DOMINGO XXXI DEL TEMPO ORDINARIO - C-

PRIMERA LECTURA
 Lectura del libro de la Sabiduría 11, 22—12, 2
Te compadeces, Señor, de todos, porque amas a todos los seres

Señor, el mundo entero es ante ti como grano de arena en la balanza, como gota de rocío mañanero que cae sobre la tierra.
Pero te compadeces de todos, porque todo lo puedes, cierras los ojos a los pecados de los hombres, para que se arrepientan. 
Amas a todos los seres y no odias nada de lo que has hecho; si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado. 
Y ¿cómo subsistirían las cosas, si tú no lo hubieses querido? 
¿Cómo conservarían su existencia, si tú no las hubieses llamado? 
Pero a todos perdonas, porque son tuyos, Señor, amigo de la vida. 
Todos llevan tu soplo incorruptible. 
Por eso, corriges poco a poco a los que caen, les recuerdas su pecado y los reprendes, para que se conviertan y crean en ti, Señor. 
Palabra de Dios. 

REFLEXIÓN

“EL DIOS DE LA TRADICIÓN” 

Asistimos a un momento crucial de la historia de la humanidad; constantemente hemos venido escuchando  que todo ha cambiado, que todo está cambiando, que el cambio ha sido tremendamente acelerado, de forma que nos ha dejado fuera de juego… Efectivamente, se está dando un CAMBIO DE ÉPOCA, no es algo pasajero, sino definitivo, ya nada va a ser igual a lo que teníamos hace unos años.
            Sin embargo, aunque cambiemos de época, hay cosas que son “eternas” y podrá cambiar la forma, pero el fondo siempre es el mismo y el problema que puede surgir es cuando queremos cambiar eso que son pilares fundamentales de la humanidad y los sustituimos por otros o, sencillamente, no ponemos nada, algo así como si nos cortaran los pies y nos quisieran convencer de que estamos mejor con unos tacos de aluminio o de cualquier otro material.
            Entre las muchas cosas que han entrado en crisis una de ellas ha sido la religión, no me refiero a ninguna en particular, sino al concepto “religión”, como forma de relación del hombre con el “Ser Superior”; y ha cambiado porque está cambiando también el concepto de “dios”, entonces, lo que está en crisis no es de hecho la religión, sino la concepción de “Dios”. Pero es que eso ya lo hizo Jesús y, desde entonces no se podía seguir hablando de Dios como hasta entonces se acostumbraba; recordemos que por sentirlo como Padre lo llamaban blasfemo y nosotros seguimos todavía encuadrados en el dios que está en las nubes dirigiendo el cotarro y esperando que metamos la pata para castigarnos, tal como lo pensaban los judíos y lo siguen pensando muchas culturas.
            Esto que era la columna vertebral de la conciencia del hombre, en torno a lo que se configuraba todo: ética, política, filosofía, teología, religión, antropología… parece que ha perdido consistencia y ya no es lo que configura el centro de la vida humana, es más, se está dando el ateísmo más radical, como es la “ignorancia consciente de Dios”, no se le siente necesario, es algo de lo que se puede prescindir porque no sirve para nada, se “pasa” de Él, como de algo inútil y sin importancia, en lo que no vale la pena perder el tiempo. Martín Buber llamaba a esta situación “El Eclipse de Dios”.
La verdad es que estamos asistiendo, por lo menos, al eclipse del concepto que hasta ahora hemos venido teniendo y que proviene de la filosofía griega, en la que se cuadriculaba el theos (dios) como una divinidad que está fuera, en un plano más alto, desde donde puede dominar todo e intervenir a su gusto, sin contar con el hombre para nada, pero al mismo tiempo, ese dios es muy parecido a nosotros y tiene las mismas reacciones nuestras. Este es el concepto que ha tomado cuerpo en nuestra cultura, en cambio se resiste a entrar el nuevo concepto que trae Jesús, que en su tiempo lo llamaron blasfemo y hoy seguimos sin darle crédito. De hecho sigue escandalizando cuando nos detenemos en las palabras que dice S. Juan: “Dios es Amor… y donde hay amor, allí está Dios” Luego, si Dios es  Amor, el Amor es Dios… Esto no se parece en nada a los dioses griegos ni latinos, al teísmo tradicional que se viene manteniendo y del que nos cuesta tanto despegarnos, y seguimos pensando que el AMOR no tiene que ver nada con Dios.


Salmo responsorial Sal 144, 1‑2. 8‑9. 10‑11. 13cd‑14 (R.: cf. 1)


R. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey. 
Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Día tras día, te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás. R.
R. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey. 
El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R.
R. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey. 
Que todas tus criaturas te den gracias,
Señor, que te bendigan tus fieles;
 que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R.
R. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey. 
El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan. R.
R. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey. 
 

SEGUNDA LECTURA


Lectura de la 2ª carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses   1, 11 ‑ 2,2
Que Cristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en él

            Hermanos: 
            Pedimos continuamente a Dios que os considere dignos de vuestra vocación, para que con su fuerza os permita cumplir buenos deseos y la tarea de la fe; para que así Jesús, nuestro Señor, sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, según la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo. 
            Os rogamos, hermanos, a propósito de la venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con él, que no perdáis fácilmente la cabeza ni os alarméis por supuestas revelaciones, dichos o cartas nuestras, como si afirmásemos que el día del Señor está encima. 
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

MANTENERSE FIELES  

            S. Pablo vuelve a dirigirse a los Tesalonicenses y lo hace compartiéndoles sus sentimientos: ora a Dios incesantemente por ellos, para que los mantenga en el camino con fidelidad a la Palabra que han recibido y, a continuación, da respuesta a los problemas que se están planteando y que tienen preocupada a la comunidad con la idea de la venida inminente del Señor: esto está dando lugar a situaciones ridículas; entonces, les ruega que no se dejen llevar de estas ideas y, por el contrario, se tomen en serio el vivir el presente concreto, dando testimonio de su fidelidad y su amor a Jesucristo.
            Desde el comienzo de la carta, Pablo viene invitando a los tesalonicenses a no huir de las dificultades, ni evadirse de la realidad, escondiéndose en una actitud evasiva.
            Tampoco acepta que el cristiano agache la cabeza y aguante la dificultad, diciendo que es una prueba o un castigo que Dios le manda; una y otra postura son indignas de un cristiano.
            Pablo invita a que se enfrenten con coraje, con esperanza, sin miedo, a las dificultades, porque sabemos que Jesús está a nuestro lado y Él, que recorrió delante el camino, es quien nos alienta a seguir luchando.
            Pablo sabe muy bien que sin la ayuda y la fuerza de Dios, la comunidad no va a poder afrontar la dificultad,  ni podrá continuar caminando, pues está expuesta, incluso, a la persecución a muerte y a las  falsas ideas que pueden confundir, sobre todo, las de ciertos individuos que andan escribiendo y diciendo cosas en nombre de Pablo y de los apóstoles, para confundir y aprovecharse de la comunidad; esta gente es dañina y hay que identificarla para que todos sepan que no se les puede dar crédito.


Aleluya Jn 3, 16
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único. Todo el que cree en él tiene vida eterna. 

 EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 19, 1‑10
El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido

            En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. 
Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí. 
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: 
            -“Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.” 
É1 bajó en seguida y lo recibió muy contento. 
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: 
            -“Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.” 
Pero Zaqueo se puso en pie y dijo al Señor: 
            -“Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.” 
Jesús le contestó: 
            -“Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. 
Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.” 
Palabra del Señor

REFLEXIÓN

“EL PADRE QUE NOS SALE AL ENCUENTRO”  
           
El pasaje que nos trae la liturgia de hoy, es una de esas páginas preciosas con las que Lucas construye su evangelio y presenta la actitud de Dios lleno de misericordia,  que anda buscando al hombre y lo hace en el contexto del “camino” hacia Jerusalén.
Como en todo el evangelio, viene a romper la imagen tradicional que tenemos de Dios: ausente, distante, inaccesible, desinteresado de la vida de los hombres y, en cambio,  presenta al Dios lleno de misericordia que no cesa de buscar al hombre.
Jesús dice que lo que Él hace, es lo que hace su Padre y quién se encuentra con Él o lo escucha a Él, escucha al que lo ha enviado; en este caso, como en otros muchos, Jesús lo vemos que sale al encuentro de una persona, cuando va de camino a Jerusalén y la invita a incorporarse a su camino.
            La incorporación lleva consigo dejar el otro camino que se venía siguiendo, para dirigirse ahora en la dirección de Dios, que es en la dirección del reino del amor, de la paz, de la justicia y de la verdad. Supone un cambio radical de la existencia. Lo vemos magníficamente expresado en Zaqueo: “Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.” 
            Pero es lindo ver cómo Dios respeta los ritmos de la gente y espera a que cada uno caiga en la cuenta de su error, o de lo que se está perdiendo en la vida.
            Para los judíos, el encuentro de Jesús con Zaqueo, un hombre “apestado” y excluido por la ley, significaba un escándalo. Esto no se podría hacer si es que primero no hubiera pasado por el templo, hubiera abonado las cantidades estipuladas por la ley, hubiera hecho los sacrificios expiatorios y se hubiera sometido a todo lo marcado por la ley.
            Jesús rompe todo el itinerario legal y sale al encuentro del hombre atormentado por la ley y por sus mismos pecados y le ofrece el perdón y  la salvación.
            Lo que hace que Zaqueo vuelva, es la actitud acogedora, libre, misericordiosa de Jesús y no la estrechez y rigidez de la ley. Y Zaqueo se convierte en el prototipo del discípulo, pues nos muestra cómo nace el deseo de conversión y cómo ésta es capaz de transformar la vida de un hombre a todos los niveles.
            Jesús sigue saliendo al encuentro de cada uno de nosotros, nos llama e invita a que nos incorporemos al camino, pero lógicamente, hemos de dejar el que llevamos, cada uno el que ha escogido y nos propone unirnos a Él. La respuesta está en nuestras manos.