PRIMERA LECTURA
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 8,
5‑8. 14‑17
Les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo
En
aquellos días, Felipe bajó a la ciudad de Samaría y predicaba allí a Cristo. El
gentío escuchaba con aprobación lo que decía Felipe, porque habían oído hablar
de los signos que hacía y los estaban viendo: de muchos poseídos salían los
espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban.
La ciudad se llenó de alegría.
Cuando
los apóstoles, que estaban en Jerusalén, se enteraron de que Samaría había
recibido la palabra de Dios, enviaron a Pedro y a Juan; ellos bajaron hasta
allí y oraron por los fieles, para que recibieran el Espíritu Santo; aún no
había bajado sobre ninguno, estaban solo bautizados en el nombre del Señor
Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo.
Palabra de Dios.
REFLEXIÓN.
“LA FUERZA
DE JESÚS RESUCITADO”
El mensaje que había traído Jesús produce el rechazo
total en su tierra, hasta el punto que le cuesta la vida; después, continúan
los apóstoles y corren la misma suerte: tienen que salir de Jerusalén
perseguidos y, es justamente en territorio de paganos, de gente despreciable
para los judíos, donde el mensaje de Jesús encuentra eco: “La gente escuchaba
con aprobación… y hubo una gran alegría en la ciudad”. Los samaritanos
presentan una conversión y un cambio total de sus vidas ante el mensaje de
Jesús, desechando el vivir bajo la sensación terrorífica de la magia. La fe en
Jesús se convierte en vida y ésta lo cambia todo en alegría perdiéndose el
miedo.
Con la
fuerza de Jesús resucitado, rompen las barreras del nacionalismo, del fanatismo
religioso y del localismo cultural: el
verdadero creyente en Jesús, rompe todas las barreras y mira al mundo de otra
manera y considera a la persona en otra dimensión distinta.
El
mensaje de Jesús rompe las barreras que se habían venido manteniendo y
considerando a los samaritanos como
gente despreciable y les abren las
puertas de la iglesia pasando formar parte de ella, sin embargo, es interesante
anotar un dato que vale la pena que lo tengamos en cuenta en nuestros días
debido a un fallo de dejadez que venimos manteniendo desde hace muchos años:
Los samaritanos habían recibido el bautismo, es decir: habían sido introducido
en el grupo de los creyentes, pero lo que realmente cambia la vida de la
persona que es el Espíritu Santo, no lo habían recibido; no eran todavía
cristianos: el BAUTISMO lleva consigo la imposición del Espíritu, de lo
contrario no es más que un rito de iniciación.
Algún
teólogo decía que uno de los grandes problemas que tenemos en la iglesia es
justamente éste: estamos muchos “remojados” pero muy pocos bautizados.
Salmo
responsorial Sal 65, 1‑3a. 4‑5. 6‑7a. 16 y 20
V/. Aclamad al Señor, tierra entera.
R/. Aclamad al Señor, tierra entera.
V/. Aclamad al Señor, tierra entera;
tocad
en honor de su nombre,
cantad
himnos a su gloria.
Decid
a Dios: «Qué temibles son tus obras.»
R/. Aclamad al Señor, tierra entera.
V/. Que se postre ante ti la tierra
entera,
que
toquen en tu honor,
que
toquen para tu nombre.
Venid
a ver las obras de Dios,
sus
temibles proezas
en
favor de los hombres.
R/. Aclamad al Señor, tierra entera.
V/. Transformó el mar en tierra firme,
a pie atravesaron el río.
Alegrémonos
con Dios,
que
con su poder gobierna eternamente.
R/. Aclamad al Señor, tierra entera.
V/. Fieles de Dios, venid a escuchar;
os
contaré lo que ha hecho conmigo.
Bendito
sea Dios que no rechazó mi súplica.
R/. Aclamad al Señor, tierra entera.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del Apóstol San Pedro 3,
15‑18
Murió en la carne, pero volvió a la vida por el
Espíritu
Hermanos:
Glorificad
en vuestros corazones a Cristo Señor y estad siempre prontos para dar razón de
vuestra esperanza a todo el que os la pidiere; pero con mansedumbre y respeto y
en buena conciencia, para que en aquello mismo en que sois calumniados queden
confundidos los que denigran vuestra buena conducta en Cristo; que mejor es
padecer haciendo el bien, si tal es la voluntad de Dios, que padecer haciendo
el mal.
Porque
también Cristo murió una vez por los pecados, el justo por los injustos, para
llevarnos a Dios. Murió en la carne, pero volvió a la vida por el Espíritu.
Palabra de Dios
REFLEXIÓN
LLAMADOS A
SER TESTIGOS
La llamada de S. Pedro a los cristianos es
un fuerte sacudón a nuestra forma de vida actual en la que “nadamos y guardamos
la ropa” y no queremos “distinguirnos” para no dar el “pego” pues nos pueden
tildar de “fachas” y trasnochados. Pedro nos dice que debemos dar razón de
nuestra fe a quien nos lo pida.
Es decir: debemos saber dar explicación del por qué creemos, por qué esperamos, por qué seguimos
confiando en la bondad de Dios a pesar de todas las dificultades que existen y
las oposiciones que existen por qué seguimos creyendo que Dios es amor mientras
estamos viendo las desgracias que se ciernen
sobre los pobres y excluidos de la tierra y no toma posiciones decididas…
Tenemos obligación de ser testigos de las
experiencias de amor que hemos vivido y la primera es la del encuentro con
Jesucristo (se supone que la hemos tenido, porque si no, ¿de qué vamos a
hablar?
Que el mundo no entienda nuestro lenguaje
ni nuestro discurso y se sienta molesto es normal, por eso nos dice que no
tengamos miedo en sufrir por esta razón, lo que no se entiende de ninguna
manera es que suframos justamente por estar metidos en la suciedad del mundo
No tendría sentido alguno que un creyente
estuviera envuelto en la corrupción en la que vive el “mundo”; el ejemplo más
evidente lo tenemos en Jesús: el mundo no soportó su presencia y lo mató, de la
misma manera hoy, la presencia de su Espíritu en la iglesia y en cada cristiano
se convierte en una presencia profética que el mundo no tolera y odia, pues las
tinieblas, como la mentira o la injusticia no soportan la luz, la verdad o la
justicia
Aleluya Jn. 14, 23
Aleluya,
aleluya.
Si
alguno me ama guardará mi palabra
-Dice
el Señor-, y mi Padre lo amará y vendremos a él.
Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según San Juan 14, 15‑21
Yo le pediré al Padre que os dé otro Defensor
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-Si
me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro
Defensor que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no
puede recibirlo porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis
porque vive con vosotros y está con vosotros.
No
os dejaré desamparados, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá, pero
vosotros me veréis, y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que
yo estoy con mi Padre, vosotros conmigo y yo con vosotros. El que acepta mis
mandamientos y los guarda, ese me ama; al que me ama, lo amará mi Padre, y yo
también lo amaré y me revelaré a él.
Palabra del Señor
REFLEXIÓN
NO
ESTAMOS SOLOS
Jesús quiere dejar bien claro a sus
apóstoles que no los va a dejar solos, Él sabe muy bien que la misión que les
encomienda no es fácil y van a necesitar de ayuda, por eso les promete algo que
es lo más grande que puede dejarles: su mismo Espíritu, el Espíritu de Dios;
esto no es una idea abstracta, sino una realidad suprema y divina, es el Espíritu
de verdad, es el mismo Dios que ha dado la existencia a todo cuanto existe y
que conduce la historia humana a su plenitud.
Cristo decide quedarse con su iglesia de
forma personal y actuando en ella: su Espíritu divino queda en el corazón de
sus discípulos y de todos los cristianos alentándolos, consolándolos, fortaleciéndolos…
y no durante un tiempo, sino por todos los siglos, por eso les dice que no se
sientan huérfanos, que pierdan el miedo, que vivan contentos, Él no los va a
dejar, su Espíritu va a hacer de su iglesia una COMUNIÓN entre Dios Padre,
entre ellos mismos y todos juntos con Él.
En la medida que la iglesia entienda esto
se sentirá fuerte, esperanzada y feliz y, sin lugar a duda, será testigo del
reino que Cristo ha traído; también, en la medida que no entienda ni asuma esta
realidad, habrá perdido toda su fuerza y dejará de ser respuesta a las
necesidades del mundo.
Lógicamente, el “mundo” no va a entender
esto, pues está en otra onda y menos aún lo va a soportar, pues la injusticia,
la mentira, la idolatría del dinero y del poder…en el que vive, es una onda
completamente distinta a la de Dios. Será vivir en constante oposición y por
eso, sabe que es vivir en constante pelea.
El Espíritu fortalecerá a aquellos que no
se dejen atrapar por la onda del mundo y se mantengan en la de Dios que es el
amor, la paz, la justicia, la solidaridad, la honradez…son dos mundos
completamente diferentes y opuestos.
Lo que no se puede tolerar es optar por
uno y vivir en otro o coger la vía de en medio y condescender con los dos, de acuerdo a las conveniencias.