DOMINGO -XIV- T.O. -A-

 Lectura del profeta Zacarías 9,9‑10

Mira a tu rey que viene a ti modesto  

Así dice el Señor: "Alégrate, hija de Sión; canta, hija de Jerusalén; mira a tu rey que viene a ti justo y victorioso; modesto y cabalgando en un asno, en un pollino de borrica. Destruirá los carros de Efraín, los caballos de Jerusalén, romperá los arcos guerreros, dictará la paz a las naciones; dominará de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra."
Palabra de Dios
 

REFLEXIÓN 

LA UTOPIA DE UN MESÍAS CERCANO  

Como ocurre en todas partes, el fanatismo de unos grupos esperaba un mesías poderoso, vengador, nacionalista, cerrado… que los pusiera con el poder a la cabeza de todos los pueblos; Zacarías, en cambio, es otra historia completamente distinta y, por eso, lo persiguieron y fue más bien el punto de choque constante.

Zacarías se siente más unido a las comunidades que surgen después del exilio babilónico que sueñan y se esfuerzan en recuperar su identidad a partir de elementos mucho más abiertos y comunitarios.

Después de la experiencia vivida, es un absurdo centrar la esperanza en la fuerza y el poder, al estilo de David y menos aún al estilo de Salomón; el pueblo sencillo espera y desea algo mucho más simple que es el poder vivir y que lo dejen en paz. Se acabó el soñar con el modelo de un Mesías guerrero y militar al estilo de los reyes que han tenido, que por mirar de esa forma  los han llevado a la ruina y a tener que venderse a cada momento. Todos sueñan en alguien que establezca el orden, la paz y la justicia y les haga vivir la fraternidad en verdadera solidaridad; será el gran líder que establecerá la paz a nivel universal, pues todos lo mirarán y lo tendrán como el gran referente.

Zacarías sueña con el Mesías como  alguien que se distingue no por la fuerza y el aplastamiento que va a hacer con los enemigos, sino por tener como lema la justicia, un hombre cercano y  sencillo que camine  con la verdad y de esa forma establecerá la paz

Un hombre humilde y sencillo que no se presenta sobre un carro de guerra, sino sobre un pollino, pero esto no quiere decir que proponga: ni el conformismo ni la sumisión, pues la justicia será su bandera y la base sobre la que se sostenga todo.

Será un Mesías que establecerá la paz, pero no como resultado de la guerra y la violencia, sino  de forma muy diferente a como se ha venido caminando hasta el  momento, en donde la ambición del poder de algunos grupos ha llevado a un centralismo y a querer uniformar a la gente, destruyendo toda libertad y cerrándolos en si mismos,  con lo que acabaron destruyéndose, pues todo el poder quedó reducido en manos de unas cuantas familias que se ubicaron en torno al templo; de esta forma, los pobres quedaron excluidos de todo sin posibilidad de que su voz se pudiera escuchar en ningún foro.

Cuando leemos despacio estos textos, es imposible volver la vista y hacerse el sordo ante la actualidad  que vivimos, pues no parece que hubiera transcurrido el tiempo y vemos cómo al pueblo se le sigue manejando de la misma manera y con los mismos objetivos de hace miles de años.  

Salmo responsorial: 144    

Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.  

Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; /
bendeciré tu nombre por siempre jamás. /
Día tras día, te bendeciré /
y alabaré tu nombre por siempre jamás. R.
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.  

El Señor es clemente y misericordioso, /
 lento a la cólera y rico en piedad; /
 el Señor es bueno con todos, /
es cariñoso con todas sus criaturas. R.
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.  

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, /
que te bendigan tus fieles; /
que proclamen la gloria de tu reinado, /
que hablen de tus hazañas. R.
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.  

El Señor es fiel a sus palabras, /
bondadoso en todas sus acciones. /
El Señor sostiene a los que van a caer, /
endereza a los que ya se doblan. R.
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey. 
 

Lectura de la carta de S. Pablo a los Romanos 8,9.11‑13
Si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis  

Hermanos: Vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo.
Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros. Así, pues, hermanos, estamos en deuda, pero no con la carne para vivir carnalmente. Pues si vivís según la carne, vais a la muerte; pero si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis
Palabra de Dios
 
REFLEXIÓN 

DIOS ES AMOR, PERO TAMBIÉN JUSTICIA 
            S. Pablo parte de un principio  irrevocable e indiscutible, es como la evidencia de la luz del día: han sido bautizados, por tanto, el Espíritu que los anima no es el de la carne, el del mundo, sino el de Dios; por tanto, las obras que han de distinguirlos no son las de la carne (los instintos naturales y los intereses del mundo), sino los del espíritu que habita en ellos; esto es tan evidente  y lógico como la luz que alumbra en pleno día, sin embargo la experiencia suele dar todo lo contrario: gente que está bautizada y, en consecuencia, muerta al pecado y a la fuerza del espíritu del mundo, sin embargo sigue actuando como si no conociera el Espíritu de Cristo resucitado.

            Sigue manteniendo la lógica: el mismo Espíritu que resucitó a Jesús de entre los muertos nos resucitará también a nosotros, pero el problema se da el momento en que nosotros anulamos el Espíritu con nuestra libertad de forma que no dejamos que actúa en nosotros, entonces siguiendo la misma lógica: si anulamos la fuerza del Espíritu Santo en nuestras vidas de modo que vivimos como si no existiera, ¿Actuará el espíritu en contra de nuestra libertad en el momento final?

            Es el grave peligro que constantemente nos acecha y que expresamos de una forma sencilla diciendo es: “Si Dios es todo amor, ¿Cómo va a dejarnos perder en el momento final y definitivo? Y nos olvidamos que Dios, lo mismo que es amor, también es justicia, y no va a actuar jamás en contra de nuestra de nuestra libertad.

            De ahí que S. Pablo les recuerde a los cristianos de Roma esto mismo para que no se despisten. 

Lectura del santo evangelio según S. Mateo 11,25‑30
Soy manso y humilde de corazón  

En aquel tiempo, exclamó Jesús: "Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera."
Palabra del Señor 

REFLEXION 

LA “UTOPÍA” CRISTIANA  

El evangelio de S. Mateo nos presenta a Jesús proponiendo el proyecto que ya hubiera anunciado Zacarías: Jesús no se identifica con los ideales de su tiempo sobre el Mesías, ideales que eran mantenidos por sabios y entendidos en los asuntos del mundo, sino con los sencillos, los que entienden sin segundas lecturas y sin complicaciones el mensaje del reino.

En Jesús no se vislumbra el más mínimo asomo de fuerza ni poderío al estilo del imperio romano, ni siquiera de las presiones religiosas que ejercen los sacerdotes del templo o los escribas y letrados de la época; tampoco se une a los extremistas y nacionalistas que demonizan al imperio y creen que con quitárselo de encima tienen todo resuelto… Jesús no va por ahí y por eso choca constantemente con todos.

Los grandes ideales de Jesús van más por el mensaje de los profetas que invitan a que el pueblo recorra su propio camino, establezca la fraternidad y vaya viviendo en paz; esto va a obligar a todos a tener en su vida un cambio constante de actitudes que van a hacer que se dé una transformación social y de esta manera los sencillos, los pobres, los excluidos van a encontrar sosiego, apoyo, consuelo.

Una sociedad excluyente como la que tenemos en la actualidad, en la que se “descartan” –como dice el Papa- a los niños, a los ancianos, y a los jóvenes, está completamente acabada y tiene firmada su sentencia de muerte.

Para Jesús, el cambio no ha de venir de arriba abajo, eso es imposible: los que están arriba no se van a bajar ni matándolos, lo único que les derribará es dejándolos solos; para Jesús, el cambio se dará el momento en que en la base se decidan a establecer y vivir una comunidad de hermanos que se decidan a demostrar al mundo que es posible vivir de otra manera; por eso Jesús insiste en la actitud necesaria de coger cada uno el yugo del amor para “uncirse” en la tarea de construir la paz, la verdad, la justicia.

Pero no lo podemos olvidar: esto no es algo que nace de la noche a la mañana, como algunos quieren imponerlo por la fuerza, esto ha de sembrarse, cuidarse y cultivarse y la “utopía” se puede convertir en verdadera realidad; de lo contrario, imponer esto se convierte en una carga insoportable y la espiritualidad de la cruz se convierten en una doctrina horrorosa: no le podemos pedir a cualquiera que sea pacifista si ha nacido, ha crecido y está acostumbrado a resolverlo todo por la fuerza; no podemos pedir a cualquiera que sea manso cuando toda su vida ha crecido y se ha organizado a golpes de ley y entendiendo que la vida es ascender incluso, comprando y machacando a los demás.

La comunidad que Jesús presenta está hecha a base de afecto, solidaridad, respeto, libertad, en esto está la gran diferencia en las sociedades que otros presentan teóricamente iguales, pero en la base tan distintas que mientras Él pone como base de todo el amor, los otros ponen las armas y la violencia.