NACIMIENTO DE JESÚS

25 de Diciembre del 2014

 
Lectura del libro de Isaías       52,  7‑10

             ¡Qué hermosos son sobre los montes    los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la buena nueva,    que pregona la victoria,    que dice a Sión: «Tu Dios es Rey»!
            Escucha: tus vigías gritan,    cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión.
            Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, que el Señor consuela a su pueblo,  rescata a Jerusalén: el Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y verán los confines de la tierra  la victoria de nuestro Dios.
Palabra de Dios. 

REFLEXIÓN 

DESEO INSATISFECHO  

El mensaje de Isaías que nos presenta el texto tiene hoy un sabor a deseo profundo de una verdad sin paliativos que, ¡ojalá resonara en el mundo entero!:  tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor que vuelve a Sión…


            Se me ocurre traducir a un lenguaje actual  la expresión del profeta Isaías: “¡Qué hermosos los pies, las manos y la boca del dirigente del pueblo, del político que anuncia, trae y practica la justicia y la verdad; que no engaña más al pueblo hablándole de “brotes verdes” y ofreciéndole promesas falsas, sino que trae la justicia y la paz y nos invita a ver, con nuestros propios ojos, que se ha terminado la guerra, el hambre, la explotación, el atropello, el terrorismo y la corrupción, pues los hombres entendieron que Dios ha establecido la paz y estamos dispuestos a construirla.

            Todos estos días es lo que de una u otra forma, todos hemos venido expresando en nuestros Whatsap, nuestros e-mails y en nuestros crismas y lo venimos sintiendo como un deseo profundo en nuestros corazones.

            Pero todo esto que nos deseamos y que expresamos de mil formas, ya llegó, solo hace falta cogerlo, asumirlo y llevarlo a la práctica… y Dios se ha comprometido a poner  lo que a nosotros nos falte.  

Salmo responsorial       Sal 97,  1.  2‑3ab.  3cd‑4.  5‑6

 V/.  Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.

R/.  Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.
V/.  Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
R/.  Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.

V/.  Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo;
el Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel.
R/.  Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.

Aclama al Señor, tierra entera,
gritad, vitoread, tocad.
R/.  Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.

V/.  Tocad la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas
aclamad al Rey y Señor.
R/.  Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.
 

SEGUNDA LECTURA: 

Lectura de la carta a los Hebreos       1,  1‑6
Dios nos ha hablado por su Hijo 

            En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los Profetas.
            Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo.
            El es reflejo de su gloria, impronta de su ser.
            El sostiene el universo con su palabra poderosa.
            Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de Su Majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que ha heredado.
            Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: «Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado», o: ¿«Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo»?
            Y en otro pasaje, al introducir en el mundo al primogénito, dice: «Adórenlo todos los ángeles de Dios.»
Palabra de Dios.
 

EL PROYECTO DE DIOS SE HA REALIZADO  

Hasta este momento de la historia que hoy celebramos, todo venía hablándonos a base de signos, y símbolos que apuntaban a un punto concreto donde toda la historia convergía: el nacimiento de CRISTO en quien se concentra la plena revelación del Padre que ha venido manifestándose a través de la naturaleza, de las instituciones religiosas, de los profetas y de los grandes personajes de la historia.

            Ahora, en la cumbre de los tiempos, Dios decide entrar en la historia y en el mundo de los humanos, haciéndose hombre y compartiendo el camino de los hombres.

Ya no se relacionará con los hombres a través de signos y símbolos que muchas veces ni se entienden; Él mismo se ha hecho hombre y comparte el destino de los hombres realizando su proyecto de purificar al hombre de sus pecados,  restaurar su naturaleza caída e incorporarlo a la dignidad de hijo de Dios; este es el gran misterio que Jesús nos ha revelado y que ha dejado vivo y presente en su iglesia para que cada uno de nosotros nos convirtamos en testigos de esta gran realidad que ahora se manifiesta en cada uno de nosotros.

 Aleluya, aleluya.

Nos ha amanecido un día sagrado: venid, naciones, adorad al Señor, porque hoy una gran luz ha bajado a la tierra.
Aleluya. 

EVANGELIO 

Lectura del santo Evangelio según San Juan       1,  1‑18
La Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros 

En el principio ya existía la Palabra,
y la Palabra estaba junto a Dios,
y la Palabra era Dios.
La Palabra en el principio estaba junto a Dios.
Por medio de la Palabra se hizo todo,
y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.
En la Palabra había vida,
y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en la tiniebla,
y la tiniebla no la recibió.
[ Surgió un hombre enviado por Dios,
que se llamaba Juan:
éste venía como testigo,
para dar testimonio de la luz,
para que por él todos vinieran a la fe.
No era él la luz,
sino testigo de la luz. ]
La Palabra era la luz verdadera,
que alumbra a todo hombre.
Al mundo vino y en el mundo estaba;
el mundo se hizo por medio de ella,
y el mundo no la conoció.
Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.
Pero a cuantos la recibieron,
les da poder para ser hijos de Dios,
si creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre,
ni de amor carnal,
ni de amor humano,
sino de Dios.
Y la Palabra se hizo carne,
y acampó entre nosotros,
y hemos contemplado su gloria:
gloria propia del Hijo único del Padre,
lleno de gracia y de verdad.
[ Juan da testimonio de él y grita diciendo:
—Este es de quien dije: «el que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo».
Pues de su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia:
porque la ley se dio por medio de Moisés,
la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás:
El Hijo único, que esta en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.]
 

REFLEXIÓN
 
CRISTO ES EL CENTRO DE LA HISTORIA  

S. Juan hace una síntesis de todo el evangelio centrándose en el gran acontecimiento de la historia realizado por Dios como cumplimiento de todas sus promesas hechas a través de todos los siglos.

            Para Juan, Cristo es la Palabra de Dios que se ha hecho carne, ha asumido la fragilidad y la limitación humana para poder entenderla y salvarla.

            Juan pone a Cristo en el comienzo, como autor del gran proyecto de la creación del hombre y del universo; Él es la Palabra que crea, la expresión de Dios que se hace visible y sensible al universo y al hombre; todo tiene su sentido, su principio en Él y todo es reflejo y manifestación suya…

            Todas estas expresiones de Juan sobre Jesucristo, no son, sino la  manifestación de lo que Juan entiende que es Jesús. En Él se ha concentrado todo el plan que Dios tiene para el universo. Fuera de Cristo nada tiene sentido ni consistencia, todo está orientado a la muerte y solo Él lo reorienta a la vida, pues Él es la vida. La luz que ha venido a este mundo y a cuantos lo han recibido y lo han aceptado, les ha dado poder para ser hijos de Dios.