25 de Diciembre del 2014
Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, que el Señor consuela a su pueblo, rescata a Jerusalén: el Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios.
Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
DESEO INSATISFECHO
El mensaje de
Isaías que nos presenta el texto tiene hoy un sabor a deseo profundo de una
verdad sin paliativos que, ¡ojalá resonara en el mundo entero!: “tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al
Señor que vuelve a Sión…”
Se me ocurre traducir a un lenguaje
actual la expresión del profeta Isaías:
“¡Qué hermosos los pies, las manos y la boca del dirigente del pueblo, del político
que anuncia, trae y practica la justicia y la verdad; que no engaña más al
pueblo hablándole de “brotes verdes” y ofreciéndole promesas falsas, sino que
trae la justicia y la paz y nos invita a ver, con nuestros propios ojos, que se
ha terminado la guerra, el hambre, la explotación, el atropello, el terrorismo
y la corrupción, pues los hombres entendieron que Dios ha establecido la paz y
estamos dispuestos a construirla.
Todos estos días es lo que de una u
otra forma, todos hemos venido expresando en nuestros Whatsap, nuestros e-mails
y en nuestros crismas y lo venimos sintiendo como un deseo profundo en nuestros
corazones.
Pero todo esto que nos deseamos y
que expresamos de mil formas, ya llegó, solo hace falta cogerlo, asumirlo y llevarlo
a la práctica… y Dios se ha comprometido a poner lo que a nosotros nos falte.
Salmo responsorial Sal 97,
1. 2‑3ab. 3cd‑4.
5‑6
R/. Los confines de la tierra han contemplado la
victoria de nuestro Dios.
V/. Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
R/. Los confines de la tierra han contemplado la
victoria de nuestro Dios.
V/. Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo;
el Señor da a conocer su
victoria,
revela a las naciones su
justicia:
se acordó de su misericordia y
su fidelidad
en favor de la casa de Israel.
R/. Los confines de la tierra han contemplado la
victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra
entera,
gritad, vitoread, tocad.
R/. Los confines de la tierra han contemplado la
victoria de nuestro Dios.
V/. Tocad la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de
trompetas
aclamad al Rey y Señor.
R/. Los confines de la tierra han contemplado la
victoria de nuestro Dios.
SEGUNDA LECTURA:
Lectura de la carta a los
Hebreos 1, 1‑6
Dios nos ha hablado por su
Hijo
En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios
antiguamente a nuestros padres por los Profetas.
Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo,
al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las
edades del mundo.
El es reflejo de su gloria, impronta de su ser.
El sostiene el universo con su palabra poderosa.
Y, habiendo realizado la purificación de los pecados,
está sentado a la derecha de Su Majestad en las alturas; tanto más encumbrado
sobre los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que ha heredado.
Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: «Hijo mío eres tú, hoy te
he engendrado», o: ¿«Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo»?
Y en otro pasaje, al introducir en el mundo al
primogénito, dice: «Adórenlo todos los ángeles de Dios.»
Palabra de Dios.
EL PROYECTO DE DIOS SE HA
REALIZADO
Hasta este momento de la historia que hoy
celebramos, todo venía hablándonos a base de signos, y símbolos que apuntaban a
un punto concreto donde toda la historia convergía: el nacimiento de CRISTO en
quien se concentra la plena revelación del Padre que ha venido manifestándose a
través de la naturaleza, de las instituciones religiosas, de los profetas y de
los grandes personajes de la historia.
Ahora,
en la cumbre de los tiempos, Dios decide entrar en la historia y en el mundo de
los humanos, haciéndose hombre y compartiendo el camino de los hombres.
Ya no se relacionará con los hombres a
través de signos y símbolos que muchas veces ni se entienden; Él mismo se ha
hecho hombre y comparte el destino de los hombres realizando su proyecto de
purificar al hombre de sus pecados,
restaurar su naturaleza caída e incorporarlo a la dignidad de hijo de
Dios; este es el gran misterio que Jesús nos ha revelado y que ha dejado vivo y
presente en su iglesia para que cada uno de nosotros nos convirtamos en
testigos de esta gran realidad que ahora se manifiesta en cada uno de nosotros.
Nos ha amanecido un día
sagrado: venid, naciones, adorad al Señor, porque hoy una gran luz ha bajado a
la tierra.
Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio
según San Juan 1, 1‑18
En el principio ya existía la
Palabra,
y la Palabra estaba junto a
Dios,
y la Palabra era Dios.
Por medio de la Palabra se hizo todo,
y sin ella no se hizo nada de
lo que se ha hecho.
En la Palabra había vida,
y la vida era la luz de los
hombres.
La luz brilla en la tiniebla,
y la tiniebla no la recibió.
[ Surgió un hombre enviado por
Dios,
que se llamaba Juan:
éste venía como testigo,
para dar testimonio de la luz,
para que por él todos vinieran
a la fe.
No era él la luz,
sino testigo de la luz. ]
que alumbra a todo hombre.
Al mundo vino y en el mundo
estaba;
el mundo se hizo por medio de
ella,
y el mundo no la conoció.
Vino a su casa, y los suyos no
la recibieron.
Pero a cuantos la recibieron,
les da poder para ser hijos de
Dios,
si creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre,
ni de amor carnal,
ni de amor humano,
sino de Dios.
Y la Palabra se hizo carne,
y acampó entre nosotros,
y hemos contemplado su gloria:
gloria propia del Hijo único
del Padre,
lleno de gracia y de verdad.
[ Juan da testimonio de él y
grita diciendo:
—Este es de quien dije: «el
que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo».
Pues de su plenitud todos
hemos recibido gracia tras gracia:
porque la ley se dio por medio
de Moisés,
la gracia y la verdad vinieron
por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto
jamás:
El Hijo único, que esta en el
seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.]
REFLEXIÓN
S. Juan hace una síntesis de todo el evangelio
centrándose en el gran acontecimiento de la historia realizado por Dios como
cumplimiento de todas sus promesas hechas a través de todos los siglos.
Para Juan, Cristo es la Palabra de
Dios que se ha hecho carne, ha asumido la fragilidad y la limitación humana
para poder entenderla y salvarla.
Juan pone a Cristo en el comienzo,
como autor del gran proyecto de la creación del hombre y del universo; Él es la
Palabra que crea, la expresión de Dios que se hace visible y sensible al
universo y al hombre; todo tiene su sentido, su principio en Él y todo es
reflejo y manifestación suya…
Todas estas expresiones de Juan
sobre Jesucristo, no son, sino la
manifestación de lo que Juan entiende que es Jesús. En Él se ha
concentrado todo el plan que Dios tiene para el universo. Fuera de Cristo nada
tiene sentido ni consistencia, todo está orientado a la muerte y solo Él lo
reorienta a la vida, pues Él es la vida. La luz que ha venido a este mundo y a
cuantos lo han recibido y lo han aceptado, les ha dado poder para ser hijos de
Dios.