De andar por casa
Estamos en un tiempo de vacaciones y,
si te das cuenta, lo que más nos agobia es el tiempo: deseamos que llegue el
momento de coger unos días para evadirnos y los vivimos con el agobio de que se
terminan; quisiéramos tenerlo todo y hacerlo todo a golpe de un teclazo… Y
vivimos angustiados porque se nos termina el tiempo y no hemos hecho lo que
queríamos y vamos por la vida perseguidos por una especie de “vacío temporal”
✠ Lectura del santo Evangelio según san Marcos. Mc 6,
30-34
Andaban como ovejas sin pastor
EN aquel tiempo, los
apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían
hecho y enseñado.
Él les dijo:
«Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco». Porque eran
tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer.
Se fueron en barca a solas a un lugar desierto.
Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas
fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar,
Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que
no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas.
Palabra del Señor.
Y en esa situación, nos
dice el evangelio que se puso a enseñarlos “con tranquilidad”, sin prisas…
Ante esto, yo no puedo
evitar el pensar en la actitud que tenemos nosotros; cómo escatimamos el
tiempo, cómo reivindicamos nuestro tiempo, cómo tratamos a la gente…
Y es que hay algo muy
claro: Jesús es muy sensible a la situación por la que pasa la gente, se pone
en su puesto y le duele el abandono y el desprecio que sufre el pueblo
sencillo.
El gran problema que nos
puede asaltar es el que nos sintamos funcionarios que actúan por un sueldo y
entonces el horario es más importante que la persona y no movemos un dedo si es
que no está pagado o responde a un interés.