VI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

 

La lepra se le quitó y quedó limpio.
Lectura del Evangelio según san Marcos.
En aquel tiempo, se acerca a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:
«Si quieres, puedes limpiarme».
Compadecido, extendió la mano y lo tocó diciendo:
«Quiero: queda limpio.»
La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente:
«No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó
Moisés, para que les sirva de testimonio.»
Pero cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun así acudían a él de todas partes. Palabra del Señor.
    El Evangelio de este domingo parece que esta un poco anticuado, Jesús acercándose a un leproso. El que en nuestro alrededor no exista la lepra como enfermedad no significa que no exista en otros lugares. Contraer la lepra en otros tiempos era estar abocados al rechazo por parte de la sociedad y a morir.

    ¿Qué nos encontramos en el Evangelio? El leproso quería quedar limpio para poder acercarse al Templo, es decir, para ser admitido nuevamente al pueblo judío, Jesús se lo concede curándolo.

    Hoy, si miramos a nuestro alrededor también podemos descubrir cuales son nuestras lepras, gracias a Dios quizás no tanto la enfermedad, sino aquello que nos aleja de Él  y del hermano. Una sociedad egoísta esta llamada al fracaso, no reconoce a su Creador y a su igual. Unas de las grandes lepras es el Hambre donde se pone de manifiesto la diferencia entre los países ricos y pobres. En aquellas gentes que pasan hambre no solo de alimentos, sino también de otras necesidades, podemos descubrir los mismos sentimientos de este leproso: falta de dignidad, rechazo social, etc. 
    Jesús nos invita en este domingo a que seamos instrumentos suyos para devolver la dignidad a todas las personas que en nuestro mundo son señaladas como leprosos para poder así hacer un mundo mejor, un mundo donde el amor del Padre erradique todo aquello que nos separa de Él. Para poder compartir todo lo que nos ha dado, que no es otra cosa que la participación en el amor de su Hijo.