DOMINGO -XV- T.O. -A-
Lectura del profeta Isaías
55,10‑11
La lluvia hace germinar la
tierra
Así dice el Señor: "Como
bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá sino después de empapar
la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y
pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí
vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo."
Palabra
de Dios
REFLEXIÓN:
EL PODER
LIBERADOR DE LA PALABRA
El profeta Isaías compara el exilio de
Babilonia como la esclavitud de Egipto y la vuelta a Jerusalén como un segundo
éxodo en el que, como en el primero, la presencia de Dios con su palabra es
clave en todo el proceso de liberación.
En Babilonia, a diferencia de
Egipto, gozan de un poco de más libertad, pero se les impide que vuelvan a su
tierra, tienen que permanecer allí trabajando para el rey; en esta situación,
el dios de la alianza vuelve a meter su mano de la misma manera y con hechos
portentosos para que puedan volver.
El profeta asume la misión de
consolar y animal al pueblo para que esté atento y abra los ojos para ver cómo
Dios está actuando en su favor pues Dios es fiel y hará que el pueblo consiga
la libertad y vuelva a su tierra.
El profeta utiliza una imagen
sencilla, pero bien elocuente: la de la lluvia
fina y suave que cae en tierra reseca y árida que va despertando la vida
hasta empapar la tierra. Ese es el papel que está haciendo la palabra de Dios y
que va haciendo que renazca la esperanza y traiga la luz al pueblo.
Esta
imagen recobra hoy una actualidad enorme en un terreno que han logrado desertizarlo hasta el punto que aquellos
mismos que lo han quemado sienten que no se puede vivir sin valores, sin moral
y sin principios… la presencia viva de Dios a través de su palabra cada vez se
hace sentir con más fuerza ante la esclavitud que está imponiendo el dinero, el
poder y la corrupción.
Salmo responsorial: 64
La semilla cayó en tierra
buena y dio fruto.
Tú cuidas de la tierra, la
riegas /
y la enriqueces sin medida; /
la acequia de Dios va llena de
agua, /
preparas los trigales. R.
La semilla cayó en tierra
buena y dio fruto.
Riegas los surcos, igualas los
terrones, /
tu llovizna los deja mullidos,
/
bendices sus brotes. R.
La semilla cayó en tierra
buena y dio fruto.
Coronas el año con tus bienes,
/
tus carriles rezuman
abundancia; /
rezuman los pastos del páramo,
/
y las colinas se orlan de
alegría. R.
La semilla cayó en tierra
buena y dio fruto.
Las praderas se cubren de
rebaños, /
y los valles se visten de mieses, /
que aclaman y cantan. R.
La semilla cayó en tierra
buena y dio fruto.
Lectura de la carta de S.
Pablo a los Romanos 8,18‑23
La creación, expectante, está
aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios
Hermanos: Sostengo
que los sufrimientos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos
descubrirá. Porque la creación, expectante, está aguardando la plena manifestación
de los hijos de Dios; ella fue sometida a la frustración, no por su voluntad,
sino por uno que la sometió; pero fue con la esperanza de que la creación misma
se vería liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad
gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que hasta hoy la creación entera
está gimiendo toda ella con dolores de parto. Y no sólo eso; también nosotros,
que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior,
aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo
Palabra
de Dios
REFLEXIÓN
VIVIR CON
ESPERANZA
S. Pablo se encuentra con un
ambiente completamente adverso al proyecto de Dios en el que lo que predominan
son los valores del placer, del poder y la rienda suelta de los instintos
primarios; esto da al traste con todo y aboca al hombre a su propia destrucción
de forma que la única manera de poder contener esta fuerza ha de ser a base de
la ley que lleva a la muerte.
Ante
esta situación, el único proyecto humano es afianzar una mística de resistencia
al sistema, es decir: no entrar en esos esquemas, pero comprende que es
tremendamente difícil sostenerse cuando lo tienes todo en contra: desde el
ambiente que envuelve hasta la propia debilidad que llevamos dentro y la fuerza
de nuestros instintos que nos arrastra.
S.
Pablo apoya esta resistencia en la esperanza que es lo único que nos puede
sostener, esperanza que la misma humanidad sostiene hasta que el universo entero
llegue a realizar el plan que Dios ha trazado para él: “la creación, expectante, está aguardando la plena
manifestación de los hijos de Dios”: Esta es una realidad que es
irreversible y ya no hay vuelta atrás, Cristo ha vencido el mal y la muerte y
nada va a hacer cambiar esta realidad: Nosotros poseemos ya la semilla del
Espíritu que está realizando el cambio y esto no lo podrá cambiar nadie.
Lógicamente, es la fe la que nos da esa certeza y apoya
la esperanza; perderla es tanto como perder el sentido de la vida, de la lucha
y de una existencia con dignidad.
Lectura del santo evangelio
según S Mateo 13,1‑23
Salió
el sembrador a sembrar
Aquel día, salió
Jesús de casa y se sentó junto al lago. Y acudió a él tanta gente que tuvo que
subirse a una barca; se sentó, y la gente se quedó de pie en la orilla. Les
habló mucho rato en parábolas: "Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar,
un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro
poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y, como la tierra no
era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y por
falta de raíz se secó. Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo
ahogaron. El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros,
sesenta; otros, treinta. El que tenga oídos que oiga."
[Se le acercaron
los discípulos y le preguntaron: "¿Por qué les hablas en parábolas?"
Él les contestó: "A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del
reino de los cielos y a ellos no. Porque al que tiene se le dará y tendrá de
sobra, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en
parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender. Así se cumplirá
en ellos la profecía de Isaías: "Oiréis con los oídos sin entender;
miraréis con los ojos sin ver; porque está embotado el corazón de este pueblo,
son duros de oído, han cerrado los ojos; para no ver con los ojos, ni oír con
los oídos, ni entender con el corazón, ni convertirse para que yo los
cure." ¡Dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen!
Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros y no
lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron.
Vosotros oíd lo que
significa la parábola del sembrador: Si uno escucha la palabra del reino sin
entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa
lo sembrado al borde del camino. Lo sembrado en terreno pedregoso significa el
que la escucha y la acepta en seguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante,
y, en cuanto viene una dificultad o persecución por la palabra, sucumbe. Lo
sembrado entre zarzas significa el que escucha la palabra; pero los afanes de
la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se queda estéril. Lo
sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende; ése
dará fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno."]
Palabra
del Señor
REFLEXIÓN
SEMILLA DE VIDA
Jesús está hablando de la disponibilidad
que podemos tener para aceptar el reino y utiliza una imagen preciosa que todos
entienden y que manejan, pues pertenece a la vida de cada día: la imagen del
sembrador que prepara su mejor semilla y la esparce en el campo.
Jesús hace una explicación de la parábola
diciendo que la semilla es la Palabra de Dios y el sembrador es el Padre; el
terreno es cada uno de nosotros
Hay dos “personajes” principales en la
narración: el sembrador con su semilla y el terreno que la recibe.
1º- La semilla es de primerísima
calidad, ha sido preparada con cariño y un cuidado único; el sembrador la
esparce con generosidad, y con una esperanza enorme de que dé el fruto
esperado; no escatima esfuerzo ni semilla y la pone, incluso, en sitios donde sabe
que va a ser muy difícil que germine y pueda crecer y dar fruto.
2º -El otro elemento de la narración
es el terreno que recibe la semilla y que va a estar condicionado por miles de
circunstancias: la calidad del terreno, las condiciones en las que se
encuentre… la semilla es la misma para todos, pero no todos se encuentran en la
misma disposición y cada uno responderá según su situación: habrá unos que la
reciben con agrado y se sienten consolados con ella y esperanzados; otros con
disgusto y recelos y la analizan, la critican, la ponen en duda…; Otros que la
acogen y sienten que es algo que pertenece a su ser y se sienten fortalecidos
con ella; Otros no la pueden tolerar, pues la consideran un peligro, como quien
tiene un sembrado y le entra la plaga, por lo tanto, la persiguen y la intentan
destruir; Otros la acogen sin reparos de ningún tipo y la hacen suya
convirtiéndola en algo propio; otros abren su corazón y la hacen suya
sosteniéndola como la razón de su vida y la convierten en razón de su existencia…
llegando incluso a dar la vida por ella.
Si observamos, tanto el terreno
bueno como el malo o el envuelto en miles de problemas están en la misma
parcela, en el mismo momento histórico… sin embargo, uno hace que todo sea
acogido y dé el fruto del ciento por uno,
mientras el otro deja que todo se seque y se destruya.
Lógicamente, la narración está hecha
partiendo de la realidad existente en alguna comunidad en la que se están dando
todos estos elementos y, el evangelio quiere dejar bien claro que la recepción
de la Palabra de Dios está completamente en nuestras manos, pues Dios reparte a
todos por igual, cada uno hemos de responder a la llamada que Dios nos hace
desde nuestra libertad.
Esta parábola viene a ser como un
eco del texto de Isaías en el que la palabra
de Dios la presenta como la lluvia suave que cae sobre todo el terreno y no
vuelve sino después de haber llenado de vida todo el terreno; el cuidar y
favorecer la vida será cuestión del terreno: la palabra de Dios se hace fecunda
en las comunidades y en las personas que se abren a la alegría del evangelio y
aceptan el proyecto de Jesús como horizonte de sus vidas