VIERNES SANTO

 

 Él fue traspasado por nuestras rebeliones.
Del profeta Isaías.
Mirad, mi siervo tendrá éxito,
subirá y crecerá mucho.
Como muchos se espantaron de él
porque desfigurado no parecía hombre,
ni tenía aspecto humano,
así asombrará a muchos pueblos,
ante él los reyes cerrarán la boca,
al ver algo inenarrable
y comprender algo inaudito.
¿Quién creyó nuestro anuncio?;
¿a quién se reveló el brazo del Señor?
Creció en su presencia como brote,
como raíz en tierra árida,
sin figura, sin belleza.
Lo vimos sin aspecto atrayente,
despreciado y evitado de los hombres,
como un hombre de dolores,
acostumbrado a sufrimientos,
ante el cual se ocultaban los rostros,
despreciado y desestimado.
Él soportó nuestros sufrimientos
y aguantó nuestros dolores;
nosotros lo estimamos leproso,
herido de Dios y humillado;
pero él fue traspasado por nuestras rebeliones,
triturado por nuestros crímenes.
Nuestro castigo saludable cayó sobre él,
sus cicatrices nos curaron.
Todos errábamos como ovejas,
cada uno siguiendo su camino;
y el Señor cargó sobre él
todos nuestros crímenes.
Maltratado, voluntariamente se humillaba
y no abría la boca:
como cordero llevado al matadero,
como oveja ante el esquilador,
enmudecía y no abría la boca.
Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron,
¿quién se preocupará de su estirpe?
Lo arrancaron de la tierra de los vivos,
por los pecados de mi pueblo lo hirieron.
Le dieron sepultura con los malvados
y una tumba con los malhechores,
aunque no había cometido crímenes
ni hubo engaño en su boca.
El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento,
y entregar su vida como expiación:
verá su descendencia, prolongará sus años,
lo que el Señor quiere prosperará por su mano.
Por los trabajos de su alma verá la luz,
el justo se saciará de conocimiento.
Mi siervo justificará a muchos,
porque cargó con los crímenes de ellos.
Le daré una multitud como parte,
y tendrá como despojo una muchedumbre.
Porque expuso su vida a la muerte
y fue contado entre los pecadores,
él tomó el pecado de muchos
e intercedió por los pecadores. Palabra de Dios.
Estamos en Viernes Santo, la liturgia nos ofrece mirar hoy al crucificado, aquel que profetizó Isaías en este cántico del Siervo.
Nos encontramos con la misión del siervo sufriente, la figura del cordero que va llevado al matadero. Conforme lo vamos leyendo parece que nos habla de cada momento de la pasión de Cristo y en el texto descubrimos que se refiere a Él en toda su plenitud.
Hoy es Viernes Santo, y son muchos los que se unen hoy al dolor y sufrimiento de Cristo, todos aquellos que están en la cruz crucificados, bien por la enfermedad, el desprecio, la soledad, por su falta de fe, un largo sin fin de hermanos, que como Cristo, no tienen rostro pero viven al igual que Él este momento.
Contemplemos por lo tanto, el Misterio de la Cruz desde la Misericordia de Dios para con nosotros, confiemos al igual que en este cántico la esperanza en la vida, una vida que vale la sangre de Cristo, una vida que es don y gracia, una vida que gastada por los demás se convierte en las manos de Dios en vida eterna.