PRIMERA LECTURA
Lectura de la profecía
de Malaquías 3, 19‑20a
Os iluminará un sol de justicia
Mirad que llega el día, ardiente como un
horno:
malvados y perversos serán la paja, y los
quemaré el día que ha de venir -dice el Señor de los ejércitos-, y no
quedará de ellos ni rama ni raíz.
Pero a los que honran mi nombre los
iluminará un sol de justicia que lleva la salud en las alas.
Palabra
de Dios.
REFLEXIÓN
VIVIR
EN LA ESPERANZA
Todos
los domingos nos viene presentando la liturgia unos textos en los que se nos
recuerda algo muy importante: nuestra vida tiene un final. Mientras vivimos,
somos nosotros los que disponemos de ella, pero cuando llega el momento final,
el control de la vida y de todo lo que ocurre, se nos quita y ahí ya no hay
vuelta atrás para hacer o deshacer algo; la suerte está echada. El futuro es
nuestro en la medida en que orientemos el presente.
El
profeta Malaquías recuerda algo que es fundamental: “llega el día… malvados y perversos…no quedará de ellos ni
rama ni raíz. Pero a los que honran mi nombre los iluminará un sol de justicia”.
Ahí será Dios quien disponga: los asesinos, los ladrones, los violadores, los
destructores de la naturaleza y de la humanidad, tendrán que rendir cuentas
ante LA JUSTICIA, que es el Dios de la VIDA y de la CREACIÓN.
Es
muy posible que, mientras realizan el mal, se rían de todo esto; es lógico que
les gustaría que no existiera nada que les pueda ajustar las cuentas, ya que
ellos en la vida con su dinero arreglan las leyes, pero la risa es del último
que se ríe y, la última palabra la tiene siempre Dios.
Ahí
tendrán que asumir su propio fracaso y el daño causado con todas las
consecuencias que de él se derivan y que se revolverán en contra suya.
Es
interesante una constatación: siempre, en toda la historia de la humanidad,
todos aquellos que negaron la trascendencia, la gran mayoría de ellos suelen
ser gente que su vida deja tanto qué desear… Y es normal que así sea, pues si
no se tiene esperanza de nada, ¿qué sentido tiene el amor, el vivir
honradamente, el solidarizarte, el vivir con sinceridad y hacer el bien?
Salmo responsorial Sal
97, 5‑6.
7‑9a. 9bc (R.: cf. 9)
R.
El Señor llega para regir los pueblos con rectitud.
Tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R.
R.
El Señor llega para regir los pueblos con rectitud.
Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos, aclamen los montes al
Señor,
que llega para regir la tierra. R.
R.
El Señor llega para regir los pueblos con rectitud.
Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud. R.
R.
El Señor llega para regir los pueblos con rectitud.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda
carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 3, 7‑12
El que no trabaja, que no coma
Hermanos:
Ya sabéis como tenéis que imitar nuestro
ejemplo: no vivimos entre vosotros sin trabajar, nadie nos dio de balde el pan
que comimos, sino que trabajamos y nos cansamos día y noche, a fin de no ser
carga para nadie.
No es que no tuviésemos derecho para
hacerlo, pero quisimos daros un ejemplo que imitar.
Cuando vivimos con vosotros os lo mandamos:
El que no trabaja, que no coma.
Porque nos hemos enterado de que
algunos viven sin trabajar, muy ocupados en no hacer nada.
Pues a esos les mandamos y recomendamos,
por el Señor Jesucristo, que trabajen con tranquilidad para ganarse el
pan.
Palabra
de Dios.
REFLEXIÓN
“VIVIR
EN LA HONRADEZ”
Uno
de los problemas que trajo el tema de la “venida inminente” en el cristianismo
primitivo fue el de algunos que se dedicaron a vivir del cuento, a gozar y a
disfrutar de la oportunidad que se presentaba.
Esa
postura es indigna de una persona y más
aún de un cristiano; algo que no se puede tolerar ni aceptar, por eso S. Pablo
no tiene miedo en ponerse él mismo como ejemplo: “: no vivimos entre vosotros
sin trabajar, nadie nos dio de balde el pan que comimos, sino que trabajamos y
nos cansamos día y noche, a fin de no ser carga para nadie.” Pablo invita a que
todos se impliquen en el progreso de la comunidad arrimando el hombro, tal como
él lo hizo, de modo que, si alguno escurre el bulto, sean valientes en
identificarlo y no lo dejen que viva así: “El que no trabaja, que no coma.”
Pues quien come viviendo así, es porque vive a costillas de los demás, como un
parásito o como un ladrón.
En
la práctica estaba admitido que los “maestros” que andaban predicando, fueran
sostenidos por sus discípulos y seguidores. Pablo es considerado un “maestro”
y, por tanto, según la ley, podía exigir sus derechos, pero se da cuenta que
hay muchos vividores, entonces él renuncia a su derecho y se dedica a trabajar;
no quiere que los cristianos caigan en esa práctica y, peor aún, cuando está viendo que algunos, con el cuento
del fin del mundo andan engañando y aprovechándose de los pobres.
Esto
le costó una fuerte oposición por parte de muchos cristianos, cosa que le dio
muchos problemas
Aleluya
Lc. 21, 28
Levantaos, alzad la cabeza: se acerca
vuestra liberación.
EVANGELIO
Lectura del santo
evangelio según san Lucas 21, 5‑19
Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas
En aquel tiempo, algunos ponderaban la
belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les
dijo:
-“Esto que contempláis, llegará un día en
que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.”
Ellos le preguntaron:
-“Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál
será la señal de que todo eso está para suceder?"
Él contestó:
-“Cuidado con
que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo:
"Yo soy", o bien: "El momento está cerca"; no vayáis tras
ellos.
Cuando oigáis noticias de guerras y de
revoluciones, no tengáis pánico.
Porque eso tiene que ocurrir primero,
pero el final no vendrá en seguida.”
Luego les dijo:
-“Se alzará pueblo contra pueblo y reino
contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y
hambre.
Habrá también espantos y grandes signos
en el cielo.
Pero antes de todo eso os echarán mano,
os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán
comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de
dar testimonio.
Haced propósito de no preparar vuestra
defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente
ni contradecir ningún adversario vuestro.
Y hasta vuestros padres, y parientes, y
hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os
odiarán por causa mia.
Pero ni un cabello de vuestra cabeza
perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.”
Palabra
del Señor.
REFLEXIÓN
LLEVAR LA CONTABILIDAD AL DÍA
El tema del “fin del mundo” es algo que en
todas las épocas ha llamado siempre la
atención, pues es algo que escapa a nuestro control. Hay una verdad inapelable:
todo lo que comienza, acaba; todo lo que nace, muere. Es la realidad de la
existencia: tiene un principio y un fin. Ninguno de los dos extremos están bajo
nuestro control y eso nos pone nerviosos.
Ante esta realidad, es lógico, cada
uno toma su posición, pero como indicamos, es una realidad que escapa a nuestro
control, por lo tanto, toda posición que tomemos es algo subjetivo, la realidad
se impone por encima de todos nuestros planteamientos.
De acuerdo a la posición que tomemos
frente a esa realidad, nuestra vida presente se va a orientar de una forma u
otra: no es lo mismo caminar hacia el caos total que hacia un futuro de
esperanza.
Los cristianos asumimos y aceptamos
la palabra y la promesa que nos hizo Jesús, de modo que esa promesa forma parte
esencial de nuestra identidad: nosotros creemos que después de la muerte hemos
de encontrarnos con Dios ante quien tenemos que rendir cuentas de lo que hemos
hecho aquí.
Creemos que ese momento nos está
velado y es asunto exclusivo de Dios, a nosotros lo único que nos compete es
estar preparados para que en el momento que llegue, según Dios tenga dispuesto,
estemos preparados para rendir cuentas, por lo tanto, lo más importante es
llevar la “contabilidad” al día, cosa que nos va a comprometer a estar
constantemente implicados en la construcción del reino que Jesús nos encargó y que es lo que va a permitirnos ir
disfrutando ya, aquí y ahora de la alegría del amor, de la verdad que nos va
haciendo libres, de la justicia que nos hace sentirnos a todos iguales y
hermanos y de la paz que llena de felicidad nuestras vidas... Eso que vamos
construyendo aquí es lo que –nos dice Jesús- estamos llamados a disfrutar por
toda la eternidad.
Pero de la misma manera, eso que día
a día hemos ido destruyendo es justamente lo que nos vamos a encontrar también
para siempre.