, por la gracia que Dios os ha dado en Cristo Jesús.
Pues por él habéis sido enriquecidos en todo: en el hablar y en el saber; porque en vosotros se ha probado el testimonio de Cristo.
De hecho, no carecéis de ningún don, vosotros que aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.
Él os mantendrá firmes hasta el final, para que no tengan de qué acusaros en el tribunal de Jesucristo Señor Nuestro.
Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo Señor Nuestro. (Y El es fiel!
Palabra de Dios


REFLEXIÓN


“LA CARCOMA DE LA IGLESIA 

            Una comunidad funciona extraordinariamente bien mientras el espíritu de fraternidad se mantiene como norma y se van acentuando los aspectos positivos con lo que cada uno hace lo que sabe y lo que puede en beneficio de los demás sin más interés que el bien de sus hermanos.
            El momento en que entra el deseo del protagonismo deja de ser Jesucristo el referente y cada uno se erige en poseedor de la verdad y comienza a predicarse a si mismo; en ese mismo instante ocurre como una dinamitación del mensaje del evangelio y lo primero que se rompe es la unidad.
            Algo así ocurrió en la comunidad de Corinto en donde entraron un grupo de  
 “maestros predicadores espirituales” empezaron a poner en tela de juicio y a minar el mensaje evangélico que Pablo les había predicado, cuestionando la autoridad de Pablo al decir que él no es apóstol, pues no ha estado con Jesús ni ha recibido de él su mandato de predicar, por lo que lo consideran un intruso; ellos, sintiéndose superiores a  Pablo, comienzan a confundir el evangelio con una doctrina filosófica y comienzan a dar sus interpretaciones sobre el matrimonio, la sexualidad, la libertad cristiana, el respeto a los demás, el culto, la Eucaristía, los dones del Espíritu Santo etc. Y crearon la confusión  y la división dentro de la comunidad que terminó por el resurgimiento de varios grupos y cada uno reconoce como su guía a un personaje distinto: unos dicen que siguen a Pablo, otros que a Apolo, otros que a Pedro… como si cada uno fuera quien ha muerto por la salvación de todos. Pablo se levanta, asume la autoridad con que ha sido revestido y corta radicalmente esta situación: en la iglesia no hay más que un GUÍA, un único MAESTRO, una única FUENTE DE SALVACIÓN y una única SABIDURÍA: JESUCRISTO MUERTO Y RESUCITADO y todos los demás no son más que servidores y administradores de los misterios de Dios.
            Frente a los falsos “maestros” deja bien claro algo que no se puede olvidar: Quien pretenda hacer de la vida cristiana una existencia separada de la cruz, de la angustia y del sufrimiento, no ha entendido absolutamente nada de Jesucristo.
       Es urgente que en estos tiempos que vivimos volvamos a leer despacio estos textos, pues Pablo dejó bien claro que lo que decía era para toda la iglesia y mientras sigamos sintiéndonos los protagonistas y predicándonos a nosotros mismos, estaremos convirtiéndonos en un espectáculo ridículo ante el mundo

Aleluya, aleluya.
Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.
Aleluya.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según San Marcos     13, 33‑37.

            En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
CMirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento.
Es igual que un hombre que se fue de viaje, y dejó su casa y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara.
Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer: no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos.
            Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: (velad!
Palabra del Señor


REFLEXIÓN

 “VIVIR LA TENSIÓN DEL REINO  
            Hoy inauguramos un nuevo año litúrgico: nos recuerda  una nueva etapa en la historia de la salvación y en nuestra historia personal: ADVIENTO es “tiempo de espera”. En el antiguo pueblo de Israel se vino esperando la venida del Mesías que trajera la salvación y la liberación de toda la opresión que sufría el pueblo.
            En el Nuevo Pueblo, la esperanza de la venida del Mesías ya se ha cumplido: Cristo ha venido, nos ha traído su reino y nos ha invitado a implantarlo: establecer el AMOR como norma de nuestra relación, la VERDAD como principio básico de nuestra actuación, la JUSTICIA como fundamento de toda nuestra estructura social y la PAZ como el resultado de la puesta en marcha de estos grandes valores. Hacia el establecimiento total de este reino va caminando todo.
            Pero mientras tanto, en este mundo nos debatimos porque nuestras estructuras se vayan iluminando con la luz de estos valores y todos seguimos esperando y anhelando que cada día vaya viéndose algo de esto que Cristo nos trajo.
El reino de Dios no es algo que se va a imponer por la fuerza, que se va a hacer sin que nosotros lo queramos, no, es algo que ha de ir madurando en nuestro corazón y se ha de imponer como necesidad vital sin la cual no podemos vivir.
            Para poder realizar esto, se necesita una tensión de espera (esperanza) como el que espera habitar una casa en la que pone toda su ilusión, su capital y su esfuerzo y sueña con tenerla terminada para habitarla, pero para eso, cada día se levanta dispuesto a poner unos ladrillos.
            El testo de S. Marcos que nos trae  la liturgia insiste de forma casi machacona en esa actitud de alerta: no nos podemos quedar con los brazos cruzados mientras llegan las cosas, no podemos dejar que nos coja desprevenidos: “Velad… no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos”. Pero si es malo que nos caja dormidos, es mucho peor que nos coja metidos en el fango y en otras cosas completamente distintas y en otra dirección.
            Estas actitudes de improvisación, de apatía y despreocupación son las que están llamadas al fracaso y a la destrucción. El mundo de todo el que vive así, está llamado al fracaso y a la destrucción, lo estamos viendo además a cada momento.
            Por eso Cristo insiste en la vigilancia: estamos llamados a ser grandes, a ser semilla que muere para dar después frutos del 100 %. La esperanza del que se duerme ¿En qué puede apoyarse? Su fin es el fracaso.
            Si abrimos los ojos podemos observar el espectáculo que tenemos montado y que abiertamente nos dice que está llamado al fracaso total: hemos retirado la JUSTICIA y se está cambiando por corrupción, enchufismo y oportunismo. Se ha deteriorado la VERDAD y la mentira, el engaño, la traición, la imagen falsa… es lo que predomina, hasta el punto que nadie puede fiarse de nadie y, cuando lo haces, o te arriesgas a fiarte, sales “desplumado”. El AMOR se ha cambiado por el placer, por el egoísmo, por el “bienestar”…
            Este mundo que salió de las manos de Dios “bien hecho”, lo estamos convirtiendo en una antesala del infierno, hasta el punto que estamos sintiendo que esto está mal, que cada día la cuneta de la vida se va llenando de más gente que no se siente solidaria, sino que, hasta dentro de la misma cuneta es agresiva y se mata… Hemos montado un mundo basado en el DINERO como el gran dios al que hay que dar culto y el  culto que éste exige es la muerte, que empieza por matar la esperanza y los valores y termina invadiendo el corazón y sacando la miseria del hombre que lo convierte en el animal más peligroso del planeta.
            Alguien me dijo que soy un catastrofista al hacer este tipo de análisis, puede ser, pero ya me gustaría ver la luz por otro sitio, en el que se puedan vislumbrar otras perspectivas esperanzadoras mientras nos seguimos manteniendo en estos parámetros, pero este dios que se ha escogido como horizonte, no tiene más perspectivas que la avaricia, la codicia y la muerte.
            El reino de Dios se impondrá por entero, cuando nosotros decidamos establecer como programa “político” la JUSTICIA, el AMOR, la VERDAD, el RESPETO a la dignidad de la persona y a la VIDA, La FRATERNIDAD y la PAZ.
            Para que todo esto empiece a funcionar, solo se exige de nosotros una cosa: querer abrir los ojos para verlo; querer escucharlo y, por supuesto, perder el miedo a seguirlo.