DOMINGO XXXII -TIEMPO ORDINARIO -C-

PRIMERA LECTURA  

Lectura del segundo libro de los Macabeos 7, 1‑2. 9‑14
El rey del universo nos resucitará para una vida eterna

            En aquellos días, arrestaron a siete hermanos con su madre. El rey los hizo azotar con látigos y nervios para forzarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la Ley. 
            Uno de ellos habló en nombre de los demás: 
            -“¿Qué pretendes sacar de nosotros? Estamos dispuestos a morir antes que quebrantar la ley de nuestros padres.” 
            El segundo, estando para morir, dijo: 
            -“Tú, malvado, nos arrancas la vida presente; pero, cuando hayamos muerto por su ley, el rey del universo nos resucitará para una vida eterna.” 
            Después se divertían con el tercero. Invitado a sacar la lengua, lo hizo en seguida, y alargó las manos con gran valor. Y habló dignamente: 
            -“De Dios las recibí, y por sus leyes las desprecio; espero recobrarlas del mismo Dios.” 
            El rey y su corte se asombraron del valor con que el joven despreciaba los tormentos. 
            Cuando murió éste, torturaron de modo semejante al cuarto. Y, cuando estaba para morir, dijo: 
            -“Vale la pena morir a manos de los hombres, cuando se espera que Dios mismo nos resucitará. Tú, en cambio, no resucitarás para la vida.” 
Palabra de Dios. 
 

REFLEXIÓN 

LA FE EN JESUCRISTO FRENTE AL LAICISMO COMO RELIGIÓN          

             Hay algo que choca de frente: el texto nos ubica en la sala de tortura y, en lugar de escucharse gritos desgarradores, lamentos, maldiciones… lo que se escucha es la confesión y la proclamación en voz alta de la fe en Dios y en la resurrección que hace perder el miedo incluso a la muerte y fundamenta la esperanza. Es el grito de los vencedores frente a sus enemigos.

            El texto nos ubica en el s. II a. C. (175-164) en el reinado de Antíoco IV Epífanes. Este tipo quiso obligar a los judíos a cambiar su religión e introdujo en el lugar más importante del templo la estatua de Zeus, un dios griego. Esto supuso para los creyentes judíos  un fuerte atropello, un insulto y un ataque frontal a su conciencia por parte del poder de turno que intentaba establecer la helenización de Israel.

            Hubo un grupo que opusieron resistencia, como fue esta familia de los Macabeos que llegaron a convertirse en referente para todos los creyentes que resistieron. Algo parecido a nuestros mártires que no cometieron otro delito que mereciera la muerte más que el hecho de ser creyentes, y se mantuvieron en pie frente a los enemigos.

            El cuerpo destrozado de los macabeos quedó como un grito de ánimo y un signo de resistencia para todos los tiempos, que dará lugar a que se radicalicen posturas, se aclaren decisiones y se refuercen creencias.

            El ejemplo de estos mártires se convertirá en fuerza y ánimo para el resto de creyentes en Israel.

            Al leer este pasaje hoy, cobra una fuerza enorme y especial  en nuestras vidas: estamos viendo cómo se nos insulta, cómo se hace burla de los signos religiosos, cómo se ofende con escarnio burlesco la fe de los cristianos en nuestra tierra y cómo se está asesinando de forma horrorosa a los cristianos en el mundo, con el silencio complaciente del sistema y de los medios de comunicación que tiene a su servicio.

            El coraje de nuestros mártires, su fidelidad, sus vidas… son para nosotros hoy también el grito que nos dice que no vale arrodillarse ante “Antíoco” que nos quiere imponer el “laicismo” como religión y principio fundamental de la vida. 

Salmo responsorial Sal 16, 1.  5‑6.  8 y 15 (R.: l5b)


R. Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor.

Señor, escucha mi apelación,
atiende a mis clamores,
 presta oído a mi súplica,
que en mis labios no hay engaño. R
R. Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor.

Mis pies estuvieron firmes en tus caminos,
y no vacilaron mis pasos.
Yo te invoco porque tú me respondes,
Dios mío; inclina el oído
y escucha mis palabras. R. 
R. Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor.

Guárdame como a las niñas de tus ojos,
a la sombra de tus alas escóndeme.
Yo con mi apelación vengo a tu presencia,
y al despertar me saciaré de tu semblante. R. 
R. Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor. 

SEGUNDA LECTURA            


Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses  2, 16 -3,5
El Señor os dé fuerza para toda clase de palabras y de obras buenas

            Hermanos: 
            Que Jesucristo, nuestro Señor, y Dios, nuestro Padre, que nos ha amado tanto y nos ha regalado un consuelo permanente y una gran esperanza, os consuele internamente y os dé fuerza para toda clase de palabras y de obras buenas. 
            Por lo demás, hermanos, rezad por nosotros, para que la palabra de Dios siga el avance glorioso que comenzó entre vosotros, y para que nos libre de los hombres perversos y malvados, porque la fe no es de todos. 
            El Señor, que es fiel, os dará fuerzas y os librará del Maligno. 
            Por el Señor, estamos seguros de que ya cumplís y seguiréis cumpliendo todo lo que os hemos enseñado. 
            Que el Señor dirija vuestro corazón, para que améis a Dios y tengáis la constancia de Cristo. 
Palabra de Dios.   

REFLEXIÓN 

VIVIR CONTRA CORRIENTE   

Para S. Pablo, el mantener la coherencia y la dignidad, es el signo que ha de identificar a los seguidores de Jesús, que reflejan la actitud del Maestro: tanto las obras como las palabras, deben ser una transparencia de Jesús Resucitado

            De ninguna manera nos podemos dejar llevar ni por la fuerza del mal que impera en el mundo, ni por la fuerza de convicción que puedan tener unos charlatanes que nos apartan del proyecto que Cristo nos ha trazado.

            Mantenerse firmes es difícil, por eso invita a la unidad de la comunidad, para que se sientan fuertes y apoyados todos y, sobre todo, a la unidad con Cristo en la oración, que es la única fuente de fortaleza que los mantendrá firmes en su camino.

            El consejo de Pablo a la comunidad de Tesalónica podemos trasladarlo en la actualidad a la nuestra, sin quitarle ni una sola letra, pues vivimos un “mar” tremendamente alterado, con olas que quieren barrer con todo, con opiniones de todo tipo que nos quieren convencer de que el reino que Cristo inauguró es algo sin consistencia y sin posibilidad, que la vida no tiene otro sentido que gozarla y, si ese gozo no se obtiene, es preferible la muerte…

            En medio de este desconcierto, Jesús viene a decirnos que nos mantengamos firmes y que planteemos una forma nueva de vida que contradiga el sin sentido que se propone.

 
Aleluya Ap 1,  5a  y 6b

Jesucristo es el primogénito de entre los muertos; a él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. 

EVANGELIO  


Lectura del santo evangelio según san Lucas 20, 27‑38
No es Dios de muertos, sino de vivos 

            En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: 
            -“Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con e11a.” 
Jesús les contestó: 
            -“En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. 
            Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos.” 
Palabra del Señor.   

O bien más breve:   

 Lectura del santo evangelio según san Lucas 20, 27. 34‑38 

            En aquel tiempo, dijo Jesús a los saduceos, que niegan la resurrección: 
-“En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. 
            Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos,” 
Palabra del Señor

 
REFLEXIÓN
 

“CREO EN LA RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS”  

 El pasaje nos muestra un momento en que los saduceos, dueños del dinero y del poder de Israel, intentan ridiculizar a Jesús que sostiene la esperanza de otra vida en plenitud, la vida del Reino de Dios.

            Para ellos no hay otro reino ni otra vida que la vivida aquí, gozando y sin problemas; es aquí donde Dios castiga y premia y la pobreza en la que Él está, es justamente un signo para ellos de su castigo y la prueba evidente de que Dios no está con Él.

            Ellos no aceptan otros libros de la Sagrada Escritura que aquellos que ha escrito Moisés; lo escrito por los profetas, y lo que habla del reino de Dios, son ideas de liberales y revolucionarios que están manchando la cultura y la tradición del pueblo y, a Jesús lo consideran uno de estos resentidos sociales. La vida y los bienes que tienen son un signo claro de su buena relación con Dios y no necesitan ni están dispuestos a cambiar nada de sus vidas. Esta era la clase alta y aristocrática de Israel a la que pertenecía el sumo sacerdote y la gran mayoría de los componentes del Sanedrín.

            El partido de los fariseos no iba por ahí y sostenían la resurrección, ganada a base de un cumplimiento estricto de las leyes, que en el día de la resurrección, serían restablecidos al estado de vida que, justamente tenían los saduceos, es decir: esperaban con la resurrección, hacer lo que suelen hacer los políticos que se alternan en el poder: “quítate tú, que ahora me toca a mí”

            Para Jesús la resurrección no es la prolongación del estado de gozo que se tiene en la tierra, sobre todo sabiendo cómo se consigue ese gozo y a costa de lo que se mantiene; pero esto no se entiende, sobre todo si los esquemas en los que nos movemos están determinados por lo material y pragmático. Precisamente el problema que tiene este estilo de vida es que, castra la capacidad de mirar más delante de lo que se tiene entre manos, por eso no se es consciente ni del dolor que se produce, siempre que a mí me produzca placer o satisfacción.

            Esta actitud de los dirigentes, es lo que Jesús desenmascara y les anuncia, que el reino de Dios les va a dejar al descubierto su incompetencia, su atropello y su grave equivocación. Fueron a dejarlo en ridículo y salieron trasquilados.

            Hoy estamos asistiendo a un cambio en la manera de hablar y de exponer las cosas: aquellos sermones estremecedores sobre el infierno y los novísimos ya no se escuchan, ni se le ocurre a nadie lanzarlos; ya nadie se siente con las llaves del cielo o del infierno, como para asegurar a nadie dónde va a ir ni el tipo de vida que le espera y se tiene mucho cuidado a la hora de hablar sobre estos temas; da la sensación que, como le ocurrió a los saduceos, Jesús desestabiliza aquellos pilares que estaban tan seguros y que no estaban muy en consonancia con el Dios Padre que Él nos trajo y menos aún con el reino que Él inauguró.