DOMINGO -XVII- T.O. -A-


<DIV align=justify></DIV><DIV align=justify><DIV align=justify>Lectura del libro primero de los Reyes 3,5.7‑12
Pediste discernimiento  

En aquellos días, el Señor se apareció en sueños a Salomón y le dijo: "Pídeme lo que quieras." Respondió Salomón: "Señor, Dios mío, tú has hecho que tu siervo suceda a David, mi padre, en el trono, aunque yo soy un muchacho y no sé desenvolverme. Tu siervo se encuentra en medio de tu pueblo, un pueblo inmenso, incontable, innumerable. Da a tu siervo un corazón dócil para gobernar a tu pueblo, para discernir el mal del bien, pues, ¿Quién sería capaz de gobernar a este pueblo tan numeroso?" Al Señor le agradó que Salomón hubiera pedido aquello, y Dios le dijo: "Por haber pedido esto y no haber pedido para ti vida larga ni riquezas ni la vida de tus enemigos, sino que pediste discernimiento para escuchar y gobernar, te cumplo tu petición: te doy un corazón sabio e inteligente, como no lo ha habido antes ni lo habrá después de ti."
Palabra de Dios 

REFLEXIÓN 

CREAR ÍDOLOS    

Es importante que sepamos distinguir entre  lo que es la teoría y la realidad que hay detrás de cualquier ideal que se expresa hasta de forma poética; me refiero a la imagen que se nos presenta del rey Salomón, en quien se aplica lo que en teoría debe ser el rey: sabio, prudente, valiente, cercano, sensible al dolor del pueblo, defensor de los grandes valores culturales, religiosos, éticos, y morales de su pueblo… de forma que sea el ejemplo en quien mirarse. Todo eso es perfecto, y cuando eso se lo aplicamos a una persona, inmediatamente hacemos de ella un “ídolo”.

            El problema se da cuando cambiamos  el punto de mira y lo fijamos en el día a día y en la realidad objetiva, tal como ocurre con el rey Salomón en este caso,  o en los líderes que en el momento actual estamos enalteciendo: cuando miramos a Salomón, nos encontramos que monta su estructura sobre un pueblo hambriento, con una diferencia enorme de clases y una realidad tremendamente triste y lamentable… y sobre esa realidad, aparece como el gran poderoso que manipula la conciencia de la gente y con un fasto de riquezas, esplendor y gloria inigualable.

            El rey y el reino que presenta Jesús se le parece poquísimo a lo que la literatura exalta de Salomón, es decir: entre la realidad y la ficción hay una gran diferencia.

            Esto mismo suele venir haciéndose en todos los tiempos y lugares con personajes cuya vida y realidad son de lo más deplorables y sangrientas y, sin embargo, se les ensalza y se les mitifica hasta el punto de hacer de ellos grandes ídolos que responden a una ideología, más no a la VERDAD y menos aún a la JUSTICIA. Ejemplos tenemos a millares que no es cuestión de sacar aquí a ninguno pues no es lugar ni tiempo para ello, pero sí, de advertir que tengamos cuidado con falsear la verdad. 

Salmo responsorial: 118

¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!

Mi porción es el Señor; /
he resuelto guardar tus palabras. /
Más estimo yo los preceptos de tu boca /
que miles de monedas de oro y plata. R.
¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!  

Que tu bondad me consuele, /
según la promesa hecha a tu siervo; /
cuando me alcance tu compasión, viviré, /
 y mis delicias serán tu voluntad. R.
¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!  

Yo amo tus mandatos /
más que el oro purísimo; /
por eso aprecio tus decretos /
y detesto el camino de la mentira. R.
¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!   

Tus preceptos son admirables, /
por eso los guarda mi alma; /
la explicación de tus palabras ilumina, /
da inteligencia a los ignorantes. R.
¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!  
 

Lectura de la carta de S. Pablo a los Romanos 8,28‑30
Nos predestinó a ser imagen de su Hijo  

Hermanos: Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado conforme a su designio. A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.
Palabra de Dios 

REFLEXIÓN 

TESTIGOS E IMAGEN DEL REINO   

Para poder ubicar el mensaje es necesario tener en cuenta el hilo conductor de todo el capítulo, en el que Pablo se dirige a la comunidad de Roma planteándole la lucha en la que están metidos: el “espíritu” contra la “carne”, que es también para nosotros el mismo escenario, pero no se trata de la antítesis de dos conceptos filosóficos, sino de una realidad vital: el enfrentamiento del hombre contra todo aquello que le aparta de Dios: apetitos desordenados, instintos naturales que le incitan y le empujan a abandonar el camino del reino que ha presentado Cristo… eso mismo que Pablo decía que le impedía hacer lo que deseaba y que está en su misma persona, en su carne.

            Partiendo de esta lucha, Pablo plantea la nueva situación de bautizados: ya no es la fuerza de la “carne” la que impera, sino la del “espíritu”, pero en ese camino, no solo se encuentra el problema interno de cada uno, sino el externo, que también nos obstaculiza el camino y para esto, Pablo pide que tengan bien presente que no puede haber nada que ocupe el puesto de Dios, de forma que se haga más importante que el mismo proyecto de Dios sobre nosotros. Eso ya ocurre con la misma naturaleza: a pesar de todos los obstáculos que le ponemos, ella sigue siendo la expresión viva de la grandeza y de la voluntad de Dios, pues de la misma manera, cada uno de nosotros, por encima de todo, estamos llamados a ser  imagen de su Hijo”. Tanto naturaleza como el ser humano, están llamados a vivir y ser solidarios en la expresión del reino al que estamos llamados,  por encima de todos las dificultades que se presenten.
 

Lectura de santo evangelio según S. Mateo 13,44‑52
Vende todo lo que tiene y compra el campo

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: "El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.
El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.
[El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?" Ellos le contestaron: "Sí." Él les dijo: "Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo."]
Palabra del Señor

 

REFLEXIÓN 

MORIR DE SED AL LADO DE LA FUENTE  

Me decía un buen amigo, desolado, triste, decepcionado… “esto es un rollo, estoy decepcionado, no creo en nada… no entiendo cómo tú sigues creyendo en todas esas tonterías que predicas…”

            Ante mi pregunta: Si es una tontería todo lo que predico, dime: ¿qué es lo verdaderamente bueno, grande, que colme todas tus expectativas, te dé la felicidad y te haga recuperar el sentido de tu vida?

            -“Si no tienes dinero no eres nadie” –contestó.

            Pero el caso es que él tiene dinero, pero no es feliz, se encuentra vacío, insatisfecho, decepcionado… busca la felicidad, pero cree que es una utopía: “Este mundo es un asco”

            El evangelio de hoy nos ubica perfectamente en esta situación: todos buscamos la felicidad, llenar todas nuestras expectativas… y andamos gastando fuerzas ilusiones, sin encontrar algo que nos llene. Jesús lanza la llamada a una nueva posibilidad: “El tesoro que buscas está por otro lado”, ya ves que no es el dinero, el poder, el prestigio, la fama… “tener”

            Jesús empieza a hablar de “su” tesoro y hay muchos que se escandalizan y lo llaman loco, pero la interrogante sigue abierta, pues esa “locura” produce felicidad y, Él se siente feliz y, lo mismo que Él, hoy hay millones que siguiendo sus pautas han encontrado lo mismo, luego no es una utopía.

            Jesús deja inquieta a la gente, pues resulta que lo ven y constatan que es verdad lo que dice, pero de la misma manera nos ocurre hoy a todos nosotros: estamos viendo a muchísima gente que encontró su tesoro y fue capaz de dejarlo todo y hacerse con él, como el que compró el campo o vendió todo lo que tenía para conseguir la perla.

            La imagen que produce verdadera tristeza es la de aquellos que se llaman cristianos, que viven en la misma amargura de mi amigo, que se anclaron en la “religión” y se niegan a abrir los ojos para encontrar el tesoro. Ni son felices ni dejan que otros lo sean.