Lectura del libro primero de
los Reyes 3,5.7‑12
Pediste discernimiento
En aquellos días,
el Señor se apareció en sueños a Salomón y le dijo: "Pídeme lo que quieras."
Respondió Salomón: "Señor, Dios mío, tú has hecho que tu siervo suceda a
David, mi padre, en el trono, aunque yo soy un muchacho y no sé desenvolverme.
Tu siervo se encuentra en medio de tu pueblo, un pueblo inmenso, incontable,
innumerable. Da a tu siervo un corazón dócil para gobernar a tu pueblo, para
discernir el mal del bien, pues, ¿Quién sería capaz de gobernar a este pueblo
tan numeroso?" Al Señor le agradó que Salomón hubiera pedido aquello, y
Dios le dijo: "Por haber pedido esto y no haber pedido para ti vida larga
ni riquezas ni la vida de tus enemigos, sino que pediste discernimiento para
escuchar y gobernar, te cumplo tu petición: te doy un corazón sabio e
inteligente, como no lo ha habido antes ni lo habrá después de ti."
Palabra
de Dios
REFLEXIÓN
CREAR ÍDOLOS
Es importante que sepamos distinguir
entre lo que es la teoría y la realidad
que hay detrás de cualquier ideal que se expresa hasta de forma poética; me
refiero a la imagen que se nos presenta del rey Salomón, en quien se aplica lo
que en teoría debe ser el rey: sabio, prudente, valiente, cercano, sensible al
dolor del pueblo, defensor de los grandes valores culturales, religiosos,
éticos, y morales de su pueblo… de forma que sea el ejemplo en quien mirarse.
Todo eso es perfecto, y cuando eso se lo aplicamos a una persona, inmediatamente
hacemos de ella un “ídolo”.
El problema se da cuando
cambiamos el punto de mira y lo fijamos
en el día a día y en la realidad objetiva, tal como ocurre con el rey Salomón
en este caso, o en los líderes que en el
momento actual estamos enalteciendo: cuando miramos a Salomón, nos encontramos
que monta su estructura sobre un pueblo hambriento, con una diferencia enorme
de clases y una realidad tremendamente triste y lamentable… y sobre esa
realidad, aparece como el gran poderoso que manipula la conciencia de la gente
y con un fasto de riquezas, esplendor y gloria inigualable.
El rey y el reino que presenta Jesús
se le parece poquísimo a lo que la literatura exalta de Salomón, es decir:
entre la realidad y la ficción hay una gran diferencia.
Esto
mismo suele venir haciéndose en todos los tiempos y lugares con personajes cuya
vida y realidad son de lo más deplorables y sangrientas y, sin embargo, se les
ensalza y se les mitifica hasta el punto de hacer de ellos grandes ídolos que
responden a una ideología, más no a la VERDAD y menos aún a la JUSTICIA.
Ejemplos tenemos a millares que no es cuestión de sacar aquí a ninguno pues no
es lugar ni tiempo para ello, pero sí, de advertir que tengamos cuidado con falsear
la verdad.
Salmo responsorial: 118
¡Cuánto amo tu voluntad,
Señor!
Mi porción es el Señor; /
he resuelto guardar tus
palabras. /
Más estimo yo los preceptos de
tu boca /
que miles de monedas de oro y
plata. R.
¡Cuánto amo tu voluntad,
Señor!
Que tu bondad me consuele, /
según la promesa hecha a tu
siervo; /
cuando me alcance tu
compasión, viviré, /
y mis delicias serán tu voluntad. R.
¡Cuánto amo tu voluntad,
Señor!
Yo amo tus mandatos /
más que el oro purísimo; /
por eso aprecio tus decretos /
y detesto el camino de la
mentira. R.
¡Cuánto amo tu voluntad,
Señor!
Tus preceptos son admirables,
/
por eso los guarda mi alma; /
la explicación de tus palabras
ilumina, /
da inteligencia a los
ignorantes. R.
¡Cuánto amo tu voluntad,
Señor!
Lectura de la carta de S.
Pablo a los Romanos 8,28‑30
Nos predestinó a ser imagen de
su Hijo
Hermanos: Sabemos
que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado
conforme a su designio. A los que había escogido, Dios los predestinó a ser
imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A los
que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó,
los glorificó.
Palabra
de Dios
REFLEXIÓN
TESTIGOS E IMAGEN
DEL REINO
Para poder ubicar
el mensaje es necesario tener en cuenta el hilo conductor de todo el capítulo,
en el que Pablo se dirige a la comunidad de Roma planteándole la lucha en la
que están metidos: el “espíritu” contra la “carne”, que es también para
nosotros el mismo escenario, pero no se trata de la antítesis de dos conceptos
filosóficos, sino de una realidad vital: el enfrentamiento del hombre contra
todo aquello que le aparta de Dios: apetitos desordenados, instintos naturales
que le incitan y le empujan a abandonar el camino del reino que ha presentado
Cristo… eso mismo que Pablo decía que le impedía hacer lo que deseaba y que
está en su misma persona, en su carne.
Partiendo
de esta lucha, Pablo plantea la nueva situación de bautizados: ya no es la
fuerza de la “carne” la que impera, sino la del “espíritu”, pero en ese camino,
no solo se encuentra el problema interno de cada uno, sino el externo, que
también nos obstaculiza el camino y para esto, Pablo pide que tengan bien
presente que no puede haber nada que ocupe el puesto de Dios, de forma que se
haga más importante que el mismo proyecto de Dios sobre nosotros. Eso ya ocurre
con la misma naturaleza: a pesar de todos los obstáculos que le ponemos, ella
sigue siendo la expresión viva de la grandeza y de la voluntad de Dios, pues de
la misma manera, cada uno de nosotros, por encima de todo, estamos llamados a
ser “imagen de su Hijo”. Tanto
naturaleza como el ser humano, están llamados a vivir y ser solidarios en la
expresión del reino al que estamos llamados, por encima de todos las dificultades que se
presenten.
Lectura de santo evangelio
según S. Mateo 13,44‑52
Vende todo lo que tiene y
compra el campo
En aquel tiempo,
dijo Jesús a la gente: "El reino de los cielos se parece a un tesoro
escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de
alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.
El reino de los
cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una
de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.
[El reino de los
cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de
peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los
buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo:
saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno
encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo
esto?" Ellos le contestaron: "Sí." Él les dijo: "Ya veis,
un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que
va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo."]
Palabra
del Señor
REFLEXIÓN
MORIR
DE SED AL LADO DE LA FUENTE
Me decía un buen
amigo, desolado, triste, decepcionado… “esto es un rollo, estoy decepcionado,
no creo en nada… no entiendo cómo tú sigues creyendo en todas esas tonterías
que predicas…”
Ante
mi pregunta: Si es una tontería todo lo que predico, dime: ¿qué es lo
verdaderamente bueno, grande, que colme todas tus expectativas, te dé la
felicidad y te haga recuperar el sentido de tu vida?
-“Si
no tienes dinero no eres nadie” –contestó.
Pero
el caso es que él tiene dinero, pero no es feliz, se encuentra vacío,
insatisfecho, decepcionado… busca la felicidad, pero cree que es una utopía:
“Este mundo es un asco”
El
evangelio de hoy nos ubica perfectamente en esta situación: todos buscamos la
felicidad, llenar todas nuestras expectativas… y andamos gastando fuerzas
ilusiones, sin encontrar algo que nos llene. Jesús lanza la llamada a una nueva
posibilidad: “El tesoro que buscas está por otro lado”, ya ves que no es el
dinero, el poder, el prestigio, la fama… “tener”
Jesús
empieza a hablar de “su” tesoro y hay muchos que se escandalizan y lo llaman
loco, pero la interrogante sigue abierta, pues esa “locura” produce felicidad
y, Él se siente feliz y, lo mismo que Él, hoy hay millones que siguiendo sus
pautas han encontrado lo mismo, luego no es una utopía.
Jesús
deja inquieta a la gente, pues resulta que lo ven y constatan que es verdad lo
que dice, pero de la misma manera nos ocurre hoy a todos nosotros: estamos
viendo a muchísima gente que encontró su tesoro y fue capaz de dejarlo todo y
hacerse con él, como el que compró el campo o vendió todo lo que tenía para
conseguir la perla.
La
imagen que produce verdadera tristeza es la de aquellos que se llaman
cristianos, que viven en la misma amargura de mi amigo, que se anclaron en la
“religión” y se niegan a abrir los ojos para encontrar el tesoro. Ni son
felices ni dejan que otros lo sean.