IV DOMINGO CUARESMA. CICLO B

 

Dios envió a su Hijo para que el mundo se salve por él.

Del evangelio según san Juan.
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
«Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.
Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.
En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios». Palabra del Señor
    El domingo pasado  Jesús  nos decía que somos Templo del Espíritu. Hoy nos dice que ese templo tiene que estar lleno de la Luz del Espíritu.
    Todos tenemos experiencia, como el pueblo de Israel, del amor de Dios y de nuestro alejamiento, el libro de las Crónicas nos lo pone como ejemplo.
     Lo llamativo de este domingo es la afirmación de Cristo, lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, tiene que ser elevado el Hijo el hombre. Jesús se presenta como curación y sanación desde la cruz. Esta sanación y curación viene por parte de Dios como acto de amor supremo, para que tengamos vida eterna.
    El hombre siempre ha buscado vivir eternamente, Cristo nos lo ofrece día a día, El camino para llegar a la eternidad es la fe y las obras, las cuales tienen que hacer presente ese amor de Dios en medio de nuestro mundo.
    Que nuestras obras iluminadas con la luz Cristo sea nuestra expresión de amor hacia Dios y a los hermanos, para que de esta forma cuando miremos a Cristo en la Cruz descubramos su amor entregado por y para la salvación del mundo.