DOMINGO XI DEL T.O. -B-


PRIMERA LECTURA

Lectura de la profecía de Ezequiel. Ez 17, 22-24

Yo exalto al árbol humilde

ESTO dice el Señor Dios:
«También yo había escogido una rama de la cima del alto cedro y la había plantado; de las más altas y jóvenes ramas arrancaré una tierna y la plantaré en la cumbre de un monte elevado; la plantaré en una montaña alta de Israel, echará brotes y dará fruto.
Se hará un cedro magnífico.
Aves de todas clases anidarán en él, anidarán al abrigo de sus ramas.
Y reconocerán todos los árboles del campo que yo soy el Señor, que humillo al árbol elevado y exalto al humilde, hago secarse el árbol verde y florecer el árbol seco. Yo, el Señor, lo he dicho y lo haré».
Palabra de Dios.

 

REFLEXIÓN          

 

LA RENOVACIÓN ANSIADA       

            El profeta hace una descripción simbólica de cómo Dios va a desbaratar todo el sistema de opresión, de injusticia y corrupción que se ha instalado en Israel, hasta el punto que ha perdido su propia dignidad e identidad de pueblo.

            Pinta un cuadro que representa al pueblo con un bosque de árboles que han ido surgiendo en medio de la selva que se ha implantado y que son árboles inútiles y dañinos que van esterilizando el terreno y ahogando el resto de árboles buenos que había, pues han nacido y crecido en medio de la corrupción y han ido asfixiando a los árboles de madera noble que había.

            El profeta sueña con una nueva reforestación que va a ser la restauración del bosque primitivo, va a ser restaurado el pueblo de Israel por completo con la vuelta de los deportados de Babilonia, pues Dios sigue siendo fiel a su alianza y restablecerá la grandeza de Israel, como el agricultor que limpia su campo y siembra árboles nuevos de madera noble: “cedros magníficos

            El profeta ve que esa restauración tiene que ser hecha directamente por Dios que es el que va a llevar adelante este cambio, no va a ser obra de hombres, pues no están en condiciones de hacer algo nuevo; la iniciativa la tiene Dios, y lo ha de dejar bien claro: “Y sabrán todos los árboles del bosque que yo, el Señor humillo al árbol elevado y exalto al árbol pequeño”.

 

Salmo responsorial

Sal 91, 2-3. 13-14. 15-16 (R/.: cf. 2a)

R/.   Es bueno darte gracias, Señor.

 

        V/.   Es bueno dar gracias al Señor
                y tocar para tu nombre, oh Altísimo,
                proclamar por la mañana tu misericordia
                y de noche tu fidelidad.   
R/.

R/.   Es bueno darte gracias, Señor.

 

        V/.   El justo crecerá como una palmera,
                se alzará como un cedro del Líbano:
                plantado en la casa del Señor,
                crecerá en los atrios de nuestro Dios.   
R/.

R/.   Es bueno darte gracias, Señor.

 

        V/.   En la vejez seguirá dando fruto
                y estará lozano y frondoso,
                para proclamar que el Señor es justo,
                mi Roca, en quien no existe la maldad.   
R/.

R/.   Es bueno darte gracias, Señor.

 

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios. 2 Cor 5, 6-10

En destierro o en patria, nos esforzamos en agradar al Señor

HERMANOS:
Siempre llenos de buen ánimo y sabiendo que, mientras habitamos en el cuerpo, estamos desterrados lejos del Señor, caminamos en fe y no en visión.
Pero estamos de buen ánimo y preferimos ser desterrados del cuerpo y vivir junto al Señor.
Por lo cual, en destierro o en patria, nos esforzamos en agradarlo.
Porque todos tenemos que comparecer ante el tribunal de Cristo para recibir cada cual por lo que haya hecho mientras tenía este cuerpo, sea el bien o el mal.

Palabra de Dios.

 

REFLEXIÓN

 

LOS REFERENTES CRISTIANOS     

S. Pablo continua insistiendo en algo que no deben perder jamás de vista: no nos mantenemos en pie apoyados en valores físicos, ni en cosas materiales, sino espirituales. Por lo tanto, no son cosas que se ven lo que nos sostiene, pues los bienes del Espíritu Santo son invisibles para los ojos físicos. Los valores espirituales se mantienen firmes a pesar de las tormentas y las dificultades que nos pueda presentar la vida

Quien ha optado por Cristo, no se basa en cosas materiales de este mundo; la fe y la esperanza en Cristo resucitado se presentan como el gran horizonte que está más allá de todos los horizontes humanos y materiales que podamos imaginar y es lo que le da sentido y consistencia a todo lo que hacemos.

El gran problema del hombre está el momento en que pierda la capacidad de valorar todo lo que no sea pesable, medible o contable, es decir: cuando se materializa de tal manera, que pierde por entero el sentido trascendente de la vida; asfixió su capacidad espiritual y se redujo a un ser material.

 


Aleluya

R/.   Aleluya, aleluya, aleluya.

V/.   La semilla es la palabra de Dios, y el sembrador es Cristo;
        todo el que lo encuentra vive para siempre.   
R/.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Marcos. Mc 4, 26-34

Es la semilla más pequeña, y se hace más alta que las demás hortalizas

EN aquel tiempo, Jesús decía al gentío:
«El reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo fruto sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega».
Dijo también:
«¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después de sembrada crece, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros del cielo pueden anidar a su sombra».
Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.
Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

 

SIN BOMBO NI PLATILLOS      

            S. Marcos tiene muy claro algo que suele ocurrir en la vida y que la comunidad también tiene el peligro de caer: con el paso del tiempo, las ilusiones y las esperanzas de triunfo pueden venirse abajo, al ver que las cosas no cambian y que, hasta empeoran, entonces viene el desánimo, la desilusión y la tentación de abandono.

            Por eso no mira a la grandeza, como hace el profeta: no van a ser gestos grandes y vistosos los que van a indicar la presencia del reino de los cielos, sino todo lo contrario: es la sencillez, la humildad, lo que no va por la vida con bombo y platillo, sino lo que realmente tiene profundidad y seguridad, que va a hacer que se convierta en seguridad y apoyo para todo lo que tiene consistencia para la felicidad del hombre.

            Lo importante no es lo aparatoso de los éxitos que consigamos, sino la actitud sencilla que se tiene y la forma cómo vivimos y trabajamos ajustados a la verdad, a la justicia, tratando a todos con amor y respeto. Esto hará que eso que parecía sin importancia, llegará a convertirse en la base y fundamente de la paz del mundo y lo que se convierte en signo de esperanza para el futuro.