PRIMERA LECTURA
Lectura
del segundo libro de los Macabeos 7, 1‑2. 9‑14
El rey del universo nos resucitará para una vida eterna
En
aquellos días, arrestaron a siete hermanos con su madre. El rey los hizo azotar
con látigos y nervios para forzarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la Ley.
Uno
de ellos habló en nombre de los demás:
-“¿Qué
pretendes sacar de nosotros? Estamos dispuestos a morir antes que quebrantar la
ley de nuestros padres.”
El
segundo, estando para morir, dijo:
-“Tú,
malvado, nos arrancas la vida presente; pero, cuando hayamos muerto por su ley,
el rey del universo nos resucitará para una vida eterna.”
Después
se divertían con el tercero. Invitado a sacar la lengua, lo hizo en seguida, y
alargó las manos con gran valor. Y habló dignamente:
-“De
Dios las recibí, y por sus leyes las desprecio; espero recobrarlas del mismo
Dios.”
El
rey y su corte se asombraron del valor con que el joven despreciaba los
tormentos.
Cuando
murió éste, torturaron de modo semejante al cuarto. Y, cuando estaba para
morir, dijo:
-“Vale
la pena morir a manos de los hombres, cuando se espera que Dios mismo nos resucitará.
Tú, en cambio, no resucitarás para la vida.”
Palabra
de Dios.
REFLEXIÓN
LA
FE EN JESUCRISTO FRENTE AL LAICISMO COMO RELIGIÓN
El
texto nos ubica en el s. II a. C. (175-164) en el reinado de Antíoco IV
Epífanes. Este tipo quiso obligar a los judíos a cambiar su religión e
introdujo en el lugar más importante del templo la estatua de Zeus, un dios
griego. Esto supuso para los creyentes judíos
un fuerte atropello, un insulto y un ataque frontal a su conciencia por
parte del poder de turno que intentaba establecer la helenización de Israel.
Hubo
un grupo que opusieron resistencia, como fue esta familia de los Macabeos que
llegaron a convertirse en referente para todos los creyentes que resistieron.
Algo parecido a nuestros mártires que no cometieron otro delito que mereciera
la muerte más que el hecho de ser creyentes, y se mantuvieron en pie frente a
los enemigos.
El
cuerpo destrozado de los macabeos quedó como un grito de ánimo y un signo de
resistencia para todos los tiempos, que dará lugar a que se radicalicen
posturas, se aclaren decisiones y se refuercen creencias.
El
ejemplo de estos mártires se convertirá en fuerza y ánimo para el resto de
creyentes en Israel.
Al
leer este pasaje hoy, cobra una fuerza enorme y especial en nuestras vidas: estamos viendo cómo se nos
insulta, cómo se hace burla de los signos religiosos, cómo se ofende con
escarnio burlesco la fe de los cristianos en nuestra tierra y cómo se está
asesinando de forma horrorosa a los cristianos en el mundo, con el silencio
complaciente del sistema y de los medios de comunicación que tiene a su
servicio.
El
coraje de nuestros mártires, su fidelidad, sus vidas… son para nosotros hoy
también el grito que nos dice que no vale arrodillarse ante “Antíoco” que nos
quiere imponer el “laicismo” como religión y principio fundamental de la vida.
Salmo
responsorial Sal 16, 1. 5‑6. 8 y 15 (R.: l5b)
R.
Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor.
Señor, escucha mi apelación,
atiende a mis clamores,
presta oído a mi súplica,
que en mis labios no hay engaño. R
R.
Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor.
Mis pies estuvieron firmes en tus
caminos,
y no vacilaron mis pasos.
Yo te invoco porque tú me respondes,
Dios mío; inclina el oído
y escucha mis palabras. R.
R.
Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor.
Guárdame como a las niñas de tus ojos,
a la sombra de tus alas escóndeme.
Yo con mi apelación vengo a tu presencia,
y al despertar me saciaré de tu
semblante. R.
R.
Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor.
SEGUNDA LECTURA
Lectura
de la segunda carta del apóstol san Pablo a los
Tesalonicenses 2, 16 -3,5
El Señor os dé fuerza para toda clase de palabras y de obras
buenas
Hermanos:
Que
Jesucristo, nuestro Señor, y Dios, nuestro Padre, que nos ha amado tanto y nos
ha regalado un consuelo permanente y una gran esperanza, os consuele
internamente y os dé fuerza para toda clase de palabras y de obras buenas.
Por
lo demás, hermanos, rezad por nosotros, para que la palabra de Dios siga el
avance glorioso que comenzó entre vosotros, y para que nos libre de los hombres
perversos y malvados, porque la fe no es de todos.
El
Señor, que es fiel, os dará fuerzas y os librará del Maligno.
Por
el Señor, estamos seguros de que ya cumplís y seguiréis cumpliendo todo lo que
os hemos enseñado.
Que
el Señor dirija vuestro corazón, para que améis a Dios y tengáis la constancia
de Cristo.
Palabra
de Dios.
REFLEXIÓN
VIVIR
CONTRA CORRIENTE
Para S. Pablo, el mantener la coherencia y
la dignidad, es el signo que ha de identificar a los seguidores de Jesús, que
reflejan la actitud del Maestro: tanto las obras como las palabras, deben ser
una transparencia de Jesús Resucitado
De
ninguna manera nos podemos dejar llevar ni por la fuerza del mal que impera en
el mundo, ni por la fuerza de convicción que puedan tener unos charlatanes que
nos apartan del proyecto que Cristo nos ha trazado.
Mantenerse
firmes es difícil, por eso invita a la unidad de la comunidad, para que se
sientan fuertes y apoyados todos y, sobre todo, a la unidad con Cristo en la
oración, que es la única fuente de fortaleza que los mantendrá firmes en su
camino.
El
consejo de Pablo a la comunidad de Tesalónica podemos trasladarlo en la
actualidad a la nuestra, sin quitarle ni una sola letra, pues vivimos un “mar”
tremendamente alterado, con olas que quieren barrer con todo, con opiniones de
todo tipo que nos quieren convencer de que el reino que Cristo inauguró es algo
sin consistencia y sin posibilidad, que la vida no tiene otro sentido que
gozarla y, si ese gozo no se obtiene, es preferible la muerte…
En
medio de este desconcierto, Jesús viene a decirnos que nos mantengamos firmes y
que planteemos una forma nueva de vida que contradiga el sin sentido que se
propone.
Jesucristo es el primogénito de entre los
muertos; a él la gloria y el poder por los siglos de los siglos.
EVANGELIO
Lectura
del santo evangelio según san Lucas 20, 27‑38
No es Dios de muertos, sino de
vivos
En
aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y
le preguntaron:
-“Maestro,
Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero
sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había
siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero
se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió
la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer?
Porque los siete han estado casados con e11a.”
Jesús les contestó:
-“En
esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la
vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no
pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la
resurrección.
Y
que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la
zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de
Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están
vivos.”
Palabra
del Señor.
O
bien más breve:
Lectura del santo evangelio según san Lucas 20, 27. 34‑38
En
aquel tiempo, dijo Jesús a los saduceos, que niegan la resurrección:
-“En esta vida, hombres y mujeres se
casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección
de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles;
son hijos de Dios, porque participan en la resurrección.
Y
que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la
zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de
Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están
vivos,”
Palabra
del Señor
REFLEXIÓN
“CREO EN LA RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS”
Para ellos no hay otro reino ni otra
vida que la vivida aquí, gozando y sin problemas; es aquí donde Dios castiga y
premia y la pobreza en la que Él está, es justamente un signo para ellos de su
castigo y la prueba evidente de que Dios no está con Él.
Ellos no aceptan otros libros de la
Sagrada Escritura que aquellos que ha escrito Moisés; lo escrito por los
profetas, y lo que habla del reino de Dios, son ideas de liberales y
revolucionarios que están manchando la cultura y la tradición del pueblo y, a
Jesús lo consideran uno de estos resentidos sociales. La vida y los bienes que
tienen son un signo claro de su buena relación con Dios y no necesitan ni están
dispuestos a cambiar nada de sus vidas. Esta era la clase alta y aristocrática
de Israel a la que pertenecía el sumo sacerdote y la gran mayoría de los
componentes del Sanedrín.
El partido de los fariseos no iba
por ahí y sostenían la resurrección, ganada a base de un cumplimiento estricto
de las leyes, que en el día de la resurrección, serían restablecidos al estado
de vida que, justamente tenían los saduceos, es decir: esperaban con la
resurrección, hacer lo que suelen hacer los políticos que se alternan en el
poder: “quítate tú, que ahora me toca a mí”
Para Jesús la resurrección no es la
prolongación del estado de gozo que se tiene en la tierra, sobre todo sabiendo
cómo se consigue ese gozo y a costa de lo que se mantiene; pero esto no se
entiende, sobre todo si los esquemas en los que nos movemos están determinados
por lo material y pragmático. Precisamente el problema que tiene este estilo de
vida es que, castra la capacidad de mirar más delante de lo que se tiene entre
manos, por eso no se es consciente ni del dolor que se produce, siempre que a
mí me produzca placer o satisfacción.
Esta actitud de los dirigentes, es
lo que Jesús desenmascara y les anuncia, que el reino de Dios les va a dejar al
descubierto su incompetencia, su atropello y su grave equivocación. Fueron a
dejarlo en ridículo y salieron trasquilados.
Hoy estamos asistiendo a un cambio
en la manera de hablar y de exponer las cosas: aquellos sermones estremecedores
sobre el infierno y los novísimos ya no se escuchan, ni se le ocurre a nadie
lanzarlos; ya nadie se siente con las llaves del cielo o del infierno, como
para asegurar a nadie dónde va a ir ni el tipo de vida que le espera y se tiene
mucho cuidado a la hora de hablar sobre estos temas; da la sensación que, como
le ocurrió a los saduceos, Jesús desestabiliza aquellos pilares que estaban tan
seguros y que no estaban muy en consonancia con el Dios Padre que Él nos trajo
y menos aún con el reino que Él inauguró.